Código Guardianes: El ascenso de Tinieblas
Capítulo 7
Nota de autor: Para identificar a cada personaje, pondré un 910 o 911 entre paréntesis para identificar si es uno de los Guerreros o uno de los Guardianes, respectivamente.
Capítulo previo al especial del 31 de Diciembre que, espero, poder hacer este año de nuevo.
La mesa del interior de la casa estaba finamente decorada por un mantel blanco. Un par de jarras con zumo servían como bebida, y mientras Michaelis se dedicaba a darse una ducha caliente, los otros dos se habían sentado a la mesa para hablar más cómodamente. Ulrich le separó la silla algo a Jamily, que asintió y se acomodó con cuidado; tras eso él se colocó en frente de ella, y la observó servirse a sí misma y luego llenó el vaso del hombre, que no dudó en beber cuando la vio tomar de un trago el líquido. Era de sabor dulce y agradable, en otro contexto lo hubiera disfrutado bastante, sin embargo ese día estaban en una reunión de vital importancia.
-Sí, sé lo de Máximo Décimo, era centurión en el Muro de Adriano, hace cientos de años -comenzó ella, Ulrich la miró con interés-. Además de eso, sólo sé sobre su romance con Minerva de forma muy… breve, está obsesionado con devolver su antiguo esplendor a Roma.
-¿Te refieres a la diosa pagana?
-A la misma -ella bebió un poco más-. Las pocas veces que hemos coincidido, soló sentí algo oscuro venir de él, pero nunca llegué a saber su verdadera naturaleza… -suspiró algo- Sin embargo, me hago a la idea de qué puede ser.
-¿Y bien?
Jamily sonrió, Ulrich como siempre iba directo al grano.
-Se hablaba del centurión fantasma, uno con el poder de derrocar a cualquier Emperador -el chico se limitó a suspirar pesadamente-. Su poder venía de las sombras y olía a azufre, así que yo apostaría por un demonio.
-Pero no parece alguien poseído.
Ella asintió despacio.
-Lo sé, esa es la parte interesante -se terminó su bebida y se sirvió algo más-. Creo que Máximo, en un momento dado, controló a ese demonio en una… simbiosis algo extraña y oscura.
-Entiendo… -Ulrich bebió entonces, pensativo- ¿Sabes cómo podemos evitar que nos controle?
-No sé ni qué hechizo usó… -reconoció ella- Ni idea de dónde sacó esa magia, pero el caso es que existe y sabe usarla, puedo buscar entre mis libros antiguos.
-No será necesario, puede bastar con no acercarnos -se giró suavemente al ver al marido de ella salir del baño-. ¿Os va bien viviendo aquí, aislados?
-No nos podemos quejar -murmuró la mujer-. Noté que tenéis dos nuevos Guardianes, tras la… en fin, la tragedia.
-Les enseñaremos Yumi y yo, evitaremos que caigan en malas manos -aseguró, y se levantó-. Puedo levantar una pared de energía que evite que nadie os venga a molestar.
-Estoy embarazada, no lisiada -le espetó ella-. Aún me puedo defender -Ulrich la miró de soslayo, y se limitó a asentir despacio-, sin embargo… gracias por preocuparte.
-Es lo de menos…
Se giró y se dispuso a salir por la puerta, cuando escuchó un suave quejido de Jamily, así que se le cercó. Tenía una mano en su estómago, sin embargo no quitaba de su rostro su habitual suficiencia.
-Ahora poco podéis hacer contra lo que viene, lo sabes, ¿verdad?
-Sé que no tenemos demasiado poder -aseguró el chico-. Comparados con los seres del Cielo no somos nada para la mayoría, pero no me preocupa ninguno de ellos, al menos ahora.
-Tinieblas resurgirá en poco tiempo, Ulrich -le avisó ella, colocándose a su altura y mirándole a los ojos-. Es imposible evitarlo, será un hecho en cuestión de días.
-Tu fuiste su heraldo, es normal que…
Sin embargo, la mujer negó con energía.
-No es por eso, todos los importantes quieren que suceda, y nuestra voluntad no es nada en comparación a la de ellos -parecía asustada, notó él-. Como consejo… no os metáis en medio, Ulrich… no debéis morir.
-A buenas horas te preocupas de nosotros.
