Epílogo.

Al abrir los ojos encontró un techo desconocido y un extraño olor en el aire, poco después los reconoció como antisépticos, intentó mover el cuello, pero le resultó una empresa vana, como el resto de su cuerpo, poco a poco sus oídos comenzarona funcionar, el sonido del respirador y el pitido de su ritmo cardiaco, no podía decirse que se sentía agotado por que no podía sentir su cuerpo en absoluto, ni tampoco moverlo. Abandonó los intentos de moverse aun no consciente de todo lo que ocurría a su alrededor. Cerró los ojos por lo que parecían ser siglos arenosos hasta que escuchó y sintió alguien a su lado, no se trataba de otra cosa que de una mujer, vestida de blanco con un uniforme que reconocía como una enfermera, al verlo despierto parecía adquirir una aura de felicidad. Le sonrió y pronto, luego de terminar sus buenos oficios se marchó, poco despues apareció un hombre, mayor, obeso y de aspecto bonachón que leyó sus valores. Intentó emitir algún sonido pero su garganta estaba seca y dolía.

El hombre lo apaciguó con leves palmadas en su hombro "está a salvo" le decía " va a estar todo bien, lo peor ya pasó, ahora descanse, avisaré a sus familiares" "No se preocupe por nada" luego de inspeccionar las vías se retiró. La enfermera que se quedó por más tiempo. Corrió la cortina que lo separaba de lo que parecía ser otra cama con otro paciente y lo dejó estar. Quería respuestas, pero se sentía agotado, quizá por la cantidad de analgesicos que tenía dentro del cuerpo. De todos modos no se resistió, no hallaba el cómo, ni podía hablar y sus ojos pronto se cerraron.

Cuando volvió a abrir los ojos fue porque escuchó algunas voces y se dio cuenta que alguien había encendido el televisor que se encontraba incrustado en la pared, era un partido de fútbol al cual no vio interés. La enfermera emergió de la puerta -algo que él no podía ser capaz de ver- tenía un vaso con agua y lo ayudó a beber con la inteligente ayuda de un pitillo, se sintió infinitamente agradecido por su intuitivo actuar y cuando bebió sintió que de nuevo tenía voz.

—¿Dónde estoy? -Le preguntó casi de inmediato con una voz que no era suya.

—En la Clínica Militar del comando 405. Está bien ¿quiere más agua?

—Sí.

Lo ayudó a beber en silencio y él se sintió en calma con ella a su lado.

—¿Desde cuándo estoy aquí?

—Ah, llegó hace un mes ¿no recuerda nada? -Dejó el vaso vacío a un lado - Llegó de emergencia, en una ambulancia. Su amigo perdió mucha sangre, nos vimos obligados a inducir el coma, aun no despierta.

No comprendió su historia y tampoco recuerda a su amigo, pero calló prudentemente.

—¿Recuerda lo que pasó?

—-No.

Una mirada compasiva se filtró en los ojos de la mujer. Se quedaron en silencio.

—Descanse. Los recuerdos vendrán pronto.

Él cerró los ojos nuevamente, durmió y soñó por primera vez desde que despertó; imágenes ineludibles y saltarinas que se deslizaban, se destruyen, otras se aniquilaron entre ellas, la vencedora tomaba su lugar en su sueño; verdades e imágenes terribles. Dolor y sangre. Culpa. Luego surgieron imágenes rojas, de violencia y vergüenza.

El mismo hombre llegó cuando despertó para explicarle la situación, tres costillas rotas, desgarramiento muscular, fractura en el cráneo, nariz y tobillo, era un milagro que estuviera vivo, era aún más un milagro que su amigo estuviera vivo, lo lograron estabilizar luego de muchos esfuerzos.

—David- Reconoció entonces - ¿Él estará bien?

—Aún no despierta, pero respondió bien a la cirugía. Está teniendo un sueño mucho más profundo. Seamos pacientes.

El doctor se marchó y escuchó que hablaba con alguien más al levantarse, Julián no podía verlo.

Cuando abrió los ojos esa tarde alguien le dejó flores, fueron seis girasoles. Se encontraban colocadas en el asiento frente a la cama y un "mejorate pronto" en letras doradas. La enfermera llegó a la revisión, le dijo que un amigo lo ha venido a visitar juntos otros grandes señores, al parecer Militares, dice que vendrá cuando esté despierto en la mañana, revisa la vía, le da agua diligentemente y lo descubre para darse cuenta que tiene todo su cuerpo vendado, Julián hubiera preferido no saber que se encontraba debajo de la sabanas. La enfermera lo ayuda a hacer sus necesidades, le limpia el cuerpo con un paño húmedo y se marcha, dice que puede comer sólidos y que volverá con la cena, esta es insípida y solo lo comió porque se sentía sumamente impotente de negarse.

Esa noche tiene sueños violentos. Está solo y tiene miedo. Alguien lo sigue, lo atrapa y le hace daño, golpea su cabeza y le pide que no lo deje, luego no siente nada. Solo puede soñar con oscuridad, escucha voces desordenadas, un coro de lamentos, luchas y confesiones de amor, junto con caricias, risas y susurros amorosos.

Nuevamente alguien viene a verlo, no lo reconoce, pero este al parecer sí. Tiene el cabello marrón oscuro, ojos caramelos claros con una expresión amable y casi aliviado de verlo despierto, trajo un ramo con flores, al parecer jazmines blancos. Él le preguntó cómo está y realmente Julián no sabe qué responderle, no puede sentir los dedos de los pies y está condenadamente aburrido, el desconocido parece entender pero está realmente feliz al hablarle, le colocó las flores cerca de su cabeza en la cama, Julián pudo sentir su olor impregnando su nariz.

—Estoy feliz de verte. Todos estábamos preocupados-Le dijo. Julián arrugó su expresión.

—¿Quienes son todos?

—Ah…-El muchacho ahora parecía genuinamente confundido. Julián lo observó con atención. -Todos…Ricardo y los demás, también los de la administración y claro, tus amigos.

Julián no alteró la expresión de su rostro, quería girar la cabeza para mirar a David a su lado pero era imposible con el collarín.

