Capítulo 27

Marzo 1, 4pm

Isla San Salvador

Pool Bar del Hotel Columbus Isle, Bahamas

Poseidón, se encontraba en la alberca disfrutando de una cerveza helada con dos muchachas cuando vio llegar a Kanon.

- Hey amigo! Entra! – dijo haciéndole señas.

- Hola Julián, que haces? – dijo Kanon inclinándose hacia él.

- Aquí disfrutando del atardecer..

- Pero si apenas son las cuatro!

- Mira es que ella se llama Atardecer – dijo Julián presentado a una escultural pelirroja - y ella es Amanecer – dijo presentando a una rubia – Son gemelas

- Uy pues mucho gusto señoritas… lástima que no traigo traje! – dijo Kanon con cara de relamerse los bigotes

- Ya sabes dónde encontrar tu traje de repuesto – dijo Julián – Póntelo y ven a disfrutar con nosotros.

- Sale, pero primero lo primero. Me dejas usar tu compu para bajar las fotos de mi cel? Parece que me está haciendo corto con el sistema operativo y debo formatearlo y hacer respaldo primero. – dijo Kanon

- Me hablas en chino, pero sabes que puedes hacerlo. Solo con la condición de que te unas a mi diversión cuando termines – dijo Poseidón guiñándole un ojo

- No me lo perdería por nada del mundo – dijo Kanon antes de correr a la oficina de Julián.

Ahí se metió al ITunes, hizo el respaldo y antes de hacerle un reset de fábrica decidió checar si no había mensajes que no le importara perder.

Se desilusionó al ver que hacía más de un mes que no recibía noticias de Milo, y tratando de regresar al baúl del recuerdo se dispuso a leer todos los mensajes que habían compartido para ver en qué le había fallado a su amigo.

Lo que vio, ciertamente lo hizo sudar.

El primer mensaje que le había enviado a Milo tan pronto llego a la isla habían sido las fotos de Shaina. Fotos que no eran para los ojos de Milo y que Camus le advirtiera no enviarle. En qué momento se enviaron? Intento recordarlo pero no pudo. Se maldijo cuando comprendió que en algún punto a Camus no le habían llegado porque las había mandado al teléfono equivocado. A partir de ahí, la comunicación con su amigo había ido en picada hasta que desapareció por completo.

Decidió llamarle a Camus desde la oficina de Julián mientras que se reseteaba su teléfono.

C.- Hola?

K.- Soy yo.

C.- Hey desaparecido que milagro !

K.- Hey! como estas?

C.- Te alegrara saber que ya resolvimos la situación aquí y podre pasar a Siberia como acorde al principio. Me iré por Suecia a ver si me encuentro con alguna Rubia que compita con las de tus fotos.

K.- Lo dudo amigo, pero igual y podemos apostar

C.- No gracias. Prefiero que no haya dinero de por medio

K.- Jajaja y cómo va la misión que Athena te encomendó.

C.- (silencio)

K.- Camus?

C.- Perdón… Uhhh tendré que salir en la siguiente vuelta. Aquí no puedo hablar mucho, pero ya que nos veamos te cuento los detalles

K.- Que conste… oye… una pregunta... recuerdas las fotos de Shaina que te mostré hace dos meses y me dijiste que no se las mostrara a Milo?

C.- Si… que con ellas…

K.- mmm… parece que un error en el teléfono se las mando a Milo.

C.- que? cuando fue eso…?

K.- Cuando a ti no te llegaron…

C.- El mismo día que decidió salir del santuario en lugar de Dohko? – grito Camus

K.- Crees que ese haya sido el motivo?

C.- Pedazo de bruto! Yo te mato ahora que te vea cabron! Con razón aquel idiota salió como un histérico! Por tu culpa le paso lo que le paso! &*76 &*^&^%R *(&^&*^%^ I*&T&^R%&

K.- (Silencio)

C.- Te la voy a partir cuando te vea pero mientras entretente con esto. (lanzando su rayo congelante de larga distancia desde donde estaba hasta la alberca principal del hotel donde afortunadamente no había nadie pero Julián ya estaba poniéndose su bata furioso para reprender a Kanon)

K.- Que hiciste zoquete! Julián me va a hacer limpiar ese desmadre! –dijo al ver como el agua de la alberca se congelaba.

