Los personajes no me pertenecen

Llegué nuevamente para alegrarles el día después.

Uff... es que este capítulo fue difícil de realizar pero al menos me aseguré de que valiera la pena (eso creo). Júzguenlo ustedes mismos.


Mi mandíbula estaba desencajada y mis húmedos ojos estaban más abiertos que de costumbre. Nada podía salir de mi boca en ese momento. Elsa se había puesto de pie, respirando agitadamente y pasándose la mano por su pelo.

—¡Tu madre me puso una orden de restricción! —me repitió sacudiendo la cabeza y trasladando sus manos a sus caderas—. Me la entregó el día del funeral de mis padres. A partir de ahí unos tipos me estuvieron siguiendo y también vigilaron mi casa hasta el día que me marché de la ciudad. Hoy no me fui por lo que pasó con mi sobrina, me fui porque entré en pánico y no sé cómo manejarlo —finalizó con un hilo en la voz.

Todo comenzó a tener sentido, mis pensamientos giraban en mi cabeza como si fuera una licuadora hasta que todas las piezas comenzaron a encajar. Ahora entiendo por qué Elsa miraba hacia todos lados cada vez que estaba cerca de mí. Entendí por qué se asustó esta mañana cuando le dije que me escapé.

No sabía que mi madre había asistido a ese funeral. No obtuve su permiso para ir, aunque se lo rogué, y tampoco quiso hablarme del tema.

Esos sujetos que Elsa mencionaba, también habían estado vigilándome para controlar que no desobedeciera ninguna orden.

Pero lo peor, peor, y peor de todo es que… ella planeó cada cosa con detalle. No fue coincidencia que esos hombres dejaran de observarnos. La noche antes de que Elsa se marchara, mi madre se fue y les dijo a los dos que ya no los necesitaba. Todo para que yo la desobedeciera, corriera a la casa de Elsa, para al final terminar con el corazón hecho trizas. Pensó que con eso yo terminaría enojada, olvidándome de ella y con el tiempo ya sería bastante tarde para poder estar juntas. Quizás porque Elsa pudo conocer a alguien más, o yo pude haber aceptado ese cruel destino de casarme con Hans. O por cualquier otro motivo.

Cada latido de mi corazón era pesado, era un dolor que se sentía como el filo de un cuchillo. Me llevé las manos hacia mis orejas para tratar de silenciar un ruido que sonaba igual que un silbido agudo. Miré al suelo abriendo la boca, sentía que me ahogaba y estaba buscando la forma de volver a respirar.

De repente veo a Elsa. Movía sus labios, pero algo me impedía escucharla. No sé cuánto tiempo pasó hasta que noté sus ojos cristalizados, expresando preocupación.

—Respira —apenas logré oír—. Respira.

Me tomé de mis brazos, centrando mi vista en ella.

—Inhala —dice haciendo que imite su manera de respirar—. Exhala —solté el aire acumulado.

Repetí el proceso dos veces más, hasta que recuperé la cordura. Inmediatamente, me moví hacia atrás, pero solo conseguí golpearme contra el respaldar del sillón.

—Anna, cálmate. Te vas a lastimar —me pidió.

Por puro instinto la ignoré y me puse de pie.

Una parte de mí siempre estuvo segura de que ella era incapaz de hacerme algo así, a menos que tuviera un buen motivo. Siempre le di vueltas al asunto y me preguntaba ¿Cómo era posible que alguien que el último tiempo fue tan linda y dulce me abandonara sin ningún motivo? Ella lo fue incluso cuando lo hicimos por primera vez. Elsa tendría que ser muy sínica para comportarse de esa manera si únicamente quisiera usarme para un polvo.

—¿Qué estás haciendo? —siguió preguntando preocupada mientras me acercaba a la puerta de su departamento.

—No puedo creer que me hayas ocultado eso —retiré la mano que puso en mi hombro para detenerme.

Pensé en la mujer que escuché en el baño del bar, cuando estaba con Hiro y con Emma.

Decidí girarme y enfrentarla, mirándola a los ojos.

