Aclaración: Rurouni Kenshin no me pertenece, si no que es propiedad del tío Nobu-chan-kawaii!

Resumen: Kaoru es una joven desafortunada, estaba por acabar con su vida cuando un hombre misterioso la detiene. Este hombre es el demonio que viene a hacerla caer en los pecados, para poder acabar con el mundo. Ya ha logrado que ella peque de soberbia, por lo que la tierra ha temblado. Por otro lado, el obispo Aoshi Shinomori recurre a la seria mentalista Misao Makimachi para resolver juntos el problema que se cierne sobre la tierra. El personaje que buscaban fue encontrado, el Dios en la tierra. Aoshi debe cumplir una misión, pero el lo desconoce. Solo quedan tres pecados más.

Moni-notas: este capitulo contiene escenas medias hentai, pero no quiero hacer un lemon hasta que este preparada, así que prometo no describirlo por completo.

CAPITULO COMPLETAMENTE DEDICADO A NUKI-CHAN, FELICITACIONES AMIGAAAA, LICENCIADA, LICENCIADA…GUENA PROFE…¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

El peor de lo pecados es amare, leviatán.

Fecha: 06/06/06.

Quinto a séptimo pecado: "Lujuria de mañana… pereza en la tarde… y por la noche… ira de muerte".

Kaoru estaba de espalda al pelirrojo, cruzada de brazos. Notablemente enfadada. El cura la miraba confundido sin poder entregar explicación alguna a lo sucedido la noche anterior. La imagen de Tomoe aun no podía desaparecer de su mente, menos aun lograba dar una coherencia a sus ideas. El demonio entró en los pensamientos del sacerdote, sin permiso alguno. Afuera, la lluvia continuaba anegando las calles con su caída copiosa.

-que sucede?.-

-no lo se…-

-tienes miedo?.-

-no lo se…-

-hay algo que sepas?.-

-si… que tu tienes que ver con la aparición de Tomoe.-

-yo, no te gustó verla?.-

-nadie quiere ver los secretos de su pasado.-

-tienes miedo…-

-miedo y preocupación… Kaoru, no está bien.-

-estará bien mientras yo este con ella.-

-eres tu quien la lastima.-

-también tú, con tu silencio.-

-que puedo decirle, que la amo pero que no debo amarla?.-

-dejemos que el tiempo se ocupe de tus palabras.

Kaoru mostró su rostro, volteándose rápido y revelando la mueca de disgusto estampada sin recato.

-ahora puedes decirme quien era ella?.- preguntó fingiendo tranquilidad, aunque la envidia le consumiera las tripas y le enrojeciera las mejillas. Los violetas convirtiéndose rápida y disimuladamente en ámbares divertidos y celosos.

-no, pero quizás tu si puedes decirme quien es él…- consultó serio mirando al recién llegado parado en el umbral de la puerta, con expresión asombrada y las llaves tintineando en sus manos.

-Enishi…pero que haces aquí, maldito bastardo¡¡¡¡?.- preguntó congelada Kaoru, cambiando simultáneamente su mirada de Kenshin a Enishi. La sorpresa fue adquiriendo tono de miedo para convertirse luego en extrañeza. Acaso no debía estar en prisión?.

-ohh, Kaoru kawaii, deja tus resentimientos atrás, por favor.- habló riendo Enishi, dejando su pequeño maletín en el suelo y acercándose a abrazar a la antes nombrada. Como si nada de lo acontecido en el pasado alguna vez hubiera ocurrido.

-Kaoru kawaii?.- murmuró medio enfadado el pelirrojo demonio, tentado a separar el asfixiante abrazo en el que estaba atrapada la estática mujer.

-oh, claro que es kawaii, o no mi pequeño hombrecito?.- preguntó Enishi mirando atrevidamente al hombre de los ámbares. Ante la sorpresa de Kaoru, Kenshin sonrió ladinamente, su macabra mente ideando un maldito plan para convertir a esa extraña visita, en un juguete del deseo. Kenshin acercó sus manos a las del platinado hombre, su pecho junto al otro y sus labios cubrieron los fríos del recién llegado.

Kaoru tapó su boca con ambas manos, asombrada e intentando contener un grito. Seguramente se había perdido de algo.

Luego de haber besado al hombre, Kenshin se acercó a Kaoru, extendiendo lánguidamente su mano con la tentativa de acariciarla. Ella no se resistió y se dejó ser estrujada en los fuertes brazos del demonio. Enishi se les acercó por la espalda de Kaoru, besándole el cuello y humedeciéndole la delicada piel con la lengua. en tanto Kenshin se apoderaba pujantemente del interior de su boca.

