Permanecieron durante días en las ruinas de Centarumon. Genai estuvo allí todo el rato pero no les dijo nada más ni les dió consejo alguno. Tai encontraba aquello particularmente molesto. No sólo aparecía y les decía que toda la locura que había contado Kari era cierta sino que además debían confiar en ella y los que habían venido con ella. Uno de ellos era lo suficiente siniestro como para salir corriendo, además de tener con ellos un digimon oscuro, como había señalado Gatomon. No, no podían asociarse con esas personas. A sus ojos eran los responsables de lo que estaba sucediendo. Pero los demás no querían escucharlo; todos creían lo que les había contado en cuento Genai se lo confirmó. Podía imaginar lo que pensaban Joe, Mimi e Izzi; se cuestionaban el haberlo seguido y pensaban que tendrían que haberse quedado. También notaba como Tk parecía creer también en ello, pero desconfiar al mismo tiempo. Aunque por su mirada podía ver que estaba dispuesto a dar. Era cierto que TK le había prometido a Genai pensarlo, pero él no iba a dar su brazo a torcer. Suspiró. Todo era culpa de Kari, ella era la causa de que el grupo se hubiese separado.
— No pienso hablar el mismo tema otra vez — Aseguró Tai antes de que le insistieran. — Había dicho que no y no era que no.
— No se trata de eso Tai — le dijo TK. — Nadie te va a presionar en un sentido u otro. Pero no podemos quedarnos aquí para siempre. Averigüemos lo que está pasando. Si se tratase sólo de elementos mitológicos afectando a este mundo dudo que los siete hubiésemos sido llamados.
— Tal vez hemos sido llamados precisamente por eso. Para deshacernos de esos mutantes.
— No lo creo Tai —murmuró Tk frunciendo el ceño. — Sospecho que hay algo oscuro detrás de lo que está pasando y no creo que ellos sean la causa sino la respuesta. Es el momento de moverse.
— Sí, pero ¿Hacia dónde?
— Creo que deberíamos contactar con los viejos aliados y preguntarles si han visto algo raro.
— Para raro lo que vimos hace unos días en la playa — comentó Gatomon. — Puede que ayudarán a Matt y los demás pero también son peligrosos. El chico que peleó con el minotauro era completamente aterrador y ese tal Nico… escalofriante.
— Tenemos que salir a explorar un poco — dijo Patamon
Tai miró a Tk, parecía estar conforme con Patamon y sabía que Agumon necesitaba un poco de acción. Estar ahí dentro lo ponía nervioso, sobretodo porque todos lo abordaban para hablar algo que no deseaba hablar. Consultó la hora en su dispositivo digital. Faltaba un par de horas para que anocheciera. Se lo mostró a Tk.
— Supongo que podemos dar una vuelta por los alrededores. Quizá eso te ayude a aclararte — dijo Tk.
— La aldea del inicio está cerca de aquí. Es un buen lugar para relajarse —sugirió Patamon.
— Bien, nos vamos — murmuró Tai. — Chicos, TK y yo nos vamos a explorar un poco la zona.
— De acuerdo. Pero no ataqueis a nadie, por favor —solicitó Izzi.
— Descuida, no pienso ir en su busca. Claro que, si se me cruza, es otra cosa —aseguró Tai. — ¿Vienes Gatomon?
— Prefiero quedarme y estudiar los grabados de las paredes.
— ¿Entiendes ese lenguaje? — preguntó Izzi
— Si. Estoy acostumbrada a leerlo. He tratado con este lenguaje durante mucho tiempo.
— Joe y yo prepararemos la cena, no tardéis —dijo Mimi.
(***)
Tras el segundo enfrentamiento con los monstruos que se rehacian regresando, habían abandonado la playa de la isla File. Kari había mandado un menssaje iris a Quiron y por fortuna había funcionado. Le había presentado a Matt y Sora al centauro entrenador de héroes y también le presentó a los Digimon. Le comento la situación y le pidió consejo. Quiron los instó a ser cautos y tener cuidado con aquello a lo que se enfrentaban, también les comentó que los monstruos no se estaban reformando en el mundo real; así que fuere lo que fuese que estaba pasando, estaba ocurriendo en aquel mundo. Eso le daba mucho que pensar.
