Guten Tag!

He de decir que estoy contenta con este capítulo. Bueno, contenta en general, porque con algunas cosas en concreto no del todo conforme. Tal vez es porque lo veo un poco cargado. Eso sí, creo que es el capi más difícil que escribí hasta ahora :S No por lo largo, sino por el contenido. Me gustaría saber qué piensan ustedes sobre estos doce años en Andorra... Mucha cosa? Es entretenido o se hace pesado? Así que, pliiiis... reviews:3

Más cosas: este fic lo empecé con la novela en mano, fijándome en cada detalle para que el fic quedara bien deacuerdo con la historia de Silas. Pero le dejé el libro a un amigo y tuve que seguirlo con lo que mi cabechita se acordaba después de tanto tiempo sin seguirlo. Ahora, con el book de nuevo en mis manos, descubrí que en el capítulo anterior tuve muchos errores. Así que es casi seguro que vean algún arreglo... Me da no-se-qué tener que tocarlo otra vez, pero algunos cambios son necesarios para que la historia concuerde. Seguro que ustedes saben entenderme.

Y por último, decir que cierta escena, para especificar aquella en la que se describe el cuerpo de Silas, está dedicada a Eirita, tal y como le prometí :P (Aclaro: no fue puro capricho poner esa escena... En cierta parte del libro decía que abusaban del pobrecito. Claro, no especificaba de qué forma, pero, total, yo las puse todas xD...) Ya, les dejo leer :P


Las gotas de aquella sutil llovizna se perdían entre los mechones de su corto cabello y entre los pliegues de la escasa ropa que portaba. Podía escuchar como un susurro melancólico, el sonido de otras gotas al morir contra el suelo, que parecían llegar amplificadas a su cerebro, como el eco de sus rezos flotando en una gran iglesia.

Otra gota, otra gota, otra gota...

Separaba apenas los labios para que la lluvia mojara su lengua. Dios le daba de beber en plena agonía...

Otra gota, otra lágrima, otra gota...

-:-

El muchacho recorría un pasillo estremecedor, escoltado por dos guardias que vigilaban cada uno de sus pasos. Podía escuchar, como si el sentido del oído lo tuviese más desarrollado repentinamente, cada uno de los movimientos y el respectivo sonido que los acompañaba. Sus pasos resonaban con un eco cavernoso, provocando que el resto de presos asomaran sus miradas para escudriñar al recién llegado. Escuchaba cada arrastrar de pies dentro de algunas celdas; cada chirrido de cierta tiza rayando las oscuras paredes de piedra; cada cuchilleo que podían adivinarse comentarios sobre su malsano aspecto.

Dejó de observar el húmedo suelo y levantó la mirada. Algún escondido agujero también dejaba que las gotas, recuerdos de alguna lluvia pasada, se hicieran presentes como percusionistas en aquella fría cárcel de Andorra.

El fuerte hombre en el que se había convertido aquellos solitarios años pareció flaquear en tan sólo un día. En tan sólo ése día.

-¡Eres tan blanco como un fantasma! -le gritó un interno desde las barras de metal. El muchacho no le miró.

-¡Mira a ese espectro!.¡A lo mejor ese fantasma es capaz de atravesar las paredes! -se le unió otro lanzándole provocantes miradas.

Apretó los puños e intentó contenerse. Los grilletes en las muñecas de las manos y los pies le hacían daño, le recordaban que allí víctima y asesino estaban por igual. También le dolía el despreciable trato de los guardias, quienes le pegaban en la ancha espalda apresurándolo como a un animal. Y como a un animal le humillaban.

"Como una bestia..."

No ofreció resistencia, ni para su cuerpo ni para su mente. Dejó que las preguntas se agaloparan y mezclaran entre sí, mareándolo y contribuyendo a su confusión.

¿Por qué a cada paso que daba, cada vez que sus pies desnudos pisaban la fría piedra, nacían murmurllos a sus costados, en la oscuridad que albergaban las jaulas humanas?
¿Por qué la angustia y el remordimiento aumentaban con cada gota caída?

Porque allí el tiempo no existía, y el único reloj lo controlaba el desesperante compás de las gotas muertas, una y otra vez, eternamente...

Otra gota, otra gota, otra gota...

-¡Adentro, monstruo!

