(Hola chicos, otro capitulo y
cada vez que avanza mas la historia,
me emociono mas y mas...
Sinceramente, había ocasiones en
la que yo misma sentía que no avanzaría mas
y se quedaría estancada. ¿Ustedes alguna
vez lo pensaron? Son libres de responder, así como sus
opiniones sobre la trama. ¡Por lo tanto, disfrútenlo!)
Casi podía ver su rostro, en los ojos del caballero. Su ceño fruncido, el ligero rechinido de sus dientes, y sus puños presionándose con fuera con un débil estruendo de su armadura, era una muestra de la ira que crecía en su interior, que parecía su incoherente reflejo.
—Nunca entenderé a los dioses —Dijo Touma, presionando más sus puños—. Para ellos, nuestra existencia es un error, y su única solución es exterminarnos.
—Parece que no lo has entendido —Contestó sin titubear acercándose unos pasos hacia él, para luego detenerse—. Antes de acabar contigo, lo comprenderás.
Ícaro inicio sus acelerados pasos hacia él para detenerse a escasos centímetros de él, en un movimiento casi imperceptible, elevó un puño guiándolo directamente hacia el rostro de Sagitario, que interpuso sus manos cubriendo su rostro contraído, resonando el sonido de su armadura, y una onda expansiva surgió del impacto agitando las hojas de su alrededor, así como los cabellos revueltos de Ícaro, dejando una marca en la tierra con sus pies, mientras la resistencia fuerte de Sagitario parecía que cedía poco a poco.
Se alejó de inmediato y sin esperar, Touma se acercó moviéndose, aumentando la velocidad, con su puño apuntando hacia él. Tenshi logró detener el impacto con sus manos, mientras ágilmente una de sus piernas se alzó en el aire y girándola con precisión hacia atrás para luego impactar el costado izquierdo de Touma. La fuerza lo envío lejos del lugar, impactando contra los árboles, que sucumbieron junto con el estruendoso crujido de la madera rompiéndose, levantando a su vez una cortina de polvo en el aire.
Las pisadas de Ícaro, se acercaban a la nube de polvo, que comenzaba a desparecer lentamente. Sagitario se sostenía con sus piernas temblorosas en un movimiento lento y dificultoso. Tenshi se acercó, y llegando frente a él, juntó sus manos sobre el abdomen del caballero, una rosada corriente recorría sus manos, y creando una esfera, cargando de electricidad el aire que les erizaba las puntas de los cabellos, terminó en un estallido repentino, que sólo permitía ver una nueva humareda, que había arrasado con varios árboles del bosque a su paso. La niebla, lentamente se fue dispersando y sólo podía verse al caballero de Sagitario contra el suelo, con una gran marca de varios metros sobre la tierra, inmóvil, cubierto de polvo y sangre. Entrecerrando sus ojos, Tenshi se giró y comenzó a caminar con dirección al lugar donde antes se encontraba el pueblo.
—Ngh… A-aún… no he terminado contigo—Respondió Touma, después de un imprevisto sonido, se escuchó detrás de él, acompañado de gemidos.
Tenshi detuvo sus pasos y miró de reojo hacia atrás. Con lentitud se viró hacia Touma que se incorporaba de nuevo, con una mano en su costado.
—Deberías renunciar —Refutó Tenshi al dar un par de pasos hacia él—. Tu muerte es inevitable.
Touma extendió las alas doradas de su armadura. Sus pasos comenzaron a andar, y casi de inmediato elevar su velocidad de sus pasos acercándose a él a escasos milímetros de distancia. Repentinamente, en su abdomen sintió un golpe que lo obligó a inclinarse. Abrió los ojos de par en par, sintiendo como el aire escapaba de sus pulmones, para luego momentáneamente en su espalda otro doloroso impacto, lo llevo al suelo en una fuerte colisión con la tierra. Con sus brazos trémulos, el ángel se incorporaba pausadamente. Sus ropas habían sido ensuciadas de polvo, y levantando la mirada, pudo encontrar con ella al caballero, llevó una mano a su rostro, limpiando el minúsculo hilo de sangre que salía de sus labios. Al ponerse de pie, aún con el leve temblor en sus piernas, que se volvieron firmes rápidamente, sin dificultad, aun con las punzadas de dolor donde había sido golpeado. Forzando sus piernas, dando un salto tocando las alturas, y en sus manos comenzó a formar una burda e imperfecta lanza de una electrizante de energía, sujetándola con fuerza para lanzarla hacia el caballero. Al llegar al caballero, atravesando el abdomen de Touma, afectándolo en el impacto, haciéndolo caer de rodillas.
