Los personajes no me pertenecen
Hola queridas criaturas, feliz año nuevos y bienvenidos al capítulo 6.
Antes que nada, sé que les prometí volver en diciembre, pero verán, terminé el año agotada. Para que se den una idea, me exprimieron hasta quedarme sin aliento. Así que decidí apagarme y pasar las fiestas con tranquilidad.
Había un molesto ruido en la cabeza que hacía que mi resaca fuera más pesada de lo normal. No era un ruido como tal, era más bien una canción. Con mucha fuerza separé mis parpados y aguardé a que la habitación dejara de girar. La canción Numb de linkin park venía de mi teléfono, indicando que tenía una llamada. Rápidamente me levanté del suelo toda entumecida y busqué mi móvil que estaba en el suelo, cerca del televisor.
Atendí sin mirar la pantalla y llevando la mano a mi frente como si pudiera aliviar el dolor de cabeza.
-Hola.
-¡Aleluya!- exclamó mi hermana del otro lado.
Yo sentí como el tímpano se me reventaba y tuve que apartar el móvil de mi oreja.
-Prometiste hablarme en cuanto te instalaras, llegaste el domingo y ya es viernes- se quejó a lo lejos- ¿Tienes idea de lo preocupada que estaba?
Acerqué el teléfono de nuevo a mi oreja.
-Lo siento- dije con voz apagada.
-Lo siento… ¿Solo eso dirás?- aunque su tono de voz se suavizó, seguía enojada.
-Mi vecina me ha dado problemas- respondí luego. No la clase de problemas como ruidos fuertes, o extraños olores o gritos, sino problemas emocionales.
Por algún extraño motivo, Rapunzel estuvo un rato largo sin contestarme.
-¿Qué clase de problemas te da?... Tiene que ser demasiado pesada para olvidarte de tu hermana. Y de ser así, solo no le hagas caso.
No es necesario, ella no me hace caso a mí.
-Rapunzel, no es cualquier vecina… es Elsa.
Mi hermana volvió a quedarse callada.
-Oh… Vaya- no lo dijo sorprendida, sino nerviosa.
Mi resaca era demasiado fuerte como para pensar que estaba sucediendo. Además, no quiero perder demasiado tiempo hablando con ella.
-Escucha, lamento mucho no haberte llamado es solo que todo ha sido difícil para mí.
-¿Y tus ataques?
-Controlados- mentí.
-Me cuesta creerlo.
Rapunzel había visto a que magnitud llegaban esos ataques y sabía lo difícil que era de manejar, ya que muchas veces me ayudó a lidiar con ellos. Generalmente siempre trato de decirle la verdad, pero no puedo decirle que tener a Elsa a un paso de mi departamento me está matando porque la preocuparía demasiado. Sería muy arriesgado que ella se apareciera aquí, además tengo que aprender a vivir sin depender de ella todo el tiempo.
-Solo dime que vas a hacer- dijo Rapunzel.
¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?
-No hay nada que hacer- respondí-. Luché para estar una vez con ella y me abandonó ¿Por qué sería diferente esta vez?
-¿Realmente crees que Elsa no siente algo por ti?
Sinceramente me cuesta creerlo. Me repito siempre que Elsa ya me superó, pero hay una vocecita en mi cabeza que me hace dudar y otra cosa también es que soy demasiado terca para aceptarlo.
-No, no lo creo.
-Entonces prueba darle celos.
-¿Y para qué?... Tal vez mis sentimientos no hayan cambiado, pero estoy molesta con ella.
-Conociéndote, tu enojo se irá más rápido de lo que canta un gallo.
¿Por qué mierda la defiende tanto ahora? El último comentario que hizo de Elsa fue "espero no cruzármela nunca porque le voy a hacer pagar todo esto". Rapunzel no sería capaz de lastimarla, solo exageraba, pero no iba a comportarse de manera agradable si llegaba a verse con ella.
-¿Qué tal todo en casa?- por mí se podían ir todos a la mierda, menos mi hermana, su esposo y Kai, pero no quería continuar hablando del tema.
-Lo que se esperaba, mama está hecha una furia, sobre todo porque abandonaste a tu prometido.
-Ex prometido- corregí molesta.
-Bueno, tu ex prometido está molesto, indignado de que hayas abandonado a un hombre como él después de todo lo que pasaron.
¿Es en serio? Ese hijo de puta actuaba como si en verdad le importara nuestra "relación". Se ve que era el mejor títere que pudo haber encontrado porque dudo que consiga otro tan fácilmente.
-Mándalo a la mierda de mi parte ¿sí?
-Con mucho gusto.
-¿No has dicho nada, verdad?
-Por supuesto que no, te prometí guardar el secreto.
-Sí, lo sé. Solo me preocupa que mama no haya hecho nada.
-Está presionándome, pero no te preocupes, puedo manejarla- sé que lo hace-. De todas formas, si pasa algo, te mantendré al tanto.
-Te lo agradezco mucho.
-¿Quieres saber de papa?
-No. Pero adelante, dilo.
-Te desea suerte.
Mi dolor de cabeza, que se mantuvo presente en toda la conversación, no me permitió procesar eso con claridad.
-¿Escuché mal o dijiste suerte?