—Gracias por venir. -Le dijo nada más. El muchacho se recompuso e incorporándose arrastró las flores a un lado en la silla de la visita. Julián percibió que quería decirle o preguntarle algo más y por ello lo observó con más atención en silencio, pero nada salió de sus labios.

—Mejorate pronto. Te estaremos esperando. -Le dijo y Julián se preguntó de quiénes estaba hablando, le acarició el cabello que caía en su frente con delicadeza y se marchó, casi podía jurar que tenía ganas de llorar y lo atribuyó a su aspecto lamentable.

No volvió a ver a ese joven en algunos días, pero siempre dejaba muchas flores y buenos deseos, por ello su habitación estaba plagada con el olor de las flores. La enfermera diligentemente le limpiaba, le daba de comer y además le hablaba diciendo alguna noticia de deportes, de política y también de farándula, Julián le agradeció con sonrisas. Finalmente le anunció que debían de hacerle una segunda cirugía a su tobillo dentro de cinco días. Pronto lo movieron para realizar las evaluaciones pre operatorias. Julián no podía resistirse, la enfermera lo trató bien y él se sintió cómodo con ella…aunque no le gustaba la idea de los exámenes exigidos, salir de esa habitación lo ayudó a escuchar otras voces y ver otras formas del techo al avanzar por los pasillos.

Regresó en la tarde justo a tiempo para la cena y al pasar frente a la cama de su acompañante preguntó si no había despertado, la enfermera dijo que aún no. Julián quería verlo, pero no podía mover su cuello, fue asaltado por la impotencia y la preocupación se transformó en gruesas lágrimas que la enfermera se encargará de limpiar con amabilidad.

—No llore, señor. Él estará bien. Despertará pronto.

Julián no le creía. Quería verlo y lloró hasta que le dolieron los ojos y la garganta, se vio obligado a comer entre sollozos y palabras de consuelo. Durmió amargamente esa noche y al día siguiente entró en quirófano, la anestesia no le provocó sueños, pero unos minutos antes de despertarse sintió que alguien le susurraba al oído palabras, no supo identificar muy bien quién era o qué era lo que decía. Despertó y se encontró acompañado de aquel mismo joven y una mujer a la cual no reconoció.

Le saludaron y le preguntaron cómo se sentía. Julián no podía responder pues mentiría pero sonrió, ellos se aliviaron, la mujer le trajo unas galletas de coco y una canasta con frutas, manzanas, nueces, bananas y ciruelas, cítricos y demás, también muchas flores. Él estaba agradecido, pero no podía reconocerla y ellos de inmediato sospecharon que algo terrible le había sucedido ¿y como no? con su cabeza vendada…

—Vendremos a visitarte lo más pronto posible -Le dijo ella, le acarició el rostro con amor y su cabello, le tomó de la mano, Julián sospechaba que soportaba las ganas de llorar, a él también le dolía el corazón.

Ellos cumplieron su palabra y lo visitaron trayendo todo tipo de cosas para que se entretuviera en su estancia, por alguna razón no podía recibir muchas visitas o quizá no era popular en su vida. Luego surgió a los dos días siguientes, un joven mulato de cabello ondulado, hablando en un español combinado con portugues, con una canasta llena de flores, frutas y nueces. Le trajo Calas rojas. Habló cortésmente con él, corta e incómodamente, aunque el mulato se encontraba feliz de saber de él y lamentaba su estado actual Julián no podía darle plática, se llamaba Luciano.

La enfermera se encargó de que consumiera sus regalos. Las visitas le hablaban de lugares que no comprendía del todo se referían a "Estados Unidos" "España" "Brasil". Cuando preguntó por esto, lo miraron y negaron con la cabeza, le dijeron que no se preocupara, que era importante que se recuperara. Julián era terco y quiso saber qué había ocurrido y por que terminó de esta forma, ellos tampoco lo sabían, se habían enterado que estaba internado en el hospital militar de aquella ciudad por medio de sus superiores y Ricardo.

—Ricardo. - Ese nombre se le hizo familiar y quiso girar su mirada hacia el acompañante de cama pero aun no podía. Preguntó por Ricardo, pero no le supieron dar una respuesta, pronto el ambiente se tornó algo incómodo, partieron dejándoles sus buenos deseos y la canasta.

La enfermera vino a revisarlo y entonces le preguntó sobre la razón por la que estaba allí o que había sucedido.

—Ah, no lo recuerda usted. -Dijo ella observando con cierta compasión- Me dijeron que se encontraba así por un accidente de auto. Al parecer sufrió un golpe en la cabeza y por eso no recuerda nada, Señor.

Julián arrugó la expresión de su rostro. No, eso no podía ser cierto, él tenía el cuchillo en la mano y lo había enterrado hasta la empuñadura.

—¿Solo nosotros estamos aquí?

—¿que?

—¿No hubo más heridos?

Ella no tenía conocimientos de esto, pero le dijo que no importaba, él ya estaba a salvo y solo necesitaba preocuparse por recuperarse y recordar, pero nadie en ese lugar sabía realmente lo que estaba pasando o no le querían decir. No llegaron más visitas después de eso, pero si canastas con flores, alimentos, frutas y buenos deseos, en una ocasión alguien le envió un libro "Venezuela Heroica" que no podía leer o por lo menos no aun. El doctor vino a verlo muy seguido y revisaba su estado, con la cirugía en su tobillo pensaban que no habría que realizar ninguna otra, aunque debían de mantenerlo en vigilancia para saber el avance de su recuperación y luego la terapia. A Julián no le preocupaba tanto el cuerpo como lo era su mente, sus sueños, turbios y de recuerdos desordenados que creaban una torre que se tambaleaba.

Un día lo visitó un joven hombre, rubio, de ojos claros y lentes, era irremediablemente familiar y Julián se asustó por esa sensación, como si lo conociera, pero el nombre no terminaba de manifestarse en su boca.

—Hola, Julián. -Le saludó con su acento, tenía problemas para pronunciar algunas consonantes al hablar- ¿Como estas? ¿Cómo te sientes? Quería venir antes pero he estado ocupado. Que cara tienes… ¿recibiste mis flores?

