Aprender a Vivir
Robotech / Macross y sus personajes pertenecen a sus propietarios legales.
Este fan fiction de mi autoría está hecho con fines de entretenimiento y sin afán de lucro.
La historia es un universo alterno que se ubica en el capítulo 27, momentos después de haber destruido la nave de Dolza. Contiene detalles de ambos universos: Macross y Robotech.
CAPÍTULO 1
Finalmente, un solitario veritech*, líder del escuadrón Bermellón salía victorioso de aquella nube de humo y fuego. Su valiente piloto había eliminado al líder Zentraedi, rompiendo la estructura militar alienígena, dejando a las fuerzas enemigas sin dirección y a la deriva, razón por la cual, la balanza se inclinaba a favor de las fuerzas espaciales del gobierno de la Tierra Unida quienes estaban venciendo a los adversarios, que minutos antes habían aniquilado al hermoso planeta azul llamado Tierra.
Los vítores de las fuerzas aliadas Robotech y Zentraedi, se escuchaban en las líneas de comunicación, pues pese a todo pronóstico, estaban ganando la decisiva batalla.
Ahora era la oportunidad idónea para que la fortaleza espacial SDF-1 destruyera por completo la inmensa nave del líder Zentraedi y al mismo tiempo, aniquilar las miles de naves de las reservas militares enemigas. La operación fue estratégicamente planeada entre el Capitán de la fortaleza espacial, Henry Gloval y la Primera Oficial de la nave, la comandante Lisa Hayes, en conjunto con los líderes aliados Zentraedi, el General Breetai y el consejero Exedore.
Así, el imponente SDF-1 se introdujo a la nave enemiga, activó la barrera de energía omnidireccional y lanzó su variado arsenal que destruyó la fortaleza alienígena.
El SDF-1 logró salir de ese alud de destrucción, ante la alegría de las fuerzas aliadas humano-zentraedi.
A la distancia, el líder del escuadrón Bermellón, saludaba militarmente hacia el SDF-1, con el brazo robótico de su veritech. Ese saludo iba dirigido especialmente a alguien de la tripulación del puente del SDF-1, quien sonrió al ver tal acción, agradeciendo visualmente en la pantalla de comunicación con el veritech y cambió el audio a comunicación privada.
–El saludo es para todos, pero en especial, para ti, Lisa –dijo Rick Hunter, el líder del escuadrón Bermellón.
–Lo sé, Rick, muchas gracias –respondió Lisa.
–¿Cómo es que lo sabes?
–Me lo dijo mi corazón.
–¿Tu corazón?
–Sí, a pesar de que perdimos comunicación, mi corazón me dijo que habías sobrevivido al atacar a Dolza y también me dijo que ese saludo era para mí.
Rick sonrió. Él y Lisa tenían una conexión única. Bastaba una mirada o un gesto entre ellos para que entendieran qué era lo que debían hacer. Caso diferente eran las instrucciones de Lisa hacia Rick, que siempre eran refutadas por él, sin embargo, las ejecutaba eficazmente.
–Rick, tenía miedo de que algo te sucediera. Gracias a Dios que estás vivo –dijo Lisa con su voz inundada de sentimiento.
–Yo también pensé lo peor después del gran ataque del SDF-1 a la nave de Dolza, cuando finalmente vi que la fortaleza salía avante –respondió el piloto.
–Sí, finalmente salimos victoriosos, gracias a ti y a todos.
–Fue un gran trabajo en equipo.
–Igualmente debemos mantener la guardia. Desafortunadamente el sistema de barrera no está funcionando porque agotó su energía, así que no disponemos de protección alguna hasta que vuelva a cargarse el nivel energético.
–Afirmativo, debemos estar alerta. Aún hay muchas naves enemigas que siguen luchando sin dirección alguna –dijo Rick mientras verificaba el espacio circundante.
El piloto tuvo contacto visual con una nave enemiga.
–¡Cuidado! –exclamó Rick.
–¿Qué sucede? –cuestionó Lisa.
–¡Unos misiles se dirigen hacia el puente! –gritó Rick.
