- Phinks, por favor, besamé… - ordenó Feitan al rubio sonriendo pícaramente.
Phinks se quedó mirando a Feitan, quien yacía reclinado junto a el, desprovisto de su usual túnica negra y la bandana con la que que cubría su cara. Feitan, pese a tener baja estatura y un cuerpo invadido de cicatrices de combate, seguía teniendo una musculatura bastante envidiable. La combinación de ese musculoso cuerpo con un pálido rostro apolineo y una sedosa melena obsidiana, hacían que Phinks se sintiera casi intimidado por la belleza de su compañero.
Feitan, al ver como Phinks estaba demorando en tomar iniciativa, decidió treparse de su torso y plantarle un beso de pico en la boca. Algo en el interior de Phinks le decía que no debería estar besando a Feitan, no así, no en ese momento, sin embargo la hipnótica sensualidad de su compañero lo obligó a seguirle el juego. La seca castidad de aquel beso fue rota por Phinks, quien pronto forzó su lengua dentro de la boca de Feitan. Tras un rato Phinks despegó la su boca de la de Feitan y comenzó a besarle el cuello y los hombros vorazmente. Feitan soltó un gemido de placer al sentir aquellos labios en su cuerpo, haciendo que Phinks comenzara a sentirse excitado al oir la respuesta de su amante. El chaparro sonrió y comenzó a desabrochar la chamarra deportiva de Phinks, quien coincidentemente había olvidado ponerse su camiseta de ropa interior.
Phinks suspiró excitado al sentir las manos de Feitan acariciando su musculosa espalda, así como sus labios recorreindo sus pectorales en una serie de salvajes besos intercalados con algunos pequeños mordizcos. La boca y las manos de Feitan comenzaron a bajar lentamente por el cuerpo de Phinks hasta que sus labios estaban posicionados en el abdomen y sus manos se encontraban masajeandole los muslos y las nalgas. Phinks podía sentir como aumentaba la rigidez que había entre sus piernas y pudo ver como esa excitación también se hacía latente en los pantalones de aquel petiso.
- Feitan… por favor… quítamelos… - rogó Phinks entre jadeos.
- ¿Qué quieres que te quite? – contestó Feitan mientras apretaba los muslos de su compañero.
- ¡Agh!¡Los pantalones, los boxers, todo! ¡Feitan, por favor! – gruñó Phinks, sintiendo como inmediatamente después de dar su orden a Feitan este le bajaba de un tirón sus prendas.
- ¿Algo más? – preguntó Feitan, mientras miraba la intimidad de Phinks con una sonrisa impúdica y sacaba de uno de los bolsillos de sus pantalones un preservativo.
- ¡Feitan, por favor, hazme tuyo! ¡Feitan, hazme tuyo y de nadie más! ¡Por favor, Fei, yo te necesito! ¡Feitan Portor, yo te amo! – gritó Phinks apasionadamente, sintiendose poco a poco inundado en aquel calor divino.
Phinks sonrió deleitado al ver como Feitan se arrancaba también sus pantalones negros, mostrandole todo el esplendor de su hombría. Si eso no era amor ¿Por qué se sentía tan bien?
- ¡Phinks! ¿Estás bien?
Un fuerte apretón de hombros y una sacudida hizo que Phinks saliera repentinamente de aquella pasión onírica, lanzando un manotazo hacia quien lo acababa de despertar.
- ¡Puta madre, Kalluto! ¿Por qué chingados me despiertas a estas horas? – gritó Phinks malumorado.
- Oh, lo siento mucho. Estabas gritando mucho el nombre de Feitan en ese sueño, así que pensé que estabas teniendo alguna pesadilla sobre el. – se disculpó Kalluto, aún adolorido por el manotazo de Phinks.