El joven cayó de bruces por el empujón de uno de los guardias, palmas protegiendo el pálido rostro, contraído de dolor. Dolor de todo tipo. Dolor que hasta entonces no había experimentado.
Pero al fin y al cabo, dolor...

Otra gota, otra lágrima, otra gota...

Continuó tendido en aquella inerte posición, boca abajo, con la mejilla recostada sobre el suelo, mientras el rostro se le enfriaba cada vez más y creía que los músculos de la cara se le terminarían durmiendo. Esperó así, sin esperar nada; pero aún así, esperaba.

"Nada que esperar de alguien que nada es..."

Apenas dándose cuenta, oyó un chistido que él percibió lejano, aunque no lo estaba. Un sonido nuevo en la orquesta muerta.

-¿No vas a cambiar de posición? Los fantasmas no deben provocar a los vivos. -dijo el instrumento de la celda de enfrente.

-Ferme-la. -replicó el muchacho en un susurro, mandándole callar. Una orden que el otro preso no acató.

-¿Por qué eres tan blanco? -se interesó -Brillas... en la oscuridad. -soltó una larga carcajada, tan fría como el ambiente. Esta vez, el otro no se molestó en contestarle. -Y tienes... los ojos diabólicos. -continuó, con una voz casi cruel -Sí... ¡Eres un fantasma con ojos de demonio!

-Je ne suis pas aucun fantôme! -gritó, incorporándose al fin. Se mantuvo en pie dificultosamente, intentando imponerse con su fuerte cuerpo, y miró directamente al otro hombre que le observaba a su vez, pero éste no lo hacía con temor; al contrario, le devolvía una mirada de complicidad, casi de burla, una mueca cruel contra una expresión desencajada de rabia.

-Sí que lo eres. -respondió finalmente aquel preso. Y sin decir más, se escabulló en una esquina de su propia jaula, dejando más desgraciado de lo que ya se sentía al pobre muchacho, mirando la oscuridad a través de los barrotes sin ver nada.

Otra gota, otra gota...

Se sentó rendido sobre la fría piedra y su cuerpo no cesó de temblar.

De frío.
De miedo.
De odio...

Irónicamente, parecía ser la única luz en aquella celda negra. Una luz que, como una vela temblorosa por el viento de una ventana abierta, se prepara para apagarse. Porque le falta el oxígeno. Porque la oprimen tanto que ya no puede respirar. Y cuando muera, todo se volverá oscuro.

Se habrá apagado la luz.

-:-

"Sin luz,.¿podrán encontrarme los ángeles, padre?"

Y duele...

"Si ellos no me encuentran... ¿vendrás a buscarme tú?"

-:-

El joven supo, apenas observó la oscura y fría celda, que pasaría en aquella horrenda prisión el resto de su vida.

"Un final digno de mi historia"

"Mi padre estaría orgulloso si aún viviera. No tendría que verme nunca, no tendría que preocuparse por mí. Aunque jamás lo hizo. Después de todo, el estar aquí te lo debo a tí, père, tan sólo a tí."

"¡Tan sólo a tí!", pensó mientras una oleada de furia le recorría el cuerpo.

Descargó un golpe contra la pared y ahogó un gemido, apretando los labios; dejó que el dolor se extendiera por su brazo, mientras imaginaba lo que podía haberle hecho a su padre con los dieciocho años que ahora tenía. "Devolverte todo, todo el dolor que me has hecho sufrir. Saldar las deudas."

Su mano se deslizó dolorida por la piedra, con aires de derrota. Los labios le temblaban mientras los recuerdos volvían a atacar su mente. Una y otra vez.

"Tu es un désastre, un espectre!"

"Non, père!"

Y entonces su padre le pegaba y él terminaba siempre en el suelo, con el gusto a sangre esparciéndosele por la boca.

La cocina. El cajón. La alcoba. El cuchillo. Su filo.
Una y otra vez arremetía su arma, atravesando el cuerpo. Una y otra vez arremetía el recuerdo, atravesando su cabeza.

La sangre. La Muerte. El silencio. La nada. Su nada.
Una y otra vez, las gotas de sangre salpicando la alfombra, ya manchada de cerveza... Una y otra vez, las gotas de agua contra el suelo gris...

Otra gota...

