CAPITULO 6

Kizashi tenía sus dependencias privadas en una construcción independiente, adyacente al edificio principal del palacio. Decidí no esperar para decirle lo que sus hombres estaban haciendo. Verás, hija mía, no podía creer que mi esposo fuera responsable. Quería echar la culpa a sus oficiales.

Cuando entré en el despacho de Kizashi por la puerta lateral, me quedé demasiado aturdida para dar a conocer mi presencia. Mi esposo estaba con su amante. Se habían quitado la ropa y estaban retozando en el suelo, como animales. Ella se llamaba Kaori. Montaba a Kizashi como si fuera un semental. Mi esposo le gritaba obscenidades para estimularla, con los ojos cerrados, en pleno éxtasis.

La mujer debió de notar mi presencia. De repente volvió la cabeza para mirarme. Estaba segura de que iba a avisar de mi presencia a Kizashi. No lo hizo. No, Kaori continuó con sus giros obscenos, pero sonriéndome todo el tiempo. Pensé que era una sonrisa victoriosa.

No recuerdo el tiempo que estuve allí. Cuando volví a mis habitaciones, empecé a planear mi huida.

Anotación en el diario, 20 de agosto de 1795

.

.

.

-Sasuke, ¿qué es lo que te pasa? Vaya, si incluso le has sonreído a Goshiki. ¿Te he oído preguntarle por su madre, además? Te encuentras bien, ¿verdad?

Las preguntas las hacía la hermana de Sasuke, Temari, que seguía a su hermano escaleras arriba hacia los dormitorios.

Sasuke se detuvo para volverse hacia Temari.

-No estás contenta cuando frunzo el ceño y ahora pareces disgustada porque sonrío. Decídete respecto a mi temperamento y haré lo que pueda para satisfacerte.

Los ojos de Temari se abrieron aún más al oír el tono de broma de su hermano.

-Estás enfermo, ¿no es así? ¿Te duele la rodilla otra vez? No me mires como si me hubiera crecido otra cabeza. No es nada habitual verte sonreír, especialmente cuando vienes a ver a mamá. Sé lo irritante que puede llegar a ser. No lo olvides, hermano, yo vivo con ella. Tú solo vienes de visita una vez a la semana. Sé que no puede evitar ser como es, pero hay veces que desearía que me dejara trasladarme a nuestra casa en la ciudad. ¿No es una vergüenza admitirlo?

-Ser sincera con tu hermano no es una vergüenza. Has pasado momentos difíciles desde que Itachi murió, ¿no es verdad?

La compasión en la voz de Sasuke hizo que los ojos de Temari se llenaran de lágrimas. Sasuke ocultó su exasperación. Su hermana era un torbellino emocional cuando se trataba de las cuestiones familiares. Sasuke era todo lo contrario. Le resultaba difícil mostrar afecto abiertamente. Por un momento, pensó en rodear los hombros de su hermana con su brazo para ofrecerle consuelo y luego desechó aquella torpe idea. Probablemente se quedaría tan atónita por aquel gesto que rompería a llorar a lágrima viva.

Sasuke no estaba de humor para lágrimas. Ya era bastante tener que soportar otra espantosa visita a su madre.

-Yo pensaba, de verdad, que mamá iba a ponerse mejor cuando hiciste abrir la casa de la ciudad para mi presentación en sociedad, pero no ha salido de su habi- tación desde el día que llegamos a Londres.

Sasuke se limitó a asentir con un gesto y luego continuó hacia su destino.

-Mamá no está ni un poco mejor -murmuró Temari. Iba pisándole los talones á su hermano-. He tratado de hablar con ella de las fiestas a las que iba, pero no me escucha. Solo quiere hablar de Itachi.

-Vuelve abajo y espérame allí, Temari. Hay algo de lo que quiero hablar contigo. Y deja de preocuparte -añadió con un guiño-. Te prometo que no disgustaré a nuestra madre. Exhibiré mis mejores modales.

-¿Lo harás? -gimió Temari-. No te encuentras bien, ¿verdad?

Sasuke se puso a reír.

-Por todos los santos, ¿de verdad me he portado como un ogro tan temible?

Antes de que Temari pudiera pensar en una respuesta diplomática que no fuera una completa mentira, Sasuke abrió la puerta de las habitaciones de su madre. Utilizó el tacón de la bota para cerrarla y luego procedió a cruzar la sala, oscura y con olor a cerrado.

La marquesa estaba reclinada encima de su cubrecama de satén negro. Vestía, como de costumbre, de negro, desde la cofia negra que cubría su cabello negro con destellos de líneas grises hasta las medias negras de algodón que le cubrían los pies. Sasuke no habría conseguido distinguirla de no ser por aquella complexión blanquecina que lo desafiaba rodeada por el sudario negro.

Era un hecho innegable que la marquesa guardaba duelo con auténtica dedicación. Sasuke pensó que se entregaba a su tarea con la misma intensidad con que un niño malcriado se entrega a sus rabietas. Dios sabía que la mujer llevaba suficiente tiempo haciéndolo como para haberse convertido en maestra.

Era bastante como para hacer que un muerto se levantara de su tumba.

Hacía más de tres años que Itachi había muerto, pero su madre continuaba actuando como si aquel extraño accidente se hubiera producido el día antes.

-Buenas tardes, madre -dijo Sasuke, ofreciéndole su saludo habitual y sentándose a continuación en la butaca al lado de la cama.

-Buenas tardes, Sasuke.

