Aclaración: Rurouni Kenshin no me pertenece, si no que es propiedad del tío Nobu-chan-kawaii!

Resumen: Kaoru es una joven desafortunada, estaba por acabar con su vida cuando un hombre misterioso la detiene. Este hombre es el demonio que viene a hacerla caer en los pecados, para poder acabar con el mundo. Ya ha logrado que ella peque de soberbia, por lo que la tierra ha temblado. Por otro lado, el obispo Aoshi Shinomori recurre a la seria mentalista Misao Makimachi para resolver juntos el problema que se cierne sobre la tierra. Ahora veremos quien es el personaje tan necesario para acabar con el problema.

El peor de lo pecados es amare, leviatán.

Segundo a cuarto pecado: "golosamente envidiosa… respira de mi… condenadamente avara".

Fecha: 05/06/06.

Misao manejaba, algo que simulaba tristemente ser un auto. Parecía perdida en pensamientos vagos, pensamientos a los que Aoshi no podía acceder. Entraron en el barrio más popular de Tokyo iluminado completamente con luces multicolores, letreros que invitaban a una noche de juerga. Aoshi se persigno y Misao tuvo que sonreír.

Ambos bajaron del auto ya estacionado y entraron a un local que destacaba por su iluminación. Un bar.

-bienvenidos al bar "el rurouni", por favor, pasen por acá.- habló la recepcionista con un gesto de invitación, ubicándoles es una mesa pequeña. Como cortesía de la casa, le sirvieron a cada uno un navegado. (Vino tinto, caliente, con azúcar, sin alcohol y con naranjas…rico para este cruel invierno.).

Aoshi lo miro con una mueca de asco sin siquiera probarlo.

-vamos señor Shinomori, esto no le hará mal, si ni siquiera tiene alcohol.- hizo notar Misao para dejar caer en tentación al débil hombre. La mujer prendió un cigarrillo, logrando que el religioso le mirara reprochador.

-no muchas gracias, la verdad es que no gusto de esta clase de bebidas… esta segura de que eso no le hace mal?- informó el hombre, mientras inspeccionaba el local.

-ya entiendo porque a su iglesia le dicen "castradora".- habló Misao bebiendo de tres sorbos su vaso. Aoshi la miró algo impresionado y ofendido.

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Hajime y Tokio Kamiya se encontraban viajando en su auto, un Audi de color negro. El camino se vislumbraba oscuro y solitario.

De repente la mujer sintió un frió recorrer su espalda…una extraña sensación. Una premonición.

-sabes que te amo, cierto?.- preguntó sin saber el por que. El hombre le miro curioso.

-esa es la única explicación que encuentro a que me hayas logrado soportar tantos años.- explicó con una enorme sonrisa. Ladeó el rostro para mirar a su hermosa mujer, distrayéndose un poco de la carretera.

Craso error.

En cuanto volvió la mirada al pavimento, un hombre pelirrojo parado en el medio de su camino le hizo desviar su curso de manera abrupta y rápida.

El auto cayó en un acantilado, explotando furiosamente al estrellarse en las rocas.

El hombre de la carretera sonrió y en medio de las penumbras…desapareció.

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Kaoru despertó al sonido del teléfono, miro hacia los lados, buscando al hombre con el que anteriormente había compartido el más feroz de los besos. Pero estaba sola.

Contestó el teléfono de malos modos…y este se deslizó de las manos de Kaoru, cayendo pesadamente al suelo, al escuchar lo que su interlocutor le decía.

Sus padres… no podía ser cierto.

-no, no¡¡¡, no puede ser¡¡¡.- gritó mientras caía de rodillas, imposible se sostener el peso de su angustia. El matrimonio Kamiya había muerto hace unos momentos en un accidente de transito.- Yahiko¡, como le voy a decir esto?¡¡.- habló recordando el moreno rostro de su hermano pequeño.

-Kaoru…- escuchó la voz a su espalda.

Kaoru se volteo con la cara empapada en lágrimas, apenas conteniendo los sollozos. Se lanzó de lleno a los brazos del pelirrojo.

-Kenshin¡¡, mis padres…Yahiko…como se lo voy a decir.-lloró mientras rozaba su mejilla en el cuello del hombre, buscando consuelo.