—Hago lo que quieres —contesté—, me voy. Tienes miedo y no te culpo, mi madre es una profesional a la hora de asustar a todo el que se le cruza.

Su respuesta fue bajar la cabeza y levantarla otra vez.

—Lo siento. Debí detenerme aquella noche.

Peiné mi cabello hacia atrás, resoplando en señal de tristeza.

—Mi corazón iba a ser pisoteado de todas maneras —aclaré aturdida. El daño sería menor, pero el resultado era el mismo. Mi madre, al ser una fiel creyente de que el amor o los sentimientos profundos son basura, solo hizo lo que hizo para asegurarse de que me doliera y aprendiera de eso por las malas—. Aunque me hubiera gustado saberlo, al menos para no empujarte a hacer lo que hicimos anoche.

—¡No! —Elsa me impide seguir. Se debate si colocar o no sus manos sobre mis brazos, decidiéndose por no hacerlo—. Yo también lo quería, no me obligaste a nada.

—¿Y te arrepientes?

Se tomó su tiempo antes de contestarme.

—Fue algo apresurado.

Suspiré, mirando hacia el techo un breve segundo. Sabía que iba a salir con esa estupidez.

—¿Y qué me vas a pedir?... ¿Tiempo?... Ya te lo di, y cuando lo hice pensaste que pasaba por una etapa y que lo hacía porque quería ser tu amiga —creí que ya no había más agua dentro de mi sistema y me sorprendo cuando siento que estoy a punto de llorar de nuevo—. Cometí ese error con Ceny, no iba a cometerlo contigo.

Tomé una pausa bastante larga para no estallar entre la rabia y la tristeza. Luego llevé una mano hacia donde estaba mi corazón.

—Solo lo diré una vez —suspiré a causa de un nudo en mi garganta—. Yo no necesito tiempo para saber que quiero estar contigo —sentí que mi lengua se enredaba en mi boca, impidiéndome continuar por un momento—. No me importa esa maldita orden y estoy dispuesta a ir en contra de ella para luchar por lo nuestro. Así que, o me quedo… o me voy. Pero te advierto, te juro, qué si tu respuesta es no… Ya no volverás a saber nada más de mí en cuanto atraviese esa puerta.

Elsa se quedó en estado de shock. Después vino silenció y más silencio. No sabía que significaba aquella reacción, pero no me pareció positiva.

—Entiendo —sonreí entre lágrimas. En verdad quería que las dos estuviéramos en paz.

Me volví hacia la puerta, sabía que no tenía la llave de mi departamento y que tenía que hablar con Hiro si quería recuperarla, pero nada me importaba. Mis pies se arrastraron por el suelo, sin ninguna esperanza. Coloqué las manos sobre el picaporte y a medio camino de abrir la puerta totalmente, esta es cerrada. Fui rodeada por los brazos de Elsa, con su mano sobre mi pecho y su cabeza se apoyó sobre mi hombro. Me quedé paralizada, ni siquiera me quejé por sus calientes lágrimas mojando la tela de mi ropa.

—No quiero volver a perderte.

El filo del cuchillo duele cuando te lo clavan, pero también cuando te lo sacan. Llevé mis manos hasta donde estaban las suyas, girándome lentamente para estar cara a cara.

—Quiero que te quedes… ¿Puedes? — me pide con algo de temor.

Sonreí, no sé muy bien por qué.

—¿De verdad me lo estás preguntando?

—Me parece que es lo correcto.

Sí, es tonto, pero también me parece que lo entiendo. Ella todavía piensa que no me merece después de todo lo ocurrido. Y la verdad, yo sentí lo mismo cuando la rechacé la primera vez.

Rodeé su cuello con mis brazos.

—Siempre que traté de sacarte de mi cabeza, aparecías con más fuerza. Incluso cuando me besaste en el parque aquella noche, trataba de no pensar en ti y nada dio resultado.

