Los personajes no me pertenecen

Saliendo el capitulo 18 para ustedes fieles míos.


Después de la visita de Hiro aquella noche, la rutina de solo salir de casa para ir a trabajar y hacer las compras, había dado un giro. Empecé a salir a correr por las tardes después del trabajo, generalmente con Hiro y Ariel, de esa manera compensaba las horas y horas que estaba sentada frente a la computadora trabajando. Había perdido la rutina al ir a la Universidad, y aunque me costó, pude agarrar el ritmo. Hiro también me ofreció una lista de series extrañas para cuando esté aburrida, donde entre ellas incluía el anime y ahora mató el tiempo viéndolas. Agregué la cocina en mi lista de cosas para hacer. Tiana vivía sola, y sabía lo que era cambiar los hábitos alimenticios, así que me pasó algunas recetas de comida sencilla y deliciosa, para no vivir tanto de delivery; comida enlatada o congelada. Por último, descubrí que me gusta bailar en camisa y pantaletas. Muy al estilo Tom Cruise en Risky Business. Sucedió cuando me di cuenta de que el departamento necesitaba una limpieza. Estaba vestida de la manera que antes mencioné y para que no se me haga pesado puse música, lo cual me estimuló bastante. Ahora lo hago casi todo el tiempo, sobre todo cuando necesito ideas para mis proyectos del trabajo.

De esta manera le doy otro ritmo a mi vida, evitando que sea solo de mi casa a la agencia y de la agencia a mi casa.

Esa mañana, trabajábamos como siempre en la oficina hasta que Regina entró a ella, haciendo que todos levantáramos la vista de nuestra computadora. No parecía enojada o de mal humor, por lo que no creo que venga a reprocharle algo a Emma.

-Chicas, nos harán una entrevista- anunció la jefa.

-¿Yo estoy incluido en ella?- Hiro preguntó medio en tono de broma.

-Si estuvieras incluido habría dicho chicas y Hiro.

-Pues ellos se lo pierden- se encogió de hombros, haciéndose el ofendido.

-Te fuiste por varios días, el trabajo lo hicieron las chicas.

-¿De qué trata?- Ariel preguntó un poco emocionada.

-Todo el mundo está hablando del proyecto que hicieron para el festival de música y quieren saber quiénes son las mentes maestras detrás de todo.

Oh sí, me había enterado del hashtag, #Bang, por las chicas y fue trending topic en las redes sociales. Verán, no solo sacamos el nombre por ese video, sino que lo usamos como referente para el arte que usaban, la gama cromática, la elección tipográfica y para el diseño de los personajes que aparecían en afiches, las entradas y en toda la gráfica del festival. Habían etiquetado a las artistas de la canción para que lo vean y la mismísima Ariana Grande había twitteado un simple emoji de una carita sonriendo con el hashtag y una foto del festival. Imagínense, salió mi grito de loca fan frente a todas mis amigas. Tiana hasta le tomó captura de pantalla y le pedí que me la enviara. Ahora la tengo guardada en mi computadora y en dos memorias externas por si llegaba a perderla. Estoy pensando en imprimirla, ponerla en un retrato y colgarla en la habitación de la pared. Cabe aclarar, que esto sería imposible de no ser por el importante sello que tiene Storybrooke en mundo del diseño.

Las chicas se emocionaron y yo también. Pero la curva ascendente de mis labios pronto fue disminuyendo en cuanto me di cuenta que una entrevista, donde aparecía mi nombre y cara, podía llegar a los ojos de mi madre.

-Nos esperan en la sala de conferencias- informó Regina y salió mientras las demás aprovechaban a retocarse el maquillaje o acomodar su cabello con su espejo de bolsillo.

Las chicas salieron rápidamente de la oficina mientras que yo enterraba las uñas en mi escritorio.

-¿Estás bien?- preguntó Hiro, recordándome que él seguía aquí.

Miré hacia su mesa de trabajo y sacudí la cabeza. Por un momento pensé en contarle la verdad, pero eso traería más peso sobre mis hombros y él terminaría preocupado. Seguramente trataría de aliviarme con uno de sus chistes y no estaba de humor para eso.

-Si… olvidé algo… Sigue con lo tuyo.

Salí de la oficina sin darle la oportunidad de que me preguntara por la tonada de mi voz. Estoy nerviosa y puedo sentir un frio recorriendo mi cuerpo. Me llevé una mano a la frente.

Contrólate Anna. Contrólate. Ninguna persona puede obligarte a dar una entrevista.

Nadie podía saber que había sido parte de ese proyecto. Tengo que decirles que no voy a participar.

-¿Anna, estás bien?

Levanté la cabeza sorprendida por escuchar la pregunta una segunda vez, viniendo de la boca de mi jefa que me veía preocupada.