El muchacho se cubrió con las manos y se hizo un ovillo, debilitado ante los recuerdos. La memoria era su peor enemiga. Y el tiempo.

"Por favor, basta"

-

Despertó sobresaltado, con un conocido e inquietante cosquilleo cerca del muslo. Alejó instintivamente la pierna, logrando que la rata huyera entre chillidos hacia algún rincón, internándose en la oscuridad. No era la primera vez que esos roedores le hacían pasar una mala noche.

"¿Una mala noche?"

El problema no era despertarse, sino volver a conciliar el sueño. Una vez despierto, el ambiente se las ingeniaba para no dejarlo dormir. Le resultaba insoportable el olor, una mezcla asquerosa de coles podridas junto al ya instalado hedor a orina y heces. Tampoco ayudaban los llantos solitarios del resto de internos, abandonados en el olvido por el resto de la humanidad. Se la pasaba pensando, horas enteras, a veces ideando huidas fantásticas, a veces revolviendo en su infancia. Pero no dormía; y tal falta de sueño, de control, de un día digno, iban dejándole marcas en su rostro: profundas ojeras atípicas para alguien de su edad; arrugas en la expresión que jamás sonríe; piel demacrada y débil, acentuando un perfil huesudo y consumido.

Continuó mirando sin ver nada hacia una de las tres paredes que lo aprisionaban. La cuarta ni siquiera era una pared. Atrapado en una jaula. Así estaba él. Como una bestia.

"¡Adentro, monstruo!", resonó el grito en su cabeza.

"No soy un monstruo", replicó en un rápido pensamiento, mirando sus pies desnudos. La imagen del guardia que hacía tiempo lo había insultado fue reemplazada por una mucho más conocida, la figura corpulenta de cierto estibador detestado.

"Éso no te lo crees ni tú", le decía con clara repulsión, arrugando el gesto. Tras un fogonazo de su mente, el mismo hombre se imponía ante él, sujetando fieramente de las muñecas a una mujer pequeña y débil, que gritaba y se encogía. Otro fogonazo y aquel odioso ser abría los ojos, muerto; extendía la mano y le señalaba de manera acusadora.

"¡Tú me has matado!", repetía.

"¡Porque tu mataste a mi madre!"

"¡Porque era tu madre: la madre de un espectro!. ¿Quién quiere ser padre de alguien así?"

¿Quién quiere ser padre de alguien así?... ¿De alguien así?... Alguien así... Así...

Jamás se le había ocurrido que el eco podía odiarse.

-

Hacía mucho tiempo que la celda se había acostumbrado a su presencia, mas no al revés. Al contrario, cada día que pasaba, creía encontrarse en el sitio más inhóspito que alguna vez hubo habitado.

Un guardia dejó el plato de comida con el mismo asco que se la da a un perro sarnoso y moribundo. El albino estaba delgado, muy delgado: famélico, alarmantemente débil. Por ello prácticamente voló hacia la comida en cuanto la tuvo a su alcance. Era una sopa fría y no alcanzaba para apenas llenar su contraído estómago, pero la agradeció de todos modos.

No había previsto que allí, en la jaula gélida donde los humanos se vuelven volátiles como el polvo, tendría que luchar por sobrevivir contra los rivales menos esperados.

Observó sorprendido como un grupo disperso de ratas se acercaban hacia él sin más prejucios que los habituales en ellas. Entonces, reaccionó: de un brinco se había incorporado y levantaba el plato en el aire, sostenido en precario equilibrio, mientras los roedores se ponían en pie y olisqueaban inquietos hacia el olor de la comida. El muchacho les daba empujones con los pies, pero las ratas siempre volvían. Eran incansables.

"Qué criaturas tan insistentes.", miró con comprensión sus desesperados intentos, sus cuerpecitos esqueléticos y su posición desventajosa en la pelea. Resopló.

Unas gotas de la sopa mojaron el suelo, cedidas por el preso. Mientras todas las hambrientas ratas se amontonaban entre sí, enloquecidas, el muchacho volvió a su lecho y allí bebió su parte en unos pocos tragos. El plato quedó casi al momento como si nadie lo hubiera tocado.

