Tras más de medio año sin actualizar traigo al fin el capítulo 2.
Me siento en obligación de dar explicaciones por la gran tardanza y es que, como ya comenté en un inicio si mi memoria no me falla, siempre llevo un capítulo escrito por delante, es decir, que mi tardanza no se debe a lo mucho que me haya costado hacer el capítulo 2, sino el 3 que recién he acabado. Esto no ha sido porque sea endemoniadamente largo, sino porque no me sentía contenta con lo que escribía y lo he hecho de nuevo un montón de veces hasta que por fin me he quedado contenta con esta última.
A raíz de siempre llevar un capítulo por delante he decidido que al final de cada capítulo dejaré un pequeño adelanto que incluirá lo mínimo posible, solo para que al menos se tenga una idea de lo que se viene encima.
Con relación a los comentarios, en esta ocasión los reviews que haya en este capítulo serán respondido por privado, ya que creo que es demasiada espera tener que esperar tanto tiempo para algo así. Eso no incluye por supuesto a los comentario de lectores sin cuenta, que serán respondidos en cada capítulo si es que se da el caso.
Ahora, responderé todos los reviews de esta vez, que debo admitir que me han sorprendido.
arual17: Me dio gracia lo de la nueva faceta, pero bueno, en este fic las cosas no serán tan simples como pintan en un principio, o por lo menos esa es mi intención. El pasado de Aoko se irá descubriendo a pasos minúsculos, pero en sí, las lágrimas de la bruja no son por el pasado, sino por el futuro que tienen delante, siento si no lo di a entender bien.
Kid Walker: Pues, no te digo que no pueda ser una mujer, pero tampoco te lo afirmo. La verdad es que el que quiere ver muerto a Kaito tiene detrás más de lo que parece, y bueno, todo se irá resolviendo a su ritmo. Y su comportamiento...Ya se irá viendo si cambia, no cambia o que ocurre con él y si al fin aceptará un compromiso, ¿no?
Usio-Amamiya: XD, ese comentario me encantó y en su momento me dio mucha gracia. Me alegro de que te guste, y espero que siga así.
Des97: Muchas gracias por el cumplido, me alegro de que te parezca que mi historia está tan bien escrita. Espero seguir viéndote por aquí.
Y bueno, muchas gracias a todos por haber leído y dejado un comentario.
Espero que os siga gustando la historia y seguir leyendo vuestros reviews, muchas gracias.
Dislaimer: Los personajes de Magic Kaito y Detective Conan no me pertenecen, solo los utilizo para crear nuevas historias dentro o fuera del universo loco creado por Gosho Aoyama.
Capítulo 2 : Medidas de Emergencia.
Un olor a fármacos inundó sus sentidos cuando poco a poco comenzó ha abrir sus ojos azules, observando a las tres mujeres junto a él.
Fumie estaba sentada en la silla situada en el lado derecho, y Akako en el izquierdo. Ambas estaban dormidas y con unas mantas sobre sus hombros, sin embargo la mujer restante y más reciente de las tres estaba de pie, con una mirada de enfado dirigida a su persona.
Suspiró con pesadez sabiendo la regañina que su guardaespaldas le daría por beber algo sin decírselo antes.
— ¿Estás contento? — preguntó con simpleza sentándose en los pies de la cama — Por tu falta de cuidado Akako y Fumie lo han pasado mal.
— No eres mi madre para regañarme.
— No, no lo soy — afirmó con los ojos cerrados — Pero dudo que a ella le hiciera gracia saber que por culpa del alcohol su hijo casi muere.
— A ella no le importo, le daría igual si muero o no — comentó desinteresado mirando hacia otro lado.
Lo que el mago no previó fue la reacción enfurecida de ella. No pasaron ni dos segundos hasta que sintió las manos de ella agarrando con fuerza el cuello del camisón del hospital.
— ¿Cómo puedes ser tan imbécil? — preguntó con dolor clavando sus orbes en los de él — Un padre o una madre siempre lo serán. No sé como puedes ser capaz de asegurar que no le importas así sin más.
El ilusionista guardó silencio, sabiendo que en aquella ocasión sería mejor no contestar a la provocación de la mujer para empezar una guerra. Si algo sabía era que Aoko tendría que tener un trauma oculto relacionado con sus padres, ya que por mucho que ella quisiera a sus padres jamás tendría una reacción así con una persona a la que no conocía de más de un día.