—¿Cuales …flores? -Preguntó.

—Las rosas. -Le indicó y miró hacia el alféizar de la ventana donde se habían dispuestos algunos frascos con varias flores, entre ellas rosas rojas de mil hojas, jazmines y algunos girasoles.

—Creo que sí…-Recordó una canasta con rosas y muchas manzanas. - Gracias.

El joven se sentó a su lado y observó su rostro brevemente, tenía las pestañas rubias y Julián se inquietó por el solo hecho de que existiera a su lado, por ello hubo un tenso silencio entre ambos, el joven hombre estiró las comisuras de sus labios.

—¿Es aburrido estar aquí? -Julián dijo que sí, pero realmente ¿qué más podía hacer? rodó los ojos hacia su tobillo elevado y sus brazos tensos. El hombre también lo hizo, mirando los dedos vendados, pronto se estiró para tocar su cabello y limpiar algo que aparentemente tenía en su mejilla- Nunca te había visto tan mal… ni en tus peores momentos.

Julián no comprendía lo que le dijo, pero se le hacía familiar su rostro y el brillo de sus a decir algo, pero la enfermera llegó justo a tiempo para ser una inoportuna y pedir un momento para limpiar a Julián, esto lo abochornó, Julián estuvo a tiempo para sostener la manga de la chaqueta del hombre.

—No te vayas.

Él le dijo algo en inglés y sonrió. Julián comprendió algo o eso creyó y lo vio salir por la puerta, la enfermera no perdió tiempo para comentar lo apuesto que era la vista del joven, Julián no le dijo nada. El joven volvió en cuanto la revisión terminó y nuevamente volvió con él la inquietud, él, -estadounidense por que su acento era inconfundible- le habló sobre la travesía para venir aquí. Se quejó de Ricardo y Ana por no avisarle en absoluto sobre lo que había sucedido aunque esto no le preocupaba tanto ya que estaba allí ahora.

No parecía para nada alterado por el hecho que Julián estuviera la mayor parte del tiempo en silencio, escuchándolo y también tratando de recordar de dónde había visto esas gafas o esa forma de los ojos juveniles y llenos de energía. Pronto dijo que tenía hambre y le preguntó a Julián si quería algo, cualquier cosa estaría bien. El rubio se marchó y Julián se quedó solo con sus ó con lo que parecían ser una caja de donas y un mocca, Julián lo observó en silencio, luego se le ofreció una dona, pero como no podía moverse mucho, le acercó el alimento dulce a los labios, Julián sintió el dulce glaseado y se le hizo agua la boca; comió con mordiscos pequeños y tomó el café por medio de un popote, todo esto hasta que la enfermera regresó y regañó al joven por haberle suministrado estos alimentos al paciente, aunque el regaño no tenía fuerza, esa mujer parecía complacida por aquel hombre apuesto.

Las semanas continuaron entre visitas y regalos, pronto pudo mover los brazos, la enfermera lo ayudó a sentarse y se sintió aliviado de poder mirar a los visitantes a la misma altura. Su cuerpo se recuperaba más rápido que su mente, eso confirmó cuando tres hombres que no tenían pinta de familiares lo visitaron y le interrogaron, preguntaron por su nombre y si recordaba algo del incidente. El les dijo que no. Estaba preocupado al respecto ya que le hacían preguntas relacionadas a una aparente lucha y el no podía descubrir algún recuerdo al respecto.

—¿Recuerda alguna lucha o discusión?

—¿Por defensa personal? ¿no recuerda algo? ¿sabe cómo terminó así?

—¿Está seguro que no discutió momentos antes? ¿se encontraba bajo mucho estrés últimamente?

Julián no podía asegurar nada, pero no iba a negar que sus preguntas lo inquietaron y estuvo durante algunos días meditando sobre sus propios recuerdos, podía concentrarse en sus sueños e intentar desmenuzar, pero pronto estos sueños se tornaron pesadillas, escenas violentas luego sangre y dolor de los cuales no quería saber nada, pero temía saber algo. El hombre rubio vino una segunda vez y trajo consigo un dispositivo con audífonos que de allí se podía escuchar música, Julián lo agradeció, hablaron un instante sobre temas que a Julián le parecieron insignificantes, pero antes de irse le preguntó si sabía algo del porque él se encontraba allí.

—¿No lo sabes tú?-Preguntó el hombre rubio. Lo miró con una expresión nueva, llena de compasión- yo tampoco lo sé, sabes, tu Administración no suelta ninguna explicación y además, las otras dos personas que pueden contarnos la versión están en coma.

El hombre miró hacia la cama de al lado.

—¿David? -Inquirió Julián.

—...Y un tal Jorge. -agregó el otro.

La mención del nombre no penetró en la mente de Julián sino cuando saboreó este mismo al hallarse solo, sus dedos comenzaban a temblar cuando intentaba pasar la página del libro que se había dispuesto a leer. Llamó a la enfermera y esta le suministró algo para calmarlo, intentó dormir, pero resultó ser un sueño intermitente, abría los ojos cuando querían atraparlo en su sueño. Los días siguientes no mejoró, de hecho se encontraba muy le asignó a un especialista en el área mental. No querían intervenir aun, viendo que se encontraba en un estado aún débil, pero los recuerdos parecían haberse alterado por la nueva información que entró en su cerebro, un tal Jorge.

—Se encuentra en terapia intensiva, no puede hacerte daño. -Le dijo el especialista- además está custodiado. ¿Recuerdas lo que pasó el día en que te trajeron aquí?

—No sé qué pasó, pero sé que fue horrible, yo …creo que maté a alguien. -Confesó- pero no sé a quién.

—No se encontraron muertos en la casa.

—¿Qué casa? ¿No era en un apartamento? -Preguntó confundido.

—Usted se encontraba en una casa.

—No es posible, yo estaba en un apartamento…corrí. -Explicó- recuerdo haber bajado las escaleras. Jorge…él venía tras de mí.

—No…-El especialista se detuvo un momento pensando que estas memorias se encontraban mezcladas, estimularlas podría ser contraproducente. - ¿Por qué piensa que lo perseguía?

