CAPITULO 9
Kizashi se había marchado para sofocar una rebelión en el Oeste. Cuando el capitán de mi barco vino a buscarme, hice que esperara fuera del despacho de mi marido mientras yo entraba a robar las joyas. Por un momento, pensé en dejarle una nota a Kizashi y luego decidí no hacerlo.
Zarpamos inmediatamente, pero yo no empecé a sentirme a salvo hasta que llevábamos dos días en el mar. Permanecía en mi cabina la mayor parte del tiempo porque me encontraba horriblemente mal. No retenía comida alguna en el estómago y pensaba que la causa era el tiempo.
No fue hasta después de una semana cuando la verdad se abrió paso en mi mente. Estaba embarazada del hijo de Kizashi.
Que Dios me perdone, Sakura, pero recé por que murieras.
Anotación en el diario, 7 de septiembre de 1795
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El lunes fue una prueba de resistencia para Sakura. Aunque protestó con vehemencia, al mediodía los sirvientes de Sasuke habían empaquetado y trasladado sus posesiones a casa de la madre de Sasuke.
Sakura no dejó de insistir en que no iba a ningún sitio, que la condesa llegaría al lunes siguiente y que podía cuidar de sí misma hasta entonces. Nadie le prestó la más mínima atención. Por supuesto, seguían las instrucciones de su amo y, aunque se mostraban amistosos con ella, todos y cada uno le indicaban que llevara sus quejas al marqués Uchiha de Lyonwood.
Aunque Sakura no lo había visto desde la noche del viernes, su presencia se dejaba sentir. No le había permitido ir al baile de los Kagetsu, ni a ningún otro sitio, a decir verdad. Sakura pensaba que la mantenía encerrada dentro de casa para que no pudiera huir.
Comprendió que también cabía la posibilidad de que estuviera protegiendo sus sentimientos. Quizá no quería que oyera los rumores que circulaban por la ciudad sobre su relación con él. Era un escándalo, no había duda, pero un escándalo que él había provocado personalmente.
Puede que Sasuke pensara que se disgustaría por las afrentas a su nombre. No estaba casada, Sasuke no iba vestido y la mitad de la buena sociedad había presenciado la escena. Claro que había un escándalo en el aire. Sakura había oído cómo Colette, la doncella que Sasuke le había impuesto, le contaba a otro de los sirvientes un sabroso cotilleo que había oído en el mercado, cuando fue a hacer la compra con la cocinera.
A media tarde, Sakura tenía un terrible dolor de cabeza. La atacó de repente cuando leyó, por casualidad, la noticia de su boda en los periódicos. Sasuke había tenido la frescura de publicar su intención de casarse con la princesa Sakura el sábado.
Colette la pilló haciendo trizas el periódico.
-Ah, mi señora, ¿no es romántico el modo en que el marqués se mofa de la tradición? Vaya, si está haciéndolo todo como le place, sin importarle lo que digan los demás.
Sakura no lo encontraba romántico en absoluto. Sentía deseos de chillar. Subió a su dormitorio, pensando en gozar de unos pocos minutos de paz, pero apenas había cerrado la puerta cuando la interrumpieron de nuevo.
Una visita la esperaba en la sala. Dado que Sasuke había ordenado que no se franqueara la entrada a nadie, Sakura dio naturalmente por supuesto que era él quien la esperaba.
Iba con unas ganas locas de pelea cuando entró en el salón como un vendaval.
-Si crees que puedes...
Su protesta se desvaneció cuando vio a la mujer de edad sentada en el sillón de orejas dorado.
-¿Si creo qué, querida? -preguntó la mujer, con aire perplejo.
Sakura se sintió avergonzada por su estallido. Entonces la mujer le sonrió y parte de su incomodidad la abandonó. Sakura podía ver que la extraña era amable. Tenía arrugas de risa en torno a los ojos y la boca. La parte alta del cabello gris, recogido en un moño, quedaba al nivel de la parte superior del sillón, indicando que era muy alta. No era muy atractiva. La nariz ganchuda ocupaba una buena parte de la cara y tenía una ligera, pero perceptible, sombra de pelo encima del fino labio superior. Era una mujer de poderoso pecho y anchos hombros.
Parecía de la misma edad de la condesa.
