Los personajes no me pertenecen
¡Hola!... De regreso con el capitulo 8
Desenfrenada y loca creo que son las palabras perfectas para definir la noche. La sustancia de Hulck había sido un gran acompañante. Desconozco la cantidad de tragos que consumí, como eran pequeños fue fácil perder la cuenta. Para ser más precisa, estoy borracha.
Conseguí entrar al edificio donde vivo sin problemas. También pude subir por el ascensor, pero el movimiento de este hizo que me dieran ganas de vomitar. El pasillo por donde caminaba se sintió demasiado largo, ya no distinguía nada de lo que veía, el ruido de mi respiración entrecortada era demasiado fuerte y los zapatos contra el suelo hacían eco. La puerta de mi departamento parecía alejarse cada vez que daba un paso. Mi cuerpo no lo resistió más y me desmayé.
De repente mis parpados comenzaron a abrirse, solo conseguí dejarlos entrecerrados. No pude ver nada porque todo a mi alrededor daba vueltas. Sentí que alguien me sostenía de la cintura y me ayudaba a caminar. Cerré los ojos nuevamente y, cuando los volví abrir, vislumbré el techo de mi departamento.
Alguien estaba conmigo. Su imagen era borrosa, necesité parpadear unas cuantas veces y entonces un hermoso azul zafiro se conectó con mis ojos. Elsa tenía una expresión preocupada y acariciaba mi cabeza dulcemente.
-Mi amor- pronuncié con debilidad.
Woow… realmente debo sentirme mal para decirle así, no soy alguien que dice esa clase de comentarios.
Pasé una mano por su mejilla para asegurarme de que no fuera solo un espejismo. En mi estado, era difícil saber si era real o no. Elsa cerró los ojos disfrutando el contacto.
-Dime que estás aquí- susurré con miedo a que su imagen desapareciera en unos pocos segundos.
-Tranquila- dijo dulcemente, sosteniendo la mano que estaba en su mejilla y apretándola con fuerza-. Estoy aquí, no tengas miedo.
Cerré los ojos y suspiré pesadamente. Al abrirlos ella seguía conmigo. Me dediqué a sentir sus suaves manos acomodando un mechón de mi cabello hacia un costado, repitiendo el proceso varias veces. Fueron largos segundos que para mí se sentían como estar en el cielo.
-Por favor, deja de hacerte esto- susurró sin dejar de acariciarme.
-Necesito… calmar el dolor- mi voz sonó rasposa.
Vi que permaneció pensando, estaba teniendo un debate interno con las voces en su cabeza. Siempre que notaba que hacía eso quería entrar en su cabeza para interferir. Me ponía nerviosa siempre que lo hacía y esta vez no era una excepción.
-Te mereces algo mejor.
-Dile eso a mi corazón.
Suspirando en derrota, Elsa apoyó su barbilla sobre mi pecho, siempre teniendo sus ojos fijos en los míos.
-Me siento perdida sin ti- confesó.
-Yo también.
-Te necesito.
-Aquí me tienes.
Sus labios se unieron a los míos, sin que los hubiera esperado. Elsa trató de que sea solo un beso corto, pero yo no le permití escaparse. Coloqué una mano detrás de su cabeza y la otra en su mejilla para atraerla más hacia mí y profundizar el beso. Cómo vi que no opuso resistencia, y que incluso parecía tan desesperada como yo, mis brazos se enredaron en su cuello. Inhalé profundamente y mi corazón latió de agradecimiento, como si aquel beso fuera la cura para el daño que tenía dentro. Me olvidé de todo, solo existíamos ella y yo en un mundo que parecía un pequeño cuarto y solo me dispuse a sentir. Esto no podía ser un sueño, no. Pero parecía demasiado bueno para ser verdad. Elsa rozó sus dedos contra la piel de mi garganta hasta mi clavícula y un jadeo escapó de mi boca. Aprovechó eso para pasar su lengua contra mi labio inferior, parecía que me estaba saboreando. Tan solo con eso fue suficiente para que mi temperatura se elevara por las nubes. Sin poder contenerme, arañé el nacimiento de su cabello y mi espalda se arqueó. Mi lengua buscó con urgencia la suya, pero ella cerró la boca para solo dejarlo en un gentil y excitante roce de labios.
