- ¿De verdad vamos a salir de aquí con las manos vacías? – preguntó Nobunaga algo desconcertado mientras bajaban por las escaleras hacia el segundo piso.

- Habla por ti, yo me me llevé todo el dinero de la tienda de regalos. – dijo Phinks burlonamente.

- Este fue un saqueo de castigo. Si nos apropiasemos de alguna antigüedad verdaderamente valiosa y la vendiesemos, al poco tiempo algún mafioso conectado con la Familia Real de Kakín podría devolverlo a este reino. Por ahora nuestro objetivo es destruir todo lo que los que humillaron a Feitan construyeron. – contestó Chrollo mientras masajeaba su propia frente con sus manos en un vago intento por mitigar ese horrible dolor de cabeza que lo había aquejado toda la noche.

Chrollo se seguía sintiendo mareado y el ruido de afuera combinado con el olor gasolina y madera quemada del tercer piso no le ayudaba en absoluto. Comenzaba a sentirse cansado y sin fuerza para escapar de aquel sitio, sin embargo, el sabía no podía quedarse allí quieto y esperar a que de milagro saliera illeso de aquella trampa mortal que el había ingeniado. Faltaba poco para que la catedrál hiciera sonar sus campanas y todos contaban con el para abandonar aquel edificio. Chrollo trató de dar un paso al frente pero el mareo hizo que su cuerpo perdiera el equilibrio por completo, callendose boca abajo por las escaleras y quedando inconsiente inmediatamente tras estamparse contra el suelo.

Lobby del museo

-¿Por qué se estarán tardando tanto? ¡Ya casi es hora! – reclamó Bonolenov a Machi genuinamente preocupado.

- No tengo, idea. Lo mejor será que nos adelantemos con Shizuku, estoy segura que no tardarán en llegar. – contestó Machi sin quitar sus manos de los hilos con los que estaba manejando a la cada vez más numerosa policía.

Pronto, Nobunaga, Kalluto y Phinks llegaron al lobby, cosa que hubiera calmado a Machi de no ser porque Nobunaga llevaba cargado a un inconciente Chrollo en sus musculosos brazos.

- ¿Qué le pasó a nuestro jefe? – interrogó Machi bruscamente.

- Se desmayó en las escaleras y se golpeó la cabeza.– contestó Nobunaga nerviosamente.

- ¿Cómo?

- ¡No se! ¡Simplemente estaba allí bajando las escaleras y de la nada se tumbo en el piso! – contestó Nobunaga.

- ¡Mierda! ¡Lo que faltaba! – maldijo Machi.

Todos habían contado con que Chrollo les ayudaría con su s habilidades nen a escapar con vida de aquel sitio, sin embargo, ahora que estaba inconsciente tenían que arreglarselas por ellos mismos. Machi tomó aire profundamente.

- ¿Te sobró combustible y esos dispositivos que le compramos a tu hermano? – preguntó Machi a Kalluto seriamente.

- Si, señorita. Tengo aún cico disposivios y un litro de combustible.

- Bien. ¡Nobunaga! Llevate al jefe con Shizuku y mantenganse a salvo, sigan el plan original de salida. No se preocupen por nosotros. Bono, tu irás a fuera y despejarás todo lo que puedas, mientras Phinks te cubre. Kalluto, deja los dispositivos en los edificos clave que repasamos en la tarde y dame el combustible para que yo lo use en caso de emergencia. Haz que se activen junto a los del resto del museo. Yo te cubriré a ti desde lejos. ¡Hay que salir de este embrollo antes de la campanada! ¡Muévanse ahora!

Acto seguido todos se fueron a sus puestos, arrancandó Bonolenov al frente junto a Phinks, mientras que Machi y Kalluto se escabullían entre la confusión y las sombras. Nobunaga por su parte corrió al estacionamiento del museo sin dejar de soltar a Chrollo.

Estacionamiento del museo

El estacionamiento se encontraba en un piso subterraneo del museo, siendo también un area usada para descargar los objetos que llegaban a este. Usualmente aquella areá estaría vigilada, sin embargo aquellos vigilantes habían sido rápidamente asesinados por Shizuku, quien se mantenía quieta afuera del trailer de carga esperando ordenes. Sabía que los demás llegarían pronto y una vez que estuviesen fuera del museo su jefe junto con Bonolenov y Machi les alcanzarían para el gran escape. O al menos eso era lo que ella había anotado en su recordatorio personal.

- ¡Shizuku! ¡El jefe se desmayó! ¡Tu y el ocupen la parte trasera, yo conduciré! – dijó Nobunaga entregando a Chrollo en los brazos de Shizuku.

- ¿Y los demás? -preguntó Shizuku genuinamente preocupada.

- Machi dijo que se encargaría de ellos. Ahora lo importante es salir de aquí ahora mismo y no dejár que nada malo le pase al jefe.

Shizuku tragó saliva al oír la orden de Nobunaga, sin embargo, viendo lo precaria que se había tornado la situación eligió seguirla.

- De acuerdo. Eso haremos. – contestó Shizuku, entrando a la parte trasera del trailer.

Afuera del museo, Calle Halkenburg

Bonolenov acababa de aplastar a almenos veinte personas de manera simultanea, mientras que Phinks se mantenía al pendiente de que nadie se les acercara. Pese a usualmente ser un experto en combate físico, Phinks ahora llevaba un rifle de asalto el cual tiraba a matar hacia todo lo que se moviera salvo por su compañero Bonolenov. Sin embargo, casi como si fueran cabezas de una hidra, al poco rato que moría uno llegaban más polícias, e incluso habían comenzado a llegar refuerzos del cuerpo militar.

