Los personajes no me pertenecen

Bueno, les debía rápido el capitulo 2 así que aquí estamos muchachos. Disfruten ;)


Entré a mi casa y caminé lo más rápido posible hacia mi habitación.

-¡Anna!- llamó mi madre desde su oficina antes de que pusiera un pie en el primer escalón.

Puse los ojos en blanco y tensé mi mandíbula. Enfurecí.

¡¿Qué hace aquí?!... ¡Ella no debería estar aquí!

-¡¿Qué?!- pregunté de mala forma.

-Ven enseguida- ordenó.

Solté maldiciones de camino a la oficina donde mi madre se encontraba. Me quedé en la puerta, apoyando mi cuerpo contra el marco, y ella estaba del otro lado de su escritorio. Buscaba algo entre todos sus papeles que tenía arriba de él y levantó la cabeza, quitándose los lentes que traía puesto en ese momento.

-¿Qué?- volví a preguntar de la misma forma que antes.

-Cuida tu tono, quieres.

-Bla… Bla… bla

Mi madre azotó los papeles que tenía en su mano sobre el escritorio. Siempre fue fría e indiferente conmigo, pero cuando se enteró lo de Elsa fue más de lo normal. Yo no estaba dispuesta que me siguiera tratando de esa manera y decidí revelarme. Así conseguí estudiar la carrera que quería en la Universidad que a mí me apetecía. Me rechazaron en la Universidad donde querían enviarme, pero ella haciendo una llamada conseguiría lograr que entrara y yo no estaba dispuesta a eso. Le dije que si quería que siguiera actuado como "niña perfecta" frente a todos me dejara hacer lo que yo quería por una vez en la vida, no sé como pero aceptó.

-Realmente no tengo tiempo de discutir contigo -ella comentó.

Eso quiere decir que se irá. wiii…

-Solo dime de una vez que es lo que quieres- dije-. ¿Puedes hacer eso para que las dos pronto podamos continuar con nuestras vidas?

-Solo quería saber si no arruinaste nada en la cita de hoy.

-Descuida, mama -escupí con ácido en la voz-. Se entretuvo mucho mientras lo dejé hablar y de paso miraba mis pechos y mi trasero cuando tenía la oportunidad.

-Lenguaje.

-Sabes que es verdad.

-Está bien, vete- hizo una ademán con la mano-. Tengo que irme.

Moví mis labios para articular la palabra "gracias". Con eso me refería a "gracias por terminar esta conversación innecesaria".

Iba a tener que esperar a que ella se fuera para irme. Solo espero no perder el autobús. Que suerte que Rapunzel está aquí, así ella podía hacerme de campana mientras acomodo lo último que queda guardar en mi valija.

Rapunzel también vivía aquí, por el momento. Estaba casada con el que fue su novio en la Universidad, Eugene Fitzherbert. Van a vivir aquí hasta que terminen la construcción de su casa, que va a ser mucho más grande que esta, así que se pueden imaginar cuanto tiempo les llevará.

Toqué la puerta de su cuarto, que estaba antes de llegar al mío, mirando hacia la escalera por si mi madre subía. Rapunzel asomó su cabeza por el hueco que hizo el marco y la puerta al abrirse.

-¿Ocurrió algo malo?- susurró.

Al parecer escuchó mis gritos.

-No. Necesito que vigiles abajo y me avises cuando mama se vaya, tengo que cambiarme y acomodar unas últimas cosas- le expliqué.

-Enseguida salgo- volvió a susurrar.

Asentí con la cabeza. Aproveché a ir a mi cuarto mientras Rapunzel hacia los suyo.

Mi hermana mayor estaba al tanto de mi escapada. De hecho, es gracias a ella que pude hacer todo esto. Gracias a un contacto que tenía, consiguió una entrevista para la mejor agencia de publicidad y diseño de la ciudad de Arendelle. Le envié mi curriculum por correo electrónico a la jefa y dueña de la agencia, Regina Mills, e hice una entrevista por Webcam. Regina quedó fascinada con mi desempeño y me dio el puesto de inmediato. Me dijo que una persona con mis habilidades debía estar con ella. Tengo que presentarme el lunes para mi primer día de trabajo.

