HOLA. A PARTIR DE ESTE CAPITULO VOY A COMENZAR A PONER LEMON, YA SEA SOFT O HARDCORE.

PARA LOS CHIQUILLOS QUE ME SIGUEN Y NO DEBEN LEERLO, SALTENSELO. GRACIAS.

Capítulo 18

- Eso me recuerda que les traje algo – dijo Shaina tratando de cambiar el tema.

Tanto Geist como Marín se dieron cuenta que no quería contestar. Ambas se quitaron sus máscaras para hacer el momento más personal.

Shaina fue hasta donde estaba su bolsa de lona y empezó a revisar. Saco dos de los cuatro brazaletes que había tejido ella misma. Uno con piedritas blancas y otro con piedritas moradas.

Shaina se ruborizo un poco al entregárselos. No estaba acostumbrada a dar regalos. Le dio el primero a Marín y el segundo a Geist. Ambas se quedaron sorprendidas por tan hermoso regalo.

- Los hice yo misma – dijo bajando los ojos apenada. No había estado en navidad para dárselos, pero esperaba que no le reclamaran – Se supone que son brazaletes de amistad.

Tanto Geist como Marín la abrazaron al mismo tiempo dando grititos de alegría que hizo sonreír a Shaina por un momento, pero casi inmediatamente recupero su postura.

- Suficiente! – dijo quitándoselas de encima

- Gracias Shaina, esta bellísimo! Ya se lo quiero presumir a Aioria – dijo Marín

Shaina volteo a verla por un momento. Sería que en esos días que ella no estuvo, ellos dos...

- Bueno, yo no tengo a quien mostrárselo pero de todos modos me encanta! – dijo Geist admirándolo. Brillaba con la luz de su cabaña y solo se lo quitaría para entrenar. No quería romperlo o perderlo. – Por cierto, buen bronceado… te queda bien. En donde estuviste todos estos días?

- Me mandaron a una misión al Caribe – dijo Shaina – Con el calor que hace allá, era seguro que me bronceara.

- Uhhh… anduviste en una misión sin mascara? – pregunto Marín – Tu cara también esta bronceada.

Shaina la miro con ojos asesinos.

- Sí. Parte de mi misión implicaba mezclarme, cosa que no podía hacer con la máscara – dijo sin mentir. Eso era lo que Shion le había puesto

- Ahhh espionaje! Te sentiste como James Bond? – Dijo Geist

- (Más bien como una chica bond con esos vestidos – pensó Shaina ) No. Pero ya estoy de nuevo aquí y parece que llegue a tiempo. – dijo – Que le paso a mi techo?

Geist y Marín se miraron angustiadas. Si le decían la verdad comenzaría otro pleito en las casas de los dorados y seria cuento de nunca acabar.

- Creerías que fue un accidente mientras entrenábamos? – Pregunto Geist

- Tuyo? No. No creo. – dijo Shaina cruzándose de brazos

- O un meteorito? – dijo Marín algo insegura

- En serio Marín? No se te ocurre nada mejor? – dijo Shaina exasperada – Saben qué? No me digan. Arreglen ese desastre. Geist deberá darme asilo mientras tanto. Mañana moveré mi cama aquí hasta que esté solucionado el problema.

- Claro que sí! Sera como en los viejos tiempos – Dijo Geist entusiasmada y palmeando como niña pequeña

Shaina sonrió. Si… como cuando tenía hacían travesuras.

Marín se sintió un poco decepcionada. Porque escogía a Geist y no a ella que tenía su mismo rango y también era su amiga?

- Ahora… me pueden decir que fue lo que hizo Junet que el patriarca no me quiso decir y que según entiendo su castigo fue tratado de forma interna por ustedes? – pregunto Shaina viendo a Marín

A Marín se le subieron todos los colores al rostro y volteo a ver a Geist.

