Los personajes no me pertenecen

Hola y ahora si bienvenidos al capítulo 1 de esta nueva historia y desde ya les digo gracias por entrar a leerla y por los que le dieron fav y follow. Terminando con la cortesía los dejó leer en paz.


A simple vista parezco ser una chica perfecta que tiene todo lo que desea. Pero no lo soy. "Nadie lo es" diría alguien que conocí una vez. Tengo muchas imperfecciones, he hecho cosas que no me enorgullecen y todo porque quería buscar una salida de todo lo que me rodeaba.

Siempre me esforcé por ser la mejor en todo. En la escuela, en la música, en los deportes y en la Universidad. Sabía que destacar en esas cosas no me convertiría en nada de lo que deseaba. Me rechazaron de la Universidad donde se formó toda mi familia y eso era prueba suficiente de que no era perfecta. Mejor, porque estudiar leyes no me interesaba y no habría podido estudiar lo que realmente a mí me gustaba.

Toda esa figura de la niña perfecta lo hice para que mis padres estuvieran orgullosos, más precisamente mi madre. Hice todo lo que ellos querían. Hasta conseguí el novio perfecto, a quien llegué a querer, pero no a amar (tarde me di cuenta de eso). Tenía todo lo que ellos querían en un hombre; guapo, inteligente, atlético y con un gran futuro por delante. Fue en vano porque, aunque mi padre estuvo orgulloso de mí, no conseguí sacarle una sonrisa sincera a mi madre. Si los dos se enterasen de las cosas que hice en la Universidad… Pff. Mi madre probablemente me quitaría el apellido y me ocultaría en una isla desierta que no aparezca en el mapa.

Mi padre era un mundo aparte, no sé decir si me quiere no. A veces notaba que se esforzaba por tratar de ser cariñoso o afectivo. Suele tratar de acercarse a mí pero, cuando creo que podemos tener algún tipo de mejora, termina por prestarle más atención al trabajo.

Di todo mi esfuerzo hasta al final y ya estoy cansada. Seguí esta farsa mucho tiempo, voy a irme de aquí, a vivir la vida que yo quiero. Lejos de este lugar. Lejos de mi "familia". Y quiero ser una mejor persona de la que fui alguna vez. Llevo planeando esto hace bastante tiempo y nada me distrae de cumplir esa meta.

-¿Anna, cariño, estás bien?

La voz del que me acompañaba hizo que levantara la vista de la copa de cristal que estaba viendo y tocando la base con la punta de mis dedos.

Él se llama Hans, es mi prometido. Mi madre me lo presentó y básicamente me obligó a ponerme de novia con él. Es bastante engreído. Desde que lo vi sé que no es para mí, pero en ese momento aún seguía con el juego de la chica perfecta. Cuando me propuso matrimonio fue que empecé a pensar que tenía que llevar a mi vida por otro rumbo, de lo contrario iba a arruinarla más de lo que ya estaba.

Estábamos en un restaurante de lujo en el cual todas las personas estaban vestidas de forma elegante. Hans traía un smokings de color negro, debajo tenía una camisa blanca y una corbata negra. Yo por otra parte tenía un vestido verde marino que me llegaba hasta la rodilla, escotado, con tirantes y ajustado a mi cuerpo. Una cadena de oro adornaba mi cuello y tenía mi cabello recogido a un moño, con el flequillo a un costado. En mi muñeca tenía un brazalete de plata que mi hermana me obsequió ya hace tiempo y no me lo quitaba por nada del mundo, excepto en raras circunstancias.

-Estoy bien, me estaba preguntando por qué tardan tanto en traer la cena- respondí de forma casual.

-Tienes razón, es increíble viniendo de un restaurante de esta categoría.

Forcé una sonrisa.

-Me estabas contando de tu caso, amor- le recordé.

-Oh si, entonces este señor…

Lo ignoré después de eso y aguanté las náuseas que me dieron al utilizar la palabra amor. Trabaja para en el buffet de abogados de mi madre, de ahí lo conoce. Se la pasa hablando todo el tiempo del trabajo. Si lo dejo hablar, y finjo que lo escucho, más puedo volar en mi mundo y trato de no aburrirme. A Hans no parece interesarle que le hable. Solo necesita mi risa bonita, que luzca reluciente y que parezca la prometida que todos desearían tener.

