CAPÍTULO 1

Londres, Inglaterra, 1810

Los gritos de Izumi iban haciéndose cada vez más débiles.

El barón Bansai, el médico que asistía a la marquesa Uchiha de Lyonwood, se inclinó sobre su paciente y trató desesperadamente de sujetarle las manos. La hermosa mujer se retorcía de dolor. Estaba claro que había perdido la cabeza y parecía decidida a arrancarse la piel del hinchado abdomen.

-Vamos, vamos, Izumi -murmuró el médico con lo que esperaba fuera un tono sosegador-. Todo va a ir bien, querida. Solo un poco más y tendrás un precioso bebé para darle a tu marido.

El barón no estaba nada seguro de que Izumi comprendiera siquiera lo que le estaba diciendo. Sus ojos caramelo estaban vidriosos de dolor. Parecían que lo miraban sin verlo.

-Ayudé a traer a tu esposo a este mundo. ¿Lo sabías, Izumi?

Otro chillido desgarrador interrumpió sus esfuerzos por calmar a su paciente. Bansai cerró los ojos y rezó pidiendo orientación. Tenía la frente perlada de sudor y las manos le temblaban. Nunca, en toda su vida, había visto un parto tan difícil. Ya duraba demasiado. La marquesa se estaba debilitando tanto que no podía ayudar.

En aquel momento la puerta de la habitación se abrió de golpe, atrayendo la atención del barón. Sasuke Madara Izuna, marqués Uchiha de Lyonwood, llenaba el umbral. Bansai suspiró aliviado.

-Gracias a Dios que has llegado -exclamó-. Nos preocupaba que no volvieras a tiempo.

Sasuke se precipitó hacia la cama. Su cara mostraba su inquietud.

-En nombre de Dios, Bansai. Es demasiado pronto para que pase esto.

-El niño ha decidido lo contrario -respondió Bansai.

-¿No ves que está sufriendo mucho? -gritó-. ¡Haz algo!

-Estoy haciendo todo lo que puedo -respondió Bansai, también gritando, antes de poder controlar su ira.

Izumi sufrió otra contracción y su alarido atrajo de nuevo la atención de Bansai hacia ella. Los hombros del médico se inclinaron hacia delante en su esfuerzo por contenerla. La marquesa no era una mujer pequeña ni mucho menos. Era extremadamente alta y bien redondeada. Luchó con todas sus fuerzas contra la presión que el médico hacía en sus hombros.

-No está en sus cabales, Sasuke. Ayúdame a atarle las manos a la cama -ordenó Bansai.

-No -gritó Sasuke, claramente escandalizado por una orden así-. Yo la sujetaré. Pero acaba con esto, Bansai. No podrá aguantar mucho más. Dios, ¿cuánto hace que dura esto?

-Ya hace más de doce horas -confesó Bansai-. La comadrona me envió a buscar hace unas horas. Se fue corriendo, presa del pánico, cuando vio que el bebé no estaba en la posición adecuada para salir -añadió en un susurro-. Tendremos que esperar y rezar para que se dé la vuelta.

Sasuke asintió mientras sujetaba las manos de su esposa.

-Ya estoy en casa, Izumi. Aguanta solo un poco más, mi amor. Pronto habrá terminado todo.

Izumi se volvió hacia la conocida voz. Tenía los ojos apagados, sin vida. Sasuke continuó susurrándole palabras de ánimo. Cuando ella cerró los ojos y creyó que se había quedado dormida, se dirigió de nuevo a Bansai.

-¿Es porque el niño llega con casi dos meses de adelanto por lo que Izumi está teniendo tantas dificultades?

El médico no le contestó. Le dio la espalda al marqués para sacar otro paño de la jofaina con agua. Sus movimientos eran controlados, coléricos, pero al ponerle el frío paño en la frente a su paciente, actuó con mucha suavidad.

-¡Que Dios nos ayude si coge las fiebres! -musitó para sí.

De repente Izumi abrió los ojos. Fijó la mirada en el barón Bansai.

-¿Itachi? ¿Eres tú, Itachi? Ayúdame, por favor ayúdame. Tu hijo me está desgarrando por dentro. Es el castigo de Dios por nuestros pecados, ¿verdad, Itachi? Mata al bastardo si tienes que hacerlo, pero líbrame de él. Sasuke no lo sabrá nunca. Por favor, Itachi, por favor.

Aquella confesión condenatoria acabó en unos gemidos histéricos.

-No sabe qué está diciendo -balbuceó Bansai, cuando hubo recuperado la compostura. Limpió la sangre de los labios de Izumi antes de proseguir-. Tu esposa delira, Sasuke. El dolor domina su mente. No hagas caso de sus desvaríos.

El barón Bansai miró al marqués. Cuando vio la expresión de su cara, supo que sus palabras no habían hecho mella en él. La verdad había triunfado, después de todo.

Bansai carraspeó y dijo:

-Sasuke, sal de esta habitación. Tengo trabajo que hacer aquí. Vete y espera en tu estudio. Iré a buscarte cuando todo haya acabado.

El marqués continuó mirando fijamente a su esposa. Cuando finalmente levantó la vista, asintiendo con un gesto a las palabras del médico, sus ojos mostraban su tormento. Movió la cabeza, quizá para negar en silencio lo que acababa de oír, y abandonó bruscamente la habitación.

Los gritos de su esposa llamando a su amante lo siguieron mientras salía.

Todo acabó tres horas más tarde. Bansai encontró a Sasuke en la biblioteca.

-He hecho todo lo que he podido, Sasuke. Qué Dios me ayude, los he perdido a los dos -El barón esperó varios minutos antes de volver a hablar-. ¿Me has oído, Sasuke?

-¿El niño ha nacido dos meses antes de tiempo? -preguntó Sasuke.

Bansai no respondió de inmediato. Le costó reaccionar ante la atonía y la falta de emoción de la voz de Sasuke.

-No, el niño no ha nacido antes de tiempo -dijo finalmente-. Ya te han mentido bastante, hijo mío. No me sumaré a sus pecados.

El barón se desplomó en la butaca más cercana. Observó cómo Sasuke le servía una bebida, con toda la calma, y tendió la mano para aceptar el vaso.

-Has sido como un hijo para mí, Sasuke. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte a superar esta tragedia, solo tienes que decírmelo y lo haré.

-Me has dicho la verdad, viejo amigo -respondió Sasuke -. Es suficiente.

Bansai miró cómo Sasuke levantaba su vaso y bebía el contenido de un solo trago.

-Cuídate, Sasuke. Sé lo mucho que amabas a Izumi.

Sasuke hizo un gesto negativo con la cabeza.

-Me recuperaré -dijo-. Siempre lo hago, ¿no es así, Bansai?

-Sí -dijo el barón con un suspiro cansado-. Las lecciones de la fraternidad sin duda te han preparado para cualquier eventualidad.

-Hay una tarea que quiero encomendarte -dijo Sasuke, cogiendo una pluma y acercándose el tintero.

Pasaron unos largos minutos mientras Sasuke escribía en una hoja de papel.

-Haré cualquier cosa que me pidas -dijo Bansai cuando no pudo soportar el silencio por más tiempo.

Sasuke acabó su nota, dobló la hoja y se la entregó al médico.

-Llévale las noticias a Itachi, Bansai. Dile a mi hermano que su amante ha muerto.