-Si… si… estoy bien- dije tratando de sonar confiada- Jefa, no puedo dar la entrevista.

-¿Qué?- Regina abrió los ojos sin poder creerlo.

-No puedo hacerlo- sacudí con la cabeza de manera negativa-. Que las chicas se lleven el crédito, no me interesa.

Regina se dio cuenta de que algo no andaba bien. ¿Qué puedo decirle? ¿Cómo le explican a su jefe se escaparon de su casa?

-Bueno, si realmente no lo deseas puedo arreglar la entrevista para que no te mencionen.

-¿De verdad?- ahora era yo la que estaba sorprendida.

-Soy tu jefa, no puedo meterme en tus motivos personales- se explicó, llevándose una mano al pecho-. Aunque si hay algo que necesites, puedes pedírmelo.

Okey, eso definitivamente no es lo que esperaba escuchar.

-Bien… solo… no le diga a Emma que tuvimos esta conversación- más tarde me ocuparé que excusa ponerle.

-¿Swan que tiene que ver en esto?

Uuf, por su cara creo que no debí mencionarla.

-Mejor olvídelo, solo es un comentario.

-Si tú lo dices- comentó-. Será mejor que me vaya, me esperan en la sala de reuniones y tengo que avisarle a Elsa que no vas a estar.

-¡¿Elsa es la que hará entrevista?!

-Si, su jefa me llamó y dijo que la enviaría.

No, Anna... Ni se te ocurra

-Creo que hay una posibilidad que haga la entrevista.

Que débil y patética eres.

No me sorprendería si Regina me cree loca a estas alturas. Aunque su cara reflejaba lo que pensaba, solo suspiró en respuesta.

-Comenzaremos en quince minutos, así que has lo que quieras.

Era todo lo que necesitaba para casi correr hasta la oficina y buscar a Hiro, que como nadie lo molestaba aprovechó el tiempo solo para dedicarse a resolver crucigramas. Tenía los pies arriba del escritorio, el lápiz en la boca y leía atentamente la revista.

-¿Ahora qué ocurre?- quiso saber, bajando el lápiz, tras mi brusco regreso.

-La chica que me gusta está ahí afuera ¿Puedes venir a darles celos?

Solo le tomó un minuto pensarlo, mientras miraba perdido algún punto de la oficina.

-De acuerdo- aceptó, y rápidamente se levantó de un salto para acompañarme a la sala de reuniones.

Sé que no es muy maduro de mi parte, pero tengo que comprobar la reacción de Elsa.

Antes de salir, Hiro colocó su mano sobre mi hombro y durante todo el recorrido a la sala de reuniones la dejó ahí. Tomamos el ascensor, caminamos por los pasillos, pasando de oficina en oficina, hasta que al final doblamos a la derecha y nos encontramos a Elsa parada frente a la puerta de la sala de reuniones, conversando con Regina. Hiro retrocedió un poco en el camino que hicimos, llevándome con él para que no nos vieran.

-Escucha, te ayudaré con esto, pero tú tendrás que hablarle y exigirle que te cuente la verdad.

-¿Qué, estás loco?

-No, si ella se comporta de manera celosa entonces quiere decir que siente algo por ti y, de ser así, entonces tu mereces saber la verdad.

Tiene razón ¿Qué sentido tiene ponerse celosa si supuestamente fui una aventura y además estando comprometida?

-Bien, pero no puedo dejar que se me escape.

-Creo que puedo ayudarte con eso- sonriendo con complicidad-. Apresurémonos, Regina se va enojar si tardas más tiempo.

Volvió a colocar su mano sobre mi hombro y a pasos seguros nos acercamos hacia las dos mujeres.

-Lamento la demora- dije con un aire de emoción demasiado falso. Conseguí sobresaltar a Elsa, que era lo que me interesaba.

No parecía confundida por verme, ni tampoco se veía lista para enfrentarme. Sin embargo, pronto sus ojos se posaron en Hiro, y su fría personalidad surgió como nunca.

-Fue mi culpa- comentó Hiro-, es que necesitábamos hablar de un proyecto en el que trabajamos y tuvo que volver a la oficina para terminar de arreglar unos asuntos.

-Y entonces le pedí que me acompañara mientras hablábamos de camino.

-Sí…Ya sabe, los dos somos bastante unidos.

Usé una risita irónica, y la cara que puso Elsa fue todo un poema.

Sentí la mano de Hiro bajar por mi cintura hacia abajo y la retiré de un manotazo antes de que se le ocurriera colocarlo sobre cierta zona de mi cuerpo que estaba prohibida.

-Bien, si no les importa, necesito comenzar con esto de inmediato. Tengo mucho trabajo- contestó Elsa de mala manera, mirando hacia otro lado.