Suspirando aburrida, mi vista paseó por todas las mesas de alrededor. De repente, mis ojos se centraron en un punto que llamó poderosamente mi atención dejando a mi corazón latiendo a toda prisa. Noté la espalda de una chica de vestido azul y de cabello suelto, rubio platino, hablando con el muchacho que estaba en la barra de tragos. Su contextura física y la forma de su cabello se parecía al de ella.

Mis dedos presionaron con fuerza el mantel de la mesa y centré mi visión en algún punto del plato frente a mí, tragando en seco. Mi pecho subía y bajaba lentamente mientras respiraba por el pequeño hoyo que mis labios dejaron al estar separados. Al mismo tiempo mis mejillas adquirían un leve color rojizo.

No, no puedes. Te abandonó hace tiempo y jamás te dijo la razón. Destruyó tu corazón.

Pero tengo que hacerlo.

¿Por qué razón iría ahora? Luego de que esta cena pase tomaré un bus a otra ciudad y quien sabe que dirá ella.

Pasaron cinco años.

Cinco años en los que llevo haciéndome la misma pregunta.

¿Pero en qué estoy pensado? ¿En ir, encararla y pedirle respuestas?

Tengo que.

Abruptamente me levanté y solté el mantel de la mesa, mirando a mi prometido casi en shock, con el pulso al máximo.

-Disculpa, cariño. Debo ir al baño- interrumpí la charla de Hans.

Se sorprendió ante mi reacción, pero no se molestó. Me fui antes de poder escuchar "está bien".

Aceleré el paso hacia la barra y lo disminuí cuando estuve ya más cerca de ella. La vi reír, no sospechaba que yo podía estar detrás. Tenía miedo, y a la vez tantas esperanzas, que los últimos pasos los hice casi en puntas de pie. Toqué su brazo tan pronto llegué a su lado.

La chica se volteó y casi muero de la vergüenza, así como mis ilusiones fueron destruidas. No era ella, era una persona parecida. Físicamente, porque de cara no tenían nada que ver.

-Lo siento… me confundí de persona- me disculpé avergonzada, dando un paso hacia atrás.

-No hay problema- respondió, viéndome como si fuera una loca descarriada.

Giré alterada, quería volver a la mesa y decirle a Hans que nos fuéramos, aunque sabía que no lo haría. Estaba tan mal que me llevé por delante a una persona que pasó justo al lado. Quedé pálida y mis ojos se abrieron como dos pares de platos. Hoy era otro día en donde el pasado decidía perseguirme.

-¡Kristoff!- dije sorprendida.

Él reaccionó de la misma forma que yo y tragó saliva. Usaba un traje parecido al de mi acompañante.

Increíble, no me encuentro con la persona que espero, pero si me encuentro con mi ex novio, a quien le rompí el corazón.

-Anna- fue lo único que pudo decir.

Miré hacia la mesa, Hans estaba concentrado en su teléfono, y volví a mirar a Kristoff.

-Cuanto… Tiempo- comenté fingiendo una sonrisa.

-Si…-él tampoco parecía muy cómodo con mi presencia- ¿Y qué haces aquí?

¿De verdad piensas iniciar una conversación después de lo que sucedió?

Era mejor preguntarle eso que decirle lo siguiente.

-Estoy con mi prometido- respondí luego de soltar un suspiro y enseñándole mi sortija de compromiso.

Más que una sortija de compromiso es una cadena que me ata a una vida miserable.

Su rostro se entristeció, como diciéndome que debía estar bromeando. Ojalá lo estuviera. Me conoce demasiado bien como para saber que no lo deseo y si viera que clase de persona era Hans pensaría que estoy demente.

-Oouuh… felicidades-contestó.

-Gracias- odio que me feliciten por eso, pero él intenta ser agradable, algo que no merezco de su parte- ¿Y tú que haces por aquí?

-Yo eeh… Estoy con mi… Mi novia. Futura prometida, con suerte. Se lo pediré esta noche.

Me puse feliz por él, vi como su mirada se perdía y sonrió. Debe estar pensado en ella y está emocionado. Es bueno que siga adelante con su vida y su novia es una mujer muy afortunada. Jamás merecí un chico como él y yo no tuve derecho a tratarlo como lo hice.

-Qué bueno por ti- sonreí débilmente.

