Capítulo 23

Febrero 18

En algún lugar de alguna montana perdida de Noruega

- Esto no puede ser real - susurró. - Una ciudad primitiva!

El asentamiento que veía debajo de él, estaba básicamente formado por piedra, barro, y chozas, aunque la gente había avanzado bastante para elaborar ascensores y lo que parecían armas.

Camus se preguntaba si el sería la primera persona del mundo moderno que ponía sus ojos en esta civilización además de las mujeres que habían sido secuestradas, aunque Asgard no podría considerarse del todo moderno. Después de todo, la colonia estaba en medio de ninguna parte, viviendo bajo la parte más ruda y helada de la Tierra.

Con su entrenamiento como caballero dorado, Camus estudiaba todo lo que podía ver desde la privilegiada altitud a la que se encontraba. Esta enorme cavidad principal tenía varios niveles, que bajaban varios miles de metros, con lo que él, solo podía ver lo que había en los cinco niveles superiores.

Los niveles cuarto y quinto parecían primitivos mercaditos como los que se ponían en Rodorio los domingos. El tercer nivel era también un lugar de mercado- pero por todos los dioses del olimpo… ¡lo que se vendía era demasiado increíble para poder creerlo! Si no lo estuviese viendo con sus propios ojos posiblemente creería que le estaban tomando el pelo.

Grandes hombres vestidos a la usanza vikinga estaban comprando Mujeres! Rubias, Morenas, Pelirrojas, Asiáticas…Por Zeus que congelaría todo el lugar si acaso se habían atrevido a hacer con Fler lo que estaban haciéndole a esas mujeres!

-¡Oh, Mon Dieu! - dijo quedándose sin aliento Camus – Tengo que encontrarla lo antes posible.

En su cabeza, todo se esclareció. Eso era lo que había estado ocurriendo con las mujeres desaparecidas de Asgard. A pesar de estar viendo la manera de bajar sin romperse algo, su vista no se despegaba del tercer nivel. No tanto por morbo, sino para caerles encima con toda su fuerza si acaso la hermana de Hilda aparecía ahí. Pero el sentido común lo detuvo. Después de todo, solo le habían llevado una hora de ventaja y estaba seguro de que a la velocidad a la que había corrido siguiendo las huellas, acorto la distancia en forma considerable.

Decidió ponerse pecho tierra para que no lo descubrieran. Hizo un escaneo cuadro por cuadro de todo lo que podía ver. Fler no estaba ni en el quinto nivel, ni en el cuarto. Gracias a Zeus que tampoco en el tercero, pero los dos primitivos elevadores que bajaban los niveles subían y bajaban constantemente.

No podía mezclarse con esos hombres sin ropa adecuada. Iba a tener que encontrar ropa adecuada y tratar de pasar desapercibido. Entonces de reojo vio algo que le llamo la atención: Un punto rosado que Camus identifico como las orejeras rosas que siempre usaba Fler. La llevaba colgada como un saco de papas por alguien que tenía la complexión más o menos de Aldebarán. No. Mentira. Aldebarán estaba delgado en comparación a ese monstruo.

- Prometo no volver a decirte gordo amigo, si salgo de esta con vida. – Pensó.

Siguió con la mirada al punto rosa hasta que desapareció en una choza con techo bastante identificable, pues las pieles que lo adornaban eran blancas. Afortunadamente para la paz mental de Camus, el hombre que llevaba a Fler, había salido tan pronto la hubo entregado.

Tenía que usar la velocidad que caracterizaba a los dorados para poder llegar a esa choza sin ser visto, pues no sabía nada prácticamente de esa civilización y que tan poderosa o peligrosa pudieran ser.

Se quitó la chaqueta y los pantalones, quedando únicamente en boxers. Bendito el que había inventado esos calzoncillos aunque no era momento de preocuparse por el pudor, sino reaccionar rápido. Diviso un área de chozas donde había lo que él pudo percibir como ropa secándose. Bien podía alcanzarlas para imitar la vestimenta del enemigo y desaparecer un poco a sus ojos. Necesitaba un poco más de tiempo para poder imitarlos.

