Dedicado a mi amiga Ara-chan que le gusta Inuyasha tanto como a mí y que no veo desde hace mucho tiempo (desde que salí de la prepa TT), deseándole lo mejor y esperando poder verla pronto.
Kisses.
By: Joe the time traveler.
Una vez más aquí va: Los personajes de Inuyasha le pertenecen a Rumiko Takahashi.
Nota: Mientras leen el capi pueden escuchar "Where is your heart?" de Kelly Clarkson para mayor comodidad. Ahora sí, sin más qué decir, los dejo con el capítulo. ¡Disfrútenlo!
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El amanecer llegaba a ese lugar. No había nada que perturbara la tranquilidad y el sueño matutino. Nada. Excepto tal vez las voces emocionadas y desesperadas de un mitad humano y mitad bestia, con cabellos plateados que brillaban con los resplandecientes rayos del sol.
—Aome… ¡Vamos, despierta!
El sueño de esa chica estaba a punto de llegar a su fin y que sin querer despertar protestaba por la incómoda interrupción de su sueño.
—Por favor despierta…
La chica de cabellos de reluciente ébano por fin pudo, luego de mucho esfuerzo, entreabrir sus ojos. Los volvió a cerrar, pero el hanyou la movió para que despertara por completo.
—Tengo algo qué mostrarte…
Abrió los ojos y pudo observar con detenimiento esos enormes orbes dorados que la observaban, sin quitársele de encima.
—¿Qué… qué quieres Inuyasha?
—Por favor¡ven conmigo!
—Mmm —se quejó—¡tengo sueño! No molestes tan temprano.
El hanyou la cubrió con sus brazos y la cargó inesperadamente. Aome profirió un grito y de pronto se sintió en las alturas, ya que Inuyasha había dado un salto.
—¿A dónde me llevas?
—A un lugar… te gustará, te lo aseguro.
—¡Pero es muy temprano!
—No importa —finalizó con tono rudo y seguro.
Volvieron a caer al suelo a una velocidad sorprendente. Aome ya estaba acostumbrada debido a que constantemente viajaba en su espalda, así que al sentirse arrullada en esos brazos volvió a cerrar los ojos. Inuyasha se percató de eso y gruñó, pero decidió dejarla dormir hasta que llegaran a ese lugar. Admiró lo angelical que se vía su rostro dormido, muy distinto a como se veía cuando estaba conciente, según su propia opinión.
—¡Despierta tonta! —gritó en un tono gentil y juguetón.
Aome se movió aun muy amodorrada. Abrió los ojos y entonces bostezó.
—¿Ya llegamos? —por fin pudo decir, aun en brazos de Inuyasha.
—Ajá —afirmó sonriente.
Inuyasha la depositó suavemente en el suelo y entonces Aome pudo admirar aquel lugar. Un paraíso precioso. Caminó por aquel extenso campo de flores y respiró la suave fragancia que despedían ellas. Se acercó hasta una pequeña rosa roja que apenas estaba naciendo en el suelo. Se arrodilló y comenzó a olerla. Inuyasha se acercaba lentamente por detrás.
—¿Te gusta?
—Sí, me encanta… ¡es fantástico!
—¿Verdad que sí? —suspiró de alivio al escuchar las palabras de la chica.
—¿Y cómo es que lo encontraste?
—Anoche comencé a caminar por estos rumbos y decidí explorar —comentó— Entonces me animé a seguir y aquí estaba. Aunque de noche se ve más hermoso, así que esta misma noche podemos venir aquí para estar juntos.
Aome se sonrojó por completo y sonrió apenada, ya que eso le había sonado a una proposición un tanto indecorosa, más que a otra cosa.
—¿Qué pasa? —le preguntó el hanyou algo intrigado por la reacción.
—No, no es nada —dijo y enseguida se volteó para que Inuyasha no la viera.
—¿Qué tienes? —quiso saber, pero Aome le daba la espalda cada vez que quería verla a la cara.
Aome se zafó de Inuyasha y fue a tomar una flor de color rosado y aspiró su suave fragancia.
—Como te iba diciendo… Esto de noche se mira mejor por la luz de a luna y podemos estar aquí un rato —esto último lo dijo algo sonrojado.
Aome se acercó a él dando algunos pequeños saltos y sin que el hanyou se diera cuenta le colocó unas flores entre el cabello.
—¡Te ves muy bien Inuyasha! —exclamó riendo a carcajada abierta.