-Dije suerte. El día después de que te fuiste me lo encontré cuando estaba por salir de casa y me dijo "Sé que si hay alguien que sabe dónde está Anna esa eres tú. No necesito que me lo digas, solo coméntale que le deseo suerte."
Él me apoya… Mi padre me apoya. La verdad era mucho para mí, creo que era culpa de la resaca pero, por otro lado, sé que no es por eso. Por un momento me dieron ganas de colgarle a mi hermana y llamarlo de inmediato para decirle estoy bien y que agradecía su apoyo. Él no era como mi madre que me desvalorizaba. No, no voy a llamarlo, pero puedo considerarlo una opción. Eso no quiere decir que sea pronto, ha cometido sus errores y pasará tiempo para que pueda hablar con él. Después de todo él y yo tenemos una conversación pendiente.
-Oye hermana, tengo que colgar por ahora.
-¿Prometes mantenerte en contacto?
-Si lo prometo. Si no quisiera hablar contigo ni siquiera te habría contestado- técnicamente no me di cuenta de quien llamaba, pero le habría colgado si no quisiera hablar.
-De acuerdo, suerte con tu vecina.
Rodé los ojos ¿ahora hace bromas?
-Hasta luego hermana- dije de manera irónica.
-Hasta luego.
Al terminar la llamada me di cuenta de que eran más de las 7:40 A.M
-¡Mierda, llego tarde!- grité con todos mis sentidos alarmados.
Fui corriendo hacia mi cuarto y rápidamente me vestí con lo primero que encontré. Me conformé con usar un buzo bordo con bolsillos tipo canguro y un pantalon jean. Dado que tenía que correr hacia el trabajo usé unas zapatillas.
Salí del departamento corriendo a las apuradas y, en consecuencia de eso, choqué contra alguien, tumbándola al suelo. Yo me apoyé contra la pared justo antes de caer.
-Cielos, disculpé yo…- instintivamente me agaché a recoger unos papeles que se habían esparcido en el suelo, pero me quedé helada al ver que se trataba de Elsa.
Intenté decir algo, pero ella levantó la cabeza enojada.
-No te molestes- dijo fríamente.
Odio ese tono, lo odio desde la primera vez que lo escuché. Lo odio tanto que hizo que la ira dentro de mí me hiciera explotar. Vi una carpeta a su lado y, mientras ella volvía su atención a los papeles, me puse de pie. Con toda la rabia acumulada la pateé contra la pared, justo al lado de la puerta de mi departamento, haciendo que más papeles se desparramaran por el suelo.
-¿Qué diablos…?- Elsa se puso de pie.
-Qué diablos y una mierda- la interrumpí encarándola-. Al menos espero haber causado el mismo daño que tú le causaste a mi corazón y te duela tanto como me duele a mí- finalicé y me marché antes de que tuviera la última palabra.
Una vez que las puertas de ascensor se cerraron dejé caer mi cabeza sobre mis manos. Rapunzel tenía razón, mi enojo no iba a durar mucho tiempo, siempre fue así. Lo que acabo de hacer fue totalmente inmaduro.
Corrí hacia la agencia lo más rápido que pude, pero al entrar a la oficina mis compañeras me miraban con desaprobación al levantar la cabeza de la pantalla de sus computadoras.
Llegué tarde, otra vez.
-La reina malvada te espera en su trono- informó Emma.
Si con eso pensaba hacerme reír no lo había conseguido. No dije una palabra, salí de mi oficina para ir a la de Regina. Sus secretarias me observaron sin decir nada y me dieron el paso. Sigo pensando parecen robots.
Regina levantó la vista de los papeles que leía al sentirme entrar. Me observó fijamente hasta que tomé asiento frente a ella.
-Otra vez tarde- comenzó, apartando los anteojos de su rostro.
Yo no quería hacer esto demasiado largo, así que directamente fui al grano.
-¿Va a despedirme?
La jefa dejó sus papeles y los anteojos sobre el escritorio para apoyar los brazos sobre él y juntar sus manos.
-Es tu primera semana aquí, llegas tarde desde tu segundo día ¿hay una razón por la que no deba hacerlo?
No, no la hay. Soy una empleada más como todos los que trabajan aquí, no soy alguien esencial.
-No- respondí manteniendo mi objetivo de ir directo al grano.
Noté como jugaba con un anillo. Es curioso, Regina solo tenía tres anillos y se ve que solo usaba esos porque desde que la conozco no le he visto otros. Dos de ellos estaban en el mismo dedo, el anular izquierdo. Uno era el de compromiso y el otro una alianza, ambos parecían ser de enorme valor. Después, en el dedo del medio, había un sencillo anillo que uno normalmente compraría en lo que se conoce como feria cultural. Parecía de plata e incrustado en el centro había una pequeña, nada llamativa, perla blanca que probablemente era falsa. Tal vez es solo mi imaginación, o no, pero siempre juega con ese anillo a pesar de que no debe costar ni la mitad de lo que valían los otros. Si estoy en lo correcto, ese anillo debe tener un valor sentimental más grande que los otros dos, lo que quiere decir que se lo dio alguien muy especial para ella.