-No te vayas- supliqué cuando sentí que se apartaba.
-Sshh… aún sigo aquí. No llores.
No sabía que había estado llorando hasta que dijo eso y hasta que sus dedos limpiaron las lágrimas de mis ojos.
-Quédate…- dije con voz apagada sintiendo mis parpados pesados.
-Aquí estaré. Voy a cuidarte toda la noche.
Volvió a jugar con mi cabello.
-¿Cómo cuando me rompí el brazo y te quedaste a cuidarme?
Soltó una pequeña risa
-¿Aún recuerdas eso?
-Si- respondí.
Es uno de los recuerdos más lindos que tengo. Estaba en la práctica de equitación y me lesioné el brazo al caer del caballo. Lloré durante el traslado del club al hospital, hasta que me pusieron una férula en el brazo. El doctor me dijo que el problema no era muy serio, por fortuna, y me podía ir ese mismo día. Esa no fue la peor parte, lo peor fue que la única persona que pudo ir a buscarme fue mi madre, que en todo el camino a casa me regañó por ser una descuidada.
Terminé por encerrarme en mi cuarto, triste y enojada. Me negué a abrirles la puerta a Kai y a Rapunzel, quienes estaban preocupados y querían saber cómo estaba. En cuanto los dejara entrar me lloverían preguntas de qué es lo que había sucedido y yo no quería hablar sobre el miedo que tuve, ni de la angustia que sentí por esperar sola en el hospital. Por la noche, Elsa se apareció, preocupada. Quiso entrar a mi cuarto, pero también me negué. Le dije que no tenía deseos de ver a nadie por las mismas razones que ya mencioné. Ella me respondió que entonces me cuidaría desde afuera de la habitación. Cuando me levanté a la mañana siguiente, me encontré con ella durmiendo en el pasillo. La acción me hizo llorar, causando que ella despierte y se levantara para abrazarme. Se quedó cuidándome sin preguntar nada, salvo si me dolía o si necesitaba algo. No quería que se marchara al final del día, me gustó su compañía, su forma de tratarme, pero tampoco podía retenerla porque sus padres la querían en casa.
-Te voy a cuidar, aunque esté lejos de aquí- repitió la misma frase que me había dicho aquella vez.
El sueño terminó venciéndome antes de poder decir algo.
Flashback
Ir al partido de fútbol de mi amiga con mi novio no era una idea que me agradara demasiado. El problema era que las cosas se habían puesto un poco tensas desde aquella noche en el auto de nuestro amigo. No le gustó mucho que haya ignorado su llamada de disculpa y tampoco que le haya dicho que no podía salir al otro día porque quería pasar tiempo con mi hermana. Él había abandonado prácticas, salidas con sus amigos, para estar conmigo y yo no quería parecer una desagradecida.
Luego de disculparme y hablar un momento a solas, le pregunté si quería ir al partido conmigo. Su expresión me dijo que no le agradaba la idea, cosa que no me sorprendía porque sabía que no era un aficionado del fútbol, pero me contestó que si era importante para mí entonces iría.
Así que aquí estoy, en una cancha de fútbol, sentada en la tribuna, esperando a que mi novio llegue antes de que el partido inicie, con la mirada perdida en la única jugadora que me importaba. Estaban tomando asistencia y Elsa no había notado mi presencia, o bien me ignoraba como tenía de costumbre. Tampoco es que esperaba un saludo porque sé que no lo haría por más que lo deseara.
Bajé la cabeza por verla interactuando muy cerca de Mérida. Era infantil de mi parte, pero es que me dolía ver que ella podía hacer todo lo que yo no. Mi plan era solo quedarme a ver el partido, lo que ocurriría después sería completamente desconocido para mí. Dudo que Elsa quiera pasar tiempo conmigo.
-¡Anna!- escuché a mi novio.
