Prompt: Hechizo (Página Helsa Amor Verdadero para el Helsatober)
Clasificación: M, Romance/Humor
Alcances de la magia
Automáticamente después de que Hans los transportara a su dormitorio, Elsa se lanzó al cuello de su pareja, pletórica.
—¡Lo hiciste! ¡Felicidades! —aulló contenta por su logro como hechicero.
Había conseguido elaborar un potente e invencible encantamiento oral para conseguir horas de resistencia física, después de meses intentando dar con un hechizo que diera la fuerza suficiente para situaciones difíciles como realizar largas operaciones médicas, soportar en medio de venenos o salvar a alguien mientras se ahogaba.
Acababan de estar en un Bosque Encantado de una niebla asfixiante y su cuerpo no fue afectado al estar más de treinta minutos en él, cuando nadie lo había hecho antes.
—¡Eres el mejor de los tuyos! —aseveró apretando su abrazo.
Ningún otro hechicero de tipo Verbal, en toda la historia, había podido lo que él. Aparte de ese nuevo encantamiento oral, Hans había ideado la manera de modificar la apariencia física y trasladarse a diferentes sitios sin afectar ninguna sola célula del cuerpo, así como la forma de manipular a otros sin ocasionar trastornos en las mentes de las personas; todas las cosas no alcanzadas en siglos por quienes tenían una capacidad similar.
Estaba muy orgullosa.
—Quiero estar a la altura de mi Espíritu —bromeó él abrazándola todavía más fuerte.
Ese era el nombre que le dieron en la comunidad mágica por tener una habilidad nunca antes registrada, que comenzó con el hielo y llegó a extenderse a la conexión especial con Los Elementos, las entidades supremas en el mundo, no solo de los seres bendecidos con magia, que controlaban tierra, aire, agua y fuego.
—Siempre lo estás —repuso, aunque no hablara en serio.
—¿Sabes? Hay una actividad en la que también quiero probar la efectividad de mi hechizo.
Él la cogió sus nalgas y movió sus propias caderas circularmente, haciéndole sentir su miembro en reposo, que con un poco de estímulo cobraría la vida suficiente para divertirse junto a ella.
—¿Cuántos orgasmos crees que podamos aguantar? —le preguntó él con voz áspera.
Elsa se separó de su novio y lo miró con las cejas alzadas.
—Todos querrán ser Verbales si les prometes coito por horas —se mofó, introduciendo sus manos por debajo de la camisa blanca de él, sintiendo su abdomen marcado. Sin avisar, abrió la prenda bruscamente, desprendiendo los botones con ayuda de su magia.
Sonriendo, Hans la cogió de la cintura y la alzó, invitándola a rodearle con las piernas.
—Oh, será más que eso —afirmó él antes de unir sus bocas.
La lengua del pelirrojo atacó la suya directamente, sin besos preliminares en sus labios que incrementaran la tentación de probar su humedad.
Fue intenso. Sus mordiscos y toqueteos le transmitieron el ansia por ella, que le devolvió el sentimiento con altas dosis de entusiasmo de tenerlo. Hilos de magia corrían por su ser, clamando el momento en que sus almas reunieran sus energías en la búsqueda de una plenitud más allá de lo terrenal.
Afianzando el agarre de sus piernas y sin dejar de besarlo, lo despojó de la camisa y acarició toda la extensión de piel bronceada en su pecho, hombros, brazos y espalda, cincelados por la constante actividad física que él practicaba junto a ella.
Hans se apartó con un chasquido acuoso para acariciar con sus labios y lengua la línea de su mandíbula, hasta descender a su cuello, donde chupó intermitentemente, causando múltiples gemidos de parte de ella.
Él caminó hacia la cama y se sentó, volviendo a besarla fieramente, pero ella lo cortó y se bajó de encima para arrodillarse en la alfombra.
—Comprobemos cuánto puedes retrasar tu venida —dijo maliciosa, poniendo los dedos sobre el ojal de su pantalón de mezclilla, que no tardó en quitarle junto a los lindos zapatos negros.
Bajo sus calzoncillos grises su envergadura estaba erecta, pidiendo ser sacada de sus confines.
Terminó de desnudarlo y limpió la gotita viscosa en la punta de la erección, que frotó en el resto del glande con una lenta tortura.
Él siseó y ella espió su rostro sudoroso.
—¿Y tu resistencia? —se burló rompiendo la distancia con el miembro viril.
Escupió en su mano y usó su saliva para suavizar el pene, tras lo que comenzó a masturbarlo con tranquilos movimientos cortos, amasando la carne caliente e inflamada.
Hans lanzó jadeos roncos, aspirando aire ante cada pequeña fricción de sus dedos.
—Ponlo en tu boca —apremió él elevando su cadera.
En lugar de cumplir su petición, ella volvió a escupir y continuó con sus caricias sosegadas, sintiendo el pulsar de la sangre que se acumulaba cada vez más en la extremidad masculina.
—Dijiste que te gustaba sentir mis manos —susurró y sopló sobre la piel sonrosada, disfrutando de atormentarlo como a él también le encantaba hacer con ella. —Y hasta la próxima te tomaré con mi boca.
Él gruñó y de soslayo lo vio tirar la cabeza hacia atrás.
Una de sus manos masajeó los testículos, ocasionando un estremecimiento agudo en su hechicero, el cual la animó a estimular con mayor afán esos redondeados genitales, mientras apretaba el órgano recto que enmarcaban.
—Mierda, Elsa —resolló Hans agitando su ingle. Su rostro tenso gritaba la agonía y placer al que estaba siendo sometido.
Presintiendo la eyaculación de él, pensó en la desaparición de sus ropas y, sin demora, estas fueron borrándose y esparciéndose como pequeños copos de nieve en el aire. Apenas distraída, comenzó a aumentar la danza de sus manos para empujarlo al clímax.
Los jadeos de su novio llenaron la habitación y con un grito su hombría se contrajo y luego se sacudió, salpicando el pecho de ella con el líquido blancuzco de su interior.
El abdomen de él se infló y desinfló conforme a la respiración de su sudoroso dueño.
Ella sonrió viendo la respuesta de Hans, comenzando a sentir su lubricación en sus labios sexuales, acompañada de unas pequeñas palpitaciones de su intimidad.
Esperando comprobar la funcionalidad del hechizo, nuevamente empezó a deslizar su mano por el miembro de él, alargando su sonrisa al ver que se henchía sin que pasara tiempo considerable del orgasmo.
—Ah, demonios —soltó él sorprendido.
—Ahí lo tienes —celebró ella con alegría, visualizando la buena tarde que tendrían.
—Ven, siéntate sobre mí.
—No, no, querido, aun no —manifestó antes de besarle la cara interior de un muslo. —Nos queda mucho por hacer.
Su lengua rozó la erección lánguidamente.
—Mucho —añadió y el siguiente sonido fue el de deleite, cuando su boca rodeó esa protuberancia.
Gozarían al máximo con el ingenio de él.
(El hechizo se desvaneció hasta la madrugada.)
NA: Cómo celebran.
Básicamente, en este universo AU hay diferentes tipos de brujos, Hans solo utiliza magia con hechizos y rimas, Elsa es otra historia. Me gusta la idea, aunque no pude mencionar otras clases de brujos ja,ja.
Besos, Karo.
