Capítulo 20
Febrero 13, 6 am
Palacio Valhala, Asgard, Noruega
Camus despertó con el bipeo constante de su IPhone diciéndole que tenía un mensaje. Le parecía que ya llevaba mucho tiempo sonando, pero debido a la vigorosa actividad física de la noche anterior, simplemente no lo había oído a tiempo. Milo le había pedido que le averiguara el número de la oficina de Saori en calidad de Urgente, pero debido a que creyó que era una simple paranoia y de que estaba a la mitad de algo, solo reenvió el mensaje a Kanon, esperando que este le contestara directamente a Milo. Ahora que se había despertado podía leerlo y ponerle atención a su amigo, pues sabía que estaba solo. Se había convertido en una rutina. Ella llegaba por la noche, se amaban con toda la pasión posible, y de alguna forma, sin que él se diera cuenta, ella desaparecía antes del amanecer. Sonrió al recordar esos sentimientos que la chica le inspiraba.
Tomo el iPhone mientras se sentaba en la cama y leyó el mensaje:
- S.O.S Código Dorado
Por todos los dioses! Milo estaba en peligro? Se levantó de un golpe y comenzó a llamarle al celular. Nadie contesto. El Código Dorado era una especie de Zodiaco-señal que infería que el peligro estaba más allá de la capacidad del Caballero Dorado en cuestión y necesitaba ayuda. Camus comenzó a asustarse. Primero necesitaba una información urgente y luego desaparecía? Intento rastrear el IPhone como Kanon se lo había ensenado, pero no había señal.
Desesperado, intento contactarse vía Cosmos con Milo. No lo sintió en absoluto. Al borde de la histeria, decidió llamarle a Kanon. Deberían ser las 11 de la noche en donde estaba.
- K.- Que quieres pedazo de hielo? Que no ves que hora es? – dijo con voz cansada
- C.- Cállate! Has hablado con Milo?
- K.- No, te dije que no me habla mucho
- C.- Recibiste mi mensaje? Te lo mande hace horas.
- K.- La verdad no sé, espera. Lo tenía cargando y yo estaba en la playa. - Quieren que consiga el teléfono de Saori? Por qué o qué?
- C.- No lo sé! Dijo que era urgente como puedes ver en el mensaje, y hace una hora y media me mando un Código Dorado!
- K.- Como dices? Que le paso?
- C.- No lo sé! Y no puedo sentirlo. Podrías intentarlo? Estoy preocupado!
- K.- Espera amigo, espera… - Carajo! No hay ninguna respuesta!
- C.- Que hacemos? Estoy varado aquí!
- K.- Y Yo estoy varado aquí! Espera! Ya se… Julián debe tener el número. Estoy saliendo a verlo en este instante, te llamare en cuanto lo consiga.
- C.- Kanon es un código Dorado!
- K.- Tranquilo… todo deberá estar bien. Es Milo! El…es de los más fuertes entre nosotros. Te mando mensaje con el número.
- C.- Gracias. Seguimos en contacto. Si sabes algo de el antes que yo, por favor avísame enseguida.
- K.- Así lo hare.
Camus colgó se vistió y comenzó a caminar hacia la estatua de Odín. Era el único lugar sagrado que conocía en ese lugar, y lo único que podía hacer, era unirse a Hilda en sus rezos matutinos, con la diferencia que no rezaba para evitar el descongelamiento de los polos, sino para que su amigo apareciera con vida.
Febrero 13, 9 am.
Santuario de Athena, Grecia.
- Algo va mal, muy mal – dijo Shion a Saori tan pronto
- Yo también puedo sentirlo, pero no logro definir que es – dijo Athena preocupada – Puedes sentirlos a todos? Camus, Kanon, Milo?
Shion se concentró lo más que pudo. Podía sentir a Camus muy preocupado, Kanon desvelado, pero de Milo no podía sentir nada.
- Es Milo… su cosmo… no puedo sentirlo
Athena se estremeció pero intento llegar a lo más profundo, no pudo sentirlo tampoco.
- Oh no! Milo! - junto sus mano y elevo una plegaria – Por favor que este bien…
- Kiki! – llamo Shion
El pequeño lemuriano se apareció junto a él.
- Ve por Mu, necesito de su ayuda
- El señor Mu no está dentro del santuario señor, ayer le pidió permiso para salir a desayunar con Shaina.
- Es verdad. – recordó Shion – Shaina cambio su descanso con Jabu para que mañana Marín pudiera celebrar con Aioria.
Kiki asintió.
- Entonces tráeme a Dohko
- Enseguida!