Se quedó observando desde su rincón las ratas, como brincaban una sobre otra intentando lamer un poco de aquel festín. Miraba como si fuera lo más interesante del mundo, contemplando sus patitas moverse y sus hocicos sonrosados rebuscar entre los cuerpos pardos de sus compañeras...

Un ruido metálico lo sobresaltó. Miró hacia las rejas y allí, la sombría silueta de uno de los celadores se encargaba de abrir la puerta.

Se incorporó con dificultad, sabiendo de sobra lo que tocaba hacer. Sí, era una cárcel sucia y repugnante, pero aún así era una obligación entre las paredes del correncional que los internos se bañaran, utilizando las malas instalaciones de la prisión. El muchacho más de una vez se había preguntado si a los celadores realmente les importaría su higiene, o era simplemente por hacer el recuento, el cual llevaban a cabo mientras ellos pasaban a las duchas. Además, y avivando sus sospechas, no contaban ni con las mínimas necesidades, como ser jabón o agua caliente.

"Una rápida ducha fría para recordarte que estás vivo", solía pensar.

Recordó, mientras recorría el conocido pasillo guiado por el guardia, la primera vez que habían abierto la puerta de su celda.

"¡Van a liberarme!", había pensado con emoción, vislumbrando un rayo de esperanza; nunca antes se habían detenido ante su celda para algo. Recordaba perfectamente como las miradas del guardia y la suya se cruzaron; entonces, el primero pareció percibir el entusiasmo en la expresión del otro, puesto que aclaró la situación con una orden muy directa:

-A bañarse.

Desde aquel momento, no recordó haber vuelto a tener esperanza.

Le dejaron en la cola, con las muñecas encadenadas por las esposas oxidadas. Miró a su alrededor: no se sintió reconfortado al observar al resto de presos. No eran una compañía: eran sólamente una presencia. Y cuando todos aquellos ojos, oscuros y hondos como cuencas de calavera, se clavaron sobre su persona, deseó secretamente volver a la soledad de su celda, con el único acompañamiento de sus propios fantasmas.

Pero no allí.

Lentamente la cola avanzaba. Eran sólo un par de duchas para un centenar de reos, pero allí nada era extraño, nada se consideraba tan alarmantemente excluído de los derechos humanos más básicos. Después de todo... ¿allí a quién le iba a importar?

Llegado su turno y entre escalofríos, dejó que el fuerte chorro de agua le mojara la ancha espalda, procurando no fijarse demasiado en las paredes repugnantes.

Las gotas se escurrían por su cuerpo mientras se preparaba para volver a ser escoltado, cuando una fuerza le tomó de las muñecas y de un costado de la cadera, empujándolo hacia un recoveco apenas escondido entre las duchas y el pasillo largo que conectaba todas las celdas. De espaldas contra su agresor, tan sólo podía escuchar su respiración entrecortada, mientras la pared contra la que le oprimía le traspasaba frío a su mojado pecho.

-Te dije -susurró maliciosamente una voz vagamente familiar -que los fantasmas no deben provocar a los vivos...

-Laissez-moi. -replicó él, intentando zafarse sin éxito.

-Quieto. -ordenó el otro mientras sus ojos adoptaban un brillo peculiar. Éstos recorrieron de manera crítica el cuerpo del albino, tan llamativamente blanco, pero como compensando el defecto, gozando de un estado físico envidiable para muchos en aquella prisión. Su mirada recorrió cada miembro de su fuerte complexión, cada centímetro de sus marcados músculos desarrollados a la fuerza. Parecía estar preso de una maravillación maligna al fijarse en sus ojos demoníacos, que se movían buscando una salida al problema. Observó, deteniéndose en aquello que más le interesara, sin complejo alguno.No pasó por alto sus labios resecos ni su piel igual de demacrada. Incluso encontró tentadoras tales cualidades físicas. Y cada vez que el muchacho intentaba liberarse, sus fuertes manos presionaban con más fuerza las muñecas y flexionaba las rodillas arrebatándole toda escapatoria posible.

-Laissez-moi. -repitió el francés.

-Cállate ya. -exigió perdiendo la paciencia. Desvió la mano para comprobar su fisonomía a través del tacto, pero apenas tocó su blanca piel, el albino ya había reaccionado. Violentamente, giró sobre sus talones y le tomó del cuello, apretando los dientes mientras su descontrolada fuerza cada vez lo ahogaba más.