-Le ruego me disculpe por haberle gritado, señora, pero creía que era Sasuke -explicó Sakura, después de hacer una profunda reverencia.
-Qué atrevimiento por tu parte, niña.
-¿Atrevimiento? No comprendo -dijo Sakura.
-Levantarle la voz a mi sobrino. Demuestra que tienes temple -declaró la mujer, haciendo un gesto vivaz. Con un ademán le indicó a Sakura que se sentara-. Conozco a Sasuke desde que era niño y nunca he tenido el valor de gritarle. Permíteme que me presente -continuó-. Soy la tía de Sasuke. Su tía Uruchi, para ser precisos. Soy la hermana menor de su padre, ¿sabes?, y dado que pronto serás la nueva marquesa Uchiha de Lyonwood, puedes llamarme tía Uruchi desde ahora. ¿Estás lista para venir a casa conmigo ahora, Sakura, o necesitas un poco más de tiempo para prepararte? No me importa esperarte aquí si puedes pedir que me sirvan una taza de té. Señor, qué calor vuelve a hacer hoy, ¿no es cierto? - preguntó.
Sakura no sabía qué contestarle. Observó cómo cogía un pequeño abanico que tenía sobre la falda, lo abría con un rápido movimiento de muñeca y empezaba a agitarlo un poco violentamente delante de la cara.
Debido a la avanzada edad de la mujer, Sakura adoptó naturalmente una actitud sumisa. Los ancianos debían ser respetados y siempre que fuera posible obedecidos sin protestar. Era el modo de proceder de los dakotas y la forma en que Sakura había sido educada.
Sakura inclinó la cabeza y dijo:
-Me siento muy honrada de conocerla, tía Uruchi. Si tiene la paciencia de escucharme, me gustaría explicarle que parece que hay un malentendido.
-¿Un malentendido? -preguntó Uruchi. En su voz se oía la diversión. Señaló a Sakura con el abanico-. Querida, ¿puedo serte franca? Sasuke me ha ordenado que me ocupe de instalarte en casa de su madre. Las dos sabemos que se saldrá con la suya, sean cuales sean tus sentimientos. No estés tan abatida, niña. A él solo le preocupan tus intereses.
-Sí, señora.
-¿Quieres casarte con Sasuke?
Aquella directa pregunta exigía una respuesta. Además, la dama miraba a Sakura atentamente. Sakura pensó que era una mirada parecida a la de un halcón.
-Bien, niña, ¿qué me dices?
Sakura trató de pensar en una manera de suavizar la verdad.
-Lo que querría hacer y lo que debo hacer son dos cuestiones diferentes. Trato de evitar que Sasuke cometa un terrible error, señora.
-¿Dices que el matrimonio sería un error? -preguntó tía Uruchi.
-Si se casa conmigo, sí -admitió Sakura.
-Soy bien conocida por hablar claro, Sakura, así que voy a preguntártelo directamente. ¿Amas a mi sobrino?
Sakura notó cómo se sonrojaba. Miró a tía Uruchi un largo rato.
-No es necesario que contestes, niña. Veo que así es.
-Estoy intentando no amarlo -dijo Sakura en un susurro.
Tía Uruchi empezó a abanicarse de nuevo.
-Ciertamente, no comprendo ese comentario. No, no lo comprendo. Sasuke me dijo que hacía poco que habías aprendido la lengua inglesa y que quizá lo que dijeras no siempre tendría sentido. No te pongas roja, Sakura, él no lo dijo como una crítica. ¿Tienes idea de lo extraordinario que es que esta unión se base en el amor?
-Cuando conocí a Sasuke, pensé que estábamos hechos el uno para el otro... para un tiempo corto. -Sí -añadió cuando tía Uruchi le dirigió una mirada intrigada-, creía que era nuestro destino.
-¿Destino? -dijo tía Uruchi, sonriendo-. Qué idea tan romántica. Creo que eres justo lo que mi sobrino necesita. Es un hombre tan intenso, tan lleno de furia, la mayor parte del tiempo. Por favor, explícame a qué te refieres cuando hablas de un tiempo corto. ¿Crees que te desenamorarás tan pronto? Eso implica una asociación muy superficial, ¿no crees?
Sakura no estaba segura de qué quería decir aquel comentario.
-Sasuke querría casarse con una princesa. Yo querría volver a casa. En realidad, es muy sencillo.