Kiki se fue unos minutos y regreso con el Caballero de Libra
- Me llamaste? – dijo Dohko percibiendo inmediatamente la preocupación en los ojos de su amigo
- Sí. Ven. Necesito que me ayudes a encontrar a un caballero. – dijo encaminándose hacia sus aposentos seguido de Dohko.
Su trayecto fue interrumpido por el sonido del teléfono en el escritorio de Saori. Solo ella tenía acceso para evitar que fuera usado de forma indebida y en un caso de emergencia como este, cualquier llamada podía ser vital, sobre todo porque casi nadie tenía el número.
- Athena?
- Camus?
- Si
- Gracias a Zeus que me llamas. Tu sabes algo de Milo verdad? Él es tu mejor amigo.
- Uhhh… no es nada bueno. Esta Shion ahí cerca?
- Si, aquí está pero dime que le paso…
- No lo sé, señorita espero que Shion me ayude a esclarecerlo.
Saori le paso el auricular inalámbrico a Shion.
- Aquí Shion
- Señor! Milo lanzo un código dorado hace como 4 horas!
- Y porque nos dices hablas hasta ahora? –dijo Shion asustado.
- No tenía forma de comunicarme. Me lo mando a mi celular. No contesta el celular tampoco, el rastreador del celular no funciona y no puedo sentirlo!
- Tranquilo, déjame anotar tu teléfono – dijo Shion mientras garabateaba el número de Camus – Te marcaremos en cuanto sepamos algo. – colgó el teléfono y se volvió hacia Dohko
- Milo le mando un mensaje a Camus con un código dorado hace más de 4 horas. No se sabe nada de él desde entonces.
Dohko iba a expresar su opinión, cuando el golpe seco de un cuerpo cayendo los distrajo.
Saori se había desmayado.
Febrero 13, 10 am.
Rodorio, Grecia
Mu y Shaina estaban sentados en una cafetería al aire libre compartiendo, como todos sus días libres, algunos momentos para tratar de quitarle un poco su timidez con las mujeres al caballero de Aries. Le había llevado casi una semana de llevarle diario bombones cubiertos de chocolate a su amiga para que lo perdonara, y esta había accedido con tal de que dejara de hacerla caer en la tentación, pues subiría de peso y tendría que entrenar lo doble.
A pesar de haberlo perdonado, nunca le conto toda la historia a Mu como se la había contado a Geist. Después de aquella perorata con Shion, no quería que nadie volviera a confundir la amistad de ella con un compañero, por algo más, y para demostrarlo, ambos pedían permiso al patriarca para sus excursiones semanales e incluso Mu había confiado a su maestro sus temores y cuál era el papel de Shaina en todo eso.
Shion había comprendido y les daba el tiempo necesario.
- El clima esta excelente verdad? Marín y Aioria tendrán un excelente paseo mañana si todo continua igual – dijo Shaina en tono sonador.
- Jajaja si…. Su paseo… - respondió enigmáticamente Mu quien sabía perfectamente cuales eran los planes del día siguiente de la pareja y según le habían contado, ni siquiera saldrían de la casa de Leo.
Mu comenzó a percibir algo raro en el ambiente, como si lo necesitaran urgentemente en el santuario.
- Acabo de recordar que tengo que ayudarle a Shion en algo. – dijo – Te importa si pago y nos vamos?
- No, está bien – dijo Shaina un poco decepcionada.
Mu entro para liquidar la cuenta y una de las meseras que los había atendido salió a limpiar la mesa y le extendió una cajita roja con un moño.
- Dejaron esto para usted señorita – le dijo a Shaina
- Quien fue? – contesto desconfiadamente
- Un caballero muy apuesto – contesto guiñándole un ojo
Shaina volteo para todos lados y abrió la caja con una alegría casi infantil.
- Que no sean más chocolates porque voy a reventar Jajaja – dijo en voz alta
Lo abrió y vio un celular prácticamente nuevo, prendido y que comenzó a sonar tan pronto ella abrió la cajita.
Sorprendida, lo levanto de su lugar y lo contesto.
- Si?
- Hola cobrita. Qué bien te la pasas cuando crees que no te estoy viendo…
- Quien… quien habla?
- Bah! Me ausento pocos días, te olvidas de mi voz, me engañas con un lemuriano, escondes tu hermoso cabello bajo una fea peluca… pero aun así que apetecible te ves con ese vestido azul cielo… Eres todo un agasajo para la vista…
Shaina se asustó y comenzó a voltear para todos lados.
- Por cierto que esas zapatillas te quedan de lujo con ese vestido. Hacen resaltar tus hermosas piernas. No cabe duda que Poseidón tiene buen gusto….
- Minos?
- Ay! Ya tan pronto supiste que era yo?