- ¿Cuánto más tendremos que quedarnos aquí? – preguntó Bonolenov mientras le daba la estocada final con su lanza a un pobre policía que tuvo el infortunio de acercarce mucho a ellos.

- No se. Supongo que poco. – contestó Phinks tras disparar ciegamente frente al contingente armado que iba llegando.

Phinks gruñó, al darse cuenta que finalmente se había quedado sin municiones. Tendría que volver a manchar sus puños.

- ¿Crees que muramos en este sitio?

- Tienes que admitir que sería una muerte épica. – contestó Phinks riendo al quebrar el cuello de otro polícia.

- ¡Ha! ¡Tu si entiendes! ¡Morir con honor en medio de la batalla es el placer más grande de todo guerrero! – exclamó Bonolenov mientras danzaba esquivando las balas de sus rivales.

Phinks simplemente echó una carcajada, sintiendo un placer sádico, casi animalistico al escuchar al guerrero danzante mientras sus brazos desgarraban a otro hombre. Si Feitan los viera estaría disfrutandolo mucho. Quizá ya era tiempo de irse junto a Feitan para siempre. Sonrió al pensarlo: Morir frente la pira funeraria de Feitan, tras haber masacrado a los que lo humillaron, disfrutado de nuevo de la adrenalina absoluta del combate. Quizá al morir el iriá junto a Feitan al más allá y estarían juntos, unidos junto a todos los heroes y guerreors de los que había escuchado en las leyendas, unidos por la eterernidad en el Reino de Osiris…

La fantasía mórbida de Phinks fue rápidamente interrumpida por Machi, quien llegó en una camioneta robada junto a Kalluto, atropellando a varios hombres al instante.

- ¡Rápido! ¡Suban ahora! -gritó Machi, haciendo que ambos hombres la obedecieran al instante.

Tan pronto sus compañeros regresaron, Machi pisó el acelerador con más fuerza, hasta que llegaron al puente de Huo Lei. Kalluto también se encontraba dentro del auto manteniendo su usual calma pese a los erráticos y rápidos movimientos que hacía Machi, quien desobedecía deliberadamente las normas de transito para huir con vida de sus perseguidores. Kalluto sabía que el puente Huo Lei era por mucho uno de los más largos, conectando la parte isleña de la capital con la continental de forma casi perfecta. Sin embargo, ese puente no estaba libre de controversias: se creía que la diseñadora de aquel puente había sido una "favorita" del monarca anterior, la cual ni siquiera tenía conocimientos básicos de arquitectura, llegandose a creer incluso que aquella arquitecta había logrado obtener dicha comisión a base de favores obscenos, siendo aquel puente una prueba irrefutable de nepotismo y lujuria por parte del difunto monarca. Los padres de Kalluto siempre habían afirmado que aquel rumor no era más que una charlatanería inventada por envidiosos, pero su abuelo no cesaba de contar como la arquitecta de ese puente no era más que "una vieja piruja y afortunada". Fuera como fuera, en aquel momento la arquitectura del puente era lo menos importante: salir de aquella isla era su pioridad en ese momento.

Kalluto hechó un ojo a la apariencia de sus colegas: la túnica blanca de Phinks se había manchado ya de sangre y mugre al igual que su nemes, el cual milagrosamente se mantenía en su sitio. Por su parte Bonolenov se había arrancado su disfraz de guía de museo, encontrandose solo en unos bóxers de ropa interior y zapatos deportivos, permitiendo que de esta forma se viera el tatuaje de araña de su muslo izquierdo y sus perforaciones corporales. Kalluto estuvo a punto de ofrecerle a Bonolenov algo para cubrirse, sin embargo, antes de que eso pasara, la catedrál tocó sus campanas.

"¡Ding, dong, dang! ¡Ding, dong, dang!" fue lo último que se escuchó antes de que una poderosa explosión arrasara el museo, así como varios edificios de sus alrededores. Kalluto volteó atrás, viendo la destrucción que los dispositivos explosivos que le había comprado a Milluki habían ocasionado. La tierra había temblado y en la ciudad dominaba el olor a humo y fuego. Kalluto sabía que aquellas cosas podían ser potentes, sin embargo, el verlas en acción le hizo temblar de miedo. Sin duda su hermano mayor era un genio perverso.

Todos los perseguidores de la Araña se detuvieron, completamente confundidos por el estruento, mientras que Machi, por su parte aceleró lo más que pudo y viendo que nadie los siguiera en auto, ella se desvió del camino principal del puente, tirandose a si misma y sus compañeros al mar.

Nadie los seguiría allá abajo. O al menos nadie los seguiría hasta que se supiera con exactitud que fue lo que había ocurrido aquella noche en el Real Museo de Antropología y los edificios de los alrededores.

Sin duda, la venganza de la Brigada Fantasma contra Kakín había sido un éxito.

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Y aquí concluye la ansiada venganza de la Brigada Fantasma, pero no el fanfic, pues cada acción de la Brigada tiene una reacción contra ella. ¡Muahahaha! Espero que hayan tenido una feliz Navidad y les deseo lo mejor este próximo 2021. Muchos saludos a Monnies y Rosslie, así como a todos mis lectores y lectoras que se han encontrado con este fanfic.