Historias, dudas y oscuridad.

Nico carraspeó, aclarándose la voz mientras miraba a sus compañeros, en esepcial a los digimon y a esos dos elegidos que se habían quedado con ellos. Era un tema que podía llevar horas de debate o resumirse en cinco minutos.

—Las puestas de la muerte es el lugar que utiliza Thanatos, el dios de la muerte pacifica, para conducir las almas al inframundo. Físicamente son unas puertas dobles, una de ellas esta en la tierra, en el mundo de los vivos y la otra en el inframundo, concretamente en el tártaro. Tánatos las utiliza como pasadizo entre un mundo y otro. —Nico se detuvo, consciente que habían captado completamente la atención de quienes escuchaban por primera vez todo aquello. —Esas puertas pueden ser usadas por los monstruos para regresar al mundo de los vivos, reformarse rápidamente y escapar del tártaro. Thanatos es el guardian de las puertas. Sólo él puede controlarlas y conocer su ubicación; a menos que sea capturado y otros tomen el control de las puertas como ocurrió en la guerra contra Gea. —En ese caso fue una de nuestras tareas cerrarlas.

—Tras liberar a Thanatos, este nos informó que las puertas necesitaban ser cerradas para que desapareciesen y así pudiese tomar de nuevo el control de las mismas. Pero sólo había una forma de hacerlo —dijo Percy. —Tenian que ser cerradas de los dos lados para que funcionase, sino no se cerrarían realmente.

—¿De los dos lados? —inquirió Matt frunciendo el ceño. —Pero quienes las cerrasen no podrían volver.

—Eso hubiese pasado si no hubiesemos contado con ayuda. Anabeth y yo caímos al tartaro, fue un accidente pero enseguida vimos que era la única forma de poder evitar que siguiesen regresando monstruos y muertos a la tierra. —El rostro de Percy era como si estuviese recordando algo extremadamente doloroso. —Nos encontramos con un titan y un gigante que se hiceron amigos nuestros y nos ayudaron a llegar a las puertas. Japeto, también conocido como Bob, y Damasen. En las puertas luchamos por ganar el control. Fue cuando nos dimos cuenta que se necesitaba pulsar un boton durante doce minutos para llegar con seguridad al otro lado, además de cortar las cadenas para que no pudiese abrirse de nuevo. —Percy suspiró. — Bob y Damasen se sacrificaron para que Anabeth y yo pudiesemos cruzar.

—Supongo que Anabeth será otra semidiosa que no ha venido con vosotros —dijo Sora.

—Si, una hija de atanea y mi novia. —Al decir aquellas palabras sonrió envobado.

—Mientras ellos controlaban las puertas desde el tartaró, yo guiaba a otro equipo a hacerse con el control de las que estaban ocultas en la tierra y a cerrarlas en cuento ellos entrasen por ellas. Aunque no las tenia todas conmigo; esas puertas solo funcionan en un sentido.

—Todo esto de las puertas de la muerte está dentro de una historia aun más grande, ¿no? —preguntó Gabumon.

—Yo quiero conocer toda la historia —pidió Biyomon

—Yo tambien —Digeron Impmon, Hagurumon y Lopmon.

—Es largo de contar —dijo Leo.

—Creo que saberlo les ayudaría a comprender lo que está sucediendo —opinó Kari mirando a sus compañeros semidioses, intercambiando una mirada con ellos. Tras unos segundos ellos asintieron. —Esta la guerra contra Gea y una anterior contra Cronos. Ambas estan relacionadas y ambas sujetas a una profecia.

—¿Todo tiene que estar sujeto a una profecía? —Inquirio Matt.

—En nuestro mundo, sí —afirmó Nico en un tono siniestro. —Desde los grandes y peligrosos conflictos donde las profecias estan sujetas a la decisión final del heroe o grupo de heroes y eso es lo que determina el resultado del conflicto; a las profecías menosres relacionadas con las pequeñas misiones que simpliemente te dan de forma cerrada y en clave lo que pasará con la misión.