La carita de Shaina se ilumino de pronto y una sonrisa broto en sus labios. Aun traía sus lentes de aviador, pues una cosa era quitarse la máscara delante de desconocidos, y otra dentro del santuario y alrededores.
- Estas aquí en Grecia?
- Si, vine a ver con quien me engañabas
- Idiota
- Lo sé, yo también te extrañe – dijo – Deshazte del lemuriano para que podamos vernos y me digas porque escondes tu anillo bajo esos guantes mientras que yo no lo he hecho.
- Porque es humillante y es una farsa. – dijo Shaina viendo los guantes sin dedos de encaje que se había puesto para ese día.
- Ya platicaremos cuando estemos solos. Deshazte de él, o lo hago yo a mi manera.
- Él ya se va. Tiene que regresar al santuario. Deja de hacerte el malote que no te queda.
- Pruébame – dijo Minos colgando la llamada
Mu salió de la Cafetería.
- Nos vamos?
- Uhhh… creo que me quedare un poco más. Es un día hermoso y me gustaría caminar. – dijo Shaina con un tono tan convincente que Mu le creyó.
- Estas segura – pregunto Mu – No me gustaría que te quedaras aquí sola viéndote como te ves.
- Jajaja no te preocupes. No me quedare por mucho – dijo Shaina un poco apenada por el cumplido.
- Está bien – dijo Mu dándole un simbólico beso en la mejilla – Te veo al rato en el santuario.
Shaina asintió y en cuanto vio que Mu se alejó, se volvió a sentar y cruzo la pierna, moviéndola de forma impaciente.
Unos segundos más tarde, un lamborghini veneno en color negro se paró junto a ella. Minos, tan apuesto e impecable como siempre, se bajó del auto con su traje Armani en color negro cuervo y camisa gris Oxford sin corbata para un aire más casual.
Shaina se levantó lentamente de su lugar. Los recuerdos de los últimos segundos que lo vio un mes atrás regresaron a su mente y no pudo sino morderse un labio. Que tenía ese hombre que tenía ese efecto en ella?
- Hola Cobrita…
- Hola Minos – No le dio tiempo de decir otra cosa antes de que Minos la tomara por sorpresa y le plantara un beso de película clásica norteamericana, de esos en los que la heroína era inclinada hacia atrás.
Minos sin dejar de besarla y aun teniéndola inclinada, suavemente le quito los lentes y la peluca y cuando dejo de besarla y los ojos de Shaina brillaron, El la levanto y le sonrió dulcemente.
- Aunque te ves fantástica vestida como Femme Fatale, me gusta más mi cobrita al natural.
Shaina se sonrojo por lo fácil que era para el manejarla a su antojo.
- Tu cobrita? Desde cuando que ni me entere?
- Desde que probé tus labios de miel y no puedo dejar de pensar en ti – dijo Minos viéndola a los ojos, lo que la desarmo por el momento. – Tú has pensado en mí?
Shaina abrió la boca para decir alguna estupidez, pero su rubor hablo por ella misma.
Minos sonrió complacido.
- Me basta y sobra por el momento. – dijo – Ven! Vamos a celebrar!
- Celebrar?
- Nuestro primer día de San Valentín juntos – dijo Minos abriéndole la puerta caballerosamente
- Pero… hoy no es día de San Valentín sino mañana! – se quejó mientras se sentaba.
- Sí, pero conociendo lo sensible y romántica que eres, y sabiendo que hay una pareja semi establecida en el santuario, supuse que habrías hecho todo lo posible por dejar que ellos disfrutaran sin pensar en ti, así que hice algunas averiguaciones y llegando el día de hoy, no habrán muchas interrupciones de otras parejas melosas.
A Shaina no le gustó mucho que la conociera tan bien
Minos se sentó al volante y condujo hasta llegar a Atenas.
- No me dirás a dónde vamos? O me vas a llevar hasta el inframundo y de regreso?
- Jajaja no en esta ocasión querida, pero pronto. – dijo sonriendo – Por el momento, te voy a llevar a celebrar un cero cursi día de San Valentín.
Se detuvieron ante un centro de entretenimiento infantil.
- Que estamos haciendo aquí?
- Un pajarito me dijo que no te gusta lo cursi (lo cual yo ya sospechaba) y que no tuviste infancia, así que… nos vamos a divertir como niños! – dijo mientras le abría la puerta – Y ese mismo pajarito me dio algo para ti.
- Ah que pajarito tan chismoso… - comenzó a decir Shaina aceptando la mano que Minos le ofrecía para salir del auto.
- Si, en realidad me ha contado muchas historias interesantes. – dijo Minos mientras le ofrecía el brazo
Entraron al edificio y estaba desierto.
