Mirarte
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No me resulta fácil saber que parte de mirarte es la que más me gusta. Muchas veces lo hago cuando trabajas en la huerta y tu pelo plateado se agita en aquel entramado que haces para recogerlo sobre la nuca y que no te moleste para maniobrar. Aunque, claro, también te he visto en batalla y jamás ha sido un impedimento para ti.
No, no es fácil saber si lo que más me gusta es ver el tono anaranjado que toman tus ojos cuando el sol comienza su descenso y te alías al cielo. Tampoco sé si prefiero mirarte cuando me llevas al río y te deleitas con el agua de alguna cascada como si estuvieses descubriendo su frescura. Sin embargo, sé que una de las veces en las que más disfruto de mirarte es cuando descansas y duermes tan profundamente que el mundo entero está dentro de tus sueños: como ahora. Es en momentos como éste cuando siento que se me inflama el pecho del amor enorme que siento por ti. Recuerdo aquel primer sueño profundo en que te vi, acunado por las raíces que el propio Goshinboku fue creando para sostenerte. Por entonces desconocía todo de ti y ese instante en la vida de alguien es lo más cercano a la inocencia que podemos vivir con el paso de la vida.
Fue mirarte y sentirme invadida por un infinito de ideas cruzando mi mente.
¿Quién eras?
¿Qué hacías ahí?
¿Estabas dormido?
¿Eras real?
En el instante en que me acerqué confirmé que sí, eras real. Y sí, parecías dormido, y aunque entonces no fui consciente del todo podía sentir el calor que emanaba tu aura. Nunca te lo he preguntado ¿Soñabas?
No sé si alguna vez me atreva a preguntarlo, creo que hay ciertas interrogantes que es mejor no esclarecer.
Respiras hondamente y yo contengo el aliento para que no me escuches, no quiero perturbar tu descanso aunque sé que necesitas menos que yo del sueño. Nunca te lo he dicho, pero he aprendido a expandir mi aura y resguardarte en ella, y en momentos como éste en los que estás en paz se toca con la tuya y parece que se reconocieran de todas las veces en las que se han arremolinado en medio del amor. Por eso me encanta mirarte dormir, me satisface creer que cuando duermes junto a mí te sientes protegido.
Se me escapa un bostezo que acallo con la mano y siento que se me cierran los ojos e insisto en mantenerme despierta un poco más. La luz de la hoguera, que aún permanece encendida, se mueve por encima de los contornos de tu rostro, creando unas luces y sombras cálidas en los rasgos de tu cara que así dormido me recuerdan a los de un niño.
Y entonces, al mirarte, visiono a un pequeño con tus ojos, tus orejas y tu pelo. Un pequeño que algún día dormirá cobijado por tu abrazo y brillará como una estrella.
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N/A
Este drabble va dedicado a NaryMont, por ser el primer review del capítulo 30 de Ēteru.
Gracias por acompañarme, espero que te guste
Anyara
