- El jefe y Machi se están tardando mucho. – comentó Nobunaga mientras continuaba limpiando su katana como era costumbre.
Hacía pocos días que habían llegado a Kakín y se encontraban a poco tiempo de llevar a cabo su "plan maestro" contra el Real Museo de Antropología y Naturaleza, tomando como base de operaciones una casa a las afueras de la capital, cuyos dueños originales habían sido cruelmente asesinados por ellos hacía algunos días.
- Creo que ellos aún están en el piso de arriba. – contestó Bonolenov a Nobunaga, mientras que el hombre vendado buscaba en la cocina de aquella casa alguna cosa que pudiese almorzar.
- ¿Creen que el jefe este cogiendose a Machi? – preguntó Shizuku inocentemente, ganandose una carcajada sonora de parte de Nobunaga y las miradas de desaprovación de los demás presentes.
- ¡Shizuku! ¡No es de buena educación hablar mal de tus superiores a sus espaldas! – regañó Bonolenov a Shizuku.
- No estoy hablando mal de ellos. Que tengan sexo no es algo malo, al revés, yo creo que es fascinante. A mi me encantaría tener tanto sexo como ellos. ¡Si tan solo tuviera un amante que me tratara de esa forma! – exclamó Shizuku, robando una bebida energética del refrigerador.
Phinks por su parte se mantenía sentado fumando en un rincón de la cocina, escuchando el descaro de sus colegas en completo silencio. Le fastidiaba que todos trataran de actuar de forma "normal" pese a que la única razón por la cual habían emprendido un viaje tan largo a ese mugroso reino había sido para vengar a Feitan. ¿Por qué todos parecían tan felices excepto el? Phinks sentía una punzante envidia de Shizuku y la forma tan desenvuelta en la que ella hablaba del sexo, así como de Chrollo y Machi, quienes habían hecho fama por su indiscreta relación.
¿Por qué Feitan y el jamás pudieron vivir su relación tal cual era? ¿Por qué se empeñaron tanto en mantener todo en secreto? ¿De qué les había servido todo ese secretismo si en el fondo todos sabían perfectamente como funcionaba la relación de ellos? ¿Por qué esa bestia del Continente Obscuro fue tras Feitan y no tras otra persona?
Phinks aplastó la colilla de su cigarro en la pared de la cocina, sintiendose al borde del colapso, mientras que Bonolenov y Kalluto urgaban en el refrigerador de aquella casa y en la radio se escuchaba Stayin Alive de los Bee Gees*. Phinks gruñó en silenció recordando amargamente, que la primera vez que escuchó esa canción había sido con Feitan, pues el solía usarla como musica de fondo para sus interrogatorios. "Life is going nowhere… somebody help me…" chillaba la radio, haciendo que Phinks recordaba que ese era usualmente el verso en el que Feitan decidía si acuchillar el rostro o la entrepierna. El nunca le creyó a Feitan cuando le dijo que esa cancion pudiera ser tan desesperante como para ser usada para torturar a alguien, sin embargo, he allí el, sentado en el rincón más apartado de la cocina y desidiendose entre cometer suicidio o asesinato esa misma noche, mientras el resto de sus compañeros comían sobras del refrigerador y esperaban la estelar aparición de Machi y Chrollo al ritmo del disco. La sola imagen mental de su líder yaciendo con Machi al ritmo Bee Gees hacía que sintiera nauseas. Curiosamente esa canción también había estado de fondo en la radio la primera vez que Phinks y Feitan tuvieron relaciones sexuales. Phinks recordo con nostalgia, había sido en la carretera camino a la capital de Rokario, en el asiento delantero de un Chevrolet Malibu, mientras esperaban recibir ordenes de Chrollo. El mentiría al decir que aquel encuentro fue el mejor de su vida y sería imverosímil si se sugiriera que el era vírgen antes de conocer a Feitan, sin embargo, cuando se está entrelazado del cuerpo de alguien que se ama la primera experiencia con dicha persona es una hermosa cicatriz que se atesora en la mente.
Phinks jamás volvería a sentir la pasión que sintió en aquel automovil en medio de la carretera, ni a escuchar insultos en un idioma el cual no entendía pero era capaz de reconocer al estar en la lengua de Feita ni tampoco comparitría con aquel pequeño demonio aquellos días de trabajo duro y adrenalina ante el peligro de muerte y mucho menos volvería a ver aquella sonrisa tan sádica como burlona la cual Feitan solo dedicaba a quienes eran de su absoluta confianza. Todo eso se había ido para siempre.