- Shaina… segura que no quieres otro te? – pregunto levantándose a calentar el agua

Shaina puso los codos sobre la mesa y se tapó los ojos con las manos. Si Geist le estaba ofreciendo otro te igual es porque sabía su reacción de antemano ante las noticias que le iba a dar.

- Dame el maldito té y contesta lo que te pregunte!

Geist espero a que estuviera caliente el agua y le sirvió la infusión antes de contestar.

- Fue en la fiesta del After, el patriarca la sorprendió en una situación algo… comprometedora e indecente con Shun. – dijo Geist en voz baja

Shaina se tomó él te de un jalón y dejo caer la cabeza sobre la mesa.

- Y cuál fue su castigo? – dijo sin moverse de su posición

- Un mes sin días libres, ni salidas, ni visitas y todos los quehaceres de todas por un mes. – contesto Marín esperando

Shaina no respondió. Con que calidad moral le reclamaba algo a Junet si ella misma se había comportado de forma disoluta de acuerdo a las estrictas normas con las que vivía. Por Zeus! Se había besado con un hombre! Eso era totalmente inaceptable!

- Ok. Se les hace suficiente castigo? – pregunto sin moverse

- Porque nos preguntas a nosotras? – pregunto Geist – Junet sabe que a tu regreso, tu harías revisión de sus actos y podías cambiar su castigo. De hecho lo espera.

Shaina se quedó callada. Si quería ese puesto que le habían ofrecido (y aun no estaba segura de aceptar) tenía que ponerse en su papel.

- Que atenuantes tiene? – dijo levantando la cabeza

Sus amigas voltearon a verse. En verdad Shaina estaba preguntando eso antes de salir a agarrarla a latigazos en la plaza pública como siempre amenazaba con hacerlo?

- Pues… Ella no recuerda nada – dijo Marín

- En realidad nadie en esa fiesta recuerda nada excepto nosotras dos – dijo Geist

- Pero es porque no comimos ni bebimos nada – dijo Marín – Ambas llevábamos nuestras propias botellas de agua y comimos fuerte antes de subir…

- Pero Junet se juntó con los de bronce…

- Entiendo – Dijo Shaina. El patriarca la había puesto al tanto de todo eso – Sus alumnas lo saben?

- Claro que no! – dijo Marín horrorizada.

- Bueno, meditare sobre el asunto y les diré si amerita que el castigo sea mayor o no. – dijo Shaina finalmente

- De acuerdo – dijo Marín tomando su máscara y poniéndosela – Continuamos mañana? Ha sido un largo día. Pero me alegro que hayas regresado sana y salva.

- Gracias Marín. Que pases una excelente noche – dijo Shaina levantándose de la silla.

Le ayudo a Geist a recoger y lavar los platos y utensilios de cocina.

- Ahora sí, ya que se fue Marín, dime quien es el – insistió Geist

- No sé de qué hablas

- No te hagas tonta. Sabes de que hablo

- Y si no te quiero decir?

- Pero lo vas a hacer.

- Como jodes Geist en serio!

- O me dices o te duermes en el suelo! – dijo Geist en tono amenazante

- Que mala eres. Tal vez debí escoger la cama de Marín.

- Jajaja estaría bien que lo hicieras, así el leoncito tendría más sueños eróticos…

- Geist! – dijo Shaina escandalizada – deja de decir tonteras!

- Bueno, dime quien es y te dejo en paz

Shaina se le quedo viendo. Geist era para Shaina lo que Shaina era para Marín. Su apoyo, su confidente, su amiga desde que hubieran llegado al santuario. Marín era demasiado dulce y romántica y no la entendía ni la conocía de la misma forma, aunque no por eso la quería menos.

- Si conocí a alguien pero…

- Lo sabía! – dijo Geist en tono triunfante – Es guapo?

- Si lo es, pero…

- Tiene un buen trabajo?

- Puedes jurar que sí, pero…

- Y te hace reír?

- Sí, es muy divertido a veces pero también…

- Lo volverás a ver?