—Han ofendido gravemente a la diosa Artemisa… en especial tú —Interrumpió sus palabras presionando su puños con fuerza a los costados de su cuerpo—. ¡Por esa razón, evitare que vuelvas a interferir en su camino!
Juntando las palmas de sus manos, hizo correr la corriente desde sus brazos, para alejarlas, otra carga de energía se formaba con rapidez y una nueva lanza había sido formada casi en su totalidad, del mismo tono dorado que la armadura, tomando y presionándola fuertemente, contrayendo su brazo armado, tomando la fuerza de su espalda. Sacudió su brazo, soltando la lanza hacia su objetivo. En un golpe certero, la lanza atravesó un costado del caballero, en ese mismo instante, la mirada de Ícaro se giró cuando una conocida presencia se acercaba detrás de él.
—Así que esto es lo que te hacía demorar tanto —Intervino una voz a sus espaldas, sin embrago, Ícaro no movió ni un solo músculo, mientras regresaba su mirada a Touma.
—¿Qué haces aquí?
—Calisto, me ha enviado.
Tenshi sólo escuchaba los pasos casi silenciosos y una alargada silueta sombría del inesperado visitante, que se acercaba lentamente. Sus puños se cerraron con fuerza, manteniendo su rostro inexpresivo. En un instante, sólo contemplaba el rostro lastimero de Touma.
Casi de inmediato, se giró dejando a Touma herido, mirando a Teseo, que se había quedado a unos metros con los brazos cruzados sobre su pecho. Sus piernas querían temblar, mientras sus ojos mirando los tonos anaranjados y violáceos del cielo, y dejando a Teseo atrás.
—No acabaré contigo ahora —Dijo repentinamente en un susurro evitando la mirada de Teseo—. Pero la próxima vez, ella no te protegerá.
Los pasos de Teseo, se acercaban con lentitud, Ícaro sentía la mirada de Teseo en su espalda, inhalando profundamente, tratando de mostrar una calma que sentía que había perdido con la sola presencia de Touma.
—Es extraño que falles, Ícaro —Declaró Teseo con un susurro.
—…—Titubeó mientras seguía su camino, contemplando a la luna que comenzaba a brillar poco a poco en el cielo.
Lentamente, en un pequeño y desapercibido salto, comenzaron a desvanecerse, dejando el lugar con una triste y fría noche.
El sonido resonante de sus pisadas, podían escucharse desde varios metros de distancia, entre las paredes del palacio lunar.
El temblor de sus manos y del resto de su cuerpo, aumentaba progresivamente con el pasar de los segundos, haciendo sentir como poco a poco perdía la compostura. Habían pasado pocas horas, desde que Artemisa ella había caído en un profundo sueño. En su pecho, sentía como algo se oprimía al recordar cómo había lanzado las amapolas hacia ella y ver a su señora inconsciente, y el momento en el que su alma había sido arrastrada al Mukai.
Unos acompasados pasos se repicaban a lo lejos, aumentando su intensidad. Resopló con fuerza tratando de deshacerse de la tensión que invadía su cuerpo. Erigiéndose, inhaló aire con fuerza y mantener calmados sus latidos, nadie podía verla en ese estado, no en su posición.
—Calisto —Una voz despreocupada se escuchó a sus espaldas.
Su corazón dio un vuelco en su pacho al reconocer esa voz, la satélite se volvió casi de inmediato con los dedos temblorosos sobre el frío metal de su báculo.
—Señora Artemisa —Contestó mientras, casi de inmediato se arrodillaba ante ella, bajando el báculo de su mano y su mirada tratando de mantener su respiración tranquila.
—Puedo sentir tu impaciencia, Calisto—Continuó hablando mientras la satélite miraba como los pasos de la diosa pasaban de largo sin titubeos.
—Así es mi señora.
Calisto notó como la respuesta de la diosa tardó en a la vez habían perdido de vista sus pasos.
