Disclaimer: No soy Stephenie Meyer y, si lo fuera, no lo admitiría. Yo sólo uso a sus personajes para jugar.
Capítulo Cinco.
No puedo apartar mis ojos de ti.
Al llegar a mi casa, dejo de creaturas mitológicas en uno de los cajones de mi escritorio y no me permito volver a pensar en él por una semana. Tengo demasiado trabajo que hacer como para estar llenándome la cabeza con ideas fantasiosas sobre seres imaginarios.
Las notas en los periódicos y revistas se multiplican cuando la policía es capaz de encontrar a los responsables de los asesinatos; la sangre se me hiela cuando reconozco a los hombres que me detuvieron en Port Angeles.
Eso es a lo que le debería tener miedo: a la maldad pura del ser humano.
No puedo estar más orgullosa de Charlie cuando sale en las noticias, dando una entrevista en el noticiero más popular de Seattle. Se le notó terriblemente nervioso, pero creo que logré convencerlo de que lo hizo bien.
Pasamos el día de Acción de Gracias solos en nuestra casa. No le menciono mi encuentro con los hombres, pero me esfuerzo el triple de lo normal en nuestra cena, a manera de agradecimiento. Cuando terminamos de cenar me pregunta si tengo planes de irme con mis amigas a Port Angeles o Seattle para ir a "atacar las tiendas" pero le digo que no. Lo único que planeo comprar el viernes negro es una chaqueta de piel cuyo precio he estado monitoreando desde hace meses. Es algo cara, pero creo que será una buena inversión.
El viernes me conecto a la página de internet donde la pienso comprar y espero lo que parece ser una eternidad antes de que la página se cargue. Tal vez debería pensar en invertir en una mejor calidad de red. Mientras agrego mi compra al carrito de compras y espero otra eternidad a que se procese el pago, me pongo a hurgar en los cajones de mi escritorio, revisando que papeles ya puedo tirar. Entonces encuentro el libro sobre seres mágicos que compré en Port Angeles.
Siete días han sido suficientes para que mi cerebro racionalice todo lo que pasó:
Primero, después de comer con Ángela el viernes, debo haber ido a cargar gasolina y el olor hizo que me mareara y cuando llegué a mi casa, me tumbé en la cama y tuve la pesadilla más vivida que he tenido en mi vida. No hay otra explicación. Mi camioneta estaba con la llanta intacta y el tanque lleno cuando la revisé. Incluso estaba en el puesto exacto en que suelo estacionarla. Además, no sería la primera vez que tengo reacciones extremas a olores desagradables. Cuando estaba en High School, hicimos una práctica para saber nuestro tipo de sangre; el olor hizo que me pasara toda la mañana en la enfermería con la cabeza entre las rodillas sintiéndome como en una nube. Apenas si recuerdo ese día.
Segundo, hay un millón de razones posibles por las que Edward pudo estar en Port Angeles el sábado. Seguro él y sus hermanos están en mi misma situación (viviendo con sus padres para ahorrar dinero) y tienen que ir constantemente a otros lugares para… hacer negocios o ir a reuniones o lo que sea que hagan. Si no me respondió a mi estúpida pregunta de "¿qué era?" es porque seguramente se apiado de mi en un momento se shock y decidió que lo mejor era que sacara lo que fuera que tuviera dentro de mí con mis amigas. Además, ¿qué respondes cuando una desconocida te pregunta que "¿qué eres?" "Pues una mezcla de carbono, oxigeno, nitrógeno comprimidos en la forma de un ser humano" me pongo roja de la pena solo de recordar ese momento. Él y sus hermanos deben haber tenido unas buenas carcajadas a mis espaldas.
Hablando de sus hermanos, es obvio porque Alice no me ha llamado. Tuve un accidente que pudo haber sido fatal en la puerta de su casa. ¿Y todo por qué? Por no fijarme al cruzar la calle, una lección que la mayoría de las personas aprenden cuando tienen seis años. Ok, la investigación de mi padre arrojo que Tyler había estado tomando e iba a más velocidad de la permitida, pero aun así. Creo que fue culpa de ambos, por mucho que mi padre quiera convencerse de lo contrario. Además, si acaso, el karma fue peor con Tyler, pues a él si lo tuvieron que operar. Por otra parte, yo estoy casi completamente recuperada. Aún tiemblo de miedo cuando ve las luces de un carro venir hacia mí, pero esa es otra historia. Como sea, estaba diciendo que entiendo perfectamente porque Alice no me ha llamado.