—Esta misión, me temo, esta relacionada con el primer tipo de profecía —dijo Kari. —Así que todo depende de nosotros. De los ocho elegidos y de los cuatro semidioses. Como os decía, no hemos comenzado de la mejor de las maneras.

—Ya veremos como lo solventamos —dijo Sora. —Ahora... ¿Podeis contarnos esas otras historias?, las profecias relacionadas con esas guerras. Si esto va a ser una guerra...

—Chicos, proceded. Yo solo sé lo que ocurrió en el campamento. Ademas esas profecias no hacian referencia a mí —Murmuró Kari.

—Bueno, pues comencemos —dijo Percy.

(***)

En otra parte de la isla, Tai encabezaba la dirección del grupo que había acudido con él, su mente seguía confundida por todo lo sucedido en la playa y seguía estando enfadado, completamente enfadado. Sabía que había hecho mal en atacar sin provocación pero en esos momentos lo único que había pensado era en hacer pagar a Kari todo el dolor causado a sus padres. Ellos la habían acogido y ello lo había pagado usando esa cosa oscura y largandose para siempre. Y ahora iba y aparecía sin mas, con unos amigos muy raros hablando tonterías sobre la mitologia y ser hijos de dioses. Menuda sarta de estupideces.

—Necesitamos un plan —comentó Tk. —No podemos estar dando vueltas y vueltas; nuestros compañeros no han sido suficientes para enfrentar a aquellas extrañas criaturas que no son digimons.

—Me niego a creer ese tipo de explicaciones. Sin embargo coincido en que necesitamos un plan. Necesitamos asesoramiento.

—Entonces vayamos a las ruinas, contactemos con Genai —sugirió Joe.

—Yo no quiero estar dando vueltas por todas partes —se quejó Mimi, al menos en las ruinas podremos dormir.

—De acuerdo, una vez estemos allí Izzi contactará a Genai. Él siempre nos ha orientado —determinó Tai.

—De paso le preguntamos por las afirmaciones de Kari. Si de verdad es cierto debe saber algo —dijo Gatomon, interviniendo en la conversación con el ceño fruncido.

El viaje hasta las ruinas no les costó demasiado, conociendo la isla se les hizo fácil llegar. Pero si que fue silencioso. Todos los de aquel grupo estaban en alerta por si eran abordados, tal como había sucedido en la playa. Al mismo tiempo caminaban inmersos en sus propias reflexiones, lo que no daba mucho pie a que pudiesen hablar entre ellos. Durante la ruta, tanto Joe como Mimi fueron cogiendo alimentos de los árboles cercanos que veían. Los necesitarian más adelante, necesitarían algo de comer, tanto para ellos como para sus compañeros seguía furioso y con unos pensamientos tan caoticos que ni el mismo sabía en lo que estaba pensado. Izzi saltaba mentalmente de una forma de contacto a otra y Tk, analizando lo visto creía que la versión dada por Kari se sostenía, al menos en parte. Pero esperaría a ver que tenía que decir al respecto un sabio como Genai.

Se sentaron en la entrada de las ruinas, al aire libre e hicieron un fuego. Allí algunos descansaron, otros prepararon algo decente para llevarse a la boca e Izzi pasó horas tratando de establecer una conexión segura con Genai. Cuando al fin lo logró llamó la atención de los otros.

—Hola Genai

—Hola chicos, me alera veros de nuevo, pero no estáis todos juntos.

—Veras...

Le narraron todo lo que había sucedido desde que habían llegado al digimundo. Su encuentro con Kari y otros tres muchachos que tenían un digimon cada uno, la pelea que hubo entre ellos y los otros y, lo que se habían encontrado en la playa. Esos monstrups que no habían podido enfrentar bien. Le relataron lo que había hecho el grupo con el que iba Kari y la increible historia que le contaron después.