–¡No los veo en pantalla! –exclamó Lisa–. ¡La comunicación de mi monitor con el radar debe haberse averiado con el último ataque!
–¡No dejaré que nada te pase! –gritó nuevamente Rick.
El piloto disparó su armamento para interceptar la lluvia de misiles, no obstante un misil enemigo no había estado dentro del rango de ataque del arsenal del veritech y continuaba su trayectoria hacia el puente del SDF-1.
–¡No! ¡Lisa! –gritó Rick, mientras intempestivamente cambiaba su veritech a modo de avión de combate para volar a la velocidad máxima e interponerse entre el misil y el ventanal panorámico del puente.
El misil golpeó ligeramente la parte inferior del cuerpo del veritech de Rick, pero eso fue suficiente para cambiar el ángulo de ataque del proyectil, el cual se impactó en el grueso metal de la fortaleza, librando al puente de la inminente amenaza.
–¡Rick! ¿Estás bien? –preguntó Lisa con ansiedad.
–Sí, Lisa… –respondió Rick–. Creo que todo está en orden.
Lisa sintió que la vida regresaba a su cuerpo. Ver cómo el misil se dirigía al puente y después, ver a Rick interponiéndose al impacto, la había dejado paralizada.
–¡No vuelvas a arriesgarte de esa manera! –exclamó Lisa.
–Por ti me arriesgaría las veces que fuera necesario… –respondió Rick.
En el mando del puente, se había formado un absoluto silencio. Rick y Lisa no lo habían notado pues estaban inmersos en su conversación. La tripulación solo observaba y escuchaba la conversación de ambos jóvenes militares, quienes estaban dejando salir sus sentimientos sin siquiera darse cuenta de ello.
–Te he salvado la vida en varias ocasiones, que no dudé en volver a hacerlo.
–Gracias, Rick. No solo salvaste mi vida, sino la de toda la tripulación del puente, pues ese proyectil iba a impactar directamente en nosotros… –dijo Lisa haciendo una pausa–... No sé de qué otra forma agradecerte…
–Pues… Bien podrías esperarme en la zona de aterrizaje y darme un recibimiento al mejor estilo Hayes.
–¿Quieres que te regañe cuando llegues? –bromeó Lisa.
–Me refería a alguna muestra de cariño… –continuó Rick–. Una serie de abrazos, quizás. Besos tal vez…
–¡Hecho!
–¡Ya dijiste, Hayes! –dijo Rick.
De pronto, Lisa se quedó callada, observando en su monitor.
–¿Lisa? ¿Tan pronto te arrepentiste? –preguntó el piloto.
Lisa no contestó. A través de la pantalla de comunicación, Rick notó que Lisa estaba concentrada.
–¿Sucede algo?
–Rick… –respondió Lisa muy seria–. Los sensores de tu veritech están enviando una señal de falla en el funcionamiento.
–¿Qué tipo de falla? –preguntó Rick.
–No lo indica, únicamente dice que es en el funcionamiento de la nave. ¿Podrías verificar que todo esté bien?
–Está bien, seguiré volando y cambiaré a modalidad guardián –respondió el joven.
El veritech se transformó en segundos en modo "gerwalk".
–Todo bien. Ahora probaré la modalidad guerrero –continuó Rick.
–Espera, prefiero que regreses a la fortaleza. Daré instrucciones a Sterling y Dixon para que se unan al escuadrón Skull.
–No es necesario, Lisa. El modo "Battroid" respondió eficientemente.
–Rick, tu veritech recibió un impacto, es mejor que regreses. Tu seguridad es primero.
–Estoy… bien… Lisa –habló Rick haciendo pausas.
–¿Qué pasa?
–Tengo a una nave enemiga detrás mío. Es la misma que disparó los misiles. Cambiaré a modo "fighter".
–Con cuidado, Rick. El radar de mi consola está intermitente, no puedo ver qué tan cerca está el enemigo de ti.
–¡Ahora verás, chatarra incómoda!–dijo Rick mientras transformaba su veritech en avión de combate para enfrentar al battlepod.