Aunque desearía que lo hiciera porque, aunque he continuado saliendo con Ángela y Jess, los padres de Kim efectivamente se enteraron de dónde fue la fiesta y ella y Seth están castigados de aquí a año nuevo. En serio, es raro tener amigos adolescentes. Como sea, he estado corta de amistades y quisiera volver a salir con Alice.
Continúo hojeando el libro, hasta que llego al capítulo sobre los hombres lobo y hay algo en el dibujo que me es extrañamente familiar. No lo inspecciono más a fondo porque mi computadora me avisa que el pago por fin fue procesado y que puedo esperar mi paquete dentro de siete a diez días hábiles. Genial. Guardo el libro de nuevo en el cajón y una llamada entrante hace a mi teléfono vibrar. "Alice" se lee en la pantalla.
—¿Bueno? —contesto.
Al día siguiente estoy de nuevo en el centro de Forks, esperando por ella.
—¡Bella! —me saluda bajando de su Porsche.
Casi había olvidado lo que es estar cerca de la absoluta perfección. Duele. En serio, casi puedo sentir como mis pulmones batallan para conseguir aire, como si el simple hecho de respirar frente a tanta belleza fuera una ofensa.
—Hola —saludo, acercándome a ella.
—¿Cómo has estado? —la preocupación reflejada en sus ojos me hace querer abrazarla y asegurarle que todo en el mundo va a estar bien.
—Perfectamente —respondo —Ya casi no siento molestias en las costillas y la cabeza no me ha molestado para nada.
—Me alegro —dice ella sincera. —No sabes lo horrible que fue verte debajo del auto.
Por supuesto, esa la única cosa que no he podido racionalizar. Si hubiera ocurrido un día después, hubiera pensado que la química de mi cerebro de alguna manera produjo la imagen de Edward sirviéndome de escudo humano. Pero lo cierto es que en ese momento aún no lo conocía. ¿Cómo pudo mi cerebro crear una imagen tan real de él? Supongo que es posible que de manera inconsciente mi cerebro haya registrado una imagen de él en alguna fotografía familiar o algo, pero por más que me esfuerzo no logro que haya fotos en la casa de Alice.
—Fue bastante horrible estar debajo del auto —respondo.
—Por supuesto —dice Alice —de ninguna manera quise subestimas lo que pasaste es sólo que…
—Entiendo —digo haciendo un gesto con la mano para dejarlo ir.
—Entonces —Alice recupera su sonrisa —¿Qué quieres hacer?
Observo el suelo. Está nublando, por supuesto, pero parece que la lluvia nos va a esperar un rato.
—Creo que quiero ir a la playa —respondo —No he ido desde la primera semana que estuve aquí, y eso es casi un crimen para mí. Amo el mar.
—¿La playa de la Push? —dice Alice.
—Exactamente.
Alice hace un mohín y parece nerviosa.
—No puedo ir a la playa, Bella —me dice firmemente.
—¿Por?
—Uhm… —ella se muestra incómoda y casi parece querer morderse una uña —Es una vieja y larga historia.
—Tengo tiempo —digo.
—Pues… —ella parece dudar —Digamos que hace muchos años, mi familia tuvo problemas con el jefe de los quileutes —permanezco callada, esperando el resto de la historia —Creo que fue por… unas tierras —ella parece inspirada de pronto —. Si, eso, mi padre tuvo problemas con un tal Ephraim Black, por los límites de unos terrenos.
—¿Tu padre? —no me pasa desapercibido el apellido que menciona. Me pregunto si estará hablando de algún familiar de Jacob.
—El padre de mi padre —corrige ella —O incluso puede que haya sido su padre. No estoy segura.
Alice se ve notablemente incómoda y no puedo evitar ver su piel blanquísima y recordar al Dr. Cullen. Luego recuerdo la apariencia de los Black y me preguntó si hay algo más en esa historia, algo tan malo que los quileutes no han podido olvidar a pesar de que haya sido generaciones atrás y de lo que probablemente (espero) los hermanos Cullen se sientan apenados.
—Ok —digo, no queriendo meterme más en un asunto en el que claramente no tengo nada que hacer estando en medio.