Al otro día de la llamada con Rapunzel, era lunes. Aunque ya no tenía fiebre, todavía me sentía como si me hubiese pisado una avalancha. No quería hablar con nadie, ni siquiera con Kristoff, que fue tan considerado de darme mi espacio cuando le pedí que necesitaba estar sola. No podía ver a Elsa y creí que iba a ingeniárselas para que no nos cruzáramos. Para mi mala suerte, terminé topándome con ella saliendo del baño. La ignoré de manera agresiva, dándome cuenta de que fue un poco innecesario. Con haberme hecho a un lado, dejar que entre al baño y seguir mi camino habría sido suficiente. Y lo peor de todo es que la esencia de sus labios me torturó durante toda la mañana. Era tanta mi desesperación, que intenté reemplazar el sabor de su boca besando a mi novio en medio del pasillo de la escuela. No me importaba si la gente nos miraba. Luego de eso me fui, sin dar muchas más explicaciones. Solo causó que tuviera que responder a las incomodas preguntas de Kriss acerca de mi comportamiento.

Lo único que intenté ese día, fue querer quitármela de la cabeza, pero fue imposible. Igual que cuando estuve en la Universidad, tratando de olvidarla.

Si Elsa no me hubiese detenido hace un momento, habría cumplido con el ultimátum y hasta habría empezado a considerar la idea de mudarme, pero sabía que no podría sacarla de mi cabeza.

—Quedarme es todo lo que quiero —acorté la distancia y la besé con la seguridad de saber que ella lo deseaba tanto como yo.

Nuestros labios se mueven al punto de hacernos jadear. Aprovechamos la situación para que nuestras lenguas se enreden. En unos diez segundos, caminamos sin romper el beso y volvemos a estar en el sofá.

Las manos de Elsa pronto viajaron por mi cintura, tanteando hasta encontrar el cierre y botón de mi pantalón. Yo imitaba su acción al mismo tiempo y nos dimos cuenta de que en aquella posición no íbamos a terminar nunca. Así que nos separamos para que cada una se deshiciera de la prenda. Lo hicimos de manera lenta para poder apreciar el movimiento sensual de la otra.

Su vista cargada de tanto deseo, en lugar de hacerme sentir incómoda, provocó un fuerte sentimiento en mi corazón. Ojalá el fuego de mis ojos le hicieran sentir lo mismo. Un rasgo particular, que fue el de tragar saliva, me confirmó que pasaba por las mismas emociones.

Me quedé de pie con mi camisa roja, sin mi pantalón. Elsa se quedó con esa extraña remera del bote de pintura. Parece irreal que en una situación así ella tenga una prenda tan graciosa. Honestamente, tampoco importa. Caminé dos pasos hacía el sillón, utilicé mi rodilla para separar sus piernas y luego apoyarla sobre el cojín. Mis ojos siguen sobre los de ella en todo momento. Coloqué mi mano en su barbilla y sonreí de lado. Mis dedos se mueven por sus labios de manera juguetona, haciendo que cierre los ojos. Me inclino un poco más, dejando que nuestras narices rozaran el tiempo que quisieran. Quería darme mis momentos antes de empezar con lo grande, quería disfrutar todo lo que no pude hacer en mucho tiempo.

Me apoderé de su cara con mis dos manos y decidí apretar mis labios contra los de ella. Me separé, volví a besar, me retiré nuevamente para girar la cabeza hacia un costado y regresar a sus labios otra vez. Elsa apoyó su cabeza contra el borde del respaldar del sillón. Mi cara estaba sobre la suya, pegadas como si un imán nos conectara. Elsa abrió su boca, permitiendo que mi lengua entrara hasta lo más profundo. Sentí sus manos moverse alocadamente por mi cabeza, su pierna derecha se había enroscado en mi cintura. Una de sus manos terminó descendiendo por mi espalda, arañando la tela roja de mi camisa. Se detuvo en mis caderas y no prosiguió. Lo cual me obligó a romper el beso, alejar sus piernas, y rugir por la rabia.

—Como vuelvas a detenerte en ese lugar te juro que te mato —le alerté furiosa.

Algo en el tono de mi voz debió decirle que no estaba jugando y no esperó a que tomara su mano para colocarla en mi trasero. Sus caricias eran suavemente juguetonas. Presionó de forma brusca solo cuando se dio cuenta de que había bajado la guardia y me besó rápido para sentir mis gemidos contra su boca.