C.- Ojala te ponga a descongelarlo con el *&^%! Y a ver lo como arreglas ahora¡!

- Kanooooooooooooooooooooooooooooooon – Grito Julián emputado….

Marzo 2 1.00 am

Palacio Valhala, Asgard

Camus colgó el celular dejando a un pasmado Kanon del otro lado de la línea. Si había algo de lo que Camus y Milo se enorgullecían era de no mostrar sus sentimientos, pero el hecho de que se hubiera enterado del motivo por el que Milo salió del santuario, unas horas después de que Hilda le hubiera dicho del compromiso de Fler, había sido demasiado para él.

Fler había intentado entrar como cada noche para estar con él, pero Camus no soportaría tenerla cerca sabiendo que la próxima vez que fuera a Asgard, ella ya no estaría ahí, por tanto, había trabado deliberadamente la puerta para evitarle la entrada. Ella se había retirado al no haber podido entrar y ya no había intentado entrar después de eso.

Tomo una decisión rápida. Trato de respirar tranquilo, empaco sus cosas y salió al salón.

Se encontró a Siegfried en el camino.

- Camus! Creí que estarías dormido! – dijo – Estoy de guardia sabes?

- No, surgió algo y debo irme… - se disculpo

- Ahora?

- Sí. Iré a Suecia. La frontera no esta tan lejos. – dijo más para sí mismo

- Creí que te quedarías hasta la boda

- Cual boda? La de Fler?

- Jajaja no! La de Hilda conmigo…

- Wow… felicidades! Aparentemente no fui invitado. Cuando será? – Intento parecer interesado pero no pudo.

- El día 8. Ella me prometió que se casaría conmigo 7 días después de resolver el problema de las chicas desaparecidas, y hace algunas horas, me confirmo que honraría su promesa. – dijo Siegfried con una sonrisa.

- Pues te llevas el premio grande – dijo Camus fingiendo buen humor - recuérdame enviarte tu regalo de bodas.

- Te lo recordare. Le dijiste a Hilda que te ibas?

- No me dio tiempo de hacerlo. La decisión se tomó hace unos minutos. Despídeme de ella por favor. – dijo

- Te deseo un buen viaje – dijo Siegfried extendiéndole la mano – y a nombre de todo Asgard, te agradecemos tu ayuda. Sin ti, nunca los hubiéramos descubierto.

- Dile a Hilda que siempre podrán contar con mi ayuda y ya sabe cómo encontrarme.

- Lo hare.

Camus agarro su maleta y salió sin volver atrás pensando en cómo carajos iba a cumplir con la misión de Athena si estaba dejando los pedazos de su roto corazón ahí en Asgard.

Marzo 1, 8 pm

Departamento de Omil Al Alkrab, Dubái

Milo conducía su Land Rover alquilado por las calles de la ciudad, pensando en uno o dos casos algo complicados que se le habían presentado a raíz de que había terminado su negocio con el jeque Al Fayad. Aparentemente el haber trabajado con él, le había abierto las puertas a un mundo de posibilidades infinitas entre los magnates petroleros que ya habían comenzado a contactarlo. Su padre también, a pesar de las reservas de Milo, se había comportado "bien" con él, dándole tips de a quien le urgía mas que lo atendiera, pero a pesar de todo esto, Milo sentía que algo de lo que había olvidado y aun no podía recordar, era un caso de vida o muerte. Día a día recordaba más fragmentos pero no lo importante y aparentemente nunca compartió con su padre esto o no le quería decir, en cuyo caso, el tiempo estaba corriendo y su urgencia por recordar todo antes de que fuera tarde lo apremiaba.

Tenía sueños extraños en los que peleaba contra seres de lo que parecía otra dimensión, soñaba con rostros de personas (la mayoría hombres) compartiendo comidas y cenas con él, pero no podía ponerles un nombre, había visitado varias tiendas de mascotas esperando encontrar unos alacranes a los cuales adoptar en honor a su amiguito que le había sido arrebatado, pero no había encontrado ninguno.

