Los personajes no me pertenecen
Adivinen que, sufrí uno de esos ataques de bloqueo. Entonces fui al cine a ver la quinta parte de piratas del caribe y juro que mis lágrimas fueron tan reales como el Elsanna en este fanfic. La imaginación fluyó después de eso, me obligué a terminar el capítulo 3 lo antes posible y aquí lo tienen. Disfruten.
Me encanta el invierno. Adoro el color de la nieve y la forma de los copos. Era un pasatiempo jugar con ella fuera de mi casa, andar en trineo, hacer ángeles y todo tipo de actividad que tuviera que ver con el manto helado y blanco.
Ese día salí de mi casa para ir a una plaza que estaba por ahí cerca. Estaba decidida a construir un muñeco para comenzar con mi diversión.
Juntaba algo de nieve en mis manos cuando de pronto vi a unos niños molestando a una niña como de mi edad. Vi que la chica se ocultó detrás de un árbol para que nadie la viera llorar por lo que le hicieron esos otros niños. Me acerqué un poco a ella no muy segura de que hacer, verla triste me hizo sentir mal. A veces solía jugar con otros niños, pero casi siempre estaba sola. Esa niña rubia platino me causó un repentino interés y no me gustó la forma en que la trataron, sobre todo porque no tenía nada malo. Era una persona igual que todos. Mi hermana Rapunzel cada vez que me invitaba a jugar solía arrojarme una bola de nieve para que fuera con ella.
No lo dudé por un segundo y arrojé la nieve que tenía en mi mano al cuello de la chica. La rubia levantó su cabeza molesta por lo que le hice, pero al verme se le pasó.
Le sonreí divertida. Sus ojos azules, increíblemente fuera de otro mundo, eran los más hermosos que había visto.
-¿Quieres venir a jugar o tengo que arrojarte otra bola de nieve para que lo hagas?- pregunté riendo.
Se quedó sorprendida, sin levantarse. Su reacción me dejó extrañada, tal parece que no tenía mucha experiencia para relacionarse con los demás. Salté alegre hacia ella para demostrarle mi amistad y que entrara en confianza.
-Ven, vamos a jugar- extendí la mano para que ella la sostuviera.
Lo dudó un rato largo, pero al final tomó de mi mano y la ayudé a ponerse de pie. Sin decir nada la llevé hacia donde estaba mi construcción, que por el momento solo era un montículo de nieve.
-Bien, ahora estoy haciendo un muñeco de nieve y es más divertido cuando se hace de a dos o con más personas, pero ya que somos las únicas solo lo haremos de a dos- expliqué con confianza.
Me arrodillé para continuar, pero la niña se sentía demasiado tímida para hacer lo mismo. Volví a ponerme de pie.
-Te ayudaré- animé tomando sus manos y hundiéndolas en la nieve, luego las volví a levantar-. Ahora la colocaremos aquí- puse con ella la nieve que estaba en su mano en el montículo donde estaba trabajando-. Ya está, ahora lo que tenemos que hacer es darle forma de una bola, después tenemos que hacer otras dos de distintos tamaños así tendremos el cuerpo del muñeco y por último buscaremos algunas ramas y piedras para hacer los brazos y la cara ¿de acuerdo?
Asintió con la cabeza como respuesta y continuamos trabajando en silencio. Al terminar admiramos nuestro muñeco y debo decir que fue uno de los mejores que hice. Tuve que aplaudir por la satisfacción. Creo que también que es el mejor porque lo hice con ella y disfrute de su compañía.
-Quedó bonito… ¡Oh, casi lo olvido! Mi nombre es Anna ¿Y el tuyo?
-Eh… E-Elsa.
-Elsa, bonito nombre ¿quieres seguir jugando?
-Si- aceptó con una sonrisa.
La observé durante un largo tiempo, a la sonrisa me refiero. Era tan sincera y hermosa, imposible dejar de verla.
Elsa se agachó y recogió un puñado de nieve en su mano.
-¿Qué estás haciendo?- pregunté curiosa.
Su respuesta fue arrojarme la nieve a la cara. Limpié mi rostro y vi una sonrisa maliciosa creciendo en sus labios
-Ahora estamos a mano- se burló.
-Ooohh, con esas tenemos ¿eh?