Los varones eran grandes y musculosos, incluso los niños y jóvenes eran más grandes de lo normal. Todos usaban el cabello largo y dos bandas de metal en los bíceps. Se quitó el cordón de la gorra a su chaqueta y trenzo su cabello como pudo, amarrándolas con él. Si Milo lo viera se reiría… Bueno… siempre había tiempo para una selfie, pero sin flash para no llamar la atención. Lo hizo y luego escondió su ropa en una grieta detrás de una roca.

A súper velocidad, bajo hacia donde vio la ropa al aire, y vio que eran una especie de calzas y una túnica al parecer del tamaño de un joven. Se las puso y se dio cuenta que bien pasaría por un jovenzuelo. Vio unas botas más o menos de su tamaño afuera de otra casa y cuidadosamente se la apodero y aventó las suyas a un contenedor cercano. Ahora si ya no había nada que pudiera delatarlo por el momento.

Varios lo miraron pero no le pusieron atención, incluso lo saludaban con un movimiento de cabeza que el imitaba. Se quedó vigilando la choza blanca desde lejos. Dio unas vueltas alrededor. No parecía haber más que una entrada y dos pequeñas, muy pequeñas ventanas con rejas. Vigilando la puerta había dos de esos gigantes pero nadie vigilaba las ventanas. Las cubrían cortinas de tela gruesa. Pudo en unos cuantos segundos fisgonear hacia adentro y lo que vio no le gustó nada.

Había por lo menos 10 jovencitas completamente desnudas y con grilletes, Fler incluida.

- Merde! Como la voy a sacar así!

Fue a buscar alguna otra túnica con que cubrirla cuando la rescatara. No podrían pasar desapercibidos si fuera de otra manera. Regreso con más ropa robada de otro tendedero. Volvió a asomarse para ver si Fler estaba asustada o histéricas, pero contrario a lo que él hubiera esperado, Fler platicaba tranquilamente con las demás mujeres, como si las conociera y en su propio idioma.

Espero a que algunas de ellas se distrajera para intentar llamar su atención a una de las ventanas.

- Pst Pst

Lo intento tres veces antes de Fler volteara.

Le hizo una señal para que guardara silencio. Fler hizo una ligera afirmación con la cabeza comprendiendo lo que le quería decir. Los grilletes en manos y pies no dejaban que se moviera con facilidad, pero poco a poco en lo que a Camus le parecieron horas, Fler pudo acercarse lo suficiente.

- Te encuentras bien? – pregunto ansioso

- Sí. Tengo mucha información nueva. – dijo Fler lo más quedo que pudo – Tengo que llegar con Hilda.

- Voy a sacarte de aquí. – dijo Camus mientras se disponía a congelar los barrotes para romperlos

- Espera! La ventana no. Los pondríamos en alerta! – dijo Fler en un susurro – Ves la pared de la esquina? Es una especie de baño. Haz un agujero en la pared cerca del suelo y después lo cubres de nuevo con tu técnica de hielo.

Camus asintió. Hizo lo que Fler le pidió de la manera más silenciosa posible. Fler se deslizo por ahí y Camus fácilmente le quito los grilletes. Le puso la túnica robada y Fler se trenzo el cabello. Camus tapo el agujero con su técnica de Hielo y le dijo:

- Me perdonarías si te tomo en mis hombros para salir de aquí más rápidamente

Fler sonrió

- No le veo nada de malo. – dijo sonriendo – Pero estas seguro de que no seré un estorbo para que puedas escapar?

- Te aseguro que aunque lo fueras, no te iba a dejar aquí.

Y cargándola tal como lo hizo aquel gigante, uso su velocidad para salir de ese lugar sin ser visto.

Subieron los cinco pisos, donde Camus insistió en que Fler se pusiera su ropa para que no se congelara en cuanto salieran, lo que ella hizo obedientemente y la saco por la misma puerta que había entrado. La sello con hielo y volvió a cargar a Fler para poder llegar al Palacio antes de que anocheciera. Al menos esa noche, al dormir, no se sentiría como un inútil.

