Capítulo 37
Marzo 18, 9 am.
Rodorio, Grecia
Aioria y Marín salieron del santuario tomados de la mano con una mochila al hombro a las ocho en punto. Pasarían por la motocicleta de Aioria que estaba en un depósito en el centro para poder ir a Atenas. El regalo de cumpleaños que específicamente Marín le había pedido a Aioria y que él estaba bien dispuesto a complacerla.
Gracias a la intransigencia de Shaina al respecto, Aioria tuvo que cambiar de horario, mas no de idea. Aun no le decía a Marín que no podrían verse en una semana, pero lo haría al día siguiente, así no le estropearía su día.
Habían desayunado ligero y se preparaban para todo un día de relajación, tranquilidad y según Aioria, romanticismo y mimos.
El Cocoon urban hotel & spa les ofreció todo un día en el jacuzzi, faciales, masajes relajantes en pareja, el baño turco, champaña ilimitada, fresas con chocolate etc.
Los besos y las caricias entre cada una de las actividades fueron subiendo de tono, hasta que el concierge le entrego un sobre a Aioria después de almorzar.
Aioria volteo a ver a Marín y esta le hizo una inclinación de cabeza aceptando.
En sólo unos minutos ya estaban allí. Al llegar a la puerta de la habitación se detuvieron, y Marín bajó la vista; de repente se sentía demasiado tímida como para mirarlo a los ojos.
- Gracias por mi regalo Aioria –murmuró.
- No hay de qué –contestó Aioria –. Ha sido divertido.
- Y aún no termina verdad? Estas segura que esto es lo que quieres, Marín ?
- Sí.
El primer beso de Aioria fue un beso suave, apenas una leve presión de sus labios sobre los de ella. Luego se echó hacia atrás, sólo una fracción de segundo, y después volvió a asaltar sus labios. Fue otro beso suave, pero uno que hizo que Marín se inclinara hacia él cuando volvió a apartarse.
Aioria le rodeó la cintura con los brazos, atrayéndola hacia sí, y el siguiente beso fue completamente distinto. Fue un beso profundo, y la tensión sexual que había flotado entre ellos a lo largo de todo el día, de toda la vida se desató en ese momento con toda su fuerza.
Marín hundió sus dedos en el cabello de él, y las manos de Aioria moldearon las curvas de su cuerpo. Mientras, sus labios hambrientos se devoraban, y la lengua del uno acariciaba la del otro.
Marín cerró los ojos cuando los labios de Aioria abandonaron los suyos para descender con un reguero de ardientes besos por su mandíbula, su cuello... El calor que estaba aflorando en su vientre se convirtió en llamas.
Aioria besó con cuidado su pecho mientras desabrochaba los botones de la blusa y la abría. Tiró de una de las copas del sujetador de encaje que usaba su novia hasta que el pezón quedó al descubierto, y lo tomó en su boca.
Marín se arqueó hacia atrás, estremeciéndose por dentro. El otro brazo de Aioria la sostuvo al tiempo que apretaba su pelvis contra el calor de la suya, y Marín notó su erección a través de los pantalones.
Aquel contacto hizo que un gemido de placer escapara de sus labios. Él levantó la cabeza, y Marín pudo ver como el deseo tensaba sus facciones, igual que todo su cuerpo. El aire de la tarde era fresco, pero ella se notaba ardiendo.
Sin aliento y con la blusa medio abierta y un pecho fuera, se echó hacia atrás.
- Creo que deberíamos entrar –murmuró
- Será lo mejor –respondió él jadeante también– porque no queremos que nos acusen por faltas a la moral.
Marín prorrumpió en risitas. Aioria sacó la llave del sobre, y se la entregó a Marín, quien se volvió hacia la puerta para introducirla en la cerradura. Detrás de ella, Aioria le pasó las manos por las caderas y cuando se apretó contra sus trasero Marín notó a la perfección todo lo que tenía que ofrecerle.
Marín apenas había abierto la puerta cuando Aioria la volvió hacia él y capturó sus labios de nuevo. La hizo retroceder para que entrara, y cerró la puerta detrás de ellos con el pie.
Luego siguió haciéndola retroceder, pero también girar después de un par de pasos, arrinconándola contra la pared. Marín sintió un alivio inmenso de poder apoyarse en ella, porque no estaba segura de que las piernas pudieran seguir sosteniéndola mucho tiempo.
Aioria sostuvo su rostro entre ambas manos, y le acarició con las yemas de los pulgares en el cuello, dibujando círculos detrás de las orejas, pero su cuerpo no la tocaba, y Marín quería volver a sentirlo pegado a ella. Sus besos se volvieron más profundos cuando ella abrió más la boca, en una muda invitación entre suspiros de placer mientras su lengua buscaba la de él.