Empecé a reír divertida. Continuamos con una pelea de nieve y seguimos hasta que se hizo muy tarde. Después de ese día supe que quería que el momento se repitiera y quería pasar con ella todo el tiempo que quisiera.
Abrí los ojos de golpe dándome cuenta de que había soñado ese recuerdo. Observé a mí alrededor, estaba en mi habitación de siempre, continuando mi miserable vida. No quería levantarme todavía y me llama la atención que el despertador no haya sonado, entonces quiere decir que tengo para dormir un rato más
Me giré al otro lado de la cama para seguir durmiendo y ahogué un gemido de sorpresa. Elsa estaba a mi lado viéndome detenidamente.
-¡¿Qué haces aquí?!- pregunté con dificultad por mi corazón acelerado.
-¿Quieres que me vaya?
-No…-negué con la cabeza un poco desesperada.
Me incliné más hacia ella y besé sus labios.
Esta vez desperté sobresaltada. Estaba en el autobús y creo que eran alrededor de las ocho de la mañana. Suspiré algo conmocionada, notando que entre medio del sueño había derramado algunas lágrimas.
No paro de pensar en Elsa desde que me subí al autobús y no logro comprender por qué. Siempre está presente en mis pensamientos, pero hoy es uno de esos días en que los recuerdos son más fuertes que otras veces, reabriendo las heridas en mi corazón. Quizás es porque me encontré con Kristoff después de que lo lastimé años atrás y por ver la caja que Elsa me obsequió.
Recaer en la tristeza del pasado no es una opción. Elsa no debería presentarse, se supone que quiero olvidarme de ella. En la Universidad, la única época de mi vida en que estuve lejos de mi familia, salí con muchas personas, mujeres y hombres, y aun así me fue imposible olvidarla. Diría que soy bisexual, o no, no lo sé. Las etiquetas no me interesan. Ninguna de las personas con las que salí me causó lo de Elsa, y en su mayoría fueron aventuras de una noche.
El primer año en la Universidad, el más duro de todos, no dejaba de llorar debido a mi amiga de la infancia, y estaba deprimida todo el tiempo. Necesitaba olvidar, escaparme de la realidad. Si no estudiaba para sacármela de la cabeza, me desahogaba yendo a fiestas y era clavado que terminaba enredándome con alguien, sobre todo porque estaba bajo la manipulación del alcohol. El segundo año había aflojado un poco. El tercero ya no lo hacía mucho. El cuarto solo muy pocas veces y ese año me obligaron a ponerme de novia con Hans. Si, lo engañé en un par de ocasiones y estoy segura de que él también lo hizo. Lo descubrí cuando su "profesor de guitarra" lo llamó por teléfono, Hans justo se había levantado para ir al baño cuando sucedió, y lo atendí. La chica del otro lado se quedó muda al escucharme y me hice pasar por una amante más de sus juegos, diciéndole unas cuantas cosas que probablemente le molestaron y la hicieron sentir como un cero a la izquierda. Revisé un par de contactos y descubrí un "Profesor de cocina", "Profesor de arpa", "Profesor de latín", "Biblioteca", etcétera. Y con las fotos y mensajes que vi fue bastante obvio. Me atrevo a decir que él no tiene buen gusto para las mujeres.
La última vez que lo engañé fue con su ex secretaría, estaba de muerte. Si la diosa afrodita se me presentara en persona, seguro tendría los pechos y el trasero de esa mujer. Quise evitarlo por lástima que sentía por el pobre Hans que no sabía cómo disimular las ganas que le tenía pero la mujer no le daba su atención más que por el trabajo. Sin embargo cuando me dijo que era lesbiana con una sonrisa de gatito coqueto no lo resistí y se lo hice arriba del escritorio de mi ex-prometido, luego en mi auto y al final pasamos ocho horas en un hotel. La chica renunció porque encontró un mejor trabajo en otra ciudad y, cuando se despidió de mí, me preguntó si quería otra roda como despedida ¿Y quién era yo para negarme a semejante majestuosidad? Por puro morbo lo hice más de ocho horas en la cama de mis padres después de que ambos se fueran de viaje para hacer no sé qué mierda en otro país. Claro que primero me aseguré de que abordaran el avión porque no iba a arriesgarme a que nos encontraran. Le pedí a mi hermana que me dejara la casa sola y les di el día libre a todos los empleados. Los gritos de esa mujer dentro de toda la enorme casa fue lo más exquisita que mis oídos escucharon. Después de esa intensa y fascinante aventura, decidí que no iba a hacerlo más. No porque me arrepintiera, sino porque quería pasar página. Quiero ser una persona con nuevas costumbres.