—Y has sido fiel por tanto tiempo… —Habló con cierto tono mordaz en su voz.
—…—Titubeó al mismo tiempo que comenzaba a temblar.
—¡¿Por esa razón, decidiste mi encuentro con Hades, antes de consultarme?! —Cuestionó con un alto tono de voz, Calisto únicamente sentía como su cuerpo no paraba de temblar—. ¡Escoge bien tus palabras, sabes no te es conveniente que intentes engañarme!
—…Es cierto. Yo hablé con el dios Hypnos, deseaba hacer algo para ayudarla… —Interrumpiendo sus palabras Calisto alzo la mirada había la diosa que tenía unos metros, el semblante frio de Artemisa, hizo que corazón brincara de nuevo, por un momento quedándose con la boca y los ojos abiertos
—¡Te di autoridad, para que cumplieras con mis órdenes! —Reprimió con la ira en sus ojos, Calisto estaba paralizada la verla de tal manera—. ¡No para que intervinieras en asuntos, que únicamente les conciernen a los dioses!
—Pero no podía tolerar verla de esa manera, ni del daño que ese detestable cuerpo humano le causa…
—¡Eso no justifica tus acciones! ¡Espero que realmente te arrepientas de tu insolencia!
Calisto volvió la mirada al piso, mientras una parte de ella se sentía un alivio, ella era la verdadera diosa a la que había servido por tanto tiempo.
—Lo estoy señora Artemisa… Sabe que obedecería cualquier orden por usted.
—… Lo sé —Comentó tras una breve pausa, Artemisa se volvió y continuó su camino.
—Señora… —Titubeando, Calisto respondió sin atreverse a mirar directamente a Artemisa, en sus labios habían quedado las preguntas para la diosa.
—Necesito un lugar en el Monte Kynthos.
—¿En el Monte Kynthos, diosa Artemisa?
—Así es. Encárgate de eso.
—Como ordene —Respondió Calisto sin titubeos, el volver a ver el semblante indiferente de Artemisa, su rostro porcelana intentaba suprimir una sonrisa carente de alegría, tratando de volver a su imponente postura.
Atravesó el arco principal de la sala, tranquilamente con sus pasos resonando en las paredes solitarias del lugar, mientras se esforzaba por mantener la frente en alto en todo momento.
Un par de pasos, se acercaban poco a poco y ella únicamente se centró en entrecerrar sus ojos. Los rizos rubios del ángel, se podían apreciar a algunos metros. A sus espaldas, el rostro polvoso de Ícaro. Este al verla, desvío su mirada casi inmediatamente.
—He cumplido su orden —Dijo Teseo sonriendo discretamente mientras se inclinaba.
—Bien —Felicito a Teseo, ignorando al otro ángel—. Puedes retirarte.
Teseo aun manteniendo la sonrisa de su rostro asintiendo en silencio, para volverse, alejándose con lentitud, Ícaro miró a Calisto con el ceño fruncido, después de inhalar y exhalar aire con fuerza, su cuerpo inmóvil y tenso, haciéndolo parecer un animal asustado, ignorando los sonoros pasos de Teseo.
—No hubo sobrevivientes —Respondió fríamente, evadiendo su mirada.
—Bien —Afirmó Calisto indiferente, sin esperar reanudó su camino, pasando de largo donde él estaba—. Retírate.
Calisto se alejó del lugar acelerando levemente la velocidad de sus pasos, mirando a todos lados observado cada rincón.
—La Scoumoune. ¿Estás ahí? —Gritaba haciendo retumbar su voz entre las sólidas paredes mientras miraba detenidamente los rincones del lugar.
"¿Volverá a ese maldito lugar?" Sus pensamientos repetían la misma frase una y otra vez, y sus pasos parecían acelerarse poco a poco, mientras seguía girando la cabeza, buscando en los rincones.
—La Scoumoune a sus órdenes, señora Calisto —Contestó una suave voz a espaldas de ella, que se acompañaba de un crujido metálico.
Con los ojos brillantes, centró su mirada en una antorcha de piedra, observando el errático baile de las llamas, sintiendo inevitablemente su calor.
—Hay una misión de alta importancia —Respondió tranquilamente presionando su báculo—. De ella, dependerá el bienestar de la diosa Artemisa. Así que harás exactamente lo que te diga.
