(El capitulo 12...
aunque haya pasado mucho tiempo desde la última vez
que actualice este fic, pude seguir adelante con el y pues aprovecho para agradecer
sus comentarios y el elegir ese fic como parte de su favoritos.
bueno sin tanto drama les dejo este capitulo, espero les guste n.n)

El crujido de los huesos destrozándose y dislocándose retumbaban, hasta llegar dentro de sus tímpanos.

Los alaridos de los caballeros se apagaban a medida que caían inmóviles, con las miradas en blanco, y observando con un vacío brillo, los cuerpos lamentablemente deformados, sintiendo al instante como en su interior, un agradable y adictivo estremecimiento por debajo de su sapuri.

—Creí que me divertiría un poco más —La satisfacción en su voz no se hizo esperar, así como las risas de aprobación de sus espectros.

La mirada del espectro contemplaba cada rincón del desértico lugar, cada paso que daba alimentaba el éxtasis que sentía en su interior, sabiendo que los caballero no tardarían en descender y obtener una extensión de su juego, así como el aumento de su sed de aniquilarlos con sus manos, que le aceleraba su corazón.

—Señor Minos—Decía una voz rasposa detrás de él entre risas—, pronto tendrá más marionetas a su disposición.

Las órdenes del dios del sueño habían sido claras. Los ríos de sangre de los caballeros, de la gente del pueblo y de la propia Athena debían correr en todo el Santuario.

Su sonrisa comenzaba a dibujarse lentamente, mirando detenidamente las pequeñas casas de los límites de la villa, pobremente vistas entre los árboles. La villa estaba al alcance de él y sus espectros, nada ni nadie debía detenerlos.

Acercándose a su objetivo, y Minos se detuvo mirando con el rabillo del ojo, la presencia que esperaba, acercándose cada vez más, enderezó su postura y giró su cuerpo hacía el mismo costado.

—Señor Minos, es uno de los caballeros dorados.

Un ligero brillo se asomaba en sus ojos al sentir ese potente cosmos, que poco a poco se acercaba la furia que emanaba lo atraía más. Un destello nublaba su vista, el reflejo del sol en la armadura captaba la atención del juez.

—Mi nombre es Jason, caballero de Leo.

—¿A qué se amerita esta bienvenida, caballero de Leo? ¿Tan impaciente éstas para formar parte de mi colección?

Observó cómo los ojos de Jason se dirigían al suelo, siguiéndolo con su mirada podía ver el brazo dislocado de un caballero plateado muerto justo a sus pies. Casi de inmediato levanto la mirada, logrando encontrarse con los ojos llenos de un intenso fuego azul, que llameaba contrastando con el rostro ya empalidecido de Jason, que rechinaba sus dientes, notando al fin, su reflejo en aquellas llamas de furia.

—Ustedes…—Le respondió deteniéndose a pocos metros de él— serán quiénes regresaran al Inframundo.

Sus ojos se iluminaron más, al ver el ligero brillo de su cosmos rodeándolo, y sintiendo de nuevo ese estremecimiento, percibiendo la fuerza de Jason.

Una carcajada se escuchó resonar a espaldas de él, sacando a su mente de su embeleso, mientras los espectros hacían eco, junto con las metálicas pisadas se acercaban cada vez más a él, fijando su mirada en sus ojos azules que se desviaban a ver al grupo de espectros de tras de ellos.

—Señor —una gruesa voz se escuchó a sus espadas que parecía irse acercando—, deje que yo, me encargue de ese caballero.

La sonrisa se agradaba poco a poco enseñando ligeramente los dientes, mirando como Jason fruncía el ceño y sus puños se presionaban con fuerza el duro metal. Las alas de la sapuri de Minos se extendieron y su sombra creció cubriendo los inertes pies de Jason.

—Sigan su camino —Habló sin dejar de centrar su rostro en el caballero—. Y Dríada sabes que tienes que hacer exactamente…

—Como ordene señor —Respondió Lurk elevando el volumen de su voz—. ¡Ya escucharon diríjanse a la villa!

Los pesados pasos comenzaron a perder fuerza hasta desaparecer entre el débil sonido de las hojas, Jason dio un paso adelante y Minos casi al mismo instante, imitó sus movimientos quedando unos centímetros más cerca, cerrando los puños con fuerza.