— Los monstruos se reforman en este lugar. No sabemos cómo han entrado, pero según Quiron en nuestro mundo no se reforman. Si tan sólo pudieramos devolverlos a nuestro mundo podríamos hacer algo al respecto más que pelear la misma pelea una y otra vez — comentó Percy
— Eso suena a parche, aunque podría ser una solución para el momento — opinó Matt
— Aún así tendríamos que buscar la causa de su estancia aquí. ¿Cómo pueden traspasar la barrera? — dijo Nico
—No creo que tengan un aparato como estos — comentó Leo sacudiendo su D3
— Parece que los problemas se multiplican — comentó Sora. — En nuestra primera aventura estábamos a ciegas y hasta que supimos lo que hacer ibamos a golpes de suerte. En la segunda… bueno, de aquí Kari sabe más de ella; alguien estaba moviendo los hilos en la oscuridad y sólo se mostró cuando le fue conveniente. Y ahora… parece algo similar pero diferente.
— Creo que hay una forma de poner en práctica la idea de Percy. Con los D3 podemos abrir la puerta. — dijo Kari. — Puede que no sepamos cómo han entrado a este mundo, pero si conseguimos sacarlos y tener otro equipo listo en todo momento para destruirlos en la otra parte al menos, en teoría tendrían que tardar más en regresar.
— ¿En teoría? — cuestionó Matt. — Por lo que hemos visto, no podemos garantizar que nos enfrentemos a algo que conocemos. No hay nada seguro. Aunque si eso funciona podría ser de ayuda.
— Todavía tenemos unos dragmas para mandar un mensaje. — dijo Nico. — ¿Tienes a alguien en mente?.
— Si y no. Podríamos abrir una puerta al campamento pero eso podría poner en peligro a los más pequeños. Tampoco podemos pedirle a nuestros amigos que avandonen la seguridad del campamento y acampen en algún lugar cualquiera con un ordenador portátil. Es simple la solución pero complicada de aplicar.
— ¿Por qué no podéis hacerlo? — preguntó Matt con curiosidad. — Lo primero lo entiendo. Los más pequeños no pueden defenderse solos. ¿Pero lo segundo?
— El campamento está protegido por barreras que repelen a los mosntruos. Solo pueden entrar cuando se les da permiso o son conjurados para chistes prácticos —comentó Percy.
— ¿Chistes prácticos? — preguntó Sora — ¿que clase de campamento es ese?
— Uno que tiene una armería — respondió Nico.
— El caso es que mandarlos al interior del campamento es la receta para el desastre y que alguien salga herido. No podemos poner en peligro a los demás — continuó Kari. — Por otro lado, mandar a unos amigos al exterior con tecnología es mala idea porque usar esa tecnología es como lanzar una bengala a los monstruos indicando su posición. Los semidioses atraemos ya de por si a los monstruos. Cuanto más poderosos somos, más los atraemos. La tecnología de alguna forma potencia esa atracción.
— Pero Leo lleva un portátil — observó Matt.
— Los metales con los que están hechos sus circuitos son del mismo tipo de metales que las armas que llevamos — dijo Leo — Bronce celestial. Los monstruos temen ese tipo de metal porque puede destruirlos. Pero por ahora es sólo un prototipo. No funciona bien. Lo único que ha hecho es escupir los aparatitos de Nico, Percy y el mío —suspiró. — Si consigo que funcione bien, tal vez podamos usarlo para abrir esa puerta que dice Kari.
— Pero el problema será el mismo para desarrollar la idea —mencionó Kari.
— ¿Y si les decis que establezcan un campamento dentro del campamento? —sugirió Gabumon. —Podéis mandarlos allí y que sean suficientes para acabar con ellos.
— Sí, mandarlos de uno en uno, y retener al resto hasta poder enviarlos — dijo Biyomon.
— Nosotros los digimon no podemos enfrentar esas criaturas — dijo lopmon, el compañero digimon de Percy. — Pero vosotros los humanos si. ¿Y los enseñáis a usar las armas? podrían ayudaros — opinó señalando a Matt y Sora.
— Pero no tienen armas especiales — dijo Hagurumon, el compañero de Leo.
— Se las podemos dejar y usar nosotros nuestras habilidades — dijo Kari tranquilamente. —Tengo mi arco y el cuchillo. Me puedo apañar con el cuchillo. ¿Quieres probar con el arco, Sora?
— ¿Hablas en serio?
— Habla en serio —dijo Nico.
— Yo le tengo mucho aprecio a Anakulsmos, pero si quieres… — le dijo a Matt.