—Estaba enojado porque quería salir.

—¿Supone que se encontraba encerrado?

—No lo sé. Quizá…no lo sé. Bajé las escaleras porque el ascensor no funcionaba y me caí por estas. -Recordó.

—¿Recuerda algo más sobre su apartamento?

—No…espere. Sí. Era muy silencioso. No me gustaba.

—¿Habló con los vecinos alguna vez?

Julián negó con la cabeza, pero luego parecía arrepentido.

—Sí. Con una…Alex. Ella siempre venía a buscar …limones.

—¿Recuerda el apellido?

Julián negó con la cabeza.

El hombre se marchó pero regresaría para mantener conversaciones parecidas, en ocasiones Julián cambiaba los hechos, los lugares, pero Alex siempre era un personaje recurrente en sus sesiones, igualmente lo eran el aislamiento, el accidente de hace dos años, luego cambiaba radicalmente de un apartamento a una casa, luego a un hotel, entonces todo se tornaba violento y confuso para él; no existía ningún Jorge en sus relatos, sino un David; paciente y abnegado, que cuida de él, pero este se transformaba en un monstruo atroz que lo violentaba y hacía crujir su cráneo, a Julián le daba miedo hablar de este ser, como si estuviera siendo vigilado a través de las paredes, la sensación lo hacía temblar, su mente no recordaba del todo por qué ,pero su cuerpo , sí.

Las sesiones se prolongaron por lo que fueron semanas, entre esas sesiones David abrió los ojos. La enfermera lo atendió con la misma dedicación que con Julián, este solo podía ser testigo de la liberación sobre las garras del sueño profundo. David, no se movería por un largo tiempo, según decían su daño había sido mucho más grave, sin embargo el que estuviera vivo llenó a Julián de esperanza y aminoró su angustia sobre la muerte de este hombre. Cuando la noticia de su despertar se hizo presente, vinieron con él diferentes personajes que Julián jamás había conocido. Intentaron hablar con el desterrado de los sueños en cuanto se le quitó el respirador artificial, pero se dieron de cabeza cuando este al parecer no podía recordar nada al respecto del terrible suceso. David apenas y podía hablar sin cansarse o dolerle, al parecer le había lastimado la mandíbula, necesitaba otra cirugía y reposo absoluto.

Los hombres no volvieron pasados las semanas, pero el especialista atendió a David con la misma diligencia que con su anterior paciente, casi con los mismos resultados. Presentaba confusión y los hechos nublados. Las investigaciones no parecian llegar a ninguna parte e interrogar a Jorge no era una opción que miraran con buenos ojos. Ricardo había proporcionado la mayor información a la Administración y esta se encargó de presentarla al especialista para así poder estimular los recuerdos del joven, pero avanzaba lento y definitivamente era desesperante.

Pronto llegó el momento que se le retirara el collarín a Julián, se sintió extraño, débil. No obstante, con algunos movimientos y ejercicios suaves pudo recuperar la movilidad en su cabeza, su columna se había recuperado y no corría peligro, pero llevaron a David a otra habitación luego de una operación en la mandíbula.

Recibió visitas y regalos, nuevamente el joven extranjero vino con un ramo de rosas y jalea de manzanas algo mucho más saludable.

—¿Recuerdas el día en que desapareciste? -le preguntó.

Julián entornó la mirada y negó con la cabeza, entonces le contó sus sueños y recuerdos difusos, Alfred lo escuchó en silencio; su rostro adquirió un tono cargado de inteligencia. Asintió con la cabeza y le aseguró que lo ayudaría. Julián le creyó porque no lo sentía como una amenaza.

—David no recuerda lo ocurrido, tú tampoco y él no ha despertado…-Parecía todo estar en contra y por un momento la mirada azul cielo detrás de los lentes se ensombreció ante tal panorama.

Solo entonces, porque sentía que este joven hombre se retiraría por más tiempo que antes le preguntó lo siguiente.

—¿Nos conocemos de algún lado?

—Somos casi colegas.

—¿Casi colegas? ¿Tienes miedo de que me asuste?

El hombre sonrió viéndose descubierto.

—No sé qué tan preparado estás para escuchar esto -confesó con cierta preocupación.

—¿Al menos me dirás como te llamas?

—Alfred F. Jones.

Las cejas de Julián se arquearon un momento y por ese instante Alfred creyó que lo reconocería pero el pensamiento parecía atrapado en una red. Alfred se retiró y con ello vino la inquietud de encontrarse solo en aquella habitación.

El especialista lo visitaba dos veces por semana, sin muchos progresos, diagnosticó un deterioro en su memoria, sospechaba que por los traumatismos en su cabeza, más sabia que podria existir algo mas, pero las respuestas no estaban a su alcance, el acusado de esta violencia aún no se dignaba a despertar, si el gobierno aprobaba la extradición sería muy difícil tener acceso a este individuo, y por tanto a la verdad.

David confesó -luego de algún esfuerzo- haber llevado una investigación paralela a la de la administración con la ayuda de Ricardo, siguiendo las pistas de artículos aparentemente inconexos, pero David recordaba cada uno de ellos, la mano quien los creó y guardaba una fé obstinada a que estos le conducirían a lo que deseaba buscar, no se equivocó, pero aun asi, no sabia el por que ni el cómo de lo que desencadenó aquellas acciones, esas respuestas no las tenía él.

Una noche Julián tuvo una visita, extraño pues las visitas no estaban permitidas después de las cinco de la tarde, era Alex que se sentó al lado de su cama , tenía el mismo vestido de verano con el cual apareció la primera vez en el apartamento. Julián la reconoció de inmediato y se alegró de verla finalmente, por un momento pensó que fue un producto de su imaginación ya que el especialista le había sugerido que era bastante extraño tener la misma persona de vecina durante todo este tiempo en diferentes lugares…Julián no comprendía a lo que se refería con diferentes lugares, el solo recordaba su apartamento. David se molestó porque había recibido visita, pero luego de eso no recuerda mucho. Alex le habia sugerido no hablar de ella con David cerca, o no mencionarla en absoluto y por eso se sintió algo culpable de encontrarla ahora allí frente a el, con su rostro hermoso, cabello negro, largo y bien peinado y ojos azules.