Él salió de allí de mal humor, envuelto en llamas y desapareciendo en forma de estrella fugaz hacia el horizonte. La aelida observó en silencio su recorrido con un deje de tristeza en el rostro. Sabía que se merecía ese trato sobradamente, de haber sido el chico seguramente se hubiera dicho a sí misma unas cuantas barbaridades más. Pero no le había soltado un farol, era consciente que en poco tiempo Tinieblas sería libre… ahí se demostraría verdaderamente el poder de todos ellos, pero ya no podía decirles absolutamente nada. No después de la traición, no intencionada pero sí necesaria. Era triste pero así era, y le daba una profunda pena… al final eran sus hijos adoptivos. Se apoyó en el marco de la puerta y observó el cielo, pensativa, y rezando porque todo saliera bien dentro de las limitaciones. El aire acarició su pelo y una agradable sonrisa apareció en su rostro al identificar la esencia de Aurora en el, o eso creyó sentir. Puede que simplemente fuera su mente, que quisiera pensar en ello…
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En el Infierno las cosas seguían una evolución similar hasta ahora. Tras la muerte de Lilith, el chico se había limitado a hacer menos toscas las piezas de su nueva armadura, o más bien, seguía como podía las indicaciones de las herramientas – que trabajaban solas pero con algo de torpeza –; guiaban al chico sobre dónde golpear, unir los materiales o pulir su superficie. Negro como la noche, brillaba suavemente y había llegado incluso a unir unas cuantas esquirlas, fundirlas, y unirlas al filo de su espada por indicaciones de Tinieblas, que había observado todo el proceso proyectándose al lado del chico.
Se había quitado la ropa por la intensidad del calor; pese a que con su energía se podía cubrir incluso de una estrella, necesitaba usarla precisamente para dar una mejor forma al metal. Usaba sus poderes para potenciar el fuego y no deshidratarse por el sudor en los descansos, en un círculo sin fin de trabajo. Sin embargo no se cansaba en absoluto, su nueva señora estaba impresionada por su trabajo, aunque no decía nada al respecto. Sólo el martilleo incesante y los gruñidos del chico cuando algo no le salía como quería rompía el silencio. Si había demonios por la zona no se habían atrevido a entrar, de hecho era lo que mejor les convenía por la reciente muerte de su más antigua líder. El resto de Caballeros vivos caerían a manos de William, eso lo tenía él tan claro como que el día seguía a la noche…
-¿Podré usar esta armadura fuera de aquí?
-Por supuesto, querido -aseguró ella, hablando por primera vez en horas-. De hecho puedes fusionar esta con la antigua.
-Eso había pensado, pero quiero conservar su antigua belleza… -murmuró- Y no sé si sabría hacer eso, se lo tendría que pedir a Percy, que siempre lo hará mejor que yo.
Tinieblas asintió despacio, tenía sentido lo que él decía.
-Si lo haces por ti mismo podrás mejorar -le recordó-. Además, yo pienso que lo que has creado es hermoso, William.
Él observó la creación. Es verdad que parecía brillar como el cielo nocturno, cuando tocaba la parte exterior con la mano emanaba una energía mágica como nunca había sentido, y las decoraciones casi se formaban solas; consistentes en líneas de luz tenues, formaban olas a lo largo de la superficie, con un lobo rampante en la zona del corazón.
-Yo sólo quiero salir de aquí cuanto antes… -murmuró, triste- Y si para eso debo enfrentarme a los señores del Infierno… lo haré con gusto.
Las piezas volaron a su cuerpo y lo cubrieron totalmente. Su espada apareció en su derecha, y un par de brillantes alas negras se formaron en su espalda. Aletearon y la determinación apareció en su rostro con la misma fuerza con la que estallaban las estrellas en el cielo. Quería irse a casa y descansar por una vez en años, así que buscó a los tres que quedaban: Abadon, Eve y Alheim.
En un parpadeo, y antes de que ella pudiera decir nada, apareció en la sala del trono del palacio de Lucifer. Allí estaban congregados los tres Caballeros, torturando al enésimo desgraciado que había llegado con la mala noticia de no haber encontrado al Guardián, o peor, de haberlo encontrado había sido destruido por el mismo. La sorpresa en sus rostros fue mayúscula al verle ahí de pie, espada en mano y con su energía ardiendo… una diferente a la que habían sentido en anteriores encuentros.