-Siento haberla molestado- dije antes de que me pusiera a llorar porque todo esto era demasiado para mí, había perdido el trabajo que deseé tener y lo había perdido porque fui irresponsablemente descuidada -. Imagino que tiene mucho que hacer así será mejor que me vaya
-Aguarda un minuto- Regina me detuvo cuando me puse de pie-. Siéntate, no he terminado.
Volví a sentarme y esperé a que me hablara porque no tenía nada que decir.
-No quiero despedirte y no voy a hacerlo- sus palabras hicieron que el alma me volviera al cuerpo.
-¿Ah no?
-No, a pesar de tus llegadas tarde has hecho un buen trabajo hasta el momento. Pero será la última oportunidad ¿está bien?
-Si… lo prometo… llegaré a tiempo y… no se volverá a repetir- estaba tan aliviada que no era capaz de decir una oración de corrido.
-Eso espero- Regina suspiró y miró el anillo con el que tanto jugaba-. Me gustaría saber si hay algo que te está molestado o si tienes algún problema aquí ¿la relación con tus compañeras va bien?
¿Acaso sabe que soy una adulta y que además ella es mi jefa y yo su empleada? Parece que estoy en la oficina de una directora de instituto. No era solo eso, al hablar había algo extraño en su tono, sonaba a maternal.
-Créame, este es el único sitio en donde me siento relativamente bien. Y a pesar de que no sociabilicé demasiado con ellas, las chicas me caen bien- aunque Emma estaba definitivamente loca ¿Quién en su sano juicio utiliza una peluca rosada del mismo corte de Blancanieves para que le llegue inspiración cada vez que la pierde?
-Bueno, si hay necesitas de ayuda, puedes contar conmigo- dijo después de un breve silencio.
Hay algo en esta mujer que todavía no me cierra. Dudo mucho que con mis compañeras se comporte de la misma manera y el apodo que tiene Emma para ella ("Reina Malvada") debe tener alguna explicación.
Regina pegó su espalda contra su silla y tomó una postura más firme.
-Será mejor que vayas a trabajar. Tus compañeras te dirán que hacer- me informó.
-Sí, de acuerdo- asentí con la cabeza poniéndome de pie-. Nuevamente le agradezco la oportunidad.
-De nada- sonrió amablemente.
Cuando regresé a la oficina las chicas me explicaron lo que teníamos que hacer y yo me puse manos a la obra. Desde que empecé a trabajar siempre era igual, yo hacía mis deberes sin decir nada y sin prestar atención a lo que hacían. Las chicas, en cambio, se reían a carcajada y hablaban mientras realizaban sus deberes.
Yo no me sentía lista para decirles algo acerca de mí. No quería hablar de mi familia, de mi pasado o de mis problemas personales. Solo hablábamos para intercambiar opiniones del trabajo y por el momento yo quería mantenerlo así.
En cuanto al famoso Hiro, que de vez en cuanto sentía nombrar, aún no había dado señales de vida. ¿Por qué tendrá tantos días libres? No creo que sea correcto preguntarle a las demás si ni siquiera lo conozco.
En la hora de descanso decidí salir a tomar aire fresco en la terraza que formaba parte de la oficina. Respiré profundamente el aire fresco, apoyé mis brazos contra el barandal. Cerré los ojos y toqué la cicatriz que estaba en el dorso de mi mano y me estremecí al recordar lo que sucedió cuando me la hice.
Elsa reapareció en mi cabeza y con ello lo que sucedió esa mañana, me sentía terriblemente culpable por lo que hice. Esos papeles podían ser importantes, quizás tenía que entregarlos en su trabajo en un orden específico y yo lo desordené. Pude haber arruinado alguno. La otra posibilidad es que haya llegado tarde a su trabajo y su jefe, o jefa, la haya reñido.
"¿Cómo diablos voy a recuperarla si ya empezamos discutiendo?"
Escuché que alguien se aclaraba la garganta, obligándome a regresar a la realidad. Emma estaba detrás de mí con las manos en los bolsillos, sin ningún rastro de nerviosismo.
- ¿Necesitas algo? - pregunté.
-No. Verás, las chicas y yo jugamos a piedra, papel o tijera para saber quién venía hablar contigo y yo perdí, así que aquí me tienes- respondió, segura de sí misma, con una sonrisa.
Es la primera vez que veo una persona tan estúpida y tan sincera al mismo tiempo.
-Seré honesta contigo- dije unos segundos después que terminaba de procesar que lo que me dijo fue nada más que la verdad-, tus bromas no me dan gracia.
-Aunch…- se llevó la mano al corazón fingiendo estar herida por mis palabras- Y yo que las hago con mucho amor.
-Sigue sin darme gracia.
Emma refunfuñó y yo me sorprendí, aunque no era de esperarse. ¿Se molestaba porque no me reía de sus estupideces?... increíble.
-Bueno ya, solo quiero charlar contigo- habló, dejando las bromas a un lado.
Me negué, volviendo a mirar hacia el paisaje que era la ciudad. No es muy amable de mi parte, pero no tengo ganas de hablar, la conversación con Regina había sido suficiente para mí. Como si no se hubiera dado cuenta de mi actitud antisocial, Emma se acercó y puso sus manos en el barandal.
-Lindo día, verdad- comentó para intentar iniciar una conversación
-Quiero estar sola ¿No te das cuenta? - traté de ser directa, si mi actitud le molesta por mí que piense lo que quiera.