-¡Para!. ¡Suéltame...! -chillaba el otro, arañando las manos que lo apresaban. -N-no...

El hombre cayó de rodillas, soltando extraños ruidos ahogados. Unos ruidos curiosamente familiares.

"¡Para!", gritaba su padre, lo único entendible entre los alaridos de dolor. Entre cuchillada y cuchillada había un espacio de tiempo, llenado por los gritos, los llantos... y por aquellos ruidos faltos de aire.

El muchacho francés cesó de presionar. Observó, asustado, como caía el preso al suelo de piedra, encogido y jadeante, con la expresión horrizada perdida en el vacío. Sus manos habían estado a punto de volver a matar, de no haber sido por aquel recuerdo. Y todo había durado apenas unos fugaces segundos. Eternidades para él.

En aquel momento fue como si todo desconectara en su interior. Pudo escuchar gritos a lo lejos, seguro que decían algo sobre él, y no sería nada bueno. ¿Y qué importaba? Si ni siquiera podía entender aún qué hacía allí parado observando al otro preso, que se volvía hacia él, pálido, con una expresión amenazante que intimidaba hasta al más valeroso. Sabía que lo había herido, lo afirmaban esas marcas rojas que coloreaban su piel; humorísticamente, las comparó con una correa de perro. Esobozó una sonrisa lacónica. Y tal era el peor gesto que se le podía ocurrir mostrar ante el hombre: el que manifestara una indiferencia satisfecha. ¿Estúpido, eh? Éso pensó al momento siguiente, cuando el preso se incorporó y saltó con los puños preparados.

Tan sólo percibió el golpe y algo extraño vibrar en su cabeza. Entonces, todo desconectó realmente en su interior.

-:-

Silas creía que abría los ojos, pero en realidad los mantenía firmemente cerrados.

"No veo nada..."

"¿Ya es la hora, Padre?"

-:-

Al despertar, no abrió los ojos; le ardían.
Tenía la piel manchada de sangre seca.
La misma sangre del rostro se había emborronado por las lágrimas.
Las lágrimas le dejaron un gustillo peculiar de sal en la boca.
La boca pedía desesperadamente agua dulce.

"¡Ahógame!", deliró, pensando en los ríos de Toulon.

No se movió para nada. Tampoco se inmutó cuando le trajeron el plato de escasa comida que recibía después de largos días sin comer. Si no le proporcionaban agua, daba igual. Esta vez, dejó que las ratas se lo llevaran todo. Salían como hormigas de su escondite, pasando por sobre sus brazos y espalda, produciéndole una sensación muy incómoda que soportó en silencio.

"Si dejo de comer..."
"Si dejo de moverme..."
"¿Se acabará más rápido?"

Desvió la mirada y descubrió que no quedaba ni una migaja del pan duro que le habían traído segundos antes. Ladeó la cabeza y la acomodó lo mejor posible para dormir.

"¿Realmente se acabará más rápido?"

Empezó a recordar lo que había pasado antes de desmayarse. Aquel hombre... Lo había humillado... Y después... Casi cometía otro asesinato... Entonces percibía la furia en sus ojos... El bochorno en su mirada... Y el fuego todavía ardiendo en su cuerpo, aún habiéndose extinto el incendio... Y después... Hundido en la nada.

"¡Ahógame!"

Hizo un esfuerzo superior a sus fuerzas llevándose la mano a la frente. Estaba caliente. En ése instante unas voces le susurraron cosas inentendibles. ¿Pero dónde se escondían? Las voces callaban, hablaban, callaban. ¿Qué estaba pasando?. ¿Por qué reflexionaba aún en aquel estado?

Otra gota, otra gota y otra gota, sin cesar...

"La vida... No puede ser todo frío y soledad. Pero ellas me persiguen. Yo no las quiero, pero están ahí, ahí, las siento, en mi piel. Se clavan en mi cuerpo mientras duermo, mientras como... ¡Basta! No las quiero, fuera, basta. ¿Dónde está la luz?. ¿Por qué todo aquí es negro y gris?. ¿Es que me estoy muriendo?. ¿Es que he dejado de ver como un humano?"

"¡Fantasma!", resonó en su cabeza.

"¡Yo no me llamo así!

