Prompt: Hechizo (Página Helsa Amor Verdadero para el Helsatober)
Clasificación: T, Drama/Romance
Misterios
Dividido todo el equipo de arqueólogos, Elsa y Hans se alejaron en el túnel que les correspondía y se adentraron a las profundidades de las cavernas.
Seguían la copia del mapa trazado por la madre de Elsa cuando les habló de aquel sitio visitado durante su infancia, del que recordaba pinturas rupestres, huesos y utensilios extraños que debieron ser empleados por las primeras civilizaciones que habitaron ese rincón de Arendelle, seguro hasta más antiguos que los objetos utilizados por los Northuldra, la tribu a la que perteneció su progenitora antes de casarse con su padre.
Elsa se sentía afortunada que su madre no mencionara de nuevo el lugar hasta hacía poco, cuando comenzó la universidad, porque ella quería formar parte del grupo que anunciara al mundo los misterios ocultos en esas cuevas. Su madre solo lo contó una vez, muchos años atrás, y el "Duque de Weselton", un renombrado arqueólogo, la había tachado de loca e iletrada por sus orígenes, pues él había estado en esa zona con anterioridad y no encontró algo relevante.
Sin embargo, Elsa tenía una intuición y esta era compartida por el grupo que se reunió para explorar el sitio.
Además, una corazonada le decía que encontraría respuestas vitales para ella. Develaría información de su propio origen.
—Es emocionante, ¿verdad? —preguntó Hans distrayéndola de sus elucubraciones. Su voz no mostraba entusiasmo, pero podía sentirlo; en los últimos meses había conocido más del antiguo asistente de su profesor de carrera, con quien volvió a verse cuando pensó en gente que podría interesarse por esa aventura.
Asintió con una sonrisa, iluminando el camino con su linterna. Visitaban el tramo por primera vez antes de comenzar su trabajo de investigación.
—Ese casco azul te queda bien —prosiguió él mirándola de reojo.
Parte de su cara aumentó su temperatura y su estómago se inundó de mariposas.
—Y los copos de nieve brillantes son geniales.
Iba a responder que fue diseño suyo hecho con pintura de neón, mas una voz cantando la hizo fruncir el ceño.
—¿Qué es eso? —preguntó deteniéndose.
Él paró. —¿De qué hablas?
—Un "ah" constante. —Lo imitó en tono suave.
Hans agitó su cabeza tras permanecer con los ojos cerrados unos segundos.
—Quizá recordaba una canción de por ahí —musitó al no escuchar de nuevo a la sirena. Siempre había sido celosa de que la creyeran rara y esa vez no fue la excepción.
—O en algún punto de la cueva hay eco, ya sabes que a Olaf le gusta cantar de ese modo.
Rió, pero de pronto los envolvió una niebla. Por unos instantes se sintió mareada, oyendo un pitido en sus oídos que la distrajo de todo.
—¡Hans! —gritó con el corazón a punto de salirse de su pecho, recuperando sus sentidos. Seguía en la niebla, esta era fría, y tan gris y espesa que no dejaba pasar la luz. —¡Hans!
Avanzó con las manos extendidas para no chocar con algo, buscándolo.
¿Qué pasaba? ¿Dónde se había ido él?
—¡Elsa! —Oír su nombre le brindó un poco de calma. —¡Elsa!
—¡Te escuc…!
El fin abrupto de la niebla cortó sus palabras y corrió precipitada hacia la figura masculina que apareció ante ella. Esta se giró. Era el bermejo de ojos verdes que buscaba.
Su corazón saltaba alocado.
La prudencia le obligó a detenerse frente a él sin tocarlo, o abrazarlo, como habría hecho.
—¿Estás bien? —Él la observó entera mientras ella asentía y trataba de calmar su acelerado interior.
—¿Y tú?
—No me ocurrió nada. ¿Qué fue eso? ¿Dónde estamos? —Él dio un paso hacia ella. —¿Eh? ¿Y esto?