Se giró para apoyar brazos y espalda contra el barandal.
-Probablemente es lo que quieres, pero no es lo que necesitas.
-¿Y cómo sabes lo que necesito?
-Todo el mundo necesita hablar- me enfrentó con la mirada-. No es necesario decirme lo que te molesta, puedes decirme cualquier cosa, hasta de cuál es tu animal favorito, lo que sea con tal de que tu cabeza piense en otra cosa.
Medité su respuesta. Paso tanto tiempo pensando en lo que sucedió con Elsa y en mis problemas. Jamás le dije algo de eso a alguien, Rapunzel es la única a la que le pude confiar todo. Ella había sido mi gran sustento cuando estaba conmigo y ahora estoy sola. Tal vez es por eso me siento peor que de costumbre.
-¿Tienes un cigarrillo?
Emma no contestó. Volvió a entrar a la oficina y regresó cinco minutos después con un cigarrillo y un encendedor. Antes de aceptarlos la miré interrogante, no esperé que realmente tuviera uno.
-¿Tú fumas?
-Naa... Pero una chica de las oficinas de al lado es una chimenea andante y utilizando mis encantos la convencí para que me diera uno.
¿Encantos?... Algo me dice que le hizo perder la paciencia para que le diera uno. Lo que sea que haya hecho, no me interesa.
Encendí el cigarrillo y aspiré con total naturalidad, dejando que su sustancia llegara a mis pulmones como si fuera una especie de medicamento.
-No tienes pinta de ser fumadora- dijo para iniciar una conversación mientras yo expulsaba el humo por la boca.
-No soy adicta al cigarrillo, fumo uno cada muerte de sacerdote- respondí a su duda, lo que la hizo reír-. Normalmente cuando estoy más estresada de lo normal recurro a uno, pero no es muy seguido. Creo que la última vez que fumé fue cuando mi ex novio me pidió matrimonio.
-Wauuu- se sorprendió-. ¿Demasiada emoción para ti?
-No, fue una mezcla de frustración, ira, tristeza y un montón de emociones negativas. Le di el sí y me escapé para tratar de no llorar en ese preciso momento en frente de todos. Vi un mesero fumando y le pedí uno… Después tuve sexo con él- dejé el cigarrillo reposando en mi boca, sin inhalarlo.
La razón por la que lo hice fue porque casi tengo un ataque, y no quería que nadie me viera en ese estado porque odio que sientan lástima. Hans se tomó el atrevimiento de pedirme matrimonio frente a una multitud de personas el día del ensayo de bodas de mi hermana. El tipo de gente presente, era la que pensaba que un futuro de cuento de hadas me iba a esperar y yo no podía titubear o dudar, solo decir que sí. La aventura con el mesero tampoco duró mucho, Rapunzel, que era su santa costumbre, nos descubrió y yo casi tengo un problema el cual prefiero no recordar ni hablar.
-¡Santa madre! - abrió la boca, controlando su risa-. Eres una caja de sorpresas, novata ¿Pero por qué, no se supone que deberías estar feliz en esas situaciones?
-Era un matrimonio por conveniencia, aunque a mí no me beneficiaba en nada. La que me obligó a estar con él fue mi... madre- dije la última palabra asqueada.
-Ya, pero acostarte con un mesero.
-A un hombre que se acuesta con muchas mujeres se lo considera un ganador, un campeón, y si una mujer lo hace tiene mala imagen y es una puta. Gran coherencia la de las personas ¿no?
Cada uno es consciente de lo que hace. Yo no siento que hago algún mal, lo que haga es parte de mi vida. Hans no ha sido el príncipe que parece y solo estaba conmigo porque tenía su futuro asegurado sin importarle que yo me sintiera mal con ello. Jamás engañaría a la persona que amo, si la tuviera, aunque eso se ve lejos porque mientras Elsa tenga preso mi corazón eso se ve imposible.
¿Por qué sigo hablándole? Estoy haciendo precisamente lo que no quiero, hablarle de mí. Nunca pensé que solo una respuesta terminaría por revelar más cosas.
-Oye, tranquila- levantó los brazos en sol de paz-. Estoy de tu lado, yo también pienso que cada uno es dueño de hacer lo que se le cante siempre y cuando no afecte a los demás. Y no soy claramente una santa, también tuve mis momentos.
No dije nada, para mí la conversación ya estaba acabada y no pensaba decir más.
-¿Y bien?
-¿Y bien, qué?- cuestioné.
-Mira, no quiero presionarte y sé lo que te dije hace un rato, pero has estado triste desde que cruzaste la puerta de la oficina la primera vez. Comprendo que tal vez sea porque todo esto en nuevo para ti, pero… Vamos, es tu quinto día aquí y no has cambiado ni siquiera un poco, debe haber algo que te esté molestando.
Estuve a punto de contestarle, pero ella interrumpió.
-No acepto un "no importa" como respuesta- aclaró rápidamente.
Refunfuñé y le di otra calada al cigarrillo.
-Pues entonces vas a tener que irte porque no voy a darte otra. Te repito que no quiero hablar.
Arrojé el cigarrillo por el balcón y desapareció con el viento. Noté como una de sus rubias cejas se levantaba hacia arriba.