- Lo dudo mucho…

- Te beso?

Shaina respondió poniéndose roja

- Lo hizo! Oh cielos cuéntame todo con lujo de detalles, anda!

- Geist! – dijo mirando los ojos esperanzados de su amiga – Bueno, te voy a contar, pero si esta información sale de aquí, tu exilio de 10 años no será nada en comparación al infierno que voy a hacerte pasar cada uno de los minutos del resto de tu vida.

Geist trago saliva. Shaina era capaz de eso y mucho más.

- Te juro que no diré nada a nadie. – dijo levantando la mano en señal de juramento

- Ni a Marín

- Ni a Marín – dijo Geist

- Ni aunque te pregunten

- Ni aunque me pregunten

Shaina se sentó junto a ella en la cama.

- Es Minos de Griffo, Juez del inframundo…

Enero 4, 8 pm

Palacio Valhalla, Asgard

Camus entro al palacio finalmente. Cielos! Ya recordaba porque no iba más seguido. El viaje, sobretodo en invierno era especialmente difícil. Afortunadamente para Camus, el tren que Hans había conseguido a la una de la mañana, no hacia escalas más que en dos lugares para abastecerse así que habían hecho menos tiempo de lo esperado. También por medio de Hans habían conseguido un bote a motor para el último tramo pasarlo por entre los fiordos en lugar de hacerlo por tierra. Parecía tener más prisa en llegar que el mismo Camus.

Al llegar a Asgard, se dirigieron directamente al Palacio, pero Hans le pidió lo disculpara con la señorita Hilda, pues quería ir a ver si todo estaba bien en su casa. Camus accedió y solo toco a la puerta del Palacio. Inmediatamente lo hicieron pasar al salón comedor, donde cientos de mujeres y niños se habían reunido para la cena. Recordó que Hans le había dicho que las mujeres y niños habían sido hospedados en el palacio para mayor seguridad.

Hilda y Fler estaban sentadas a la mesa junto con algunas de las mujeres y niños. Estaban tan hermosas como lo recordaba Camus.

Fler se veía un poco diferente pues traía el cabello más corto, pero Hilda estaba tal como la recordaba. No había cambiado nada, si acaso se veía más hermosa.

- Camus! – dijo Hilda en voz alta levantándose de su asiento, lo que hizo que las demás personas voltearan a ver al personaje tan esperado por todos, aquel que les hacía tener aun esperanza para resolver esas extrañas desapariciones. – Amigo mío, Venga y acompáñenos a cenar. Sea usted bienvenido a Asgard – Le dijo extendiéndole ambas manos.

Camus dejo su maleta en la puerta, se quitó su chaqueta y la dejo sobre la maleta para con toda comodidad tomar las manos de Hilda, besarlas en señal de respeto y amistad y se sentó junto a ella, donde ya le habían hecho espacio.

Casi inmediatamente una jarra de aguamiel y un plato de estofado fue puesto frente a él.

- Me da mucho gusto que haya podido venir – dijo Hilda – Recuerda a mi hermana Fler?

Camus asintió.

- Un placer volverla a ver Señorita Fler – Dijo Camus desde donde estaba

- Es un placer tenerlo aquí de vuelta – dijo Fler – Como está la señorita Saori?

- Ella está gozando de excelente salud y le manda saludos – dijo Camus – al igual que Hyoga.

Fler se ruborizo.

- Tendremos mucho tiempo para ponernos al día con el Señor Camus, Fler – dijo Hilda muy formal – Dejemos que disfrute la cena.

- Tienes razón Hermana. – dijo Fler volteando hacia la persona de junto.

- Hans regreso a su casa, Señor Camus? – pregunto Hilda – No lo veo por aquí.

- Si Señorita, me fue de gran ayuda en el camino. – dijo Camus – Me pidió que lo disculpara pero quería irse directo a su casa.

- Lo entiendo. Hans es responsable de su abuelo y vive con sus hermanos solteros. – explico – Supongo que quiere ver que estén bien.