—¡No digas tonterías Aome! —se las quitó de la cabeza.
—¡Ay Inuyasha¿para qué te las quitas! Ya te dije que te veías muy bien así —insistió— ¡Ándale, déjame ponerte otras!
—¡No, ni loco! —espetó.
—Pero…
—¡Que no!
Se dejaban acariciar por los suaves rayos del sol que se colaban por entre las nubes mientras jugaban. Aome trataba de ponerle más flores a Inuyasha en la cabeza, pero este escapaba y se quejaba. Eran envueltos, a su vez, por la deliciosa fragancia de las plantas del lugar. Nada era mejor que estar allí al lado de la persona que más amaba. Aome lo disfrutaba tanto.
La chica de cabellos negros no recordaba cuándo había sido la última vez que había reído tanto. Y la verdad, ni le interesaba recordarlo. Sus diferencias habían quedado a un lado, al menos, por esos momentos, querían disfrutar de ese rato juntos en ese lugar sólo y apartado de todo y de todos. Sólo querían reír y seguir riendo.
Se tiraron en el pasto, una vez exhaustos y cansado de tanto correr. Observaban con atención el cielo mientras cientos de pajarillos azules lo cruzaban a toda prisa.
Aome suspiró y cerró los ojos por unos segundos, pero entonces sintió otra respiración que no le pertenecía. Abrió los ojos rápidamente y vio a Inuyasha encima suyo, pero aun sin tocarla. Se apoyaba del suelo y le sonreía.
—¿Qué? —preguntó casi por inercia.
—Nada…
Inuyasha seguía allí, sin moverse y sin dejar de sonreír. Lo vio entonces a los ojos y vio la profundad que tenían esas orbes doradas. Aome seguía sin poder decir una sola palabra.
Pasaron algunos segundos así y en un intento de desesperación la chica le colocó más flores entre el cabello. Inuyasha cambió su expresión pacífica a una molesta al darse cuenta de lo que le había hecho.
—¡Hey!
—Parece que yo gano —rió Aome triunfante y se levantó de ese lugar.
—Pues eso lo veremos…
Inuyasha comenzó a perseguirla de nuevo y cuando por fin la alcanzó la tiró al suelo y comenzó a hacerle cosquillas en el cuello, axilas y abdomen. Aome reía tanto que creía que se iba a orinar en ese mismo lugar.
—¡Ya… Ya Inuyasha! Por favor.
—¡No señor!
Estuvieron jugando un buen rato en ese lugar. Hasta que los minutos pasaron volando y se dieron cuenta que tenían qué reunirse en la cabaña de la anciana Kaede para almorzar.
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Estaba demasiado pensativa. Ya llevaba un buen rato así y el hanyou de ojos dorados lo había notado. Se tocó el estómago y concentró su vista en el tazón de arroz, aun sin pensar en nada parecido. Volvió en sí y se retiró de la mesilla.
—¡Muchas gracias! Ya me he llenado —expresó con una sonrisa.
Se retiró del lugar y se fue corriendo.
—¿A dónde vas Aome? —le preguntó su amiga Sango antes de que dejara el lugar.
—Voy a tomar un baño…
Cuando se alejó volvió a sus pensamientos. Se tocó los labios con sus dedos y miró fijamente al suelo.
"Estuvo a punto de besarme de nuevo —pensó— Si no hubiera sido porque lo interrumpí, ahorita tal vez nos estaríamos besando todavía."
Sintió algo de arrepentimiento. Sí quería sentir de nuevo los labios de Inuyasha tocando los suyos, pero esa mirada tan profunda y su sonrisa la pusieron demasiado nerviosa que actuó sin pensarlo.
Suspiró profundamente y entonces recordó que tenía qué bañarse.
—Inuyasha —murmuró para sí misma y entonces comenzó a desvestirse.
Se cercioró de que nadie la viera y entonces se sumergió en el agua tibia. Se quedó observando el cielo nuevamente mientras hacía burbujitas con su boca.
"La próxima vez seré yo quien te bese¡eso lo juro! —pensó muy animada— Inuyasha ¿qué será lo que en realidad sientes por mí?"
Deshizo su cabello y lo mojó lentamente. Sintió que no quería salirse del agua, pero tampoco quería comenzar a enjabonarse el cuerpo, quería estar allí sin moverse, tan solo mirando al cielo.