Jacob, Kim y Seth son mis amigos, al igual que Alice. Si entre ellos no se soportan, entre ellos tendrán que arreglar sus diferencias.
—¿Hay alguna otra cosa que quieras hacer? —pregunta Alice.
Sopeso las opciones. Si ir a la playa está descartado, podríamos comer algo aquí en el pueblo, pero aún es muy temprano para eso. Y ya es muy tarde como para ir hasta Port Angeles.
—Podríamos ir a tu casa —propongo.
La verdad, me da un poco de miedo regresar al lugar dónde ocurrió mi accidente, pero creo que es buena idea enfrentarlo. Además, me muero de curiosidad por regresar a la casa de los Cullen y ver si pasé por alto alguna fotografía familiar las veces anteriores que estuve.
—Por supuesto —dice Alice y hace un gesto para que me suba a su coche.
Como no sé cómo vaya a reaccionar viendo de nuevo el lugar dónde casi muero, pienso que es buena idea que no esté detrás de un volante. Dejo mi camioneta estacionada dónde está y me subo al Porsche de Alice. El olor dulce de la casa también está presenta aquí, así que inhalo para llenar mis pulmones de él. Me pregunto qué es lo que usarán para que sus cosas huelan tan bien. Tal vez me anime a preguntar un día y pueda comprar lo mismo para mi habitación.
Al llegar a la casa, Esme nos recibe nuevamente y nos informa que Edward y Emmet salieron.
—Pero no deben tardar mucho en regresar —nos dice —Creo que Rosalie va a venir con ellos.
—Entonces le hablaré a Jasper y haremos de la cena una celebración —dice Alice, luego voltea a verme —Es raro que aún no lo conozcas, creo que es tiempo de presentártelo.
Asiento, pensando en las posibles excusas para retirarme de la casa en cuanto lleguen los hermanos de Alice. Una sólo puede tomar cierta cantidad de perfección al mismo tiempo.
—Vamos a mi cuarto —indica Alice —Te quiero enseñar todo lo que compré ayer.
Por supuesto, ella si debe haber ido a cazar ofertas ayer.
Pasamos como una hora viendo ropa, maquillaje y aparatos electrónicos (entre los que se encuentra un iPhone de nueva generación). Tomo este último y comienzo a ver la selección de música de mi amiga. Alice se cambia de atuendo, se peina y se retoca el maquillaje.
—Este te tiene que quedar perfecto —dice ella tendiéndome un suéter negro.
Sn prestarle mucha atención, me lo pongo. En efecto, me queda perfecto.
—Ahora te lo vas a tener que quedar, o nunca lo podré usar por recordar cómo se te veía a ti —dice Alice.
Yo me lo intento quitar de inmediato, por supuesto.
—Alice… —digo, pensando en lo que debe haber costado.
—No, en serio, quédatelo —me dice —Lo compré con rebaja, sobre rebaja. Una ganga total. Y se te ve mil veces mejor a ti.
"No lo aceptes, no lo aceptes, no lo aceptes." pienso, pero alcanzo a ver mi reflejo en un espejo. Me veo bonita, casi bella.
—Gracias —digo y continúo revisando su música —Esta es una excelente selección. Tienes un muy buen gusto musical.
Alice se ve complacida por mi cumplido.
—¿Te molestaría decir eso en un rato, en la cena? —pide —De preferencia en frente de Edward.
—¿Para?
—Él es un nerd musical que cree que nadie supera su gusto y me gustaría tener pruebas que afirmen lo contrario.
—Seguro —digo —Pero yo no soy una gran experta en el tema, así que no sé qué tanta fuerza tenga mi palabra.
—Tu opinión basta y sobra —me dice ella, luego pone cara de niña pequeña queriendo hacer una travesura —¿Quieres verlo?
—¿El qué?
—Que tan nerd es mi hermano.
Sin esperar respuesta, Alice sale de su habitación y se dirige a la que está al fondo del pasillo. Recuerdo que esa es la habitación de Edward. Alice abre la puerta y de nuevo tengo un vistazo de una pared llena de discos y vinilos. No puedo evitarlo, la curiosidad puede más y entro a la habitación detrás de mi amiga.
Leo títulos y títulos de discos, pero no puedo reconocer un patrón de orden. No están por género, ni autor. Ni siguiera por orden alfabético. Sigo intentando encontrar un patrón cuando veo un disco que me recuerda mi niñez. Sin pensarlo, lo saco de su lugar para ver las canciones.
