Cosas del trabajo
- Weasley, quiero ese informe para antes de medianoche. – Regañaba su jefe a Ginny.
Ginny le dedicó una profunda mirada de odio en el momento en el que el hombre rubio de 1.83 de altura se daba media vuelta y volvía a su despacho.
"Ginny, esto Ginny lo otro, estoy cansada. Un día de estos me largo de aquí y te dejo rellenando estos estúpidos informes." Pensaba la joven Weasley, mientras organizaba el barullo de folios y hojas sueltas que se amontonaban en su escritorio. "Al fin", dijo para sí misma al encontrar el informe que debería de presentar a "su jefe". Al parecer se trataba de un incidente sin importancia, un niño de unos 8 años había tomado "prestada" (según aclaraba el chico en el informe) la escoba de su padre y decidió dar una pequeña vuelta por el vecindario, al parecer al chiquillo no se le ocurrió mejor idea que coger del rabo al gato de su vecina mientras ésta miraba la escena totalmente incrédula, para instantes después, gritar a los cuatro vientos que un niño loco volaba en una escoba embrujada y que se llevaba su gato para meterlo en un caldero. "menudo revuelo tuvo que formar el niño"- pensó Ginny, y siguió leyendo el informe -. Una vez harto de dar vueltas con la escoba y el gato, el cual intentaba llegar a las ropas del muchacho y arañarlo, morderle, o lo que pudiese. El vecindario era como el murmullo de una colmena, todos los vecinos asomados, ya que los gritos se oyeron al menos en toda la manzana.
El niño llegó a la altura de la anciana dueña del gato, balanceó con la cola (del rabo al pobre gato) y lo lanzó de lleno a la mujer en toda la cara. El animal aún enfadado por el trato del chico comenzó a arañar y a revolver los pelos de la anciana, mientras ésta, intentaba en vano quitarse el bichejo de encima.
Ginny soltó una pequeña risa, imaginándose la escena.
- No creo que el informe sea nada gracioso señorita Weasley. – Dijo burlonamente, aunque con una pose seria, su jefe. Estaba plantado delante de ella mirándola directamente con sus ojos grisáceos los azules de la chica. "Me gustaría ser el petardo de novio con el que estás, para poder pasar más tiempo en tu compañía" Pensaba para sí mismo Draco Malfoy... mientras seguía mirando a la pelirroja con dureza.
- Lo lamento Malfoy, no volverá a suceder. – Ginny volvió la vista al informe y susurró en voz muy baja – Menuda suerte que tengo... tocarme a Malfoy como jefe... envidiable... – Decía la chica irónicamente mientras pasaba la hoja del informe.
- Le he escuchado Ginny. – Decía la voz del rubio, que se encontraba a escasos centímetros de la cara de Ginny. La chica enrojeció de momento, primero por que él había logrado escuchar lo que pensaba, y segundo por que algo en su interior, le decía que ese chico hacia que sintiera algo especial, que ni el propio Harry había logrado hacer nunca.
- Lo...lo.. siento.. – Se disculpó Ginny sonrojándose aún más, y clavando tímidamente su mirada en los ojos del chico.
Un silencio sepulcral invadió la habitación. En el departamento de aurores se encontraba desierto a esas horas, ahora solo quedaban ella y él... que en ese momento estaban en una situación un tanto "comprometida", teniendo en cuenta que eran jefe y empleada, y más aún que la joven en cuestión tenía novio.
"Me encanta ese aroma a vainilla que siempre lleva" – Pensaba Draco, mientras acortaba un poco más la distancia con la chica.
"Me perdería en esos ojos grises"- Suspiraba para sí Ginny -. "¿debo seguir con esto?" – Decía la voz de su conciencia mientras ella también se acercaba un poco más al rostro de Malfoy...
A la mañana siguiente en la casa de los Granger...
- Veo que has madrugado querida. – Decía la madre de Hermione, mientras preparaba el desayuno.
- Si mamá, creo que hoy me conviene despejarme un poco... – La voz de Hermione se notaba algo apagada... pese a que se prometió no llorar por Víctor... fue incapaz de cumplir esa promesa, sabía que no era correcto el lamentarse por una persona así, y eso le había dicho su cabeza desde un primer momento... Aunque, como ella bien sabía... en las cosas del corazón poco tiene que ver la cabeza.
- De acuerdo cariño... – Dijo cariñosamente su madre, acercándose a la chica y dándole un tierno abrazo. – Todas alguna vez hemos pasado por eso mi niña... no te avergüences de lo que sientes... es de humanos el herrar, y como bien dice el dicho... es de sabio el aprender de los errores. Sí que, cámbiame esa cara que me traes y prométeme que a partir de hoy, volverás a ser la encantadora niña alegre que se fue de aquí al acabar su último año en Hogwarts. – Se separó un poco de su hija y le acarició la mejilla con ternura. – Prométeme que intentarás ser esa chiquilla risueña, alegre y llena de sueños que eras entonces. – Preguntó la señora Granger mirando a su hija con el ceño fruncido, un gesto que su hija había adoptado.