Su confianza en sí misma parecía ir y venir. Aumentó cuando las caricias de Aioria se volvieron más íntimas después de que le desabrochara los últimos botones de la blusa y el enganche del sujetador, pero la timidez se apoderó de ella cuando ambas prendas acabaron en el suelo.
Aioria, que notó que se había puesto algo tensa, bajó la vista y le preguntó:
- ¿Estás segura de que quieres hacer esto?
Ella asintió, y le dijo:
- Es lo que quiero desde hace mucho pero no sé cómo...
- Para mí también ha sido mucho tiempo deseándote amor mío.
La timidez de Marín se disipó en cuanto él se sacó la playera por la cabeza, dejando al descubierto la belleza de su torso desnudo.
Las manos de Marín subieron a sus hombros y fueron descendiendo lentamente por su ancho tórax, los músculos de su abdomen, y se detuvieron al llegar a la cinturilla de sus pantalones. Aioria alzó la vista hacia ella y le dijo con una sonrisa:
- Como sigas con eso o no duraré ni un segundo; bastante excitado estoy ya.
- Sí, eso ya lo veo –murmuró ella, acariciándolo un poco más.
- Marín , para ya –le dijo Aioria con una sonrisa.
- No puedo; me encanta el tacto de tu piel. Tienes unos músculos impresionantes –murmuró maravillada.
Aioria empezó a besarla y a tomar la iniciativa de nuevo. Le desabrochó su pantalón, y se agachó, poniéndose de rodillas para bajárselo lentamente mientras imprimía suaves besos en sus muslos y sus pantorrillas.
Luego volvió a ponerse de pie, aún con los pantalones puestos, pero Marín sólo quedo con las braguitas. Los zapatos se los habían quitado al entrar, y debían andar tirados por algún sitio cerca de la puerta. Aioria tomó el rostro de ella entre sus manos de nuevo, y comenzó a besarla de nuevo. Ansiosa, Marín empujó sus caderas hacia las de él.
- ¿Quieres algo? –la picó él.
- Tú lo sabes muy bien.
Aioria le puso las manos en los hombros, las deslizó por sus brazos, y entrelazó sus dedos con los de ella. Luego le subió los brazos, sujetándoselos contra la pared. Aquel movimiento levantó los senos de Marín , y sus pezones endurecidos apuntaron hacia él.
Aioria se detuvo un momento a admirar la vista que tenía ante sí, y Marín, al mirarlo a los ojos y ver la pasión que destilaban, se derritió un poco más, estremeciéndose por dentro. Aioria la besó y sujetó sus dos manos con una sola. La mano libre se deslizó por su garganta y siguió bajando hasta cerrarse sobre uno de sus senos. Le acarició el tirante pezón con el pulgar, y Marín gimió dentro de su boca.
La mano de Aioria continuó descendiendo, por su estómago, y cuando se adentró en sus braguitas para comprobar cómo estaba de húmeda, Marín gimió de nuevo.
Aioria despegó sus labios de los de ella, y la miró a los ojos.
- Eso es lo que yo quiero –le susurró.
Le besó un párpado, luego el otro, y comenzó a estimularla con los dedos despacio, lentamente. Sus labios tomaron posesión de los de ella otra vez, y su lengua exploró el interior de su boca, igual que sus dedos estaban explorando la parte más íntima de su cuerpo. Marín se estaba sintiendo algo mareada. Mantuvo los ojos cerrados, abandonándose a las sensaciones que estaba experimentando, completamente a su merced, hasta que se encontró revolviéndose y arqueándose. Quería que sus dedos se movieran más rápido, pero él seguía torturándola con movimientos lentos, muy lentos. Le suplicó jadeante, y Aioria le dio lo que quería al tiempo que sus besos se volvían más apasionados. Su boca descendió por el cuello de Marín, bajó a su pecho, y regresó a sus labios hambrientos.
Temblorosa, Marín le rogó que no parara; quería más, más... Y de pronto de su garganta salió un intenso gemido. Había llegado a la cúspide del placer.
Aioria le soltó las muñecas, y los brazos de Marín cayeron. Luego él plantó las manos en la pared, a ambos lados de ella, y la besó suavemente en la punta de la nariz.
– No creo que pueda aguantar más... –murmuró Marín sacudiendo la cabeza.
– ¿Qué dices?, si acabamos de empezar.
– No, lo digo en sentido literal –jadeó ella–. Parece que mis piernas ya no quieren seguir sosteniéndome...