Las alas de su sapuri iban descendiendo lentamente hasta llegar a su posición original, sin quitar su mirada del ceño fruncido del caballero.

—Primero jugaras conmigo, caballero.

Jason contrajo los hombros elevando su cosmos, sus pasos comenzaron a moverse acelerando cada vez hacia él, mientras su brazo derecho se retraía.

—RELÁMPAGO DE VOLTAJE —Atacó lanzando su puño hacia él cargado de energía electrizante, lanzándola hacia con el fuerza, casi desapercibido.

La carga eléctrica se podía sentir con este rompiendo el aire, y cargando de electricidad que sentía en su piel erizada con el simple roce del ambiente. La luz comenzó a cegarlo, mientras sentía que esta comenzaba a tocarlo dejando una descarga en su piel.


Sólo percibía los largos cabellos de Kazou, que se mantenía inerte lejos de las escaleras de su templo. Un destello intenso, casi cegador, que junto con un fuerte estruendo captó su atención, mientras la cegadora luz iba perdiendo fuerza poco a poco.

Sentir la presencia de Jason sumergida entre tal explosión de energía, no era difícil, sin embargo, era capaz de ser comparado con su contrincante, no era nada débil, así de la aproximación del grupo de espectros y los evidentes destrozos que provocaban.

—Ahora un escuadrón debe estar llegando. —Declaró Kazou manteniéndose inmóvil—. No hay de qué preocuparse.

—…—Paul llegó al costado de su compañero, sin desviar la mirada, y siguiendo su caminando rebasándolo poco a poco.

—Debes estar tranquilo Paul. Nadie te culpa por lo sucedido.

Paul se detuvo un instante, volviéndose por completo mirando detenidamente a Kazou, y centrándose en su voz.

—No entiendo a qué te refieres.

—Es sabido que Touma nunca te agradó—Se interrumpió manteniendo el semblante serio con el que había sido recibido —. Irónicamente, su muerte los redimió ante la mayoría de aquellos que dudaron de su lealtad.

—Sigo sin entender de qué hablas Kazou.

—Sabes que me refiero a Artemisa. Entendieron que a pesar de los lazos que forjaron con ella, la lealtad hacia Athena es más fuerte.

Paul escuchó sin inmutarse ante la afirmación de su compañero, sin dejar de mirarlo ni un solo segundo entrecerrando lentamente sus parpados, y un salto inesperado de su corazón, lo hizo entender aquello con lo que parecía no encajar.

No podía dudar de las intenciones en las palabras de Kazou, sin embargo, sentía como algo por fin parecía cobrar sentido. Parecía que de algún modo, era algo que podía ayudarles en la tan difícil situación que el Santuario se encontraba.

Sin pensar en Hades, la muerte de Touma inclinaba un poco la balanza a favor del Inframundo, pero de acuerdo al reporte de Rasmus, la diosa había tenido la oportunidad de atacarlo en ese momento, dejando más desprotegido al Santuario. En cambio de eso, se había conformado con un caballero y la devastación de un poblado entero.

"¿Ironía? Ironía es haber protegido a quien destruyó lo que una vez prometió proteger, ¿no crees Elián? No obstante, fue mi responsabilidad, puede evitarlo."

Alzó sus ojos hacia las blancas nubes del cielo, mirando de igual manera la humareda de polvo que se alzaba a lo lejos.

—Deberías dejar la culpa de lado, Paul —Habló su camarada, deteniendo sus intenciones de alejarse—. Tú no provocaste la muerte de toda esa gente, por lo sucedido hace doce años.

Paul permaneció en silencio ante las palabras de Kazou, mientras las palabras de Rasmus le rondaban en la cabeza.

—De cualquier manera… no es relevante —Respondió bajando la mirada, para después de una breve pausa, comenzando a mover sus pies—, ahora debemos concentrarnos, estamos en medios de una guerra.

—Cierto —contestó Kazou a sus espaldas, mientras avanzaba sin frenar su paso—. ¿Sospechas que Artemisa intervendrá nuevamente?