-Seguro, no quiero robarles demasiado tiempo. Te veo luego, bomboncito- Hiro se despidió dándome un beso en el puente de la nariz.

Elsa entró a la oficina como si no hubiese visto nada, con Regina detrás de ella. De no ser por la reacción que tuvo, le habría dado una patada en la entrepierna, el solo hecho de escuchar a una persona diciéndole a otra, bomboncito, me produce arcadas. Y que me lo digan a mí solo hace que tenga pensamientos violentos.

-Vuelve a decirme bomboncito y no vivirás para contarlo- pellizqué bruscamente su ojera.

Solo conseguí hacerlo reír.

-Al menos puedes estar segura de algo- apuntó con el dedo a la oficina-. Está celosa.

Si, me di cuenta de eso.

Dentro de aquella habitación, el ambiente estaba un poco…. Tenso. Y se debía qua que Emma no dejaba ver a Elsa, de forma un poco extraña. Se deba en parte a que no todos los días descubres que la mejor amiga de tu novio, y chica de la que estás celosa, es lesbiana. Elsa estaba de mal humor, pero no era por la actitud de mi amiga. Su pierna se movía de arriba, abajo, como si una corriente eléctrica la estuviera impulsando. Me di cuenta entonces de que el único asiento vacío en esa mesa alargada, era a su lado. Vio cuando me acomodé en la silla con ruedas y esquivó mis ojos inmediatamente. El movimiento en su pierna parecía intensificarse.

Su comportamiento me resulta extraño. Es decir, sé que busca excusas para no enfrentarme y alejarse lo más rápido que pueda, pero siento que algo más le está preocupando. La vi levantar la cabeza hacia la puerta, donde en ese momento uno de los guardias de seguridad realizaba su recorrido por el pasillo igual que siempre, cumpliendo con su trabajo. Estoy empezando a creer que enloqueció.

-¿Y bien, empiezas a hacer las preguntas?- se impacientó Emma, que estaba cruzada de brazos.

-Ha eso iba- contestó Elsa, con mala cara.

-Swan, deberías ser un poco más ubicada.

-Discúlpeme, jefaza. Es solo que a todas aquí nos queda mucho trabajo por hacer- no se expresó de la mejor manera, pero Emma estaba siendo honesta.

-Bien, -Elsa pausó para jugar con su bolígrafo- comencemos por saber cómo surgió la idea.

-Eso es fácil, la idea la tuvo la novata.

-¿Quién es la novata?

-Soy yo- levanté la mano haciendo que ella volteara hacia mí, haciendo que me sonrojara- y te agradecería que en lo que vayas a escribir y publicar, me menciones así y no por mi nombre.

Sus ojos expresaban sorpresa. De inmediato abrió una carpeta que tenía debajo de su anotador, para extender unas cuantas hojas sobre la mesa. Eran de todo un proceso que hice para la elaboración de los personajes, que iba desde el primer boceto a lápiz, en distintas estaturas o con vestuarios diferentes, pasado en limpio con tintas, pruebas de color hechas con lápiz, acuarelas, y al final estaba el pasado a digital.

-¿Tu hiciste todo esto?- sonaba a no poder creerlo.

-Algo así, las chicas hicieron la composición de las invitaciones, la gigantografía del escenario y los afiches. Él lettering lo hizo Ariel y ese particularmente fue una de las tantas propuestas que dibujó para que eligiéramos cual era la mejor.

-Suena pesado, pero fue divertido- comentó la recién mencionada, con orgullo.

Elsa alzó su vista hacia mí, como si hubiera pasado por desapercibido el comentario de Ariel. Sus ojos inocentes casi hacen que me desmaye.

-¿No quieres que nadie sepa que tu hiciste esto?

-No, quiero que mi vida se mantenga privada- resalté esa última palabra con mi voz.

Elsa comprendió que no estaba dispuesta a hablar del tema y se volvió hacia las hojas, aclarándose la garganta. A continuación, suspiró… ¿De alivio?... ¿Por qué suspiraría de alivio?

-Ja muy bien, hagamos esto más dinámico. También usaré un apodo para la entrevista- Emma mencionó de inmediato.

Regina la miró interrogante, preguntándose a que venía eso.

-¿Qué?... Usaremos nombres artísticos, es normal en nuestro ámbito. Además, será divertido- se explicó, llevándose luego la mano hacia el pecho-. Mi nombre será… ¡Rose Red!

-¡Sirenita!- Ariel levantó la mano emocionada por la idea.

-¡Crown!- Dijo Tiana.

-De… acuerdo- Elsa aceptó confundida- ¿Cómo haremos con la foto grupal?