—¿Tu sabes lo que está pasando? ¿verdad?

—Te lo voy a contar si quieres oirlo, pero si no me crees tal vez debas ir con él y preguntarle tú mismo.

—¿Ir con quien?

Alex lo observó con un rostro serio.

—Con Jorge.

Cuando Jorge despertó lo hizo a la media noche y a la mañana siguiente la enfermera se asustó al ver sus ojos oscuros mirándola con aparente ira. No habló por lo que fueron ocho horas y no recibió visitas de familiares o amigos, solo de abogados y agentes que no pudieron sacarle ni un suspiro, parecía no presentar miedo alguno, ni por la amenaza de una posible extradición por haber retenido a un pais y ademas violentar por lo que fueron casi dos años, pero él tenía una mirada estática en el techo y su ritmo cardiaco no se alteró en lo más mínimo en el aparato. Nadie pudo sacarle una historia y molerlo a palos no era una opción en ese instante, ni siquiera la presencia de Alfred lo pudo atemorizar sino más bien cerrarlo por completo en una coraza de indiferencia. Tuvieron que realizarle algunas cirugías pequeñas a las cuales respondió con éxito. El especialista lo visitó y se sorprendió el parecido con su otro paciente, David, solo que este individuo no tenía pecas y tampoco tenía ojos claros sino oscuros como dos granos de café. No le saludó ni le dijo algo, más tampoco dejó de observar con la intención de expulsarlo o con una forma de decirlo "sé que aun sigue aqui". Se encontraba en completa soledad, siendo atendido como cualquier otro paciente y vigilado por un par de militares.

No se le informó a Julián que había despertado pues no sabía cómo esto podría alterarlo, pero cuando David lo supo casi de inmediato quiso hablar con él, pero Alfred no lo permitió o por lo menos él deseaba sacar una historia primero, pero sin mucho éxito.

Se estaba evaluando la idea de mover a Jorge a otra clínica donde pudiera ser vigilado de forma más estricta hasta su recuperación. Si le preguntaban a David no le agradaba la intervención de Alfred en este asunto, más que todo porque pensaba que era su territorio y las intenciones de Alfred para con su contraparte no le hacían mucha gracia que las ejecutara sin él estar consciente. Estaba agradecido por su ayuda, pero había límites que no podía cruzar.

Julián había estado en ese lugar por lo que fueron cinco meses y su recuperación era admirable. David ya podía estar en silla de ruedas para cuando Jorge despertó, se podía sentar en cama y comer sólidos. Los doctores sentían ligera admiración por sus cuerpos resistentes pero también miedo porque la condición en que había sido ingresado no daba fe de un buen pronóstico. El caso se estaba tratando con la mayor discreción, porque ni ellos sabían lo que estaba ocurriendo en ese cúmulo de personajes.

—Quiero ver a Julián -Dijo Jorge a la enfermera una vez, más pareció una orden que una petición- sé que está aquí. Tráelo.

Ella se llenó de temor y aún más cuando él tomó su mano con fuerza. Ella dijo que haría lo que pudiera, pero obviamente mentía y de inmediato pidió que no se le asignara a Jorge como paciente, cuando un enfermero nuevo ingresó para revisarlo, su mirada se ensombreció y se negó a comer, se arrancó la vía y amenazó al enfermero de romperle la boca -o alguna parte del cuerpo- si lo tocaba. Optaron por amarrarlo a la cama; a David no le gustó esta acción en sí, le molestaba que fuera Alfred quien lo propusiera.

Jorge pidió entonces un abogado. La Administración le concedió uno y desde entonces recibía visitas de él dos veces por semana mientras se encontraba amarrado a la cama, pronto se quitó esta privación por considerarlo una violentación. ¿que? ¡cómo se atreven a decir eso! ¡Sus acciones podrían desencadenar una guerra! tan descarado al decir eso después de lo que hizo. Por mucho que le hiciera hervir la sangre a David, sabía que Jorge tenía las respuestas, Julián había dejado de hablar de un momento a otro y solo se concentraba a escribir en bloc de notas cosas que Alfred y Él ignoraban, le prometió al especialista que se lo entregaría cuando estuviese terminado.

David solicitó hablar con Jorge, algo a lo cual Alfred no estaba de acuerdo, pero accedió luego de la presión de la administración, después de todo el se encontraba en territorio ajeno. Ricardo acompañó a David a la habitación donde Jorge descansaba, pero al sentarse se encontraba dormido, David le pidió a Ricardo que abandonara la habitación, éste se negó, pero David insistió con severidad. Segundos después que Ricardo cruzara esa puerta, Jorge abrió los párpados y giró la cabeza hacia David, lo observó por unos segundos como reconociendolo y mostrando su insatisfacción. No hubo ni saludos ni protocolos, se conocían bien o al menos eso pensaban.

—¿Quieres que te lo diga para que vayas a contárselo a tu amigo el gringo?

—Sabes bien que a mí tampoco me gusta como se está manejando esto, pero es la única forma de limpiar tu desastre. Han sido dos años sin noticias de él ¿que querías lograr con todo esto?

—Te lo contaré. -Dijo Jorge luego de pensarlo muchos segundos - así quizá se olviden un poco de mi.

David no comprendió, pero Jorge continuó diciendo.

—Lo que pase después de esto será cosa tuya.

—¿A qué te refieres con eso?

—Será cosa suya decidir si decirlo o no. -Le indicó.

David entrecerró los ojos con aspecto cauteloso.

—Sí. Yo secuestré a Julián. Lo golpeé en la cabeza, pero es duro y casi me ahorca, se resistió en muchas otras ocasiones. Todo un indomable.-Jorge se sonrió. David suspiró profundamente controlando su indignación de que el maldito sonriera - pero es lo que él quería…o más bien quería pero se avergonzaba de quererlo.

—¿Quería que lo golpearas? ¿esta demente usted?