–Vanessa, comparte tu pantalla de radar en mi monitor –ordenó Lisa–. ¡No puedo ver nada!
–¡Compartido, comandante! –respondió Vanessa.
Lisa se sorprendió de ver que el battlepod enemigo estaba muy cerca de Rick.
–¡Rick! ¡Está muy cerca de ti!
–Quiero que se acerque para dispararle… ¡Ya lo tengo en la mira! –dijo Rick.
En su pantalla, Lisa observaba el rostro de Rick, cuyo gesto cambió repentinamente, expresando sorpresa y nerviosismo.
–¡Lisa! ¡El sistema de armamento no responde! ¡No puedo disparar! –exclamó Rick.
Como si los hechos estuvieran sucediendo en cámara lenta, Lisa vio cómo la nave enemiga disparaba sus cañones de energía sobre el veritech blanco con la franja Bermellón que pilotaba Rick.
–¡No puede ser! ¡Rick, sal de ahí!
–¡Nada responde! ¡Los controles están muertos!
Inmediatamente, Lisa accionó el sistema de control remoto del veritech de Rick, para tratar de sacarlo de esa situación comprometida, sin embargo, al sistema remoto le tomó unos segundos hacer contacto con la nave de Rick… Segundos que fueron valiosos pues el veritech había sido alcanzado por los cañones del enemigo.
–¡Por todos los océanos! –gritó Lisa mientras tomaba el mando remoto de la averiada nave de su piloto favorito–. ¡Rick!
Un veloz veritech azul dejó caer su agente extintor sobre el veritech Bermellón. Era el sargento Max Sterling que había observado la escena mientras volaba para apoyar a su líder, pero había llegado unos segundos tarde. El agente extintor evitó que la nave de Rick estallara. El sargento Ben Dixon se encargó de eliminar al pod enemigo. Lisa dirigía la nave a distancia, mientras Claudia ordenaba al equipo médico que estuviera listo para recibir al teniente Hunter, que seguramente estaría herido.
–¡Rick! ¡Contesta, por favor! –seguía repitiendo Lisa, sin obtener respuesta.
Con grandes dificultades, Max, Ben y Lisa hacían que la nave de Rick se dirigiera a la zona de aterrizaje designada en el SDF-1. Finalmente, lograron aterrizar el veritech cuya condición era deplorable.
Lisa volteó a ver al Capitán Gloval, que sin decir una palabra, entendió la mirada suplicante de esos ojos verdes y le permitió a la comandante ir a la zona de aterrizaje.
Ella corrió lo más rápido que pudo. Cuando llegó, vio que entre el personal de mantenimiento mecánico y el equipo de paramédicos, estaban bajando a Rick del veritech y lo colocaban en una camilla. Escuchó que Rick parecía estar inconsciente, con signos vitales pero que estaba presentando hemorragias internas y externas.
–¡Rick! ¡Aquí estoy ¡Como te lo prometí! –dijo Lisa.
Rick abrió los ojos. El equipo médico quitaba el casco del piloto y comenzaba a cortar su traje de vuelo, preparando el cuerpo de Rick para recibir la atención médica necesaria.
–Lisa… Qué gusto que estés aquí… y… –habló Rick, reflejando dolor en su rostro– qué pena que… me… veas así…–siguió esforzándose en hablar y trataba de mover su mano.
Lisa entendió que Rick quería que lo sujetara de su mano. Sin interferir con el personal médico, Ella se acercó y colocó la mano del piloto entre las suyas.
–Ninguna pena. Siempre es un gusto verte… –dijo Lisa con voz entrecortada, tratando de aguantar las lágrimas.
–Li… –Rick trató de hablar–. Li… sa…
Rick buscó los dedos de una de las manos de Lisa y entrelazó los suyos con los de ella, dirigió sus bellos ojos azules hacia el rostro de su bella comandante y le sonrió. Con amor, Lisa sostuvo la mano del piloto, sonriéndole también aunque por dentro sentía que su corazón se desgarraba.