La expresión de tía Uruchi indicaba que ella no creía que fuera sencillo en absoluto.
-Entonces, Sasuke tendrá que acompañarte a casa -afirmó-. Estoy segura de que insistirá en visitar tu país natal.
Aquella absurda idea hizo sonreír a Sakura.
-¿Lo ves? Ya he aligerado tus preocupaciones -dijo tía Uruchi-. No me cabe ninguna duda de que Sasuke te llevará a visitar tu hogar.
Sakura sabía que no tenía sentido refutar las amables expectativas de la mujer y habría sido grosero mostrarse abiertamente en desacuerdo con ella.
Después de pedir que trajeran un refrigerio, Sakura pasó la siguiente hora escuchando cómo tía Uruchi le contaba historias de su familia.
Averiguó que el padre de Sasuke había muerto mientras dormía. Sasuke estaba interno en la escuela cuando se produjo la tragedia y Sakura pensó que era muy triste que no hubiera estado al lado de su padre. También se enteró de que la esposa de Sasuke, Izumi, había muerto de parto. La historia era tan triste que Sakura tuvo que luchar por contener las lágrimas.
Y cuando acabó la hora, Sakura acompañó a tía Uruchi a casa de la madre de Sasuke.
Ya había estado en aquella hermosa casa una vez, cuando visitó a lady Temari, a petición de esta, y por esa razón, esta vez, la visión de aquel lujo no la dejó sin respiración
La entrada refulgía con la luz de las velas. La sala de recibir estaba a la izquierda. Era más de tres veces mayor que cualquier otra que Sakura hubiera visto. El comedor estaba a la derecha. Una mesa larga y estrecha ocupaba la mayor parte de la habitación. La habían frotado hasta sacarle tanto brillo que uno podía verse la cara en ella. Había dieciséis sillas alineadas a cada lado
Sakura supuso que había ese número de familiares alojados en casa de la madre de Sasuke. Este mantenía bien a su familia. Había sirvientes yendo y viniendo apresuradamente, llevando y trayendo cosas. Tía Uruchi le dijo que era Sasuke quien lo pagaba todo.
Lady Temari bajó las escaleras corriendo para saludar a Sakura.
-Sasuke te espera arriba, en la biblioteca -anunció, tirándole del brazo-. Estás encantadora vestida de rosa, Sakura. Es un color muy suave -añadió-. ¿Sabes?, me gustaría tener una estatura tan delicada como la tuya. Me siento como un elefante cuando estoy a tu lado.
Temari continuó con su cháchara, así que Sakura dio por sentado que no tenía que responder al último comentario.
Lady Temari la acompañó arriba, a la biblioteca. Era una habitación alegre y aireada, pero eso fue lo único que Sakura observó cuando entró. Sasuke atrajo toda su atención. Estaba de pie junto a las ventanas, dándole la espalda. Una oleada de cólera la inundó. De repente, se sintió furiosa por la manera prepotente en que él se había apoderado de su vida. Sabía que iba a gritarle. El impulso hacía que le doliera la garganta.
Ocultó sus intenciones a la hermana de Sasuke, incluso consiguió sonreír cuando dijo:
-Temari, ¿puedo hablar unos minutos con tu hermano a solas?
-No me parece que sea una buena idea. Tía Uruchi dice que no puedes quedarte sin carabina ni un momento. Ha oído los rumores, ¿sabes? -murmuró Temari-. Pero ahora está abajo y, si me prometes que serán solo unos minutos, nadie...
-Temari, cierra la puerta al salir.
Sasuke se había dado la vuelta. Tenía la vista fija en Sakura cuando dio la orden a su hermana.
Sakura le sostuvo la mirada. No iba a dejarse intimidar por él. Y ciertamente, no iba a tardar ni un segundo en observar el aspecto tan fuerte y apuesto que tenía ese día. Llevaba una chaqueta de montar de color azul oscuro.
El corte hacía que sus hombros parecieran aún más anchos de lo que ella los recordaba.
De repente se dio cuenta de que él la miraba ceñudo. Estaba realmente enfadado con ella. Aquella constatación no le sentó nada bien. Al principio se quedó tan asombrada que apenas podía hablar. ¿Cómo se atrevía a estar enfadado? Era él quien había causado todo el problema.