Un silencio incómodo se instaló en la pequeña habitación. La castaña en ningún momento soltó a Kaito hasta que Akako comenzó a hacer ruidos que hacían intuir su despertar. Al abrir los ojos y ver a su amigo despierto no dudó ni dos segundos en lanzarse a sus brazos llorando de felicidad, despertando con su llanto a Fumie que se colocó a su lado y le abrazo por el lado.
Aoko observó esa escena con lágrimas amenazando por salir de sus ojos. Ese egocéntrico hombre era jodidamente afortunado, pero al parecer no se daba cuenta de lo que tenía. Era una escena muy tierna, era…algo que ella nunca había tenido.
Se dio la vuelta para evitar que la vieran y con el dorso de la mano se libró de aquellas traicioneras gotas saladas, para después salir de la habitación con la excusa de ir a buscar al médico que atendió al mago.
La habitación se quedó en silencio momentáneamente, aunque en ningún momento las dos mujeres se alejaron del mago.
— Más te vale no volver a asustarnos así Kaito — avisó la pelirroja sin dejar de abrazarlo — Te necesito para que hagas de canguro de mi niño cuando nazca.
— Como si me necesitaras para eso — rió ante el intento de su amiga de mejorar el ambiente en la habitación. Suspiró — Estoy bien, no te preocupes, solo ha sido un susto.
— Hubiera sido algo más sin Aoko — comentó Fumie alejándose de la cama y sentándose de nuevo en el sitio en el que había estado toda la noche — A partir de ahora es necesario que hagas todo lo que ella diga sin cuestionárselo.
— Tranquila, lo haré — masculló mosqueado.
Él ya sabía que Aoko había y seguiría siendo de gran ayuda, pero le molestaba saber que ahora tendría que hacer todo lo que ella dijera, y todo por haber bebido un poco de alcohol.
La puerta se abrió entrando por ella el doctor hablando animadamente con Aoko, algo que por alguna razón lo molestó mucho. Parecía como si se conocieran de algo, pero si así fuera Akako se lo hubieran comunicado solo para intentar ver alguna expresión de molestia en su rostro.
— Bueno Kuroba, al parecer todo se ha quedado en un susto. Pero debes de tener cuidado para no volver a tomar un alimento en mal estado — informó dejando descolocado al joven.
— ¿Alimento en mal estado? — repitió sin entender eso. Según él tenía entendido había sido envenenado.
— Sí, eso es lo que me dijo Aoko — habló mirando a la mencionada — ¿Acaso es una equivocación?
— No, claro que no — negó pasando por alto el hecho de que él la había llamado por su nombre. Si ella había mentido tendría alguna razón.
— Bueno, eso es todo. Estarás aquí durante un par de días, después te daremos el alta — dijo mostrando al fin una sonrisa en su moreno rostro para después encarar a Aoko — Perdona, ¿podemos hablar fuera?
Un asentimiento fue la respuesta y ambos salieron de allí dejando extrañadas a las dos mujeres por su familiaridad, mientras que el hombre gruñía por lo bajo enfadado por el alejamiento de su presa. Pero no eran celos según él.
— Al parecer te ha salido un rival — musitó Akako divertida en el oído del mago que como respuesta volvió a gruñir.
Alejados de aquella habitación, junto a la máquina de café ambos en silencio tomaban su bebida.
— ¿Por qué has pedido que finja que no nos conocemos? — cuestionó curioso el adulto de cabello oscuro y ojos marrones.
— Ellos no saben quien soy con exactitud — explicó con tranquilidad dándole un sorbo a su chocolate caliente — La única verdad que conocen es mi nombre, con eso es suficiente.
— Tarde o temprano sabrán quien eres. Si les da por investigarte tendrán suficiente con tu nombre — articuló terminándose su bebida.
— Ran ha ocultado momentáneamente mis datos gracias a su novio. Cuando ellos se enteren de la verdad yo ya habré acabado mi trabajo y todo estará finalizado.
— Puedes hacer lo que te de la gana, pero, por favor cuídate — pidió dándole un abrazo amistoso — No quiero perderte sobrina.
— Tranquilo, no me ocurrirá nada tío — aseguró aceptando la muestra de cariño del hombre.
Lo que la joven no sabía es que una sombra observaba desde una de las esquinas habiendo escuchado toda su conversación. Esa persona podría hacer que los planes de la castaña cambiaran totalmente.
La puerta se volvió ha abrir y Aoko entró cerrando la puerta con cerrojo. Era hora de tomar medidas para evitar que lo de la noche anterior se volviera a repetir. Si eso llegara a pasar todo lo que tenía planeado hacer se iría a la basura.