Phinks gruñó malhumorado. Era bien sabido que desde la muerte de Feitan Phinks se había visto acosado por inumerables pesadillas sobre el, llegando a gritar desesperadamente su nombre por las noches y despertando al borde las lágrimas. Sin embargo, aquella noche había tenido un sueño excesivamente placentero. Desde niño era raro que Phinks tuviera buenos sueños, en el mejor de los casos soñaba algun evento absurdo y en el peor terminaba teniendo pesadillas horrorosas sobre sus seres queridos y toda clase de eventos traumáticos. Que alguien lo hubiera despertado de aquel sueño tan plácido y sensual había sido bastante frustrante.
- Estaba soñando con Feitan. Sin embargo, no fue un mal sueño. – dijo Phinks tumbandose de nuevo en el colchón.
- Oigan son las cuatro de la mañana. ¿Por qué tan madrugadores? ¿Pasó algo malo?– preguntó Nobunaga entrendo a la habitación sin previo aviso.
- Pfff… no fue nada. Soñe con Feitan, Kalluto pensó que tenía una pesadilla, me despertó y… ugh, creo que lo lastime un poco. Lo siento Kall, ya sabes como me pongo cuando no duermo. – dijo Phinks sonriendo amargamente.
- ¿Y qué soñaste? – preguntó Nobunaga con curiosidad, sin embargo, pronto se avergonzó de preguntarle, pues el espadachín pudo percatarse del bulto que había entre las piernas de Phinks, el cual se encontraba discretamente cubierto por una desgastada franela. Phinks por su parte soltó una risa amarga ante la pregunta y bostezó antes de contestarle.
- De lo que hacíamos juntos en los viejos tiempos. Ya sabes, cuando estabamos por allí robando cosas, ja. – contestó Phinks.
Si bien la respuesta no había sido muy precisa tampoco había sido una mentira. Nobunaga tragó saliva al sentir cierta tensión incomoda en el aire.
- ¡Hey, Kalluto! ¿Por qué no vas a la despensa y nos traes algo de cerveza? ¡O refresco! Y si puedes saca algunas de esas frituras que compramos la vez pasada. – ordenó Nobunaga.
- ¿No es muy tarde para beber y comer comida chatarra? – pregunto el Zoldyck desconcertado.
- Pfff… consideralo un desayuno adelantado. Es más, si quieres de una vez coce unos huevos y algo de frijoles de lata. – dijo Nobunaga.
- De acuerdo. En seguida se los traigo. – contestó Kalluto, saliendo de aquella habitación rápidamente, dejando solos a ambos adultos.
- ¿Puedo hacerte una pregunta personal? – dijo Nobunaga a Phinks en voz baja.
- ¿Qué?
- ¿No has pensado en intentar, ya sabes, salir con alguien nuevo e intentarlo otra vez?
Phinks respiró hondamente antes de contestar a Nobunaga.
- Feitan, fue más que mi… amante. – contestó Phinks, en voz baja, casi inaudible al pronunciar la palabra amante- El fue mi camarada, mi mejor amigo desde la infancia, la persona que me introdujo a la Brigada Fantasma y me enseñó a sobrevivir en este mundo de mierda. No es que sea una virgen vestal y que jamás haya estado con nadie, solo que, nunca he estado con nadie como Feitan. Además en mi caso esta clase de cosas son muy complicadas… yo…bueno… ya sabes.
- Entiendo. Feitan era un hombre único, jamás habrá nadie que lo remplaze.
- Más después de todo lo que pasamos juntos. – murmuró Phinks nostálgicamente.
- ¿Te acuerdas de esa vez que apostamos por ver quien sería el que más mataría en aquel atraco en Gorteau? – preguntó Nobunaga trarando de sacar a Phinks de aquella melancolía a la que lo había inducido.
- Ja, aún me acuerdo. Uvogin tenían la ventaja, pero tu también estabas dandole unas buenas palizas a esos tipos. Yo casi le gano a Feitan, pero al final el imbécil le dio el tiro de gracia a una de mis víctimas y se quedo con la gloria. ¡Áprovechandose de mi como siempre!