–Trata de no hablar, Rick, para que guardes tu energía –dijo Lisa con cariño.
–Si no… hablo… ahora, quizá no… pueda… decirlo… después… –replicó Rick con voz tenue.
El personal médico había hecho su labor y debían llevar a Rick al hospital militar.
–Comandante Hayes, debemos llevar al teniente Hunter al hospital –dijo uno de los paramédicos.
–Entiendo…
–No… denme unos segundos –dijo Rick.
El personal médico autorizó esos valiosos segundos, pues quizá serían los últimos en la vida del teniente, héroe de la batalla.
–Lisa… –dijo Rick con voz casi inaudible.
Ella se acercó a su rostro para escucharlo mejor.
–Te… amo… –confesó el piloto con amor, mirándola fijamente a los ojos, mientras con la poca fuerza de su mano, apretaba la mano de Lisa.
Lisa le sonrió y acercando su rostro al de Rick, le dio un delicado beso en los labios.
–Yo también te amo, Rick –respondió Lisa, mirando los bellos ojos azules, tratando de grabar su color para la posteridad, mientras que sus ojos verdes luchaban por contener las lágrimas que amenazaban con salir–. Siempre te he amado y siempre te amaré…
Rick sonrió.
–Perdóname… –dijo Rick.
–Nada hay que perdonar…, amor… –respondió Lisa.
–Perdóname… por… esperarme tanto… para decirte que te amo… –mencionó Rick mientras su respiración comenzaba a sentirse tranquila.
–Perdóname por no decirlo tampoco… –dijo Lisa.
Lisa se acercó nuevamente a Rick, cerró sus ojos verdes y volvió a besarlo en los labios de una manera suave, delicada, amorosa… Sintiendo los carnosos y delineados labios del piloto, quien cerró también cerró sus ojos y con sus pocas fuerzas, correspondía al beso de amor de la mujer que amaba. Aún con sus labios unidos, ambos esbozaron una sonrisa y se separaron para verse a los ojos.
–Cumpliste… tu… promesa, Hayes –trató de bromear Rick.
–Siempre lo hago, amor.
–Falta… un abrazo…, mi amor –susurró el piloto.
Ella lo abrazó delicadamente con tanto amor, tratando de no lastimarlo, sin importar que su uniforme blanco se impregnara con la sangre de su amado, colocando su cabeza cerca de la cabeza de él, momento que Rick aprovechó para hablarle a Lisa al oído.
–Si… algo me pasa… –volvió a susurrar Rick–... recuerda… que estaré… cuidándote… desde… el cielo, el espacio y las estrellas…
–Disculpe, comandante, debemos llevarnos al teniente de inmediato –habló el paramédico.
–Entiendo… –dijo Lisa, soltando el abrazo.
–Puede acompañarnos en la ambulancia, si lo desea.
–Sí, voy con ustedes –respondió Lisa mientras dirigía una mirada amorosa a Rick.
–Amor… gracias… por… acompañarme hasta mis últimos momentos –dijo Rick.
–Amor, estás en buenas manos, vas a estar bien –respondió Lisa.
Rick estaba tan débil que ya no tenía fuerzas para mantener sus ojos abiertos.
–Te amo, Rick Hunter.
El piloto sonrió pero ya no pudo abrir sus ojos.
Una vez llegando al hospital, la cuadrilla de médicos tratantes atendía a Rick. Lisa los seguía de cerca hasta que entraron a un área restringida donde ella ya no pudo pasar. Lisa solo pudo acariciar la cabellera de Rick y vio cómo se alejaba junto con los médicos que lo llevaban al área de quirófanos pues el piloto entraría a cirugía para tratar de salvarle la vida.
Lisa estaba impaciente en la sala de espera, habían pasado varias horas y no tenía noticia alguna. A través de su dispositivo celular, sostenía comunicación esporádica con Claudia, quien se había quedado como apoyo del Capitán Gloval. Claudia le avisó que ya quedaban muy pocas tropas enemigas y que en cuanto quitaran la señal de alarma, ella o Roy irían al hospital también.