"Ah,.¿no?. ¿Y cómo te llamas entonces?

"Yo... No lo recuerdo."

"¡Fantasma!. ¡Espectro!"

"¡Déjame en paz! Basta, fuera, de mi piel, fuera, no quiero sentirlas, me queman el cuerpo, me hielo a la vez. Estoy helado, me muero de frío. Un poco de calor. Por favor, me estoy muriendo..."

"Los fantasmas no se mueren"

"¡Yo no soy ningún fantasma!. ¡Basta!. ¡Duele mucho, duele mucho ya!. ¡No quiero sentirte, no quiero verte!. ¡Cállate!. ¡Cállate!

"Eres un fantasma y te estás desvaneciendo. Morirás tragado por las sombras. Desaparecerás en la nada como la nada que eres. Te desvaneces..."

"¡No!. ¡No!"

"Te desvaneces... Te desvaneces..."

¿Por qué no se iba?. ¿Por qué la voz le seguía?. ¡No hay por dónde huir!. ¡No hay escapatoria de la propia atormentada mente!

"Te desvaneces, te desvaneces..."

"¡Vete!. ¡Vete!. ¡Sal de mi cabeza!. ¡Déjame en paz!"

-SORTEZ! -gritó con todas sus fuerzas, el alarido retumbando en el pasillo. Agotado, se dobló en dos y un estado de inconsciencia se apoderó de él.

-:-

"¿Ya puedo irme contigo?"

-:-

¿Cuánto tiempo había transcurrido?
¿Cuánto tiempo quedaba aún por transcurrir?
¿Qué pregunta le inquietaba más?...

Segundos, minutos, horas... El tiempo deja de existir cuando ya no se necesita.

"El único reloj..."
"Su incesante compás..."

Las gotas eran los granos de un gigantesco reloj de arena. Antes de que se de cuenta, el último grano ya se habrá colado y todo habrá acabado.

"De una vez..."

Días, semanas, meses... Son simples ideas que se vuelan en un torbellino que no cesa de girar. Nada es real, nada es verídico. ¿Cómo puede distinguirse un mal sueño de una mala existencia?. ¿Qué diferencias se encuentran, cuando no hay línea que separe un algo de otro?. ¿Qué se ha de hacer ahora que el torbellino lo ha revuelto todo y no ha dejado nada en concreto?

Nada. No hay nada que hacer. Tan sólo...

"Seguir esperando."

Otra gota, otra gota...

-:-

"¿No vendrás?"

-:-

No sabía cuánto tiempo había pasado dormido. O inconsciente. O hundido en aquella rutina indiferente sin principio ni fin. Tan sólo conocía una verdad, y éste le era repetida por las voces a cada instante.

"Soy transparente."
"No peso nada."
"Soy un espectro... pálido como un fantasma... caminando en este mundo a solas."

Después de todo, ya había aceptado su destino. Y esperaba a la muerte como a una invitada despuntual. Tal vez llamara a su celda cuando se hubiera llevado con ella a otros moribundos como él.

El final no era esperado:
"Es obvio."

El final no era esperado:
"No existe."

-:-

"No dejes que me hunda en las tinieblas..."

"Llévame..."

"Padre..."

Se revolvió en su sitio, intentando suavizar el dolor del costado, donde la bala contaba el tiempo restante con malévola exactitud.

-Pardonnez-moi...

Desesperado, dejó que las lágrimas le inundaran el rostro, sin oponer ningún tipo de resistencia.

Nadie escuchó los ahogados gemidos de aquel llanto lastimero, agonizante, colmado de culpa.

-Lo siento, padre, lo siento mucho. -sollozó en español.

Otra gota...


Y éso es todo por ahora. Por cierto, ahora que lo pienso, se dieron cuenta cuántos fics nuevos se publicaron en esta sección (Da Vinci Code) después del estreno de la peli? Mi fic era como el número 43, y ahora, fíjense: 122 fanfictions! Increíble, eh?

Había hecho toda una explicación sobre la película pero quedaba largísimo, así que si el ocio los consume pueden buscar la entrada en mi diario, la dirección está en el perfil (o si son tan vagos como yo, puedo darles el link, es que acá no me deja).

