Disclaimer: Los personajes de Inuyasha son de Rumiko Takahashi.
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¿Por qué no? - Familia InuKag
Había ocasiones en las que se preguntaba si aquella felicidad era real. Cada mañana, al verlas acompañándolo era el sueño que jamás pensó que cumpliría.
Su amada esposa, dormía a su lado con una respiración tranquila que lo invitaba a descansar un momento más junto a ella. Mientras, su pequeña hija, lo observaba sobre su pecho mientras sus manitas se sujetaban con fuerza de la ropa de su padre.
Inuyasha acarició el suave cabello de su pequeña, mientras Moroha sonreía sin parar ante el cariño que le proporcionaban.
"¿Realmente merezco esta felicidad?" se preguntó con un sentimiento de angustia. Cuando una dulce voz llamó su atención.
—Buenos días, cariño— Kagome había despertado, y sonriente se levantó un poco para dar un beso tierno en la frente de su hijita.
La tomó con cuidado del pecho de Inuyasha, quien al instante sintió como el calor de su pequeño cuerpecito comenzaba a desaparecer. Odió la sensación.
—Buenos días a ti también, amor— dijo Kagome acercándose ahora al rostro de su esposo.
Con delicadeza depositó un suave beso en los labios de Inuyasha, teniendo aún a Moroha entre sus brazos, ocasionando que la pequeña estuviera entre ambos padres, sonriente ante este hecho.
Kagome se recostó junto a Inuyasha colocando a su pequeña junto a ambos. Repartió caricias y ligeros besos a los dos seres que más amaba. Mientras la mañana comenzaba a asomarse entre las telas que cubrían su hogar.
—Siento que estoy soñando —confesó Kagome—. Jamás he sido más feliz —agregó sonriente.
Inuyasha no podía creer las palabras de su amada, y lo parecido que eran sus pensamientos.
—Yo me siento igual —respondió—. Pero, no lo sé. Siento que estoy viviendo la vida de alguien más. Esto, nosotros, ella. Todo es irreal para mí —las palabras comenzaron a salir de la boca de Inuyasha, los miedos que comenzaron a arremolinarse en su mente desde hace algún tiempo—. ¿Por qué? ¿Por que yo?
Kagome tardó un poco en comprender a que se refería.
"¿Por qué me escogiste?", gritaban los ojos dorados que ahora la veían suplicantes.
Kagome sonrió con ternura.
—¿Por qué no? —le respondió con simpleza—. Si eres el causante de toda mi felicidad.
Quiero que disfruten de mis historias como yo lo hago con muchas de las de ustedes. Dejen sus sugerencias en sus comentarios.
Muchas gracias.