Posé mis ojos en la ventana y me di cuenta de que estábamos entrando en la ciudad. El cielo estaba nublado, el clima fresco y parecía que iba a llover, aunque sabía que no lo haría. Me encantan este tipo de días.
En la parada de autobús busqué mi valija y después procedí encontrar a Ariel. La vi a lo lejos, ella hacía seña con la mano para que me acercara y eso hice. Me recibió con un amistoso abrazo.
-Es un gusto conocerte al fin- comentó apartándose-, Rapunzel me habló mucho de ti.
-También me da gusto conocerte. Oh, y gracias por conseguirme la entrevista con Regina.
Ariel trabajaba en la agencia donde iba a empezar a trabajar yo. Ella consiguió que hablara con mi nueva jefa y también es una gran amiga de mi hermana, aunque casi mucho no se ven.
-No tienes que agradecer, nos encantará tenerte trabajando en la oficina.
-¿Nos?
-Sí, trabajarás conmigo, otras dos chicas y un chico. Té los presentaré a todos mañana. Son algo locos, pero amigable y buenos compañeros, sé que les caerás bien.
-Suenan agradables- admití con sinceridad.
Empezar el trabajo me tenía emocionada, aunque mi expresión no lo demostrara, sobre todo porque estaba ansiosa en poner en prácticas todas mis habilidades y conocimientos.
Ariel se ofreció a poner mi valija en su auto y nos subimos a él. En el camino hacia mi nuevo departamento, Ariel me contó que estaba casada hace un año con un hombre llamado Erick, con quien se puso de novia cinco años atrás. Se abrió demasiado conmigo, más de lo que esperaba. Yo apenas le dije un poco acerca de mí, no quería contarle cosas específicas de mi vida a alguien que recién conozco. Afortunadamente no se le ocurrió preguntar si tenía novio. Rapunzel había sido bastante cuidadosa cuando le habló de mí, sin irse de boca y se lo agradecí.
Ariel me dejó en la puerta del edificio, quería quedarse, pero tenía que terminar con unos asuntos y yo le conteste que no se hiciera problema. En la puerta del sitio que ahora era mi hogar me esperaba un señor mayor llamado John Silver.
-Buenos días, usted debe de ser Anna Summers, encantada de conocerla- me recibió estrechando mi mano cortésmente-, soy el Sr. John Silver, puede decirme Silv si lo prefiere.
-Gracias, es un placer conocerlo.
-No hay de que, por favor acompáñeme- pidió, siendo tan caballero de tomar mi valija y llevarla hasta dentro del edificio.
Tomamos el elevador que nos llevó hasta el piso ocho. Caminamos por un largo pasillo mientras Silver me contaba las cosas que tenía que tener en cuenta en el edificio y me hablaba un poco de la gente que vivía aquí, en general todos resultaban ser simpáticos. Honestamente mientras no tenga problema con ninguno de ellos todo estará bien.
El departamento que me toco fu el 8Z. Me enamoré de él en cuanto lo vi, era tal cual lo había visto en las fotografías que vi por internet e incluso parecía muchísimo mejor. Apenas entré, vi una enorme ventana con vista a la ciudad que dejaba a la luz natural iluminar toda la sala. Esta sala se dividía en dos mitades. De un lado había un sofá de tres cuerpos, con una mesita de café en frente, y un televisor pantalla planta apoyado sobre un mueble. En el otro lado había una mesa rectangular, de madera, con seis sillas. Había tres puertas más, una llevaba al dormitorio, la otra posiblemente a la cocina y la tercera era la del baño.
-Bueno, señorita- Silver extendió su mano para entregarme las llaves del departamento y las acepté-, si necesita algo solo avíseme. Mi sobrino, Jim Hawkins, suele venir los fines de semana para asegurarse de que todo esté bien. Cualquier cosa también puedes hablar con él.