La conversación había tocado a su fin. No volverían a hablar hasta que Sasuke se despidiera. La razón era sencilla, Sasuke se negaba a hablar de Itachi, su madre se negaba a hablar de ningún otro tema. Mantendrían el silencio durante la media hora que Sasuke permaneciera allí. Para pasar el tiempo encendió las velas y se puso a leer The Morning Herald.

El ritual no variaba nunca.

Solía estar de un humor de perros cuando la ordalia acababa. No obstante, hoy no estaba demasiado irritado por la vergonzosa conducta de su madre.

Temari lo esperaba en el vestíbulo. Cuando vio que su hermano no había perdido su sonrisa, su preocupación por su salud aumentó. ¡Estaba actuando de una manera tan extraña!

Su mente saltó de una espantosa conclusión a otra.

-Vas a enviarme de nuevo al campo, con mamá, ¿no es así, Sasuke? Por favor, por favor, piénsalo mejor -gimió Temari-. Sé que el tío Teyaki ha sido una decepción, pero no ha podido evitar tener que quedarse en cama por culpa de su hígado. Y yo deseo tanto ir al baile de los Kagetsu.

-Temari, me sentiré muy honrado llevándote a la fiesta de los Kagetsu. Y nunca he pensado en devolverte al campo, cariño. Has tenido tu presentación y, ciertamente, tendrás el resto de la temporada. ¿Alguna vez he dejado de cumplir mi palabra?

-Bueno... no -admitió Temari-. Pero tampoco habías sonreído tanto nunca. No sé qué pensar. Siempre estás de un humor horrible después de ver a mamá. ¿Ha sido más agradable hoy, Sasuke?

-No. Y de eso quería hablar contigo, Temari. Necesitas que haya alguien aquí que te enseñe cómo moverte en sociedad. Dado que Teyaki no puede hacerlo y su esposa no querrá ir a ningún sitio sin él, he decidido enviar a buscar a tía Uruchi. ¿Satisface eso tus...?

-Oh, sí, Sasuke -interrumpió Temari, enlazando las manos-. Ya sabes cuánto quiero a la hermana de papá. Tiene un sentido del humor tan maravilloso. ¿Estará de acuerdo, Sasuke?

-Por supuesto -respondió él-. Enviaré a buscarla inmediatamente. Bien, ahora me gustaría que me hicieras un favor.

-Lo que quieras, Sasuke. Haré...

-Envía una nota a la princesa Sakura invitándola a tomar el té aquí. Haz que sea para pasado mañana.

Temari empezó a reír tontamente.

-Ahora comprendo tu extraña conducta. Estás colado por la princesa, ¿a que sí?

-¿Colado? ¡Qué palabra tan tonta! -respondió Sasuke. Su voz sonaba irritada-. No, no estoy colado.

-Me encantará invitar a la princesa. Sin embargo, no puedo menos de preguntarme por qué no le envías una nota pidiéndole que te reciba.

-La tía de Sakura no me encuentra adecuado -anunció Sasuke.

-¿El marqués Uchiha de Lyonwood no es adecuado? -Temari parecía horrorizada-. Sasuke, tienes más títulos que la mayoría de hombres en Inglaterra. No puedes hablar en serio.

-Por cierto, no le digas a Sakura que estaré aquí. Deja que piense que solo estaréis las dos.

-¿Y si me pide que vaya a su casa, en lugar de venir ella aquí?

-No lo hará -afirmó Sasuke.

-Pareces estar muy seguro.

-No parece que tengan suficiente dinero para recibir -dijo Sasuke-. Guárdalo en secreto, Temari, pero creo que la princesa tiene graves dificultades económicas. La casa está algo deteriorada, al igual que el mobiliario, y he oído que la condesa ha rechazado a todos los que han solicitado ir a visitarla.

-Oh, pobrecita -exclamó Temari, meneando la cabeza-. Pero ¿por qué no quieres que sepa que tú estarás aquí?

-Eso no importa.

-Ya veo -dijo Temari.

Por su expresión, Sasuke comprendía que no lo veía en absoluto.

-La verdad es que me gusta la princesa -siguió Temari efusivamente, cuando Sasuke le dedicó una mirada fulminante.

-¿No acabaste confundida?

-No te entiendo -dijo Temari-. ¿A qué te refieres?

-Cuando hablaste con ella -explicó Sasuke-, ¿sus respuestas tenían sentido?

-Pues claro que tenían sentido.

Sasuke ocultó su exasperación. Era tonto hacerle aquella pregunta a alguien tan atolondrado como su hermanita. Temari siempre había tenido la cabeza a pájaros. La quería, pero sabía que lo llevarían a la tumba sin que hubiera comprendido nada de lo que pasaba dentro de aquella cabecita.

-Imagino que las dos os haréis muy amigas -predijo Sasuke.

-¿Y eso te disgustaría?

-Por supuesto que no -respondió Sasuke.

Se despidió de ella con un parco cabeceo y se dirigió hacia la puerta.

-Pero ¿cómo es qué vuelves a fruncir el entrecejo? -gritó Temari.

Sasuke no se molestó en contestarle. Montó en su corcel negro y se fue a cabalgar por el campo. El enérgico ejercicio era justo lo que necesitaba para aclarar sus ideas. Por lo general, era capaz de descartar toda la información innecesaria y concentrarse en los hechos pertinentes. Una vez que hubiera eliminado los detalles insignificantes, estaba seguro de que podría resolver el porqué de su atracción hacia la mujer más inusual de toda Inglaterra. Iba a aplicar la fría razón para resolver aquella irracional aflicción.

Sasuke decidió que sí que era una aflicción. Dejar que Sakura afectara todos sus pensamientos, todas sus acciones, era sencillamente inaceptable. Y además, lo confundía.