Phinks jamás le dijo a Feitan la trillada frase "te amo", ellos no eran hombres sentimentales y esas frases, para ellos solo existía dentro de las telenovelas, sin embargo, ahora Phinks se arrepentía de jamás habersela dicho. Después de todo, si lo de ellos no había sido amor, entonces ¿Por qué se había sentido tan bien? Phinks apretó sus puños, ahora la radio tocaba Groovejet. " If this ain't love… Why does it feel so good?" cantaba Sophie Ellis-Bextor en una voz tan insoportablemente femenina y cursi para Phinks, que este, sin previo aviso, se avalanzó contra la radio machacandola de un solo golpe, remplanzando aquella melosa música pop con un silencio incomodo.
- Oye, pudiste decirnos que no te gustaba la música disco, no tenías que destrozar a la pobre radio. – dijo Nobunaga relajadamente.
- ¿Creen que esto es un juego? ¿Creen que lo que haremos esta noche no es de absoluta importancia? – reclamó Phinks furioso.
- Todos tomamos en serio este asunto, Phinks. No se que te hace pensar lo contrario. – respondió el espadachín.
- ¡Todos ustedes estan atiborrandose de chucherías y escuchando música de mierda como si fuera una fiesta! ¿Dónde está su seriedad? ¿Dónde está su duelo? ¿No están viendo que necesitaremos toda nuestra fuerza para esta noche? ¿Es que acaso Feitan no significó nada para ustedes?– gritó Phinks.
- Se lo que sientes Phinks y te puedo asegurar que todos aquí extrañamos a Feitan. – contestó Nobunaga.
- ¿Entonces por qué están tan felices? – inquirió furioso.
- No porque estemos sonriendo significa que no nos duela lo de Fei. – intervinó Shizuku, tras darle un sorbo a su bebida energética.
- Ustedes no entienden lo que Feitan significaba para mi, nadie aquí tiene la más remota idea de lo que el y yo eramos… - gruñó Phinks mientras daba un manotazo a la mesa de la cocina partiendola en dos sin ningún esfuerzo.
Hubo un breve silencio. En realidad la mayoría de los miembros de una u otra forma eran capaces de ver que la relación de Phinks y Feitan había sido mucho más que camaradería, sin embargo, nadie se atrevió a comentarlo en voz alta, pues, pese a aprobar aquella relación por completo, los prejuicios y las tradiciones con las que la mayoría se había criado seguían pesando mucho en su mente. En aquella organización dedicada al crímen los sentimientos y el sexo eran un tabú. En especial tratandose de los sentimientos de dos de sus hombres.
Shizuku avanzó hacia el refrigerador y sacó de allí una barra de chocolate la cual comenzó a abrir lentamente.
- Tienes razón Phinks. No entendemos lo que Fei significaba para ti. Igual que nadie entiende lo que Franklin significaba para mi. Pero esta bien. A veces las personas no se entienden las unas a las otras. – contestó Shizuku mientras le entregaba a Phinks aquella barra de chocolate.
Phinks tragó saliva al ver como Shizuku comenzaba a derramar silenciosas y gruesas lágrimas. Franklin había sido para Shizuku como un padre o un hermano, siendo quien siempre había cuidado de ella. A Franklin jamás le importó que ella fuera incapaz de retener sus recuerdos simples o que a veces no entendiera del todo lo que significaba el mudo que la rodeaba, el siempre le explicó con toda la paciencia del mundo, la protegió de todos los peligros y aceptó sus límites sin poner condiciones.
Antes de conocer a Franklin, Shizuku había aceptado su lugar en el mundo como una niña, vaga, débil y estúpida, rondando sin rumbo por Ciudad Meteoro, robando para comer y a menudo vendiendo su entonces inmaduro cuerpo a cambio de un techo. Después de todo eso era lo único que le había enseñado su familia: para una inútil como ella la única forma de ganarse la vida era dejando que otros abusaran su cuerpo. Pese a que Shizuku había desarrollado su habilidad nen siendo muy joven, ella jamás pensó que le sería útil para algo, además de limpiar la eterna mugre que la rodeaba. Franklin fue el primero que descubrió en ella algo de humanidad y la alejó para siempre del abuso que sufría. Fue el el quien le ayudó a perfeccionar su habilidad nen y le demostró que esta podía ser útil, por no decir indispensable. Franklin le enseño a defenderse y eventualmente la invitó a unirse a la Araña, formando pronto un inquebrantable vínculo con aquella temeraria organización. Para todos Franklin pudo haber sido un monstruo, para Shizuku Franklin Bordeaux era su ángel guardian y el hombre más amable que había conocido en toda su vida.