—No estoy seguro —hablo sin detenerse, comenzó a recorrer el rocoso lugar con sus ojos, mientras su cuerpo se tensaba—, pero, al asesinar a Touma se declaró enemiga del Santuario.

"Ella nunca intervino" Pensó sin dejar de alejarse el templo de Aries entrecerrando sus ojos llevando sus pensamientos hacia donde estaban los espectros y los caballeros enviados a detenerlos. "¿Por qué ahora y no desde la primera guerra santa? no tiene sentido. A menos que…"

La distancia se acortaba más y más, centrándose en el cosmos de los espectros invasores iban despareciendo junto con el de algunos compañeros plateados.

Sus pasos se detuvieron mirando de reojo a su costado en la dirección contraria a la batalla entre Jason y su contrincante, giró su cuerpo, sin hacer caso de la destructiva pelea que se estaba dando a unos metros de ese lugar.

Los pensamientos iban y venían, junto con los impresionantes impactos provocados por la batalla de su camarada, Sin embargo, la presencia, se mantenía quieta, incluso sentía la intensidad de una mirada sobre él, que poco a poco iba acercándose conforme él se adentraba en las lejanías del primer templo.

Tan poco conocida, pero ligeramente familiar, creía sabe de dónde la había sentido antes.

La blanca túnica ondeaba delicadamente, sobresaliendo de una colosal roca a varios metros de su posición. Entrecerrando los ojos, Paul se detuvo mirando como la persona que se ocultaba no hacia ningún esfuerzo por esconderse.

—Ha pasado tiempo, caballero —Su armoniosa voz se hizo escuchar brevemente sin salir de la roca—, evidentemente, ya no eres el niño con el que me crucé aquélla vez.

Los músculos de su cuerpo se tensaron sin dejar de mirar el mismo lugar, mientras la delicada silueta quedaba al descubierto, sus ojos tranquilos lo miraban a pesar de la larga maraña de cabello.

—¿Quién eres?

—Parece que no me recuerdas. Mi nombre es Calisto, soy la Comandante de la diosa Artemisa. —Habló mientras con un golpe sordo coloco el báculo plateado sobre el polvoriento suelo—. Viene a mostrar mi gratitud por haber acogido a mi señora en ese momento tan vulnerable.

Paul la miró por un instante, para luego relajar un poco su cuerpo. La imagen del bebé en sus brazos y la presencia que se había aparecido en ese lugar llegaban a su memoria.

—Sé quien eres. —Dio un paso hacia adelante cerrando sus puños ligeramente—. Eres la que está siempre escondida en la sombra de Artemisa, ¿me equivoco?

—Sin duda, eres astuto caballero, no obstante, lo único desagradable de todo, fue el haber traído a mi señora a… —se interrumpió un momento mirando con sus ojos de una lado a otro— este lugar, y hacer de ella, una protectora de Athena.

—Y esa es razón suficiente para que Artemisa se uniera al Inframundo.

—Mi señora no tiene intenciones de pelear contra el Santuario —Calisto colocó su báculo con la punta señalando hacia el suelo—. Por eso he venido personalmente a traer un mensaje.

—Ese truco es demasiado viejo, ¿no crees?

—No lo es —contestó Calisto casi de inmediato, mientras erguía su postura—. Mi señora, pidió tu presencia en su templo.

—Si me rehúso, ¿intentarás usar la fuerza?

—Eres libre de decidir por tu cuenta, no obstante, ¿seguirás negándote sabiendo que la vida de Athena depende de ello?

Calisto se mantuvo inmóvil sin dejar de sostener su mirada en él. Precipitadamente, la comandante se giró y comenzó a avanzar sin hacer caso de él, y poco pasos detuvo su avance girando levemente la cabeza hacia él.

Su mirada de Paul, junto con sus piernas y brazos seguían los cadentes movimientos de Calisto, que había vuelto su rostro y seguido su camino con un paso lento.

A pesar de sentir la resistencia que su mente trataba de poner en el resto de su cuerpo, de no lanzar el primer ataque, mientras intentaba ignorar el fugaz instante, en el que sus ojos lograron percibir, como se había dibujado una leve sonrisa en el pálido rostro de la comandante.