Kristoff llegó justo cuando las jugadoras se posicionaban en sus lugares.
-Hola- saludé, aceptando el beso que me dio en los labios.
Le sonreí avergonzada, volviendo a mirar hacia la cancha, donde el partido había dado inicio. Sentí algunas miradas indiscretas sobre nosotros y eso me puso un poco incómoda. Algunos de los presentes eran compañeros nuestros de la escuela, a pesar de que estamos ya hace un año como pareja aún se sorprendían de que alguien como yo estuviera saliendo con una estrella de basquetbol. Ya me imagino cuáles serán los chismes el lunes por la mañana.
-Sí que son buenas.
Lo miré ante el comentario y entendí que lo decía por las jugadoras.
-Aprecio que hayas venido- le dije con mi atención en el partido-. Sé que el futbol no es lo tuyo.
-Eso no lo hace feo deporte- pasó su mano por mi espalda-. Además, sabes que iré a donde tú me pidas, incluso si es a ver una película de payasos.
Oh si, él odia los payasos.
Esa clase de comentarios siempre me ponían roja como un tomate. Eran agradables y me gusta que demuestre que se preocupa por mí.
Debo admitir que, conforme pasaba el partido, yo estaba cada vez más centrada. A veces respondía a los comentarios que mi novio hacía o solo lo ignoraba. Elsa estaba dando un gran esfuerzo, como si algo la estuviera obligando a dar más de lo que sus capacidades le permitían. Tropezó y volvió a levantarse como si no le hubiera ocurrido nada. En esas circunstancias tuve que morderme las uñas para controlar mis nervios, me daba ganas de regañarle porque con todo el rendimiento que estaba dando sus energías se agotaban con más facilidad, debía darse cuenta de que podía lastimarse o colapsar en el piso en cualquier momento. Por otro lado, también me pareció divertido, de pequeña también tenía ese capricho y aunque la regañara nunca me hacía caso. Siempre saltaba con anécdotas de jugadores que, estando lesionados, continuaron jugando en la cancha.
Admito que en los momentos de tensión mi corazón disparaba. Sabía lo importante que este partido era para ella, por eso quería que salieran bien. En el primer gol, me emocioné tanto que hasta lo grité, saltando de mi asiento y agitando las manos, aunque la persona que lo hizo no fue Elsa sino Mérida.
-Waou… tranquila, jamás te había visto tan emocionada por un partido como ahora.
El comentario de Kristoff no fue lo único que me incomodo, fue también tener de vuelta las miradas curiosas de mis compañeros sobre mi. Me senté de nuevo, completamente roja.
-Es… es solo que fue inesperado. En tus partidos encestan cada cinco minutos.
No es que el básquet sea aburrido, me parece divertido. Es solo que crecí con el fútbol.
-Supongo que tienes razón.
La respuesta lo dejó inconforme, solo está tratando de ser comprensivo. Discutir era una pérdida de tiempo, así que fingí que no me di cuenta.
-Iré por una botella de agua ¿quieres una?
-Si- acepté para tener tiempo a solas con mis pensamientos.
El primer tiempo concluyó. Elsa y sus compañeras, aunque se veían agotadas, estaban satisfechas. Me sentí bien por ellas, el esfuerzo que pusieron las últimas semanas estaba rindiendo frutos.
-Amigo, estoy muerto por ella- desvié la mirada de Elsa para mirar de reojo a dos sujetos que estaban detrás de mí.
-¿Por Elsa Cold?... ¿Bromeas? - respondió su compañero.
-¿No la has visto? Es perfecta en muchos sentidos.
-Tienes que estar loco- se burló su amigo-. Ni siquiera se ve que tenga alma.
-Es que es tan sexy, solo fíjate en su trasero- el tono que utilizó era igual al de un viejo pervertido.
-Podrías elegir a alguien que se comporte como una persona normal y no que parezca una chupa sangre- se rieron los dos.