—Frankie Valli —lee Alice por encima de mi hombro.
—Está es la canción favorita de Renée —digo mientras la señalo en la contraportada del disco.
—Vamos a escucharla —dice Alice, tomando el disco de mi mano y colocando el CD en uno de esos aparatos tan costosos que te da miedo de romperlo con sólo verlo.
Después me pasa unos audífonos profesionales, de los que vez en la cabeza de DJs mientras dan conciertos a grandes masas y ella se coloca otros. Las notas suenan con tanta claridad en mi cabeza que me siento transportada en el tiempo y comienzo a balancearme suavemente, como lo hacía cuando mi madre ponía esta canción en nuestro viejo tocadiscos, en la sala de nuestra casa en Phoenix.
—You're just too good to be true, (eres demasiado buena como para ser real) can't take my eyes off of you (no puedo apartar mis ojos de ti) —comienza a cantar Alice —You'd be like heaven to touch (tocarte sería como sentir el paraíso) I wanna hold you so much (quiero abrazarte tan fuerte).
—And long last love has arrived (por fin el amor ha llegado) and I thank God I'm alive (y le agradezco a Dios estar vivo)—sigo yo, aunque nada más muevo la boca, porque no hay manera humana de hacerme cantar.
Veo como Alice se da una vuelta y sonríe a alguien que está detrás de mí.
—You're just too good to be true —volteo y ahí está Edward, recargado en el marco de la puerta — Can't take my eyes off of you.
Me está viendo tan fijamente, que siento que le está cantando a mi alma. Él hace un gesto para que nos quitemos los audífonos.
—Esme me pidió que les avisara que la cena está lista —anuncia sonriendo.
No podría estar más roja aunque me lo propusiera. Salgo de su habitación con la misma cara que de una niña pequeña que fue atrapada haciendo una travesura. La última vez que intentamos acercarnos a su habitación nos cerró la puerta en la cara de un portazo y ahora que nos encuentra usando sus audífonos, oyendo su música parece perfectamente bien con eso. No entiendo nada.
Desde la cima de la escalera puedo ver como el comedor está puesto, con un centro de flores naturales, una vajilla preciosa y candelabros con velas. Siento que estoy en un restaurante de cinco estrellas en vez de en una cena en casa de mis amigos. En el aire hay un aroma delicioso a comida, y ruego porque mi estómago no comience a hacer ruidos. Se oye el timbre de la puerta y Alice va a abrir.
—¡Jasper! —dice y se le cuelga al cuello al hombre recién llegado —Bella, te presento a mi novio.
—Mucho gusto —dice el recién llegado, que no se separa de su novia ni para darme la mano.
Me paralizo en mi lugar. Reconozco a este hombre pero es imposible. Lo conocí en un sueño o, mejor dicho, en una pesadilla. Estaba conmigo en el bosque, después de que la cosa me atacara.
—Mucho gusto —respondo con la garganta seca.
—Por favor, tomen asiento —oigo la voz de Esme llamarnos.
No puedo moverme. Las piernas no me responden. Quiero salir corriendo y no parar hasta que esté dentro de mi casa, pero me quedo ahí parada. Creo que hasta me está costando trabajo respirar.
—¿Vamos? —dice Edward llegando a mi lado y colocando una mano en mi espalda baja.
Al voltearlo a ver y hacer contacto con sus ojos dorados, me tranquilizo tan rápido como si me hubieran inyectado un sedante. El aire vuelve a mis pulmones y estoy tan relajada que casi me da risa pensar lo aterrada que estaba apenas hace un minuto.
—Vamos —respondo sonriendo y dejo que Edward me guíe hasta el comedor.
Nos sentamos y unos momentos después entra Emmet al lado de Rosalie. Nuevamente tengo que recordar como respirar. Ella apenas si me saluda, pero Emmet se acerca a darme un abrazo, como si fuéramos amigos desde hace años. Cuando todos están sentados, yo quedo sentada de un lado entre Alice y Edward, con Jasper, Rosalie y Emmet en frente de nosotros y Carlisle y Esme ocupando un extremo de la mesa cada uno.
—Por favor, comiencen —indica Esme y los platos comienzan a circular.