Lo confundía tanto como que le dijera que la ponía tan nerviosa como un búfalo. ¿Dónde, en nombre del cielo, había visto ella búfalos?

.

.

.

El conde de Namikaze medía con sus pasos la alfombra que había delante de su mesa. Su biblioteca era un caos, pero no permitía que entrara ningún sirviente a limpiar. Desde que le habían herido, se sentía demasiado incómodo para pensar en asuntos tan triviales como las tareas del hogar.

La herida iba cicatrizando. Naruto había vertido agua caliente en el corte y luego había envuelto la muñeca con una gasa blanca limpia. Aunque llevaba una chaqueta que le venía grande, cogida del armario de su padre, para ocultar el vendaje, estaba decidido a permanecer escondido dentro de casa hasta que la herida cicatrizara por completo. No estaba dispuesto a correr el riesgo de que lo descubrieran. Todavía quedaban muchas cosas por hacer.

La primera preocupación de Naruto era la princesa Sakura. Pensaba que quizá lo había reconocido. La forma en que se quedó mirándolo y la expresión curiosa y sorprendida de su cara sugería que había adivinado quién se ocultaba tras la máscara.

¿Lo sabía Sasuke? Naruto lo rumió un largo rato y luego llegó a la conclusión de que su amigo estaba demasiado ocupado protegiendo a la princesita para mirarlo con atención.

¿Y quién, en nombre de Dios, había lanzado el cuchillo contra él? Se había quedado tan sorprendido que había dejado caer la pistola. Naruto decidió que el que fuera tenía una puntería pésima y daba gracias a Dios por aquella pequeña merced. Si hasta podría haberlo matado.

Tendría que ser más cuidadoso. Naruto no tenía intención alguna de abandonar su actividad. Había cuatro nombres en la lista y cada uno de ellos iba a sufrir el castigo. Era lo menos que podía hacer para aliviar la humillación de su padre.

Una vacilante llamada a la puerta interrumpió el paseo de Naruto.

-¿Sí? -preguntó a voz en grito, dejando que su irritación atravesara la puerta. Había dado órdenes específicas a sus sirvientes de que no lo molestaran.

-Está aquí el marqués Uchiha de Lyonwood, señor.

Naruto se apresuró a sentarse detrás de la mesa. Apoyó el brazo bueno en un montón de papeles, ocultó la mano herida encima de las rodillas y luego dijo con voz malhumorada.

-Que entre.

Sasuke entró en la habitación con una botella de brandy debajo del brazo. Dejó el regalo encima del escritorio y luego se sentó en una butaca de piel delante de Naruto. Después de apoyar familiarmente los pies en el borde de la mesa, dijo:

-Tienes un aspecto de todos los demonios.

Naruto se encogió de hombros.

-Nunca has sido muy diplomático -comentó-. ¿A qué viene el brandy?

-Nuestra apuesta -le recordó Sasuke.

-Ah, sí, la princesa Sakura -dijo Naruto sonriendo-. No contestó a ninguna de tus preguntas, ¿eh?

-No importa. Ya he averiguado muchas cosas de ella. Creció en algún lugar de Francia o cerca de allí -afirmó-. Quedan unas cuantas incoherencias, pero las habré despejado dentro de poco.

-¿A qué tanto interés, Sasuke?

-Ya no estoy seguro. Al principio pensé que era solo curiosidad, pero ahora...

-¿Al principio? Sasuke, suenas como si conocieras a esa mujer desde hace meses.

Sasuke se encogió de hombros. Fue hasta el aparador, sacó dos vasos y sirvió bebidas para Naruto y para él. Esperó hasta que su amigo estaba a medio beber un buen trago para hacerle su pregunta.

-¿Qué tal va la mano, Menma?

No hace falta decir que Sasuke quedó inmensamente satisfecho con la reacción de su amigo. Naruto se atragantó, empezó a toser y a tratar de negar, todo a la vez. Sasuke pensó que era risible y condenatorio, al mismo tiempo.

Esperó hasta que su amigo recuperó un cierto control antes de volver a hablar.

-¿Por qué no me dijiste que tenías problemas económicos? ¿Por qué no acudiste a mí?

-¿Problemas económicos? No sé de qué estás hablando -protestó Naruto. Era una mentira poco convincente-. Diablos -masculló-, siempre ha sido imposible mentirte.

-¿Has perdido la cabeza o es que te apasiona la idea de vivir en la prisión de Newgate? Sabes que es solo cuestión de tiempo que te descubran.

-Sasuke, déjame que te explique -tartamudeó Naruto-. Mi padre lo ha perdido todo. He usado mis propiedades personales, las he ofrecido como garantía contra el resto de pagarés, pero...

-Tu padre y tú estáis libres de deudas desde ayer por la noche. Enfádate y luego olvídalo, Naruto -exigió Sasuke con voz fileteada de acero-. He pagado a los prestamistas. En tu nombre, por cierto.

-¡Cómo te has atrevido a intervenir! -gritó Naruto. Tenía la cara de un rojo encendido.

-Por todos los demonios, alguien tenía que hacerlo -exclamó Sasuke-. Tu padre significa tanto para mí como para ti. Solo Dios sabe las veces que se puso delante de mi padre para protegerme cuando yo era joven.

Naruto asintió. Parte de su resistencia había desaparecido.

-Te lo devolveré, Sasuke, tan pronto como...

-No me lo devolverás -rugió Sasuke. De repente se había puesto furioso con su amigo. Respiró hondo para calmarse antes de continuar-. ¿Recuerdas cómo estaba yo cuando murió Izumi? -preguntó.

Naruto se sorprendió ante el cambio de tema. Asintió lentamente.