- Como no quiero compartir tu sonrisa con nadie más, lo alquile para nosotros solos – dijo Minos
- Pero… debes ganar bastante dinero para poder darte estos lujos verdad? – dijo sorprendida
- Digamos que tuve un buen bono hace un mes por un trabajo extra que hice – contesto Minos recordando el dinero que le había dado Poseidón por sacar a Kanon de la cárcel.
- Y te lo gastaste en mí? – dijo sonriendo complacida ante el gesto
- Y en quien más me lo podría gastar? – dijo Minos encogiéndose de hombros – Vamos a brincar en los inflables?
Shaina sonrió quitándose los zapatos y corrió hacia el castillo inflable haciendo que Minos corriera detrás de ella.
Febrero 13
En algún lugar del desierto a una hora desconocida.
No estaba muerto. Evidentemente, el destino tenía algo peor para él. Deshidratación a causa del calor. O, a juzgar por el dolor, la muerte provocada por las heridas. La suerte que solía acompañarlo desde que tenía memoria, lo había abandonado.
Milo se debatía entre abrir los ojos o permanecer allí, buscando de nuevo la lujosa oscuridad de la inconsciencia. Sin embargo, el dolor que sentía en el pecho y en la cabeza era difícil de ignorar. Incluso abrir los ojos le provocaba dolor. La luz incidía sobre sus retinas a través de las pestañas llenas de arena. Gimió y percibió el sabor a sangre mezclada con polvo.
Recordaba vagamente estar sentado con el cinturón puesto, cegado por el polvo y oyendo el aullido del viento y el azote de la arena. Como pudo, estiro una mano para sentir el pulso del piloto, pero estaba muerto. Después, reacciono al percibir el olor a gasolina. Era un olor tan fuerte que hizo que se esforzara para liberarse del cinturón y del metal y se alejara todo lo posible.
Después, nada.
Sobre su cabeza, el azul intenso del cielo. Estaba vivo. En el desierto. Solo.
Se desmayó tres veces antes de conseguir sentarse, sudando, temblando y sintiéndose más muerto que vivo. Se sentó apoyando la espalda contra un banco de arena y con las piernas estiradas, tratando de ignorar el dolor que sentía al apoyar la nuca contra la arena.
Estaba a punto de quedarse inconsciente cuando algo lo hizo reaccionar. Unas pequeñas patitas en su mano. Unas patitas muy familiares de un alacrán que no le dieron miedo. Con cuidado, ladeó la cabeza.
- Hola amiguito - susurró él, pero no le salían las palabras de la garganta.
Sintió como si el animal lo entendiera
- Supongo que te aprovecharas de mi ahora que no puedo abrazarte y besarte hasta hacerte pedacitos - murmuró Milo con un poco de humor evocando a Elvira Duff de los Tiny Toons, una de sus caricaturas favoritas.
El animal comenzó a darle pequeños piquetes con su aguijón. Cerró los ojos y, al abrirlos, vio que el alacrán seguía allí, viéndolo curioso. Era demasiado pequeño como para que su veneno, si acaso lo tenía, lo afectara. Que acaso ni siquiera podría morir en paz?.
El alacrán se movió hacia su saco y Milo alcanzo a escuchar que rascaba algo que hacia un sonido muy particular y siguiendo el sonido se percató de que tenía algo en el bolsillo de su chaqueta. Despacio, para no desmayarse por el dolor, metió la mano y encontró una botella de agua.
Se acordó de que había tomado una botella de agua del helicóptero antes de alejarse del lugar del accidente. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Tardó una eternidad en sacar la botella, abrir la tapa y llevársela a los labios. Lo más duro que había hecho nunca fue retirarla de su boca después de dar un trago.
Beber demasiado era peligroso. Dio otro trago y bajó la mano. Era como un peso muerto. Notó que el alacrán tamborileaba con sus patitas. Milo sonrió mientras derramaba un poco de agua en la palma de su mano. Apenas unas cuantas gotitas del preciado líquido.
- Aquí tienes, bonito.
El animal bebió con tranquilidad, como si estuviera acostumbrada al contacto humano. Milo había conseguido tapar la botella antes de que se le cayera de las manos. No podía sostener la cabeza derecha.
Escucho el viento soplar y nada más. El alacrán comenzó a bajar de su mano y a picotearlo de nuevo para que no se durmiera y se quedara en alerta.
- Como friegas Brandon. A dónde quieres que te siga? – dijo delirante después de tanto tiempo bajo el sol abrazador del desierto.
Con mucho trabajo, y sin estar realmente consciente de lo que hacía o porque lo hacía, comenzó a caminar hacia un punto fijo.
No supo exactamente cuántas horas camino. Solo supo que de repente, se deslizo hacia abajo por una duna y no supo más de sí.