Aioria la asió por la cintura.
– ¿Qué es lo que quieren tus piernas, Marín ? –le preguntó, riéndose suavemente.
– Rodear tu cintura –murmuró ella–. Así...
Se agarró a sus hombros, y le pasó primero una pierna en torno a la cintura, y luego la otra mientras él la sujetaba.
– mmm... Me gusta.
– ¿Te gusta esto también? –inquirió ella, deslizando una mano por su pecho.
Los brazos de él se tensaron.
– Creía que te había dicho que no hicieras más eso.
– ¿Tienes miedo de no poder resistirlo?
– Pues claro que puedo –replicó él con una sonrisa, mostrando sus blancos dientes.
Aioria la llevó hasta la cama en cuatro zancadas y la depositó sobre ella antes de unirse a su cuerpo.
Marín le abrió los brazos y las piernas, completamente dispuesta, y Aioria emitió un gruñido de satisfacción.
Aioria se sacó la billetera del bolsillo trasero del pantalón, extrajo un preservativo, y lo colocó sobre la mesilla.
– Estás hecho todo un boy scout hoy–observó Marín .
Aioria volvió a sonreír.
– Es mejor prevenir, ¿no crees?.
Aioria le bajó las braguitas entre caricias, besos y susurros. Marín, que no podía esperar más, quiso desabrocharle los pantalones, pero él se anticipó, rodando sobre el costado para sacárselos. Luego se puso el preservativo y se colocó de nuevo sobre ella.
Con los ojos oscuros de deseo le dijo:
– Feliz cumpleaños, Marín .
Ella cerró los ojos. No podía creerse que por fin fuera a... ¡Cielos! Aspiró hacia dentro y abrió los ojos sorprendida ante lo que fue un ligero pinchazo de dolor que dio paso a una gran oleada de placer.
– Es tu cumpleaños; te mereces un gran regalo, ¿no? –murmuró él en su oído–. ¿Te gusta tu regalo, Marín ?
– Ya lo creo –gimió ella, casi sin aliento, mientras su cuerpo se hacía a él.
Aioria la asió por la cintura y la hizo rodar con él, de modo que ella quedó a horcajadas sobre él.
– Déjame ver lo hermosa que eres, Marín .
Ella bajó la vista hacia él, aún sin creerse que estuviera en la cama con el hombre que amaba, en su primera vez y que tenía un cuerpo como aquél. Deslizó las manos por su ancho tórax, inclinándose hacia delante y luego volviendo a erguirse para que su miembro entrara y saliera de ella, una vez, y otra vez, y otra vez... Las revistas que Geist le había prestado a escondidas de Shaina rendían sus frutos.
Temblorosa, abrió los ojos y lo encontró observándola y disfrutando con ello. Las manos de Aioria subieron desde sus muslos hasta sus pechos y se cerraron sobre ellos.
– Eres preciosa, Marín –murmuró, acariciándole los pezones con los pulgares, y comenzó a empujar sus caderas contra las de ella.
– Oh, Dios... –jadeó Marín –. Eres un león de verdad.
Él rugió, y las risitas de Marín se vieron interrumpidas por otro gemido que escapó de sus labios cuando él empezó a moverse más deprisa. El placer fue en aumento, cada vez más abrumador, hasta que borró todo de la mente de ella, todo excepto aquella pasión que la consumía. Su cuerpo se tensó al límite, poniéndose casi rígido.
Aioria la rodeó con sus brazos y sus fuertes embestidas la llevaron a un orgasmo salvaje que la hizo gritar de placer, igual que él, pocos segundos después, y Marín se derrumbó sobre su pecho. Cada músculo de su cuerpo temblaba y se sentía como si un cosquilleo delicioso burbujeara dentro de ella. Nunca había imaginado que el sexo pudiera llegar a ser tan increíble.
– Yo creo que cuando nos hayamos recuperado un poco –jadeó él–, deberíamos volver a hacer esto.
– Y más –murmuró ella, planeando ya todo lo que iba a hacerle en cuanto recuperara fuerzas.
Dios, cómo les pesaban los ojos... Habían esperado tanto tiempo, y lo habían hecho con tantas ganas y tanto amor que sin quererlo, ambos se quedaron dormidos sin darse cuenta de la hora.
Recinto de las Amazonas 8 pm
- Dales a las niñas un pedazo de pastel y que se vayan a la cama Junet. – dijo Shaina decepcionada abriendo la puerta del salón común y abriendo la puerta para irse.
- Vamos niñas! Partamos el pastel! – dijo Junet a las niñas quienes muy contentas por ya comer un postre que con tanto cariño habían preparado entre todas. Todas menos Sammy quien corrió hacia Shaina abrazándola.