-Lo recuerdo.

-Tú estuviste a mi lado, Naruto. Eres el único que sabe lo de Itachi. ¿Te he dicho alguna vez que quería pagarte por tu amistad?

-Claro que no. Me habría sentido insultado.

Transcurrieron unos largos minutos entre los dos amigos. Luego Naruto sonrió.

-¿Puedo, por lo menos, decirle a mi padre que...?

-No -interrumpió Sasuke, en voz baja-. No quiero que descubra que sé lo que le ha pasado. Déjale que piense que su hijo es el único que está enterado, que solo tú acudiste en su ayuda.

-Pero, Sasuke, seguro que...

-Déjalo así, Naruto. Tu padre es un hombre orgulloso. No le quites eso.

Naruto asintió de nuevo.

-Cuéntame qué sabes de los problemas de mi padre.

-Te reconocí en casa de Aburame, claro -empezó Sasuke, sonriendo por el sobresalto que esas palabras provocaron en su amigo-. Fue estúpido por tu parte...

-Se suponía que no estarías allí -masculló Naruto-. ¿Por qué asististe a esa fiesta? No puedes soportar a Aburame más que yo.

Sasuke se rió entre dientes.

-Los planes más cuidadosamente elaborados... Pese a sus buenas cualidades, tu padre sigue siendo un poco ingenuo, ¿no es verdad, Naruto? Aburame y su cohorte se aprovecharon, claro. Aburame debió de ser el que montó las partidas. Veamos si me equivoco... Seguramente incluyó a Goji, Heki y Tokisuki en la farsa. Son todos unos bastardos. ¿Me dejo algún nombre, Naruto?

Su amigo estaba estupefacto.

-¿Cómo averiguaste todo esto?

-¿De verdad crees que no estaría enterado de su pequeño club? Tu padre no es la única víctima de su complot.

-¿Lo sabe todo el mundo?

-No -respondió Sasuke-. No hay ningún indicio de escándalo respecto a tu padre. Lo habría sabido.

-Has estado fuera de circulación, Sasuke. ¿Cómo puedes estar tan seguro?

Sasuke miró a Naruto con exasperación.

-Con mi tipo de trabajo, ¿puedes preguntarme eso en serio?

Naruto sonrió.

-Pensaba que quizá estuvieras un poco oxidado -dijo-. Mi padre sigue oculto en su casa de campo. Está tan avergonzado de su credulidad que no quiere que lo vea nadie. Se sentirá aliviado cuando sepa que nadie está enterado de nada.

-Sí, ya puede salir de su escondite. Y tú puedes abandonar ese demencial plan tuyo. Al final te cogerán.

-Tú nunca me delatarías. -La voz de Naruto estaba llena de seguridad.

-No, claro que no -reconoció Sasuke-. ¿Cómo lo hicieron, Naruto? ¿Marcó Aburame las cartas?

-Sí. Todos son unos tramposos redomados, lo cual resulta todavía más humillante para mi padre. Siente que lo han embaucado.

-Lo embaucaron -dijo Sasuke-. ¿Lo dejarás correr, Naruto?

Naruto soltó un áspero gruñido.

-Maldición, Sasuke. Me muero por que me las paguen.

Sasuke tomó un sorbo de brandy.

-Ah -dijo lentamente-, ahora has entrado en mi terreno. Me parece, Naruto, que lo que necesitamos es un juego de azar.

Sasuke sonrió cuando, por fin, Naruto captó lo que quería decir.

-¿Te refieres a darles una ración de su propia medicina, a estafar a los estafadores?

-Sería bastante fácil de hacer.

Naruto dio una palmada contra la mesa y luego soltó un gemido.

-Siempre me estoy olvidando de la herida -se disculpó-. Cuenta conmigo, Sasuke. Te dejo los detalles a ti. Como acabas de reconocer, eres más ducho en artimañas que yo.

Sasuke se echó a reír.

-Lo tomaré como un cumplido.

Sonó otra llamada en la puerta, interrumpiendo la conversación.

-¿Y ahora qué pasa? -gritó Naruto.

-Siento molestarle, señor, pero la princesa Sakura está aquí y desea verle -dijo el sirviente, gritando a su vez.

El anuncio sobresaltó a Naruto. Sasuke tampoco pareció muy feliz con la noticia. Dirigió a Naruto una mirada fulminante.

-¿Has ido detrás de Sakura, Naruto? ¿La has invitado a tu casa?

-No -respondió Naruto-. Debe de ser que mis encantos la han impresionado después de todo, Sasuke -sonrió cuando vio cómo se acentuaba el ceño de su amigo-. Así que es como me suponía. Estás más que ligeramente interesado por nuestra princesita.

-No es nuestra princesita -le espetó Sasuke-. Me pertenece a mí. ¿Entendido?

Naruto asintió.

-Solo estaba bromeando -dijo con un suspiro, y añadió gritando a su sirviente-: Que entre.

Sasuke no cambió de posición. Sakura entró apresuradamente en la biblioteca en cuanto le abrieron la puerta. Vio inmediatamente a Sasuke y se detuvo en seco.

-¡Oh! No quería interrumpir su reunión. Ya volveré más tarde, Naruto.

Sakura miró a Sasuke con el ceño fruncido, se volvió y se dirigió de nuevo a la puerta.

Sasuke suspiró. Fue un suspiro largo y controlado. Con cuidado, dejó el vaso encima de la mesa y luego se puso en pie.

Sakura lo vio por el rabillo del ojo. No hizo caso de los ruegos de Naruto para que se quedara y continuó caminando hacia la puerta.

