Capítulo 5

Fiesta

Globos, comida, refrescos y licor, complementados por música formaban la fiesta del novio de Winry. Ya eran las once y media de la noche. Comenzaba a llegar gente y Edward esperaba impaciente la llegada del novio de Winry. En ese momento llegó a la fiesta, y Winry recibiéndolo le dio un beso. Edward cada vez se sentía más furioso. Era un chico de casi la misma estatura que Ed y con el pelo negro, corto. No parecía que hiciera mucho ejercicio, y guiñaba el ojo a todas las mujeres que pasaban, dándole la idea a Edward de que era un mujeriego y que le pondría los cuernos a Winry muchas veces. Winry y su novio se acercaron hasta donde está Edward.

Hola, yo soy Paul, encantado.- se presentó el novio.- ¿tu?

Yo soy Edward Elric.- No quería que cogiera confianza.- y el gusto es mío. Tú debes de ser el novio de Winry. Felicidades. ¿cuántos años?.

20.- respondió.

Que os divirtáis.

Winry y Paul se perdieron en la fiesta. Ed no probó ni un poco de licor, pero Al y Noah sí, demasiado. Se sentó en un sillón, rodeado por Noah, Al, Paul y Winry que hablaban felizmente.

¡Qué buen culo tiene Ed!.- decía riéndose Noah, provocando el sonrojo de Ed.

¡¡Noah, ¡¡quedamos que no le contarías a nadie lo sucedido en el hospital!.- la regañó Ed. Winry miró con perversión a Ed, quien se sonrojó aún más. Paul se la llevó en brazos a una habitación. Winry protestaba porque la había separado del resto de la gente. La tumbó en la cama y se le tiró encima. Winry trato de quitárselo de encima con fuertes puñetazos. Entonces él le dio una patada en la barriga.

¡¡zorra!. ¡¡no quieres complacerme!.

¡déjame en paz!.- Suplicaba Winry. Edward, desde afuera, gracias a que no había bebido y tenía un oído bastante agudo, les oyó y acudió furioso en la ayuda de Winry. Entró en la habitación y le pegó un puñetazo a Paul, quién calló al suelo. Se levanto, tambaleante. Entonces Ed le volvió a dar un puñetazo y calló al suelo, pero esta vez inconsciente. Ed cogió a Winry en brazos y Winry le abrazó con todas sus fuerzas.

Gracias.- susurró al oído de Ed.

La anciana Pinako echó de allí a todos los invitados. Colocaron a Paul, aún inconsciente, en una cama. Pinako pedía explicaciones a Ed sobre la pelea, y porque le había hecho tanto daño.

Paul abrió los ojos. Lo primero que vio fue a Edward, a los pies de la cama, quien le miraba, penetrante. Paul se asustó y trató de salir de la cama, pero Pinako le agarró.

¿Por qué maltrataste anoche a mi nieta? Quiero una explicación, ya.- Winry se hallaba al lado de Edward, quien no le quitaba el ojo de encima a Paul. Al y Noah no estaban.

Ya sabe, señora. El alcohol hace que la persona más honorable se convierta en el más vil de los asesinos.- se defendió Paul.

¡cerdo!.- gritó Ed, a punto de saltarle encima. Winry le agarró, calmándole.- Te juro que como le vuelvas a hacer daño…- A la muralla anti-Edward no le quedaba mucho.- ¡No se como eres capaz de pegar a una mujer!. ¡y menos a MI Winry, ¿entendido?.- Winry se sonrojó, y Pinako le miró sonriente. Pero Ed estaba demasiado furioso para darse cuenta.- ¡largo, no vuelvas por aquí!.- en ese momento, Paul salió de la cama y se fue rápidamente, Dios sabe a donde.

¿todavía te duele la barriga, Winry?- Le preguntó Edward, Winry seguía aun sonrojada y le miraba dulcemente. Pinako salió disimuladamente de la habitación. Ed se sonrojó y le devolvió la mirada. Winry le abrazó y Ed se lo devolvió. Permanecieron así un buen rato.

¿sabes, Nunca pensé que llegaría a abrazarte una segunda o una tercera vez. Pensé que nunca regresarías.- comentó Winry, sin dejar de abrazarle.

No sabes cuánto te echaba de menos. E-en realidad…yo volví porque no soportaba seguir lejos de ti. Demasiado tiempo sin poder sentir el calor de tu cuerpo, o oler el aroma de tu pelo.- La muralla acabó por derrumbarse, Ed era demasiado para ella. Winry le dio un dulce beso en el cachete, haciendo aumentar el sonrojo de Edward. Winry se dispuso a darle otro, pero Ed giro la cabeza, travieso, e hizo que el beso cayera en su boca. Winry no se separó, ni él tampoco. Se besaron con pasión, jugando con las lenguas, olvidándose de la necesidad de respirar…