-Me han dicho que has aceptado la invitación del barón Oniyuzu para acompañarte a la reunión en casa de Nara, Sakura. ¿Es verdad?
-¿Cómo te has enterado? -preguntó Sakura.
-¿Es verdad?
No había levantado la voz, pero la acritud estaba presente en el tono.
-Sí, Sasuke, he aceptado la invitación del barón. Me lo pidió la semana pasada. Vamos a ir a esa fiesta en el prado, sea eso lo que sea, y no me importa si estás enfadado o no. Sería de mala educación por mi parte rechazar su compañía ahora. Le di mi palabra.
-No vas a ir a ningún sitio a menos que sea conmigo, Sakura -dijo Sasuke. Respiró hondo antes de continuar-. No puedes aceptar la compañía de otros hombres cuando estás a punto de casarte. Estoy viendo que no comprendes la situación, amor. Nos vamos a casar el sábado, y que los demonios me lleven si el día antes vas a ir a ningún sitio en compañía de nadie que no sea yo.
Sasuke había hecho esfuerzos por controlarse, pero acabó sus palabras a voz en grito.
-No me casaré contigo -respondió Sakura, también gritando-. No, no debemos casarnos. ¿No ves que estoy intentando protegerte? No sabes nada de mí. Tú quieres una princesa, por todos los santos.
-Sakura, si no empiezas a decir cosas con sentido...
De repente, Sasuke avanzó y la cogió entre sus brazos antes de que ella pudiera retroceder. Sakura no trató de forcejear.
-Si no fueras tan obstinado, Sasuke, comprenderías que tengo razón. Debería encontrar a otro. Si Oniyuzu no acepta mi propuesta, podría pedírselo a cualquier otro, incluso a Akebino.
Tuvo que obligarse a respirar hondo de nuevo.
-Escúchame con atención, Sakura. Nadie va a tocarte salvo yo. Akebino no podrá caminar en un mes y preveo que Oniyuzu va a tener que emprender un largo viaje. Créeme cuando te digo que cualquier hombre que aceptes se tropezará con unas cuantas sorpresas desagradables.
-No te atreverás. Eres un marqués. No puedes ir por ahí asustando a la gente. ¿Por qué no puede andar Akebino? -preguntó, de repente-. Recuerdo claramente que Naruto le cerró la puerta en las narices. Estás exagerando. No harías...
-Ah, sí que lo haría.
-¿Cómo te atreves a sonreírme mientras dices unas cosas tan escandalosas?
-Me atrevo a hacer lo que quiero hacer, Sakura -dijo, pasándole el pulgar por los labios.
Sakura sintió deseos de morderle. Luego hundió los hombros, derrotada. Lo único que aquel hombre tenía que hacer era tocarla y todas sus ideas racionales salían volando por la ventana. Que Dios la ayudara, ya notaba cómo le empezaban a crecer aquellos escalofríos en el estómago.
Dejó que la besara, incluso abrió la boca para que le metiera la lengua y luego dejó que la mimara hasta eliminar toda la furia que había en ella.
Sasuke no cedió en su tierno asalto hasta que Sakura empezó a responderle con igual ardor. Acabó el beso solo después de que ella le rodeara el cuello con los brazos y se apretara contra él.
-El único momento en que eres sincera conmigo, Sakura, es cuando me besas. Por ahora, eso me basta.
Sakura le apoyó la cabeza en el pecho.
-No te daré mi corazón, Sasuke. No te amaré.
Él frotó la barbilla contra su pelo.
-Sí que lo harás, amor mío.
-Estás muy seguro de ti mismo -musitó ella.
-Tú te entregaste a mí, Sakura. Claro que lo estoy.
Los interrumpió una fuerte llamada a la puerta.
-Sasuke, suelta a esa joven inmediatamente. ¿Me oyes?
La pregunta era innecesaria. Tía Uruchi había gritado tan fuerte que debían de haberla oído los vecinos.
-¿Cómo sabía que me tenías abrazada, Sasuke? ¿Es que tiene la visión? -preguntó Sakura con voz sobrecogida.
-¿La qué? -preguntó Sasuke.
-Abre esta puerta. Ahora.
-La visión -murmuró Sakura entre grito y grito de tía Uruchi-. Puede ver a través de la puerta, Sasuke.