Su vida a pesar de todo no estaba tan mal. Había rentado un departamento el mismo día que lo dieron de alta en el hospital, donde vivía solo. Su padre pasaba cada tercer día a compartir una copa con él y a preguntarle cómo iba su memoria, lo que se le hacía algo muy considerado de su parte. Michael Bosch, que después se había enterado llevaba algún tiempo trabajando para él, había tenido la amabilidad de ponerlo al tanto de la empresa y Milo entonces se había dedicado de lleno al trabajo. No fiestas, no mujeres, no otra cosa que trabajo. Hasta que no recuperara por completo su memoria, dejaría cualquier distracción de lado.

Llego a su lugar en el estacionamiento subterráneo, saco su nuevo celular local (aparentemente no encontraba el cargador del iPhone negro con el que viajaba antes por lo que lo había botado en un cajón) y su portafolio y estaba a punto de ingresar al elevador cuando vio a una mujer con una Shayla negra. Inmediatamente reconoció esos grandes ojos negros.

- Samira!

- Olim! Hola! – dijo un poco apenada mientras Milo la abrazaba con gusto

- Que estás haciendo aquí? Como me encontraste? – pregunto Milo curioso

- Yo… tu tarjeta… fui al hotel y me dieron esta dirección…

- Ven sube! Hace demasiado calor aquí afuera – dijo llevándola a su departamento

Antes de entrar ella se quedó en el umbral de la puerta dudosa.

- No es correcto que yo esté en tu apartamento Omil, sabes cuales son las reglas

- (Cuales reglas?) – Nadie te vera entrar y te aseguro que soy un caballero (creo) –dijo – además, si me esperaste allá abajo, era más embarazoso porque todos te podían ver.

Samira se dio cuenta que él tenía razón y dio un paso al frente. Ya estaba ahí, no tenía caso discutir.

- Puedo ofrecerte algo de tomar? Café? Te? – dijo Milo mientras se quitaba el saco y aventaba su portafolio en una silla.

- No gracias. Tienes agua?

- Claro.

Milo saco dos botellas del refrigerador. Le entrego una y se sentó en frente.

- Me dio gusto saber que saliste pronto del hospital y que los médicos se asombraron de tu poder de curación… - dijo Samira tomando un sorbo de agua

- Si bueno… tuve un poquito de ayuda – dijo Milo recordando el episodio con Aioria – Me has seguido el rastro desde entonces?

- Yo… Uhhh… más o menos. Estuviste en el hospital que es propiedad de mis tíos…

- Jajaja que bobo… nunca relacione Samira Rashid con el Hospital Rashid – dijo Milo de buen humor

- Si bueno… al parecer ya no ostento ese nombre y por eso te busque. – dijo Samira poniéndose triste de repente

- Que pasa?

- Necesito encontrar un empleo y… creí que tu podrías… darme alguna carta de recomendación. - dijo algo apenada – Nunca he trabajado para alguien que no fuera de mi familia y… estoy segura de que ellos no me darían una y yo necesito trabajar con urgencia.

Milo la miro extrañado. Donde estaba su alegría y fortaleza con la que la había conocido? Ahora estaba frágil y vulnerable como si en cualquier momento pudiera echarse a llorar y si lo hacía, él no iba a dudar en abrazarla para intentar consolarla.

- Creí que dijiste que terminarías tu tesis y que viajarías por el mundo…

- Sí. Esos eran mis planes. Planes que se vinieron abajo debido a mi debilidad y estupidez – dijo Samira con coraje.

- Podre ayudarte mejor si me cuentas todo desde el principio – dijo Milo

- La verdad me da mucha pena Omil – dijo Samira – No quiero abrumarte con mis problemas cuando tú debes tener muchos más. Ya recuperaste tu memoria?

- No… los médicos dijeron que podría tomar un tiempo si descansaba pero no lo he hecho – dijo Milo – Parece que no soy muy bueno para acatar órdenes… anda cuéntame.