Tomé sus piernas otra vez para llevarlas a mi cintura. Todo esto mientras ella ejercía más presión sobre mi glúteo. Mis caderas se movieron casi por voluntad propia, buscando más contacto. Sentí su sonrisa creciendo hacia un costado, lo que me hizo abrir los ojos.

—Vas a tener que hacer otra cosa si quieres más —la expresión en su cara me hizo sonrojar.

La mano en mi trasero pasó a jugar con un costado de mis bragas. Luego mudó sus besos hacia ambos lados de mi cuello, moviéndome hacia delante. Había una parte específica en ese lugar, que era más sensibles y Elsa se había dado cuenta por el temblor en mi cuerpo.

Me gusta. La sensación de que sea capaz de ver los puntos que me dan placer. Y también cuando ella deja ver los suyos. La noche anterior había descubierto un punto sensible justo debajo del lóbulo de su oreja cuando se la lamí. No dudé en dejar sus piernas a un lado para tomar su cabeza y morder esa parte de su anatomía. Su pecho se movió contra el mío, pero la obligué a mantenerse en mi cuello para que jugara todo lo que quisiera. Terminé arañando el nacimiento de su cabello como resultado de todo aquello.

Sin darme cuenta, sus manos terminaron de desabrochar mi camisa en ese tiempo.

—Déjame verte —la escuché pedir entre suspiros.

Concedí su pedido y le sonreí a medias. Sus ojos se habían perdido al observar mi cuerpo, captando cada detalle. La sensación fría de sus dedos sobre mi abdomen me puso la piel de gallina. Jadee esperando algún movimiento que nunca llegó.

—¿Te gusta lo que ves? —podía sonar a que la estaba provocando, pero la verdad es que la pregunta nace porque me extraña que siempre haga lo mismo cuando llegamos a esta parte.

—Si —la respuesta suena distante.

Coloqué mi mano sobre su cara y Elsa cierra los ojos, dejándose llevar por la caricia.

—¿Qué tienes? —la animé con voz suave.

Quería entender que le sucedía antes de continuar.

Con un suspiro, buscó mi mirada nuevamente.

—Es que esta es la parte del sueño en donde siempre despierto.

Otra carga de emociones que va directo a mi pecho y me obliga detener en seco mis caricias.

"Ooh, no" Ya había llorado demasiado en un día.

Volví hacia su cara y pellizqué con mis dientes su labio inferior, de manera algo desprevenida. Elsa chilló, echando su cabeza hacia atrás por la sorpresa.

—Definitivamente no es un sueño —reí ante su expresión.

Me levanté un poco, abriendo hacia un costado mi camisa, para que mi abdomen esté cerca de su boca.

—No lo dudes y bésalo.

Ya con una sonrisa más divertida, me coloca un beso cerca de mí obligo. Sus dientes le siguen a continuación, generando que suelte pequeñas risas.

"Yo tampoco estoy soñando".

Las manos de Elsa subieron por mis brazos y tomaron el cuello de mi camisa para terminar de abrirla. La tela se deslizó por mi espalda hasta que llegó a mis caderas. Con la misma paciencia, desprendió mi sostén. Sin quedarme atrás, le quité su remera con su ayuda. Elsa la hace una pelota para arrojarla por un costado de su hombro, perdiéndose en algún lado de la sala. Después tiró de mis bragas hacia abajo y ahora fue mi turno de ayudarla. Me senté a su lado, estirando las piernas sobre su regazo, mirando como mi prenda se deslizaba perezosamente sobre ellas hasta mis tobillos. La pateé a un lado, reclamando sus labios carnosos con ferocidad.

El fuego en mi cabeza me había hecho perder la razón y ya no estaba siendo cuidadosa. Empujé hacia arriba la tela de su brasier para que mi boca fuer a uno de sus senos y apreté el otro con mi mano. Mi lengua hambrienta pasó por su punto rojo. Tracé círculos, succioné, pasé mis dientes. A cambio, yo recibía excitantes jadeos de su parte. Sin dejar lo que estaba haciendo, busqué sus ojos. Su mirada azul brillante se había oscurecido. Poseída por la imagen, me agaché, bajé del sillón para arrodillarme sobre el suelo y me llevé sus bragas en el proceso.