Mi cuerpo se tensó de furia. El solo pensar en la clase de fantasía que tenían estos dos con respecto a Elsa me hacía hervir la sangre. Me pongo así siempre que escucho burlas, incluso cuando dicen que es una perdedora. Muchos aquí olvidan que las dos somos amigas, o lo éramos. Sé que algunos compañeros con los que suelo pasar el tiempo nos les cae muy bien, piensan que Elsa es una antisocial que odia al mundo. Generalmente no dicen nada conmigo presente, pero seguro que hacen algún comentario desagradable cuando no estoy cerca.
-Solo deja que pase una noche conmigo y verás como la convierto en una persona normal.
Maldito desgraciado. Si Elsa los estuviera escuchando, una patada en su entrepierna es todo lo que conseguirían. ¿Quién se creen que son? Odio que piensen como si en realidad la conocieran solo por ver su fachada fría.
-Si lo consigues compártela.
Estuve a punto de levantarme y darles una golpiza, pero alguien me interrumpió.
-Ustedes dos- habló una voz masculina que me era muy familiar.
John Smith estaba en una tribuna atrás de los dos chicos y agarró a ambos del cuello de la remera.
-¿Qué te pasa? Suéltanos- se quejó uno de los dos.
-Es absurdo que hablen de sus fantasías cuando es claro que ni siquiera tienen las agallas de mirarla a los ojos y decirle hola. Solo dan pena.
Los soltó bruscamente y ambos chicos se quedaron en silencio.
Preferí ignorarlos, John es una buena persona, pero no lo conozco demasiado como para preguntarle por qué hizo eso. Agradezco que al menos haya puesto a esos dos estúpidos en su lugar.
Cuando el segundo continuó las cosas se pusieron más intensas que antes. El equipo rival había anotado un gol causando que Elsa y sus compañeras se convirtieran en un mar de nervios. La frustración y el enojo afectaba el rendimiento de Elsa, que a pesar de todo no se daba por vencida.
Todo parecía lo más normal del mundo hasta que vi a Elsa caer al piso tras recibir un golpe en el estómago del equipo contrario. Permanecí unos cuantos segundos, inmóvil, viendo la escena con desesperación. Elsa tenía dificultades para respirar y parecía que estaba a punto de desmayarse. Era más de lo que podía soportar. Ni mi novio, ni las jugadoras, ni el árbitro, quien me regañó y sonó el silbato, fueron capaces de detenerme. Me agaché en el suelo, coloqué mis manos en ambos lados de su cabeza y suavemente la levanté hacia arriba.
Sus ojos estaban un poco desorbitados, a causa del dolor se apretaba con fuerza el estómago.
-Reacciona- susurré-. Por favor, no te rindas ahora.
-A... Anna.
Fue entonces que lo vi, vi ese brillo en sus ojos que tanto la caracterizaba. La que hacía que mis sentimientos se ablandaran y solucionaran todos los problemas que tenía dentro.
Borré la sonrisa que se hizo en mi cara porque no era la mejor situación para ponerme sentimental.
-Heyy... ¿Te sientes bien?
-Es...me duele un poco- sonrió apenas-, pero no te preocupes, estaré bien.
-¡Se acabó, si no sales en dos minutos tendré que echarlas a ambas de la cancha!
Fue la voz del molesto árbitro lo que me hizo apartarme rápidamente. Quiero que Elsa termine el partido, por eso no le respondí bruscamente para mandarlo a la mierda. Llegué a controlarme, además, por la voz de Elsa.
-Ya me siento bien, mejor ve a sentarte.
Asentí, sintiendo miedo de que se descompensara por el golpe. Salí de la cancha, volviendo a mi asiento, sin dejar de mirar a Elsa, quien parecía totalmente rejuvenecida. Eso me hizo suspirar de alivio.
Con ayuda de sus compañeras se dirigió hacia la portería poniéndome alerta, sobre todo porque quien la había golpeado antes la estaba persiguiendo.
Que lo logre. Que lo logre. Que lo logre.
Pateando hábilmente, la pelota entró al arco.
Un montón de personas, yo inclusive, gritaron Gol. Aplaudí orgullosa, sin levantarme.