-Gracias- se rascó la cabeza-. Yo… Tengo que irme, mi novia está esperando en el auto.

-Si claro- me hice a un lado para que pasara hacia la puerta-. Me… Agrada volverte a ver.

-Sí, también a mí- confesó sinceramente.

Kristoff pasó por mi costado y de repente me doy vuelta.

-¡Kristoff!- lo llamé.

Él se detuvo y guio la cabeza hacia mí.

-Te deseo lo mejor- dije con toda la honestidad del mundo.

Se tomó su tiempo para sonreírme.

-También te deseo suerte.

Regresé a la mesa después de eso. Casi no toqué la comida. Hans se la pasó hablando solo mientras mi mente regresaba al pasado y cuando me refiero a regresar al pasado es en pensar en la persona que se adueñó de mi corazón. Quise llorar en varias oportunidades pero me contuve.

Ella fue mi mejor amiga toda la vida. Es típico decir que siempre estuvo en muchos momentos, es que realmente lo estuvo. Era esa luz en el mundo de sombras donde vivía. Excepto por mi hermana, era con la única que podía celebrar bien mi cumpleaños, aparte de ser la persona más sincera que conocí en mi vida. Aunque bueno, de alguna forma u otra esa sinceridad que teníamos se rompió en algún punto de nuestra amistad.

A los quince años toda mi vida había cambiado, no porque ella se alejó, fue por otra cosa. Pero el que lo hiciera solo me causó más daño. Siempre que quería una respuesta ella lograba escapar del tema. Pasé años preguntándome que había hecho mal. Y no solo se alejó, se hizo más amiga de otra persona, a quien llegué a casi odiar porque creí que me había reemplazado.

El último año escolar decidí hacer las cosas diferentes. Estaba dispuesta a recuperar a mi mejor amiga sea como sea. Jamás creí que por eso terminaría descubriendo una verdad tan profunda, de ella y de mi misma.

Un verano, cuando mi mejor amiga ya estaba ignorándome, conocí a una chica la cual me pareció tan atractiva y supe de inmediato que tenía sentimientos por ella. Tuvimos un romance de verano, mi hermana lo descubrió y yo me asusté. Pensé en que las cosas ya estaban demasiado mal en mi familia como para que se enteren de que me gustaba una mujer. Además, no podía darle lo que ella quería, porque mis sentimientos no eran tan fuertes como creía. Finalizamos la relación, sabiendo que la había lastimado, pero también sabiendo que si no lo hacía mi madre la lastimaría aún más, y después de eso decidí cerrar esa etapa de mi vida y solo creer que era eso, una etapa.

Flashback

Estaba sola en casa como era de costumbre. Mis padres eran adictos al trabajo, incluso los domingos por la noche. Era más fácil preocuparse por sus deberes que por sus propios problemas personales. Su matrimonio se basaba en dar una buena imagen a la sociedad, no importaba si no había afecto a ella. Pocas veces comíamos todos juntos en la mesa. Era más fácil cuando Rapunzel estaba aquí, desde que ella se marchó a la universidad cada vez encontraban nuevos motivos para no estar en casa.

Aunque para mí era una costumbre, era aburrido estar sola todo el tiempo. No soy de pasar horas en la computadora y tampoco veía mucha televisión a menos que estuvieran dando alguna película que me gustara, pero no tenía ganas de ver una. Además me gusta tener compañía.

Kristoff era mi novio y si quería podía enviarle un mensaje de texto y enseguida caería a mi casa. Eso era fácil a menos que haya tenido más ganas de ver a mi vecina que vive frente a mi casa y que, a pesar de todo, era mi mejor amiga. Hasta ese momento no había logrado acercarme y estábamos a mitad del año escolar. Tenía que actuar rápido y solucionar todo en cualquier oportunidad que tuviera. De lo contrario, ella se iría a la universidad y el distanciamiento sería peor.

Le dije a Kai, el mayordomo, que iba a estar con mi amiga de siempre y él me permitió salir siempre y cuando no regresara tan tarde.

Llegué a la puerta de la casa y fue la señora Cold quien me atendió. Era la mujer más agradable que había conocido. Hasta a mi madre le caía bien, y eso era difícil. Cada vez que me veía me decía que estaba muy hermosa y cuanto había crecido. Siempre me dedicaba una gran sonrisa.