Todos fueron terminando de cenar, pero por respeto, nadie se levantó de la mesa hasta que Hilda y Fler no lo hicieron.

- Venga con nosotras Señor Camus – dijo Hilda – Le mostrare el camino a su habitación. Estoy segura que desea descansar después de un viaje tan largo.

- Ciertamente no recordaba que el viaje fuera tan pesado – dijo Camus mientras recogía su maleta, su chaqueta y la seguía – Supongo que la última vez, Milo me lo hizo mucho menos pesado con sus tonterías.

- Tal vez no hubiera sido tan largo, si hubiera venido en el otoño cuando le mande llamar – reclamo suavemente Hilda – El camino en invierno es 10 veces más difícil.

Camus no contesto y solo sonrió. En otoño no tenía pensado viajar tan lejos, pero a decir verdad tampoco le habían dicho que las cosas estaban tan mal, de haber sido así, le hubiera pedido permiso a Athena para realizar el viaje y ayudar a su amiga. La última vez que había estado ahí con Milo dos años atrás, lo había hecho impulsado por la simple curiosidad de conocer lo que decían era el lugar más frio del mundo (ya que él había estado en Siberia y se jactaba de que ya era demasiado frio) y desde luego, para ver a que temperatura se congelaban los alacranes. Milo había estado enfermo todo un mes después de regresar al santuario debido a las bajas temperaturas y juro no volver a pisar un país tan frio nunca más.

Hilda y Fler lo escoltaban una de cada lado y lo llevaron directamente a su habitación, y si no mal recordaba, esa era la misma habitación en la que lo habían hospedado la última vez.

- Espero que su habitación sea lo suficientemente cómoda Señor Camus – dijo Fler – si necesita algo, por favor no dude en hacérmelo saber y hare que lo solucionen de inmediato. Mi hermana ha supervisado personalmente que tenga todas las comodidades modernas que necesite.

- Agradezco todas las molestias que se están tomando Señorita Fler – contesto – estoy casi seguro de que no necesitare incomodarlas con mis tontas requisiciones.

Tanto Hilda como Fler se despidieron y le desearon las buenas noches antes de retirarse ellas también.

Camus entro a su habitación y estaba tal como la recordaba. Mismas sabanas, mismos edredones… mismos enseres que él había olvidado la última vez como su afeitadora y su shampoo favorito. Parecía que todo había sido guardado cuidadosamente y regresado a su lugar para su visita.

Involuntariamente sonrió. Tomo una ducha caliente. La necesitaba para relajar algunos músculos que traía atrofiados por tanto tiempo sentado por el viaje.

Al meterse a la cama, la fragancia a lavanda lo hizo recordar exactamente la última noche que paso en ese lugar hacia dos años.

***** Comienza Lemon ****

Flashback

- Déjame sola Camus…

- No, pídeme lo que sea menos eso, no estás bien, aun tiemblas y has palidecido mucho en menos de un minutos.-

Camus le toco las mejillas.

- Estas fría.

- Quiero estar sola.- Ella logro ponerse de pie, pero la falta de fuerzas la hizo caer al suelo.

Camus la tomo en brazos rápidamente.

- Te llevare a tu cama, no estás bien, llamare a alguien para que te atienda.

- Hazme tuya entonces.- Lo desafío.- Hazme tuya Camus. . . Te lo suplico.

- Tienes que estar segura, segura de que es conmigo con quien estas y no con otro. . .

- Solo contigo Camus… Por favor.

Camus entonces la cargo sin problemas a su habitación sin mayores dificultades.

Milo estaba en la suya sintiéndose mal por tanta aguamiel consumida durante la cena, por lo que no escucharía nada.

Su parte más razonable le decía que debía detenerse e irse a casa, pero su otro lado, el dominado por el deseo le decía lo contrario, le ordenaba que estrechara a la chica aún más contra su cuerpo para continuar.