Sasuke la atrapó justo cuando ponía la mano en la manija. Colocó las manos en la puerta, a ambos lados de la cara de Sakura. La espalda de ella le rozaba el pecho. Sasuke sonrió al notar la súbita rigidez de sus hombros.

-Tengo que insistir en que te quedes -le susurró al oído.

Una oleada de calor inundó a Sakura. Lentamente, se dio la vuelta hasta quedar frente a Sasuke.

-Y yo tengo que insistir en que debo marcharme -musitó.

Apoyó una mano en su pecho y empujó, con la esperanza de desplazarlo.

Él no se movió; le dedicó una sonrisa de pillo y luego se inclinó y la besó.

La disimulada risa de Naruto interrumpió sus deseos de continuar.

Sakura se sonrojó inmediatamente ante aquella muestra de intimidad. ¿Es que aquel hombre no se daba cuenta de que no debía mostrar su afecto delante de otros?Suponía que no. Sasuke le hizo un guiño antes de cogerla de la mano y llevarla de nuevo al interior de la biblioteca.

Sakura llevaba un traje verde claro. Sasuke comprobó deliberadamente si se había acordado de ponerse zapatos. No se sintió decepcionado al ver que sí.

Naruto se apresuró a volver a su silla y ocultar el brazo vendado, poniéndolo encima de las rodillas.

Sakura se negó a sentarse. Se quedó de pie, junto a Sasuke, esforzándose por no prestarle ninguna atención. Él volvió a apoyar los pies en el borde del escritorio de Naruto y cogió el vaso. Ella le regaló una mirada contrariada. Si aquel hombre se relajara un poco más, se quedaría dormido.

Pronto la situación se volvió incómoda. Naruto la miraba, expectante. Sakura agarraba con fuerza un recipiente de color azul que llevaba en la mano izquierda, mientras trataba de liberar su mano derecha de la de Sasuke, que se había olvidado de soltarla.

-¿Había algo en particular, de lo que quisiera hablarme? -sugirió Naruto amablemente. Trataba de hacer que Sakura se sintiera cómoda. La pobre parecía muy preocupada.

-Esperaba encontrarle solo -anunció Sakura. Dirigió a Sasuke una mirada significativa-. ¿Estabas a punto de despedirte, Sasuke?

-No.

La escueta respuesta fue pronunciada con una voz tan alegre que Sakura sonrió.

-Me gustaría hablar con Naruto en privado, si no te importa.

-Ay, cariño, es que sí que me importa -dijo Sasuke arrastrando las palabras. Aumentó la presión que ejercía sobre su muñeca y, de repente, tiró de ella haciéndole perder el equilibrio.

Aterrizó justo donde él quería, encima de sus rodillas. De inmediato, Sakura empezó a forcejear para levantarse. Sasuke le rodeó la cintura con un brazo, sujetándola contra él.

Naruto estaba estupefacto. Nunca había visto a Sasuke actuar de una manera tan espontánea. Mostrarse tan abiertamente posesivo no era normal en su carácter.

-Princesa Sakura, puede hablar libremente delante de Sasuke -dijo Naruto, tranquilizándola.

-¿De verdad? -preguntó Sakura-. Entonces, ¿él lo sabe?

Cuando Sakura se detuvo, vacilando, Naruto afirmó:

-Sasuke conoce todos mis secretos, querida. Veamos, ¿qué quería decirme?

-Bueno, quería saber cómo se encuentra.

Naruto parpadeó varias veces.

-Pues me encuentro muy bien -respondió torpemente-. ¿Es eso lo único que quería de mí?

En opinión de Sasuke, los dos estaban dando rodeos sin llegar al meollo de la cuestión.

-Naruto, Sakura quiere saber cómo está tu herida. ¿No es así, Sakura?

-Ah, entonces, ¿estás enterado? -preguntó Sakura, volviéndose para mirar a Sasuke.

-¿Usted lo sabe? -dijo Naruto con voz quebrada.

-Ella lo sabe -confirmó Sasuke, riéndose al ver la cara atónita de su amigo.

-Vaya, por todos los demonios, ¿hay alguien que no lo sepa?

-Suenas penoso -dijo Sasuke.

-Fue el color de sus ojos, Naruto -explicó Sakura, prestándole de nuevo toda su atención-. Tienen un tono de azul muy poco corriente y muy fácil de recordar. -Hizo una pausa y lo miró, compasiva-. Y además, miró directamente hacia mí. Quiero decir que yo no quería reconocerlo. Es algo que sucedió -acabó con un delicado encogimiento de hombros.

-¿Vamos a poner todas nuestras cartas sobre la mesa? -preguntó Naruto, inclinándose para contemplar a Sakura con una mirada penetrante.

-No le entiendo -dijo Sakura-. Yo no tengo ninguna carta.

-Sakura se lo toma todo en sentido literal, Naruto. Es una característica garantizada para volverte loco. Créeme, lo sé.

-Lo que acabas de decir es muy poco caritativo, Sasuke -afirmó Sakura, fulminándolo con la mirada-. No sé qué quieres decir cuando afirmas que soy literal. ¿Es quizá otro insulto y tendría que ofenderme?

-Naruto te está preguntando si puede hablar con total libertad -le explicó Sasuke a Sakura-. Por todos los diablos, me siento como si fuera un intérprete.

-Pues claro que puede hablar con libertad -respondió Sakura-. Nadie le ha puesto un cuchillo en la garganta, Naruto. Le he traído una medicina. Me gustaría curarle la herida. Probablemente, no la ha cuidado adecuadamente.

-No podía ir a ver a mi médico como si tal cosa, ¿verdad?

-No, claro, lo hubieran descubierto -dijo Sakura.