Samira lo vio a los ojos para dilucidar si Omil era alguien en que podía confiar y una vocecita en su cabeza le dijo que sí.

- Recuerdas que… alguna vez te mencione a Amaal?

- Amaal tu prometido que se fue a estudiar una maestría en Canadá.

- Sí. La familia de Amaal y mi familia han sido buenos vecinos y socios y concertaron nuestro matrimonio desde que éramos unos niños. Afortunadamente, ambos nos gustamos cuando nos encontramos en la adolescencia y no pusimos ninguna objeción para seguir los planes de nuestros padres según la tradición…

- Continua.

- Bueno… después de la muerte de mi padre, le pedí a mi tío que me permitiera terminar la carrera antes de casarme, a lo que accedió igual que Amaal. Hace cinco días yo ya tenía varios días de haber regresado a casa de mis tíos decidida a transcribir mi tesis para poder presentarla y recibir mi título pero… comencé a sentirme mal. Mi tía dijo que debía ir al hospital para que me revisara mi médico pero yo creí que era simplemente el cambio de ambiente, por la contaminación y todo eso…

- Sigue…

- Tres días atrás, yo estaba en el hospital llevándole la comida a mi tío y le pedí permiso para leer mi correo electrónico. Cuando lo abrí, tenía un correo de Amaal… decía que había conocido a alguien más digna en Vancouver y que ya le había escrito a su padre para romper el compromiso entre nosotros… y de la impresión me desmaye…

- Oh-oh creo que ya se cómo termina la historia – dijo Milo

- Mi tío hizo que la doctora me revisara y resulto que… estoy embarazada.

- Ouch

- Mi tío hizo todo un escándalo e incluso intento golpearme…

- Que hizo que?

- No, no alcanzo a hacerlo porque la doctora aún seguía en la habitación… El… me repudio… ya no formo parte de su familia… ahora estoy sola… ni siquiera me dejo ir a la casa a sacar mis cosas…

Milo estaba furioso. No con ella, sino con las personas que le habían hecho daño.

- Samira… eso fue hace tres días… donde estuviste hasta ahora? Porque no me buscaste antes? – dijo Milo yendo a abrazarla. Samira ya sin fuerza solo se aferró a él.

- Una amiga de la universidad está casada con un hombre de negocios y estaba fuera del país y pudo darme asilo, pero su marido iba a llegar hoy y tuve que salir a buscarte. Fui al hotel y me dijeron que habías dejado tu dirección para cualquiera que preguntara y me la dieron…

- Llevabas mucho tiempo esperándome?

- Yo… si unas cuantas horas… No contestaste el celular que aparecía en la tarjeta que me diste - dijo mientras cerraba los ojos aun aferrada a Milo. Su calor y seguridad la estaban relajando al punto de que casi se quedaba dormida.

Milo sintió la respiración acompasada de Samira y recordó que en algún lado leyó que cuando las mujeres estaban embarazadas, les daba mucho sueno y si a eso le agregaba todo lo que la chica había pasado en los últimos tres días sentía que la sangre le hervía.

Como era posible que su prometido la abandonara por otra chica? Como era posible que su familia la desconociera? Como era posible que la tuviera en sus brazos y solo quisiera besarla?

- Carajo! No sé qué hacer. – dijo mientras la levantaba suavemente y la colocaba en la cama de la habitación de invitados que en prácticamente utilizaba como bodega, porque si la colocaba en su cama en primera donde iba a dormir, en segunda no iba a poder dormir aunque descubriera cómo y en tercera… mil posiciones sexuales diferentes surgían en su cabeza lujuriosa y no precisamente la que tenía arriba del cuello.

decidió cerrar la puerta y hacer lo único que se le ocurrió. Llamarle a alguien que supiera más de la cultura árabe y quien mejor que su padre que se la pasaba el 99% de su tiempo ahí en lo que el sospechaba, mas no estaba seguro, eran negocios turbios.

Le llamo al celular. No quería que fuera a su departamento y espantara a Samira.