Por fin, las dos quedamos desnudas.

Separé más sus piernas, encontrándome con el hermoso color rosa de su sexo. Siento que no respiro, que mi boca se llena de tanta agua a punto de ahogarme y me pongo roja. Algo ansiosa, comienzo a chupar la cara interna de sus muslos. Mordí su piel pálida, que se volvía roja cada vez que retiraba los dientes. Con cada movimiento que hago su respiración se hace más pesada. Está completamente húmeda y sensible a mi toque, es simplemente embriagador. La vuelvo a morder con un poco más de fuerza y no la suelto hasta que escucho mi nombre. Vuelvo a buscar sus ojos, noté una mano en su cabeza y su cara roja de la excitación.

—¿Lista? —bromeé, sonriendo de lado a lado.

—Muéstrame lo que tienes —su tono me suena a desafío.

Lentamente enterré mi cara entre sus piernas. Tomé posesión de un costado de sus labios mayores con los dientes, tirando de ellos.

—Aah...

Con otra mordida, recibí un grito igual. Vi la boca de Elsa formando una gran "O" que decidió cubrir con el torso de su mano de manera inconsciente. La forma en que se arqueó su espalda fue sensual, casi que la percibí en cámara lenta.

"Es tan hermosa".

Coloqué mi mano en la pequeña protuberancia de su coño y pasé la lengua. Viajé de abajo hacia arriba y de manera circular. Elsa soltaba pequeños chirridos que me parecieron demasiado tiernos y me obligué a reprimir un grito histérico.

—Anna... —el placer salía de su boca y me llena de orgullo.

Interpreté el movimiento de sus caderas como una señal de más. Mientas sigo jugueteando con mi lengua, meto un dedo en su orificio íntimo. El sabor dulce de su néctar es sencillamente increíble. Hace que mis lamidas aumenten para poder saborear hasta la última gota, volviendo sus jadeos más agudos. Sus caderas son inestables, se mueven buscando el ritmo que le pueda dar el mayor placer.

—Hm... Agg... Aaaaah, eso es— su mano va hacia mi cabeza, empujándome a su calor—. Toma... Tómalo todo.

Mi respuesta fue complacerla. Sumerjo la lengua hacia lo profundo de su centro, acompañándola con mis dedos. Toqué cada nervio de su interior que le dio satisfacción. Sin siquiera mirarla, soy capaz de imaginarme la escena. Su boca abierta, su cara perdida en lujuria, sus mechones pegados a la frente a causa de la transpiración. Todo me parece caliente. Puedo sentir mi propio sexo contraerse ante ello y mis caderas se mueven, desesperadas por sentir un contacto. Hasta siento una gota de sudor resbalando por mi cuello. Sus manos se afirman a mis mechones, despeinándome.

Mi nombre no deja de salir de su boca. Parecía el lindo canto de una sirena que llevaría a cualquiera a la muerte. Lo encontré, toqué aquella parte especialmente sensible que la vuelve loca.

—Ah, justo ahí... —grita con más fuerza.

Clavé mis uñas en su pegajosa cintura para ayudar a sus movimientos erráticos a que vayan más contra mi boca. Quiero darle todo. Había perdido completamente el juicio.

—Voy... me voy... — trata de advertirme.

"Hazlo, solo hazlo".

Eyaculó sus fluidos contra mi cara y aproveché a tomar todo lo que salía. Sus movimientos, que eran más lentos, siguieron incluso cuando me retiré.

Ver su estado casi me causa un infarto. Toda su piel está ligeramente cubierta con una capa de sudor. Su linda trenza está hecha un desastre. Sus ojos dilatados me observan y respira por su boca abierta. Me quedé mirándola sin mover un músculo hasta que ella logró recuperarse.