-Entendido, gracias- volví a corresponder con una inclinación en la cabeza.
Tan pronto Silver se fue dejé caer mi cansado cuerpo en el cómodo sillón. Otro suspiro de alivio, igual que cuando me subí al autobús para venir aquí, se escapó de mis labios. No pasó mucho tiempo para que Elsa se volviera aparecer en mi cabeza.
Acomodé un brazo sobre mi frente y cerré los ojos.
Flashback
Esperaba a Elsa con la pierna moviéndose de forma nerviosa. Pensaba en como iniciar una conversación que me permitiera pasar más tiempo con ella, sin que me diera respuestas evasivas.
Giré al escuchar sus pasos y observé como puso el botiquín en la mesita que estaba a un lado mío.
-Ten, aquí tienes todo lo que necesitas para tu herida- dijo la rubia, quedándose unos centímetros lejos de mí-. Puedes usar el baño si quieres.
Asentí con la cabeza. En otras ocasiones, sin dudarlo, Elsa me habría llevado hasta el baño y ayudado con las heridas. Sé que somos grandes pero… ¿Realmente se le olvida todo eso?
-Solo tardaré un minuto- informé poniéndome de pie y tomando el botiquín para luego ir al baño.
Miré mi reflejo en el espejo del lavatorio y vi la fea herida que la rama me dejó en la mejilla izquierda. Tragué saliva, un poco impresionada. Lo que más me preocupaba era que excusa iba a inventarle a mi madre. No estaba segura de sí decirle la verdad, sería una hora de sermón, otra hora de regaño y una hora más de sermón y regaño juntos.
Hice todo tan rápido como pude. Limpié las partes de mi cuerpo donde tenía tierra y algo de sangre y luego me puse una gasa sobre la herida en el rostro.
Salí del baño con el botiquín y descubrí que Elsa estuvo hablando por teléfono con alguien, creo que colgó por escucharme.
Dejé el botiquín donde estaba antes y me acerqué a ella, luchando por mantener la cabeza en alto.
-Gracias- dije.
-No, gracias a ti por traer mi bicicleta.
Esperé a que ella dijera algo, pero se mantuvo distante igual que siempre. Solo pensaba en que me dijera en como estuvo su día o algo referido a lo que pasó hoy en clases cuando nuestras miradas se cruzaron. Al ver que se tomaba demasiado tiempo me digné a hablar de la primera cosa que se me ocurrió.
-¿Con quién hablabas?...- eres una estúpida entrometida- no es que tengas que decírmelo, es decir… No es de mi incumbencia… Es que tuve curiosidad, yo solo… Mejor olvídalo.
Elsa oculto su risa detrás de su mano.
Wauw, la hice reír.
Si tan solo supiera lo que ese gesto significaba para mí.
-Estaba hablando con Mérida.
Me molesté automáticamente al escuchar ese nombre.
-Oh cierto, olvidé que eran buenas amigas- exclamé con cierta ironía.
No podía evitarlo, siempre que hablaba de ella me enfadaba. De repente se habían vuelto amigas y yo pasé a un segundo plano como si no fuera lo suficientemente buena para estar a su lado. Intenté controlarme y guardarme el comentario, en caso contrario esto terminaría mal.
-Oye, puedo llevarte en mi auto mañana si es que aún no tienes el tuyo- le ofrecí, esperanzada porque dijera que sí.
Sé que le dije a Kristoff que pasara por mi mañana, pero tal vez no le moleste si vamos los tres. Mi novio era muy sociable y siempre quiso conocer a Elsa por todo lo que le dije.
Desgraciadamente la respuesta no fue la que esperé.
-No, gracias, ya arreglé con Mérida y ella vendrá a recogerme- eso me hizo perder completamente la paciencia.
-¿Tienes que estar con ella todo el tiempo?- traté no sonar dura, de verdad que lo hice.
-¿Cuál es el problema? Ya había arreglado con Mérida antes de que llegaras con mi bicicleta- se molestó-. Ella no es el lobo feroz o la mala del cuento, Anna.
-Pues no parece, desde que estas con ella a mí ya no me prestas atención. Siempre es ella, siempre que trato de hablar contigo te vas con ella -a ese punto ya no podía controlar lo que decía.