A.- Hey hijo! Mala hora para llamar (se escuchan ruidos de ametralladoras)

M.- Que diantres es lo que se escucha?

A.- Lo siento, estoy en una zona de guerra (se escuchan bombas que caen)

M.- Haciendo algo que no quiero saber verdad?

A.- Más o menos, que necesitas?

M.- Necesito información, tienes tiempo o te llamo más tarde.

A.- Espera me muevo de lugar (se deja de oír cualquier ruido) Ahora sí, te escucho

M.- Bueno… ya entendí que aunque mi nombre es árabe, yo no lo soy.

A.- Correcto

M.- Soy griego, o eso dice mi pasaporte

A.- 100% Correcto

M.- Como carajos hago para sacar a una mujer de este país?

A.- Ouch. No me digas que ya caíste en las redes de alguna

M.- Eso es innecesario de comentar.

A.- Tienes ya el permiso del hombre responsable de su persona?

M.- Me estás hablando en chino. Ni siquiera sé que es eso

A.- Hay Omil! Las mujeres de oriente, sobre todo las musulmanas, siempre son responsabilidad de alguien. Su padre, tío, hermano…

M.- Ya entendí

A.- Si no viajan con ellos, deben de darles un permiso por escrito pegado a su pasaporte. No pueden viajar solas o pueden ser severamente castigadas, y no hablo de mandarlas a su cuarto…

M.- Y si ellas son… abandonadas por su familia por ejemplo?

A.- Eso es más grave, pues a los ojos de la sociedad es como si no existieran. Si la quieres sacar del país, mejor busca a algún pariente varón que de su consentimiento y te la llevas.

M.- No creo que sea tan fácil… Me ayudarías? Tú conoces a casi todos por aquí

A.- Son gente importante?

M.- Uhhhh… solo sé que son dueños del hospital donde estuve

A.- Ahhh los Rashid? Sí. Los conozco. Bastante zoquetes por cierto. Afortunadamente no te mataron.

M.- Bueno ya. Al grano. Quiero que me den los papeles de Samira. Y sus cosas. Todas!

A.- Samira? La chica que te salvo en el desierto? Esa Samira?

M.- La misma

A.- No sería más fácil y rápido que te casaras con ella?

M.- Disculpa? Lo dice el soltero empedernido que prefiere tener bastardos a sentar cabeza?

A.- Hey! Quieres o no mi ayuda? Mira que estoy bastante ocupado por aquí.

M.- Ya, perdón… que decías?

A.- Que te cases con ella. Ya estás en edad, a ti te gusta la chica, y las mujeres musulmanas son bastante buenas como esposas.

M.- Pero…

A.- Mira… Puedes hacer una boda sencilla y discreta, solo tu tío y yo. Yo te pongo su dote, hago la negociación, te consigo los permisos, los papeles, al Sheik etc… El mismo día de su boda, su familia deberá darte todas sus pertenencias. Ya que tú seas legalmente responsable de ella, puedes sacarla del país, puedes divorciarte o quedártela o emanciparla, que se yo.

M.- (Silencio)

A.- Omil? Sigues ahí?

M.- Sí. Lo estoy pensando.

A.- Bueno… mientras lo piensas, te dejo. Me necesitan.

M.- Ok. Te mando mensaje para que te comuniques conmigo más tarde en cuanto me decida.

Milo colgó el celular y fue a servirse una cerveza. Tenía muchas cosas en que pensar.

Cuando Samira despertó a la mañana siguiente, por un momento no supo donde se encontraba. Al ver que estaba sobre las colchas de una cama desconocida en una habitación por un momento pensó lo peor pero al ver que su Shayla estaba intacta, se tranquilizó.

Salió con cuidado. No reconoció realmente el lugar.

- Buenos días dormilona – dijo Milo completamente vestido de manera sport aun secándose el cabello

- Yo… perdón… buenos días – dijo Samira apenada – No recuerdo como llegue a la habitación ni cuándo.