Elsa se movió para que nuestras caras quedaran frente a frente. Peinó mi flequillo hacia atrás, robándome un profundo beso. Después se retiró, guiándome con sus dedos para que me suba de vuelta al sillón. La sigo hipnotizada y ella me toma para besar mis labios, cuello y cara, pero no le permití seguir mucho tiempo.

No estaba para juegos, el calor de lo anterior me puso más loca que en cualquier otra circunstancia. Sobre todo, luego de haber experimentado las habilidades de su lengua la noche anterior. Subí mis manos a su cabeza y la obligué a que bajara a mi entrepierna. Elsa se ríe y tiró de mi tobillo para recostarme. Mi cabeza se da un golpe leve contra el brazo del sillón.

—¿Un poco ansiosa, eh?— se burló.

—Cállate y chupa.

Sonrío y pronuncio un "wauw" que nunca llegué a escuchar. Su boca se metió en mi vagina. Alternó entre su lengua y dientes, usando un ritmo agresivo. Esta mujer sabe qué hacer y que tocar, lo suficiente para hacerme perder la cabeza. Su mano agarró mi seno, apretando para retorcerme más por pella. Es exquisito, lo expreso meneando la cadera fuera de control.

—¡OH!...¡Elsa! —llevé mis dos manos a mi cabeza, dejando que mis dedos se pierdan en cada hilo de mi cabello como si se tratara de un salvavidas.

Aquel remolino en mi estómago pronto se formó. Sabía lo que estaba por venir y me moví buscando más. Elsa se retira, soltando una risa por el grito de desesperación que solté mientras sacudía los brazos en el aire. Me estaba por quejar, pero su mano frotó mi centro incesantemente a gran velocidad. Cerré mis ojos, respirando cada vez con más fuerza. Sentí su frente contra la mía y su respiración caliente contra mi piel, lo que generó que arqueara mis pechos.

—Te gusta mi lengua, lo sé —se rio.

Miré enfadada su sonrisa maliciosa y respiraba por la boca.

—Ma... Más.

Elsa me besó para acallar el grito de agonía que brotó al introducir bruscamente dos de sus dedos. Dolió. Pese a que estoy acostumbrada, dolió. Una lágrima rebelde que salió de mi ojo, fue limpiada por su mano. Sus dedos entraban y salían de mi coño de manera lenta para que mi angustia se convirtiera en placer. Mis "Ah" eran imparables e iban en aumento.

—Así te escucharán todos los vecinos —bromeó sin parar sus movimientos.

Volví a buscar sus ojos.

—Quiero... Quiero que sientan como me haces tuya —tomé de su nuca, besándola con rudeza. Sus labios me parecen cada vez más deliciosos.

—Chica mala— jadeó en medio del beso.

Meneé mis caderas cuando gozo por el frote de sus, ahora, tres dedos. Mierda... lo hace un ritmo que a cualquiera le haría ver el cielo, las nubes, las estrellas... lo que uno prefiera.

—¿Te gusta de esa forma? —su voz ronca me obliga a morderle el labio inferior.

Contesté que si con dificultad, con una voz que es irreconocible hasta para mí. Sentí mi centro apretándose más contras sus dedos y me agité con gran velocidad, haciéndome llevar las manos a su cuello para arañar su piel. 1, 2, 3... y no pude seguir la cuenta cuando al fin exploté.

Liberé su cuello, recostándome sobre el sillón. Siento un frío que me hace vibrar cuando Elsa saca la mano de mi entrepierna. Sus dedos retiran el cabello pegado a mi cara, pasa por mi nariz y baja hasta mis labios. Abrí la boca y los reclamo. Empiezo a chupar la punta, luego giro mi lengua alrededor de ellos para tomar el jugo que vino de mi interior. Al escuchar que se ahoga, busqué su cara y me encuentro con su mandíbula tensa. Sus ojos se abrieron de par en par y las cejas estaban hacia arriba.

¿En serio se sorprende? Después de lo que le hice es increíble que no se de cuenta a que punto puedo llegar.

—Ven aquí —Elsa refunfuñó, sacudiendo su cabeza.

