(Capitulo dos... admito que aun no lo creo,
este roll se empezó hace... uno o
dos años mas o menos, pero por desgracia no pudimos terminarlo.
Y aunque me tarde y ahora lo tome como mi "terapia"
-un pequeño chiste personal-
me siento muy contenta de poder contar esta historia...
Oh my cat! ok nu :v disfrútenlo...)
Sus pasos cansados llegaban pesadamente al templo de Virgo.
La seriedad reflejada en sus ojos marrones, miraban una larga cabellera rubia que tocaba el suelo frío del templo, tan rubia como los mismos rayos del sol; Ishaan, caballero de Virgo que se encontraba sentado, con los ojos cerrados, las piernas cruzadas y las manos encima de estas meditando en medio de su templo, rodeado por cosmos dorado que llenaba el lugar de paz y tranquilidad. Esta misma, parecía llenar de luz el templo conforme avanzaba sigilosamente, mientras parecía que no había sido percibido por Ishaan, cargando su pandora box en la espalda, por encima de sus ropas de entrenamientos, comenzó a caminar acercándose a Ishaan conteniendo su respiración.
Levanto un puño retrocedió un paso con sumo cuidado, concentrando su fuerza en este. Una sonrisa burlona se asomó en su rostro apiñonado. Sus cortos cabellos castaños agitándose lentamente sobre su cabeza por el ligero movimiento.
-Ni siquiera lo pienses, Touma de Sagitario.-La voz tranquila de Ishaan, detuvo las intenciones de Touma. Él bajo el puño lentamente mirando el rostro sereno de Ishaan que ni siquiera había abierto los ojos.
-Quería ver si estabas despierto…- La respuesta de Touma se escuchaba entre risas mientras él lentamente se sentaba frente a Ishaan en la misma posición en la que se encontraba. Pensativo suspiro mientras seguía mirando a Ishaan que ya había apagado su cosmos llenando de una notoria oscuridad el templo de Virgo, las antorchas en las paredes ahora eran lo único que alumbraban el interior.
-Haz tus preguntas Touma. Puedo sentir tu inquietud, así como sentí tu presencia desde que pisaste mi templo.-Touma escuchaba las palabras de su compañero, mirando atentamente su blanco e inalterable rostro, suspiro sorprendido y lo miro con detenimiento.
-Paul, tu maestro, ¿está cerca?-Decía mirando a todas direcciones buscando alguna señal de Paul.-No quiero encontrármelo…-
-No, se marchó hace un momento. Vino a darme una orden del Patriarca, debemos reunirnos en su sala a la media noche.-Ishaan estiro sus piernas sosteniendo su peso en estas poniéndose de pie por completo.- ¿Por qué no preguntas lo que realmente quieres saber? O acaso, ¿tienes miedo que intente matarte?-La voz de Ishaan era cada vez más lejana, mientras se encontraba caminando calmadamente, acercándose a la parte posterior de su templo. Touma inmediatamente hizo lo mismo siguiendo casi corriendo para llegar pasos atrás de Ishaan. Mirando como este estaba ya en la salida trasera de su templo.
-No es eso, pero sé que para nada te agrada el hecho que este con ella.-
-Tienes razón, fuimos entrenados por el mismo maestro, por eso la veo y la protejo como mi hermana menor, a veces olvido que es una guerrera…-Miraba como Ishaan se movía su cabeza con dirección hacia el templo de Escorpio, Touma lo alcanzo mirando el blanco rostro de su compañero, que aun manteniendo los ojos cerrados parecía ver más que otros. Al igual que él, Touma dirigió su mirada al templo, entrecerró los ojos como si tratara de ver a Aileen desde su lugar.-Algo no va bien… la luna, tiene un brillo inusual… Hay un intruso en Escorpio…-
Touma preocupado miro con detenimiento, en su pecho sintió una ligera aprensión que no lo dejaba en paz. A esa larga distancia pudo sentir dos presencias en el templo, una estaba seguro que era Aileen quemando su cosmos casi llegando al límite, sin embargo había otra que era ligeramente más fuerte que la de ella, ambas estaban peleando en un enfrentamiento del que parecía que solo uno saldría vivo.
-¡Aileen!-Touma gritó comenzando a correr a toda velocidad saliendo del templo de Virgo, subiendo las escaleras usando las pocas fuerzas que le quedaban, sin importarle nada en absoluto.