-Yo no pienso aparecer en ninguna foto grupal- le informé, casi asustada.

-En vez de una foto grupal, sugiero que la noticia tenga una imagen diseñada por nosotros- propuso la de nombre artístico Crown.

Me alegra que mis compañeras se tomen esto con diversión.

-Si así lo desean, está bien- Elsa se encogió de hombros y se llevó la mano a la frente-. Tendré que hablar con los de diseño de editorial del periódico.

Cada revista, o periódico, tiene un manual de pautas que especifica cómo es su diseño. Menciona la tipografía y también que clase de recursos gráficos utiliza. Indican como son los márgenes y las columnas, el cuerpo de texto, como se usan los títulos y subtítulos. Sea lo que sea que hagamos, deberá respetar ese manual.

Elsa se estaba tomando las cosas mejor de lo que esperaba. Definitivamente aquí hay gato encerrado, no tengo pruebas, pero tampoco dudas.

-Entonces, novata tuvo la idea.

-Claro, - siguió hablando Emma- vino de su brillante y encantadora cabeza… ¿Ya viste su cabello?... Es pelirrojo.

-¿Algún problema con eso?- Ariel la miró tratando de no ofenderse, ya que su pelo era del mismo color.

-Para nada…-agregó haciendo un ademan en la mano- las hace ver como unas hermosas Princesas. Como esas historias de Piratas y Princesas, en donde la mayoría se enamora de belleza descomunal… ¿Tu a cuál prefieres, Elsa? ¿Piratas o princesas?

Me parece a mí… ¡¿O Emma está tratando de jugar el papel de la celestina?!

-No lo sé, las historias de romance no son lo mío. ¿Podemos seguir con el tema?

-Como decíamos…-Tiana interrumpió a Emma, porque era evidente que iba hacer otro comentario fuera de lugar.

Elsa tomó nota de lo que escuchaba de las dos chicas que se tomaban más enserio la entrevista. Entre medio de eso, yo recibí un mensaje de Hiro que decía lo siguiente "Deberías desprenderte más la camisa para que pueda ver tu escote."

Me sonrojé y apagué el teléfono, estaba segura de que Hiro iba enviarme más ideas provocativas. Sé que la seduje en el pasillo del edificio donde vivíamos, pero no pienso hacer eso en frente de tantas personas. Mucho menos en presencia de mi jefa.

-Realmente no sabíamos lo buena que Anna… Digo, novata- se corrigió mi morena amiga- era para dibujar.

-Oohh pero es buena para muchas cosas... ¿Sabías que le gusta el fútbol?- Emma realmente se soltó al hacer la pregunta.

Cuando les conté mi historia con Elsa la primera vez, les había incluido también el deporte. A esta altura, con ese detalle, ella ya debe sospechar que les conté sobre lo nuestro.

Mi amiga de la infancia frenó su escritura, causando unos minutos de silencio. Esto llamó la atención de Tiana, Ariel y hasta de Regina, no sabían porque había ocurrido eso tan de repente.

-Si… lo sabía- confirmado, se había dado cuenta.

Flashback

Cuando la pelota entró en arco un aire de incredulidad salió de mi boca. Después de tanto correr. Después de varios intentos fallidos. Después de que Mulán la atajara sin parar. Después de esquivar a las jugadoras varias veces. Después de aquella disputa con Mérida. Conseguí entrar al equipo con ese gol y Elsa lo había visto.

Caí de rodillas al suelo, intentando recobrar el aliento mientras las demás sonreían por lo que acababa de ocurrir. Todo el equipo y el entrenador Aoken se acercaron a felicitarme, lo que me obligó a ponerme de pie. Me pasé la mano, nerviosa, por la cabeza con una sonrisa estúpida en mi cara. De ser odiada por ellas pasé a ser toda una estrella, vaya locura.

Eran tantos halagos, tantos rostros, sonrisas, ojos… pero ninguno de ellos eran los que yo quería ver. Estaba a punto de ir por Elsa pero mi novio había aparecido de la nada, reclamándome con un fuerte abrazo.

Como yo no llevaba mi auto por los problemas que surgieron después del accidente de Elsa, Kriss se ofrecía a llevarme de la escuela a la casa y viceversa. Le expliqué esa mañana todo lo que había sucedido con el equipo de fútbol y de que me harían una prueba y me respondió que entonces me esperaría al terminar.

Nunca pensé que haría eso. A decir verdad, no me gusta este tipo de escenas cuando hay tantas personas mirándonos. Es algo embarazoso. Eso hizo que me apartara de él rápidamente.

-Vuelvo en un minuto.

