(Hola a todos.
Bueno de nuevo les traigo la continuación de esta historia,
y les aseguro que cada vez nos acercamos mas al final.
Sé que no he sido muy regular que digamos, y que esto les
perjudica en seguir el hilo de la historia. Sin embargo, saben que en ocasiones
no cuento con el tiempo suficiente o se me presentan caso de verdadera emergencia.
Pues esta vez mi madre estuvo hospitalizada unas semanas y otras
en reposo absoluto, y ella era lo único que tenía en la cabeza.
Bueno les dejo este capitulo. háganme saber sus opiniones.
Besos y ¡disfrútenlo!)

Artemisa no tenía su concentración a su alrededor. Sus pasos erráticos, daban la impresión de que caería en cualquier momento. Su cuerpo cada vez estaba más debilitado, frunciendo el ceño, miró a la nada, su molestia aumentaba poco a poco.

Calisto la seguía de cerca, su presencia era casi imposible no sentirla, ella había tratado de acompañarla, desde el primer momento. Sin embargo, los estragos que el cansancio que sentía la diosa, habían comenzado a hacer estragos. Admiraba como había logrado mantenerse firme ante Hades y sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza.

En su mente, el recuerdo de la filosa hoja asomándose en las manos de Hades, le habían hecho ver que su vida había terminado. Aún de esa manera, ella tenía viva la sensación de merecer tan penoso castigo.

La luz del enorme corredor no permitía que la obscuridad tuviera lugar, cubriendo la puerta del aposento de la diosa. Empujando con fuerza, la puerta se abrió mostrando el lugar donde había despertado, escasamente iluminado por la poca luz de la luna. Dando un paso dentro de la habitación sus piernas temblorosas se debilitaron por una fracción de segundo. Artemisa, estando a punto de caer se sujetó de la puerta con fuerza.

—¡Señora Artemisa! —Calisto se acercó a toda prisa, en un intento por sostenerla.

—Estoy bien —Con ayuda de sus manos logró incorporarse, y continúo lentamente adentrándose a la habitación—. Calisto, quédate.

—Señora Artemisa… —Titubeó Calisto a sus espaldas, sólo podía escuchar como la puerta se cerraba detrás de ella.

Artemisa se giró hacia ella, mirándola detenidamente sin dudar.

—¿Qué has estado ocultando? —Cuestionó Artemisa elevando ligeramente la voz. Su mirada mostraba una emoción mas intensa que la que expresaban sus palabras—. Desde antes de mi encuentro con Hades, tu actitud ha sido extraña.

—No le he ocultado nada —Respondió tratando de calmarse, bajando su mirada con el rostro pálido—. Y-yo…

En un solo segundo alzó la mirada hacia ella, sosteniendo las dos ramillas con fuerza, y con una estrella de seis picos violáceos, que se dibujó en su frente, soltó las dos ramillas, que llegaron a escasos centímetros de ella. Un violento viento, comenzó a sacudir las vestiduras de ambas, y haciendo volar los pétalos por todo el lugar. Pequeños destellos comenzaban a esbozar una extraña puerta, los arcos de esta se alzaban imponentes y en pocos insistes, los trazos de la entrada al mundo de los sueños, eran nítidos.

Sus ojos comenzaron a cerrarse, y con la poca fuerza que le quedaba, intentaba permanecer despierta. Su cuerpo comenzó tambalearse hasta perder por completo el equilibrio. La consciencia de ella estaba desvaneciéndose poco a poco. A pesar de recordar vagamente la sensación de su cuerpo en el rígido suelo, ella parecía seguir cayendo en un profundo abismo.


"La pequeña niña y la extraña mujer, se habían ido, dejándola sola con su única compañía, las flores.

"Sus pequeñas manos sujetaban los pequeños tallos de coloridas flores con fuerza, entrelazando lo que tomaba forma de una corona. Tratando de no mirar a su alrededor, evitaba a la gente del pueblo, que la miraba siempre de la misma manera que podía verse a una amenaza, a la vez que alejaban a los niños a jalones del lugar.

"No podía hacer nada al respecto. Sus miradas heladas la herían cada vez que se cruzaba con ellas, era como una advertencia de que no se acercará a ellos. A pesar de verlas todos los días, era algo con lo que aún no había aprendido a vivir.

"—¡Espera! —Gritó una voz asustada a unos cuantos metros del lugar.

"Alzó la vista, y trato de mirar al lugar de donde venía esa familiar voz, y solo se encontró con un pequeño niño de cabellos y ojos negros, que la miraban de la misma manera fría, mientras se acercaba con calma hacia ella. Natasha estaba temblando a lo lejos, al mismo tiempo que contemplaba viendo, cómo detrás de ese pequeño, un grupo de niños se acercaban.

"—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó Aileen con una voz temblorosa, echando un vistazo, a las manos del niño una roca, que presionaba con fuerza.

"—¡No te vuelvas a acercar a Natasha! —Ordenó con un grito el niño que estaba a unos cuantos pasos—. ¡Aléjate de nosotros!

"En un repentino movimiento, lanzó la roca con fuerza, impactando directamente en su frente.

"—¡Aaahhhh! —Aulló al instante, soltando las flores. Sólo podía sentir un dolor punzante, que la molestaba. Su cuerpo, comenzó a temblar de pies a cabeza. Y sintiendo, como un cálido líquido corría desde su frente mezclándose con las lágrimas, que brotaban inesperadamente de sus ojos.

"—A-Andrew, aléjate de ella —Ordenó otra pequeña con un temblor en su voz.

"—Tú... —Musitó Aileen de una manera casi inaudible, con su mirada vacía, y a la vez llena de rabia y dolor—. Haz derramado sangre divina. Pagarás por tu pecado.