De repente, un destello surgió del octavo templo, que era demasiado fuerte y capaz de cegar a cualquier que la hubiera visto, ya que era visible desde cualquier parte del Santuario. Touma se frenó bruscamente a la mitad de las escaleras hacia el templo de Libra, tapándose los ojos con las manos, pues el resplandor era tal que sentía que perdería la vista si la miraba. Tras desvanecerse lentamente, segundos después algo parecido a una estrella fugaz, salió disparado hacia el cielo perdiéndose en medio de este.
La luna lentamente comenzó a disminuir su brillo, regresando a su luz habitual. Touma con el corazón a mil por hora, continúo corriendo con su pandora box hasta entrar al templo de Libra. El lugar, estaba vacío, parecía que su caballero ya se había adelantado. Solo podían escucharse el eco de sus pisadas, al igual que las de Ishaan que resonaban las pisadas metálicas de su armadura.
Saliendo del templo, subiendo las escaleras a toda prisa, escalón por escalón, estos le parecían interminables. Finalmente llegando a la entrada, el interior se encontraba en una casi absoluta obscuridad, podía ver una figura dorada parada en medio de este. El cabello rojizo un poco debajo de su cuello, ondeaba con el poco viento que entraba al interior. El resonar de los pasos acercándose a esta persona, hicieron que girara su cabeza para luego girar por completo su cuerpo; en su rostro una profunda confusión y frustración, se mostraba en su ojos marrones. Touma miró mejor a Zhang de Libra, y ver que en sus manos tenía un casco dorado, el casco dorado de Escorpio, teñido parcialmente de un líquido rojo. Se detuvo bruscamente al ver donde Zhang estaba de pie, el charco de sangre en el templo de Escorpio lo paralizo.
-Es su casco… Aileen… ¿Dónde está Aileen?-La voz de Touma, se distorsionaba por la desesperación y la preocupación que en su interior lo atormentaban.
-Lo siento Touma… no llegue a tiempo.-Zhang vocalizo girando su mirada hacia el caso manchado de sangre que tenía en sus manos, evitaba la mirada de Touma. De inmediato, un grupo pequeño de pisadas metálicas se escuchaba entrar a toda prisa por la parte trasera del templo de Escorpio, Farid, Paul y Rasmus de los templos de Capricornio, Acuario y Piscis respectivamente entraban uno tras otro al octavo templo. Touma hizo caso omiso de los caballeros que habían entrado a contemplar la fúnebre escena.
-¿Dónde está? ¡Tú eras el más cercano a ella, ¿por qué no la ayudaste?!-Su tono subió varios decibles que retumbaban con fuerza en las paredes del templo. Sus puños se cerraron queriendo sostener al caballero de Libra para encararlo violentamente
-Touma, tranquilízate.-Inmediatamente Ishaan se interpuso entre ambos caballeros, las palabras de él no fueron atendidas por Touma que se había acercado demasiado a Zhang, a pesar de que se había interpuesto rápidamente entre ambos caballeros.
-Tarde mucho en notar la presencia del intruso. Ni siquiera note cuando la pelea comenzó, me di cuenta cuando sentí que Aileen se debilitaba, y salí de inmediato a ayudarle. Estando justo en la entrada… ella estaba quemando su cosmos al límite y por lo que veía, parecía que el intruso estaba herido; sin embargo, logró atacarla…-Zhang se interrumpió alzando la mirada, Touma sintió como sus ojos se enfocaban en los suyos, llenos de rabia y frustración.- ¡quise intervenir! de repente cuando ese resplandor estalló… quede cegado por un segundo… fue tan rápido, cuando apenas pude ver de nuevo, ella cayó inconsciente y casi de inmediato huyó con ella.-
-Eso quiere decir, ¿que alguien secuestró a Aileen?-Una voz pensativa y grave se escuchó llamado la atención de Touma, con la mirada perdida, sus ojos irritados se centraron en la entrada principal del templo. Una larga cabellera rubia se mecía mientras se adentraba casi hasta donde el resto de los caballeros se encontraban, la voz de Kazou de Aries se escuchaba apacible mientras llegaba detrás de Jason de Leo, Fabriccio de Cáncer, Leandro de Géminis, Nicolau de Tauro, que se hacían presentes a toda prisa.-Pero ¿quién lo haría? y ¿por qué? Hay algo que no concuerda…-
-Tienes razón, ni siquiera yo pude sentir la presencia del intruso, ya que al igual que Zhang lo noté hasta que el cosmos de Aileen estaba llegando a su límite.-Ishaan contesto interrumpiendo a Kazou, mientras se giraba hacia él, Touma trataba de asimilar la situación, mientras miraba que con indiferencia y una extrema frialdad, Paul solo escuchaba a sus compañeros.
