Lamento mucho la demora, he tenido días un poco atareados y me han dejado muy cansada, aun así aquí les traigo un nuevo capítulo, sin más por el momento espero lo disfruten. Besos


Acababa de cumplir 3 meses con aquel molesto yeso y el medico aun decía que le faltaban dos meses más para que su pierna por fin sanara, también había sido muy claro con la terapia que debía realizar después de que se le retirara la férula. Resignado volvió a casa junto con su madre y hermano. Genya había sido el primero en entrar a la casa, seguido por Sanemi y al final la señora Shinazugawa.

Con un poco de dificultad subió las escaleras y se encerró en su habitación, aun debía entregar unos cuantos planos; al menos aún conservaba su empleo ya que de no ser así las cosas sí que se tornarían muy difíciles.

A pesar de ello había algo bueno dentro de todo eso, al menos estaba con su familia y por supuesto Kanae, sí, ella era lo mejor que le había pasado aunque aún se resistía a aceptarlo; si comparaba la alegría que su hermano sentía con la sola presencia femenina con la de él lo superaba por mucho, Sanemi adoraba verla; aquella irritación que experimentó cuando recién la había conocido se debía a que inconscientemente le había gustado y el difícilmente se detenía a pensar en eso.

La calidez de Kanae era algo que nunca había visto en otra persona, y eso también era porque no se daba la oportunidad de conocer a otras chicas, pero si lo pensaba bien no le interesaba, él no tenía tiempo para tontear con una novia o al menos eso creía.

Por supuesto que sentía celos de que su pequeño hermano pudiera mostrar sus sentimientos por la niñera, claro, estos eran muy distintos a los que Sanemi estaba experimentando. Un constante mar de emociones lo embargaban y cada vez se hacía más complicado ocultarlas.

Además de todo eso parecía que la chica disfrutaba de ponerlo en aprietos cuando entablan una conversación, sentía que a veces sus ideas no eran coherentes cuando debía respóndele algo que ella le preguntaba e incluso podía sentir como sus mejillas se calentaban con solo contemplarla.

Pero no era el único que estaba en esa situación embarazosa, Kanae también sentía un montón de sensaciones y estas estaban a flor de piel, no era del todo una adolescente pero a sus 17 años aun sus hormonas eran una bomba.

Toda aquella revolución en su cuerpo había iniciado un día que llegó al trabajo, andaba por el camino de rocas lisas que había en medio del jardín, de su bolso color rosa saco las llaves con las que entraba a la residencia Shinazugawa, al ingresar la llave y abrir la puerta Genya apareció con el cabello alborotado y llevaba la boca llena de comida, la había recibido con un abrazo y la tomó de la mano, ella cerró la puerta blanca y lo siguió con una expresión de felicidad en el rostro, la cual fue remplazada por una de sorpresa y vergüenza.

En la cocina estaba Sanemi, vestía su pantalón del pijama y nada más, la parte superior de su cuerpo estaba desnudo; si Kanae tenía dudas sobre su aspecto físico con ello quedaba resuelto el misterio, sus ojos color lila no podían dejar de observar el cuerpo masculino aunque fue realmente hábil para ocultar su asombro y escrutinio.

Bu-buenos días– saludo la joven intentando sonar lo más relajada posible.

Buenos días, creí que llegarías más tarde y le serví cereal a Genya

Te lo agradezco– ella dejó el bolso sobre una silla alta y fue hasta el niño que estaba sentado en la barra.

Después de eso Sanemi los dejo solos no sin antes observar lo bonita que lucia Kanae.

Había estado mucho tiempo en una sola posición así que sin dudarlo se levantó con ayuda de sus muletas y camino lentamente hacia la puerta de su recamara, anduvo así hasta las escaleras cuando de la nada un calambre tenso la pierna sana, el dolor fue tal que había soltado una de las muletas e intento masajear el área afectada pero fue muy difícil y finalmente cayo en el suelo.

Kanae escucho el fuerte golpe y dejo a Genya en la sala haciendo sus deberes, rápidamente subió las escaleras y en el pasillo vio a Sanemi tumbado e intentando relajar su pierna.

¿Qué paso?, ¿estás bien? – pregunto con una evidente expresión de preocupación.

Un estúpido calambre.

Kanae se acercó, sus delgadas manos empezaron a masajear la pierna masculina, Sanemi sentía los dedos femeninos sobre su piel caliente.

En un momento se pasara.

Y así fue, después de un rato su pierna se relajó.

Venga intenta ponerte de pie, si es necesario apoya un poco más tu peso sobre mí.

La joven tomo la mano de Sanemi y el un tanto nervioso acepto la ayuda, en el acto el cabello de Kanae resbalo de sus hombros y sintió sobre su rostro la suavidad y el delicioso aroma que este tenía.

El había puesto su brazo sobre los hombros desnudos de ella y con la otra mano libre tomo la muleta y comenzó a poner se dé pie.

Gracias por tu ayuda

No hay de que, debe ser muy molesto no poder cambiar de posición.

Bastante– una vez de pie se alejó de ella y Kanae a su vez le entregó la otra muleta.

Llevaré a Genya a dar un paseo por el parque, si gustas ir con nosotros…– la expresión de Sanemi mostraba severidad y Kanae inmediatamente volvió a tomar el hilo de la conversación un poco nerviosa –creo que te vendría bien salir un poco de casa.

Ante la reacción de ella se maldijo a sí mismo, ¿Por qué debía comportarse como un verdadero idiota?; vio como Kanae caminaba por el pasillo – los acompañaré, ¿en cuánto tiempo partimos?

Ella volteo a verle y con una sonrisa contestó – a las 3:00, comeremos algo mientras estamos ahí.

Habían llegado al parque después de 10 minutos, Sanemi se sentía más relajado e incluso se sentía más activo; Kanae y su pequeño hermano habían ido cantando alegremente una canción infantil mientras él iba detrás de ellos, ambos buscaron una banca donde pudiesen sentarse y eligieron una que estaba justo debajo de un árbol frondoso.

Kanae les pregunto a los dos hermanos que era lo que se les antojaba pues había una serie de carritos ambulantes de comida a lo largo del parque.

Yo quiero brochetas de camarón y una hamburguesa– Genya que estaba sentado se puso de pie – quiero ir contigo.

Sanemi pidió lo mismo que el pequeño y sin más la chica y el niño se alejaron. Aquellos puestos no estaban lejos de ahí por lo tanto el aun podía verlos mientras ordenaban.

Todo iba muy bien hasta que vio a un sujeto de aspecto peculiar saludar a la hermosa Kanae, era un tipo alto y tenía en su cara plasmada una enorme sonrisa la cual ella contestó con una aún más radiante, él había puesto una de sus manos en uno de los hombros femeninos, dio un par de palmaditas y la retiró.

Sanemi sintió como si le hubieran arrojado un balde de agua fría pues ella platicaba amenamente con el como si fueran realmente muy cercanos.

Algo en su interior explotó y sintió enojo y algo muy parecido a la desilusión, él no era el único que veía de manera especial a la niñera. No apartó la mirada de ellos y se echó en cara así mismo lo diferentes que eran el uno del otro y que quien llevaba las de ganar era el rubio.

De pronto estaba tan metido en sus pensamientos que ni se enteró cuando ella, Genya y el tipo desconocido venían directamente hacia él.