Me quité el vestido y los zapatos. Cambié ese atuendo por un pantalón jean azul, una remera gris y encima me coloqué mi sudadera verde oscura. Deshice el moño en mi cabeza y até mi cabello a una cola. También limpié el maquillaje de mi rostro.

Busqué la valija que estaba ya terminada con toda la ropa que necesitaba de bajo de mi cama y la puse de pie. Saqué mi mochila que estaba dentro de mi armario y guardé mi netbook, mi billetera, Móvil nuevo, tabla de dibujo digital y cámara de foto con sus lentes. Puse algunas otras cosas y cerré la mochila.

Controlé que nada me faltara, diciendo las cosas en mi cabeza.

-Rayos, casi lo olvido- me dije al recordar algo de repente.

Acosté la valija en el suelo y saqué un poco de ropa. Luego fui hasta la mesita de noche y me agaché para revisar el último cajón. Ahí estaba mi tesoro más valioso. Era una caja de metal del equipo de futbol Snowking que Elsa me regaló cuanto cumplí doce años. Lo hizo porque yo le había dado algo parecido, excepto que era una caja de madera que yo pinte y le dibuje encima algunos garabatos. Ella se avergonzó un poco cuando me la dio y no se fijó en lo feliz que me puse cuando la vi. No me importaba si no tenía tanta elaboración como la mía, era un regalo y eso era lo único que me importaba. Esta caja era lo único que mi madre no pudo arrojar a la basura de Elsa. Rapunzel la escondió un tiempo hasta que la situación se congeló. Además la escondió de mí, si la veía en mis momentos de depresión por su partida solo me haría más daño.

Abrí la caja para ver el contenido dentro. Estaba lleno de fotografías, tarjetas de cumpleaños y otras fiestas. Entre esas cosas hay un broche infantil para el cabello, de color azul, con un copo de nieve. Fue parte de un canje. Me iba de viaje por un mes y para que no me extrañara le di una diadema y a cambio ella me dio el broche. Tenía un llavero con una pelota de futbol que consiguió como premio en un juego de una feria a la que asistimos las dos juntas. También encontré la caja de doce colores de lápices que me regaló el día que mi madre se enteró de lo nuestro. Los lápices estaban intactos y la caja estaba sin abrir. Me negué a usarlos después de que la perdí para siempre. No podía, los lápices eran demasiado valiosos, era la única prueba que tenía de que alguna vez ella me quiso.

Por último, había cientos de dibujos. Adoraba dibujarla. Saqué una libreta donde tenía puro y exclusivamente dibujos de ella; acostada en el pasto, jugando fútbol, debajo de un árbol y más. Incluso tenía dibujos de cuando ella se alejó, a veces ni notaba lo cerca me encontraba porque estaba distraída con otra cosa y aprovechaba para dibujarla. Otras veces le sacaba una fotografía.

Flashback

Al otro día de que estuve en la casa de Elsa fui a la escuela emocionada porque creí que las cosas entre nosotras habían mejorado pero me equivoqué. Se alejó igual que siempre y para variar se fue con… Mérida.

Me hervía la sangre cuando la veía con ella. Mérida se acercaba a Elsa sin preocuparse en que se alejara. Me molestaba también que cada vez que intentaba hablar con Elsa, Mérida tuviera que interponerse. Solía cruzarme con ella por los pasillos y tratarla de mala manera, pero ella nunca le daba importancia.

Justo tenía clase de física con Elsa ese día y quería ocupar un asiento que estuviera bien cerca del suyo. Quizás así iba a tener la oportunidad de hablar.

-Heey Anna…- escuché a Krsitoff llamarme cuando estaba a punto de correr al salón de clases.

Lo esperé tratando de no verme apurada.

-Hola, Kristoff- saludé.

Kristoff me dio directamente un beso en los labios. Me separé de él rápidamente y junté mis manos, tratando de buscar las palabras adecuadas y no sonar dura.

-¿Hay algo que se te ofrezca? Porque realmente estoy apurada.