— ¿Qué tal tu ligue? — preguntó con una evidente molestia el ilusionista.
— Primero, a diferencia de ti yo no ligo cuando el trabajo esta por medio. Segundo, no te incumbe — enumeró mirando como su cara de póquer se rompía por su contestación.
— Bien dicho querida — sonrió Akako divertida por la mueca de su amigo e interesada en la valentía de la joven. No muchos hablaban así a su amigo y salían ilesos.
— Ahora lo importante es ver que podemos hacer para protegerte — habló la muchacha observando con seriedad a su jefe.
— Sí, ¿tienes alguna idea? — intervino Fumie. Se notaba la preocupación en su rostro.
— Lo primero sería irnos de tu mansión. Allí me cuesta tenerte controlado — expuso la chica mientras Kaito ponía los ojos en blanco por su comentario.
— Si eso es lo que ves conveniente de acuerdo — añadió Kaito cerrando los ojos.
— ¿Enserio? — inquirió asombrada la joven extrañando al mago.
— Pues claro. ¿Qué es lo raro?
— Me ha extrañado que no opusieras resistencia, nada más.
— Me gustaría estar en mi casa, pero prefiero seguir vivo a eso — gruñó malhumorado.
— Y, ¿cuándo iríamos? — preguntó Akako para cambiar el ambiente.
— No, vosotras no vendréis — informó Aoko sorprendiendo a los presentes — Es por seguridad. La persona que te está amenazando podría utilizarlas para llegar a ti.
— Tienes razón — razonó Akako, sabiendo de antemano que había alguna razón más para que Aoko prefiriera que no fueran con ellos — Fumie, vamos a por algo de comer anda. Aoko mientras vigila a Kaito.
Ambas mujeres salieron dejando solos a los dos restantes.
— Habla claro ahora que estamos solos — pidió el hombre sin mirarla.
— Es imposible que alguien que no supiera sobre tus costumbres consiguiera saber donde guardabas el alcohol. Tampoco alguien ajeno a ti debería conocer el coche que utilizarías.
— ¿¡Quieres decir que sospechas de ellas!? — exclamó furioso, esas dos mujeres eran muy importantes para él, y no permitía que nada ni nadie se metiera no ellas.
— No, lo pensé pero es imposible — añadió sin dejarse afectar por el tono del ilusionista — Creo que ellas podrían tener relación con la persona que atenta contra tu vida, y sin darse cuenta que estén ayudándola. Es posible que me equivoque pero es una opción.
— Pareces más una detective que una guardaespaldas — comentó el hombre sorprendido.
— También puede ser posible que sea alguien al que hayas metido en tu casa y te tenga rencor — siguió hablando ignorando su comentario — A lo mejor es una de tus amantes — lo miró divertida — A lo mejor no se han quedado contenta después de estar en tu cama.
— Lo dudo — le siguió la gracia — Sus gemidos eran muy altos.
— A lo mejor eran fingidos — sonrió divertida al ver su cara, acercándose a él, quedando a su lado — Seguros que muchas iban borrachas y por eso se acercaron a ti.
— Cuando caigas ante mí haré que no estés borracha, te lo juro — prometió guiñando el ojo.
— Ni borracha ni sobria querido — comentó pícara colocando un dedo en su pecho — Aquí el único que ha caído has sido tú, y ante mí.
— ¿Acaso no estaremos solos cuando nos vayamos de mí casa a otro lugar? — cuestionó viendo a la chica y afirmó — Allí ya veremos quien es el que cae ante quien.
— Yo no daría la partida por vencida — articuló divertida — ¿Es que acaso me conoces para saber lo que haré?
— No, no sé nada de ti. Pero ya me dará tiempo a ir averiguando tus secretos — sonrió seguro de sí mismo.
— Los secretos son ocultos, por eso se llaman así — explicó levantándose — Da igual lo mucho que busques, no los encontrarás.
— No sabes de lo que soy capaz — avisó.
— No, y prefiero no saberlo — dictaminó decidida a acabar con esa conversación.
— Esta bien — aceptó sabiendo que no era momento de sus juegos — ¿Cómo averiguaremos quien es esa persona?
— Primero, necesito que me hagas una lista con todas las personas que te guarden rencor — enumeró dando paseos por la habitación.
— ¿De las amantes también? — cuestionó con una ceja alzada.
— Solo aquellas que creas que te puedan odiar. También intenta recordar personas cercanas a Akako o Fumie a los que no les caigas bien — explicó sentándose al fin en una silla.