Febrero 18

Santuario de Athena 6pm

Recinto de las Amazonas

Kakyuu llego llorando directo con Geist, quien la consoló y la mando a tomar un baño.

Shaina llegó poco después. Se quitó su máscara y sonrió.

- De nuevo la hiciste llorar? – dijo Geist – Sabes que Marín le tiene un especial afecto a esa niña.

- No es mi culpa que sea tan débil – replico Shaina – Sus demás compañeritas no se quejan tanto como ella.

- Porque tienen menos de 7 años! – replico la pelinegra

- Y aun así no se quejan tanto! – protesto Shaina al momento de que las otras cuatro aprendices a cargo de Marín llegaban corriendo y una de ellas, la más pequeña abrazo a Shaina quien le acomodo sus trencitas, le dio un beso en la frente y una palmada en el trasero para que se fuera con sus compañeras.

Geist vio todo esto con cara de WTF.

- Ok. Creo que en cierto momento me golpee la cabeza…

- Necesitas aspirinas?

Ahora fue Geist la que se tomó la libertad de darle un zape a Shaina.

- Más le vale a Marín que termine la misión que tiene asignada antes de que Kakyuu renuncie y las otras cuatro se vuelvan unas viboritas – dijo Geist

- Bah! Además la mandaron con Aioria según entiendo, así que lo más seguro es que este disfrutando de su misión intentando tener su primer Simba Jajaja

Geist la acompaño hacia la cabaña común donde las niñas que ya se habían duchado ya estaban tomando la cena. Se quitó la máscara y la puso sobre la mesa.

- Ok. Suficiente. Quiero a la vieja Shaina de regreso. – dijo Geist – Esta me da escalofríos.

- No sé a qué te refieres.

- Desde hace días que te la pasas de buen humor, sonriendo, aceptaste acerté cargo de las chicas de Marín, ahora besas niñas… qué sigue? Tener tus propios bebes?

Shaina lo pensó por un momento…

- A qué edad se deben comenzar a tenerlos? – pregunto Shaina en un tono inocentemente provocador.

- Queeeeeee?

Shaina vio como a su amiga casi le daba un infarto y se echó a reír.

- Caíste! Jajaja debiste ver tu cara

- Idiota!

- Jajaja

Shaina se estaba sirviendo su plato un poco alejada de la mesa donde estaba con su amiga quien hacia ademanes de que quería ahorcarla cuando Junet llego corriendo hacia Geist

- Geist! Shun se comunicó y dijo que no lo han encontrado. El gobierno de ese país encontró el helicóptero con un cadáver pero no hay señales de Milo!

- Shhhhttttttt – dijo Geist señalando a Shaina. Junet hizo cara de "chin la regué"

Pero era demasiado tarde. Shaina ya había escuchado. Se hizo la desentendida. Después de todo no traía su máscara puesta. Regreso con el plato vacío.

- De que estaban hablando – pregunto – Algo interesante Junet?

- Que Shun no tiene para cuando regresar – dijo rápidamente

- Se fue con Seiya y Marín verdad? – pregunto Shaina

- Uhhh si…

Geist se asomó a su plato.

- Que no ibas a cenar

- No tengo hambre – contesto Shaina cortésmente – Tengo informes que hacer. Buenas noches. – dijo tomando su máscara y saliendo de la forma más tranquila de ahí.

Llego a su cabaña, cerró la puerta y lentamente se dejó caer con la espalda contra la puerta.

- No estás muerto… no estás muerto… - repetía con los ojos cerrados mientras se tomaba las rodillas y se balanceaba hacia atrás y hacia delante tratando de controlar esos sentimientos mezclados que siempre surgían cuando se hablaba del mismo caballero.