-¡¿Qué esperamos?!- Touma respondió con fuerza mientras intentaba mantener la cordura mirando con desesperación al resto de los caballeros presentes.- ¡Debemos ir a buscarla!-
-Touma… debemos informar al Patriarca, y esperar a que tome una decisión. Esto puede representar un peligro para el Santuario.-contestaba fríamente para luego girarse y comenzar a caminar hacia la salida posterior, Rasmus de Piscis entrecerró los ojos mirando a Touma, comenzaba a acercársele cuando este enfureció de repente.
-¿Estás loco Paul? Se trata de Aileen, una de tus discípulos,-Contestaba fuertemente si contener su ira-Mientras más esperemos, aumenta el riesgo de que ella muera…-
Paul se giró interrumpiendo su andar hacia la salida, fulminando con la mirada a Touma.
-¡Recuerda tu obligación en este Santuario! ¡No estas para proteger a un caballero, tu deber es proteger a Athena, incluso por encima de cualquiera de nosotros!-Se interrumpió sin quitar la vista de él, Touma no daba crédito a lo que escuchaba.-Además… lo más probable es que ella ya esté muerta.-
Un sepulcral silencio se hizo en el templo, los once caballeros dorados se miraban entre sí, para Touma era difícil de creer lo sucedido.
-No… no puedo quedarme sin hacer nada… iré a buscarla…-
-Y, ¿por dónde empezaras, niño?-Una voz grave resonaba a lo lejos a orillas de la salida posterior, interrumpiendo a Touma en su protesta, una armadura dorada, se veía brillar tenuemente, poco a poco unos pasos un tanto pesados, acompañado de un golpe rítmico de un cayado, con una cobra enroscada y las fauces abiertas, hecho del mismo material que su armadura sosteniendo lo que parecía un rubí.-He escuchado todo su alboroto desde mi templo. Creo que Athena debería disciplinar mejor a sus caballeros, así no harían los que les plazca…-Mencionaba prepotentemente mientras se detenía y miraba a cada uno de los once caballeros presentes con su profunda mirada azul.-…una amazona raptada, un niño desobediente y un caballero que busca cualquier razón para matar al niño… las cosas serían diferentes si yo ocupara el lugar de Athena… además, ¿Cómo saber dónde buscar, si no conoces al causante de todo esto?-
Touma miraba con furia a Marcus el caballero de Ofiuco, mientras este comenzaba a acercársele, miro como Marcus dirigió su mirada al charco de sangre unos momentos, luego comenzó andar hacia la entrada principal del templo. Se inclinó por un momento mirando con lo que parecía ser curiosidad algo en el piso, cerca de otro, pero de menor tamaño, charco de sangre. Se incorporó con rapidez para luego acercarse a los once caballeros restantes. Entre sus manos jugueteaba con una pluma, tan blanca como las nubes del cielo ligeramente manchada de sangre.
-¿Qué es eso?-Touma confundido miro la fina pluma entre sus manos.
-Una pluma, y esto es un mal indicio.- Touma miro de reojo a sus compañeros con la misma confusión en sus rostros.
-Estas tratando de decir que…-Jason se acercó de prisa al ver con calma la pluma y la observo detenidamente.
-Así es Jason, estamos hablando de ángeles.-
-¿Ángeles?-Todos contestaron al unísono al escuchar las palabras de Marcus mientras no apartaba su mirada de la pluma.
-Los ángeles, son seres que están entre lo mortal y lo divino. Seres elegidos por los mismos dioses; que desde el principio de los tiempos han servido como mensajeros para ellos. Asimismo, es muy sabido que sólo los ángeles realizan misiones "divinas"-Explicaba Marcus haciendo el además de comillas al aire al terminar su frase enfatizando su sarcasmo.