"Una masiva explosión de energía apareció repentinamente, llameantes, violentas, incesantes. Miro cómo el pequeño niño comenzaba a retroceder lentamente, sin dejar de mirarla. "Repentinamente, un golpe pesado, se escuchó a unos metros del lugar, para mirar al joven amigo de su padre, que aunque su rostro se encontraba tranquilo, podía leer la sorpresa de sus ojos, pero, de alguna manera, se sorprendido al ver al amigo de su padre, vistiendo una armadura dorada.

"Casi de inmediato, un extraño estremecimiento comenzó a mover la tierra, debajo de sus pies. Parpadeó, y apagó su cosmos y miró a su alrededor desconcertada.

"Repentinamente, los presentes habían quedado inmóviles. Los niños, el rostro de Paul, de Elián, y todo lo demás comenzó a desvanecerse, el canto de las aves cesó, dejándola sola en medio del silencio del campo con las hermosas flores y los arboles a su alrededor, y sólo el silbante viento comenzaba a molestarla.

"—No es necesario que te ocultes —Dijo repentinamente con voz tranquila, mientras miraba de reojo hacia atrás—. ¿Acaso pretendes engañarme con una ilusión?

"Una obscura figura comenzó a plasmarse levitando cerca de la copa de un árbol, con lentitud, se acercaba a la espalda de la pequeña en un movimiento sigiloso. Poco a poco se acercándose al suelo para asentarse con un suave movimiento.

"—Esa no es la razón, diosa Artemisa —Contestó Morfeo sin titubeos al quedar alejado de ella unos metros de distancia.

"—No es necesario pedir una explicación, o ¿sí Morfeo?

"—No era una ilusión —Explicó conservando la calma—. Sólo fue una proyección de sus recuerdos.

"—Así que es eso —Contesto con un toque de duda en su voz—. Entiendo.

"La pequeña Artemisa, comenzó a caminar compasadamente, y poco a poco su cuerpo, crecía con cada paso que daba, hasta llegar a recuperar su cuerpo, que se encontraba desnudo cubriendo su pecho con sus largos cabellos. Ante ella, una diosa imponente, vestida con su armadura, sosteniendo el báculo que le daba el mando absoluto de la luna, así como su deber.

"'Ahora, todo tiene sentido.'"


El peso de la pandora box, no frenaba el ritmo de sus pasos. El bosque a su alrededor, se encontraba lleno de tranquilidad, con sus sentidos alerta. Eran tiempos difíciles, Touma lo sabía perfectamente, la situación en el Santuario, se había complicado con los acontecimientos más recientes, amenazando por quebrarse en cualquier momento.

Un repentino sonido se escuchaba a lo lejos, sus pies se detuvieron un momento en un intento por captar lo que se percibía a los lejos, que parecía una cascada. En su mente comenzaban a llegar recuerdos que había tratado de olvidar. La cristalina agua cayendo, el río, y una hermosa figura escondiendo su desnudez con sus ropas de entrenamiento. sus cabellos largos enmarcando unos grandes ojos verdes y primera vez, el rostro descubierto de Aileen.

Presionó sus puños con fuerza, al mismo tiempo que sus ojos se enrojecían y ardían. Aspirando hondo continúo avanzando por el sendero, haciendo caso omiso de su corazón agitado. Debía tener sus prioridades, y sabía que no debía pensar en ella, en la diosa que en realidad era. Sacudió su cabeza tratando de centrarse en su camino, cuando en medio de la espesura de los árboles, una pequeña luz se asomaba a lo que parecía el final del camino. Sus pasos se apresuraron a alcanzarlo. El sonido de la cascada, estaba cada vez más cerca para percatarse de algo fuera de lugar.

Una familiar presencia apareció sin aviso, no tardó mucho en reconocerla, abrió los ojos de par en par. Poco después, un fuerte estallido se escuchó cerca de donde estaba, y sin pensarlo dos veces, Touma soltó las correas de su pandora box, para que en un golpe esta quedara en el suelo abriéndose y dejando a la vista su armadura. En ese mismo instante la armadura de Sagitario, se desprendió cubriendo su cuerpo. Sus pasos aumentaron la velocidad hasta encontrarse corriendo hacia la luz del final del bosque.

Finalmente saliendo del sombrío bosque, se encontró con una cascada fluyendo tranquilamente, al otro lado del pueblo. Un hombre se arrastraba ensangrentado hacia él gimiendo de dolor, para tumbarse y finalmente perder la vida. Las casas humeaban, y otras habían sido reducidas a escombros. Los pobladores yacían tirados, en su mayoría sin vida.

Touma, presionó sus puños, y en su rostro descompuesto, sus emociones se desbordaban. La existente cortina de humo, se disipaba lentamente, mientras, dejando únicamente escuchar los pasos que se acercaban a él. Instintivamente tomo su posición defensiva, mientras una Glory podía verse con mejor detalle, la piel canela del rostro semi cubierto de Tenshi, podían apreciarse. En sus ojos, había una extraña mezcla de furia y calma, y la ansiedad que mostraban sus pasos al acercarse. Touma presionó los dientes con fuerza al mirar a los ojos a Tenshi, no había esperado verlo de nuevo en medio de una situación similar.

—¡¿Qué has hecho?! —Cuestionó con la rabia desbordando de sus labios.

—Ellos han pagado su ofensa hacia los dioses —Respondió Tenshi mientras se detenía a unos cuantos metros de Touma, sin apartar su mirada ni un segundo.

—¡¿De que estas hablando?! —Cuestionó con le mismo tono de voz, extendiendo las alas de su armadura.

—Solamente recibieron el mismo castigo, que ustedes recibirán.