-Es mi amiga…
¡¿Y qué diablos soy yo maldita sea?!
-También lo soy yo- le interrumpí, en voz alta y me estaba conteniendo para no llorar en ese momento. Coloqué la mano sobre mi pecho y traté hacer contacto visual con ella- yo también quiero ayudarte… Podría ayudarte si tan solo me dejaras a hacerlo.
Elsa evitó mirarme y se quedó en silencio.
-Anna, creo que ya debes irte.
Sus palabras, como siempre, me afectaron, pero no quise tomármelas en serio. Fijé insistentemente mi mirada en ella para de alguna forma lograr sacarle una respuesta de lo que le pasaba conmigo, pero no lo conseguí. Cada minuto esperando a que ella reaccionara me hacía más daño y al final no puede tolerarlo más. Me marché sin decir nada.
Llegué a mi casa adolorida, por la caída y por lo que sucedió con Elsa. Estaba subiendo las escaleras cuando escuché la inesperada voz de mi madre llamándome.
-¿Me puedes decir que te sucedió?- cuestionó, viniendo de la sala de estar.
Ahí estaba, esa mirada típica que siempre usaba para juzgarme, sin importarle en absoluto que estuviera herida. A ella no le interesaba que alguien me lastime o que me rompan el corazón. No se molesta por saber si tuve un mal o buen día. Solo quiere que yo no cometa "errores".
¿Por qué me preocupo? De todas formas no va a creerme.
-Caí de un árbol.
Una vez cuando jugaba a la pelota con Elsa resbalé y raspé mi rodilla contra el suelo. A pesar de que la herida era grande no dolía tanto como se veía, pero Elsa insistió en que entráramos a su casa para curarla. Cuando la Sra. Cold la vio, su expresión fue de completo horror y rápidamente buscó un botiquín de primeros auxilios súper preocupada. Al principio nos regañó a ambas por no tener cuidado, pero al final fue amable y gentil. Me trataba como si fuera su propia hija, y yo no sabía cómo sentirme al respecto además de estar infinitamente agradecida. Cuando terminó dijo que fuéramos a jugar con una alegre sonrisa y repitiéndonos que tuviéramos cuidado.
En esta ocasión, la reacción de mi madre fue solo levantar los anteojos que usaba para leer a la altura de su cabeza y se cruzó de brazos. No me creía, lo veía en sus ojos.
-¿Esa es tu excusa?
-No es una excusa, es cierto- controlé mi enfado, no estoy en condiciones de pelear ahora mismo.
-¿Qué hacías en un árbol entonces?- interrogó.
-Nada grave, no me metí en problemas, no molesté a nadie y tampoco te llamarán de la escuela para decirte que me encontraron haciendo una conducta inadecuada. Unos chicos de la escuela le subieron la bicicleta Elsa arriba de un árbol y yo solo la ayudé a bajarla.
-¿Elsa?- interrogó impresionada.
Como hacía tiempo que ya no hablábamos mi madre asumió que ya no había nada entre ambas.
-Sí, vengo de su casa- respondí.
-Deberías dejarla en paz -fue un concejo que sonó a reproche. Se dio la vuelta para regresar al lugar de donde vino, su oficina.- Si dejó de hablar contigo es porque no te quiere -y con esas palabras se marchó.
Sentí que me había clavado un puñal en el pecho, hasta tuve que sostenerme de la baranda de los escalones para no caerme. Sequé la única lágrima que se había escapado de mi ojo. Si me ponía a llorar le iba a dar la razón y me oponía eso. Mi madre no sabe nada, por lo que no tiene derecho opinar y yo no tengo por qué dejarme llevar por sus palabras.
En el pasado, cuando me lastimaba, ella solo me miraba y llamaba al mayordomo para decirle que curaran mis heridas. Supongo que si no lo hizo ahora es porque vio que ya habían sido atendidas.
Me llevó más tiempo que lo habitual llegar a mi habitación, se debía a la falta de fuerzas y por lo adolorida que me sentía. Fui hacia la ventana del cuarto para buscar automáticamente mi cuaderno de dibujos que estaba sobre el acolchado, en el cual podía sentarme y acostarme. Cuando me senté para dibujar aunque sea algunos garabatos que me permitieran entretenerme y olvidar el dolor, justo vi a Elsa salir a su balcón.