No alcancé a recuperarme que soy jalada de nuevo hacia sus caderas. Entonces sucede, su sexo está sobre el mío. Moví mi cara a un costado y la hundí sobre el cojín del sofá mientras me frota contra ella. Mis brazos están esparcidos arriba de mi cabeza, buscando algo a lo que aferrarse y no hay nada. Su boca pasa por la piel de mi pecho, me da a entender que no soy la única que se había perdido en la excitación.

—Santa... mierda- mi comentario la obliga a ir más rápido-...¡Oh sí, eso es!

Las súplicas no paraban de salir de mi boca, mi espalda se arque otra vez.

—Caliente... suave... —Elsa susurró perdida en sus pensamientos.

La veo echar su cabeza hacía tras mordiéndose el labio. Sus estocadas son cada vez más rápidas. ¿De dónde consigue tanta energía? Mi corazón prácticamente está por explotar a la velocidad que late. Siento que voy a morir y lo más extraño de todo, es que no quiero que se detenga.

—Sigue... sigue... sigue— repetí usando un tono de voz más elevado.

—Mierda— gruñó moviéndose aún más.

Los ruidos de nuestros fluidos, los jadeos, el movimiento de nuestros cuerpos, estaban constantemente presentes, pero al estar en otro planeta creo que ninguna era capaz de escucharlo. El placer recorrió cada parte de mi cuerpo, era enloquecedor. Incluso sintiendo mis músculos cansados, soy incapaz de detenerme.

Elsa conecta con ese punto sensible, enviando corrientes eléctricas. Ella no iba a parar por nada del mundo y nadie que se atreva a intentarlo iba a salir vivo de ello. Si ella no lo mataba, lo iba a hacer yo. Grité su nombre y escuché el mío, haciéndome llegar por segunda vez y ella no cesa hasta que su líquido caliente se mezcla con los míos.

Su cuerpo se desploma sobre mí, encajando su cara contra mi cuello. Suelta una respiración pesada provocando que mi piel, caliente y sudorosa, se erice. Elsa estaba igual que yo, solo que la trenza que tan sencilla le era atarse ahora parecía otra cosa.

Una vez que logramos recuperarnos, me acurruqué contra ella. Coloqué una mano detrás de su cabeza, y luego pasé mi pierna por arriba de la suya. Pegué nuestras frentes, tocando la punta de mi nariz con la suya. Le pedí un beso lamiendo sus labios y ella capta el mensaje, por lo que no duda en complacerme. Mis dedos empujan sus mechones hacia arriba para que luego vuelvan a caer. Mi otra mano se desliza por su cintura, subiendo de arriba abajo. Elsa acomodó su brazo sobre mi espalda, dibujando círculos cerca de mi columna.

Solo habían pasado unos minutos y me sentía con la energía suficiente para seguir con más. Separé nuestras bocas para poder abrir los ojos y mirarla. Me quedé viendo su expresión, que estaba perdida sobre la mía.

—No quiero que pares —digo entre suspiros.

—No quiero parar —respondió.

Me tomó de la cintura y me acerca de nuevo para besarme. No me quiero quedar atrás, me muevo hacia ella para poder colocarla debajo de mí. En mi inconsciencia, Elsa se cae del sillón y yo la acompaño.

—¡Auch!... —se quejó llevándose una mano a la cabeza.

—Lo siento —me reí.

Elsa, aunque sigue con una expresión de dolor, hace lo mismo. Estuve por besarla otra vez, pero sentí ese sonido en el estómago que me decía que tenía hambre. Me sonrojé un poco por la vergüenza, bajo su mirada de sorpresa.

—¿Estás segura de que no quieres que pida esa Pizza? —preguntó casi en manera de regaño.

Ahora me encuentro en el dilema de decidir entre comer el manjar más grande que se creó sobre la faz de la tierra, o estar con Elsa, que es como tener un plato de ambrosía frente a mí. Ella no esperó a que conteste.

—Tengo una idea.

Se levantó del suelo, desnuda, y se fue cerca de la puerta de entrada. Miré sentándome de piernas cruzadas sobre el suelo, con los brazos apoyados en el sillón. No pregunté nada y escuché el ruido de las bolsas con las compras que había hecho en la mañana. Elsa se volteó a verme con una sonrisa sexi, enseñándome una botella de jarabe de chocolate. Mi estomagó volvió a gruñir y casi pierdo los ojos por obvias razones.