Shizuku, pese a jamás haber derramado una sola lágrima frente a sus compañeros durante todo el tiempo que llevaba siendo miembra de la Araña, lloró a mares el día que murió Franklin. Shizuku recordaba como aquel fatídico día, Franklin la obligó a huir y dejarlo enfrentarse al enemigo por si solo. Shizuku a veces lloraba en secreto, lamentandose que, de todo lo que ella pudo olvidar, la muerte de Franklin seguía grabada en su mente. Había veces que ella despertaba en la noche y lloraba tras darse cuenta que a su lado ya no estaba aquel gigante bonachón al que le debía la vida. Ya no estaba aquel gigante para vigilar que ella se lavara los dientes después de comer y llevar toallas sanitarias de emergencia en sus bolsillos, ni para que le recordara de que se trataba la misión que estaba haciendo o para que le escribiera la lista de compras en el mercado. Ahora ella tenía que valerse por si misma.
Bonolenov había tratado inútilmente de llenar aquel vacío que Shizuku sentía, fungiendo a menudo como figura de autoridad y confidente para ella, después de todo el era el único miembro de la Araña que en algún momento de su vida había sido padre de alguien, sin embargo, ambos estaban concientes que el jamás podría llenar el hueco que Franklin había dejado. Pese a toda la compostura y tranquilidad que aparentaba Shizuku, en el fondo ella había sido una de las personas más negativamente impactadas por la expedición al Continente Obscuro.
- Shizuku… yo… no debí… perdón. No debí haber actuado así, no debí dejar que mis emociones explotaran, por favor, disculpenme. – se disculpó torpemente Phinks tratando de devolverle el chocolate a Shizuku y evitar que ella siguiera llorando.
Pese a su rudeza y actitud de macho, Phinks era conciente de que Shizuku, junto con Kalluto, era una persona muy vulnerable, que necesitaba del apoyo de todos y que había sido muy inmaduro de su parte explotar de esa manera frente a todos ellos de esa forma.
- Cómetelo tu, cuando la gente tiene hambre no puede calmarse y tu necesitas calmarte. O al menos eso salía en los comerciales de Chocorobots de la radio. – dijo Shizuku secandose las lágrimas y regresando a su usual calma que tanto la caracterizaba.
Phinks estuvo a punto de contestarle, pero antes de que el pudiese decir algo, Chrollo y Machi hicieron acto de prescencia en la cocina de aquella casa. Chrollo contempló la mesa y la radio rota, rascandose la barbilla al ver semejante desorden.
- Bien, parece que ustedes estan ansiosos por inciar el desorden. – dijo Chrollo tranquilamente, siendo la palabra "desorden" un eufenismo para la complicada estrategia que habían planeado con cautela absoluta y esmero.
- Absolutamente, jefe. – contestó Phinks.
- Perfecto. Repasaremos el plan una vez más y partiremos a más tardar en una hora. – contestó Chrollo.
Phinks le dio una mordida a la barra de chocolate, sonriendo con sadismo al pensar en la concretización de aquella venganza. Aquellos que humillaron a la Brigada Fantasma pagarían por su atrevimiento.
XXXXX
Bien, he estado algo ocupada, pero como no he podido salir más que a lo necesario aquí paso mis horas escribiendo como siempre.
Monnie´s: Ay, ya hiciste que me sonrrojara, la verdad es que este fanfic se me ha hecho muy entretenido de escribir, en especial porque a diferencia de en OP donde hay capítulos casi cada semana HxH lleva literalmente años en hiatus, así que uno se entretiene imaginando a donde irá a parar la historia.
Notas: * Es sabido el hecho de que tanto en Guantanamo como en Abu Ghraib se utilizó música para torturar e interrogar a los prisioneros, incluyendo música de Bee Gees.