Edward se encarga de servirnos a Esme y a mí (las que tiene más cerca) y yo agradezco que no sea una cena elegante, con cubiertos diferentes para cada plato, como he visto en las películas. La cena consiste en lasaña, acompañada de una sencilla ensalada con nueces y un aderezo delicioso. Se oye como todos comienzan a usar los cubiertos y yo comienzo a tomar pequeños bocados de mi plato. La conversación fluye, y yo voy brincando de una conversación a otra, sin un orden fijo. Siento que esta familia habla un poco rápido, o tal vez sea que yo estoy acostumbrada a las silenciosas cenas acompañada sólo por Charlie.
—¿Vino, Bella? —pregunta Carlisle, sosteniendo una botella.
—Por favor —acepto y Alice le pasa mi copa.
No me hace falta saber de vino para notar que debe ser una botella carísima. El sabor es delicioso. Termino de comer y todos pasan sus platos vacíos hacia la orilla donde está Emmet, quién se levanta para llevarlos a la cocina.
—Me es profundamente agradable tener a toda la familia reunida para la cena, por una vez —comenta Esme y yo me encojo en mi silla.
Obviamente me estoy entrometiendo en lo que parece ser una celebración privada, aunque nadie ha mencionado que lo sea.
—¡Hay que tomar una fotografía! —dice Alice y va corriendo por su nueva cámara digital.
Ahora definitivamente me quiero fusionar con la silla. Todos se mueven a la sala y Rosalie se sienta en un extremo del sofá, con Esme a su lado. Los hombres se paran detrás del mismo y cuando Alice regresa, me ofrezco a tomar la foto.
—No digas tonterías, Bella —responde colocando el aparato en un tripié y llevándome de la mano hasta el sillón.
Ella se sienta al lado de su madre y yo sonrío forzadamente, viendo a la cámara, pensando en lo mucho que voy a destacar (para mal) en medio de tantos seres tan hermosos y como dentro de veinte años, cuando vean esta foto en un viejo álbum se van a preguntar qué hace esa extraña sentada al lado de ellos.
Alice toma la cámara y comienza a enseñarle a uno por uno la fotografía.
—Es una foto preciosa —dice amablemente Carlisle.
—Creo que la voy a mandar a enmarcar y la voy a colocar en nuestra habitación —dice Esme.
—Con esta luz, tus ojos parecen casi dorados —comenta Alice y me pasa el aparato para que lo vea por mí misma.
Tengo una sensación extraña al verla. Quizá es porque tengo una cara más seria de la que acostumbro en las fotos que me toman, quizá sea porque aún traigo puesto el suéter que me regalo Alice o quizá sea porque al contrario de lo que pensé, la belleza de los demás no me hace lucir peor de lo que realmente soy, sino hace que casi me mimetice con ellos pero, en esta foto, casi parezco parte de la familia.
—Es una linda foto —concedo.
—Te voy a dar una copia —promete Alice.
Los demás están teniendo diversas conversaciones y yo me pregunto si será momento de retirarme, cuando recuerdo que vine en el Porche de Alice. Genial, estoy atrapada aquí hasta que ella decida llevarme a mi casa. Tal vez podría llamar un taxi o podría enviarle un mensaje a alguno de mis amigos o…
—¿Qué es de una celebración sin música? —dice Carlisle y, presionando un botón de un control remoto, notas musicales comienzan a sonar por toda la planta baja de la casa.
Él saca a bailar a Esme y rápidamente Alice y Jasper se les unen. Yo observo a las parejas bailar, todavía sentada en el sillón cuando Rosalie se levanta del mismo para llevar a Emmet hasta la improvisada pista de baile. Creo que estoy por comenzar a enterrar mis uñas en la palma de mi mano izquierda cuando Edward me ofrece la suya.
Sin una palabra, (no hay forma de rechazarlo sin parecer terriblemente descortés) la tomo y dejo que me dirija hasta el centro de la habitación, dónde comienza a darme vueltas y a guiarme cuando es claro que no tengo ni la menor idea de cómo bailar la música que está sonando.
—Para mí, hoy no existe otra cosa más que amarte —oigo que dice Edward mientras me da otra vuelta —Y amar la forma en que luces esta noche. ₁
—"Y la forma en que te ves esta noche" —repito —¿Frank Sinatra?
—Es el favorito de Carlisle para dedicarle a Esme —confirma.