¿Alguien recuerda cómo respirar?

—Iba a usarlo con unos waffles —dijo sacudiendo la botella de un lado a otro—. Pero creo que puedo hacer una acepción por esta noche.

Seguí el movimiento del jarabe, me sentía igual que un niño pequeño perdido en una dulcería. Vuelvo a mirar su cara, mi expresión de asombro no cambia en ningún momento.

—¿Estás tratando de que te mate, mujer?

—Alto ahí, pequeño diablillo. Como diría mi madre, no vas a tener postre hasta que no hayas comido tu cena.

Mi frente se arrugó. Elsa decidió pasarlo por alto y buscar su pantalón para sacar su teléfono. Tecleó algo en la pantalla, mientras se acercaba y volvía sentarse a mi lado en el suelo. Lo dejó sobre la mesita de café, junto a la botella, con una mirada inocente en la cara.

—Una pizza de pepperoni viene en camino —me informó.

—¿Realmente crees que voy a esperar esa pizza sin hacer nada?

—Lo que sea, será sin chocolate.

Mi estomagó suena, sé que en parte es porque mi cerebro me ruega romper las reglas. Pero sé que, si lo hago, ella no me dejará tocar una rebanada de pizza. Eso me enoja porque no quiero que se salga con la suya, a veces no suelo ser muy paciente. Instintivamente, salté con las ganas de tenerla, pero Elsa coloca las manos sobre mis hombros para detenerme.

—De verdad, tienes que comer algo —me sentó sobre el suelo, sin dejar de mirarme a los ojos.

"Se está preocupando por mí".

Tengo que admitir que pasar momentos íntimos conmigo es tan bueno como tener sexo.

—Puedo sobrevivir —dije simulando un tono de capricho, simplemente para molestarla.

—Buena chica —me sonríe de manera divertida.

—¿Y a qué hora llega la pizza?

—En diez minutos.

Antes de que se lo esperara, me senté sobre ella, a horcajadas, y envolví mis brazos alrededor de su cuello.

—Tiempo suficiente para jugar un rato más contigo.


※Aviso: Estoy atravesando los últimos pasos que me quedan para hacer mi tesis universitaria y deseo comenzar con nuevos proyectos. Esto no quiere decir que vaya a dejar la plataforma o a dejar la historia. Mis tiempos van a estar más limitados pero voy a hacer lo posible por traerles mi granito de arena. Gracias por el constante apoyo y siempre estar ahí.
También quiero iniciar un comic pero todavía no convencí a mi ilustradora para darle luz verde a la idea. Aunque si resulta tengan por seguro que les voy a decir :)


En otras noticias que nada que ver, TAMD está creciendo en Wattpad y aquí en fanfiction está a punto de llega a las 90.000 Views. No sé cuantas de esas vistas sean reales pero me pone feliz lo lejos que llegó en estos años.

Chat'de'Lune: Gracias por el constante apoyo, espero que te encuentres bien.

ANONIMUS07: Como adivinaste, fue ella XP... jaja gracias por leerme incluso con resaca.

RoshellBrief: ¿Te refieres a si voy a explicar que pasa con Gogo?... pues no faltan muchos capítulos para presentarla jajaja. Gracias por responder a mi pregunta, es valorable n_n. Saludos.

Hatsu3usi9: Pero Elsa no se fue solo por lo que le dijo a la sobrina jajaj. Pero eso lo explicaré más en detalle cuando tenga su oportunidad.

Leo 23: Pues yo admito que lo hice con un toque de humor, así que me alegro cuando alguien se ríe.

Ragnax3100: A mí tampoco me gusta dejarlos esperando demasiado tiempo, gracias por estar siempre ahí al igual que aquellos que me siguen desde hace tiempo y me leen desde las sombras. Siempre tengo en cuenta a los lectores como tú y, como admití en otras ocasiones, es por eso que sigo.

Hasta la próxima.