- O cuando ustedes se disfrazaron de turistas para infiltrarse en esa mansión de Egypersia.
- ¡Joder! Eso estuvo alucinante, jaja. El pobre de Feitan se disfrazó de una mujer con maquillaje, pechos falsos y todo. Y lo peor fue que Shizuku y Uvogin pensaron que yo estaba con una mujer en vez Feitan. – exclamó Phinks sonriendo de oreja a oreja.
- ¡Diablos! ¡Eso traumatizó a Uvogin de por vida! ¡Como te extraño Uvogin!
- ¡Ugh! ¡Yo también extraño a Uvogin!
- ¡Y a Franklin! – comentó Nobunaga.
- ¡Y a Shalnark! – agregó Phinks.
- ¡Y a Kortopi!
- ¡No te olvides de Paku!
- Joder, como los extraño a todos.
- ¿Sabes que habrá sido de Illumi? – preguntó Phinks.
- Ni puta idea. No me caía muy bien ese bastardo, pero tienes que admitir que tenía lo suyo. – contestó Nobunaga.
- Ja, todos tenían lo suyo aquí. Menos Hisoka. Esa lacra merece pudrirse en el infierno.
- Ni me recuerdes a ese payaso, jamás le perdonaré que haya asesinado a Shalnark y a Kortopi, ni su alianza con el bastardo de las cadenas, ni mucho menos lo que le hizo a Machi en el Continente Obscuro. – contestó Nobunaga amargamente.
- Que ese payaso la hubiera violado de esa forma tan vil y cobarde depués de todo lo que Machi hizo por el y todas las payasadas que le aguanto. Ni hablar de la forma tan rastrera en la que mató a Kortopi. ¡Joder, era un niño! ¡Kortopi aún era un pinche niño! ¡Aún coleccionaba esos robots de jugete que salían en las bolsas de papas fritas! Shal solo lo había llevado al parque para divertirse un rato y ese cretino de Hisoka los mató allí sin que se pudieran defender ni hacer nada.
- Uvogin siempre tuvo razón en desconfiar de Hisoka. – afirmó Nobunaga.
- Fuimos tan pendejos al no haberle hecho caso. – concluyó Phinks amargamente.
Hubo un breve silencio lleno de nostalgia y amargura, ambos hombres se sentían culpables por no haber previsto los errores del pasado, sin embargo, sabían que nada se podía hacer para enmendarlos.
- Aquí esta el desayuno. – dijo Kalluto entrando a la habitación donde se encontraban los dos intensificadores, cargando consigo una tabla de madera que servía como charola improvisada de sus alimentos.
Al parecer Kalluto se había esmerado bastante en preparar una buena comida, pues además de traerles la cerveza y las frituras, el había cocinado huevos estrellados y hecho un guiso condimentado con los frijoles. El olor de aquella delicia se sentía en el aire.
- ¡Gracias Kalluto! En verdad te debo una pelón. – exclamó Nobunaga agarrando de la charola una lata de cerveza, así como un plato de huevo y frijoles fritos.
Kalluto apretó sus labios con fastido ante el sobrenombre que Nobunaga le había inventado a causa del corte de cabello que le había hecho Phinks hace tiempo. Phinks estuvo tentado a reírse de el apodo que Nobunaga le había dado a Kalluto, pero una parte de el sintió que no era justo burlarse de la apariencia de Kalluto, en especial teniendo en cuenta que el no había tenido la culpa de aquel corte.
- Deja de andar llamando así a Kalluto cabeza de palmera, ya quisieras tu que tus pinches greñas se vieran así. – dijo Phinks agarrando un plato y cogiendo frituras.
- ¡Hey! Lo dije sin ofender, la verdad Kalluto se ve mejor así. – se defendió Nobunaga.
- No se preocupen, no me ofendí ni nada. – contestó Kalluto sonriendo.
- ¿Vez? ¡Al pelón nada le afecta! – rió Nobunaga.