Shaina la cargo como siempre.
- Que pasa ahora Sammy? – dijo – Ve por tu pedazo de pastel y a la cama.
Sammy negó con la cabeza.
- Si como pastel ahora, mañana no podre entrenar porque me dolerá mi pancita.
Shaina sonrió. Para ser una niña tan pequeña era demasiado fuerte y responsable.
- Tienes razón. Pero entonces tienes que ir a la cama – Dijo Shaina – Quieres que te acompañe?
La niña por toda respuesta movió la cabeza afirmativamente. Shaina sonrió y la abrazo. Le daba mucha ternura sus trencitas de cabello color rosa y sus ojos verdes. Le hizo una señal a Geist que esta supo interpretar muy bien.
Fueron a la barraca de las niñas de Marín y ahí, Shaina deshizo las trencitas y comenzó a cepillarle el pelo.
- No la reganes
- A quién?
- A mi maestra. No fue su culpa. – dijo la niña – Además es su cumpleaños.
Shaina no dijo nada y comenzó a trenzarle su pelo.
- Si tu desobedecieras a tu maestra o al maestro Shion y no reganaran… estaría correcto?
La niña pensó un momento y negó con la cabeza
- Prométeme que no serás muy dura con ella. – dijo Sammy – Se esfuerza mucho por nosotras.
- Te prometo que no seré yo quien la regane. No estoy de humor para pelear hoy.
- Es por tu novio? La señorita Geist dice que estas triste porque no te habla. – dijo Sammy – Yo digo que solo es como todos los niños que son muy tontos.
Shaina no pudo menos que sonreír.
- Si Sammy, si lo son. No te preocupes. Soy demasiado complicada para que me entiendas.
- Yo también soy complicada. Por eso mi mama me dejo en la puerta del santuario.
Shaina se sorprendió.
- Eso fue hace 2 años Sammy. Como puedes recordar lo que te dijo tu mama?
Sammy alzo las manitas como diciendo No-lo-se.
- No me lo dijo a mí, se lo dijo al guardia que me llevo con el maestro Shion – dijo la niña sin rastro de dolor en su voz – Dijo que solo aquí podrían entenderme.
A Shaina se le hizo un nudo en la garganta.
- Ella es muy bonita… tiene el cabello largo y naranja y ojos tan verdes como los tuyos. Tú me recuerdas a mi mama. – dijo la niña viendo sus trencitas en el reflejo de la ventana.
- Gracias Sammy. Yo voy a querer algún día tener una niña tan bonita y lista como tú. – dijo mientras le quitaba su ropa y le ponía su pijama con ositos cariñositos.
Sammy la miro curiosa.
- Pero falta mucho y si sale igual que yo, también se la llevarías al maestro?
- Claro que no. Seria mía y solo mía…
- Y de tu novio?
- No. Seria de mi esposo. No se deben tener hijos con un novio. Recuérdalo bien.
- Ahhh… Y tú te vas a casar con tu novio? – pregunto Sammy mientras Shaina la metía a la cama.
- No lo sé. Tu dime. Tu eres la brujita aquí. – dijo Shaina bromeando
- Yo digo que sí. – dijo Sammy quedándose dormida - Me gustan mucho sus ojos azules.
Shaina se rio.
- Sammy, mi novio no tiene ojos azules. Son color ámbar.
- En serio? Entonces tal vez debas cambiar de novio para que este tenga ojos azules. Así serán tan felices como en los cuentos.
Shaina volvió a reír y arropo a la niña que ya estaba profundamente dormida.
- Ojos azules… Ja! No conozco a nadie con ojos azules que pueda ser mi novio.
Salió de la barraca cuando las demás niñas comenzaron a llegar acompañadas de Geist.
Geist iba a mencionarle algo pero Shaina no estaba para más sermones. Había hecho una promesa a la niña y no sería ella quien la rompiera. Por el momento, lo que quería era hacer una llamada.
Marín llego casi a las 10 de la noche a la zona de amazonas con una sonrisa en la cara, y a la vez con la obvia cara de culpabilidad. Tanto Aioria como ella habían despertado después de las ocho de la noche y habían tratado de llegar lo antes posible.
Las dos niñas de Junet que estaban de guardia le abrieron la puerta en silencio. Todas las cabañas estaban ya en penumbras excepto el salón común.
Creyó que seguramente se les había olvidado apagar la luz, y se dirigió hacia allá.