—No. Escucha. -Interrumpió Jorge, su oscura mirada parecía levantarse y atravesar a David. Era una sensación única e irrepetible sólo cuando observaba los ojos de Jorge, alguien que era él, pero a la vez no, una existencia tan compleja como la propia - Todos tenemos deseos que anhelamos y no podemos tener, deseos que son vergonzosos para muchos ¿lo entiendes verdad? ¿puedes comprender esa sensación?

David frunció el entrecejo, aún no comprendía a lo que se refería, pero eso cambiaría con lo siguiente.

—Hasta tu quieres algo, pero no te atreves a tenerlo porque temes de lo que eso pueda afectar tu posición de país. No es tan fácil con solo tomarlo, hacerlo realidad…Al final del día, somos víctimas de las decisiones de otros superiores, solo espectadores de lo que pasa, ajenos al tiempo y …aparentemente a la muerte natural. - hizo un ademán con los brazos viendo su estado.

—¿A dónde quieres llegar?

—Sí, cierto, pero ¿has entendido?

—¿Quieres decir que Julián tenía algún sueño retorcido contigo?

—¿Por qué consideras que está torcido y por qué consideras que conmigo?

David abrió los ojos, su indignación era clara.

—Él solo quería saber lo que era vivir como un humano. Tener una casa, tener una pareja, un jardín, sin que tuviera que atender sus responsabilidades estatales por un maldito momento. Tener algunas gallinas, un perro y unos loros. Quizá tener las preocupaciones habituales como ¿de qué color pintar las paredes de la habitación? o preocuparse por completar un regalo de cumpleaños a una amiga o vecina.

—¿Y con quien iba a hacer tal cosa? ¿contigo? no me hagas reir, Jorge. Julián nunca se iba a juntar con alguien como tú. Solo mira lo que hiciste.

Jorge lo observó con frialdad por un instante, a él no le hacía gracia aquello, este silencio que se formó después era peligroso, por eso David palideció al sentir la presión de sus ojos sobre él. Jorge percibió el resentimiento en la mente de David y esto le impedía ver las cosas tal cual como eran y por tanto temía que no comprendiera sus palabras. La ira cegaba el camino de la verdad, pensaba.

—Él se sentía solo y yo también. Nos habíamos visto muchos años antes y hablamos pocas veces, pero encontré una oportunidad y nos acercamos más, él se abrió conmigo y yo con él. Eso fue lo que pasó.

David entornó la mirada con una expresión de suspicacia.

—No puedo creer eso. -Le objetó neciamente.

—Ese no es mi problema. Yo solo te cuento las cosas que pasaron, allá usted.

—No me mientas, Jorge.

—Eso fue lo que pasó ¿que esperabas? ¿que seamos incorruptibles? ¿Crees que él no siente?¿Qué tiene de malo? ¿Que tiene de malo ser egoísta por una vez en tu vida?

—Que lo heriste. Casi lo matas y ahora su gobierno está queriendo declarar la guerra. Debes entender que lo que hiciste está mal.

Inesperadamente, Jorge se logró sentar, erguido y su expresión se tornó feroz, David sintió un salto dentro de su pecho, jamás esperó que él pudiera moverse de aquella forma tan rápida y furiosa.

—¡Sí, lo herí! ¡Ya lo sé! Deja de repetirlo como si fuera un maldito retrasado. ¡No es de eso de lo que estamos hablando, si no del por qué lo hice! -Dijo exasperado- Él quería detenerse, sentía vergüenza de llevar a cabo un simple juego de humanos en la casita, pero yo no quería que él se privará de eso, quería intentar eso también ¿porque sería vergonzoso experimentar los deseos que albergamos dentro?

—-¿Y qué? ¿Irse a vivir contigo? Por favor… Sabes muy bien lo diferente que somos de los humanos

—¿Y por qué no? ¿Cómo sabes eso? solo por que no funcionó contigo, no quiere decir que no podría ser posible con alguien más.

David llevó sus manos al cabello frustrado.

—¡Por qué está mal! ¡Lo golpeaste, repetidas veces! le dejaste un daño severo en sus recuerdos, sin contar el secuestro, el aislamiento …debo inferir que intimaron, y quizá sin consentimiento y quién sabe qué otras cosas más …

Jorge guardó silencio, quizá armándose de paciencia y luego habló.

—David, no pienso negar nada de esas cosas que dices, pero quiero que entiendas por qué lo hice, todo lo que hice fue para que tuviéramos una oportunidad. Si tan solo él no tuviera la vergüenza de permitirse ser egoísta esto hubiera tomado otro camino y no estaría aquí escuchándote. Tuve que seguir adelante por él, cada vez que despertaba, a veces estaba bien y otras veces no.

—Son excusas, estás loco. -Acusó David. - O sea, mire, yo no te puedo creer esta historia. Julián tiene una responsabilidad que atender y lo ha hecho durante toda su vida desde que asumió la República…¡dejar todo eso solo para vivir una fantasía …y con usted!

—Bueno, no hay ninguna otra, te será menos doloroso escucharla de mi que de él.- Manifestó con un encogimiento de hombro- no gano nada de esta historia y pierdo mucho.

Ambos intercambiaron miradas, ah, cierto, Julián debía ser interrogado también y por un momento desde que llegó allí, David temió de saber la verdad de todo este asunto.

—Él aún no recuerda lo que pasó…-Replicó David cuidadosamente.- Tiene las memorias cruzadas. Cambia de escenario cada vez.

Jorge sonrió y emitió una risa traviesa.

—-Ah, claro y usted le cree. No sea estupido, hombre. Julián es mucho más inteligente que eso. ¿De verdad piensas que no recuerda nada o es que solo tiene miedo de confesar? Por mi parte estoy bien, jamás me ha importado lo que piensen de mí y quizá de esta no me libre.

David lo observó con resentimiento, porque esa sonrisa burlona era idéntica a la propia, su rostro era igual, pero en el interior eran definitivamente muy diferente o quizá no…quién sabe.

—No. Él no haría eso. Ya dime la verdad.