-¿Quieres decir, que fue Aileen raptada por orden de un dios?-La voz de Jason se elevó varios decibeles llamando la atención de Touma, que miraba la expresión Jason tenía la sorpresa y la incredulidad en su rostro y en su ojos marrones…
-Apostaría mi vida y mi armadura a que así es… - por un momento observo la pluma manchada y parecía observando como si viera algo inusual en ella, de repente se giró mirando hasta el fondo del octavo templo mirando a los ojos del caballero de Acuario-Paul, creo que todos debemos acompañarte con el Patriarca.-La voz de Marcus resonó como una orden disfrazada de petición, mientras los pasos acompasados de Paul se comenzaban a escuchar hasta desparecer.
Unos fríos e inexpresables ojos verdes miraban con atención una puerta grande blanca, que con recelo mantenía siempre cerrada, las paredes blancas reflejaban la gran cantidad de luz que la luna frente suyo, alumbraba. A lo lejos unos pasos apresurados se escuchaban acercarse, girándose repentinamente sus largos y alborotados cabellos con un azul pálido, se movían con la brusquedad del movimiento. Una joven de piel blanca y largos cabellos castaños, vestida únicamente con corto y sencillo vestido blanco y por encima, una armadura que le cubría una especie de tiara con una media luna al centro, que separaba lo que parecían ser oreja, en el pecho y en hombros eran cubiertos por esta, ambos brazos rodillas y unas finas sandalias que subían en dos largas tiras entrecruzadas, así como sus rodillas, corría con un arco y una flecha entre sus manos. La vestimenta distintiva de las satélites lunares, al servicio y protección de la diosa Artemisa.
Mirando como la joven satélite llegaba ante ella bajando una rodilla al suelo, hincándose y haciendo una reverencia agitada faltándole el aire en sus pulmones, sintiendo como estos ardían al sentir el paso del aire a toda prisa.
-¡Señora Calisto…!-Mencionaba la joven satélite con la respiración entrecortada, mientras esperaba respuesta de ella.
-¿Qué sucede Yleina?-La voz sin emoción de Calisto, respondía mientras avanzaba un par de pasos hacia la joven satélite,
-Es Ícaro…. Ya ha regresado, pero al parecer viene herido.-Las palabras de la joven Yleina. Sobresaltaron a Calisto y en u movimiento grácil, movió su báculo plateado en forma de media luna con una punta lanza en el centro, señalo hacia dónde la satélite había llegado.
-Vamos.-Calisto siguió a la joven satélite mientras caminaban a toda velocidad hacia donde le indicaba, su largo vestido blanco se ondeaba bruscamente mostrando sus frágiles pies cubiertos por finas sandalias que hacían sus pasos sigilosos mientras avanzaba.
Al ver a Tenshi de Ícaro, su corazón se sobresaltó por un momento. El ver aquel joven de piel blanca, ligeramente bronceada con una joven en brazos, había sido un tanto impactante, la armadura dorada que la protegía sobre sus ropas de entrenamiento azules, sus largos cabellos rubios un toque verdoso colgando, mientras su cabeza se encontraba recostada sobre el hombro de Tenshi, mientras su brazo colgaba inerte dando señal que la joven estaba inconsciente. De la Glory de verían tres hilos de sangre que parecían provenir del ángel, mientras que unas cuantas gotas de sangre de la armadura dorada, justo en el costado izquierdo.
Calisto pasó de largo sin mirar a la satélite que se encontraba en el lugar, caminando con un aire de indiferencia mientras en su interior la consumía una mezcla de sorpresa, desconcierto, miedo e ira.
-Yleina, busca inmediatamente a Galeana, que se prepare, ella conoce mis indicaciones... Y quiero que guardes discreción de esto, ¡¿Entendido?!-
-S-sí señora-la joven satélite salió corriendo hacia el lado contrario de dónde se encontraba, mirando como alejaba se acercó a Ícaro con la joven en brazos.
-¡Te envié por una joven campesina, no por una amazona de Athena!- Calisto miro desafiante a Tenshi mientras se le acercaba lentamente. Estando a un par de pasos de ellos, miro a la joven amazona y con un movimiento rápido miro el dije en su cuello sobresaltando su plateado color sobre la dorada armadura, y con sus mano izquierda acerco esta hacia el rostro de la joven Aileen, quitándole el antifaz dorado dejando ver su rostro mirando más de cerca miro el hilo de sangre que provenía de su labios.