-Mierda…
Eve fue la primera en recibir el corte del filo de su espada; desapareció en el aire antes de que pudiera ser atravesada, sin embargo una gran barrera se alzó antes de que pudiera huir; una brillante energía negra como la obsidiana iluminó paredes y puerta, mientras Tinieblas hacía acto de presencia y se colocaba a la altura del trono, donde Abadon se había quedado estático.
-¿No me dejas sentarme, muchacho?
-¡Habla conmigo, desgraciado!
William se le lanzó con la misma violencia de un enorme oso, y enganchó al demonio del pecho; cuando se disponía a aplastar su cabeza el otro le lanzó una esfera de energía directa al corazón que le lanzó al chico contra la pared al otro lado de la sala; sin embargo se detuvo en el aire y procedió a atacar de nuevo con su espada. Alheim no se quedó quieto y también le atacó por sorpresa, pero la energía del chico era tan intensa que hacía que los tres tuvieran que protegerse cuando explotó instantes después.
-¡Esto es por todas vuestras humillaciones!
Grandes enredaderas nacieron del suelo, que se enroscaron en torno a sus cuerpos y apretaron con una fuerza desmedida. Energía recorrió sus tallos y chamuscaron a los tres, que forcejearon para liberarse. Si quería guerra la iba a tener; rayos de energía salieron de sus cuerpos, William interpuso su espada para defenderse pero fue poco a poco empujado hacia el otro lado. El apretó los dientes, recibió los puños de Eve y Abadon en sus costillas cuando estos se aparecieron a su lado, de un rápido movimiento de su espada los apartó, y adolorido se llevó una mano a la zona afectada. Los otros dos tenían sus manos brillando, con cara de pocos amigos y humeantes, el material comenzaba a hacerles efecto. El combate se estaba alargando demasiado.
-Duele, ¿eh? -la respiración de todos estaba entrecortada en esos momentos- Vosotros… vuestra raza nos hizo sufrir hasta unos límites insospechados… y los bastardos alados… sólo Seriel se salva, juro… juro…
No llegaron a escuchar lo que dijo; una enorme fuerza manó de él, y de nuevo comenzaron los golpes de energía, patadas y puñetazos, todos a la velocidad de la luz. En otras circunstancias hubieran acabado con ese chico con la misma facilidad que habrían matado a una mosca; pero Tinieblas le potenciaba hasta colocarle incluso por encima, pero ese dominio de la energía de la entidad no era algo que se pudiera hacer de forma natural.
Sin embargo, no tuvieron demasiado tiempo de pensar en ello. De las alas de energías de él volaron unas plumas que fueron a golpearles directamente a la frente; desaparecieron en el aire para esquivarlas y engancharon al chico por la espalda y comenzaron a golpearle con una gran violencia, todo ante la atenta mirada de Tinieblas, sentada en el trono, que analizaba todos los eventos. Él se transformó entonces en un gran dragón oscuro, cuyas garras perforaron las pieles de ellos mientras su larga cola manejaba la espada negra con la misma habilidad que tendría con la diestra. Ensartó a Alheim en ese momento mientras volvía a una forma humana, en la izquierda tenía el cuello de Abadon, luchaba por ahogar también al otro… sus ojos brillaban como una estrella, en una expresión de cólera inusitada.
Roto por dentro chilló con fiereza, lanzándoles con tan mala suerte que en el estómago del primero se formó un gran corte al ser despedido sin cuidado alguno. Su energía estalló mientras se disolvía en el aire ante la mirada nerviosa de los otros dos, también heridos pero no de gravedad. Ese lugar volvía loco a cualquiera de estar demasiado tiempo, y comenzaba a afectar al otro. Lágrimas salían de sus ojos recordando todo lo que le esperaba ahí fuera, deseaba volver con todas sus fuerzas y ese ímpetu era lo que le guiaba.
La Marca de su antebrazo brillaba con intensidad mientras el chico lanzaba ondas como tsunamis y que ellos tuvieron que saltar para esquivar la parte más poderosa. Por su parte lanzaron sus propias esferas para atacar, pero estas se disolvieron en aquel océano de poder que él había generado en pocos instantes. Según aterrizaron en el suelo cuerdas se generaron en torno a sus cuerpos para atarlos, cuando intentaban liberarse estas simplemente se apretaban más aún y comenzaban a doler. Maniatados intentaron escapar pero sin éxito pues las murallas de energía seguían alzadas, nadie podía entrar ni salir de allí.