Sasuke se echó a reír. El resonante ruido de sus carcajadas hizo que a Sakura le retumbaran los oídos.
-No, amor mío. Es solo que mi tía Uruchi me conoce muy bien. Supuso que te estaba abrazando.
Sakura pareció decepcionada
Cuando tía Uruchi gritó de nuevo, se volvió para dirigirse a la puerta.
-Si me prometes un par de cosas, me casaré contigo el sábado -dijo.
Sasuke cabeceó. Aquella pequeña inocente todavía no comprendía. Con promesas o sin ellas, iban a casarse.
-¿Bien?
-¿Qué promesas?
Sakura se volvió para encontrarse con Sasuke, con los brazos cruzados sobre el pecho, esperando. Sus modales parecían condescendientes hacia ella.
-Una, tienes que prometerme que me dejarás ir a casa cuando acabe mi tarea aquí. Dos, tienes que prometerme que no te enamorarás de mí.
-Una, Sakura, tú no vas a ir a ningún sitio. El matrimonio es para siempre. Métete esta pequeña realidad en la cabeza. Dos, no tengo ni la más remota idea de por qué no quieres que te quiera, pero trataré de complacerte.
-Ya sabía que serías difícil. Lo sabía -murmuró Sakura.
La puerta se abrió de repente detrás de ella.
-Bueno, ¿por qué no me has dicho que no estaba echado el pasador? -exigió tía Uruchi-. ¿Habéis aclarado ese malentendido, Sakura? -preguntó.
-He decidido casarme con Sasuke por un tiempo corto.
-Un tiempo largo -masculló Sasuke.
Aquella mujer era más espesa que la niebla. Sasuke sentía deseos de sacudirla.
-Bien. Ahora ven conmigo, Sakura, y te acompañaré a tu habitación. Está junto a la mía -añadió, dirigiendo una mirada larga y cargada de intención a Sasuke-. No habrá reuniones privadas durante la noche mientras yo esté aquí.
-Irá allí dentro de un minuto -dijo Sasuke-. Sakura, respóndeme a una pregunta antes de irte.
-Esperaré fuera, junto a la puerta -anunció tía Uruchi antes de cerrar la puerta.
-¿Cuál es tu pregunta? -dijo Sakura.
-¿Vas a cambiar de opinión antes del sábado? ¿Tengo que tenerte bajo guardia dentro de casa hasta entonces?
-Sonríes como si eso fuera lo que te gustaría hacer -afirmó Sakura-. No, no cambiaré de opinión. Vas a lamentarlo mucho, Sasuke -añadió con voz compasiva-. No soy en absoluto lo que crees que soy.
-Sé exactamente lo que voy a conseguir -dijo Sasuke, esforzándose por no echarse a reír.
Ella lo contemplaba con una mirada llena de tristeza, diciéndole sin palabras que lo sentía por él.
-Te casas conmigo porque te das cuenta de lo estupendo que fue cuando nos acostamos juntos -afirmó él.
Era una afirmación llena de arrogancia y Sasuke no pensaba que ella se molestaría siquiera en contestarle.
-No -Sakura abrió la puerta, sonrió a tía Uruchi y luego se volvió para darle una respuesta completa a Sasuke-. ¿Quieres toda la verdad, Sasuke?
-Estaría bien, para variar -respondió Sasuke con intención.
-¿Delante de tu tía Uruchi? -concretó, dirigiendo una rápida sonrisa a la perpleja señora.
Tía Uruchi suspiró y luego cerró la puerta de nuevo. Sakura la oía mascullar algo sobre no necesitar el abanico con tanto abrirse y cerrarse de puertas en su cara, pero no comprendió qué quería decir.
-Respóndeme Sakura con toda tu verdad.
Su súbita impaciencia la irritó.
-Muy bien. Me caso contigo por la forma en que luchaste contra los malhechores.
-¿Y eso qué tiene que ver con el matrimonio? -preguntó él.
-Ah, todo.
-Sakura, ¿hablarás con sentido alguna vez en tu vida? -exigió Sasuke.
Ella comprendió que debería haberse limitado a mentirle una vez más. Con frecuencia, la verdad era más perturbadora, más compleja que una sencilla invención.
Pero ya era demasiado tarde para inventarse otra mentira. Sasuke parecía a punto de ponerse a gritar.