—La verdad, es lo que te estoy contando. Sí, le agredí, y si las circunstancias me obligaran lo haría de nuevo, lo haría, si no tuviera que lidiar con el problema de la memoria. No creí que despertara con los recuerdos mezclados, así que tuve que trabajar en ellos. Fue arduo, pero valió aunque sea por un momento. Creo que lo otro que cambiaría sería que no me llamara David sino mi nombre. ¿sabes como me hervía la sangre cuando lo escuchaba gemir tu nombre?

Asco. Sabía que lo hacía para herirlo.

—Eres repugnante.

—Ah - Jorge suspiró resignado- mire, David. no voy a obligarte a que me creas. Todos tenemos nuestros deseos y secretos. Cosas de las cuales nos gustaría hacer realidad, por más banales y simplonas que puedan escucharse para los demás. -David crispó los labios - Venezuela no es la excepción; tú tampoco lo eres, ni yo. Ni siquiera el gringo, pero esto es lo que has venido a buscar, no tiene porque gustarte, pero le invito a que, si no me crees, se lo preguntes a él mismo.

Intercambiaron miradas desafiantes y luego Jorge añadió.

—Este ya es asunto tuyo si se lo quieres decir al Alfredo entrometido o no…

—¿Piensas callar?

—No creo que sea algo que le incumba. No me cae bien. Lo odio y sé que tú también le guardas rencor, pero de nuevo…"hay que ser diplomáticos"-Dijo burlonamente, volviéndose a recostar- Ve con Julián, tú lo conoces, sabes cuándo está mintiendo…algo en lo cual aún no se me da bien.

Entonces David entornó la mirada, consciente de que no se habían visto; Julián podía andar en muletas, lo había visto sentado en el jardín por la ventana, parecía que a pesar de estar en sus pensamientos - por que lo recordaba como David- no tenía la mas minima intencion de ir con el. No preguntó por su estado desde que despertó y tampoco se acercó furtivamente hacia su habitación, donde David no tenía permitido salir hasta que estuvo en silla de ruedas. No se habían cruzado ni por accidente. ¿Era todo intencional? Había pasado demasiado tiempo investigando como para ignorar las señales que le brindaban esclarecer las causas del caso, ya que las consecuencias las conocía.

Logró eludir a Alfred, ya que no estaba en la clínica cuando visitó a Jorge, pero no sabía por cuánto tiempo podría esquivarlo, y mucho menos a la Administracion, asi que tomo el valor luego de las meditaciones correspondientes y con la ayuda de Ricardo (el amigo fiel) logró escabullirse una noche en la habitación de Julián, era pasada las tres de la madrugada y se deslizó en la habitación manobreando sigilosamente con la muleta.

Existía el completo silencio en la habitación sin luz, avanzó hacia la cortina estirada alrededor de la cama, la corrió con suavidad milimétrica y encontró al paciente dormido, se acercó para observar bien en la escasa luz, admiró su rostro durmiente con signos de sosiego y dudó en despertarlo, dudó de hacerlo y estuvo por un instante contemplandolo dormir. Las palabras de Jorge resonaban en su mente y por tanto la duda como un gusano. No podía evitar a Alfred por mucho tiempo ni a su Administración por el favor concedido…se acercó para tocarlo, pero sintió sus ojos moverse detrás de sus párpados y los abrió, Julián parpadeó lentamente, arrugó su expresión con la confusión que David esperaba. Aguardó un momento antes de hablar, pero él lo hizo primero.

—¿David? ¿que…? ¿qué pasó?

—Necesito hablar contigo. -Le indicó de inmediato, yendo al grano por que tenía poco tiempo.

Julián se sentó en la cama y arrugó más el entrecejo.

—¿De nuevo? - Replicó entonces. David abrió los labios pero luego los cerró con las palabras congeladas en su lengua. Un denso silencio se levantó entre ambos.

—¿Qué? ¿Que…dice?

Julián crispó su expresión y creyendo haber dicho algo malo, adquirió un tono más cauteloso pero no había marcha atrás cuando David se acercó para pedir una explicación.

—Tú viniste ayer… -Le indicó Julián- Dijiste que te darían de alta pronto y que te marcharías.

—¿Qué? Eso es imposible. ¿Con quien hablaste? Julián, yo no he pisado esta habitación en meses…no desde que me sacaron de aquí

—¿Entonces me lo habré imaginado? -David miró sus ojos, pero no encontró titubeo en su expresión, ni la más mínima muestra de duda en sus ojos azules. David supo lo que había pasado, sintió deseos de correr a advertir lo que pasaría, lo que Jorge haría, pero no podía dejar de observar los ojos del otro hombre.

—Tú sabes lo que ocurrió. Lo que te hizo…aun asi, le permitiste irse. - Aquello sonó a una afirmación más que como una pregunta. Julián no dijo nada, tan solo lo miró- ¿De verdad querías tanto saber lo que era ser un humano común y corriente? ¿Te atormenta tanto esta existencia tuya?

Julián hizo algo, movió la cabeza a un lado y sus ojos se entrecierran.

—Podrías haberlo hecho de otra manera. Alguien más. ¿Por qué? mira como terminaste…¿De verdad valió la pena? Él me dijo todo- Suspiró pesadamente - No le creí, obviamente. Así que vine para que tu me lo contaras, por que sé que recuerdas todo.

Julián retornó a su serena expresión y sus cejas se arquearon con tranquilidad anticlimática.

—Dices cosas muy extrañas… -Susurró él. David se exasperó y supo que tenía que intentar algo más que eso.

—No son para nada extrañas; tu lo sabes. Se que mantenían una relación en secreto. ¿Estabas tan desesperado así? -Cuestionó mientras Julián volvió a recostarse con la cabeza apoyada en la almohada - ¿Porque no dijiste nada? ¿Hablarme? Si tan solo te sentías podría haberte ayudado, encontrar alguna solución, no esto. Con él.

Julián lo miró desde su posición, había pesadez en sus ojos.

—¡Di algo! -Gritó entre dientes.

Julián simulaba pensar y luego de un momento que más bien parecieron décadas estiró la comisura de los labios.

—No fue la mejor manera de hacerlo, pero dime ¿Crees que de verdad tu lograras ser tan egoísta por mi?