Le expliqué el por qué estaba ahí y le pregunté si no era mucha molestia ver a su hija. Contestó que no.

-¡Elsa!- llamó con un tono orden.

Eso me pareció divertido.

-¡¿Qué?!- respondió Elsa desde la habitación y sonaba igual que un perro enojado.

-Baja enseguida- le ordenó la Sra. Cold.

Elsa se tomó su tiempo para bajar, sea lo que sea que estaba haciendo, la tenía muy entretenida. Lo sé por su tono de voz.

Cuando la vi asomarse por el barandal de la escalera realmente no tomé en cuenta su pijama sucio hasta que su madre se quejó y eso me hizo reír. Elsa solo se me quedó mirando perpleja.

-Está bien señora Cold- dije como para que luego no la regañaran-, nos conocemos desde los cinco años, la he visto en peores condiciones.

-Lo sé, Anna, pero ya no sé cómo decirle que tiene que poner a lavar ese piyama- explicó y miró a su hija-. Elsa, los padres de Anna salieron y su hermana no está, como estaba aburrida en su casa decidió venir aquí ¿Qué te parece?

Elsa desvió la mirada sin entender bien el porqué. Supuse que era porque quería evitarme.

-Me da lo mismo, si no tiene cosas más importantes que hacer.

Estaba a acostumbrada a tratar con su frío tono, y aun así su forma de hablarme me lastimó. Regresó a su cuarto sin molestarse en ver mi reacción.

-Discúlpala Anna, es que ha tenido un mal día- trató de justificar su madre.

Era eso, o yo acababa de arruinárselo. Fue un error venir aquí.

-No se preocupe, me parece que es mejor que me vaya.

-No, Anna- me detuvo la Sra. Cold poniendo su mano en mi brazo antes de que saliera por la puerta-. Ve arriba con ella, no le hará mal tener tu compañía.

No estoy segura de eso. De no ser porque tenía muchas ganas de verla me habría ido.

Subí las escaleras con timidez. Esta casa me provocaba tantos recuerdos, dificil de numerar. Pasó mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí y ahora parecía tan ajena a mí. Suavemente toqué la puerta de su habitación al llegar frente a ella y esperé a que respondiera.

-¿Quién es?- su voz ya no sonaba tan dura como antes.

-Soy yo- respondí no muy confiada.

Elsa tardó un tiempo en responderme y ya me estaba por decidir a regresar a mi casa.

-Pasa- dijo antes de irme.

Abrí la puerta despacio y me pasé la mano por el cuello. Elsa le prestaba más atención al televisor que al hecho de que yo haya entrado. Suspiré un tanto amargada y jugué con una de mis trenzas.

-¿Qué haces?- pregunté sabiendo que la respuesta era muy obvia.

-Miro el partido de futbol, los Snowking juegan contra los Gladiadores- respondió sin mirarme.

Justo tengo que caer en medio de un partido de futbol donde juega el equipo favorito de Elsa.

-Oh ¿tú eres fanáticas de los Snowking, verdad?- la respuesta es tan obvia y yo igual lo pregunto.

-Sí.

Su concentración en el partido era evidente. No me desagradaba el futbol, me gustaba gracias ella. Ver televisión no estaba en mis planes, como dije antes no la encuentro adictiva como muchas personas, pero verla con Elsa cambian las cosas.

-¿Puedo verlo contigo?

-Sí, solo trata de no molestar.

Eso también me lastimó.

-Puedes acomodarte en mi cama si quieres…-dijo pronto en un tono más suave- o puedes usar la silla de mi computadora. Acomódate donde quieras.

Supongo que junto a ella no es una opción.

Decidí sentarme en la cama. Me quedé en silencio por miedo a hacerla enojar, la veía más a ella que al partido. De vez en cuando eché un vistazo a su habitación, estaba oscura y la única luz provenía del aparato frente a nosotras. Elsa nunca se caracterizó por ser una mujer muy ordenada y ya estaba acostumbrada a eso. Aunque el entorno era familiar para mí, parecía que algo había cambiado y no sabría decir que era.

Finalizado el primer tiempo dieron comerciales, esa era una buena oportunidad para hablar y, ya que estábamos viendo fútbol, se me ocurrió un tema.

