Esta historia tiene mucho tiempo guardada y pensada. Ahora que he podido avanzar en ella puedo publicarla, aquí y en ff. Bueno. Espero sea de su agrado, no puedo decir mucho mas que la disfruten.
CAPITULO UNO.
El cuerpo que descansaba en la cama no era de ninguno que el pudiera recordar. Asaltado por un sentimiento de desconcierto permaneció quieto haciendo memoria de lo que aconteció el día anterior, estaba de pie a algunos metros de la cama; grande y con sabanas azules, recordaba las sabanas, pero a la persona que estaba en ella. Estaba acostado boca abajo con el rostro apoyado en la almohada, el cabello era oscuro y muy desordenado, hacían ligeras hondas de mar. Tenía un pijama azul y entonces él reconoció su indumentaria, era un pijama igual, pero de color amarillo pálido.
Se tocó el rostro y el cuerpo como si quisiera saber que todos sus miembros estaban intactos, tenía todas sus extremidades en orden y suspiró aliviado. Entonces fue al baño y se reconoció en el espejo: pálido de la impresión, con una expresión dura manifestando su confusión inicial, sus ojos azules, cansados, abrió mucho los parpados para observarse pues sentía que no podía reconocerse bien, llevó la mano a su cabello negro y desordenado. Se lavó el rostro y fue cuando escuchó que aquella persona parecía despertarse.
Julián salió del baño con cautela, miró hacia la cama y en efecto, el individuo se estaba moviendo; sentándose en la cama, se tocaba el cabello, abundante, despeinado y de color castaño oscuro, luego dirigió sus ojos al reloj que estaba aún lado de la lámpara en la mesa de noche, Julián también lo vio, eran las seis de la mañana.
Se aproximó a salir y atisbo la puerta de la habitación.
—Tranquilo—Escuchó del otro, su voz era tranquila, familiar. Al parecer había adivinado sus intenciones de salir. –Julián.
Solo entonces, volvió a mirarlo con ojos atentos.
— ¿Cómo sabes mi nombre? —Preguntó con recelo. Que bueno, podía recuperar su nombre— ¿Quién eres tú?
El hombre permanecía inalterable sentado en el colchón.
—Soy David.
— ¿y quién eres tú? –Volvió a preguntar.
—Soy tu cuidador.
Entonces, Julián arrugó el rostro y de alguna forma aquello hizo sonreír a David. Siempre era la misma reacción.
—Tranquilo. –Le volvió a decir David con este mismo sentimiento de serenidad – Ven acércate, te mostraré algo.
Julián se mantuvo quieto, viendo como el sacaba algo de la cómoda al lado de la cama, parecía ser un álbum de fotos, al advertir que no era nada extraño, Julián se acercó solo algunos pasos. David le extendió el álbum en cuestión.
Tomándolo en sus manos, lo abrió y vio algunas primeras páginas, todas ellas eran en efecto, fotos; en alguna salía el, al parecer en una excursión en la montaña, otras sentado en un mueble, también aparecía David, otros más, pero que no reconoció las caras, pero indudablemente aquel que estaba al lado de David (que sonreía con los ojos achinados ) era él; Julián.
Le entregó el álbum una vez ojeó las últimas páginas costernado que aún tenían algunas pocas fotos. David tomó el álbum con mucha calma y volvió a colocarlo en la cómoda. Julián aún tenía el ceño fruncido, haciendo un esfuerzo por recordar; entonces de repente reconoció el rostro de David en su mente y se alivió un poco.
—Ya te recuerdo –Dijo poco después con el ceño fruncido, luego el recuerdo se escondió esquivándolo. – David ¿no?
El aludido asintió con tranquilidad, luego se levantó de la cama con lentitud, al mismo tiempo Julián buscó sentarse en la cama.
— ¿Por qué no puedo recordar nada? –Preguntó
—Tuvimos un accidente hace dos años. En un automóvil, camino a la capital.
— ¿Caracas?
David asintió.
—Ay Dios mío. –Se lamentó Julián y llevó una de sus manos a la cabeza, a la nuca.