David sintió su corazón detenerse y luego volver a andar, con un hormigueo en su cuello y la punta de sus dedos, la herida en el hombro parecía punzar. Abrió los labios temblorosos para responder, pero Julián sabía la respuesta por eso cerró los ojos y durmió.

Esa mañana se percataron, tarde, que Jorge no se encontraba en su habitación, el enfermero que lo atendía dormía en su lugar, sedado y amarrado a la cama. Se sospechó complicidad por parte de la administración. Alfred se había vuelto una furia, pero la Administración no le permitió desplegar un plan de búsqueda. No perdieron tiempo alguno y consideraron adelantar el proceso de rehabilitación del país Venezolano. Este parecía haber recuperado la calma y la mención de Jorge no parecía perjudicar de alguna forma, intentan buscar en sus pertenencias las notas que escribía tan diligentemente, pero no encontraron nada al respecto, al preguntarle por estas, indicó que no recordaba haber escrito nada y pronto comentó que tenía nombres de países en su mente y escenarios de guerras y demás eventos históricos que no se explicaba como posible por qué había ocurrido hace demasiado tiempo, la idea de la recuperación estaba pronto asomándose y se concentraron en ello, pero David sabía que Julián era muy bueno mintiendo, engañando a todos, menos a él.

Quizá si era verdad que su mente era un desastre cuando lo encontró en aquella casa, pero la estimulación del mundo exterior y los personajes que le habían asistido abrieron las grietas por donde se deslizaban los recuerdos reales. No encontraba otra explicación más que esa, pues no pensaba que fuera tan masoquista como para soportar tales tratos sabiendo su posición de país.

La verdad pesaba demasiado, pero él decidió quedarsela sobre su hombro, Julián tenía razón, podía amarlo, pero no podía hacerlo de forma egoísta, no podía pasar por sobre todo y todos, llegar a él con las piernas bañadas en sangre, no era tan radical como Jorge, aún tenía una mentalidad sensata, prudente y por sobretodo una responsabilidad más pesada que la verdad ahora revelada, responsabilidad que le mantenía los pies sobre la tierra, no podía dejar todo. No se lo permitía. No estaba bien, pero a pesar de ello…dudó en decirle la verdad a Alfred. No lo hizo. Su administración le interrogó pero declaró que no había obtenido nada. Declaró culpable a Jorge, como bien él lo contó, pero no mencionó a Julián por ningún lado de la historia.

Julián tampoco recordó nada relacionado a ese lado de la historia, el especialista parece haberlo atribuido al traumatismo y descuidadamente confesó que quizá eran cosas que jamás debia de recordar.

Un joven de cabello negro, bien peinado hacia atras, de ojos oscuros y expresion severa apareció un dia. Era el representante de la Administración vecina. Se hacía llamar Andrés y se acercó a Alfred para notificar que sus jefes deseaban recuperar a Julián lo antes posible, y eso se traducía a ese mismo día en la tarde, recuperarlo, como si se tratara de una propiedad, así lo habló el joven Andrés. Sus ojos eran tan oscuros como la piedra de obsidiana y densa su expresión que David no se atrevió a hablarle más de lo necesario; un corto ¿como esta? Bien. Gracias. Se miran y Andrés habían visto antes, Andrés se encargó de las tareas de Julián los últimos dos años y con ello existió algo de calma en la Administración. David confirmó la información luego de hacer algunas llamadas pertinentes y Alfred también. Andrés ingresó a la habitación de Julián solo después de ello, le explicó lo que sucedía y que se irían, para ese entonces Julián podía caminar sin muletas y le había retirado la mayoría de los vendajes, menos el de su cabeza. El país vecino comprendió todo con rapidez y calma, moviéndose mansamente de aquí para allá. Andrés era rápido y meticuloso, preciso tanto que daba algo de miedo, dejó la habitación vacía, como si nadie hubiera existido allí por el tiempo de nueve meses, lo que le toma a un niño el nacer.

Julián se despidió de la enfermera y se aseguró de llevar los regalos que tenía en su habitación. Andrés miró con indiferencia las flores; eran muchas, ocuparían mucho espacio, pero miró con más interés los libros.

David se vio en la necesidad de ayudarlo a llevar algunas cosas al auto, una camioneta negra Jeep, pero mentiría si dijera que no quería verlo por última vez, Julián abordó atrás y Andrés en el copiloto. Julián bajó el vidrió de la ventana para dejar entrar el aire frío y observó a David allí, junto al auto, se miraron en silencio y el colombiano observó como Julián estira la comisura de los labios en una sonrisa suave y tranquila.

—Quiero darte las gracias y también pedirte perdón.

David no sabía si podía aceptar una y brindar lo segundo.

—...No. No puedo.

Julián asintió con la cabeza sin dejar de verlo, algo confirmó David, él no estaba para nada arrepentido de lo que sucedió, quizá de lo único que se arrepentía era de las heridas causadas en el Colombiano.

—David. -Este escuchó a Andrés llamarlo y se acercó hacia la parte de adelante. Su mirada le perforó la propia pupila con una expresión directa- Gracias. La Administración te lo agradece.

El no sabía qué decir. Se alejó del auto en señal de despedida y los vio retirarse, sería un corto viaje al aeropuerto más cercano. Andrés asomó la mirada por el vidrio del retrovisor y observó la figura de Julián, quien era su país y a quien había cubierto por lo que serían ya tres años…

—¿Estás satisfecho de esta estupidez? -Preguntó Andrés sin volver a verlo- Tendrás que responder a los jefes y lograr convencerlos de no hacer un acto irreversible para una posible guerra.

—Ya lo sé…-Susurró inaudible el país detrás, miró hacia la ventana pensativamente - ¿Qué ha pasado con él?

Andrés tardó en responder.

—Él se fue. No se a donde. -Respondió, luego añadió mientras observaba la ventana – ¿Sabes…? Tus orquídeas no han florecido en esta temporada ¿crees que estén enfermas?

Julián cerró los ojos, quería pensar en su jardín y en su simpleza.

—Quien sabe. Lo veré cuando lleguemos.

Fin. 19 02 2022