—No os han mentido. Existen fuerzas y poderes incomprensibles para el mundo actual que actúan como nexo de sostén del mismo. Los dioses existen, en todas las civilizaciones y culturas. Incluso el propio digimundo tiene sus dioses.

—Entonces debemos creer que eso no es un numerito montado por Kari para que nos fiemos de ella —espetó Tai.

—No lo es. Este mundo ha llamado a los semidioses porque el conflicto actúal lo requiere. Kari es quien los guia a ellos porque conoce este mundo —respondió Genai con calma. —¿Aun le guardais rencor? No lo merece. Lo que sucedió estaba previsto como una de las posibilidades, que le dieseis la espalda vale pero no que inicieaseis una cacería contra ella.

—No era una cacería —protestó TK

—Lo era —objetó Izzi. —O al menos así debio pensarlo ella. Después de aquella batalla contra malomyotismon la mirasteis como si fuese un monstruo, un enemigo y ella misma estaba completamente desconcertada. Eso hizo que huyese y en lugar de contactar con ella con calma para hablar nos dedicamos la mitad a pensar que había caido irremediablemente y la otra mitad a buscarla. De hecho todos queríamos en ese momento creer que se había vuelto mala. Nosotros lo hicimos mal.

—Si lo que dijo Kari es verdad, significa que el peligro que amenaza este mundo en la actualidad es mucho más peligroso que cualquier otro que podamos haber enfrentado —sintetizó Joe. —¿Significa que debemos colaborar?

—No pienso colaborar con ella —afirmó Tai. —Me golpeó.

—Después que tu atacases porque sí a sus familiares y tratases de lanzar a Greymon contra ella cuando no tenía ninguna defensa — resaltó Mimi. —Entiendo que lo hiciese.

—¿Eso hiciste? —inquirió Genai en un tono de regañina mirando a Tai.

—Pensé que eran invasores —se defendio.

—Esto no lleva a ninguna parte —Intervino TK. —Sugiero que investiguemos en profundidad esa mitologia antes de tomar un curso de acción.

—Eso nos llevará mucho tiempo. Tenemos que resolver esto antes que Kari lo haga.

—Deberías valorar el trabajar en equipo —sugirió Genai. — Os necesitais unos a otros.

La cara de Tai era de completa contrariedad. No quería formar equipo con Kari. Seguía viendola como la responsable de todo. Seguía dirigiendo su rabia hacia ella. La simple mencion del tema bastaba para que se cerrase en banda. TK sabía que tenía que encontrar la forma de hacerlo reaccionar, por el bien de todos. Comenzaba a considerar que no era tan descabellado unir fuerzas.

—Lo meditaremos, Genai —afirmó en un tono diplomatico. No era un si ni un no. Sabía que no podían dejar a Tai sólo, pero tampoco podían permanecer separados mucho tiempo por el propio bien de todos los mundos.

—Tened suerte, sea cual sea vuestra decisión —anunció Genai antes de cortar la comunicación.

—Tai, ¿que vamos a hacer? —preguntó Agumon.

(***)

Era un lugar en penumbra, había una zona más oscura que las demás donde una sombra se ocultaba, una poderosa sombra que proyectaba un inmenso poder. Quienes la rodeaban se sentían inclinados a arrodillarse ante ella. Era un poder seductor y envolvente, como un ronroneo que va enclavándose más y más en sus mentes.

—Necesitamos más. Si queremos arrevatar este mundo a aquellos que lo llevan a su declive y ruina necesitamos muchos mas. Asaltad la ciudad del inicio y traed todo cuanto podáis para nuestra causa.

Tras despedirlos, la sombra se quedó a solas, con un númeroso grupo de digimons pequeños, bebes y algunos digihuevos, todos ellos obtenidos en las guarderías de todo el digimundo y todos ellos completamente asustados de la presencia de la sombra que parecía mirarles con una crueldad sin fin.

—Hora de comer.