"Nos hemos besado dos veces —continuó— Bueno… casi tres y quisiera saber si esos besos son por simple atracción o si es por algo más. Yo me siento en las nubes cuando te beso y no solo cuando te beso, sino también cuando te tengo cerca y te miro. ¡Ah Inuyasha! Siento que ya no puedo vivir sin ti. No sé qué haré cuando sea mañana y me tenga qué regresar a la época actual y no pueda verte tan seguido."
Estuvo un buen rato así, pensando y reflexionando sobre su situación. Siguió haciendo burbujas en el agua y sintió que cada vez estaba más fría, así que se enjabonó el cuerpo para salirse pronto.
Comenzó a tararear una canción para distraerse un poco de sus pensamientos, pero el mitad demonio volvió a su mente casi de inmediato.
"Cuando me dijo que no podía besarme por Kikyo sentí una enorme tristeza. Sentí que me rompía en pedazos —decidió salir por fin del agua— Pero algo hizo que renaciera mi esperanza. Con ese segundo beso sentí como si él en verdad me quisiera y me amara. Sentí que tenía que hacer caso de las palabras de Sango y luchar por él y para él.
Se vistió con una yukata blanca después de secarse el cuerpo y se dirigió al interior de la cabaña.
"Es cierto que me ha roto el corazón más de una vez y debería estar muy molesta con él, pero siento que ya no puedo enojarme. Siento que sólo debo sonreírle y estar a su lado. Porque él así lo quiere, si no, ya me hubiera dicho que me fuera lejos y ya lo habría hecho.
Esa canción volvió a su mente, pero esta vez comenzó a cantarla. A pesar de que su voz no era muy agraciada quería cantar.
"Siento que ya soy adicta a ti Inuyasha —sonrió al pensar eso—. Siento que sin ti no puedo respirar. Siento que no puedo pensar otra cosa sin que tú aparezcas en mi mente. Siento que no soy nada sin ti."
Se sentó en un banco y comenzó a peinar su cabello frente al espejo.
"Aun así quisiera que fueras un poco más expresivo respecto a lo que sientes. Si quieres estar conmigo quisiera que me lo demostraras, si quieres charlar conmigo, quisiera que me lo dijeras. Quisiera tener un pedazo de tu corazón. Quisiera sentir los latidos de tu corazón."
Ató su cabello en una coleta y se vistió con algo de ropa que traía en su mochila. No con su uniforme de siempre, sino con una blusa y una falda de tipo colegiala de un color rosado que le quedaba muy bien, y daba gracias a Dios por eso. Porque así podría lucirla con Inuyasha. Se cubrió los labios con algo de brillo
"Sé que con esto atraeré algo de tu atención. Sé que con esto me voltearás a ver je, je —se sonrojó al sentirse un poco apenada.
Salió de la cabaña y fue a sentarse en el jardín para ponerse a estudiar un poco.
"Doy gracias a Dios una y otra vez por haberte encontrado y no me arrepiento de haber caído al pozo aquella vez. No me arrepiento de haber tenido qué cargar con este destino tan pesado. Aunque al principio me daba miedo y quería ser como una chica normal. Pero con el tiempo te conocí más y más, y fui sintiendo confianza."
No podía concentrarse, pero debía dejar de pensar en Inuyasha para poder repasar lo de sus clases.
"Me odiaría completamente si te perdiera. Y me odiaría más si te fueras con Kikyo. Me sentiría realmente mal por no haber hecho suficiente para que te quedaras conmigo. Pero eso no pasará, porque lucharé por ti aunque me canse y sienta que ya no puedo. No voy a perderte. ¡Lo juro!"
Escuchó algo de bullicio que la distrajo nuevamente y al voltear vio a Shippo jugando con Kirara. El kitsune le hizo una seña con su mano para saludarla y Aome le correspondió.
"Gritaré hasta que me escuches. Gritaré que te necesito y que te quiero a mi lado. Gritaré que no puedo vivir sin ti. Lo gritaré para que todo mundo me escuche."
Suspiró y mejor dejó el libro a un lado, ya resignada por no poder concentrarse y volvió a introducirse en sus pensamientos.
"Sé que te han lastimado muchas veces y te han hecho sufrir, pero yo no quiero hacerlo y no lo haré. A pesar de que eres todo un desastre. Un hermoso desastre —se acomodó con los dedos los cabellos que le estorbaban en la frente—. Haré que ya no te sientas triste y en vez de eso sonrías. Te haré sonreír todos los días y todas las veces que sea necesario."
Cerró sus ojos para sentir su interior y siguió pensando.