-¿Ahora qué?- pregunté irritada.
-¿Solo dos caladas y ya?
-Te lo dije, no soy una adicta. Ahora, por favor, déjame en paz.
-De acuerdo- se encogió de hombros
Cuando creí que estaba a punto de marcharse se giró para verme con la sonrisa más sincera que vi en mi vida.
-La invitación para mañana sigue en pie- me guiñó el ojo de forma amistosa-. Y no te preocupes, lo que hablamos aquí se queda entre las dos.
No comprendo por qué, pero le creí. Otra cosa que llamó poderosamente mi atención fue que acababa de hablar con ella sin utilizar mascara.
"Una salida entre amigas" pensé mirando al cielo.
Flashback
Sabía que cuando mis padres se encontraban en la casa un fin de semana, era porque Rapunzel venía de visitas. Yo no quería estar cerca de ellos, primero porque cada uno estaba encerrado en su respectiva oficina, y segundo porque cada vez que estábamos juntos el ambiente era serio y tenso, así que como siempre sucedía en cada una de las visitas de mi hermana, me quedé encerrada en mi habitación concentrada en uno de mis dibujos mientras escuchaba música. Cuando Rapunzel estaba con nosotros, mis padres aparentaban ser la familia unida que no éramos y aprovechaban a preguntarle cosas y opinar sobre el tema. Tanto mi hermana como yo nos dábamos cuenta de eso, pero solo decidíamos ignorarlo.
Sentí que los auriculares se bajaban de mi cabeza a mi cuello y de repente la silla giratoria se movió a un costado. Mi hermana me dio un beso en la frente antes de que pudiera reaccionar. La aparté de inmediato un poco molesta por la interrupción.
-Rapunzel- me quejé, limpiándome la zona del beso.
-Me extrañaste, admítelo- respondió soltando una carcajada.
-Claro que sí, pero eso no quiere decir que no seas una torpe- sonreí.
Mi hermana me dio un golpe en el hombro, haciéndome reír. Me levanté de la silla, dejando mis auriculares a un lado y la abracé con fuerza demostrándole todo lo que la extrañé.
-Siento interrumpir el tierno momento hermanita, pero mama quiere que bajemos ahora.
Mascullé internamente ¿para qué nos quiere? Rapunzel no sabía la respuesta, por lo que automáticamente bajamos para saber qué es lo que querían.
Mi madre estaba en la cocina tomando un té. Mi papa estaba con ella y leía al periódico. La mujer empezó a hablar con Rapunzel e igual que siempre sus comentarios me entraron por un oído y me salieron por el otro mientras en mi cabeza solo deseaba volver a mi habitación para pasar el rato con mi hermana. En un momento dado mi padre tomó la palabra.
-Hija ya que estás aquí, me gustaría que me acompañaras a la empresa mañana.
Solo yo vi la mueca de disgusto que mi hermana hizo. Rapunzel tenía muchas responsabilidades que cargar en sus hombros al ser la primogénita y la hija favorita de mis padres. Pensaban en darle la empresa y el bufete de abogados que tenía mi madre. Ella no solo estudiaba para ser abogada, sino también administración de empresas para ocupar el cargo de mi padre en su empresa. Sí, hacia dos carreras a la vez, pero no todos los sabían. Yo, siempre que me lo preguntan, respondo que solo estudia para ser abogada porque a Rapunzel no le gusta alardear y si se enoja con mis padres cada vez que la presumen en su trabajo también se enfadaría conmigo si se lo digo a mis compañeros. Ni siquiera Elsa lo sabía. Creo que el único a quien se lo comentó es a su novio.
Yo iba a tener suerte si solo me recibía de abogada, no porque no me diera la capacidad mental sino porque no me gustaba. Quería estudiar diseños y publicidad, pero mi madre decía que eso era un pasaje directo a la calle, una pérdida de tiempo que no me llevará a nada, así como mis dibujos y mis fotografías.
-Papa, mañana es domingo- contestó Rapunzel en modo de queja, pero ninguno de los dos le dio importancia a su tono.
-Hija sé que estás en tu segundo año, pero quiero que vayas tomando mayores responsabilidades y si te quedas hasta el lunes no tendrás tiempo de ir.
-Pero puedo hacerlo en otro momento. Se supone que vine aquí a relajarme y descansar de mis estudios. No para pasar un domingo, día no laborable, por cierto, en una empresa. Además -me sobresalté un poco al sentir su brazo alrededor de mi cuello- le prometí a Anna acompañarla a su entrenamiento.
Ver a mis padres clavándome la mirada me puso nerviosa. La otra noche le comenté a Rapunzel, cuando hablábamos por vía Skype, que había pasado a la final en el torneo de equitación. Ella con gusto aceptó en ayudarme a entrenar al pedírsela.
-¿Entrenar para qué?- preguntó mi madre con reproche.
-Equitación- respondí-. Quedé en la final del torneo y mi rival es… Ella James.
Tan solo mencionarla hizo que los recuerdos del verano que pasamos juntas invadieran mi mente, causando que me pusiera nerviosa. Gracias a dios Rapunzel estaba conmigo apoyándome con la conversación porque no sabría cómo continuar sin explotar de los nervios.