La expresión de Elsa era de pura felicidad a pesar de verse agotada. Por unos segundos, me perdí en esa linda imagen hasta que vi a Mérida abrazarla por detrás, sorprendiéndola. En lugar de enfadarse le correspondió. Esa interacción hizo que la sonrisa de mi cara se desvaneciera de inmediato.
-¿Qué fue todo eso?- Kristoff llamó mi atención, después de permanecer callado mucho tiempo.
Sus ojos me observaban muy seriamente.
-¿Qué?
-Lo que pasó ahí en la cancha ¿Te diste cuenta de cómo reaccionaste?
Tardé en contestarle. Sé perfectamente que hice el ridículo, no es necesario recordármelo.
-Solo… Me preocupé, eso es todo.
-Anna nunca te había visto así.
-Bueno, es mi amiga ¿Qué esperabas?
-¿Y? Yo soy tu novio y jamás te he visto hacer eso las veces me lastimé en un partido.
¿A caso era un reproche? Tenía que admitir que lo que decía era verdad. Lo que hice fue un impulso que cobró vida desde lo profundo de mi ser. ¿Cómo puedo explicar un sentimiento que no sé de dónde salió? Es demasiado fastidioso.
-Kristoff, por favor, la conozco desde hace años- sacudí la cabeza, en señal de cansancio-. También has empujado a otros jugadores cuando lastiman a tus compañeros.
-Sí, pero no es lo mismo…
-Vamos… - lo interrumpí sosteniéndolo del brazo- no quiero pelear por una tontería como esa.
Se puso en modo caprichoso, tratando de ignorarme. Sabía que cuando se ponía así, era porque quería que le hiciera un cariño. Lo acerqué a mí y le di un pequeño beso, haciéndolo sonreír.
-Sabes lo que me gusta, preciosa.
-Llevamos un año juntos, supongo que algo tendré que haber aprendido- respondí, sonriendo de alivio porque la tensión entre nosotros había desaparecido.
Kristoff me tomó por sorpresa al agarrarme fuerte de la cintura, atrayéndome hacia él para otro beso. Sus labios se movieron con maestría sobre los míos, poniendo mi cuerpo tenso. Normalmente prefiero no besarnos delante de muchas personas, correspondí solo porque no quería otra situación como la de antes. Me aparté para tomar aire.
Cuando volví a mirar hacia la cancha Elsa ya no estaba. Aunque había jugadoras hablando con sus conocidos, ninguna de ellas eran sus tres amigas. Significaba que las cuatro ya se habían marchado al vestuario. Su repentina desaparición llamó mi atención, también me trajo un mal presentimiento. Lo correcto sería marcharme como lo pensaba, pero después de lo que pasó no quería hacerlo. Sentí que tenía que buscarla, sin importar las consecuencias.
-Kristoff, quiero hablar con Elsa.
-¿Quieres que te espere?
-No. Mejor nos vemos en la noche ¿te parece?
-De acuerdo.
Se despidió dándome otro beso más rápido.
Fui a la entrada de los vestuarios y me quedé esperando a que Elsa saliera. Esperé durante un largo tiempo, me cansé cuando vi salir a unas chicas que habían sido las últimas en entrar. Estoy segura de que todas ya se habían ido. Incluso una de las amigas de Elsa, Mulán. Tenía dos opciones, o se habían ido antes de que yo llegara, o seguían en el vestuario. Entré para confirmar cuál era la correcta y escuché el murmullo de unas voces. Estaba segura de que uno pertenecia a la persona que estoy buscando.
-¡Elsa!- la llamé
Fui recibida por tres miradas que se sintieron como fusiles, lo que me puso incómoda. Elsa estaba sentada en una banquilla, junto con Mérida y por su expresión parecía que había estado llorando. Kida también estaba con ellas, apoyada contra los casilleros.
-Mejor las dejamos solas, te esperamos afuera- dijo Mérida.
Salió sin mirarme y Kida la acompañó.
Elsa se puso de pie. Se veía triste, como si el mundo se le hubiera venido abajo en cuestión de segundos. Yo estaba preocupada. Si ganaron el partido ¿Por qué razón estaría así?