-No, solo quiero ver a mi novia antes de entrar a clases ¿Es tan malo eso?- comentó impresionado por mi reacción.

-No, ahora me voy… O llegaré tarde- no era del todo cierto, aún faltaban diez minutos para que la clase comenzara, pero quería irme lo antes posible o no conseguiría lugar.

Me fui sin despedirme y a lo lejos escuché un "te veo en la cafetería". Desgraciadamente llegué tarde, Elsa estaba sentada con sus tres amigas y había solo un asiento en el aula y era el más alejado de todos.

La clase de física fue demasiado densa, más de lo normal. Estaba a punto de dormirme con la cabeza recargada sobre mi mano. Necesitaba despejarme, y eso lo conseguía solo si dibujaba, pero no se me ocurría que. Mis ojos divisaron por unos segundos a donde estaba Elsa. Ella miraba con atención al frente y los rayos del sol que chocaban contra la ventana la iluminaban. Esa postura me dio inspiración.

Tomé el lápiz sin cambiar mi postura y fui haciendo unas líneas guías. Mi vista subió y bajó varias veces para asegurarme de captar cada detalle. Poco a poco el dibujo fue tomando la forma que quería. Levanté la vista otra vez para seguir viendo los detalles y entonces me encontré con sus ojos azules. Sentí que habían golpeado fuerte mi interior. Ella pareció sorprenderse al darse cuenta de que la estaba viendo. No quise ser grosera así que levanté la mano para saludarla. Rápidamente volvió a girarse. Pensé que hice algo mal y pronto guardé el dibujo dentro de mi cuaderno y no quise verlo.

Me pregunté por qué se giró ¿Fue para verme? ¿O solo fue casualidad? Quería saber una respuesta a toda costa.

Obvio que al término la clase fui tras ella, pero era muy habilidosa para escaparse y esconderse. En mi búsqueda para encontrarla, Krsitoff y otros amigos se cruzaron conmigo y no tuve más elección que ir con ellos.

Realmente no podía llamarlos amigos, a pesar de que eran chicos y chicas geniales. Me divertía, la pasaba bien con ellos, hasta iban a veces a mis torneos de equitación para animarme, pero en el fondo sentía que estaba fuera de lugar. Yo solo sonreía y actuaba como si fuera uno de ellos, la última película de moda tenía que gustarme, tenía que asistir a los partidos de fútbol americanos, y de básquet, escuchar al nuevo cantante de moda, etc.

No sentía la conexión que sentía cuando estaba con Elsa. Ella me conocía mejor que todos los otros. Ni en la amistad, ni en el amor, una persona logró hacerme sentir lo de ella. Con ella no tenía que fingir, no me daba miedo decirle que prefería una película infantil de Disney antes que las que estuvieran de moda. Podíamos tener gustos musicales diferentes y aun así llevarnos bien. Ni siquiera me juzgaría si escuchó a James Blunt ¿Quién hoy en día lo sigue escuchando? Ella podía vestirse de negro y yo de rosa y nada iba a ser diferente. A lo que voy, Elsa era especial. Y cuando algo o alguien es especial haces lo que sea para conservarlo.

Salí de la escuela un poco decepcionada porque el día terminó siendo igual que siempre. De repente, cuando levanté la cabeza, en la puerta vi a Elsa, pero no quise ir hacia donde estaba porque parecía de mal humor. La miré atentamente y me di cuenta de que su enojo se debía a que alguien había colgado su bicicleta arriba de un árbol. Elsa dejó la bicicleta y se fue a su casa caminando. Entendí que no la bajó porque no quería que más gente se burlara de ella como lo hacían siempre.

-HEii Anna -sentí a Kristoff aproximarse y nunca antes había estado tan emocionado de verlo como ahora.

-¡Kristoff, que suerte que llegaste!

-¿A si? ¿Por qué?- estaba más sorprendido que esta mañana, ya que me notó con un comportamiento extraño en todo el día.

-Me dijiste que no pudiste traer tu auto hoy ¿cierto?

-Si- aún no entendía a donde quería llegar.

-¿Quieres llevarte el mío? Mañana puedes recogerme en mi casa -ofrecí con la esperanza que no hiciera la pregunta que efectivamente hizo.