Agotado, William se fue acercando con su espada preparada para atravesarlos, el odio se irradiaba de su cuerpo y una intensa energía oscura emanaba de ella dispuesta a salir en forma de explosión.
-¿Unas últimas palabras?
-Ya eres uno de nosotros… -comprendió Eve entonces- Tu odio… te ha trastornado tanto que te volvió… oscuro como lo somos los Caballeros…
Se escuchó una siniestra risa entonces, William se limitó a hundir el metal en el cuello primero de Eve y luego en el de Abadon. Según hizo eso acabó en el suelo, inconsciente tras aquella gran gesta y con todo su ser magullado y requemado. Tinieblas sólo entonces se levantó de su sitio, se le acercó con una suave sonrisa. Por supuesto que Eve había mentido, esperaba que el otro lo supiera… se lo preguntaría cuando se recuperara y abriera los ojos, por el momento se limitó a alzarlo con sus poderes y abrió la puerta por primera vez tras el combate.
Había un grupo de demonios que se disolvió en el aire a un movimiento de la muñeca de ella; ninguno más se atrevió a acercarse, así que ella se limitó a acercarse a un área algo más privada del edificio. Apareció tras pocos pasos en un cuarto parecido a lo que llamarían un baño, una tina de agua de la que manaba un agradable calor. Depositó al chico en su interior con cuidado, tras retirarle la armadura y que se rearmó en el aire.
-Descansa, mi heraldo, y recupérate de tus heridas…
El agua rodeó al chico, que se quejó un poco del dolor mientras sus moratones y huesos rotos fueron curándose poco a poco; su energía brillaba suavemente en el proceso, y ya más tranquila, Tinieblas se limitó a limpiar su cuerpo con las manos. Delicadamente las pasaba por el cuerpo de él, tratando con su propia energía aquello que veía, con una ligera preocupación por su estado. Tal fue el despliegue de poder que hizo que se unieron totalmente; con las horas que pasaron en las fraguas, sumadas a las que duró el combate, sin darse cuenta él había estado usando sus poderes durante mucho tiempo seguido. Era raro que hubiera podido seguir ese ritmo, pero sólo confirmaba la buena idea que era que él fuera su representante en la Tierra.
-Me duele todo…
Él no se espabiló hasta un buen rato más tarde, aunque seguía algo adormilado. El agradable olor de carne con patatas llegó a su nariz y, con algo de esfuerzo, llegó a abrir los ojos para saber si estaba alucinando en esos momentos. Pero no, a su lado había un carrito con un plato de ese delicioso alimento; Tinieblas esperaba a su vera, con unas toallas listas, y él se recolocó.
-Es normal, porque has usado mucho poder -le recordó ella-. Tu cuerpo no está acostumbrado, has usado mis fuerzas sin saber aún canalizarla apropiadamente… y has cortocircuitado, en términos simples.
Él asintió despacio, encima venía de apenas descansar. Por muy Guardián que fuera, y aunque no necesitara dormir o comer como si fuera alguien normal, eventualmente llegaba a su límite y tenía que hacer un parón. También había que sumar que allí la presión era enorme. Ese chico era como una barra de acero que estaba siendo templada por las llamas más duras, golpeada por los aceros más gruesos, y por los herreros más fuertes. Su corazón había sido expuesto a la más dura de las pruebas, y su cuerpo había llegado a un límite que casi lo rompe. Era, sin embargo, lo bastante resistente para poder capear el temporal… y con esa explosión más propia de una gran estrella que de un humano, había acabado con los seres más poderosos de aquel antro.
-Superé tu prueba…
-Has luchado muy bien, pero estás lejos aún de los arcángeles -le comentó ella, se había cruzado de pierna y sonrió al verle comer con ganas-. Tu poder ha crecido, sabes usar mejor el mío, pero te arriesgaste mucho, querido mío.