Febrero 18, 7pm

Restaurante del Hotel imperial

Dubái, Emiratos Árabes Unidos

Aioria y Marín tenían una cita con el secretario particular del Jeque Al Fayed, quien gracias a las pesquisas que habían hecho, habían descubierto que era la persona que le presto el helicóptero a Milo, aunque al parecer, todos lo conocían ahí como Omil Al Alkrab. Aioria uso un traje y Marín se cubrió con una capa con capucha. Sabía que el reglamento en ese país respecto a la vestimenta de la mujer era demasiado estricto y lo que menos necesitaban eran problemas extras.

Mientras Shun y Seiya buscaban algún signo de vida de Milo en el desierto usando el helicóptero de la fundación, Aioria y Marín se habían dedicado a investigar. No perdían las esperanzas ya que aunque se había encontrado el helicóptero y el cadáver del piloto, no había rastros del cuerpo de Milo.

- Disculpen la tardanza – dijo el secretario tomando asiento frente a ellos – No tengo mucho tiempo

- No se preocupe – dijo Aioria – Queremos saber que está pasando con la investigación de nuestro amigo Omil.

- Una verdadera pena. El jeque y su alteza están muy consternados por su desaparición, pero todos los recursos del jeque están puestos en encontrarlo – dijo el secretario

Aioria pudo sentir algo extraño alrededor de ellos. Un aura que le dio escalofríos, pero no pudo definir de donde venía. No podía saber que Ares estaba unos metros detrás de ellos esperando ese preciso momento para caerle encima a Shaina.

- Dile que se quite la descubra la cabeza. Quiero verla. – le dijo Ares al secretario por medio de su celular

El secretario le contesto un simple Ok.

- Señorita – dijo el secretario suavemente – Lamento molestarla, pero es una falta de cortesía tener la cabeza cubierta en este hotel cuando no es usted musulmana.

- Oh! No lo sabía, disculpe – dijo Marín descubriéndose la cabeza

Ares se levantó encabronado

- Enviaron a alguien que no es ella! Maldita sea Athena y todo su maldito Santuario! – dijo entre dientes mientras le mandaba un mensaje al secretario del jeque y salía del restaurante.

El secretario leyó el mensaje.

- Mañana será nuestro último día de búsqueda antes de que se le dé por muerto oficialmente – dijo – Pero confiamos en Ala y su gran sabiduría para guiarnos hasta donde el este. Si sabemos algo, nos comunicaremos con ustedes.

- Por favor hágalo. – dijo Aioria – No nos iremos de aquí hasta que sepamos algo.

El secretario asintió y se retiró rápidamente del lugar.

- Y ahora qué hacemos? – dijo Aioria

- Pues ya que estamos en este restaurante, podemos cenar no crees? – dijo Marín con su practicidad de siempre

- Y los muchachos?

- Ya están grandecitos para hacerse un sándwich – fue la respuesta juguetona de Marín

Febrero 18, 10 pm

En algún lugar del desierto

- Para que son esos cuadernos en los que escribes tanto?- Pregunto Milo intrigado

Samira levantó la vista de la comida que estaba preparando en el fuego. Milo estaba sentado en su lugar habitual, junto a la palmera, jugando con su alacrán.

La pregunta era inocua, pero era la primera vez que le preguntaba algo personal. Sus preguntas siempre eran sobre el desierto. Ella disfrutaba de sus conversaciones y de su inteligencia. No estaba acostumbrada a hablar de sí misma.

- Estoy haciendo mi tesis sobre la riqueza de la flora y fauna en los oasis del desierto. Mi padre adoraba este lugar.

- Es con tu padre con quien sueles venir al desierto?

- Así es - dijo ella, levantando la olla del fuego.

- Y esta vez no ha podido venir?

Ella se concentró en terminar el guiso que estaba preparando con nueces, especias y frutos secos.

- Ha muerto - dijo con brusquedad. Le costaba hablar de él. Había sido el centro de su vida, su amigo.

- Lo siento - dijo él, y sus palabras fueron como un bálsamo.

- Gracias. Han pasado seis meses, pero sigue resultando doloroso.