Las manos hábiles de los hombres no se contuvieron, por lo que las caricias empezaron siendo suaves, terminado en apretones apasionados en las curvas sensuales de la mujer, quien cerraba los ojos entregada completamente a la nueva sensación.

Kaoru se entregó a la excitación de compartir su lecho con dos hombres, ser la amante compartida. Saboreando dos pieles y siendo saboreada ella también. Y así, los tres retozando en la cama, Kaoru dejo que ambos hombres la hicieran suya, disfrutando de su completa lujuria.

En el cielo, de las negras nubes, brotó un diluvio inundando ahora por completo las calles. Otro pecado había sido consumado.

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Misao miró detenidamente hacia el firmamento, por el ventanal de su negocio. Le era imposible no notar como las calles se anegaban rápidamente ante la abundante lluvia. Si todo seguía así, muy pronto tendrían que salir de ahí. Mientras la expresión de Misao cambiaba, Aoshi la observaba como no podía hacerlo cuando ella le veía.

-vamos, Misao es hora ya.- le invitó el obispo. Les esperaba una visita a la casa de Kaoru Saito, según habían logrado averiguar. Misao ni siquiera le miró, indignando levemente el orgullo de Aoshi.-si lo que desea es que le pida perdón por el beso que le robé por la noche, no lo voy a hacer.- murmuró con voz ronca. Recién empezaba a notar la cantidad de sentimientos que Misao le hacia contener. Entre ellos, el deseo… de abrazarla hasta el final.

-quien soy yo para perdonar, vámonos, baka.- caso rió ante la cara embobada del moreno. Tomándolo de la mano, se disponían a salir en dirección a la casa de Kaoru, pero Aoshi tironeo a Misao, haciéndola chocar directamente con su pecho.

-cuando todo esto termine, que pasará con nosotros?.- preguntó con una deje de pena que a Misao le pareció sinceramente, muy tierno.

-dejémosle eso al tiempo.- bien sabes que tengo poco…pensó Misao mirando la palidez de su piel, entre la cual podía apreciar el color de sus venas.

-creo que el tiempo puede esperar… cásate conmigo.- no era una pregunta ni una orden… era una súplica.

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Ya el sol ocultaba sus últimos rayos, dejando la ciudad en una completa penumbra. El demonio miro a su presa durmiendo entre sus brazos. El hombre platinado miraba la escena parado en el umbral de la entrada de la habitación.

-realmente la amas, cierto?.- preguntó el altísimo hombre mirando al pelirrojo. Este solo le asintió con el gesto serio.

-tú nunca debiste haber venido, tú nunca debiste ver esto.- afirmó el demonio, acercándose amenazante, pero el otro no retrocedió. Kenshin puso una mano en su hombro y Enishi se evaporó, convirtiéndose rápidamente en cenizas, sin emitir ni un suspiro.

Ese fue el momento que Kaoru eligió para despertar.

-Kenshin, donde fue Enishi?.- La voz cansada, Kaoru miró hacia los lados buscando la presencia del nombrado.- acaso se fue ya?.-

-mhhh, ya se fue, muy lejos.- Kaoru empezó a levantarse para hacer la cena, pero Kenshin se lo impidió besándola mientras la recostaba en la cama.- mejor descansa, yo me encargare de todo por esta tarde.- instó acariciándole la mejilla, arrancándole un pequeño gemido de placer.

-pero… no estoy cansada.- informó reincorporándose, aun así, la presión que hacia el hombre sobre su cuerpo nuevamente se lo impidió.- Mou!.-

-que descanses te digo¡¡¡, holgazanear un poco no te matará!.- casi gritó ya cansado de la terqueza de la mujer. Resistió las ganas de besarla, a pesar de lo apetitosa que le parecía en ese momento.

-está bien, malvado.- rió Kaoru intentando besar los labios tan deseados, pero este se los negó.

-solo contigo, descansa.- invitó dejándola sola en el dormitorio.

Kenshin cerró la puerta y apenas lo hizo, una fuerte ráfaga de viento sacudió todo lo que encontró a su paso, botando árboles y volteando autos. Su sonrisa macabra no se hizo esperar.

Kaoru había caído en la pereza, durmiéndose en cuanto él abandonó la estancia.

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Misao continuaba sentada en la banca más cercana, mirando sus cartas, pero estas se negaban a darle una respuesta. Aoshi, en cuanto vio que Misao le daba la espalda, tomó su respuesta como un no. No la culpaba, no podía. Eran muchas sus diferencias.

Misao llevada toda la tarde convulsionándose en una fuerte tos.