Él asintió, mientras se limitaba a comer rápidamente, pero ella le colocó las manos en las suyas para que lo hiciera con algo más de calma. Este así hizo, algo sonrojado al darse cuenta de su situación para con ella, pero que se limitó a esperar. No le era en absoluto desconocida las formas de su cuerpo, y de lo efectos que podía tener en William. Sin embargo no estaba interesada en ello, y él tampoco, pero no podía evitar alguna que otra mirada al cuerpo del otro; más por curiosidad sana que otra cosa. Habían pasado poco tiempo juntos pero esos ratos fueron realmente intensos y se habían conocido bastante en ese tiempo en el Infierno. Lo bastante para que el aspecto del otro no les fuera indiferente, pero en esos momentos tenían otras cosas en mente.
De hecho no fue hasta ese momento que comenzó a pensar activamente en Beatrice. La había tenido en sus pensamientos pero fue al ver a la otra que recordó lo que sentía por esa chica. Era tan diferente a Electra que se sorprendía a sí mismo de que se hubiera fijado en ella. Tinieblas podía adivinar sus pensamientos, eran muy humanos, así que se limitó a colocarse a su vera y le rodeó con sus poderes. Ahora sólo quedaba que su alma se recuperara, momento en que serían uno y pudiera usar todo su poder sin salir herido en el intento y sin romperse por dentro.
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Mientras eso pasaba en el Infierno, en la Tierra el grupo de Johnny se había dedicado a prepararse para un primer encuentro más o menos deseado con sus dos tíos paternos. En la última ocasión dejaron claro que no había nada que hacer al respecto de tener que ayudarles, lo que no sabían era si realmente se podían creer lo de tía Tinieblas. De ser así, puede que hasta quisieran acabar con William de alguna manera ya que él tenía su Marca impresa en el brazo cortesía de Jamily; en cuanto escuchó esa opción Ariadna se negó tajantemente a ayudarles en nada, por eso no estaría durante las negociaciones. De hecho sólo irían los adultos, y no todos; únicamente Gabriel asistiría. Azrael se quedaría protegiendo el fuerte, aunque de poco serviría ante el poder de los demás.
Habían quedado en un parque, lo que el arcángel no sabía era que iría Luz mismo. Se apareció ante su hijo a la hora convenida, sin demasiados aspavientos y con un aspecto muy normal, nada intimidante; sin embargo su infinito poder le delataba, según estuvo en su presencia no pudo evitar tragar saliva y hacer una suave reverencia. Por supuesto que sabía dónde estaban en todo momento… pensar lo contrario supondría ser muy ingenuo.
-Padre…
-Me alegra verte, Gabriel -Luz le ayudó a levantarse de un tirón-. Te veo bien, como siempre.
-Si, bueno…
-Sentémonos, hay mucho que hablar.
Este obedeció. Estaban cerca de una terraza, así que se sentaron en unas sillas. En seguida llegó una chica a atenderles, y una vez pidieron, se miraron en un silencio un pelín tenso. Era gracioso en cierto punto ver a dos de los seres más poderosos de la realidad esperando a que llegaran sus cervezas. Había sin embargo algo de tensión en el ambiente, hasta que el mayor habló.
-Bueno… Creo que ya te informaron de lo que está pasando.
-Sí, me temo que sí… -murmuró el otro- ¿Por qué ahora? ¿Por qué poner en peligro a toda la realidad por un capricho, padre?
El otro se limitó a asentir, podía comprender sus palabras.
-Fue un error desde el primer instante, eventualmente tenía que corregirse -explicó-. Pero estoy dispuesto a hacer frente a mi error y subsanarlo.
-Ya…
-No te veo muy convencido, hijo.
-Es que no lo estoy -murmuró-. Al menos los ángeles y demonios no se están matando entre ellos en la realidad física.
-Fue un gran acierto por parte de ese grupito, los Guardianes, de cerrar las puertas del Infierno -sonrió un poco por ello-. Aunque tendrá que abrirse de nuevo, y creo que eres consciente.
-No, no lo sabía -le espetó Gabriel, serio-. ¿Para qué queréis hacerlo?
-Tinieblas está ahí junto a William, cuando esté listo será liberada -le explicó el otro-. Su conexión es la más intensa con uno de sus heraldos hasta ahora, y servirá de portal para el ascenso de mi hermana.
El otro suspiró pesadamente, y bebió casi de un tirón su bebida. No le hizo efecto alguno, sin embargo Luz le detuvo agarrándole del antebrazo. Gabriel le miró de mala manera pero gruñó, sabiendo que no se podía oponerse.