— Dame papel y lápiz. Pero te aviso que va a tardar.
— No tengo prisa — aseguró buscándole los utensilios que le había pedido.
— Pero que quede claro que soy un amor, me quiere todo el mundo — comentó.
— No, si se nota — habló con ironía dándole el papel y el lápiz — Ahora calla y escribe.
— Sí, sargento — afirmó con burla.
El hombre estuvo durante más de media hora sin levantar la vista del papel. Aoko mientras tanto leía el periódico que Akako le había llevado cuando le trajo algo de comer. Durante ese tiempo la enfermera vino a traerle la comida a Kaito, sin embargo, este ni se inmuto cosa que extraño a la pelirroja que aún estaba presente, pues había que admitir que la mujer era bastante hermosa. Una sonrisa se dibujó en su rostro lanzando una disimulada mirada a la castaña que leía el periódico aparentemente indiferente.
Al irse, Kaito levantó al fin la cabeza.
— Listo princesa — anunció agitando la hoja y guiñando el ojo.
— ¿Quién te ha dicho que me llames así? — interrogó con aparente molestia.
— Es un mote cariñoso que creo que te sienta perfecto, salvo por lo poco delicada que eres — expuso sonriendo — Ya que vamos a pasar mucho tiempo junto será mejor que vayamos llevándonos bien.
— Entonces yo te pondré otro — parloteó con una sonrisa macabra — Creo que imbécil te vendría perfecto.
— Ya te estás encariñando. Creí que me pondrías uno más ofensivo — contó divertido.
— Si no te gusta te busco uno más…ofensivo — propuso riendo.
— No gracias. Me quedo con ese hasta que decidas cambiarlo.
— De acuerdo — aceptó tomando la hoja y leyéndola por encima — Solo hay tres personas.
— Te he dicho que la gente me adora. Esos tres son los únicos que cumplen los requisitos.
Akako se fue al ver que ese tema no la incumbía. Al salir se apoyó en la puerta. Sonrió con tristeza. No le hacía falta escuchar a escondidas para saber que sucedía. Era una bruja, y sabía todos los secretos de esos dos. Sabía que ninguno era lo que aparentaba, y que ya se empezaba ha notar que estaban destinados, aunque claro, ellos aún no sentían nada más allá de una pequeña simpatía el uno por el otro, aunque no sabía si simpatía era la palabra adecuada para esa relación.
— Ojala os deis cuenta del camino que estáis tejiendo y así seáis capaces de evitar el triste final.
Aki
Aoi
Hiro
Tres nombres. Una mujer y dos hombres.
— Dime quiénes son y qué relación tienes con ellos — ordenó tomando el papel y el lápiz.
— Aoi es un empresario al que le provoqué la ruina. Hiro fue mi aprendiz de mago, pero fue incapaz de resistir más de un mes. Además…
— ¿Además qué? — cuestionó extrañada.
— Su novia era una golfa que buscaba su dinero. Hiro quería ser mago, pero su familia era muy adinerada. Su novia intentó propasarse conmigo y después de rechazarla puso las cosas al revés y aunque Hiro supo que no era verdad su rencor hacia mí siguió ahí.
— ¿Y Aki?
— Es la nieta de Fumie — reveló llevándose la mano a la sien — Era despreciable. Depende de su abuela para lo que le conviene. La odie en cuanto vi como la trataba y lo que decía de ella a sus espaldas.
— Y ella a ti porque la rechazaste, ¿no? — preguntó poniendo los ojos en blanco.
— No lo sé. Ella buscaba dinero, así que no sé si ella sería sospechosa.
— Ante la duda es mejor incluirla — aseguró guardando lo que había apuntado en un lugar seguro — De ahora en adelante investigaremos a los tres y no te separarás de mí para nada.
— Entiendo. Confío en ti Nakamori — la miró fijamente, por primera vez con una seriedad impropia de él.
— Aunque me cueste la vida pienso hacer que salgas ileso de esto lo juro.
Por segunda vez agradeció tener a aquella mujer con él. Sentía que podía confiar en ella y que cumpliría su promesa aunque le costara su vida.
El juego había comenzado, las cartas estaban echadas ahora ellos debían jugarlas para conseguir la victoria.
Adelanto:
— ¿A dónde iremos?
— No te cae muy bien por lo que parece, o a lo mejor estás celoso.
— Porque sea tu ligue no significa que sea un buen hombre.
— Sé defenderme sola.
— Iban dirigidas a Toichi Kuroba.