—No te toques –Le indicó el otro con ligera alarma—Vamos a lavarnos. Luego te explico en la cocina. –Dicho esto se perdió en el baño, cerró la puerta tras de sí y lo próximo que se escuchó fue el ruido de la regadera.
Julián volvió a tocarse la nuca y pensó que allí había algo, como una herida que cicatrizó, o quizá allí habían cocido los doctores, su cabello negro era perfecto para cubrir la cicatriz, pensó y mientras la regadera estaba andando se esforzó por traer más recuerdos hacia sí, pero era una difícil empresa, más dolorosa que provechosa. Frustrado terminó rindiéndose. Observó el armario. David salió del baño y lo animó a hacer lo mismo.
David cocinó el desayuno y ambos se sentaron en la mesa de la cocina, solo había dos sillas, y Julián pensó que solo existían ellos dos en esa casa y que no había muchas visitas o por lo menos no había otras sillas dentro de ella.
—¿Solo estamos nosotros dos? —Preguntó Julián al poco tiempo, David asintió confirmando sus pensamientos a la vez que le acercaba el desayuno en un plato cuadrado y blanco. —…¿Esta es tu…
—Ah, sí, lo es. –Respondió David— Es mi casa.
Luego hubo un pequeño silencio, donde David se acomodó en la silla, parecía meditar en lo próximo que iba a decir, intercalaba la mirada entre su plato y el rostro de su acompañante que estaba fijamente atento a el— Sobre el accidente…
—Ajá….
—Hum pues, veras. Eso ocurrió mas o menos hace dos años. –Indicó, luego bajó un poco el cuello de la camisa azul que tenía, allí, cerca de la clavícula había una cicatriz. Tú tienes una detrás del cuello –indicó, entonces vio como Julián se llevaba la mano hacia su cabello oscuro bajo el cuello– pero como ya te harás dado cuenta el daño fue aun peor…
—Hablas de mis recuerdos.
—Sí, eso. Hum, sufriste un golpe severo en la cabeza, Daño una parte de tu cerebro que retiene recuerdos.
—Por eso no recuerdo nada…
—Algo así. Recuerdas. –Apuntó –Pero solo tienes recuerdos de hace unos siete años. Cuando tenías veinte.
—¿Cuándo tenia veinte?
David asintió suavemente, pero estaba internamente nervioso.
-Cuando tenías veinte años.
- ¿Cómo es que te recuerdo? –preguntó Julián preso del desconcierto.
-Pues, nos conocemos desde la universidad –Respondió, luego fijó los ojos en su rostro y agregó - ¿Recuerdas?
Hubo un momento de silencio en donde Julián se sumergió hasta la coronilla.
—Ah, sí, me acuerdo. ¿Educación? –Susurró con ligera duda.
-No, bueno, tú sí –Dijo el –Y estudiaba Ingeniería…
- ¿en qué?
-Civil
Ambos se miraron en silencio, Julián como si quisiera reconocerlo con un peinado muy extraño, su cabello castaño oscuro estaba algo más peinado, sus ojos eran intensos sobre su rostro haciéndole sentir extraño. Julián no emitió sonido en aquel silencio de meditación.
Si, recordaba la universidad, y también recordaba a David.
-Íbamos a terapia antes –Afirmó David y ya había terminado de comer –estabas recordando…pero el doctor dijo que ya no la necesitabas, que los recuerdos se manifestarían poco a poco.
-Pero no recuerdo absolutamente nada.
-Eso no es cierto, me recuerdas a mí, y recuerdas la universidad –
-Sí, pero eso no es todo. –Le replicó con cierta ansiedad - ¿he estado así por dos años?
-Antes estabas peor –Replicó David
-¿Peor?
-Sí, estabas peor, los primeros días te alteraste tanto que me rompiste la nariz, luego saliste corriendo hacia el jardín y luego a la calle, fuiste a la policía y casi me meten preso por un aparente secuestro.