Sin mirar a los ojos curiosos que estaban sobre mí, corrí hacia Elsa. Corrí acelerada y la vi de pie, observándome. Estallaba de emoción con la idea de saltar a ella para decirle que lo había conseguido. Mi cuerpo se detiene, casi por instinto, como si una avalancha de realidad me hubiera atropellado tan pronto la distancia entre nosotras se hacía más corta.

Han pasado muchas cosas, le prometí no volver a insistir y además el accidente… ¿Y vuelvo a lo mismo?

Estoy aquí, de pie frente a ella, sin saber que decir.

-Yo... solo vengo por mi botella- fue la excusa más rápida que se me ocurrió.

Por un breve segundo solo me observó, con cierto interés, hasta que se movió a un costado. No pude hacer nada, por alguna razón que desconozco esto me resultaba un poco extraño.

-Te felicito por pasar la prueba.

Me sorprendió el comentario, aunque más su actitud.

-Ooh... gracias.

Busqué la botella y regresé para irme con mi novio. Antes de salir del campo escuché que alguien me llamaba, quien resultó ser Kida. Le dije a Kriss que me esperara para estar a solas con ella.

-Suerte que te alcancé- comentó al detenerse-. Escucha, lamento todo lo que pasó.

Si bueno, recordemos que no fueron muy amables. Me hicieron pasar unos días terribles y me recibió en la cancha con un pelotazo que casi me da en la cara. Pese a todo eso, acepto sus disculpas. Será una semana intensa de entrenamiento con ellas, así que lo mejor es que nos llevemos bien.

-Disculpa aceptada.

-Si, veras, la disculpa va de parte de Mulán también, pero ella se tuvo que ir. Seguro se disculpará la próxima vez que te vea- se pasó la mano detrás de la cabeza-, y quizás las otras chicas se disculpen en los entrenamientos.

-Está bien, en serio, no creo que sea necesario.

-De acuerdo- bajó sus manos-. Escucha, juegas muy bien, pero necesitas ponerte en forma.

-Eso lo sé.

-Bien, porque practicaremos todos los días y nos quedaremos una hora más después del entrenamiento.

Sentí un mareo a continuación y las preocupaciones de esa mañana volvieron a mi cabeza.

-Oye, prometo dar lo mejor de mí y…

Kida me interrumpió levantando y bajando la mano de nuevo.

-Nada de vueltas- me advirtió seriamente-. Si crees que nosotros fuimos rudas en solo una prueba, espera a ver el partido.

-No es porque tenga miedo, es solo que- hundí la cabeza entre mis hombros ¿Cómo le explico a una desconocida que tengo miedo de que mi madre me atrape? -… tengo que ir de la escuela a mi casa.

-Oohh, ya veo ¿Padres estrictos?

-Algo así.

Su sonrisa se volvió más simpática.

-Dame tu teléfono.

Fue extraño, pero de igual modo le entregué el teléfono, desbloqueado. Kida lo tomó e inmediatamente escribió su número y me lo devolvió.

-Tu padre y el mío son socios de negocios- me reveló, dato que era completamente desconocido para mí-. Diles que tienes que hacer un trabajo conmigo y te acompañaré de vuelta a casa de ser necesario- se encogió de hombros-. En cuanto les digas mi apellido y me vean no habrá problema.

Lo único que pude decirle fue un gracias amablemente.

Después me dirigí al estacionamiento siendo acompañada por Kristoff. Estuvimos todo el trayecto en silencio y cuando subimos a su auto, decidí mirarlo.

-No vuelvas a presentarse en otra práctica de esa manera- le pedí.

Actitudes como esas me desencajan, es por eso que no soné muy amable. En nuestro tiempo juntos, Kriss me esperaba afuera de la escuela cuando finalizaba y cuando iba a mis prácticas de equitación pasaba por mí en el auto y se quedaba esperando en él hasta que saliera. Nunca me caía de sorpresa, generalmente siempre me avisaba con anticipación. Si me apoyaba en mis torneos y yo en sus partidos de básquet, pero no habíamos hecho escenas como esas en la vida.

-¿Qué tiene? Quería ver cómo te iba y me puse feliz por ti.

-¿Y a qué viene todo eso? Krisstoff, yo nunca me he aparecido así en tus prácticas.

-Tampoco me molestaría si lo hicieras- se defendió, mirando hacia otro lado.

-Si claro ¿Y parecer una novia desesperada? No, gracias.

Me abroché el cinturón de seguridad y miré la calle, cruzándome de brazos.

-Escucha, actúas extraño- dije más calmada-. Esto que hiciste hoy, no es propio de ti. Si hay algo que no está bien y quieres hablarlo conmigo, lo escucharé.

Kristoff hizo unos gestos con la boca en plan de querer decirme algo y era obvio que se estaba conteniendo.

-Exageré, lo siento- se dignó a contestar.