— Paso de armas
Los cinco habían estado viajando por varios días y acampando en distintos lugares de la isla. no tenían destino fijo. Se podría decir que, en cierta forma, estaban reconociendo la isla y buscando cual podría ser el origen del problema. Kari sabía que la última vez que esa isla había tenido problemas, el origen del mal estaba en el monte Mugen. Era probable que otra vez fuese el origen, sobretodo porque le contaron que en lo más alto del mismo había una especie de templo parecido al Partenon. No era un mal lugar para investigar cuando lo tuviesen todo visto y analizado. Además, sabía que necesitaban al resto y no se le ocurría nada para unir al grupo. Si no lograba que los doce trabajasen en equipo fracasaría y tanto este mundo como el mundo humano estarían en peligro. Independientemente de lo que significase la profecía, sabía que eso podía pasar. Alzó la mirada, pues mientras permanecía pensativa la había dirigido a sus pies. Reconoció el camino, estaban cerca de la ciudad del inicio. Muy cerca.
— ¡Mirad! — exclamó Matt. — Hay problemas.
— Vayamos en su ayuda — dijo Percy antes de salir corriendo
— Esperad — dijeron Sora y Kari al mismo tiempo.
Intercambiaron una mirada, antes de salir corriendo tras los chicos. No podían dejar que ellos dos solos enfrentasen la amenaza que había en la aldea del inicio. Estaba siendo asaltada por una mezcla de Vilemon y Redvegiemon. Nico y Leo también los siguieron. La única defensa que había en la ciudad del comienzo era elecmon. No era una gran defensa, sobre todo porque nadie pensaría en atacar una guardería. Bueno, puede que los amos oscuros, pero eso no había vuelto a pasar. Que atacaran una, era señal de que algo turbio y peligroso estaba pasando. Desplegó su arco y lanzó un par de flechas a modo de aviso, para apartar a los digimon que acosaban a Elecmon y a un grupo de bebes.
— ¿Todo bien? — preguntó con gesto firme y serio a Elecmon. En cuento lo alcanzó. Al mismo tiempo Birdramon, trabajando en conjunto con Sora se encargaron de ese par de Vilemon.
Garurumon también había hecho su aparición. Tanto Matt como Sora los habían hecho digievolucionar a sus compañeros. Kari hizo un gesto a Elecmon para que la siguiera, buscando el punto más elevado posible para dirigir allí a los digimon bebe y poder protegerlos. Nico, Leo y Percy le cubrían la retirada. De cuando en cuando, disparaba flechas, tratando de dispersar el ejército de digimon oscuros. Aunque sabía que acabaría quedándose sin flechas. Por mucho que el carcaj se recargase, tenían que pasar unas doce horas para eso. Podía ver a Leo lanzar bolas de fuego a los Redvegiemon, neutralizando parcialmente los ataques de estos pero viéndose superado poco a poco, por fortuna Hagurimon digievoluciono en Guardromon. Impmon también digievoluciono, al proteger a Nico, transformándose en Dobermon.
— Seguir corriendo, hacia el punto más alto — dijo a Elecmon y a los bebes que protegía. Se giró a observar el panorama desde dónde estaba, preparada para lanzar otra flecha. El ejercito de digimon parecía estar tomando prisioneros a los bebes. ¿Para qué los querían?, eso era un misterio. Percy, Matt y Sora, junto a sus digimon, trataban de contener al grueso de las fuerzas aunque eran demasiado numerosos. — ¡Leo!, ¡Nico!; ayudad al resto. No dejéis que los capturen.
Corrió hacia Elecmon, lanzando un par de flechas con enredaderas hacia los digimon malignos. no buscaba golpearlos, sólo obstaculizar el paso de los mismos. No iba a dejar que se acerasen a los bebes pero tampoco quería dañarlos. Lo que más le gustaría en esos momentos hubiese sido tener una forma de evacuarlos, pero no la conocía y tampoco conocía aquella isla.
Tai viajaba junto a Tk montados en Angemon. Estaban reconociendo la zona. Tai miraba con su catalejo mientras Agumon se comía unas galletas que había encontrado en el bolsillo de Tai.
— Tai. ¿Qué ves allí? Parece que hay una pelea — le señaló TK hacia dónde estaba la ciudad del inicio.
— Veamos… — Un grupo de Vilemon y Redvegiemon atacaban la ciudad del comienzo que estaba siendo defendida por Matt, Sora, y esos vichos raros que habían venido con Kari. De hecho todos estaban con los digimon en forma de campeon, dispuestos en semicirculo manteniendo a raya a la mayor parte de los digimon. Como último punto de protección de los bebes, estaban Elecmon, que se veía malherido y Kari que estaba lanzando flechas. — Tenemos que intervenir.
— Angemon, vamos hacia allí — dijo Tk.
— Agumon, prepárate.