-No quiero nada de esto…
-Por eso vine a verte, para que fuera yo el que te lo dijera -murmuró-. Sé que tus hermanos no han sido los más diplomáticos, te pido disculpas por ello.
-Eso es lo de menos -le espetó-. Tinieblas acabará con todo según aparezca, ¡ni todos juntos podremos detenerla!
Pegó un golpe en la mesa que hizo dar un bote al otro, y nervioso, se cruzó de brazos ante la dura mirada de Luz. Reprobaba su comportamiento, pero seguía comprendiendo su actitud. Se recostó en su asiento y le miró directamente a los ojos.
-No recuerdo haberos pedido permiso, o siquiera necesitaros para nada -le espetó-. Entiendo vuestras reticencias, pero así se hará y punto, ¿entendido?
-Por supuesto… -Gabriel sonrió con diversión- Tu siempre tan conciliador…
De nuevo el atronador silencio hizo acto de presencia. En todo momento estuvieron presentes Miguel y Lucifer en una de las cercanas mesas, fue en ese momento que notó que… estaban solos. Estaba tan centrado en su charla que no se dio cuenta en qué momento habían desaparecido todos los humanos de allí.
-Pongamos las cosas claras, hijo -Luz parecía haberse calmado-. Yo sólo quiero recuperar a nuestra familia, ningún momento sería bueno para eso y quería que las aguas se calmaran… han pasado eones desde que Tinieblas fuera encerrada, y tus hermanos no parecían estar cerca de reconciliarse -les señaló entonces-. Ahora al menos pueden sentarse a la mesa sin matarse entre ellos.
-Con ella no será tan fácil y lo sabes… -gruñó- Nos estás llevando a un suicido colectivo por tu maldita manía de juntarnos…
-¿Nos ayudaréis o no?
-No tenemos otra opción -Gabriel se levantó serio, entonces-. Tengo que volver con los demás, ya habían aceptado esto… saber que vienes con nosotros lo facilitará.
Luz asintió, antes de que hicieran nada más aparecieron ambos justo al lado de los demás, y que saltaron en el sitio por la sorpresa. Evidentemente él sabía perfectamente dónde estaban y no podían evitar que llegara con ellos. Azrael fue el primero en acercarse, estaban en la habitación que ocupaban de un pequeño hotel en las cercanías de Berlín. La única que no estaba allí era Gabrielle, que en esos momentos trabajaba en su bar de París; el Supremo se limitó a sonreírles algo.
-Ya sabréis quien soy, supongo -comentó, con cierta diversión-. Vosotros me llamáis Dios, pero no estoy aquí para que me adoréis -se limitó a sentarse en la cercana cama-. Es un bonito sitio…
Era un sitio amplio, con cuatro camas y los armarios llenos de ropa. Johnny y Obara dormían cuando él llegó, mientras Ariadna observaba a su madre usar el móvil, mirando la pantalla con fascinación; Azrael era el único que trabajaba con el ordenador en el que tenían la información cuando los dos hicieron acto de presencia. La tenue luz artificial del exterior se colaba por las cortinas, y en las noticias se podía ver la noticia de la tormenta que se había comenzado a formar en las inmediaciones de Roma.
-Se ha autoinvitado -aclaró Gabriel-. Supongo que para que pensemos que nos podemos fiar de él…
-Soy vuestro padre al final del día -le aseguró el otro-. En pocos días llegará Tinieblas, sólo quería saber de vuestra propia voz si puedo confiar en vosotros.
Ariadna entonces se acercó a Luz, con curiosidad, y le observó directamente a los ojos. El otro hizo lo mismo con ella, y se mantuvieron la mirada durante unos eternos segundos hasta que él asintió.
-Bueno, ¿en qué te puedo ayudar, querida niña?
-¿Vas a traer a papá de vuelta? ¿A William?
-Eso intentaré.
-Si algo le pasa… -su mirada se volvió tétrica- No tendré problemas en atacarte.
Luz soltó una sonora carcajada mientras los arcángeles se removía, nerviosos. Se iban a llevar bien, desde luego…
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Bien, ¿Qué os parece? ¿Os gusta? Como siempre, comentad, decid que os gusta y que no etc... Para acabar , me despido, hasta la próxima , y que la inspiración os acompañe. Código Lyoko ni ninguno de sus personajes me pertenece, así como Marin, que pertenece a Doctor Who.