Tuve que conformarme con aquella respuesta. No puedo recriminarle cosas cuando me he negado a decirle las mías.

-De acuerdo- dije.

La despedida fue tensa, pero ambos sabíamos que al otro día seguiríamos actuando igual que siempre y como si esto no hubiera sucedido nunca.

Los siguientes días fueron bastante acelerados. Sorprendentemente mis padres se tragaron la mentira de que tenía que hacer un trabajo con Kida. Hasta me llevé la típica advertencia de mi madre diciéndome que no lo arruine porque era la hija de alguien importante y habría consecuencias.

La tensión con él equipo había desaparecido, Megara incluso se había comportado de manera más amable y me prestó un par de botines para poder jugar, ya que yo no podía comprar unos sin que mis padres se enterasen. Tenían un buen estado a pesar de ser algo viejos.

Practicábamos las distintas jugadas y combinaciones con otras chicas del equipo. Mentalmente hice una tregua con Mérida. No hablábamos, manteníamos nuestra distancia, no me metía en sus asuntos y ella tampoco en los míos. Solo nos mirábamos a los ojos cuando teníamos darnos pases y nos saludábamos solo para ser cordiales. Digamos que lo mejor para el equipo era que nos "lleváramos bien". En cuanto a Elsa, no iba a las practicas debido a su lesión en la pierna y yo no había intentado buscarla.

Kristoff, por su parte, me dejó tranquila en los entrenamientos para no tener distracciones y se lo agradecí. Fue una manera de hacer las paces.

El entrenamiento extra lo realizaba con Mulán y con Kida. A Mulán le encantaba toda activada física y estaba informada del tema. Claro que tampoco fue que buscó en internet e hizo lo que encontró en una página. Más bien, habló con el entrenador Aoken y mi profesora de educación física y ambos hicieron un plan de ejercicios de rutina para que yo lo pudiera seguir durante toda la semana hasta el día del partido.

Dos días faltaban para la gran final. Estaba nerviosa y al mismo tiempo quería que fuera sábado por la mañana para que todo esto terminara. Es que durante todo este tiempo tuve esos nervios que una persona suele tener cuando está a punto de hacer un examen. Kai y Rapunzel fueron los únicos en saber del partido y hablar con ellos era lo único que me dejaba más tranquila.

Después de dar diez vueltas a la cancha, hice abdominales. Kida las hacia conmigo y Mulán seguía todo con un cronometro que colgaba en su cuello.

-Uff… suficiente- se quejó la defensora del equipo, al terminar-. Una más y me desmayaré.

-Ponte de pie, practicaremos los ataques- la nueva capitana del equipó informó.

-Dame cinco minutos, por favor.

-¿No eras tú la que hace unos días se había apodado la hija de Terminator?

La pregunta fue el incentivo necesario para que la chica a mi lado se sentara, con las piernas estiradas hacia delante.

-Eres insoportable cuando te pones la gorra de jefa- bufó-. Hasta Terminator se cansaría de ti.

-Que chistosa- Mulán pateó una pelota hacia ella y Kida llegó atraparla con sus manos-. Piensa que Elsa sigue entrenando un rato más después de las practicas cuando se acerca un partido.

Fue justo en ese momento en que pensé que ellas se estaban tomando demasiadas molestias. Incluso cuando ya practicaban desde hace años, las horas extras debían dejarlas agotadas. Recuerdo que Elsa me comentó que Mulán practicaba el deporte también en secreto.

-No es que me moleste, pero ¿Por qué se ofrecieron a ayudarme?

Había entrado en confianza con ellas y, como dije, faltaban solo dos días para el partido. Era hora de hacer la pregunta. Tranquilamente podía seguir la rutina sola o con el entrenador.

-Mira, sabemos que la circunstancias por las que entraste al equipo no fueron las mejores -Kida contestó-. Aun así, decidiste ayudarnos pese a lo mal que nos comportamos contigo. Lo menos que podemos hacer es ayudarte a entrenar.

-Si pero- miré hacia el suelo, un poco triste-, tenían razón cuando se enojaron.

-Eso no quiere decir que lo que te hicimos haya estado bien- Mulán extendió su mano y me ayudó a levantarme-. Si te incomodamos podemos irnos- dijo sarcástica.

- No, no… está bien- me puse nerviosa, haciendo que las dos se rieran.

-Así me gusta.

-¿No es mucho esfuerzo el quedarse conmigo verdad?- sueno paranoica pero no puedo tener la cabeza tranquila sabiendo que podrían usar el tiempo para otra cosa-… Es decir, tú tienes novio, está la escuela y… bueno no sé qué tanto tan exigente son sus padres…

Mulán me interrumpió levantando su mano.