-¿Qué? Anna no puedo llevarme tu auto ¿Por qué quieres que lo hagas?

¿Para qué me molesto? De todas formas voy a necesitar ayuda.

Tomé la mano de Kirstoff y lo llevé hasta el árbol donde estaba la bicicleta de Elsa. Quería bajarla antes de tener que darle explicaciones.

-Súbeme arriba- le indiqué apuntando la bicicleta con el dedo.

Kristoff la miró y luego a mí.

-¿Puedes decirme que está ocurriendo?- pidió.

-Por favor, solo súbeme arriba- pedí casi con impaciencia.

Él suspiró con cansancio.

-No lo haré sin una explicación, Anna- dijo con severidad.

Supongo que no queda otra que resignarme.

-La bicicleta es de Elsa- dije después de vacilar un rato-, solo quiero bajársela y llevársela a su casa.

Kristoff era el único que sabía lo mucho que significaba mi relación con Elsa. Me escuchaba sin molestarse y por lo que le contaba de algunas anécdotas él llegó a pensar que le parecía una chica genial.

Se tomó su tiempo para pensar las cosas.

-Mira, no voy a dejar que subas a ese árbol y te lastimes. Deja que yo lo haga.

-No- me apresuré a decir antes de que dejara la mochila en el suelo y subiera al árbol.

No quería que Kristoff lo hiciera porque consideré que esto era algo que debía hacer yo.

-Anna.

-Por favor…-volví a rogar con una mirada que sabía no podía resistirse.

Krsitoff cesó su resistencia y suspiro.

-Está bien, pero no me culpes si luego te lastimas.

Le sonreí conforme.

Kristoff dejó su mochila en el suelo y luego se inclinó hacia abajo para rodear mis piernas con su brazo. Me alzó hacia arriba con cuidado y yo levanté los brazos para alcanzar una de las ramas. En un movimiento torpe de mi cabeza, raspé mi mejilla con la punta de una pequeña rama. Ignoré el dolor, intentando no quejarme para que Kristoff no se diera cuenta y se preocupara. Logré subirme al árbol en un ágil movimiento que salió por pura suerte.

-Ten cuidado, por favor-pidió mi novio.

Pretendía ser cuidadosa, me aseguraba de hacer todo de forma delicada. Trataba de sacar una de las ruedas que estaba entre las ramas y de pronto se rompe. Intentando sostenerla yo caí de donde estaba sentada y terminé entre los arbustos.

-¡Anna!... ¡¿Anna estás bien?!- escuché a Kristoff súper preocupado.

Quedé medio aturdida y sentí dolor que se extendía por todo el cuerpo. Estaba enredada entre los arbustos y la bicicleta. Kristoff me ayudó a levantarme y por un momento ya no lo veía a él sino a Elsa.

-¡¿Cómo te encuentras?!- incluso parecía que ella me hablaba, era la cara, el cabello y los ojos de Elsa.

Sacudí la cabeza y de nuevo pude ver a Kristoff. Eso fue completamente extraño.

-No estoy… Tan mal- sentí una punzada de dolor cuando intenté moverme.

Aparté un poco a Kristoff para tomar la bicicleta. Él se apresuró a sostenerla antes de hacer otro movimiento.

-Anna no… sé qué te pasa hoy, pero no voy a dejarte así.

-Es… está bien- contesté sintiéndome aun algo mareada.

Volví a hacerle la propuesta de que se llevara mi auto y luego fuera a recogerme a casa al día siguiente. Él solo aceptó si yo lo dejaba llevarme a casa. No estaba en condiciones de caminar o de ir en la bicicleta de Elsa, tampoco tenía ganas de discutirle, así que acepté.

Llegando a casa el dolor ya no era tan molesto, aunque todo mi estado era deplorable. Kristoff quiso bajarse conmigo, pero yo le dije que no lo hiciera. Tenía ganas de que Elsa lo conociera desde hace tiempo, pero no creo que caer de sorpresa con él a su casa sea una buena idea y menos sabiendo que debe estar de mal humor por la broma que le jugaron.

