Antes que nada quiero agradecerles el que lean esta pequeña historia, me gustaría mucho saber si les gusta, seria genial leer algún comentario. Sin más les dejo seguir.


Sanemi Shinazugawa movía el mouse inalámbrico de su computadora con habilidad, había trabajado en aquel lugar desde los 16 años con un permiso especial firmado por su madre, el encargado y él mismo. La principal razón de ello era que el dinero no era suficiente y el encarcelamiento de su padre por violencia doméstica solo les había traído más problemas y una creciente falta de dinero.

Él siempre fue un chico muy astuto, decidido y a su manera era amoroso con su madre y una de las formas de demostrárselo era ayudándola a pagar las deudas y traer comida a casa. Cuando su padre había enloquecido él fue quien se interpuso para que la dejara tranquila, el señor Shinazugawa no lo podía creer pues su muchacho ahora era más fuerte y grande que él.

La madre del joven tomo el teléfono y pidió ayuda a las autoridades para que se llevaran al hombre que una vez amó.

Sanemi recordaba cuando les dieron a ambos la noticia de que su madre estaba embarazada, las cosas se pusieron un poco pesadas pero eso no les bajo el ánimo a ninguno de los dos. Y ahora después de cinco años él se hacía cargo de que a su madre y hermano no les faltara nada.

Pero los gastos aun no estaban del todo cubiertos por lo que la señora Shinazugawa había vuelto a su trabajo y con ello se había dado a la tarea de buscar una niñera.

Sanemi llevaba más de un año trabajando en la edificación de un complejo residencial muy cerca de la playa, por lo que solía enviar el dinero a su familia en transferencia bancaria y cada fin de semana mantenían video llamadas en las que se contaban su día a día.

Pero esta vez las cosas cambiarían pues el momento para regresar a la oficina central había llegado, un pequeño accidente hizo que Sanemi volviera a casa con un yeso sobre su pantorrilla y rodilla, a pesar de todo él estaba feliz de estar en casa aunque su cara y expresión arisca no lo demostraran, después de apagar su computadora portátil y guardarla en su mochila salió de la oficina provisional con un par de muletas bajo sus brazos y se dirigió al departamento donde había estado viviendo todo ese tiempo.

Habían pasado tres meses desde que Kanae había llegado a su vida, durante ese tiempo Genya disfrutaba de la compañía femenina y le había tomado mucho cariño, pues su niñera era la joven más dulce que había conocido. La señora Shinazugawa estaba muy contenta con ella ya que era una muchacha muy responsable y educada, además de que su pequeño hijo la adoraba.

Genya abrazaba a Kanae como si se tratara de un gran oso y ella acariciaba el sedoso cabello del niño de manera maternal, estuvieron mirando una película animada varios minutos y el pequeño había caído en un profundo sueño, ella sonrió y lo tomo entre sus brazos; daba gracias a que el niño era delgado así podría cargarlo para llevarlo a la cama sin el mayor esfuerzo. Genya sintió como su niñera lo acomodaba y su pequeña nariz percibió el aroma floral de ella que tanto le gustaba. Sin abrir los ojos le rodeo el cuello con sus bracitos y se dispuso a dormir.

Al mismo tiempo una llave abrió la puerta y Kanae antes de subir las escaleras volteo para saludar a la madre del pequeño, pero fue grande su sorpresa al ver a un hombre alto de cabello blanco parado al otro lado.

Sanemi al ver a la chica puso una expresión más fiera de lo normal.

Buenas noches– la suave voz de Kanae llego hasta los oídos de Sanemi.

Aun confundido contesto el saludo –Buenas noches.

La joven pareció notarlo –Soy la niñera de Genya-chan.

El pequeño niño se separó de Kanae y tallo un poco sus ojos soñolientos, al ver a su hermano mayor inmediatamente saltó de los brazos de su nanny y fue corriendo hacia él.

¡Nii-chan!

Sanemi recibió a su hermanito, aun con las muletas pudo estrecharlo con uno de sus brazos. La señora Shinazugawa llegó justo en ese momento y de igual manera saludo a su hijo mayor y preocupada le pregunto sobre su lesión.

Te lo explico en un momento, aun no me acostumbro a las muletas.

La madre asintió y espero a que su hijo estuviera cómodo para presentar a ambos jóvenes. El pequeño iba tras su hermano.

Kanae-san es quien cuida de Genya.

Creí que estaba en guardería.

No quería que tu hermano pasara toda la tarde en la escuela, además Genya la adora.

Sanemi arqueo una ceja, eso hizo que la expresión de su cara fuera más detestable.

Es un placer conocerle– ella ya había tomado su mochila del perchero.

Algo de esa joven le irritaba demasiado pero no identificaba que era y contesto por mera cortesía

Kanae quería marcharse a su hogar, sentía que el hijo mayor de la señora Shinazugawa estaba muy incómodo con su presencia y como si ella hubiera leído aquel pensamiento escucho.

–Kanae-san el día de mañana estaré en casa, nos vemos hasta el lunes, ten un lindo fin de semana– la sonrisa de la señora era muy amable, al mismo tiempo le entregaba un par de billetes.

Si señora, muchas gracias– hizo una breve reverencia y salió de la casa no sin antes despedirse del niño que había corrido hasta ella abrazando en el acto las piernas de la muchacha –cuídate Genya y pásalo bien con tu familia– en seguida ella se puso de cuclillas y abrazo al chiquillo.

El niño asintió y tras separarse de ella planto un beso en la suave mejilla femenina, la preciosa sonrisa de su niñera provoco el sonrojo en Genya.

Sanemi miraba sorprendido la escena, su hermano pequeño realmente parecía sentirse muy cómodo con ella.