Creo que Paul Bettany se trabajó muy, pero que muy bien a nuestro Silas. Las escenas del castigo corpus meum increíbles, muy bien hechas. Transmitía todo. ¿Y cuando se para en puntillas por el dolor?. ¿Y la expresión de concentración TOTAL?. Más ese toque lunático... Fantástico, sobre todo en la escena de "You will be hunted by angels" (tú serás perseguida por los ángeles). Y en la muerte de Aringarosa... Daban ganas de saltar sobre él (bueno, eso siempre xD) y darle un abrazooooote de esos pa' que no te olvides (mi amoh).

Eso sí, en físico no era muy parecido que digamos. Primero, creo que la mayoría acá coincidimos en que Paul pues... está bastante bien. El maquillaje le da algo de aspecto de "sí, ando medio salido de Resident Evil", pero no lo bastante para alcanzar la persona consumida y agotada que uno se imagina con el libro. Y les recuerdo que Silas tiene unos cuarenta años. ¿Cuántos aparenta Bettany?

-:-:-:- Respuestas -:-:-:-

Ophelia's madness: Muchas gracias, me alegro de veras que te guste como escribo :D Yo dejé un review a tu fic, supongo que ya lo habrás visto n.n Besos .

Inés: Me quedé intrigada con tu review. Más de una vez intenté agregarte para hablar, pero no pude :S Y como no pusiste cuenta, tampoco podía enviarte una respuesta privada. ¿Por qué no me agregas al MSN? Mi cuenta está en el perfil :D

Lady Fiorella: XD Bueno, supongo que ya la habrás visto. Yo fui al estreno, pero de verdad, había muchísima gente; tanto que hasta vi a mi profe de valenciano en la misma sala xDD Muy bueno. Y gracias por el review, eh:) Se agradece... Arrivederchi!

Marta: Sip, desde luego Silas es todo un personaje. A mi me encantó en el libro, y Bettany supo encarnarlo yo diría que perfecto. Nunca lo miré como un símbolo, pero ahora que lo dijiste me dio que pensar. Yo en general, lo veo como un antagonista bueno n.n...
Gracias por el comentario, siempre alegra!

Airisu Arashi: Gracias! Estoy en uno de los C2 ;O; Qué emoshion T.T... Todo gracias a mi Silas n.n (el resto la mira) Bueno, nuestro Silas u.u' A ver si próximamente hay más fics de este lindo personaje.

Dark Rinoa Chan: Tenkiu veri mach! Yo espero con ansias que te guste ;) Y sí, un personaje diferente es más "querible" que uno normalito, y mucho más si el personaje es un pobre albino vagabundo con pasado horrendamente triste y un futuro... peor?. :P Bueno, eso, que es adorable... lo quiero harto T.T Silas rulz!

Eiri-Uesugi: Espero que te haya gustado la dedicatoria :P Sorry, pero no encuentro muchas escenas, mmm... peculiares... en la vida de Silas, y eso es lo más por el estilo que se me ocurrió (a menos que esto se transforme en un Silas/Aringarosa, y éso sí que sería un giro...). Bueh, a ver si volvemos a enganchar en el MSN. Todavía me "debés" la banda sonora :P... Y ya me vas a contar qué te pareció el capi, sip? (esperemos que bien). Besos!

Saphir Neyraud: Cuanto más triste mejor¿no? XD A mi me mató tu comentario. Mil millones de gracias en mil millones de idiomas incluyendo las lenguas muertas! n-n Y en cuanto a lo de la respuesta, me parece que sos también a la primera que le mando xD!
Y de la película ya puse mi opinión arriba... Es buena, nadie dice que no, pero en finnn... A mi me gustó Silas! Sí, re loco (literalmente), pero me parece que lo hizo bien. Sí, y lo de quitarse la túnica lo hacía especialmente bien XD (Lau silba).Yap, cuídese, y gracias!

¿Cómo me pueden quedar TAN largas las "despedidas"? Es preocupante, ésto más las dedicatorias queda casi tan largo como el fic. JUAS. (Quedó demasiado largo, verdad? Oishshhs... Bueh... Se aceptan quejas).

P.S.2: Si tengo algún error en cuanto a la traducción al francés, me vendría bien que me lo dijeran, ya que no es mi idioma ni ahí. Es más, creo que tengo que darle las gracias al bueno del traductor.

Auf wiedersehen!