- Ignoralo, cuando se rapó Bonolenov el muy idiota le andubo diciendo pelón por tres meses. – dijo Phinks a Kalluto.
- ¿Bono tenía cabello? – preguntó Kalluto sorprendido, mientras dejaba la charola en el piso.
- Claro, hasta fleco y bigote tenía ese cabrón. – afirmó Phinks sonriendo.
Kalluto huiera estallado en una carcajada, de no ser porque súbitamente sintió a su teléfono vibrar, por lo que procedió a contestarlo velozmente.
- ¿Hola, Milluki? – dijo Kalluto.
- ¿Estas en Ciudad Meteoro? – preguntó Milluki.
- Claro. ¿Pasa algo?
- ¡Escapa de allí, Kalluto! – gritó Milluki desesperado.
- ¿Qué?
- ¡Dije que huyeras! ¡El tipo ese de la Asociación de Cazadores va camino a Ciudad Meteoro! ¡Es cuestión de días si no es que de horas para que esa rata te caiga encima!– chillo Milluki preocupado.
- ¿Tienes más detalles? – preguntó Kalluto a su hermano.
- No, no tengo. Ya no pude accesar a la página de la Asociación, así que la mitad de esta información la conseguí tras hackear la cuenta del novio de ese tipo. – se lamentó Milluki.
- ¿Entonces?
- ¡Saca tu sucio trasero de allí y vete lo más lejos que puedas de ese lío! ¡Ese tipo es peligroso! – ordenó Milluki, antes de colgar.
Kalluto guardó su teléfono y tragó saliva tras ese ultimatum.
- ¿Pasa algo? – preguntó Phinks a Kalluto.
- ¡Hay que huir! ¡Mi hermano dijo que la Asociación de Cazadores viene tras nosotros a Ciudad Meteoro! – contestó Kalluto, mientras salía de aquella habitación corriendo.
Phinks y Nobunaga lo imitaron, pese a que este último se encontraba inseguro de seguir las ordenes del pequeño.
- ¿Seguro que hay que irnos? ¿No deberíamos preguntar al jefe primero? – preguntó Nobunaga, mientras que agarraba su katana y terminaba de masticar torpemente lo que quedaba de desayuno.
- ¡Está en el hospital sin teléfono! ¡No hay tiempo para advertirle! – gritó Kalluto.
- ¿No se supone que estabamos aquí para resguardar a los doctores del hospital y evitar que se escaparan? – volvió a interrogar Nobunaga.
- ¡No importa! ¡Ya llevan dos semanas sin tratar de escaparse! ¡Dudo que vayan a intentar ahora! – contestó Phinks.
Nobunaga pese a no estar cien por ciento convencido, simplemente asintió en silencio y les siguió el juego. Y fue así que, en menos de cinco minutos, las tres patas de la Araña estaban fuera de su escondrijo, huyendo velozmente por las sucias y obscuras calles de Ciudad Meteoro.
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Bueno aquí otro capitulillo jeje. La verdad me quedó mucho más extenso y sensual de lo que esperaba. Así mismo, decidi empezar a postear este fanfic en mi cuenta de AO3 (donde me pueden encontrar como TakkaRULZ_Fanfics).
Monnie´s: La Ben-Hur es una de mis películas clásicas favoritas, adoro la versión de Charlton Heston y si bien tanto el libro como las adaptaciones tienen un montón de errores históricos (¿Un noble romano en carreras de cuadrigas? ¡Ni lo mande Júpiter!) sin embargo, no por eso deja de ser una hermosa novela cristiana y una película clásica de Semana Santa y Pascua. Verdad yo nunca ví la versión animada de Back to the Future, aunque vi el resto varias veces (es la saga de películas favorita de mi papá) a ver si me doy chance de verla uno de estos días.
Saludos, cuidense mucho, como siempre les mando besos y abrazos a mis lectores y lectoras.