-podemos evitarle esa pena.- Kenshin la separó de su cuerpo para mirarla directamente a los ojos.- envíalo lejos, a un internado, a otro país, donde nunca se entere. Hazlo por mí.-

-por..ti?.-

-por mi, por ti, por tu hermano.- Kenshin vio como Kaoru asentía.- tu quedarás en posesión de los bienes que a tu hermano le corresponden, para que el no se de cuenta.- Kaoru volvió a asentir. Kenshin sonrió mientras notaba que la avaricia consumía a la mujer…y el cielo se nublaba profundamente, dejando caer fuertes rayos sobre la ciudad. Ya faltaba poco.

Tomo su mano y la llevo en dirección el sofá, dejándola descansar en su abrazo.

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Misao buscaba con la mirada, hasta que lo encontró. Un magnifico hombre detrás de la barra que envolvía ardientemente a una mujer. Los ojos se le encendieron de alegría.

-vamos.- ordenó ahogadamente al hombre que, frente a ella, se moría de aburrimiento. Aoshi se despejó la modorra y caminó hacia la barra, detrás de Misao.

Ella caminaba con un desplante envidiable, mientras las luces del lugar cegaban a Aoshi.

-usted es Hiko Seijuro, cierto?.- Preguntó la mujer, mirándolo directamente a los ojos. El obispo se sentía totalmente fuera de lugar, buscando a alguien que no conocía para resolver algo que no sabía a ciencia cierta.

-depende de que quieres…si me vienes a cobrar algo, pues yo no soy el que buscas…- terminó con una sonrisa burlesca. Misao le arrugó la nariz, olisqueando el olor a descarado. Aoshi ya no entendía nada, hace una hora que no hablaba. Según el, había llegado la hora de acotar. Aunque fuera una idiotez.

-señorita Misao, me puede explicar de una buena vez que estamos haciendo aquí?.- la pregunta salió en forma de balbuceo, como un niño preguntando por su madre. Misao y Hiko sonrieron.

-vamos al privado, papi.- invitó con una sonrisa Misao a Hiko, pero tomando a ambos hombres del brazo. El privado era una salita pequeña, con una mesa y cojines para sentarse, una lámpara baja y un frigobar. Se sentaron pesadamente, suspirando.- papi, él es el obispo Shinomori Aoshi.- presentó indicándolo con el dedo, de forma vulgar. Hiko asintió.- señor Shinomori, el es Hiko Seijuro…el Dios en la tierra.-

-mmmhhh, y espera que le crea eso?.- Aoshi mostraba una cara de incredulidad imposible. Hiko carcajeó.

-si no quieres creer, no me importa. Yo no debo demostrarte nada.- habló arrogante, ahora mirando a Misao.- quien entiende a los humanos, creen en ti aun sin verte y cuando te ven, no lo creen.- Misao asintió.

-usted no puede ser Dios, porque si lo fuera, no sería tan altanero y por lo que vi, además mujeriego y burlesco.- Aoshi se ponía de pie, listo para abandonar el lugar.

-si serás imbecil… no son ustedes mismos los que dicen que yo cree a los hombres a mi imagen y semejanza, yo no soy perfecto, nadie lo es.- Aoshi quedó meditando ante estas palabras.

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-ven.-

-no.-

-ven¡¡, te va a gustar, lo prometo.-

-de verdad?.-

-promesa es promesa…-

Kaoru se acerco a la cocina, limpiándose las lágrimas que le quedaban en la cara. La expresión reciente de pena cambio rápidamente en una de asombro, al ver en la mesa el más grande y hermoso pastel que hubiera visto antes en su vida.

Kenshin sonrió ante lo fácil se convencer a la joven. Ya estaba en sus manos.

-es para mi?...toda?...enterita?.- Kenshin asintió con una seductora sonrisa.

-solo… si te la comes toda…- casi cantó el pelirrojo, invitando a la joven a tomar posición lista para comer. La invitación estaba echa, la glotonería era toda suya.

Media hora después y tal como él lo suponía, la mujer terminó de comerse completamente la torta. Con ansia, con risa… con gula.

La tierra tembló más fuerte que la última vez, sacudiéndolo todo.

Por lo que otro beso fue entregado como regalo, festejando anticipado, el triunfo de quien deseaba agrietar la tierra hasta que se acabase.

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-y que opina?...hay algo en lo que nos pueda ayudar?.- Misao hablaba sin mirar nada más que a sus cartas, nuevamente lanzadas. "El mago" se mostraba imponente y no pudo evitar pensar que se refería al obispo Shinomori. Habilidad e ingenuidad.

Seguramente si algún día quisiese enamorarse, lo haría justamente del mago. Volvió la vista a su interlocutor.