-Primero, mi novio es mi novio y no el dueño de mi vida. Segundo, hace tiempo que aprendí administrar mi tiempo entre los deberes escolares y el fútbol. En cuanto a mis padres, les dije la misma mentira que tú le dijiste a los tuyos, que hago un trabajo con Kida.

-Y mi padre trabaja todo el día- la defensora comentó desde el suelo, encogiéndose de hombros-, siempre llego a casa antes que él.

-¿Y tu madre?

Hubo un silencio incómodo y Mulán amplió sus ojos en señal de sorpresa. Lo que me faltaba, dije algo que no debía. Ya puedo agregar una estupidez más a mi lista.

-Mi mama falleció hace años.

No supe cómo hacer para disculparme al escuchar su respuesta. Decir "lo siento" parecía una palabra en un idioma desconocido.

-Descuida- Kida notó la incomodidad en mi cara y me sonrió de manera amigable-, no todos en la escuela lo saben.

-Sí, pero… fui imprudente- coloqué mi mano detrás de mi cabeza-. Mil disculpas.

-Ya enserio, te preocupas demasiado- empezó a reír, dejándome tranquila.

Mulán le ofreció su mano a Kida para ayudarla igual que a mí, pero ella volvió a recostarse sobre el suelo.

-Dame otros cinco minutos.

-Para cuando pasen esos cinco minutos se hará el día del partido.

Inmediatamente tomó ambos brazos de la defensora, medio por la fuerza, y la obligó a levantarse. Después de unas quejas de su parte nos pusimos hacer el ejercicio.

La actividad consistía en que Kida desde de la posición que le correspondía en la cancha tenía que patear la pelota lo más cerca que podía al arco rival. Luego yo tenía que correr para atraparla e intentar meterla al arco, donde Mulán atajaba.

-No lo haces mal- Mulán tapó el arco hábilmente-. Solo tienes que trabajar en la improvisación- pateó la pelota hacia el cielo, está fue en dirección a Kida que consiguió cabecearla y dejarla en el suelo.

-¿improvisación?

Antes de llegar a atrapar el pase de Kida, la aquera salió de su lugar para atrapar la pelota con las manos dos manos y burlarse de mí.

-Necesitas pensar anticipadamente- explicó y acomodó la pelota debajo de su hombro-. Como en el ajedrez, siempre hay que pensar una jugada antes de hacerla.

-Pero si me dirijo al arco, tengo a tres jugadoras detrás y no hay nadie de mi equipo para darle un pase, mi única opción es patear al arco de prisa.

-Esa es solo una de las tantas maneras que tienes de improvisar.

-¿Y cuál es el punto?

De repente sentí el cuerpo de Kida sobre mi espalda como si quisiera empujarme.

-Si tienes a uno o tres jugadoras así de cerca como estoy yo, te dejas caer al suelo, en el área, y probablemente nos den un penal si el árbitro no se da cuenta de que es falso.

-Pero eso deshonesto.

-Siempre va a ver jugadas deshonesto, en todos los deportes.

-El mejor jugador no es el que hace más goles- continuó la joven de rasgos asiáticos-, es el que se maneja con astucia dentro la cancha.

Capté lo que quisieron decirme. Si voy tensa, pensando en que solo debo llevar la pelota a la portería rival, no conseguiría hacer mucho. Debo pensar en ideas de juego mientras el partido se desarrolla.

Una pequeña travesura se me ocurrió en ese momento. Kida volvió a su posición. Cuando Mulán lanzó la pelota, yo, que estaba detrás de ella, me adelanté rápidamente y la robé con una patada mientras estaba en el aire, asegurándome de no hacerle daño. La pelota pasó por arriba de su cabeza y la atrapé para luego avanzar hacia la portería y anotar.

Miré a ambas con sonrisa triunfante. Kida se empezó reía como si hubiese hecho la broma del siglo y Mulán me miraba anonadada.

-Ok… no te pases tan de lista, pueden anularte esa jugada.

Me reí. Acababa de avergonzar a una arquera orgullosa de su lugar y me sentía muy bien.

Fin del Flashback

Si buscaban madurez, no la iban a encontrar en esa habitación. Emma soltaba indirectas de mi belleza cada vez que le explicábamos como fue todo el proyecto Elsa y ella hacía un esfuerzo enorme para no mandarla a la mierda.

Regina estaba a punto de escupir fuego. Lo que la detuvo fue escuchar el ringtone, que venía del móvil de Emma, de una canción llamada You're The One That I Want y pertenecía una famosísima película llamada Grease.

-Eeehh… lo siento es mi madre- ella se disculpó y salió de la sala, atendiendo el teléfono.

En ese breve segundo en que todas la vimos salir hubo un silencio absoluto.