Los dos sacamos la bicicleta del auto y Kristoff se marchó. Me dirigí hacia la casa de Elsa y antes de tocar el timbre esperé cerca de cinco minutos, estaba un poco nerviosa a pesar de que la había visto el día anterior. No me gustaba verla enojada cuando alguien le hacía bromas, ella parecía ruda, pero en el fondo era sensible y le afectaba parecer una perdedora. Elsa atendió la puerta después de que toqué el timbre y su rostro me dijo que era última persona con la que esperaba encontrarse en ese momento.

-Anna- fue todo lo que dijo.

-Yo hum... Vi que la dejaste porque te la colgaron y la bajé- le expliqué.

Elsa se tomó su tiempo para procesar lo que le dije.

-No tenías que hacerlo- me habló con severidad.

Eso me lastimó. Bajé para la cabeza para ignorar el dolor que brotaba de mi corazón y que se igualaba con el de mi cuerpo. No iba a darme por vencida después de lo que pasé para bajar esta bicicleta.

-Yo igual quise hacerlo -vi a Elsa tragar saliva-... Solo quiero a mi amiga de vuelta.

La miré a los ojos, expectante, mientras ella pareció vacilar un rato.

-Pasa- dijo soltando un suspiro, aparentemente un poco más tranquila-, déjame ayudarte con esa herida que tienes.

Me dejó sorprendida por lo que dijo ¿a qué herida se refería?

Elsa tomó su bicicleta y se movió a un lado de mí para poder pasar. Aún estaba algo en shock por lo que dijo.

-Acomódate en el sillón, iré a guardar esto y luego iré por un botiquín.

Obedecí. Mientras esperaba llevé mi mano a la mejilla donde sentí un punzante dolor y algo caliente que de inmediato supe que era sangre. Recordé el raspón que me di con la rama y asumí que era de eso.

Fin del flashback

Los golpes en la puerta me sacaron de mis recuerdos.

-Anna, mama ya se fue. Apresúrate- escuché a Rapunzel decir del otro lado de la puerta.

-Ya voy- avisé.

Me apuré a guardar todo en la caja de nuevo y lo puse en la valija junto con la ropa que había sacado. Por último, quité el anillo de compromiso que Hans me había dado de mi dedo y lo dejé sin cuidado sobre mi mesa de noche. Antes de salir le di una última mirada al cuarto, no lo iba a extrañar para nada. Es lindo, me encantaría tener otro igual de grande, pero es una prisión a pesar de su aspecto y no quiero saber nada más con él.

Salí con la valija en la mano y mi mochila colgada en el hombro. Rapunzel me ayudó a llevar todo hasta el auto. Quería despedirme de Kai, el mayordomo, porque él se había comportado como un padre para mí, pero no podía hacerlo porque no estaba enterado de nada y no podía arriesgarme a que mi madre le sacara información presionándolo o amenazándolo con despedirlo. Así que solo le dije a Rapunzel que se despidiera por mí una vez que me haya ido y le diga lo mucho que lo quería, pero sin decirle a donde me iba.

Mi hermana me llevó hasta la terminal de autobús en su auto. Estuvimos cayadas en todo el trayecto, mirando al frente. Hablar no estaba en mis intenciones, pero tan pronto estacionó en la entrada supe que una conversación entre nosotras sería inevitable.

-¿Estás segura de esto?- preguntó vacilante.

Cerré los ojos y suspiré.

-No estuve estudiando cuatro años una carrera de diseño para terminar siendo tu secretaria- espeté de mala forma.

Claramente mis palabras la lastimaron. Me estaba desquitando con ella cuando no tenía la culpa. Rapunzel estuvo ahí para mí incluso en los peores momentos. Y ella me ayudó muchísimo con todo esto, hasta me consiguió el departamento. La que me puso como su secretaria fue mi madre, con la intención de seguir controlándome incluso cuando ya tenía una carrera universitaria hecha y, aunque las dos nos opusimos, no pudimos hacer nada. Rapunzel solo estaba preocupada por mí, porque iba a vivir sola en una enorme ciudad que no conocía.