Escapó de las rodillas de Sasuke y fue al lado de Naruto. Este no protestó cuando ella empezó a quitarle aquel vendaje tan mal puesto.

Los dos hombres la observaron mientras abría un pequeño tarro lleno de un bálsamo maloliente.

-Dios santo, ¿qué hay ahí? ¿Hojas muertas?

-Sí -respondió Sakura-. Entre otras cosas.

-Bromeaba -dijo Naruto.

-Yo no.

-Ese olor me mantendrá oculto -masculló Naruto-. ¿Qué más hay? -preguntó, oliendo de nuevo el asqueroso medicamento.

-No le gustaría saberlo -respondió Sakura.

-Es mejor no hacerle preguntas a Sakura, Naruto. Sus respuestas solo conseguirán confundirte más aún.

Naruto siguió el consejo de Sasuke. Observó cómo Sakura ponía una gran cantidad de un ungüento de color pardo encima del corte y luego volvía a vendarle el brazo.

-Tiene usted un olor muy agradable, Naruto. Claro que el bálsamo no tardará en eliminarlo.

-¿Tengo un olor agradable? -Naruto tenía la misma expresión que si le acabaran de otorgar la corona de Inglaterra. Se le ocurrió devolverle el cumplido-. Usted huele como las flores -le dijo y enseguida se echó a reír por haber dicho tal cosa. Era la verdad, pero, ciertamente, no era caballeroso por su parte comentar sobre ello-. Usted es quien tiene unos ojos inusuales, Sakura. Son del verde más maravilloso que he visto.

-Ya basta -interrumpió Sasuke-. Sakura, date prisa y acaba tu tarea.

-¿Por qué? -preguntó Sakura.

-No quiere que esté tan cerca de mí -explicó Naruto.

-No sigas, Naruto. -La voz de Sasuke tenía un tono acerado-. No vas a cortejar a Sakura, así que puedes guardarte tus encantos para alguna otra.

-A lady Temari le gustarían mucho sus encantos, Naruto -intervino Sakura y sonrió ante la reacción que su comentario había causado en los dos hombres. Naruto parecía perplejo. Sasuke parecía horrorizado-. Y, Sasuke, no soy propiedad tuya. Por lo tanto, no es razonable que des órdenes a otros caballeros. Si yo qui- siera las atenciones de Naruto, se lo haría saber.

-¿Por qué dice que a la hermana de Sasuke le gustarían mis atenciones? -preguntó Naruto. Sentía mucha curiosidad por aquel extraño comentario.

Sakura volvió a guardar el tarro dentro de su funda antes de responder.

-Hay veces que ustedes, los ingleses, son muy cerrados en su forma de pensar. Es evidente que a lady Temari le gusta usted, Naruto. Solo hay que mirarla para ver la adoración en sus ojos. Y si contamos la manera en que usted se cuida de ella, bueno, comprendería que están hechos el uno para el otro.

-Por todos los santos -gruñó Sasuke.

Tanto Sakura como Naruto lo ignoraron.

-¿Cómo puede estar tan segura? -preguntó Naruto-. Solo se han visto una vez y no debió de pasar más de quince minutos con ella. No, me parece que ese encaprichamiento es cosa de su imaginación. Temari es solo una niña, Sakura.

-Crea lo que le parezca -respondió Sakura-. Lo que tenga que suceder, sucederá.

-¿Cómo dice?

Naruto volvía a estar confuso. Sasuke cabeceó. Era bueno saber que no era el único tonto en lo que se refería a Sakura.

-El destino, Naruto -aclaró Sasuke.

-Tengo que marcharme. Tía Furofuki cree que estoy descansando en mi habitación -confesó Sakura-. Ahora usted también comparte mi confidencia, Naruto. ¿O tendría que llamarlo Menma?

-No.

-Solo estaba bromeando. No ponga ese aire tan compungido -dijo Sakura.

Naruto suspiró. Alargó el brazo, con intención de coger la mano de Sakura, pensando en mantenerla a su lado mientras le daba las gracias adecuadamente por haber cuidado su herida.

Sakura se movió con tanta rapidez que Naruto se quedó tratando de coger el aire. Antes de que pudiera parpadear, ella estaba de nuevo de pie al lado de la silla de Sasuke.

Sasuke se sorprendió tanto como él. Se sentía arrogantemente satisfecho, además, porque, aunque Sakura probablemente no era consciente de lo que había hecho, lo cierto es que instintivamente había vuelto a su lado. Aquella elección representaba una especie de pequeña victoria, ¿o no?

-Sakura, si me reconoció, ¿por qué no se lo dijo a Aburame y los otros?

Ella se ofendió ante aquella pregunta.

-Tendrán que averiguarlo por sí mismos -dijo-. Yo nunca traicionaría la confidencia de alguien, Naruto.

-Pero yo no le pedí que me guardara esa confidencia -masculló Naruto, tartamudeando.

-No trates de comprenderla, Naruto. Será tu perdición -le aconsejó Sasuke con una sonrisa.

-Entonces, por favor, contésteme a esto. ¿Vio quien lanzó el cuchillo contra mí?

-No, Naruto. La verdad es que estaba tan asustada que no miré hacia atrás. Si Sasuke no hubiera estado allí para protegerme, creo que me hubiera desmayado.

Sasuke le dio unas palmaditas en la mano.

-La pistola no estaba cargada -protestó Naruto-. ¿De verdad creyó que le haría daño a alguien?

Sasuke rogó al cielo que le diera paciencia.

-No puedo creer que fueras a robar a Aburame con una pistola descargada.

-¿Para qué querría usar una pistola descargada? -preguntó Sakura.