-No… tenía idea- mi padre se quedó callado.
Por supuesto que no lo sabía, ninguno de los dos iba a ir, aunque se los mencionara. Ya les había contado de otros torneos y ellos jamás habían asistido.
-Iba a contárselos en cuanto estuviéramos todos- mentí.
Mi padre suspiró bajando la cabeza.
-Bueno, si vas a ayudar a tu hermana dejaremos la empresa para otro momento- mi padre buscó la mirada de la mujer que tenía a su lado- ¿tú qué opinas?
-Que Rapunzel haga lo que quiera- respondió y después sus ojos fríos, sin rastro de cariño, volvieron a fijarse en mí-. Pero que quede claro que ya es tiempo de que madures Anna, no puedes estar todo el tiempo molestando a tu hermana, tienes que entender que ya es una persona con muchas responsabilidades y no tiene tiempo para tus tonterías.
Tonterías… La palabra rebotó por toda mi cabeza. Toda la dedicación y esfuerzo que le ponía al deporte para que ellos se sientan orgullosos era una tontería.
Rapunzel se aclaró la garganta para, como siempre hacía ella, romper con la tensión.
-¿Eso era lo que querían decirnos o ya podemos irnos?
-No exactamente- respondió la dueña de la casa inmediatamente-. Vayan a vestirse de manera más decente, saldremos a cenar.
Oh nooo, no estoy de ánimo para una cena de trabajo.
-Mama, iba a salir con Kristoff y otros chicos esta noche- me quejé.
Salir a bailar con mis amigos y mi novio no me fascinaba demasiado como a otras personas, pero cualquier cosa es mejor que quedarme en casa.
-Y yo iba a reunirme con mis viejos amigos de la escuela- comentó Rapunzel de la misma manera que lo hice yo.
-Pues tendrán que decirles a sus compañeras y compañeros que llegaran tarde. Los Cold nos invitaron a su casa.
De repente las ganas por ir a cenar con mis padres aparecieron mágicamente.
-¿En casa de Elsa?
-Eso me pareció haber dicho.
¿Cómo es posible? Ya hacía tiempo que no lo hacíamos y de repente, así como así, nuestras familias volvían a reunirse. Que importa, es una buena oportunidad.
Rápidamente regresé a mi cuarto para cambiarme de ropa y mientras me vestía pensé en qué diablos decirle a Kristoff y a los demás. Decidí mejor no avisarles nada, si todo sale bien cancelaría la salida, si todo sale mal me iría con ellos. Al terminar, volteé hacia la puerta para salir de mi cuarto y noté a mi hermana, ya lista, esperándome.
-Convencí a mama para largarnos en cuanto nos apetezca.
-Ni siquiera sé que es lo que voy a hacer- contesté dirigiéndome hacia ella.
-¿Pero qué es lo que quieres en realidad?
Me detuve a su lado y giré mi cabeza para encontrarme cara a cara con mi hermana.
-Me quedaría con Elsa si no se apartara todo el tiempo- seguí mi camino, escuchando los pasos tranquilos de Rapunzel detrás de mí.
-No creo que tenga mucho que hacer si solo somos nosotras y nuestros padres.
-Con Elsa nunca se sabe.
Lo que sucedería lo iba a descubrir en cuanto pisara la casa de los Cold. Y sí que fue de inmediato. Cuando llegamos, sus padres me dijeron que Elsa estaba en la sala mirando un partido de fútbol. Les agradecí sonriéndoles y fui a la sala, conteniendo mis nervios.
-Hola, Elsa- saludé al llegar.
-¡MALDITA SEAS PEDAZO DE...!
Inmediatamente recordé lo que ocurrió con nosotras en la cancha de fútbol días antes. Eso me hizo bajar la cabeza con timidez. Los partidos la estresan y no quiero ser otro motivo para que sus nervios se salgan de control.
-Humm... sí, yo... olvidé que no debo molestarte cuando vez el partido. Yo... estaré en la otra sala con mi hermana y los demás.
Regresé con mi hermana, quien hablaba animadamente con los demás. Permanecí en silencio, escuchando, pero sin prestar mucha atención e intercambiaba unas cuantas palabras con Rapunzel. La Sra. Cold se disculpó por Elsa porque no había manera de que se separara del televisor cuando su equipo favorito jugaba. A mí poco me molestaba, si pudiera me quedaría con ella sin necesidad de hablar porque solo me bastaba con el placer de tener su compañía, pero ya es claro el motivo por el cual no lo hago.
Nos sentamos en la mesa cuando el padre de Elsa vio que el partido había terminado. Rapunzel y yo vimos a mi mejor amiga de la infancia, con expresión distante, sentarse frente a mí.
-Oye, -Rapunzel me golpeó el hombro y me habló en voz baja para que solo yo pueda escuchar- evidentemente le pasa algo y no creo que sea por ti.
Antes de contestar miré a Elsa, estaba jugando con su tenedor y tenía la impresión de que se encontraba en otro planeta. Me extraña a decir verdad.
-Como no sé lo que pasa por su cabeza no voy a darte la razón- respondí en un tono igual al que ella había usado conmigo.
-Pregúntale.
-Será en vano, no me lo dirá.
-Pues hazle una broma, aunque sea, parece como si no hubiese reído en años.