-Estoy tratando de tener sentido, Sasuke. Verás, aunque la pelea no fue nada como para alardear, luchaste como un guerrero.
-¿Y?
-Bueno, para mí está absolutamente claro.
-Sakura... -dijo y su voz era queda, colérica.
-No vas a ser un hombre fácil de matar. Bien, ahora ya sabes toda la verdad. ¿Estás satisfecho?
Sasuke asintió dándole la impresión de que comprendía de qué le estaba hablando. En aquel momento supo que nada de lo que aquella mujer le dijera en el futuro conseguiría confundirlo. No, había llegado al límite. Se dijo que un hombre solo puede asimilar un cierto número de sorpresas.
Luego trató de concentrarse en el nuevo rompecabezas que ella le había regalado.
-¿Me estás diciendo que tratarás de matarme una vez nos hayamos casado, pero que, como puedo defenderme, quizá no llegues a conseguirlo? ¿Y que esa es la razón de que te cases conmigo?
Cuando acabó sus ilógicas conclusiones, tuvo que mover la cabeza con un gesto negativo, desconcertado.
-Claro que no -respondió Sakura-. ¿No te da vergüenza pensar que querría hacerte daño? Tienes una mente retorcida, Sasuke.
-De acuerdo -dijo él, enlazando las manos a la espalda-. Te pido disculpas por saltar a unas conclusiones tan poco agradables.
Sakura pareció desconfiar.
-Bien, eso espero -musitó-. Aceptaré tus disculpas -añadió a regañadientes-. Pareces bastante arrepentido como para que crea que eres sincero.
Sasuke se prometió no perder la paciencia. Sin embargo, no estaba tan seguro respecto a la cabeza. Sakura estaba convirtiendo todas sus ideas en picadillo. Que Dios le ayudara, pero iba a conseguir que le diera una respuesta clara, por horas que le llevara.
-Sakura -empezó, manteniendo la voz sosegada como para adormecer a un recién nacido-, dado que has decidido que no soy un hombre fácil de matar, y por cierto, agradezco tu fe en mí, ¿sabes, por casualidad, quién lo va a intentar?
-¿Intentar qué?
-Matarme.
Realmente, aquel hombre necesitaba aprender a controlar el genio. Sakura acababa de abrir la puerta de nuevo. Sonrió a tía Uruchi, vio que la pobre estaba a punto de hablar, pero le cerró la puerta en la cara antes de que pudiera decir una sola palabra. No quería que oyera su respuesta.
-Mi padre. Va a volver a Inglaterra. Tratará de matarme. Te prometo que te protegeré, Sasuke, mientras esté aquí. Cuando me vaya, él te dejará en paz.
-Sakura, si él va a intentar matarte, ¿por qué piensas en protegerme?
-Ah, porque primero tendrá que matarte a ti. Es la única manera de que pueda llegar hasta mí -razonó-. Tú eres un hombre muy posesivo. Ah, sí que lo eres -añadió cuando pensó que él estaba a punto de protestar-. Tú me custodiarás.
De repente, Sasuke se sentía enormemente complacido, pero no tenía ni la más ligera idea de por qué. ¿Las palabras de ella eran un elogio? No podía estar seguro. Decidió asegurarse.
-Entonces, confías en mí -afirmó.
Ella pareció estupefacta.
-¿Confiar en un hombre blanco? Jamás.
Sakura abrió la puerta de golpe y puso manos a la obra para eliminar el enfado de tía Uruchi. Era un empeño difícil, porque su mente seguía ocupada con la absurda conclusión de Sasuke. ¿Confiar en él? ¿De dónde, en nombre de Dios, había sacado aquella ridícula idea?
-Ya era hora, jovencita. Podría haberme vuelto vieja esperándote.
-Tía Uruchi, te agradezco tu paciencia. Además, tenías toda la razón. Una buena charla con Sasuke ha solucionado todas mis preocupaciones. ¿Querrás acompañarme a mi habitación? Me gustaría ayudar a la doncella a desempaquetar mis trajes. ¿Crees que habrá suficiente espacio aquí para mi tía cuando vuelva a Londres la semana que viene? La condesa se sentirá contrariada cuando sepa que me he trasladado.