Después de más de 9 horas de espera, se requirió la presencia de Lisa para hablar con uno de los médicos especialistas en cirugía que había participado en la intervención.
–Comandante Hayes… Soy el teniente Wright, médico cirujano militar –dijo el doctor haciendo el saludo militar correspondiente –. El teniente Hunter…
–¿Cómo está él? –preguntó Lisa con ansiedad.
–Es difícil decir… –habló el doctor haciendo una pausa.
Lisa abrió sus ojos lo más que pudo, entrelazó sus manos y las llevó a su pecho, quedándose en espera de la continuación de la frase del doctor.
–Siempre es difícil ser el portador de estas noticias… El teniente sobrevivió a las diversas cirugías pero debido a que el estado en que llegó era muy crítico, su cuerpo y órganos estaban muy lastimados, hicimos lo que estuvo en nuestras manos… pero…
–¿Pero? –respondió Lisa con nerviosismo.
–Su corazón está casi sin ritmo cardiaco y su respiración es débil, creemos que sólo resistirá unos minutos. Puede pasar a verlo, si lo desea.
–Sí, quiero verlo.
–Sígame.
Se dirigieron a la habitación donde estaba Rick, lleno de aparatos electrónicos que estaban tratando de mantenerlo con vida. Lisa entró sigilosa y observó al hombre que amaba. A pesar de los cables y sondas, Rick se veía tranquilo, su rostro reflejaba mucha paz que fue transmitida a Lisa, quien lentamente tomó la mano de su amado.
–Te amo, Rick. Estaremos juntos hasta la eternidad, mi amor.
o
Habían pasado varios meses desde que el SDF-1 había llegado a la devastada Tierra y se había iniciado la reconstrucción de la misma con los humanos que habían sobrevivido.
Un equipo de trabajo multidisciplinario a cargo de la ahora Capitana Lisa Hayes, había sido enviada al Satélite Fábrica a una misión de diseño de una nueva fortaleza espacial con tecnología terrestre-alienígena, en colaboración con el grupo de trabajo del General Breetai, quien sorprendió a todos al recibirlos, pues estaba en tamaño micronizado, aunque seguía sobresaliendo en altura con respecto a los humanos.
Al terminar las jornadas de trabajo, Breetai y Lisa se quedaban platicando sobre ideas informales para la nueva fortaleza. Además, el general se mostraba interesado en las costumbres humanas, que Lisa le explicaba agradablemente mientras pensaba en los comentarios que Rick le solía decir: «Rick, siento que es como tú me dijiste alguna vez, que Breetai era mi fan porque tenía un interés particular en mí».
El desempeño de Lisa seguía siendo muy alto y ella trataba de mantenerse ocupada el mayor tiempo posible. Sin embargo, durante la noche o el tiempo en el que debería dormir, se derrumbaba pensando en Rick. Dejaba escapar el llanto que había contenido durante los últimos momentos que convivió con él, hasta que el sueño la vencía y lograba quedarse dormida.
Era la forma de vivir su duelo. Sabía que debía ser fuerte y sobre todo, ser feliz, pues Rick había dado su vida para que ella y el personal del puente sobrevivieran. Rick no dudó en un segundo en colocarse como escudo humano y proteger a la mujer que amaba. Esa era la principal razón por la cual, Lisa seguía de pie. Tenía de ejemplo a Rick y las labores heróicas que había hecho por ella y por la humanidad.
Todas las noches, Breetai hacía recorridos por los pasillos de los dormitorios de sus colegas humanos, para asegurarse de que estuvieran bien. Era común que en sus rondines, escuchara llorar a Lisa, lo que le llamaba la atención de sobremanera, al pensar que cómo era posible que salieran líquido constante de los ojos de los humanos. Implícitamente se preocupaba por ella y sabía que no era la misma desde que el teniente Hunter no estaba con ella y que no lo estaría jamás.
–¿Nuevamente preocupado por la capitana, señor? –preguntó el ministro Exedore con voz baja.
–Sí, ella es muy fuerte, pero desde que llegó aquí, llora todas las noches –respondió Breetai.