-Lo siento- me disculpé sosteniendo su mano y entrelazando nuestros dedos-. Sé que te preocupas por mí, pero si no hago esto jamás seré libre. Eres la mejor hermana mayor del mundo.

Rapunzel sonrió débilmente, con los ojos a punto de cristalizarse. Apretó con fuerza mi mano.

-Te quiero -se le escapó de la boca-, me encantaría haberte defendido más, me gustaría poder hacer más…

-Rapunzel- la interrumpí-, ya has hecho mucho por mí y no sé si algún día podré pagártelo. Nada de esto es tu culpa- sentí una lágrima rodar por mi mejilla.

Nos abrazamos con fuerza. El momento fue tan especial, mi corazón no quería que la soltara mientras que mi cabeza me decía que lo hiciera.

-Siempre serás mi hermana- ella susurró en medio del abrazo.

-Y tú la mía.

Apreté más su cuerpo contra el mío y oculté mi cara en su hombro. Esas palabras eran muy importantes para mí, ya que tenían un gran significado, y ella lo sabía. Si hay algo de lo que estoy infinitamente agradecida es de tenerla en mi vida.

Rapunzel se apartó y se obligó a calmarse, secándose las lágrimas al igual que yo.

-¿Tienes todo? ¿Nada te falta?- comenzó a interrogar.

-Todo, lo controlé más de una vez. ¿Tienes mi nuevo número de teléfono?

-Sí, y te tengo con otro nombre, de preferencia hombre por si acaso, y si necesito llamarte lo haré desde otro sitio.

-También recuerda eliminar los mensajes que nos enviemos por si acaso.

No podía arriesgarme a que mi madre revisara el teléfono de Rapunzel.

-Okey, lo tengo. Recuerda, cuando llegues a la terminal de la ciudad mi amiga Ariel te llevará a donde te hospedaras.

-Entendido.

Bajamos mi valija del auto y volvimos a despedirnos con un abrazo tan intenso como el anterior.

Después de comprar un pasaje a la ciudad subí al autobús y ocupé un asiento del lado de la ventana. Levanté la capucha de mi sudadera hasta la cabeza y me apoyé contra el vidrio, subiendo los pies arriba del asiento. Acomodé los auriculares en mi oreja para escuchar música y cerré los ojos tan pronto sentí el vehículo arrancar.

Un suspiro de alivio se escapó de mis labios. Por fin iba a poder vivir mi vida como quisiera. Quiero dejar mi pasado atrás, sin que me atormenten como fantasmas. Mi corazón se aceleró por tantas emociones. Me pregunté qué es lo iba a pasar a partir de ahora.

Me pregunté si iba a poder sacarme Elsa completamente del corazón.


Bueno chicos, hasta aquí llega el segundo capitulo y espero sus Reviews ¿si?

Me alegro que la historia haya tenido buena aceptación hasta el momento. Nos veremos en el próximo capitulo.

Gorgino: Creo que eso ya depende de ti.

dokan616: Pobre Hans, no merece tanto odio (?)

Adrian9966: Hola y gracias por comentar. Dejame decirte que leí hace ya tiempo tu historia "Nunca lo quise" y no tuve la oportunidad de decirte que realmente me gustó mucho, incluso el final fue bastante brillante. Creo que es una buena manera de cerrar una historia como esa, hasta me sacó una sonrisa porque lograste impresionarme. Si hubiera una manera de poner cinco estrellas en las historias, yo se las podría porque fue fabulosa y no me arrepiento de leerla. También escribes bien y si por algún motivo algo o alguien te dice lo contrario, es un idiota por el cual no vale perder el tiempo. Gracias por tu comentario de nuevo y mucha suerte n_n. Abrazo.

Laura Banegas: Yyy lo dudo, jeje. No veo esa serie y no me llama, además tengo que seguir con otras que tengo pendiente jej. Saludos y gracias por leer.

Zafira Wich: Gracias :)

LeRoyalHolyBlue: No sé cuál puede ser tu duda pero bueno, lo único que se me ocurre es decirte "lee y veras".

Sber: Tal vez si, tal vez no ¿Quién sabe?