Elsa bajó la mirada y vio un orbe brillante, reparando entonces en el suelo de hielo que reemplazaba a la roca caliza de minutos atrás. Se fijó a su alrededor y todo daba la impresión que estaban dentro de un bloque hecho de cristal helado, lo cual era imposible en verano… a menos que…
—¿No tienes frío, Hans?
Juntó los ojos al no recibir respuesta y lo vio arrodillado contemplando el orbe redondo que desprendía colores violeta, azul, verde y naranja quemado, con símbolos extraños en su superficie.
—No vayas a…
Sin haber terminado su frase, Hans lo había cogido.
—…tocarlo —finalizó irónica.
Resopló.
Él lanzó una exclamación antes de caer desplomado al suelo, alarmándola.
—¡Hans!
La canción que escuchó en la cueva empezó a reverberar con fuerza cuando se arrodilló junto al pelirrojo, al mismo tiempo que ráfagas de viento los envolvieron como un tornado.
No obstante, esta ocasión la voz se mezclaba con un cántico de hombre en una lengua desconocida.
Asió a Hans con una mano y extendió la otra, preparándose para lo peor. Nunca había hecho más que bolas de nieve, pero pondría todo de ella para defenderlos.
El canto de la voz masculina terminó y Hans gimió con agonía. Inquieta por él, ella casi no vio a un hombre con cabellos de fuego violáceo aparecer de la nada, en medio del remolino.
—¿Quién eres tú?
—Finalmente —respondió el hombre.
Hans lanzó otro gemido agónico.
—¿Cuánto crees que soporte mi hechizo? —preguntó el hombre burlón, arruinando la cara de niño que poseía.
—¿Qué le has hecho! ¿Por qué!
—Muchas veces su cuerpo arderá hasta que llegues a la verdad y rompas el hechizo que cayó en ti por tu traición.
De alguna forma, el nombre de ese ser brotó en su mente.
—¿Qué verdad, Bruni? ¿Qué hechizo? ¿Cuál traición?
Un destello de melancolía surcó el rostro del hombre.
—Lo sabrás a su debido tiempo —contestó este y desapareció.
—¡Bruni!
Confundida, aunque más preocupada por Hans, que continuaba quejándose, ella puso la mano en su hombro, mientras seguía llamando a hombre de fuego.
Cuando se le ocurrió enfriar a Hans con su poder, el suelo tembló con fuerza y el sonido de cristales quebrándose le atemorizó. Miró hacia arriba y de repente notó que las paredes de hielo se derretían formando cascadas de agua que se dirigieron a ella desde todas las direcciones.
Aferrándose a la mano entre la suya, cerró los ojos.
Tuvo la sensación del agua un instante y luego alzó los párpados.
Jadeó al verse en la cueva.
La mano de Hans tembló entre la suya.
Apartando lo demás de su mente, trató de despertarlo agitando su hombro; tal vez el hechizo señalado no existía y lo demás fue una alucinación suya por algún químico allí dentro.
—Lava… quema… —pronunció él débilmente, contorsionando su rostro con el mismo dolor en sus palabras.
Tragó saliva.
—Te ayudaré —prometió posando sus manos sobre su pecho.
Concentrándose, Elsa trató de dirigir una corriente helada al cuerpo de él, esperando que ayudara a aliviar ese fuego que lo atormentaba por dentro. Sus manos se iluminaron y el tórax de él se contagió de la luz azul proveniente de ella, la cual también se extendió por todos sus miembros.
Tras unos segundos la tensión en la cara de Hans desapareció y ella suspiró de alivio.
—¿Tienes magia? —musitó él pestañeando repetidamente, sin tardar en reaccionar.
—Sí. Desde niña, es un poder con el que hago nieve y hielo.
—De acuerdo.
Él cerró los ojos.
—¿Sientes el fuego de nuevo? —preguntó preocupada.
—No, pero, creí escuchar… ese hombre dijo que pasaría muchas veces.
—Lo lamento, esto de alguna manera es mi culpa —expresó con voz trémula. Le consternaba haberle involucrado en los sucesos mágicos que eran parte de su vida —y con la información dada por Bruni, tenía una pista del porqué ocurrían.