- Te quedaste dormida mientras hablábamos

- Ohhh… lo siento… - dijo apenada– Me iré en un momento…

- No te estoy corriendo…

- Si pero…

- Quieres desayunar? – interrumpió - Hice panques con chispas de chocolate… en realidad no sé lo que tu desayunas, pero puedo hacerte un sándwich o unos huevos….

Samira lo miro fijamente

- Tu… sabes cocinar?

- No soy un chef, pero no me muero de hambre. – dijo Milo sonriendo – Te sirvo?

- Yo… creo… si por favor – dijo Samira al sentir que estaba hambrienta – mientras iré a lavarme

Milo fue a dejar su toalla al baño y sirvió la mesa.

Toda la noche había pensado en lo que su padre le había dicho y se dio cuenta que no le desagradaba la idea. Samira no le era indiferente. Era hermosa, cálida y muy inteligente. Tampoco le afectaba el hecho de que ella estuviera embarazada de otro. Lo iba a querer igual.

Samira regreso del baño sonriendo. La mesa estaba perfectamente puesta con unos perfectos y redondos panques y una jarra de leche fresca.

Ambos se sentaron a la mesa y Samira sonrió.

- Mi nana diría, que ya te puedes casar – dijo – los panques están perfectos

- Bueno, tu nana era una mujer muy sabia. – dijo Milo guiñándole un ojo – Porque precisamente me voy a casar.

Samira palideció.

- De verdad? Entonces debo apresurarme para irme y que tu novia no me encuentre aquí – dijo con voz triste

- Jajaja que tontita. Me voy a casar contigo!

- No bromees. Sabes que no estoy de humor – dijo Samira bajando la mirada a su desayuno

- No lo hago. Eso resolvería tu problema verdad? – dijo Milo tomándole la mano con esa sonrisa tan irresistible que Samira ni siquiera hizo el intento de retirar

- Yo no necesito tu lastima Omil, solo necesito un trabajo y estaré bien. – dijo viéndolo a los ojos.

- Aja, y donde vivirás? Y como conseguirás tu ropa? Y tu pasaporte? Como cuidaras a tu bebe?

- Yo… yo…

- Tú me ayudaste y me salvaste la vida. Ahora quiero retribuirte.

- Yo no quiero un matrimonio falso Omil – dijo – Si alguna vez llego a casarme, será con alguien que pueda ser un buen padre para mi hijo y un buen esposo para mí. Tu eres una persona importante, muy ocupado y no te convengo.

- No te estoy pidiendo que sea un matrimonio falso – dijo Milo muy serio – No soy importante, ni soy rico y Si bien no soy de aquí ni se mucho de tus costumbres ni nada, sé que podemos llegar a llevarnos bien juntos, seré un buen padre para tu hijo y los que vengan después – dijo guiñándole un ojo – Además, sé que tampoco te soy indiferente. Puedo sentirlo desde que estábamos en el desierto. Sé que no te arrepentirías y que intentaría todo para hacerte feliz.

Samira lo miro fijamente. De verdad estaba pasando eso o seguía sonando?

- Además, aparentemente este país no es mi residencia permanente, así que cuando ambos terminemos lo que nos mantiene aquí, podemos regresar a mi casa, donde las leyes no son tan estrictas y podrás criar a nuestro hijo libremente.

- Nuestro? – dijo Samira con lágrimas en los ojos

- Si bueno, legalmente seria mi hijo no? Y lo querría igual que los siguientes. Ya tengo todo listo. Mi padre se hizo cargo de todo y solo falta tu consentimiento. Si dices que no, pues quedare desilusionado, pero igual te daré la carta que quieres y toda la ayuda que necesites. No quiero que te sientas obligada a nada.

Samira ya no pudo contener sus lágrimas y Milo se arrodillo junto a ella y le presento un anillo con un diamante.

- Samira Rashid, quieres hacerme el honor de ser mi esposa… hoy mismo?

Por toda respuesta ella extendió su mano y por fin Milo, después de ponerle el anillo en su mano izquierda, pudo saborear esos hermosos y exóticos labios antes de mandarle un mensaje a su padre con tres palabras: DIJO QUE SI.