–Es porque extraña al teniente Hunter –respondió el ministro.
–Los humanos tienen sentimientos muy extraños. Cada vez que convivo más con ellos, me interesa más saber cómo es que pueden vivir con tantas expresiones sentimentales.
–Sí, general. Es por eso que la mayoría de los integrantes de nuestras tropas se quedaron impactados con los humanos. Yo ya estoy logrando entenderlos –dijo Exedore con orgullo.
–Yo quiero entenderla a ella. No quiero que esté triste. Se me parte el corazón verla así.
–Ya está aprendiendo a hablar como ellos, señor.
–Es verdad –dijo Breetai sonriendo.
Los meses de la misión en el Satélite Fábrica habían terminado. El transbordador en el que Lisa y su equipo de trabajo regresarían a la Tierra, estaba listo.
Breetai y Exedore tuvieron una breve plática con Lisa, momentos antes de que ella abordara el transbordador.
–Fue un gusto tenerla nuevamente con nosotros, Capitana –dijo el general micronizado.
–El gusto es mutuo, General. Agradezco las atenciones de ambos –respondió Lisa dirigiéndose a Breetai y Exedor.
–Que tengan un viaje tranquilo, de regreso a la Tierra –dijo Exedore estrechando la mano de Lisa, ademanes que Breetai observaba detenidamente.
Lisa notó la curiosidad del General por las despedidas humanas, por lo que quiso despedirse de una forma no militar.
–General, ¿puedo despedirme de usted, fuera de protocolo? –preguntó Lisa.
–Sí, capitana, aunque no sé exactamente a qué se refiere –respondió Breetai.
Lisa acortó el espacio entre ella y Breetai y se despidió de un abrazo de él, quien extrañado, no sabía cómo corresponder.
–Debe abrazarla también, señor –sugirió Exedore.
–Es que no estoy acostumbrado a estas muestras de… de…–dijo Breetai.
–Afecto, general –continuó el ministro.
–Sí, de afecto –repitió Breetai–. Capitana, sea feliz. Al teniente Hunter le gustaría verla sonreír… siempre.
Al escuchar ese comentario, Lisa no pudo contener la emoción y de inmediato, las lágrimas inundaron sus ojos e inevitablemente, rodaron por sus mejillas. Breetai desconocía cómo reaccionar pues nunca había estado en una situación así, mientras varias ideas para hacer sonreír a la capitana, cruzaron por su mente en ese momento.
El conteo para el despegue del transbordador había comenzado, por lo que Lisa se despidió nuevamente de Breetai y después de Exedore, dando un abrazo al ministro también.
El viaje a la Tierra fue sin eventualidades. Al día siguiente, Lisa rindió su reporte al recién ascendido Almirante Supremo Henry Gloval, quien felicitó a Lisa y al equipo de trabajo por su labor satisfactoria. Posteriormente, el Almirante habló a solas con Lisa, sugiriéndole que pidiera los periodos vacacionales que no había tomado en los años que llevaba trabajando con las fuerzas espaciales Robotech. La sugerencia fue objetada por Lisa, justificando que el trabajo mantenía su mente ocupada para no pensar en hechos tristes.
Habían transcurrido algunos años desde la batalla final con los Zentraedi y las labores de reconstrucción de la Tierra, que ya manifestaba zonas de recuperación natural. Se había establecido una nueva Ciudad Macross, alrededor de un cráter donde quedó inmovilizado el SDF-1. Con las lluvias y el deshielo de las nevadas, el cráter se había cubierto de agua, formando un lago, cuya imagen con el SDF-1 en medio de él, era la característica que identificaba a la ciudad.
La base militar se había establecido cerca de la fortaleza espacial y a su vez, se había construído una colonia habitacional para el personal militar.
