INTERCAMBIO

Marinette observó la pantalla de su teléfono, confundida y sorprendida. Los recuerdos de aquella tarde aún estaban enmarañados y difusos en su cabeza cual película de media tarde que intentas ver mientras te echas la siesta. Aunque ella misma los había vivido, le era difícil conciliar que había estado ahí y no eran los recuerdos de otra persona. Con el paso de los días, incluso había empezado a creer que se lo había imaginado todo.

Con la llegada de la policía todo se había vuelto un poco más caótico. Marinette, que empezaba a pensar con la cabeza fría, estaba nerviosa. Se bebió toda la botella ante la insistente mirada de Alya, aunque no tardó en arrepentirse, la tensión le apretó la vejiga y le entraron unas ingentes ganas de orinar.

—¿Estás seguro de que la mujer estaba bien? —pregunto Marinette a Adrien.

En la mente de Marinette el charco de sangre que rememoraba era cada vez más y más grande, producto de su propia ansiedad. Alya le habló antes de que Adrien tuviera la oportunidad de responder.

—Mira, voy a ver si me entero de algo, ¿vale? —le sugirió Alya con un tono tranquilizador, acuclillándose frente a ella—. Tú quédate aquí tranquila.

La mirada insistente de Alya le advirtió que no pensaba moverse hasta que obtuviera una respuesta.

—Vale —contestó Marinette, apretando la mano de Alya en un ademán afectuoso—. Gracias.

—Para eso estamos —le sonrió Alya poniéndose de pie—. Me la cuidas, ¿vale?—le pidió a Adrien.

—No me moveré de aquí —dijo Adrien, tranquilo y seguro.

Entonces Alya se marchó rápidamente hacia la ambulancia que estaba aparcada junto a la acera donde se había producido la agresión.

—Perdona por todo esto —se disculpó Marinette—. Y gracias.

—No tienes por qué disculparte, lo hago con gusto.

Tenía una sonrisa tan gentil y bonita que Marinette se sintió durante un instante desorientada de nuevo.

—Sé que deberías estar trabajando en lugar de estar acompañándome, pero no me gustaría estar sola ahora —reconoció Marinette—, hasta que lleguen mis padres al menos.

—No podríamos seguir mientras esté la policía yendo de un lado para otro y hablando con los testigos —Adrien se encogió de hombros—. Tampoco es que me entusiasme demasiado la idea —comentó Adrien por lo bajo.

—¿No te gusta ser modelo? —preguntó Marinette intrigada, agradecida por un tema de conversación que alejara sus pensamientos de lo que ocurría en el parque.

—Mas que no gustarme…— comenzó a decir Adrien con voz monótona y aburrida—. Supongo que es algo que no me entusiasma demasiado, lo hago porque tengo que hacerlo y ya.

—Vaya, lo siento mucho. No tiene que ser agradable dedicarle tantas horas a algo que no te gusta.

—No es tanto como que no me guste, es más bien… —Adrien se pasó las manos por el cabello en un gesto intranquilo e impulsivo, una expresión frustrada similar a la de un león enjaulado—. No quiero sonar como un ingrato, ¿sabes? Ser modelo me ha traído muchas cosas buenas, pero…

—Pero no te llena —completó Marinette.

Adrien suspiró.

—Me ha quitado muchas cosas, supongo. No puedo ir al instituto y salir con mis amigos cualquier tarde, no puedo hacer nada sin consultar la agenda primero… Y me frustra, supongo.

Adrien se llevó las manos al rostro y se lo restregó, en un intento de quitarse esa emoción desagradable de encima. Es ese momento Marinette se dio cuenta que, bajo aquella percha perfecta y controlada, había alguien impetuoso y desenvuelto que no podía expresarse a gusto.

Adrien abrió las manos para poder mirar a Marinette, lleno de culpabilidad.

—No sé por qué te cuento todo esto, disculpa.

—A veces es más fácil hablar con extraños —supuso Marinette con amabilidad—. Y creo que no soy la única a la que toda esta situación le ha puesto los nervios de punta.

Adrien rió por lo bajo sin dejar de mirarla.

—Puede ser…

—¡Oh, ahí vienen mis padres! —dijo Marinette, observando cómo Tom y Sabine la buscaban entre la multitud. Habían encontrado a Alya y estaban hablando con ella, preocupados.

—Vamos, te acompaño —le sugirió Adrien, poniéndose en pie.

—Gracias —dijo Marinette, levantándose y caminando a su lado.

—Oye, no te lo pregunté la otra vez porque la situación era incómoda, tenía la esperanza de que si nos volvíamos a ver las cosas serían más fáciles, pero supongo que no —Adrien volvió a reír ante la mirada curiosa de Marinette—. Me caes bien, me pareces una persona increíble y, no sé, me preguntaba si querrías ser mi amiga.

Adrien se ruborizó, avergonzado, y Marinette tuvo que hacer un esfuerzo para no exclamar lo increíblemente tierno que le pareció.

—¿Te parece bien que intercambiemos los números de teléfono? —sugirió Marinette—. Es más fácil ser amiga de alguien a quien puedes contactar.

Adrien le mostró una sonrisa radiante, Marinette se preguntó si iba a derretirse como las alas de cera de Ícaro al volar muy cerca del sol.

—Me encantaría.

Después de eso se habían despedido y Marinette había pasado varias horas en comisaría en compañía de sus padres para testificar. Habían tardado mucho más de lo esperado por la burocracia y los trámites que por otra razón, pero a Marinette le había dado igual. Todo ese batiburrillo interminable frente al escritorio de la policía que la atendió valió la pena cuando le informaron de que la víctima estaba bien, que había sido una herida aparatosa, pero superficial.

Y así habían pasado las semanas, hasta el punto que Marinette se preguntó si Adrien habría perdido su número, se habría arrepentido o se habría olvidado. Pero entonces apareció un mensaje en su pantalla.

¡Hola!

Disculpa por no haberte escrito antes

Con el problema en el parque, tuvimos que reprogramar toda la agenda para poder sacar la sesión de fotos

No he tenido tiempo de nada

Espero que hablemos pronto

Soy Adrien, por cierto, que no sé si después de tantos días has borrado mi número jajajaja

El corazón de Marinette se apretó en su pecho.

Viernes, 11 de marzo de 2022


¡Hola a todos, lindas flores!

Bien, este capítulo me habría venido mejor después de valiente, pero qué le vamos a hacer, la brújula tienen que adaptarse al calendario jajaajajaja. Así que, bueno, le eché un poquito de creatividad y algo de adrinette.

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos mañana!