— Si Tai
Volaron a toda velocidad hacia el lugar. Cuanto más se acercaban peor veía la situación. algunos Vilemon y Redvegiemon habían sobrepasado el perimetro creado por Garurumon, Birdramon, Guardromon, Turiemon y ese otro digimon que parecía una especie de perro. Se dirigían hacia Kari quien los repartía con esas flechas que creaban enredaderas; pero de repente dejó de lanzarlas. El Carcaj que llevaba estaba vacío. La vio sacar un cuchillo resplandeciente, parecía del mismo metal brillante que la espada que le había lanzado el rarito que había luchado con el minotauro. La vio ponerse en posición de guardia. Atenta al momento. Apartó la mirada de ella.
— Adelante Agumon — le dijo a su compañero. — Ayudemos a Matt y los demás. Tk tu…
— Yo cubriré a Kari —su tono de voz le hizo mirarla de nuevo. Estaba rodeada por un Redvegiemon y dos Vilemon y luchaba físicamente contra ellos. Algunos otros que lograban pasar el perímetro se acercaban a ella.
— De acuerdo. Pero iré contigo. Confieo en Agumon para hacer el resto.
Agumon digievolucionó en Greymon y si puso a segeuir sus indicaciones reforzando el perímetro, mientras tanto Angemon destruía a los dos Vilemones que hosticaban a Kari de un solo golpe y el Redvegiemon quedaba inconsciente. Dirigió una mirada a Kari. Podía notar que había recibido varios golpes. También una antigua cicatriz que le bajaba del codo a los nudillos. Esa no se la conocía.
— Parece que te has quedado sin flechas — escuchó decir a TK
— Ya volverán —respondió Kari despreocupada.
Tai la vió extender la mano que tenía libre, aquella que no sostenía la daga y cerrar los ojos apuntando con ella al Redvegiemon. Se tensó. Por un momento pensó que lo mataría como había hecho en el pasado con Malomyotismon al convocar esos esqueletos; pero no. Unas enredaderas salieron del suelo y ataron perfectamente al digimon.
— Necesitaremos interrogarlo. Si podemos conseguir más mejor — la escuchó decir.
— ¿Interrogarlo? — preguntó TK mientras acariciaba al malherido Elecmon que parecía alegrarse de verlo.
— Tendremos que saber sus propósitos, ¿no?
— Pensaba que lo de las enredaderas lo hacías con las flechas.
— Esas flechas son especiales; pero en realidad puedo hacer que broten las plantas en casi cualquier sitio, Tk.
Mientras conversaban, Angemon se encargaba de cubriles golpeando a cualquier digimon que se acercara a ellos. La única que seguía en tensión como si fuera a seguir peleando directamente era Kari. Tai entendía lo que se proponía. Él había tratado de hacer lo mismo con un Bakemon cuando estos invadieron junto con Myotismon el mundo de los humanos.
— Tenemos que mover a los bebés y llevarlos a un lugar seguro —dijo Tai.
— Id Vosotros —susurró Kari. No lo había mirado en ningún momento desde que se había unido a la pelea; al contrario que a TK. — Os cubriré.
— ¿Tu cubrirnos? — inquirio Tai escéptico. — No estás en condiciones de cubrirnos.
— Puede. Pero podría aguantar en un enfrentamiento directo más que vosotros.
Poco a poco la mayoría fueron derrotados. Algunos cuantos destruidos, la mayoría; unos pocos escaparon un al menos un par más fueron capturados. Lo único malo de todo aquello era que la ciudad del inicio había quedado arrasada. Esperaba que se recuperara, pues era el futuro del digimundo.
— Regresemos a las ruinas —dijo. —Elecmon. Quizá tú y los supervivientes podáis quedaros allí un tiempo. —Apenas había dado una docena de pasos cuando vio que Matt, Sora, Kari y sus amigos se quedaban allí montando una especie de campamento. Los miró dubitativo. Seguía sin fiarse de los mutantes, como los llamaba en su mente; pero los que habían huido podían volver y, estaba claro que no estaban de parte de los malos después de cómo habían actuado. Además, se habían quedado con los que habían capturado y él también quería enterarse de lo que dijesen esos digimon. — ¿Venís con nosotros? — preguntó. Era una invitación a que se uniesen al resto. Pese a sus recelos era lo mejor. Pero después de la pelea del otro día en la playa… lo que acababa de vivir le preocupaba y desconcertaba. — Podrían volver.— Notó como Matt y Sora intercambiaban una mirada y se encogían de hombros. Los otros tres miraban a Kari.
— Ya conocéis el sentido de la profecía; o parte del mismo — les dijo Kari. Tai bufó. Recordaba que habían mencionado una profecía pero la verdad le parecía una mala excusa, una tontería. Aunque, en el pasado se habían hecho reales un par de ellas. Durante su primera aventura en el digimundo.