Su ardid funcionó. Tía Uruchi perdió inmediatamente su expresión desconcertada. El impulso de hacerse cargo de las cosas barrió cualquier otra consideración.
-Pues claro que tenía razón. Vamos, ven conmigo. ¿Sabías que Temari ha invitado a varias personas esta tarde? Algunas ya han llegado. Todos tienen muchas ganas de conocerte, Sakura.
La puerta se cerró sobre los entusiastas comentarios de tía Uruchi.
Sasuke volvió a las ventanas. Vio los invitados reunidos abajo, en el jardín, y luego los eliminó de sus pensamientos.
El rompecabezas iba tomando forma. Sasuke se concentró en el nuevo elemento que creía que era verdad. Sakura estaba convencida de que su padre iba a volver a Inglaterra.
Para matarla.
La aterrada expresión de sus ojos, la forma en que le tembló la voz, le dijeron que, por una vez, le estaba diciendo la verdad. Sin embargo, sabía mucho más de lo que le decía. Sasuke sospechó que la única razón de que hubiera admitido aquella parte era para ponerlo en guardia.
Trataba de protegerlo. No sabía si tenía que sentirse insultado o feliz. Había asumido un deber que le correspondía a él. Pero tenía razón. Era posesivo. Sakura le pertenecía y no estaba dispuesto a dejar que nadie le hiciera daño. Tendrían que matarlo a él primero para llegar hasta ella.
¿Cómo había llegado a aquellas conclusiones sobre su padre? Sasuke recordaba lo tajante que se había mostrado sir Mikotado al decir que Sakura ni siquiera lo conocía.
Nada de todo aquello tenía sentido, a menos que la madre de Sakura hubiera vivido más de lo que todos creían y hubiera hecho partícipe de sus temores a su hija... o quizá hubiera dejado esos miedos en otras manos.
¿Quién había criado a Sakura? Sasuke pensó con una sonrisa que, con toda certeza, no habían sido los Summerton. Qué mentirosa era. Aunque debía haber estado furioso con ella por engañarlo, en realidad le divertía. Intuía que solo había ideado aquella historia para tranquilizarlo.
Sería todo tan sencillo si le contara toda la verdad... Por supuesto que no lo haría, pero ahora por lo menos comprendía sus razones. No confiaba en él.
Se corrigió, en quien no confiaba era en los hombres blancos.
Pensó que había querido decir los ingleses... ¿o no?
La clave del enigma estaba en manos del misionero. Sasuke sabía que tenía que ser paciente. Jiraiya le había enviado una nota diciéndole que Mick había recordado el nombre. Se llamaba Claude Deavenrue.
Inmediatamente, Sasuke despachó a dos de sus hombres más leales en busca de Deavenrue. Aunque sabía que el misionero le había dicho a Mick que se detendría en Inglaterra a su vuelta de Francia para visitar a Sakura, no estaba dispuesto a fiarse de esa posibilidad. Siempre cabía que Deavenrue cambiara de opinión o que Mick se equivocara respecto a lo que había oído.
Sasuke no iba a correr ningún riesgo. De repente, era imperativo que hablara con el misionero lo antes posible. No obstante, sus razones para averiguar cuál era el pasado de Sakura habían cambiado. Una sensación de intranquilidad se había asentado en su mente. Sakura estaba en peligro. No estaba seguro de que su padre fuera la verdadera amenaza, pero todos sus instintos le decían que estuviera alerta. El deseo de proteger a Sakura lo dominaba. Hacía mucho tiempo que Sasuke había aprendido a confiar en sus instintos. La cicatriz que tenía en la frente era el resultado de una de esas ocasiones insensatas en que no había obedecido sus advertencias.
Sasuke confiaba en que el misionero pudiera arrojar algo de luz sobre el misterio, decirle lo suficiente sobre el pasado de Sakura para poder protegerla. Él ya había extraído sus propias conclusiones. Según lo que ella le había dicho, decidió que probablemente la crió una de esas valerosas familias de la frontera de las que había oído hablar. Incluso imaginaba a Sakura dentro de una pequeña cabaña de troncos en algún lugar de los territorios salvajes más allá de las colonias. Eso explicaría que le gustara andar descalza, que amara el aire libre, que hubiera oído rugir a los leones de la montaña y que pudiera haber visto un par de búfalos. Sí, aquella explicación tenía sentido para él, pero no iba a darla por definitiva hasta que Deavenrue se la confirmara.