-claro que puedo…pero recuerda que ella tiene libre albedrío, yo no me puedo oponer a sus decisiones.- habló Hiko bebiendo de su sake. Aoshi estaba fuera de lugar.

-ella?...ella quien?.- Aoshi preguntó ya un tanto enojado. Ellos sabían muchas cosas que él no, y eso lo dejaba en completa desventaja. Misao suspiró antes de empezar a explicar.

-ella es la mujer de que le hablé cuando nos conocimos, este demonio esta tratando de que ella caiga en los pecados, para poder eliminar a la raza humana… lo peor de todo es que ella ya ha caído en dos pecados…- y no pudo continuar la frase, porque en ese momento la tierra empezó a sacudirse, de manera mas violenta que la ultima vez.- tres pecados.- corrigió con un soplo.- ahora solo debemos esperar…es lo único que podemos hacer.-

-por que no intentan hablar con ella… entren en su vida…ayúdenla a encontrar el camino. Si no lo logran, entonces yo me tendré que encargar del resto.- instó Hiko con el rostro desencajado por la pena. Aoshi pensó que para eso podía ser bueno. Después de todo el era un obispo respetado. El le llevaría a la joven la palabra de Dios. Hiko observó a Aoshi… pensando en el importante rol que él jugaba, aun sin saberlo… el ejecutor de sus planes.

Su enviado… su hijo.

Pero dentro del obispo, la tela de la duda empezaba a tejerse. Luego de conocer a Dios, le costaba entregar su alma, su vida. Miró a la templada Misao frente a el. Todo iba bien hasta que los verdes acuosos le miraron esperanzados…y la duda terminó de invadir su débil corazón.

Hiko le susurró.

-entregué esta vida para que hicieras con ella lo que quisieras, pero amar es algo que ustedes concibieron…acaso no puedes contra ese sentimiento?.

Aoshi pudo sentir la tibieza del amor… por primera vez. Agradándole la tranquilidad y felicidad que le provocó. Después de todo… él no era más que un humano y tenían todo el tiempo del mundo. La tos seca de Misao lo paralizó.

O tal vez no…

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Los ojos dorados observaron a la mujer dormida sobre el sillón. La única luz de la habitación daba al ambiente una penumbra romántica. En un momento, sintió la urgente necesidad de acariciar la suave piel, sentir su tibieza.

Una batalla empezó en la mente compartida por el sacerdote y el demonio.

-por que?.-

-por que, que?.-

-por que la deseas?.-

-no la deseo, la necesito.-

-claro que la necesitas…pero aun no te das cuenta de que tanto la necesitas.-

-ella es solo una humana. Y que me dices tu?.-

-yo?...solo pienso que ella es muy buena para sufrir tanto.-

-demasiado buena… acaso es tan malo llegar a amarla?.-

-tú dímelo.-

-yo?...yo no se amar.-

-entonces porque mi cuerpo reacciona cuando la miras?

-es tu cuerpo, tu dímelo.-

-acaso un demonio puede llegar a amar?.-

El religioso desapareció ante este último comentario, dejando al demonio asombrado ante la pregunta.

Y el amor fue dando paso a la comunión entre los dos seres. Ámbar y violeta… bondad y maldad, uniéndose para rendirse ante la mujer dormida.

Llamaron a la puerta antes de que la unión fuera completa, quedando el violeta como poseedor del control. Todo era confuso. Mareado y aturdido, fue a abrir la puerta…pero no esperó lo que ahí encontraría.

Una hermosa mujer de negros ojos y cabellos, pálida…Tomoe.

-Tomoe?...no…no puede ser…tu estas muerta.- aterrado, el hombre empezó a retroceder, intentando protegerse con las manos delante de él. Kaoru durmiendo.

-que sucede querido, acaso no me extrañaste?.- habló la mujer con un deje de pena, pero con una sonrisa perversa, cerrando cada vez mas el espacio entre los dos. El aire enfriándose lentamente, el frío de la muerte.

La mujer posó su mano en la mejilla del sacerdote, quien sintió que el toque le helaba hasta el alma. Temblaba… de miedo, de frío… el mismo la había asesinado.

La escena no cambio, exepto por la mujer de azules ojos que presenciaba a la pareja… con envidia.

La lluvia estalló, inundando rápidamente las calles. Un diluvio infernal.

Y Tomoe se desvaneció habiendo cumplido su misión.