-No voy a hacerlo, eso no ayudará mejorar su humor- acoté frunciendo el ceño, ¿cómo alguien con un coeficiente intelectual alto podía hacer esa clase de afirmaciones?
-Entonces lo haré yo- afirmó mi hermana.
- ¿Qué?- me aferré al cubierto en mi mano, en un intento de contener mis nervios-... Rapunzel, no.
Fue demasiado tarde, cuando quise pararla, Rapunzel le arrojó una servilleta a la cabeza. Me alarmé en cuanto Elsa nos miró.
-Perdona- se disculpó Rapunzel mientras yo no sabía que hacer-, es que tenía que bajarte de las nubes de alguna manera.
-Yo traté de evitarlo- expliqué nerviosa- pero no me escuchó.
-Oh vamos ¿dónde dejaron su sentido del humor? Ustedes dos se la pasaban siempre haciendo bromas en la mesa cuando eran niñas y también recuerdo que a veces íbamos a jugar al patio o algún lugar de la casa... Oh, también había veces que solían dejarme de lado y se iban solas a quien sabe dónde a hacer alguna locura.
El solo pensar en esos recuerdos me hizo sonreír y miré a Elsa tímidamente. Ella conseguía que en cada cena con nuestros padres sea especial y parecía que éramos nosotras dos en el mundo, aunque solo íbamos a su habitación a jugar.
-Creo que estamos algo grandes para esas cosas- contestó.
Se me subió a la cabeza una dosis de realidad. Tiene razón, ya dejamos de ser niñas. Ni siquiera debí considerar como opción volver a hacer esas cosas.
Luego de eso Rapunzel y yo continuamos hablando en voz baja mientras Elsa continuaba volando en su mundo. Mi hermana insistía en que iniciara una conversación, pero yo solo la ignoraba hablando de un tema diferente para que no me molestara.
Pero todo dio un giro cuando la Sra. Cold hizo una pregunta que me puso rígida.
-¿Así que ambas están de novias?
-Oh si, Eugene es mi nuevo novio, Eugene Fitzherbert, estudia conmigo en la universidad.
Podía sentir la emoción y la ternura con la que mi hermana hablaba. Eugene es un chico sorpréndete y muy diferente a otros chicos con los que mi hermana había salido. Era muy divertido y bromista, pero a veces solía tomar una postura seria. Además, había algo en ellos dos que me fascinaba y que creo que, ni mis padres, ni nadie notaba. Eso era la forma en que se miraban. Cuando ellos dos cruzaban sus miradas, podía darme cuenta de un destello particular que demostraba lo mucho que se querían.
A veces pensaba en si Kristoff y yo transmitíamos lo mismo al vernos.
-El joven Eugene es un hombre muy bien educado.
Giré los ojos disimuladamente cuando mi madre habló. ¿En serio solo lo quiere porque es educado y no porque Rapunzel es feliz con él?
-También lo es el joven Bjorgman.
Casi me atraganto cuando hizo el comentario.
- ¿No es así, Anna?
-Oh si- respondí sintiendo como la temperatura subía a mis mejillas a causa de los nervios -, él es muy dulce y cariñoso. Creo que no puedo pedir a alguien mejor.
¿Qué podía decir? Solo vieron a Kristoff dos veces y lo único que hicieron fue hacerle cuestionamientos acerca de su familia, que clase de notas tenía, a que quería dedicarse y que Universidades le interesaban. Todo para saber si era digno de estar en la familia y no ensuciar su imagen.
-¿Y qué hay de ti, Elsa? ¿Tienes algún pretendiente o hay alguien que te gusta?
La miré en cuanto mi padre le hizo la inesperada pregunta. Era algo que yo mismo me había cuestionado varias veces.
-La verdad es que Elsa no nos ha venido con alguna de esas cosas- respondió su padre antes de que ella pudiera contestar.
-Elsa se la pasa todo el tiempo en la casa o bien sale con sus amigas, sobre todo con su compañera Mérida.
Mérida… Incluso cuando estábamos en una situación, hablando de algo que no tenía nada que ver, tenían que mencionarla. Sin darme cuenta, en medio de mi enfado mientras intentaba cortar la carne, resbalé el cuchillo contra el plato e hice que todos me observaran incluyendo Elsa.
-Lo siento- me disculpé nerviosa-, es que no podía cortar la carne.
-Oh, no- se alarmó la Sra. Cold- espero que no esté dura.
- ¡¿Qué?!... ¡NO!... Quiero decir, no está dura, yo tuve problema para cortar este pedazo, eso es todo... El estofado está exquisito.
Pude sentir la mirada de desaprobación de mi madre, aunque no la había visto, lo cual me hacía sentir más incómoda. Estas cenas siempre fueron alegres y divertidas, jamás incómodas. Pero claro, eso era porque Elsa y yo no pasábamos mucho tiempo en la mesa siendo interrogadas por los mayores.
-Cambiando de tema- mi madre se apresuró a llevar la conversación por otro rumbo-. Elsa, Anna nos contó que tu equipo de fútbol llegó a las semifinales, eso es genial.
Aaah, así que me escucha, pero solo me ignora ¿Por qué no me sorprende?
-Si- contestó Elsa-, es genial.