"Te sacaré de la oscuridad de la noche y te mostraré un nuevo amanecer cada día, para que ya no sufras más. Te enseñaré a volar, a volar lejos y te haré llegar hasta el cielo para que puedas tocarlo con tus propios dedos."
Se levantó del lugar y se sacudió un poco la falda para sacar el polvo de la prenda. Comenzó a caminar sin ningún rumbo. Caminaba sin pensar, sin estar conciente de que lo hacía, sólo caminaba.
"Gracias a ti puedo hacer lo que sea, puedo hacer cualquier cosa que me proponga. Y con la que sueñe. Porque el solo pensar en ti me da ánimos para luchar y para seguir viviendo. Me da ánimos para ver hacia adelante."
—¡Buenos días señorita Aome! —le dijo la pomposa voz de Miroku que la sacó de sus pensamientos y le saludaba con la mano levantada— ¿Cómo amaneció?
—Ah —dudó—. ¡Bien, muy bien¿Y usted monje Miroku?
—Yo también bien, gracias —volteó a todas partes y entonces le habló con una voz discreta— ¿Ha visto usted a la señorita Sango por aquí?
—No…
—Mmm —pensó un poco cerrando los ojos y con la mano derecha tocándose la barbilla— Creo que está escondiéndose de mí, tendré qué continuar con la búsqueda. Por cierto, si usted la ve dígale que la estoy buscando¿está bien?
—Sí, así lo haré si la veo.
—Gracias —se despidió— Ah y qué bien se ve usted con esa ropa señorita Aome ¿quiere impresionar a Inuyasha, verdad?
—Yo —se puso completamente nerviosa y se sonrojó apenada—, no es así… Yo, solo.
—No se preocupe. Lo va a lograr.
Se despidió y entonces Aome pensó en las últimas palabras del monje y sonrió.
"Ojalá que así sea."
Se preguntó por un instante el por qué Miroku buscaba a su amiga con tanta insistencia. ¿Acaso querría decirle algo? Siguió caminando de nuevo y vio a lo lejos la figura de la exterminadora, quien caminaba con suma cautela y volteaba a los lados para cerciorarse de que el monje Miroku no anduviera por allí.
—Aome…
Trató de hablar despacio para que nadie más la escuchara.
—¿Qué pasa? Miroku está buscándote, quiere verte…
—Ese es precisamente el problema —le contestó— Yo no quiero verlo y me estoy escondiendo de él.
—Pues esa no es una actitud muy madura que digamos.
Sango se puso a pensar por algunos segundos. Caminaron hasta acercarse a la cabaña y se sentaron en unas rocas grandes para poder platicar a gusto y sin que nadie las molestara o interrumpiera.
—Mira —continuó Aome—, yo pienso que debes hablar con él. Deja que te diga todo lo que te tiene qué decir.
—¿Y eso para qué? Aunque intente entablar una conversación civilizada con él siempre termina propasándose y eso es alo que me molesta y me irrita.
—Pero es que tú lo quieres… Se te nota cuando lo miras.
—¿E… En serio? —se sonrojó.
—Sí, y se ve que él también te quiere. No sólo para que seas la madre de sus hijos. Si no que se ve que te quiere en verdad, como una pareja. Ustedes son unos verdaderos tontos. Ustedes sí pueden estar juntos y no aprovechan esa oportunidad que tienen…
Sango se quedó reflexionando algunos instantes sobre lo que le decía Aome, ella en verdad tenía razón. Pero… es que simplemente era tan difícil estar con Miroku. Sabía que por lo menos debía intentarlo, si a caso no funcionaba su relación, al menos lo habían intentado.
"Ustedes sí pueden estar juntos y no aprovechan esa oportunidad que tienen…" recordó las últimas palabras de Aome.
—¿Y quiénes son los que no pueden estar juntos¿Inuyasha y tú?
Aome asintió.
—Él aun quiere a Kikyo, pero ustedes sí pueden estar juntos y deberías luchar por él.
—Lo estás diciendo como si no tuvieras esperanza. ¿Qué acaso ya te rendiste? —las palabras de Sango sonaron profundas y llegaron directo al corazón de Aome.
—No, no es que me haya rendido, pero…
—La Aome que yo conozco jamás hablaría así. Jamás se dejaría rendir por una estúpida muñeca de barro resucitada. La Aome que yo conozco lucharía por lo que quiere hasta dar su último aliento.