Sasuke soltó un suspiro largo y cansado. Estaba convencido de que estaba haciendo todo lo que podía por el momento. Luego le vino a la mente otro pensamiento inquietante. Sakura seguía insistiendo en que iba a volver a casa.
Sasuke se prometió encontrar un motivo para que ella quisiera quedarse. Una fuerte llamada a la puerta interrumpió sus pensamientos.
-¿Tienes tiempo para nosotros, Sasuke? -preguntó Naruto desde el umbral-. Señor, tienes una cara de todos los diablos -observó con voz alegre-. No dejes que te desanime, Kiba -le dijo al joven que lo acompañaba-. Sasuke siempre está de un humor de perros. ¿Es que has tenido otra conversación con Sakura, quizá? -preguntó, con una voz tan suave como el color de su chaqueta beige. Cuando Sasuke asintió, Naruto dijo, riéndose entre dientes-: Kiba todavía no conoce a tu futura esposa, Sasuke. Pensaba que te gustaría hacer las presentaciones.
-Me alegra volver a verte, Kiba -dijo Sasuke, esforzándose por sonar sincero.
No tenía ganas de que lo interrumpieran, no tenía ganas de ser cortés y le envió ese mensaje a Naruto con una mirada fulminante.
Vio cómo su amigo se tiraba de la manga de la chaqueta y Sasuke pensó que, probablemente, era para mantener oculto el vendaje. No era buena idea que anduviera de un lado para otro fuera de su casa. Sasuke se lo habría dicho de haber estado solos. Entonces se le ocurrió que Naruto había arrastrado a Kiba hasta el estudio a posta para evitar una discusión.
-Las señoras están afuera, en el jardín -dijo Naruto, haciendo caso omiso de la sombría mirada que su amigo le dirigía. Fue hasta los ventanales donde estaba Sasuke y luego llamó a Kiba con un ademán.
El compañero de Naruto dejó una buena distancia entre él y Sasuke para colocarse junto a Naruto. Tenía la cara sonrojada y unos modales tímidos.
-Quizá sería mejor que esperara abajo -observó con un notable tartamudeo-. Hemos importunado al marqués -acabó en un murmullo dirigido a Naruto.
-Mira, ahí está Sakura, Kiba -anunció Naruto, fingiendo no haber oído su queja-. Está de pie entre otras dos damas, junto al seto. No reconozco a aquella tan bonita que está hablando con ella -continuó Naruto-. ¿Sabes quién es la rubia, Sasuke?
Sasuke echó una ojeada al revuelo de actividad que había abajo. Decidió que, evidentemente, su hermana había invitado a la mitad de la buena sociedad a su fiesta.
Descubrió a Sakura de inmediato. Pensó que parecía confundida por toda la atención de que estaba siendo objeto. Todas las mujeres parecían estar hablándole al mismo tiempo.
Entonces uno de los caballeros empezó a cantar una balada y todos se volvieron hacia el origen del sonido. Las puertas de la sala de música estaban abiertas y, al fondo, alguien tocaba la espineta.
A Sakura le gustaba la música. Era algo obvio. La forma en que el vestido flotaba en torno a sus tobillos indicaba que disfrutaba de la canción. Sus caderas seguían suavemente el ritmo.
Era subyugadora. Su sonrisa de placer hizo que Sasuke recuperara la calma. Sakura parecía hipnotizada. Sasuke la observó cuando arrancaba una hoja del seto y luego empezaba a retorcerla entre los dedos mientras continuaba moviéndose al compás de la música.
Pensó que ni se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Tenía la mirada fija en el caballero que cantaba y se la notaba relajada, desprevenida.
Sasuke sabía que no era consciente de que la estaban observando. De haberlo sido, no se habría comido la hoja ni tampoco habría arrancado otra.
-Señor, ¿cuál de las damas es la princesa Sakura? -preguntó Kiba, justo en el momento en que Naruto se atragantaba de risa.
Estaba claro que Naruto también había estado observando a Sakura.
-¿Señor?
-La pelirosa -murmuró Sasuke, cabeceando desconcertado y observando con una creciente incredulidad cómo Sakura, elegantemente, se metía otra hoja en la boca-. La que se está comiendo el seto.