-Bueno, creo que tengo todo lo necesario- Elsa rompió el silencio, poniéndose de pie y juntando sus cosas-. Les prometo que no editaré nada.

Regina se puso de pie para poder estrechar su mano.

-Gracias por venir y lamento si esto fue muy extraño.

¿Extraño?... Extraño es que te confiesen que, mientras estabas por tener relaciones con tu novio, te estaban espiando por una ventana.

Digo esto por la mueca que vi en la cara de Elsa cuando se despedía de mi jefa.

Antes de salir se despidió de todas, incluso de mí y no hice nada para detenerla. Supuestamente, Hiro se iba a encargar del asunto y como apagué mi teléfono no tengo idea de lo que tiene planeado. La señal llegó momentos después de que Elsa abandonara la sala. Escuché una queja de su parte, algo caerse al suelo y una disculpa de Hiro. Es fue la señal para salir a ver que sucedía.

Elsa juntaba las cosas que se le habían caído al suelo y Hiro la ayudaba.

-Deja, yo puedo sola- se quejaba Elsa, evitando mirarlo.

Mi amigo se seguía disculpando como un idiota.

-Es que estoy un poco ciego de un ojo y el ocu…- su falsa historia de ceguera no llegó a concluirse porque Elsa se levantó para sacárselo de encima.

Hiro me miró mientras ella se alejaba y, con una sonrisa triunfante, me mostró él móvil de Elsa. Sé que es de ella porque tenía pegado un sticker de una pelota de fútbol. Por poco escupo el corazón por la boca… ¿Qué se supone que haga con eso? Seguro que tiene contraseña y no estoy tan loca como para revisarle su teléfono.

-Ahora, ve tras ella y devuélveselo- Colocó el teléfono en mi mano dándome un empujón hacia delante como forma de incentivarme para seguir.

Corrí al ascensor, es ahí que comprendí que la oportunidad era única en cierto modo. Necesitábamos estar solas y cualquiera de los lugares donde nos habíamos visto antes, sea la calle, o los pasillos del edificio donde vivíamos, no era el indicado. Cuatro paredes, unos treinta pisos abajo, suficiente para al menos contestarme si fui no una aventura.

Vi a Elsa entrar al ascensor mientras organizaba los papeles que se le habían caído. No iba a llegar, aunque corriera.

-Elsa, olvidas tu teléfono- tuve que gritar.

Ella detuvo las puertas del ascensor antes que se cerraran, dándome el tiempo necesario para llegar. En mi cabeza pensé que la arrastraba hacia adentro, nos encerrábamos y le exigía una respuesta. Aunque admito que también mi mente pervertida pensó en otra cosa.

De repente, justo al lado de los ascensores, vi a Emma descompensarse y su teléfono caía al suelo.

Me encontré en una encrucijada en donde tenía que elegir entre la persona que rompió mi corazón y la persona que me ofreció su amistad y su hombro para que yo pudiera llorar sobre él a causa de la tristeza. Tristeza que, por cierto, había sido ocasionada por la primera. No sé qué habría hecho otra persona en mi situación, pero mi decisión no fue muy difícil de elegir.

Le entregué el objeto electrónico a Elsa, haciéndola a un lado, y fui en dirección a Emma. Me agaché para ayudarla y cuando puse mi mano sobre su hombro ella tembló de un susto. Me miró y sacudió la cabeza.

-Dii… didi…disculpa, Anna.

-Por favor, no te disculpes- me preocupé- ¿Qué sucedió? ¿Puedo ayudarte?

-Mi padre tuvo un infarto…-volvió a sacudir la cabeza, llevando sus manos a su cara, en señal de que estaba atravesando por una crisis nerviosa- está en el hospital yo…

Sin poder decir más, se puso de pie para ahora ir donde estaban los ascensores y llamar los tres. Ninguno estaba en ese piso y Elsa se había ido en uno de ellos, pero no me interesaba en ese momento. Mi amiga era mi mayor prioridad y por instinto, más una mezcla de intranquilidad, la acompañé.


Yep... todavía sigo aquí aunque no lo crean. Yyyy no quiero darles falsas esperanzas peeeeeroooo... estoy trabajando en el siguiente capitulo y si el tiempo me lo permite se los quiero traer la semana que viene.

IMPORTANTE: Verán la historia tienen sus años y es increíble que todavía tenga seguidores jeje. Me gustaría algo para celebrar. Por lo tanto, si están interesados, me gustaría hacer algo por ustedes así que bien... No sé ¿Alguien quiere ganarse un spoiler antes de que el cap salga?... Si les interesa esto podemos pensar una dinámica para ganarse la oportunidad. Y si soy ignorada no importa, solo lo hago por diversión. 😂

En fin, gracias por tanto amor, nos veremos en el siguiente cap.