En la escuela Kristoff nos comentó a nuestros amigos y a mí que, saliendo de práctica con sus compañeros, vieron a las chicas del equipo de fútbol femenino y se quedaron impresionados por su rendimiento. Ahí se enteraron de que pasaron a las semifinales. Debería haberme puesto celosa porque él estaba viendo a otras mujeres cuando yo soy la novia, pero no lo hice. En realidad sonreí, porque pude imaginarme en lo contenta que se puso Elsa después tanto esfuerzo que metió en las prácticas.

-Escuché que tu equipo pasó a las semifinales.

-¿Lo sabes?- preguntó sorprendida pero sin mirarme.

-Sí, Kristoff me lo dijo.

-Oh- contestó un rato después.

Mírame, por favor mírame.

Busqué otro tema para hablar antes de que el segundo tiempo comenzara.

-¿Cómo te está yendo en la escuela?- fue lo primero que se me ocurrió.

-Bien, tengo buenas notas. ¿Qué, acaso no lo sabes?

-No…-aunque no lo supiera ni tendría que preguntárselo porque Elsa siempre fue muy inteligente- la última vez que hablé contigo fue en tu cumpleaños y lo único que pude decirte fue "feliz" porque te fuiste antes de que pudiera terminar la frase.

Sentí enfado, quería reprocharle y gritarle tantas cosas. Quería decirle "no te das cuenta de que solo estoy aquí por ti". Esa noche fue la mejor oportunidad que tuve para exigirle la verdad y no lo hice por un muy buen motivo.

El segundo tiempo inició y Elsa lo ignoró para ponerse de pie y sus ojos al fin me estaban mirando. Mi corazón se contrajo y ya no podía estar enojada, no con ella viéndome así.

-Me alegra que estés aquí.

Toda la molestia que sentía se había esfumado después de escuchar eso. Sonreí con tanta felicidad.

-A mí también me alegra estar aquí.

Sentí tantas ganas de saltar a sus brazos y si no fuera porque cada vez que intentaba tocarla ella se enojaba y se alejaba lo haría sin siquiera pensarlo.

Fin del Flashback

-Anna, ya llegamos.

La voz de Hans me regresó al presente. Me di cuenta de que estábamos en su auto y se había estacionado en mi casa. Aún vivo con mis padres a pesar de que estoy comprometida y que terminé mi carrera universitaria, pero eso cambiara dentro de poco.

-Gracias por la hermosa noche- mentí y le sonreí falsamente como a él tanto le gustaba.

-Cuando quieras cariño.

Maldito idiota.

Nos despedimos con un beso rápido en los labios y bajé del auto. Antes de entrar a la mansión, miré hacia la casa de en frente. Cinco años llevaba abandonada y aún seguía viendo el balcón con la esperanza de que Elsa se apareciera. Jamás había visto entrar y salir a alguien desde entonces. Kai me dijo que había visto un camión llevándose unas cosas que quedaron en la casa, pero yo estaba en la universidad cuando eso ocurrió y no creo que la chica que se adueñó de mi corazón haya estado en esa ocasión. Giré rápidamente para que los recuerdos de lo que pasó la última vez que pisé esa casa no me atormentaran.

Antes de entrar a mi casa, Elsa me esperaba en la puerta. Tenía su camisa de estilo militar, jean blanco, botas de combate y una chaqueta de cuero negro puesta. Masticaba un caramelo de los ácidos, como a ella tanto le gustaba, y sus penetrantes ojos azules se fijaban en mí como un león observando su presa.

No estaba loca, era plenamente consciente que eso era un producto de mi imaginación que me jugaba una mala pasada.

-Admítelo, simplemente no lograrás superarme.

-Vete al infierno- le respondí.


Yyyy aquí, aquí terminamos amigos míos. Más o menos algunos capítulos serán así, regresar a ese momento y ver lo que Anna piensa. Otros probablemente no lo serán.

Nos despedimos por hoy pero nos veremos en el siguiente y espero me dejen susReviews

dokan616: ahora no es tan corto.

Gorgino: Gracias ;)

Nefi: Ninguna cruel jugada, subí el spolier antes de publicar el ultimo capitulo de TAMD y la quite cuando dije que era la secuela.

danielariveralopez418: No prometo nada.

Moniii: Eii muchas gracias, espero disfrutes la historia. Saludos :)