-Quería asustarlos, no matarlos -musitó Naruto-. ¿Queréis dejar de mirarme así, vosotros dos? El plan funcionó, si me permitís que os lo recuerde.

-Acaba de recordárnoslo -anunció Sakura.

-Sasuke, ¿podrás averiguar quién me hirió?

-Con el tiempo.

Sakura frunció el ceño. Sasuke sonaba demasiado seguro.

-¿Qué importancia tiene? -preguntó.

-A Sasuke le gustan los enigmas -afirmó Naruto-. Si recuerdo bien, la galería de Aburame está a sus buenos cinco metros de la terraza inferior. Quienquiera que fuera tuvo que...

-Son más de seis metros, Naruto -interrumpió Sasuke-. Y no es posible escalar a la galería. El enrejado es demasiado débil.

-Entonces quienquiera que fuera debía de estar oculto detrás de ti... en algún sitio. Bueno, gracias a Dios tenía muy mala puntería.

-¿Por qué dice eso? -preguntó Sakura.

-Porque no me mató.

-Me parece que hizo blanco donde quería -afirmó ella-. Si hubiera querido matarle, creo que lo habría hecho. Quizá solo quería que dejara caer el arma. -De repente, Sakura se dio cuenta que sonaba demasiado segura de sí misma. Sasuke la miraba fijamente, con una expresión extraña, penetrante-. Claro que no es más que una posibilidad -añadió rápidamente-. Podría equivocarme, por supuesto. Puede que tuviera mala puntería.

-¿Por qué has venido a cuidar de la herida de Naruto? -preguntó Sasuke.

-Sí, ¿por qué lo ha hecho? -preguntó también Naruto.

-Ahora me siento insultada -declaró Sakura-. Estaba herido y mi única intención era ayudarle.

-¿Ese fue tu único motivo? -preguntó Sasuke.

-Bueno, también había otra razón -admitió Sakura. Fue hasta la puerta antes de explicarse-. ¿No me había dicho que era el único amigo de Sasuke?

-Puede que hiciera ese comentario, sí -admitió Naruto.

-Lo hizo -dijo Sakura-. Yo nunca olvido nada -alardeó-. Y me parecía que Sasuke era un hombre necesitado de amigos. Continuaré guardándole el secreto, Naruto, y usted tiene que prometerme no contarle a nadie que he venido a verle. La condesa se sentiría muy contrariada.

-¿Él tampoco es adecuado? -preguntó Sasuke, y sonaba enormemente divertido.

-¿Que yo no soy adecuado? -preguntó Naruto-. ¿Adecuado para qué?

Sakura no hizo caso de la pregunta y empezó a salir de la habitación.

-Sakura.

La suave voz de Sasuke hizo que se detuviera.

-¿Sí, Sasuke?

-Yo no lo he prometido.

-¿Ah, no?

-No.

-Oh, pero tú nunca... ni siquiera te gusta la condesa. No te molestarías en decirle...

-Voy a acompañarte a casa, amor.

-Yo no soy tu amor.

-Sí que lo eres.

-De verdad, prefiero caminar.

-Naruto, ¿qué crees que dirá la condesa cuando la informe de que su sobrina se pasea por la ciudad, visitando a...?

-No peleas con la más mínima dignidad, Sasuke. Es un rasgo lamentable.

-Nunca he jugado limpio.

Suspiró derrotada y su suspiro resonó en toda la biblioteca.

-Te esperaré en el vestíbulo, hombre despreciable -dijo Sakura dando un portazo para poner de relieve su irritación.

-No es en absoluto lo que parece ser –comentó Naruto-. Nos ha llamado ingleses, Sasuke, como si fuéramos extranjeros. No tiene sentido, ¿verdad?

-Nada de lo que hace Sakura tiene sentido, a menos que recuerdes que no se crió aquí -dijo Sasuke. Se puso en pie, se irguió en toda su estatura y fue hacia la puerta-. Disfruta del brandy, Naruto, mientras yo vuelvo al campo de batalla.

-¿Batalla? ¿De qué estás hablando?

-No de qué, Naruto. De quién. De Sakura, para ser exacto.

Las carcajadas de Naruto lo siguieron hasta el vestíbulo. Sakura estaba de pie al lado de la puerta de la calle. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho. No trataba de ocultar su irritación.

-¿Lista, Sakura?

-No. Odio los carruajes, Sasuke. Por favor, déjame que vaya andando a casa. Solo está a unas pocas calles de aquí.

-Claro, odias los carruajes -dijo Sasuke, con una voz llena de humor-. Vaya, ¿cómo no me habré dado cuenta antes? -preguntó, al tiempo que la cogía por el codo, medio acompañándola, medio arrastrándola a su vehículo. Una vez que estuvieron sentados, frente a frente, preguntó-: ¿Es que, por casualidad, los carruajes son una molestia igual que las sillas de montar?

-Oh, no -respondió Sakura-. Es que no me gusta estar encerrada así. Es asfixiante. No ibas a decirle a la condesa que me había ido sin su permiso, ¿verdad, Sasuke?

-No -reconoció él-. ¿Tienes miedo de la condesa, Sakura?

-No le tengo miedo. Es que ella ahora es mi familia y no me gusta contrariarla.

-Naciste en Francia, ¿no es así, Sakura? -preguntó Sasuke, inclinándose para cogerle las manos.

Su voz la camelaba, su sonrisa la sosegaba. Sakura no se dejó engañar ni por un momento. Sabía que él pensaba cogerla con la guardia baja.

-Cuando decides averiguar algo, nunca abandonas, ¿verdad, Sasuke?