Seguimos bailando varias de las canciones de Sinatra cuando la primera termina. Edward lleva tan bien el ritmo que hasta parece que sé bailar. Todos a mi alrededor siguen disfrutando y yo me dejo llevar. Después de un rato, hasta llego a sentir que en serio estoy en una celebración con mi familia. Bailar con Edward (o más bien dejar que Edward me deslice por toda la sala) me hace… feliz. De alguna manera que hace mucho tiempo no lo era.
Un rato después, Rosalie y Emmet han desaparecido en algún rincón de la casa. Alice y Jasper salieron a "tomar aire por un momento" y no han regresado en más de media hora. Esme y Carlisle se encuentran sentados en la mesa del comedor, hablando tranquilamente entre ellos.
La idea de pedir un taxi regresa a mi cabeza.
—¿Quieres subir a mi habitación? —propone Edward. "¿uh?" —Vi que hace rato estabas interesada en mi colección de música y me preguntaba si quieres seguir explorándola.
"¡Ah!" Por supuesto que a eso se refería. "¿En qué estabas pensando?" me regaño a mí misma.
—Claro —acepto —Se supone que Alice tiene que llevarme de nuevo hasta el pueblo, pero…
—Creo que todavía va a tardar un rato en regresar—completa Edward.
Subimos hasta su cuarto. Mientras yo comienzo a leer los títulos de los discos de nuevo, él selecciona uno de los vinilos, lo pone en el tocadiscos y sube el volumen. Es Frankie Valli de nuevo. Tatareo distraídamente la canción, pasando un mi dedo índice por las estanterías cuando me atrevo a preguntar:
—¿Están ordenados de alguna manera?
—Por año —responde él, colocándose detrás de mí y atrapando mi mano.
—¿Cuál es tu década favorita? —intento seguir la conversación.
—¿Tienes alguna teoría? —pregunta susurrando en mi oído.
—¿Sobre qué? —respondo cautelosamente.
—Sobre qué soy —dice casi tocando mi oreja.
Me hielo. Por supuesto, una parte de mí esperaba que esta conversación llegara a pasar, pero la gran parte de mí esperaba, rogaba, deseaba, que lo dejara ir. Ahora tengo que explicar cómo mi patético cerebro hizo corto circuito y me hizo creer ver cosas que no estaban ahí en primer lugar.
—Ese día estaba asustada —empiezo, todavía sin voltear, con mi vista clavada en los discos que tengo delante mío —Había tenido una noche mala, producto de un sueño muy raro y lo que pasó con esos hombres realmente me descolocó y no estaba pensando claramente y…
Creo que estoy comenzando a hiperventilar.
—Respira —me indica Edward y hace que me gire.
Con trabajo, puedo hacerlo. "inhala, exhala."
—Entonces, ¿no tienes más dudas locas en tu cabeza? —inquiere. Respondo negando con la cabeza. Él sonríe.
—Sola una —recuerdo de repente —¿Eras tú, el día del accidente con el auto? ¿tú me serviste de escudo humano?
Su sonrisa se borra.
—No —responde —De escudo humano, no.
"¡Aléjate!" grita una voz en mi cabeza, justo como durante mi pesadilla. Esta vez, tampoco hago caso. Al contrario, me acerco más al cuerpo de Edward, que ya es decir, porque me tiene casi atrapada entre él y la estantería de discos.
—¿Entonces? —digo.
—¿Quieres que te responda? —su mano izquierda rodea mi cintura.
—No —contesto.
Entonces él se inclina y con sus labios atrapa a los míos.
Este no es (ni de lejos) mi primer beso, aunque se siente como tal. Sus labios son demandantes, rápidos y se mueven de una forma casi furiosa contra los míos. Yo me siento una novata y no sé cómo corresponderle, dónde colocar mis manos, qué hacer con mi nariz. Cuando por fin me decido a poner una mano en su nuca y otra en su pecho, para atraerlo hacia mí, sin que me aplaste con la estantería, suelto un pequeño gemido que hace que pegue todo su cuerpo contra el mío.
—¡¿Qué estás haciendo?! —retumba la voz de Rosalie desde la puerta del cuarto.
Automáticamente yo salto, para intentar despegarme de Edward. "Inhala, exhala, inhala, exhala." Repito como un mantra.