-Me alegro por ti- mi madre tomó su copa de vino-. ¿Sabías que Anna participará en la final del torneo de equitación?
Maldita vieja hipócrita.
-No.
La respuesta me sorprendió tanto que no pude controlarme.
-¡Pero si te lo dije!
-¿Lo hiciste?
-¡Sí!- dije amargada.
Se lo dije cuando me despedí la noche que vine a verla. Que tome un comportamiento similar al de mis padres cuando les estoy hablando y no me escuchan es algo que no puedo tolerar.
-Hum... creo que lo olvidé -todo su cuerpo expresa incomodidad, pero no me importa.
-No, no es cierto, no me estabas escuchando... ¡¿Hasta cuándo me tomarás por idiota?!- me enojé, pero no por ella, sino porque estaba a punto de llorar frente a mi madre y no quería eso.
El timbre de la casa sonó, calmando toda la situación.
-Mis amigas ¿puedo irme? - anunció Elsa como si nada estuviera pasando, lo que ocasionó una muy bien actuada risa de mi madre.
-Bueno, hicimos un trato, puedes irte.
Le tomó un par de segundos a Elsa salir de la casa como alma que lleva el diablo.
Miré a mi hermana que parecía preocupada.
-Larguémonos- le dije en voz baja.
Rapunzel asintió con la cabeza, sin cuestionarme.
Fin del Flashback
Caminé por los pasillos de mi piso para dirigirme a mi departamento, pero me detuve cuando pasé por el de Elsa. Noté luz salir por debajo de su puerta, lo que quería decir que estaba en casa. Seguía sintiéndome mal por lo que ocurrió esa mañana y conociéndome, no iba a estar tranquila hasta hallar un modo de hacer las paces.
Se me ocurrió algo de repente, no era mucho, pero podía dar un paso. Entré a mi departamento, en dirección a mi habitación. Busqué la caja de los Snowking que Elsa me había obsequiado y removí las cosas que tenía dentro hasta hallar algo que había pasado completamente desapercibido la vez anterior, las llaves de su vieja casa. Sé que Elsa tenía otra y me había dejado esta, jamás la usé porque nunca tuve motivos para volver a entrar y porque también le tengo un enorme respeto a su familia. No la necesitaba y la casa supongo que sigue estando a su nombre sabiendo sigue abandonada.
Volví a salir al pasillo y me agaché para dejar la llave delante de su puerta. Pero antes de apoyarlas contra el suelo mis oídos sintieron su hermosa risa y no pude evitar escuchar lo que estaba sucediendo.
-Lamento no haber podido ir hoy, pero te prometo iremos al cine este fin de semana- aunque no pude verla imaginé como sus labios se curvaron en una sonrisa que iluminaria cualquier cuarto oscuro-. También te extraño- dijo con voz nostálgica- y por favor no estés triste, sabes que significas el mundo para mí. Lo sé, también te quiero.
El puñal en mi corazón se movió más adentro, haciéndome sangrar. No puede ser, no puede estar con alguien. Con lágrimas en los ojos dejé las llaves sobre el suelo, luego toqué la puerta y regresé a mi departamento antes de que pudiera verme.
Me lancé al sillón, pensando en la conversación que escuché. La forma de hablar de Elsa era honesta y llena de sentimientos. Si la persona con la que Elsa hablaba era su pareja, estaba enfrentándome con un enorme obstáculo.
Supongo que se darán una idea de lo que pasará en el próximo capítulo así que nos veremos.
LeRoyalHolyBlue: Descuida, lo mío no es nada serio ni grave. Es solo algo en lo que tengo que trabajar. No me ofendí en ningún momento. Perdón si te hice sentir incómodo.
PenguinVuelve: Gracias y disculpa la demora, suerte.
Chat'de'Lune: No te preocupes, de verdad no es nada serio. Agradezco tu opinión y tu paciencia. Y qué bueno que te gusten porque habrá muchos. Por cierto, que te gusten los documentales no tiene nada de malo, son interesantes, entretenidos, y hasta algunas veces los encuentro inspiradores. Pd: Soy de escorpio.
dokan616: Mil disculpas por la demora. Intentaré estar aquí para ustedes siempre que pueda. Gracias siempre por el apoyo.
Laura Banegas: Suerte también para para ti. Espero que el capítulo haya sido de tu agrado.
Chicahelada: Solo hago lo que puedo para serte honesta jaja. Perdona la demora y espero que en algún momento puedas leerlo con calma. Saludos.
Danymah: Para nada, no me ofendo. Honestamente, estoy agradecida por la crítica y tomar el tiempo de dejar tú comentario. Y si, sé lo que es un Beta. Comprenderás cuando digo que esto es algo que quiero hacer yo por un motivo muy personal, del cual prefiero no hablar. En cuanto a tu teoría voy a darte el beneficio de la duda. Saludos y que tengas un buen día.
withoutOrbit: Hola y gracias por dejar tu comentario. Me agrada que te guste, el apoyo es lo que me anima a seguir :). Saludos
Haruhi6: Curioso ver tu comentario justo el día que actualizo jaja. Gracias por darle la oportunidad a la historia y el comentario. Espero que el cap haya sido de tu agrado. Nos veremos pronto, espero. Que tengas un buen día y feliz año.