-Exactamente, cariño.

-¡No tienes vergüenza! Deja de sonreír. Te he insultado, ¿no es así?

-¿Naciste en Francia?

-Sí -mintió ella-. Bien, ¿estás satisfecho? ¿Dejarás de acosarme con tus preguntas, por favor?

-¿Por qué te molesta que te pregunten por tu pasado? -preguntó Sasuke.

-Solo trato de proteger mi intimidad.

-¿Vivías con tu madre?

Sakura decidió que era como un perro detrás de un suculento hueso. Y no iba a soltarlo. Era hora de acallar su curiosidad.

-Me crió una pareja muy afectuosa, los Summerton. Eran ingleses, pero les gustaba viajar. He viajado por todo el mundo, Sasuke. Mister Summerton prefería hablar francés y yo me siento más cómoda en esa lengua.

La tensión fue abandonando lentamente sus hombros. Sabía, por la expresión comprensiva de Sasuke, que la había creído.

-La condesa puede ser difícil, como tú bien sabes. Tuvo una disputa con los Summerton y se niega a dejarme hablar de ellos. Supongo que quiere que todo el mundo piense que me crió ella. Me resulta muy difícil mentir -añadió sin mover una pestaña-. Como tía Furofuki no quiere que diga la verdad y yo no sirvo para decir mentiras, he decidido que sería mejor no decir nada de mi pasado. Ya está, ¿estás satisfecho?

Sasuke se recostó en el asiento. Asintió, evidentemente satisfecho con su confesión.

-¿Cómo conociste a esos Summerton?

-Eran unos amigos muy queridos de mi madre -dijo Sakura, dedicándole otra sonrisa-. Cuando tenía dos años, mi madre se puso enferma y me dio a los Summerton, porque confiaba en ellos, ¿sabes? Mi madre no quería que su hermana, la condesa, se convirtiera en mi tutora. Y los Summerton no podían tener hijos.

-Tu madre era una mujer muy sagaz -comentó Sasuke-. La vieja lechuza te habría echado a perder, Sakura.

-Dios santo, ¿es que Gandō llamó a mi tía vieja lechuza delante de ti? Tengo que volver a hablar muy en serio con él. Parece haberle cogido una enorme aversión.

-Cariño, a nadie le gusta tu tía.

-¿Has acabado con tus preguntas? -dijo Sakura.

-¿Dónde oíste rugir a los leones, Sakura y dónde viste búfalos?

Aquel hombre tenía la memoria de un niño al que le han prometido un caramelo. No se le olvidaba nada.

-Pasé mucho tiempo en Francia, debido al trabajo de mister Summerton, pero quería mucho a su mujer, y a mí, porque me consideraba como una hija. Así que nos llevaba con él siempre que iba de viaje. Sasuke, de verdad, no quiero contestar más preguntas.

-Solo una más, Sakura. ¿Me dejarás que te acompañe al baile de los Kagetsu el sábado? Será todo muy respetable. Temari estará con nosotros.

-Sabes que mi tía no lo permitirá -protestó Sakura.

El carruaje se detuvo frente a la casa de Sakura. Sasuke abrió la puerta, desmontó y se volvió para bajar a Sakura hasta el suelo. La retuvo un poco más de lo necesario, pero ella no se ofendió.

-No tienes más que decirle a tu tía que está todo dispuesto. Vendré a buscarte a las nueve.

-Supongo que no habrá problema. Tía Furofuki no tiene por qué enterarse. Se va al campo a visitar a una amiga enferma. Si yo no hablo del baile, no tendré que mentir. No es lo mismo si la condesa cree que tengo intención de quedarme en casa, ¿verdad? ¿O seguirá siendo una mentira por guardar silencio deliberadamente?

Sasuke sonrió.

-Realmente, te cuesta decir mentiras, ¿verdad, cariño? Es un noble rasgo -añadió.

Que los cielos la ayudaran, pero no podía echarse a reír. Sasuke entraría inmediatamente en sospechas.

-Sí, me resulta difícil mentir -confesó.

-No sabes lo mucho que me gusta encontrar una mujer con unos principios tan elevados, Sakura.

-Gracias, Sasuke. ¿Puedo hacerte yo una pregunta?

Gandō abrió la puerta justo en ese momento. Sakura se puso nerviosa. Sonrió al mayordomo y luego le indicó con un gesto que volviera a entrar.

-Ya cerraré yo la puerta, Gandō. Gracias.

Sasuke esperó pacientemente que Sakura volviera a prestarle atención.

-¿Tu pregunta? -sugirió amablemente.

-Ah, sí -dijo Sakura-. Antes que nada, me gustaría preguntarte si asistirás a la fiesta de sir Hunt el jueves por la noche.

-¿Tú vas a ir?

-Sí.

-Entonces, allí estaré.

-Todavía tengo otra pregunta, por favor.

-¿Sí? -preguntó Sasuke, sonriendo. De repente, Sakura se había vuelto muy tímida. Un ligero rubor le cubría las mejillas y no conseguía mirarlo directamente a los ojos.

-¿Querrás casarte conmigo, Sasuke? ¿Solo durante un tiempo?

-¿Qué?

En realidad, no había tenido intención de gritar , pero es que aquella mujer decía las cosas más inaudita No podía haberla oído bien. ¿Casarse? ¿Solo por u tiempo? No, la había entendido mal.

-¿Cómo has dicho? -le preguntó de nuevo, calmando la voz.

-¿Te casarás conmigo? Piénsalo, Sasuke, y házmelo saber. Buenos días.

La puerta se cerró antes de que el marqués Uchiha de Lyonwood consiguiera reaccionar..