En el fondo ella sabía que debía detener todo eso, pero su cuerpo no respondía a su mente, al contrario parecía querer revelarse y anhelar el contacto físico con el hombre. Además los besos de Camus le gustaban y mucho, sus caricias encendían su cuerpo al roce, su voz la hipnotizaba, estaba completamente rendida a las órdenes de ese hombre.

- Quiero verte.- Lo oyó decir con voz cargada de deseo.- Déjame ver tu cuerpo.

- Si.- Llevada por las órdenes del hombre, la chica comenzó a buscar el cierre de su vestido.

Al verse delante de Camus solo en ropa interior se sintió cohibida y quiso cubrirse con las manos, pero él fue más rápido y las aparto, la miraba de una forma muy rara, no podía identificar la expresión en él.

- No lo hagas… No te ocultes de mi- Le dijo antes de besarla en el cuello, en el hueco entre sus senos y continuaba bajando para desesperanza de ella.

- Camus… - Su besos le quemaba la piel, se sentía arder y solo por él.

- Tu piel, has cuidado de tu cuerpo con esmero. Es imposible de adivinarlo por el tipo de ropa que usan en este lugar- Camus alzo su cabeza solo para sonreírle.- Tu cuerpo es hermoso…

Los minutos pasaban y la joven pareja no podía dejar de acariciarse, ella había descubierto que debajo de toda esa ropa sport, Camus ocultaba un cuerpo muy varonil, sus músculos estaban definidos y era duros como una roca, tenía un lunar en medio de los pectorales que ella disfruto besando y acariciando.

-Ya es hora.

Camus rasgo sus delicadas braguitas, y a ella ciertamente no le importó, la excito aún más, saberse poseída por aquel hombre, por aquel cuerpo de dios, lo beso fugazmente antes de acomodarse mejor, Camus era un hombre grande y por lo tanto más pesado.

- Eres muy dulce, pero déjame cuidar de ti ahora.

La tomo con cuidado el principio, pues sabía que posiblemente seria su primera vez, logrando arrancarle un sonoro gemido placentero. Ella tuvo que aferrarse a los hombros de Camus, puesto que las sensaciones que estaban brotando de lo profundo de su cuerpo le eran completamente desconocidas y nuevas, las embestidas comenzaron a tomar ritmo, fuerza y velocidad.

- Camus... - Gimió la joven complacida, de su garganta escapo un sonido que fue lo más cercano a un ronroneo.

- Eres un hermosa felina.- Bromeo Camus mientras le mordía el labio inferior.- Una dulce gatita de las nieves ávida de caricias.

- Miau… - Decidió seguirle el juego.

- Ya verás minina consentida.

Ebrios de pasión la pareja se entregó a lo máximo de sus deseos, ella se dejó guiar por aquel peli azul que la estaba volviendo loca, se sentía como una ignorante para él, quien obviamente era muy experimentado, ansiaba poder complacerlo pero no sabía cómo y eso la ponía triste.

- ¿Qué ocurre?- Camus noto su turbación.

- No quiero defraudarte. . .

- No lo haces preciosa.- El peli azul la beso largamente.- Eres especial, y te quiero toda para mí.

- Entonces toma lo que quieras de mí.

- (No te pido que me quieras, no te pido que llegues a sentir algo por mí, pero no quiero que solo me uses como su reemplazo)– pensó Camus mientras tomaba el cuerpo de la única mujer que había logrado llegar hasta su corazón en unos pocos días.

Fin del Flashback y Lemon

Camus tembló de placer de solo de recordarlo. Se metió a la cama, apago la luz y estaba a punto de acomodarse para dormir cuando escucho un chirrido.

Desde ese ángulo vio una sombra conocida que entro a su habitación. Prendió la luz y sonrió.

- Llevo dos años esperando la repetición que me prometiste – dijo una voz femenina bien conocida por el que hizo que todo su cansancio se fuera por la borda.