Julián sintió una presión en el estómago al escuchar aquel suceso, dentro de sí creyó recordarlo, le sonaba de algún lugar, como si tuviera un deja vu. Miró hacia la puerta de la cocina, podía ver el jardín de ese lado, junto a la ventana. Sí, él había salido por esa puerta en aquel entonces.
-Tuve que …en vez de llamar a un abogado, llamar al Doctor y bueno, el arregló todo. Ahora estas mejor. Puedes recordar, aunque sea algo…
-Lo siento.
- ¿Por qué?
-Por la nariz.
-No te preocupes, eso sucedió hace ya dos años. –Le dijo David, entonces sonrió y Julián pudo ver su dentadura, era como en la foto del álbum.
-Así que…-Julián carraspeó, queriendo aclarar sus palabras. -¿Estoy mejor?
David asintió sonriendo aun, suavemente. Julián también quiso sonreír, aquella emoción era algo contagiosa, David parecía estar verdaderamente feliz y Julián quería creer que era sincero.
- ¿Voy a recordar?
-Así es. –Le respondió David – Lo que sucede es que cada vez que te duermes sueles …como resetearse los recuerdos, eso es ya algo permanente.
-¿Qué?-Y aquella era la parte a la que David temía llegar.
-Cuando duermes tus recuerdos suelen resetearse …a veces.
-¿Cómo que se me resetean los recuerdos? –Preguntó con expresión grave.
-Vuelves al punto en que tenías veinte años. –Indicó pacientemente, y voz controlada.
- ¿Y eso es estar mejor? –Julián llevó una de sus manos a su frente y apoyó el codo en la mesa con actitud de abatimiento; intentaba procesar todo lo que estaban contando. De pronto vino a él aquel recuerdo; estaba en una sala, al parecer de espera y algunos oficiales le hacían tantas preguntas, estaba tan nervioso de no recordar nada que no podía hablar claramente. - ¿Qué dice el Doctor?
-Hum, el doctor…-David hizo una mueca- El doctor dice que lo llevemos los dos…
- ¿Eso qué quiere decir?
-El confía en que tus recuerdos volverán a lo largo del día.
-Todo un día me la pasaré recordando.
-Algo así…-David se escuchó con cierto sentimiento de pesar y por un momento Julián lo aprecio gris y desgraciado.
- ¿No…no me voy a curar?
-El daño, el daño es …permanente. Hay cosas que la ciencia médica no puede tratar con tanta facilidad-Admitió David y por un instante Julián creyó haber escuchado aquello antes, seguro, sospechó, habían tenido esta conversación antes. Julián suspiró desinflado.
- ¿Eso es verdad? –Preguntó Julián
-Eso dice el Doctor. -Indicó David- pero…en estos dos años has progresado mucho, recuerdas más rápido.
-Sí, sí, sí, lo que digas, hum, ya, déjame, déjame pensar, esto es demasiado. –Julián se llevó la otra mano a la cabeza y observó su plato, estaba entero y se enfriaba. Ya no tenía apetito.
-Tranquilo, Tranquilo. No hay prisa. –Le apaciguó el otro, con rostro amable. –Lo recordaras todo muy pronto. Ahora intenta comer.
-No tengo hambre. Discúlpame –Respondió
-Está bien, lo guardaré para más tarde. –Le avisó, luego recogió su plato y dijo – acompáñame por un momento, tengo que salir
- ¿A dónde iras?
-Al trabajo.
- ¿Qué?
-Tengo un trabajo. -Volvió a decir David dejando su plato en la encimera y colocando el suyo en el lavavajillas.
- ¿Qué…que haré yo?
-Pues, te quedaras aquí. –Le respondió sin inmutarse – Eras profesor, pero entenderás tu condición, no puedes trabajar.
No podía creerlo. ¿Qué iba a hacer todo el día metido en casa? Se activó un nuevo pensamiento.
-Tienes una pensión, así que no te preocupes por el dinero.
Pero eso no preocupaba a Julián, no había pensado en el dinero.
- ¿Qué haré todo el día metido en casa? –Preguntó
David se secaba las manos cuando escuchó aquella pregunta.
-Casi siempre, limpias, intentas recordar las habitaciones de la casa, arreglas el jardín.