-Fui guiado hasta el Santuario, y yo mismo comprobé que ella tiene el dije que me indicaste…-
"No, no puede ser…"
Tras hacer esto, Calisto comenzó a caminar rápidamente, tras ordenar al ángel. Sus pasos apresurados entre los rocosos pasillos y paredes del lugar
-Sígueme-
Calisto planto su báculo plateado en el suelo, resonando en golpe que retumbo en todo el lugar, proveniente de las afueras de la gran habitación. En un rechinido más o menos intenso, las puertas comenzaron a abrirse lentamente, siendo jaladas hacia el interior por dos mujeres con un velo blanco en el rostro.
-¡Métela y recuéstala ahí de inmediato!-La voz inquieta de Calisto ordeno con fuerza a Ícaro el cual obedeció recostando a Aileen en un altar de mármol blanco, labrado a mano desde la base de este, hasta el borde superior, la figura de una mujer de largos cabellos un vestido largo, largas mangas anchas con lo que parecía ser la luna detrás de ella. Alrededor de esta, flores talladas con cuidado y muchos detalles incluso las enredaderas que las acompañaban eran muy intrincadas.-Galena, aquí esta, haz hasta lo imposible pero no dejes que muera.-Calisto se dirigió hacia la joven de largos y cabellos ondulados castaños, que vestía un largo vestido blanco y el rostro cubierto con un velo blanco.
-Lo haré señora Calisto, pero me temo que tendrán que salir.-Decía la joven mirando directamente a Ícaro que se encontraba a lado de Calisto-Tengo que desvestir a la chica.-
Calisto escuchó los pasos de Ícaro alejarse y salir de la habitación, casi de inmediato ella giro su cuerpo mirando hacia la puerta y comenzó a caminar de prisa, al atravesar la puerta la cerró con sumo cuidado. Encarando a Ícaro se le acercó, con su báculo plateado apuntándole con la punta de lanza dirigirse hacia el cuello de Tenshi, con fuerza y rabia en sus ojos.
-Te dije claramente, que la trajeras con vida.-Calisto ya había puesto la punta de la lanza en la garganta de Tenshi, este no lo había notado el movimiento de ella hasta que sintió como la punta era presionada.
-Únicamente… me defendí.-Decía Ícaro inmóvil con la mirada desafiante hacia Calisto.-En cuanto le dije que iba por ella, me atacó, nunca había conocido tal fuerza en un caballero de Athena, menos viniendo de una mujer…-
-¡No me interesa, tú único deber era traerla a salvo!-
-Lo sé…-Decía Ícaro comprendiendo la situación de repente, aun con la furia en el rostro y sus ojos azules- … sin embargo, no entiendo el interés tiene la diosa Artemisa en ella…-La satélite escucho las palabras de Tenshi la preocupación y alejo la lanza del ángel para solo darle la espalda acercándose al enorme par de puertas, como si tratará de ver a través de ellas. El sonido metálico que golpeaban contra suelo de las piezas de la armadura dorada era lo único que resonaba en la gran habitación.
-Mis órdenes solo realizan los deseos de la diosa Artemisa, así que el ser cuestionadas o desobedecidas, le estas faltando a ella. Y por tu bien, espero que esa chica se salve, porque de lo contrario, ni pidiendo clemencia a todos los dioses, no serás perdonado, ni siquiera el mismo Zeus te perdonara la vida.-Recitó su amenaza de una manera extrañamente tranquila-Retírate y que te curen esas heridas.-
Ícaro asintió mientras se giró con un aire colérico, acercando una mano a donde las heridas sangrantes permanecían aún abiertas alejándose y perdiéndose entre los muros de piedra rocosa; Calisto continuaba mirando la gran puerta mientras el ruido metálico se había terminado y comenzado el ligero sonido de lo que parecía el desgarre de ropas. Sosteniendo con demasiada fuerza, presionando con su puño en el mango de su báculo, parecía que la terminaría por destrozar, a la vez que en sus ojos se asomaba la ansiedad.
-Mi señora…-La voz de Calisto casi se quebraba mientras esperaba con el lento pasar de los minutos, de lo que parecía sentirse; la inevitable presencia de la muerte.