Decidió esperar a que ella terminara de ver el tarot, pero ya llevaba alrededor de cinco horas sin que ella siquiera le mirara de reojo. Estaba a punto de levantarla y sacudirla, presa de la confusión que sentía. Escuchó que las campanas del negocio sonaban, haciendo notar la llegada de alguien.

Una anciana mujer caminaba lentamente ayudada por un bastón en una mano y una niña como de siete años en la otra. La chiquilla le quedó mirando con sus vivaces ojos verdes, sonriéndole. Su mirada cambió de dirección, observando a la mujer aun concentrada en sus cartas.

Corrió en dirección a ella.

-madre, como ha estado?.- preguntó muy respetuosa, abrazando al objeto de su dulce afecto. Misao salió de su trance al sentir tan calida caricia, apretando a su hija mientras besaba su frente.

-muy bien Rukia-chan, como estas tú?.- preguntó mientras la dejaba estar a su antojo.

-muy bien también¡¡¡.- cantó divertida, mirando el rostro de un estupefacto Aoshi.

-señora Tawaki, como esta todo?.- Misao hizo una inclinación ante la rancia mujer.

-como podría estar mal, si Rukia-chan es un amor. Nos vemos Makimachi-san. - hizo notar la señora, sonriéndole al mundo entero y abandonando el lugar.

Rukia tomó la mano de Aoshi, sin que este se diera cuenta y empezó a seguir con la punta de su pequeño dedo, las líneas de la mano.

-usted es un hombre destinado a la compañía, jamás estará solo y su vida será larga y provechosa.- empezó a narrar la niña, sin dejar de mirar la palma de la mano.

-Rukia…- habló con voz de advertencia Misao, sabiendo muy bien que cada vez que la pequeña leía la mano, terminaba hablando de más.

-déjela, Makimachi-san.- susurró con voz burlesca al agregar el honorífico. Rukia sonrió al ver lo bien que se llevaban, a pesar de las miradas rencorosas.

-tiene un problema muy grande en este momento y la muerte se le acerca como una sombra de mujer, pero saldrá invicto.- continuó con una sonrisa grotesca.

-suficiente Rukia-chan, Shinomori-san y yo tenemos que salir ahora y tu no puedes quedar sola, vendrás con nosotros.- ordenó Misao tomado la mano de su pequeña hija. Los tres salieron en dirección a la casa de Kaoru.

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-por que yo?.- preguntó Kaoru, mientras pintaba una acuarela. Un demonio cayendo en un pozo, entre las llamas.

-porque tú eres mi elegida.- informó Kenshin sacándole brillo a una lujosa katana, mirándola ansioso por el reflejo del metal.

-que me hace especial?.- Kaoru sacó la vista de la pintura para ver los ámbares anhelados.

-tu pureza.-Kaoru emitió una carcajada triste. El pelirrojo se acercó, posándose en su espalda. Ella volvió la atención al cuadro, continuándolo.

-ya no soy pura…- Kenshin se sintió desfallecer al tocar el negro cabello, peinándolo.

-tu esencia lo es.- explicó el pelirrojo tomando la mano en la que Kaoru sostenía el pincel.

-solo ella nada más.- Kaoru dejó que el hombre guiara su mano, pintando a su capricho.

-el hijo que se forma en tu vientre tampoco será puro.- Kenshin dibujo una niña al lado del tenebroso demonio dibujado en la tela.

-como lo puedes saber?.- preguntó Kaoru un poco extrañada de la afirmación y la pequeña dibujada.

-soy casi un Dios.- la niña fue coloreada con los ojos azules, como los de Kaoru.

En ese momento tocaron la puerta insistentemente.

Al abrirla, Kenshin se encontró con una poco grata sorpresa.

Hiko Seijuro le miraba cuestionante.

-vamos a conversar.- invitó el fornido hombre, entrando al departamento y tomando del brazo a Kaoru. Ella solo le miró con calma.

-vamos Kaoru, esta bien.- tranquilizó Kenshin. Salieron los tres del edificio, subiéndose al auto de Hiko, tomaron la dirección para salir de la ciudad.

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Misao manejaba lentamente, pero al divisar el auto de Seijuro en las cercanías del edificio, apresuró urgentemente la marcha. En un par de minutos, ya estaban en un bosque, junto a Dios, el diablo y a Kaoru.

-Shinomori-san, lo estaba esperando.- habló Hiko e invitándolo con la mano a acercársele. Aoshi obedeció.- usted esta aquí para cumplir su misión, como mi hijo, es su obligación.- Aoshi ni siquiera se extrañó, dentro de el, siempre supo la verdad de su existencia. Asintió indicando que continuara.- ya sabes que hacer.- terminó Hiko con expresión cansada y triste.