—Es que yo…
—Además, ustedes se han besado varias veces ¿No es así? Eso demuestra que le interesas y tal vez más que eso, que está enamorado de ti.
—Yo jamás me voy a rendir Sango. Jamás…
La exterminadora sonrió.
—Voy a luchar por Inuyasha.
—Así se habla. Además te vestiste muy bonito para él —Aome se sintió sonrojada con tanto halago— Hoy es el último día que estás aquí. Debes despedirte de una manera que no se le olvide en los cinco días que no vas a estar aquí. De una manera con la que te lleve en sus pensamientos todo este tiempo.
—¡Así lo haré! —gritó emocionada.
Las dos se sonrieron mutuamente y se miraron a los ojos.
—Ahora… volviendo a lo tuyo. ¿Irás a hablar con Miroku?
—Está bien —dijo resignada— lo haré y lo escucharé atentamente. Pero si intenta tocarme o algo lo voy a dejar solo. Claro, no sin antes darle una buena paliza para que tampoco se le olvide.
Aome le indicó hacia dónde se había ido Miroku y Sango se adentró en la espesura del bosque para ir a buscarlo. Vio una silueta a lo lejos y decidió ir a encontrarlo. Miroku la reconoció enseguida y se acercó hasta ella.
—Me dijeron que quería hablar conmigo…
—Sí, por favor acompáñame.
Extendió una mano y le regaló unas cuantas flores de color lila. Era la primera vez que hacía algo así. Usualmente ya habría tocado alguna parte de su cuerpo femenino, pero no, ese Miroku se estaba portando demasiado gentil. Y además le sonreía cálidamente.
—Gracias, e… están hermosas —dijo la chica algo sonrojada.
—¿Te gustan?
—Ajá...
Se adentraron en el bosque y Sango siguió el camino que el monje le indicaba. Estaba dispuesta a abrir una puerta en su corazón para dejarlo entrar.
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Aome comenzó a hacer sus maletas para regresar a su casa a medianoche, ya había terminado toda su tarea, solo le faltaba regresar a ese jardín con Inuyasha y se marcharía de ese lugar por cinco largos días. Guardó todo con orden y metió sus libros en la mochila, que se encontraba algo rota.
"Debes despedirte de una manera que no se le olvide en los cinco días que no vas a estar aquí. De una manera con la que te lleve en sus pensamientos todo este tiempo." Recordó las palabras de Sango y sonrió un poco.
Se acomodó sus ropas y las sacudió. Volvió a peinar su cabello y se echó algo de perfume para atraerlo más. Revisó el maquillaje de su cara y se fijó que todo estuviera en orden. Sólo le faltaba esperar a cierto demonio con orejas de perro y todo sería perfecto.
Vio que el sol se ocultaba lentamente entre las montañas del horizonte y en cielo celeste comenzaba a opacarse también con una lentitud semejante. La luna comenzaba a notarse y empezaba a irradiar ese hermoso blanco junto con las estrellas. Un escenario espléndido, sin duda.
Comenzó a tararear la misma canción de hace rato para distraerse un poco y relajarse, porque ya comenzaban a subírsele los colores a la cabeza.
—Sólo iremos de paseo y es todo —se dijo a sí misma para calmar los nervios— Sólo es Inuyasha y tú. Nadie más.
Vio por fuera de la cabaña una pesada figura que cayó desde arriba. Hizo la puerta a un lado, ya que se encontraba entreabierta. Vio la figura de Inuyasha llegar y de repente sintió presión en el pecho y su corazón comenzó a latir más y más rápido.
Vio sus ojos de un profundo color dorado y dudó, pero entonces sintió que debía seguir.
—¿Estás lista? —le dijo por fin rompiendo el silencio.
—¡Sí! —sonrió un poco para disimular su nerviosismo.
Salieron de la cabaña e Inuyasha no dejaba de mirarla ni un solo momento.
—Te… Te ves muy bien así —le dijo él en un susurro, ya que no quería que ella lo escuchara.
"¡Sí lo notó! —pensó Aome— Gra… gracias.
—Además hueles muy bien…
El hanyou le ofreció subirse a su espalda para llegar a aquel lugar y ella aceptó con gusto. Aome se aferró a su cuerpo para sentir la calidez de Inuyasha. Le gustaba estar así y no quería separarse de él.
—Inuyasha…
—¿Eh? —respondió de mala gana mientras seguía dando enormes brincos.
—Nada…
—¡Te estás burlando de mí?