- ¿Y no tienes a nadie más?

Ella se puso tensa. Sus palabras le recordaban la insistencia de su familia para que se casara con Amaal. Lo hacían con buena intención, pero cada vez le resultaba más difícil responder que tenía que esperar a que regresara. Por el momento tenía planes de ir a conocer el mundo del que tantas cosas había oído. Los lugares de los que le había hablado su padre.

- Mi madre murió cuando yo era pequeña, pero no estoy sola - sonrió mientras servía la comida—. Tengo tíos y primos, y a sus hijos y estoy prometida para casarme.

- Gracias —dijo. Milo, retirándole el plato de las manos y sentándose a su lado – Y ya que hayas terminado tu tesis y te recibas de…

- Bióloga con especialidad en entomología.

- Ok. Después que tienes planeado hacer? Digo, si puede saberse.

- Voy a viajar al menos durante unos meses. Quiero conocer a los científicos con los que mi padre y yo hemos mantenido contacto durante tanto tiempo. Y hacer turismo —sonrió al imaginarse en Copenhague, en París y en Roma—. Después iré a hacer una maestría.

- Pero si estas prometida… cuando esperas poder hacer todo eso?

- El acaba de irse a Canadá a estudiar su maestría por los próximos 3 años, por lo que tendré tiempo de sobra – dijo Samira con voz irritada.

Milo hubiera jurado que su prometido no había consultado sus planes con ella antes de aceptar dejarla sola y sin nadie que la cuidara en una cultura donde las mujeres no eran importantes. De pronto comenzó a pasear de un lado a otro. Estaba inquieto y no podía relajarse. Sentía la piel tensa, los sentidos alerta, la cabeza vibrante. Trataba de convencerse de que estaba impaciente por recuperarse. Tenía el presentimiento de que alguien lo esperaba en casa… Pero… donde era esto? Y quien lo estaba esperando?

Él se llevó la mano a la cabeza y le pareció que las estrellas giraban en el cielo. Las imágenes recobraron claridad. Él avanzaba tambaleándose hacia el oasis... Tumbado al sol, con la boca tan seca como el desierto... Un viaje en helicóptero… Pedazos inconexos, pero suficiente para darle un sentido de identidad. Comenzó a sentirse muy mal. Le dolían los músculos y los huesos y le retumbaba la cabeza. Respiró hondo y suspiró con dolor. Estaba seguro de que se había roto las costillas en el accidente y le dolían muchísimo. Ojala alguien que lo conociera pudiera encontrarlo y darle respuestas pronto. Milo comprendió que parecía estar acostumbrado a pensar en el futuro. Otra gente soñaba con ello, como Samira. Ella se había mostrado radiante cuando hablaba de viajar y conocer mundo. Él se había emocionado al verla tan entusiasmada y se sintió envidioso del hombre que se iba a casar con ella. Era hermosa, inteligente y ambiciosa. Que más necesitaba un hombre de una mujer?

Comenzó poco a poco a recordar algo más. Él tenía fama de disoluto pero mantenía algunos estándares, aunque no lo hiciera público. Nunca hacía daño a los inocentes. Incluso había ayudado de forma discreta a algunas personas que no tenían muchos recursos. La caridad, cuando se tenían los recursos era algo sencillo, pero no por eso podía considerarse un buen hombre. Aún no.

De nuevos sus pensamientos fueron hacia Samira. Se sentía intrigado hablando con una chica que nunca había salido de ese país sobre biología, sobre la falta de escuelas, sobre los planes de irrigación de los márgenes del desierto... Y sobre las costumbres que él no sabía que existían y de la gente que nunca había conocido, sobre las pequeñas comunidades que formaban el mundo de ella. A ella le gustaba hablar y a él le parecía que todo tenía sentido.

Sería que cuando él se recuperara, podría ayudarla a ella a cumplir su sueño en retribución por salvarle la vida? Porque solo era eso verdad? Solo era gratitud lo que lo impulsaba a ser así con ella, no los locos deseos sexuales de su género…