Aun cuando debía estar enojada con ella no podía, menos cuando me miraba de la manera en que lo hacía ahora.
Sin saber el porqué, se me ocurrió escribir un "perdón" en una hoja de mi cuaderno. La arranqué y la pegué contra la ventana.
Elsa decidió ignorarme después de leerlo.
Fin del Flashback
De repente recordé que tenía que hacer las compras matutinas, que jamás había hecho en mi vida porque tenía sirvientes que se encargaban de eso, y Silver no me comentó dónde encontrar un mercado. La batería de mi teléfono estaba muerta así que no podía enviar un mensaje para preguntarle. Alguno de los vecinos debía saber dónde encontrar un lugar para hacer las compras cerca de aquí. No iba a hacerme mal salir un rato para despejarme y de paso conocer a gente nueva.
Me levanté del sillón con algo de flojera y fui hacia la puerta una vez más. Había dos puertas al costado de la mía, de otros dos departamentos, el 8X y el 8Y. Miré los dos, pensativa, y decidí ir al 8Y. Toqué la puerta unas tres veces, nadie respondió. Toqué una vez más antes de ir al 8X.
-Ya voy- una voz ronca, femenina, gruñó del otro lado.
Uuff, parece que alguien tuvo una larga y pesada noche.
La puerta se abrió, y entonces creí que el corazón estaba a punto de escaparse de mi pecho y mi mente fue invadida por un torbellino de emociones. Cabello rubio platino atado a una trenza, ojos azules zafiros, y un pijama azul, manchado, con una pelota de futbol soccer. Un nudo en mi garganta impidió que gritara su nombre. Sentí mis ojos humedecerse y me ahogaba ante la falta de aire.
¡Mierda, es ella!
A Elsa se le abrieron los ojos como si hubiera visto a un fantasma y en tan solo unos segundos me cerró la puerta en la cara.
Estuve a punto de gritar y derribar la puerta a golpes. En cambio, solo apoyé mi cabeza contra la madera y lloré. No pude evitarlo, fue como si alguien hubiera disparado de la manera más dolorosa posible. Armar un estruendo el primer día en mi nuevo hogar no era bueno y Silver había sido demasiado claro con el tema de no molestar a los vecinos.
Maldición, ella está aquí.
En vez de desaparecer como se suponía que lo haría ella regresó.
Elsa está aquí.
Me gustaría darles muchísimas gracias por el apoyo que le siguen dando y los que recién empezaron a leerla gracias por darle una oportunidad.
Nos veremos en el próximo capítulo y no olviden dejar su comentario :)
PenguinVuelve: Está todo bien, me da gusto que sigas leyendo. Saludos y suerte.
dokan616: Jaja si, entiendo a qué te refieres. Gracias por leer y espero hayas disfrutado el capítulo.
Chat'de'Lune: Hola, gracias por comentar y por tus comentarios en la anterior historia. Un placer tenerte como lectora n_n.
ANONIMUS07: De verdad aprecio tus amables palabras. Hago más que nada para divertirme y aprecio mucho a quienes se toman en el tiempo de leer.
LeRoyalHolyBlue: Ooh…pues si esa es tu duda entonces sigue leyendo para descubrirlo jaja. Con respecto a lo que me preguntaste, y me disculpo por no haberlo contestado antes, no tengo idea. Algunos personajes están pensados desde antes y después como que otros van surgiendo según lo que se me ocurra en mi retorcida cabeza y cumplen papeles terciarios. Esta historia la llevo pensado desde mucho antes de que Moana se estrenara por lo que no creo que aparezca. Saludos.
Adrian9966: ¿Cómo que te rompí el corazón? Ni siquiera llegamos a la peor parte (?)…Gracias por leer y comentar :)
Zafira Wich: Libre soy, libre soy pppff….Perdón tenía que hacerlo, era demasiado tentador XD.
ALARZAM: Créeme cuando te digo que volverás a saber de ellas dos ;).
danielariveralopez418: Habrá mucho de todo, te lo aseguro.
entropia86: Gracias por sumarte, es apreciable. Saludos.