La vida de Lisa transcurría entre el trabajo en la base militar y el trayecto de regreso a su casa. Algunas veces tenía que viajar a las bases militares de otras ciudades, pero normalmente se encontraba en Ciudad Macross. La atractiva militar seguía manejando grandes cantidades de trabajo como era habitual. Día tras día, ella había superado su duelo y ahora las noches eran pacíficas, conciliando el sueño y agradeciendo la oportunidad de vivir que le había otorgado Rick Hunter, el gran amor de su vida. «Bueno, una de las tantas oportunidades de vivir, pues me salvaste en repetidas ocasiones, mi amor» pensaba ella especialmente en esa noche, mientras se envolvía en un cobertor para disponerse a escribir un diario que había sido su aliado para canalizar el dolor que sintió con la ausencia física de Rick. Se sentó en un sofá y se acomodó para escribir.
En la tranquilidad del hogar de Lisa, comenzaba a sentirse mucho frío pues estaba pronosticada una severa tormenta de nieve para esa noche. «Estoy tan cómoda aquí, que no quiero moverme para incrementar la temperatura del sistema de calefacción… Me quedaré unos minutitos más y subiré la temperatura antes de ir a dormir con este guapo piloto dueño de mi corazón. Sé que debo aprender a vivir sin tu presencia física pero siempre vivirás en mí» pensaba ella mientras veía una foto de Rick que siempre tenía guardada entre las páginas de su diario.
El cansancio comenzaba a cerrar los párpados de los bellos ojos verdes de la hermosa capitana. Estaba dormitando cuando, entre sueños, oyó que alguien tocaba a la puerta. «Creo que es mi imaginación… ya estaba soñando. ¿A quién se le ocurriría salir en plena tormenta invernal?» pensó, acurrucándose más en el sofá.
Justo cuando apoyó su cabeza en el respaldo del sofá, escuchó nuevamente que alguien tocaba a su puerta, sin embargo, no se volvieron a escuchar más sonidos que el viento de la tormenta de nieve. «¿Será que verdaderamente alguien esté afuera, con este clima? Iré a ver…» dijo Lisa para sí, levantándose del sofá, envolviéndose más en el cobertor, sujetándolo con sus brazos, mientras caminaba hacia la entrada de su casa.
Lentamente abrió la puerta y se quedó paralizada, abriendo su boca en señal de sorpresa.
–¡No puede ser! –exclamó Lisa.
Sus ojos verdes no podían creer lo que estaban viendo. La vacilante figura sostenida en la puerta de la casa de Lisa, dio algunos pasos hacia el interior, trastabillando constantemente. La propia fuerza del viento hizo que la puerta se cerrara de tajo, haciendo un ruido ensordecedor que desubicó al invitado inesperado, quien no pudo sostenerse más y se dejó caer.
En un movimiento rápido, Lisa detuvo la inminente caída del cuerpo casi desnudo del visitante, quien se dejó caer sobre ella. Lisa no pudo soportar todo el peso y cayeron al piso.
Ella estaba en shock. Casi no podía respirar, tanto por la impresión de ver nuevamente ese rostro, así como por la caída de espaldas al piso que le había sacado el aire de sus pulmones, aunado al peso corporal que le caía encima.
Finalmente, el llanto de Lisa afloró, lo cual la sacó de su estupor e inmediatamente, abrazó con todas sus fuerzas a ese ser que por años había amado y que justo ahora, yacía inmóvil sobre el cuerpo de ella.
Continuará…
Nota de Autor:
Comparto esta historia que llegó a mi mente intempestivamente. Está llena de nostalgia aunque poco a poco, la alegría volverá a hacerse presente.
Espero sus comentarios con respecto a este fic. ¿Qué les ha parecido el comienzo? ¿Quién creen que será ese personaje que visita a Lisa en medio de la tormenta de nieve?
Sé que tengo otras historias pendientes, no las he abandonado. Espero poder actualizarlos en cuanto me sea posible.
Asimismo, los invito a escuchar, en conocida plataforma de videos, los primeros capítulos en audio de "Enlaces del Destino". Es un trabajo de un grupo de jóvenes que prestan sus voces a esta historia de mi autoría, así como dibujos de fan artistas.
Saludos a todos.
*Veritech: Variable Engineering and Robotics Integration TECHnology