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Misao abrió con rapidez la puerta de su negocio, intentando escapar de la lluvia. Detrás de ella, Aoshi se cubría el cuello con su abrigo, impaciente por la lentitud de la mujer.

-señorita Misao, esta lloviendo aquí.- alegó bromeando.

-cállese… no veo nada, maldición¡¡.- Misao chilló cuando las llaves se le resbalaron. Las recogió con manos torpes pudiendo por fin abrir la resistente puerta.

Entraron a la oscura estancia, tropezando con cada cosa que se les cruzó por el frente.

-definitivamente, este no es mi día.- susurró con un lamento Misao, prendiendo una vela y colocando la tetera para servir un té a su invitado de piedra. Aoshi, como cada vez, hizo oídos sordos a la queja de su compañera.

-cree que es bueno que mañana visitemos a la señorita?.- habló distraídamente Aoshi, leyendo con poco interés un libro sobre la vida del hijo de Dios… inconsciente de la similitud.

-visita de cortesía?.- Misao ahora preparaba la mesa, mirando de reojo al obispo. Coloco sus cartas del tarot sobre el mueble, sin darse cuente que una escapaba del montón, mostrándose reveladora.

-por supuesto, soy un caballero.- rió divertido tomando asiento.

-pues bien podrías dejar de serlo.- casi habló Misao, con el gesto serio y enamorado.

-dijo algo?.- preguntó distraído Aoshi, soplando su té hirviente.

La mujer no contestó, solo se sentó en el puesto frente al religioso. Tomaron del brebaje en silencio, sin mirarse. La mano de Misao descansaba sobre la mesa… frágil. Aoshi no dudó en cubrirla con la suya, fuerte, dándole seguridad. Misao por sorpresa escupió el líquido.

-debería reconsiderar el hecho de ser un obispo, señor Shinomori…- Dijo Misao sin apartarse del toque, sintiendo la calida piel sobre la fría suya.

-créame, señorita Misao, que ya lo he deliberado…- Misao no pudo notar que el hombre se acercaba a ella, hasta que sintió unos labios posándose sobre los suyos.

La carta solitaria sobre la mesa era "el sol".

El amor.

Continuará…

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Talcahuano, Chile. Lunes 05/06/06…0:27 hrs, en mi casa escuchando el soundtrack de Tsubasa Chonicle.

Pero buuueeeeno, si que estoy en la cuerera con este ff, pero estoy relativamente contenta con este capitulo. En ciertas escenas les he dejado algunas pistas acerca de quien es realmente Aoshi y cual será el final de la historia. El capitulo que viene es el ultimo…ship.

Ahora hablando de cosas sin importancias para ustedes, mi amiga personal Arcasdrea me ha prestado el soundtrack de rurouni kenshin y les juro que lloro como una nena cuando lo escucho…la música de los ova´s no la quiero ni escuchar o juro que me corto las venas.

El día sábado fui con Auki-chan al ciclo de anime como todos los sábados y los animes que dan son:

Ergo Proxy: ahora si que le estoy agarrando el gustito, ese toque dark que tiene me fascinaaaa.

Noein: muy buen anime. Sobre todo las peleas… pero debo admitir que estoy engañando a Kenshin con un personaje de este anime. Su nombre: Atoriiii. Juro que es muy kawaii… mijito rikoooooo. Es tan re pa´o. lo amoooo. El opening es genial, si alguien sabe como se llama, me hace el favor de decirme?.

Naruto: paso…. (con ese comentario quiero dejar en claro que no le encuentro ni un brillo, aparte de la música en las peleas. La segunda película…paso también.

Bleach: jijijijiji igual es como fome, pero es mejor que RARUTOOOO. Me encanta un tipejo que sale ahí, pero no se como se llama. Es un capitán de una de las tropas, uno bajito de pelo blanco y corto… si alguien sabe como se llama díganme por fissss.

Xxx Holic: Watanuki-kun es tiernoooo, y Yuuky- san bebe más que yo… que desdicha…muy recomendado.

School Rumble: juajuajuajua es pa ´matarse de la risa… y yo peleo con Arcasdrea por Harima-kun… muy bueno, si alguien no lo ha visto, pues bueno, consígaselo.

Ouran Host Club: medio homosexual el anime, pero es muy tierno… pero como que mucha flor y pétalos volando… muchos corazones y destellos en los ojos, aun así es muy recomendado para quien ama el humor ridículo y el amor…como yo.

Mil besos y se les ama de verdad.