-no tengo otra opción, cierto?.- Seijuro negó.

Misao miraba la escena que compartían padre e hijo después de tanto tiempo sin reunirse, sabía que no debía interferir, pero le molestaba el hecho de que el demonio y la mujer no soltaban sus manos.

Aoshi caminó hacia la pareja, sin mostrar miedo alguno. Kenshin le observaba divertido. Que podría hacer un humano contra el?. Ya frente al pelirrojo sacó de entre sus ropas una plateada daga, la cual fue enterrada de un solo y certero golpe en el pecho de…Kaoru.

Kenshin ahogó un gritó de asombró e ira, tomado a la desfallecida mujer antes de que cayera al piso.

-no… no puedes… dejarme ahora, dijiste que siempre estarías conmigo¡¡¡¡.- gritó fuera de si, sacudiendo el ya inerte cuerpo de Kaoru.

Ella soltó un ultimo aliento, falleciendo con los ojos entrecerrados y la cabeza caída hacia el lado, mirando esperanzadamente a la hija de Misao, quien del susto de desmayó. La niña era su salvación, la continuidad de su alma.

-ahora ustedes deben pagar… porque… porque…porque yo la amaba¡¡¡¡.- gruñó con los ojos nublados por las lagrimas y la cara desencajada por la pena. Con un gemido lastimoso se lazó dispuesto a matar a Aoshi, pero Hiko de interpuso entre el, sacando una dorada espada.

Misao por fin pudo soltar el aire que retenía en el pecho. De alivio. Miró a su hija entre sus brazos, despertándose lentamente. Mostrando sus ojos… azules.

-vete, ya nada obtendrás con quedarte aquí.- habló con voz calmada Seijuro, Kenshin cerró los ojos como meditando la sugerencia. La tierra se partió en una feroz fisura, mostrando las tinieblas y las llamas. Arriba en el cielo, la luna por fin lograba asomarse, entre la tormenta que se dispersaba.

Kenshin levantó el rostro observando a Rukia y sonriendo al notar el extraño color de sus ojos.

-volveré por ti, Kaoru…- murmuró Kenshin dejándose caer en la grieta, en silencio.

-Kaoru?...- preguntó en un susurro Misao, mirando extrañada a su hija. Hiko se le acercó a observarla, notando el cambio en sus ojos.

-ahora ella es su objetivo.- explicó Seijuro acariciando la mejilla de Rukia.- ya es hora Misao, debemos irnos.- la mujer asintió hundiéndose en los brazos del hombre.

-irse, pero donde?.- preguntó desesperado Aoshi, mientras Rukia tomaba su mano, dándole un apretoncito.

-sabias que yo pronto debía irme no, cuida de Rukia por mi.- Misao miró como Aoshi asentía, aun a su pesar. Rukia ya estaba preparaba para esta despedida, por lo que solo le sonrió diciéndole así, que solo era un hasta pronto.

En los brazos de Hiko, Misao fue cerrando los ojos, cayendo en un sueño tranquilizador, ante las miradas resignadas y lacrimosas de Aoshi y Rukia.

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Diez años después…

-Aoshi, por aquí!.- gritó una joven de ojos azules y cabello azabache, ya saliendo del colegio. Aoshi la miró y como siempre, no pudo evitar pensar en lo mucho que se parecía a su madre.

-Rukia-chan, cruza con cuidado.- urgió Aoshi al ver como la muchacha cruzaba locamente la calle. Al hacerlo, ambos se fundieron en un abrazo.

-tengo compañero nuevo, es lindísimo, míralo.- Dijo apuntando emocionada hacia la entrada del edificio, frente a ellos.

Aoshi siguió el dedo indicador, logrando apreciar a su objetivo. Un joven de larga cabellera roja le inspeccionaba con sus ámbares.

Una sonrisa macabra ya tan conocida.

Y en el cielo, las nubes se agrupaban invocando una tormenta… un diluvio.

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El peor de los pecados es amarte, leviatán finalizado.

Hola hola, hola hola.

Terminado este ff por fin, dudas consultas o reclamos, en un review por favor, algun dia los contestare. SE LOS JURO¡¡¡

Muchisimas gracias a todos aquellos que leyeron este ff, dejaran o no dejaran review, de verdad me motiva a seguir escribiendo.

Pero aun asi me he dado cuenta de que por mas que intento escribir ff dramáticos o angustiosos, no es lo mio, como que no me salen ahhh me da rabia¡¡¡¡¡

Creo que mejor haré solo ff de humor…

Adiós y muchas gracias de todo corazón.