Los gestos de Rosalie y Edward me indican que se están gritando el uno al otro, pero creo que el mejor beso de toda mi vida me dejo sorda, porque no soy capaz de oír un sonido. Como puedo, me escabullo entre ambos y salgo de la habitación. Creo que Edward pretende seguirme, pero Rosalie se lo impide.
Bajo corriendo hasta la sala, y me alegro enormemente cuando veo que está vacía. Salgo de la casa y me maldigo a mí misma. Había olvidado que no traigo la camioneta. "¿Por qué no pedí un taxi cuando tuve la oportunidad?". Resignada, comienzo a caminar por la vereda. No dos ni diez pasos cuando oigo la voz de Alice a mis espaldas.
—¡Bella! —me llama.
Estoy demasiado avergonzada como para voltear, pero ella me alcanza.
—¿A dónde vas? —pregunta cuando llega a mi lado.
—A mi casa —respondo testarudamente.
—Espera, voy por mi auto y te llevo —dice.
—No hace falta, gracias —digo, intentando ocultar mi cara con mi cabello.
—Bella —dice ella con un tono que claramente quiere decir "deja de actuar como una estúpida".
—No sé qué pasó —le digo viéndola a los ojos —No sé cómo pasó. Estábamos hablando de música, y de repente… él sólo… y yo…
—Espérame un momento y hablamos de camino al pueblo —me dice.
Un minuto después, está abriendo la puerta del copiloto desde su asiento.
—Sube.
—Lo siento, lo siento, lo siento —digo mientras me abrocho el cinturón.
—Tú no tienes nada de qué disculparte —me dice, haciendo un gesto con la mano para reafirmar su punto —No estoy ciega, ¿ok? Sé cómo mis hermanos pueden… atraer a las personas. Pero les he dicho cien veces que mis amigas están off limits. ₂
—Lo siento, lo siento, lo siento —continúo.
Me tranquiliza mucho ver que en serio no está enojada… conmigo.
Al llegar al pueblo, Alice se estaciona junto a mi camioneta, pero antes de bajar, saca una pequeña caja envuelta en papel negro con un moño plateado de su guantera.
—Se suponía que iba a darte esto en la casa —dice dándomela —Pero más vale tarde que nunca.
—Alice… —digo abriéndola —Gracias, pero ¿a qué se debe?
—Tómalo como un regalo atrasado de Acción de Gracias o uno adelantado de Navidad. —responde encogiéndose de hombros —Sólo prométeme que lo vas a usar.
Desenvuelvo el regalo y abro la caja con cuidado. Dentro hay un medallón plateado, colgando de una larga cadena también plateada. El medallón tiene la imagen de lo que asemeja un león, una mano extendida sobre de él, con tréboles debajo y un diseño floral complejo rodeándolo. No sé si es mi "estilo", pero definitivamente es precioso.
—Gracias —digo, mientras me lo coloco.
Alice sonríe al vérmelo puesto.
—Una cosa más —dice antes de despedirnos —Probablemente vayamos a pasar unas semanas con nuestra familia de Alaska —me informa —Así que quizá no vuelva a verte hasta Navidad o Año Nuevo.
—Ok —digo y la abrazo —Buen viaje. Llámame cuando regreses.
—Lo haré —promete y se despide con la mano antes de arrancar.
Al llegar a casa, veo que la patrulla de Charlie ya está estacionada afuera. Al entrar, no me sorprende encontrarlo viendo un partido en la pantalla, con una caja de pizza frente a él.
—¿Tuviste un buen día? —pregunto sentándome en el sillón.
—Excelente —contesta sin quitar la vista de la pantalla —¿Y tú?
—Brillante —respondo.
—¿Tienes planes para la noche de año nuevo? —pregunta de nuevo. Me sorprende, porque falta un mes para que se acabe el año.
—No que yo sepa —digo.
—Los Clearwaters quieren hacer una fiesta con varias familias ese día —dice Charlie. "¿Quiénes?" me dan ganas de preguntar —Estamos invitados.
—Genial —digo y ambos nos quedamos viendo la pantalla hasta que el juego termina.
₁ La canción originalmente dice "There is nothing for me, but to love you and the way you look tonight". Le ajusté un poco el significado para que tuviera sentido en español.
₂ Fuera de los límites. Prohibidas.
Gracias lectores fantasmas por existir. Tengo un bloqueo y aunque sé perfectamente como continúa esta historia, no he podido escribirla desde hace semanas. ¿Alguna idea u opinión?