Cuando entro, se dejó caer en la silla más próxima avergonzada. Todo el salón común había sido cuidadosamente decorado con globos y serpentinas que las niñas habían inflado, había un pastel comido a la mitad, varios regalos y chocolate frio en la hornilla y sobre el pastel, una pequeña nota que decía únicamente: Feliz Cumpleaños. Que lo disfrutes tu sola.
Capitulo 38
Marzo 19
Casa de Leo
Aioria se levanto temprano, se preparo y comio un sándwich y espero a que dieran las ocho. Estaba preocupado.
La noche anterior habían llegado apenas a tiempo antes de que cerraran el paso de Rodorio al Santuario. El pase especial de Marin decía d con la firma de Shaina y sabia que los guardias se habían quedado con el pase y ese era el dia que Jabu entregaba su informe. Maldita la hora en la que se habia quedado dormido en brazos de Marin, pero no importaba el castigo que fuera, habría valido la pena por cumplirle su deseo de cumpleaños a su amada.
Vio que eran cinco para las ocho y comenzó a subir las escaleras.
Como siempre, Shaka tenia sus mantras a todo volumen en su reproductor de mp3 y sus bocinas, con lo que indicaba claramente "NO MOLESTAR" y paso de largo.
La casa de Dohko estaba en silencio ya que para no envejecer mucho, el caballero de libra seguía intentando moverse lo menos posible y con ese pretexto no dejaba la cama hasta las nueve.
Siguio andando y vio la casa de Escorpio. Casi… pero casi… se puso a extrañar el escandalo mañanero de Milo… Casi. Afortunadamente le quedaban 10 dias de paz y tranquilidad en el santuario.
Pero para variar su hermano ya estaba levantado y barriendo su pasillo. Como le encabronaba esa desesperación de su hermano mayor por seguir las reglas y su incapacidad de estarse quieto ni un minuto. El polvo iba a regresar en cinco minutos de todos modos.
- Buenos dias Aioria – Dijo Aioros dejando la escoba a un lado
- Buenos dias Hermano – Dijo Aioria saludándolo con un abrazo
- Que te trae arriba tan temprano?
- Necesito hablar con Shion… Espero que Shaina no este ahí.
- No, ella no llega hasta mas tarde. No se por que sigue bajando a vivir con las amazonas si podría vivir aquí arriba mas cómodamente y sin hacer tantos viajes.
- Seguramente porque dejaría de ser la celadora y sentirse la mama de los pollitos y eso es imposible para ella – dijo Aioria con disgusto – Deberia dejarle el trabajo a Marin
- Yo no siento que Marin pueda ser responsable de ellas – dijo Aioros tranquilamente
- Que?
- Esta demasiado ocupada con sus alumnas y contigo como para tambien preocuparse por las otras – explico – Ademas, admitelo. Es demasiado débil para el puesto
- Retractate!
- No. – dijo Aioros cruzándose de brazos - De las cuatro amazonas que están alla abajo, Marin y Junet están abajo en la escala en cuestión de impartición de disciplina. Si fuera por Marin y Junet todos viviríamos mezclados y tendriamos ya un jardín de niños y habría arcoíris y corazoncitos decorando las 12 casas. Geist es como si pusieras a DM de patriarca. – Se estremecio ante la idea - Shaina es la única que puede equilibrar ahí la cosa.
- Desde cuando defiendes a la cobra? – dijo Aioria molesto
- Desde que ha demostrado su capacidad multitareas sin quejarse. El puesto que tiene ahora es de mucha responsabilidad, lidia con todos y ha demostrado ser imparcial cuando quiere…
- Pues a mi me odia
- Algo le habras hecho…
- No le he hecho nada desde que trate de matarla hace como 5 anios…
- Nada mas? – dijo Aioros alzando una ceja – No pues tienes razón… No tiene motivos. Tampoco porque hayas matado a su único alumno, ni porque siempre fuiste el defensor de Marin, ni porque hayas intentado matar a Seiya…
- Bueno y tu de que lado estas? – dijo Aioria enfadado
- Del tuyo… solo estoy haciéndote ver que no eres una blanca palomita. – dijo Aioros – Ganate de nuevo a Shaina y todos tus problemas con Marin se van a terminar. Chance y si haces un buen trabajo, hasta deje que Marin se vaya a vivir contigo.
Los ojitos de Aioria le brillaron
- En serio? Crees que lo permita? Seria mi máximo sueno hecho realidad!
- Si pero tienes que ganártela.
- Mmm… difícil, pero lo intentare. Gracias por el consejo Hermano. Te veo alrato.
- Suerte!
Aioria subio corriendo el resto de las casas ignorando la música de pasodoble en la de capricornio y la de las Spice Girls en la de Afrodita. Al mal paso darle prisa.