—No te preocupes, Elsa. Tú… ¿estás bien?
—Sí, no me pasó nada.
Hans se incorporó para sentarse. —Es un alivio. Temí por ti cuando mencionó que estabas bajo un hechizo.
—Debo estarlo, pero descubriré cómo romperlo para que librarte del fuego.
—Es horrendo… —Él se estremeció.
—No me separaré de ti para aliviarlo. Hasta que encuentre la verdad.
—Yo te ayudaré. —Hans desvió la mirada un momento. —Es la peor ocasión para decirlo, pero… si no tuviera este hechizo, ¿también querrías estar conmigo?
Elsa se sonrojó y sintió que su corazón bailaba al entender lo que intentaba decirle. Era el tiempo menos indicado, mas quería gritar extasiada porque sus sentimientos eran correspondidos, aun cuando él acababa de descubrir su magia.
Esbozó una sonrisa y se acercó al rostro de Hans, que la miraba expectante.
—Sí —articuló sobre sus labios, que él no tardó de atrapar entre los suyos.
Por ahora se darían un ligero respiro al misterio que tenían por delante.
NA: Me imaginé las cuevas que recorren Anna y Olaf, para que se den la idea je,je.
Y el fuego le quitó calor, el agua le dio una parte de él, el aire le dio resistencia y la tierra carbono (el poder de Elsa a veces parece hielo seco). O el aire le dio la presión en la atmósfera y la tierra la habilidad de convertir un elemento en sólido. Ja,ja, cualquiera que lea esto también ría conmigo sobre un "Quinto Espíritu" de agua congelada.
Cuídense.
Besos, Karo.
Guest1: Pues sí, fundar una ciudad no quita que antes pudiera haber reyes, pero el nombre del "territorio" no es el mismo y se convierte en una nueva dinastía; puedo estar equivocada, pero me viene a la mente como algo que leí de reinos españoles (León, Castilla, Aragón, Asturias, Toledo, etc.) que se unificaron en Coronas, y luego vuelven a hacerlo con los Reyes Católicos, quienes se convierten en los primeros de los denominados "Rey de España". Por otra parte, ¿y si los Northuldra tenían ese territorio y poco a poquito se fueron retrayendo hasta el norte por la llegada de Runeard y compañía, así como los pueblos aborígenes e indígenas de América. Ah, en fin, el caso es que sí comprendo que no puede ser el único rey en esa zona, sino que, con lo que respecta a Arendelle, en ese libro que mencioné lo ponen como su fundador. / Y pensar en revolución quedará en nuestras cabezas, pues todo argumento futuro presentado por Disney nunca lea hará asumir responsabilidades o culpas a las protagonistas que en sus ojos brillan con el signo de $$. Es interesante que el pueblo estuviera colérico por todo lo que les han hecho pasar, pero lamentablemente solo en fics (los cuales serían mejores que Frozen 2 ja,ja,ja). Y estamos hablando que dentro de lo sufrido es apartarle de su gente 34 años antes, cosa que no le mencionan a Elsa y Anna en el cortito ese de Olaf... Esto es similar a algo de una historia que sí planeo escribir, donde el pueblo está embrujado.
Guest2: Espero lo mismo que tú, linda, no debe estar sufriendo donde esté. Y tienes todo el derecho de que duela y te enoje, cuando queremos a alguien, hasta muy poco son cuando se van. Me gustaría poder decir más, pero las palabras no alcanzan ni equiparan a su sentir; un abrazo muy fuerte. / Continuando con lo que me dices, yo tengo un borrador donde descubren que los trolls solo aguardan entre las sombras, fingiendo ser buenos, para obtener lo que quieren; les gustan los tesoros brillantes como sus piedras, así que solo esperan una magia más poderosa que ellos no podían liberar. Ahora bien, me encanta tu hipótesis de que fue una alucinación de los trolls, ya hasta pensé que ocurra entre los eventos de Frozen 1, cuando Anna recibe el golpe de Elsa; ellos continuaron lo que empezaron cuando le borraron las memorias de niña. Ah, me emocioné. XD