—Nop —dijo con un tono de voz demasiado calmado y continuó todo el camino junto al hanyou. En otras circunstancias le seguiría la discusión, pero en ese momento no tenía ganas de pelear con él.
A lo lejos se veía aquel jardín. Rodeado por la oscuridad que lo embellecía aun más, parecía como si las flores reflejaran la luz plateada que les regalaba la luna. El cielo desde ese punto se veía excepcionalmente hermoso ya que se veía con más estrellas que en otras partes.
—¡Se ve precioso todo aquí! —exclamó Aome mientras se sentaba en el pasto junto con el hanyou— Pareciera como si las estrellas fueran manchas de pintura que fueron esparcidas por el cielo a pinceladas.
—Tienes una mente demasiado poética —le dijo Inuyasha.
—¿Y eso es malo?
—No… me estás malinterpretando, no es eso lo que quiero decir.
—¿Entonces?
—Fue como una especie de halago ¿entiendes?
—Oh… ¡El gran Inuyasha fue capaz de halagarme¡Eso sí que es sorprendente! —dijo con voz sarcástica.
—Ya, no seas payasa…
—¿Yo¿Payasa? —se hizo la ofendida— ¡Me dijiste payasa¡Ahora verás!
Se levantó del suelo con rapidez y dio un gran salto en el aire. Inuyasha sólo observaba espavorido lo que Aome estaba a punto de hacer. Enseguida la chica saltó encima del hanyou y cuando cayó lo aplastó dejándolo mareado y confundido por el tremendo golpe.
—¡Eso es para que aprendas! —dijo la chica mientras se levantaba y se sacudía las manos.
—Aome… tienes una cabeza muy dura —dijo con dolor sobándose la cabeza— ¡me dolió el golpe!
—¡Me dijiste cabeza dura¿¡Quieres que caiga encima de ti de nuevo?
—A ver si esta vez puedes…
—¡Quieres ver?
—Sí, sí quiero ver qué me harás…
Cuando Aome volvió a dar un gran salto Inuyasha utilizó sus reflejos con rapidez para interceptarla y envolverla entre sus brazos cuando cayera. Aome se sorprendió de que su más querido hanyou le hubiera hecho algo así. Se sorprendió porque lo tenía tan cerca y sus rostros también lo estaban.
Estaba decidida a actuar de una vez por todas. Esta vez no se dejaría dominar por ningún miedo o vergüenza. Después de todo ya lo había hecho una vez, y una segunda no sería tan difícil.
Tomó impulso y se aferró a la espalda de Inuyasha. Lo tuvo tan cerca que enseguida tomó su cabeza por la nuca y acercó ella misma sus labios con los de Inuyasha. Al principio sintió que el contacto era brusco, y que el otro había tardado en reaccionar, pero después se fueron acostumbrando al suave toque y Aome fue correspondida.
Nada fue más dulce en esa noche que el beso, ni siquiera la fragancia de las flores y ni siquiera la luna misma los habría sobrepasado.
Se separaron suavemente y vieron sus rostros que estaban cubiertos por un leve rubor de color rosado. Aome sonrió un poco apenada, bajó de los brazos de su hanyou y se puso en pie. Al principio sintió que aun volaba, pero después se dio cuenta de que tocaba la superficie dura de la tierra y sonreía como una tonta.
—¡Kyaaaa¡Ya es hora de regresar a mi época! —gritó histérica luego de que vio el reloj en su muñeca izquierda.
—¿Y crees que yo te dejaré ir así de fácil? —dijo mientras la tomaba entre sus brazos.
"Third Kiss" End…
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Primero que nada quiero agradecer a las personas que tuvieron la amabilidad de dejarme un review. Les agradezco sinceramente: A Nao-chan (sí, me convenciste, tal vez algún día haga un sessh/kag, pero primero tengo qué terminar éste y luego ya veremos), a Suzy, también muchas gracias a lizy-chan (muchas gracias por tus hermosas palabras, me dan ánimos para seguir), a mai, a Chica-anime 4ever y a Ana.
En este capítulo no pensaba poner beso, pero me dije a mí mismo "¿Cómo es posible que estando en un lugar ellos dos solos y con esa atmósfera tan sublime y no se den un beso?" ¿Qué piensan ustedes¿¿Qué les pareció?
Me despido pidiéndoles que me dejen otros comentarios para este capítulo (No se pierdan el siguiente, va a ser la despedida).
Hasta pronto! Bye bye!