-Eeh...yo...yo quería saber si podíamos hablar y me quedé esperándote, pero no llegabas y… - de los nervios no fui capaz de decir lo que quería, además su tremenda herida en la mano me dejó congelada- ¿Elsa, que... te ocurrió en la mano?
Alejó su brazo antes de que pudiera tomarla.
-Lo siento, olvidé que no puedo tocarte. Es que... bueno quería saber si...
-Lo que me haya pasado es cosa mía y no es de tu incumbencia.
-Pe-perdón.
-¿Qué es lo que quieres?- preguntó de manera abrupta.
Lo que ocurrió en la cancha tuvo que ser irrelevante si me preguntó eso.
-Yo... solo pensé que quizás podríamos hablar.
-Lo lamento, pero quedé en hacer otra cosa.
-¿Y crees que puedes venir a mi casa después de que te desocupes?
-No... No estoy segura. Ya vete de aquí, solo pueden entrar las jugadoras y casi haces que me expulsen de la cancha lo que me hubiera costado el partido y no quiero que ahora me regañen por eso... ¿Está bien?
-Si- asentí confundida por la recriminación, antes no le había importado que entrara a la cancha por ella -, su... supongo que te veré en otro momento.
Ya me imaginaba que algo no estaba bien. Lo que menos entiendo es como ese encantador brillo, que vi en sus ojos horas atrás, se esfumó como si nunca hubieran estado ahí.
Fin del Flashback
Desperté sobresaltada, respirando agitadamente. Llevé mis manos a la cabeza a causa de un punzante dolor que sentí en ese lugar. Efecto de la resaca seguramente. Por fortuna era domingo, así que no tendría que preocuparme por llegar tarde al trabajo.
La luz del sol, que se filtraba en las ventanas de mi habitación, golpeó mis ojos. Dejé una mano en mi frente, entonces me di cuenta de que traía puesto mi piyama. Recordé lo de anoche como si estuviera lucida y miré hacia todas partes, no estaba en la sala y por primera vez parece que había decidido dormir en mi cama y no en el suelo.
Elsa… el beso… las imágenes eran confusas y no sabría decir si fue real o un sueño.
-¡Maldición!- grité frustrada.
Sea lo que haya sido tocó una parte muy sensible dentro de mí, lo suficiente como para hacerme llorar. Volví a recostarme y me oculté debajo de las sabanas.
Nos vemos en el próximo, donde voy a tratar un tema que muchos me han preguntado. Hasta la próxima amigos :)
Chat'de'Lune: Elsa tiene muchas cosas en la cabeza y no solo por su pasado con Anna.
Shtorm Volkov: Gracias por tanto apoyp, perdón la demora. Nos vemos en el siguiente cap.
PenguinVuelve: Yo también los echo de menos cuando no puedo actualizar. Saludos ;)
JudeValmont: Bueno, aquí estoy de vuelta y gracias por comentar como siempre. Espero tengas un bonito día. Me agrada saber que estás tan pendiente de la historia. Saludos.
LeRoyalHolyBlue: Me agrada saber que algo agrio puede tener algo de humor. Gracias por seguir leyendo :)
Chicahelada: Ya sabrán quien es la de la llamada. Una cosa, te advierto que el pasado es lo que más me interesa por el momento y voy a poner lo que a mí me interesa mostrar. La razón más importante es porque tengo que limpiar el nombre de Anna. No es por nada, pero aquí más de uno la llamó psicópata y la ha juzgado mal. Además, te recuerdo que yo puse advertencia al comienzo de la historia así que para el que se aburra...ya sabe.
dokan616: ¿Qué onda?... Bueno me alegra que sigas la historia. Si hubiera sido Merida la del beso la historia no sería la misma jajaja Por algo que decía que solo eran amigas. Nos vemos.
jexichan89: Hola y gracias por seguir la historia. Créeme, Elsa tiene muy buenos motivos para su comportamiento.
EnchantedGirl26: ¡Gracias!
Guest: Yo hago esto por diversión así que gracias por estar atento. Nos vemos en el próximo.
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