-Oh, ya entiendo, soy tu señora de servicio. –Se precipitó a manifestar Julián, no muy grato era escuchar todo esto.
-No es nada de eso. -Intentó decir David, vio a Julián levantarse de la mesa de la cocina.
-Es lo que parece. ¿Cuándo me puedo ir a mi casa?
-Hum, ya, ya te quieres ir
-¿Cómo que ya me quiero ir? Me dijiste que esta era tu casa.
-Bueno, pensé que llegaría a esa parte con algo más ….
David no continuó, como si esperara algo, algo que se aproximaba muy pronto, Julián lo observaba con la misma actitud, como si esperaba a que algo aconteciera, lo que fuera.
Julián arqueó ambas cejas de repente y abrió la boca en una expresión de sorprenda e incredulidad.
-No…-Apuntó entonces Julián, apuntándolo con el dedo
-Sí.
-No es posible.
-Aun piensas como si tuvieras veinte años, recuérdalo…-Justificó David.
Julián no dijo nada, pero estuvo unos segundos recomponiéndose, aun no se lo creía, pero lo estaba recordando y le era imposible mirar a David al rostro.
-Ven conmigo. A la sala. Tengo que mostrarte algo-Dijo David, y le arrastró a la sala, porque las habilidades motoras eran patéticas. – Esto
Julián miró hacia la pared, había un gran pizarrón acrílico con muchas cosas escritas en él, una pizarra con objetos y sus ubicaciones, se percató también que bajo de esta había un cajón y que tenían etiquetas de lo que tenía en su interior.
- ¿Qué es eso? -Preguntó Julián
-Esto es todo lo que necesitas; me refiero a si necesitas algo y no estoy. No puedo atenderte a cada momento mientras estoy en el trabajo.
Julián leyó un renglón del pizarrón: tijeras, segundo cajón de la comoda. Detergentes, cajones de la cocina, Toallas, Segunda gaveta del cuarto de baño (puerta marron)
- ¿Cuándo volverás?-Preguntó Julian volviendo a verlo.
-A veces vengo a medio día, pero hoy no, tengo mucho trabajo pendiente. –Respondía- vendré para la cena.
Julián arrugó el entrecejo, todavía no muy amigo de la idea de quedarse solo en casa. Solo y sin recuerdos, se sintió muy afligido, se sentó en una butaca cerca del sillón faltó de ánimos.
-Esto es demasiado –Dijo angustiado y se llevó las manos al rostro– No me puedes dejar solo con toda esta mierda sobre mí.
Pronto sintió una mano sobre su hombro que le tocaba con amabilidad.
-No es la primera vez que te quedas solo. Créeme que recordaras. Estarás bien, -
-No me siento bien.
- ¿Te duele algo? -Preguntó con ojos atentos, sus cejas se arquearon y miraron su rostro, aquellos ojos oscuros.
-Ah, no entiendes. Déjame, vete, anda vete. –Le saltó violentamente. - No me toques…
-No me trates así. –Le pidió herido.
- ¿Cómo quieres que te trate? –Inquirió exaltado- Me siento como si fuera tu mujer o algo parecido. Solo ponme el delantal y listo.
-No eres mi mujer-Objetó David con severidad. - eres un hombre.
- ¡Por lo menos no olvidé eso! ¡Qué consuelo! Ahora me siento mucho mejor.
-Escúchame, estarás bien, te conozco, eres fuerte. –Le animó David, sin aparatarse de él, mas Julián era incapaz de verlo al rostro.
-Por favor, no sigas. -Le calló. - Solo…ya vete.
No escuchó más a David, pero sintió como se apartaba de el con lentitud.
-Los números importantes están en la mesa del teléfono…-Indicó poco después. Julián no le respondió. Lo observó irse por la antesala y tomar las llaves –No hagas nada precipitado, espera a que llegue.
Julián subió la mirada y lo vio en la puerta, sintió su mirada sobre él, su silueta le parecía familiar, como si ya la hubiera visto antes, creyó escuchar el sonido de unas gallinas.