- Si mamá...
Asintió con rotundidad la chica, mientras volvía a abrazar a su madre y un par de lágrimas solitarias recorrían sus mejillas. Las últimas que derramaría por esos años que había estado en Bulgaria. A partir de ese mismo día borraría de su mente todos los malos recuerdos que su estancia en el país le habían dejado, y se quedaría con los buenos.
- Bueno me marcho, iré a dar una vuelta por Londres y me pasaré por el Callejón Diagon. – Decía Hermione, mientras recogía su bolso y las llaves de la casa.
- Hermione, acuérdate de tus amigos, no estaría mal el que los visitaras. – Decía su madre en señal de reproche fingido. – No saben nada de ti desde que te marchaste, salvo las escasas cartas y postales que les enviabas.
Los recuerdos comenzaron a asaltar la mente de la castaña, al nombrar a sus amigos vino a su mente la imagen de Ron, una víctima más de las que se cobró la maldad de Voldemort y todos sus seguidores. Eso hizo que una ola fría azotara todo su cuerpo haciendo que se estremeciera. Acto que no pasó desapercibido por su madre que seguía observándola, ya que por un momento había olvidado el lamentable suceso que había ocurrido años atrás.
- Lo siento querida... – Se disculpó la mujer, ya que el nombrar a sus amigos había provocado todo lo contrario que la mujer quería que sintiera su hija.
- Bueno... eso es algo que por mucho que me lamente no podré cambiar... – Dijo Hermione bajando la cabeza, pero pensando que aún le quedaba mucho en la vida, estaban sus padres, Ginny, los amigos del trabajo que había dejado en Bulgaria, sus compañeras de Hogwarts, y sobretodo otro de los pilares en los que ella siempre se había apoyado, la estrella que cerraba el trío de Gryffindor, su mejor amigo Harry. – Mamá.. creó que visitaré a Harry, hace al menos dos años que no le veo. – Sonrió algo más contenta la chica, con la idea de ver al muchacho.
- Si, creo que es buen ala idea, además así seguro que también ves a Ginny.
Hermione se quedó un tanto confusa ante esa aclaración de que Harry estuviera con su mejor amiga, o al menos fue su mejor amiga durante sus años en Hogwarts, por que en Bulgaria conoció a Judit, con la cuál había entablado una gran amistad, y ambas sabían todo de la otra.
Le dio dos besos a su madre y se marchó.
- toc, toc.
- Ya va! – Gritaba Harry, que se apresuraba a abrir la puerta.
- Hola señor Potter. – Saludó una joven de 22 años de edad, que se encontraba en el umbral de la puerta. - ¿Me ha echado de menos? – Preguntó sensualmente y acercándose al muchacho.
- Mmmmm... ¿Puedo pensármelo? – Preguntó irónicamente el chico, y acercándose más a ella. Pero ella le miró ceñuda y algo enfadada.
No pudo decir nada más por que instantes después Harry la había tomado por la cintura, la atrajo hacia él, y comenzó a besarla con ternura, volviendo poco a poco el beso más apasionado. Hasta el momento en el que les faltó el aire y se tuvieron que separar.
- ¿Aclara eso su pregunta señorita? – Preguntó pícaramente Harry.
- Pues no se...- Dijo ella acercándose más a los labios jugosos del chico, mientras miraba sus ojos verdes. – Creo que no lo suficientemente claro...
Se acercó más aún y lo besó.
- Bueno, lo lamento pero hoy el que se tiene que ir soy yo... – Dijo una vez se había separado de la chica. Ante la extrañeza de esta. – No pongas esa cara... tengo cita con el profesor Dumbledore, debemos discutir ciertos asuntos sobre el curso venidero y me pidió que le echase una mano.
- ¿No puedes retrasarte un poquito? – Preguntó haciendo pucheros la joven.
- No, así que dejemos para después lo que quisieras hacer ahora... – Le dedicó una sonrisa pícara y le dio un corto beso en los labios. Tomó su túnica que estaba en lo alto del sillón y se dirigió a la chimenea. – Hasta luego¡Despacho del profesor Dumbledore! – Gritó una vez había cogido un puñado de polvos flu y se introducía en la chimenea. Dejando una nube de hollín flotando en el ambiente y una novia un tanto molesta por la actitud del chico. "para un día que puedo estar con él". – pensó irónicamente la chica.
N/A: bueno el capítulo es bastante cortito, pero el próximo será más largo. Para el próximo capi:
Sabremos que pasó la noche en que Ginny y Malfoy se quedaron a solas en el despacho.
Hermione tendrá una gran sorpresa en su pequeño reconocimiento por Londres
La pelirroja y la castaña tendrán una conversación bastante interesante.
Eso es todo, muchas gracias por leer el ficc unas 80 personas aproximadamente, espero que sigan leyendo y que por favor se animen a dejar algún REVIEW. Muchos besosssssssss a todos aquellos que me dejaron uno
LOS KIERO!
KristyGranger
