Capítulo 68

Abril 18, 8 pm

Campamento Romaní

Valencia, España.

Zita vio a Shura hablando con Omar y supo instintivamente de qué discutían. Shura se marchaba. Sabía que el día se acercaba y se creía preparada para ello. Pero no bastaba proponérselo para estarlo. Su cabeza sabía que Shura y ella no estaban destinados a estar juntos, pero su corazón se negaba a escuchar.

Shura le había hecho el amor sin poner el corazón en ello. Zita no podía forzar el amor donde no existía. A Shura le gustaba hacerle el amor, eso lo sabía, pero también sabía que estaba deseando marcharse y seguir adelante con su vida. No pensaba impedírselo, aunque su mayor temor era no volver a verlo nunca. Zita corrió hacia Shura en el momento en que lo vio alejarse de Omar.

- Te marchas - su afirmación parecía encerrar una cierta rudeza. Shura parecía apurado, molesto, como si se estuviera debatiendo entre dos aguas.

- Tenemos que hablar, Zita. Entra al remolque.

Zita no estaba preparada para escuchar las palabras de despedida de Shura .

- No puede esperar?

- No -él le tendió la mano -Ven conmigo.

Zita le tomó la mano y lo siguió hasta su carromato. Shura cerró la puerta con firmeza tras ellos y la llevó hasta la cama.

- -Siéntate.

Endureciendo el corazón para escuchar las dolorosas palabras que iba a decirle, Zita se sentó al borde del colchón. Shura comenzó a recorrer el remolque arriba y abajo una y otra vez.

- ¡Basta! -le gritó Zita -. Di de una vez lo que tienes que decir y acabemos con esto.

Shura se detuvo bruscamente y se arrodilló delante de ella. Le tomó las manos.

- No te he contado nada de mí por la sencilla razón de que en realidad me avergüenzo de mí mismo. No soy una buena persona Zita.

- Eso dijiste alguna vez -respondió ella con aspereza.

- Y eso sigo pensando. Ya hemos hablado de nuestro matrimonio y conoces mi postura.

Zita levantó la barbilla.

- No te he pedido nada.

- Nunca te habría tomado de haber sospechado que eras virgen -continuó Shura -. Perdí la cabeza. Parecías tan dispuesta a...

- Estaba dispuesta.

Shura alzó la cabeza.

- Yo era el que tenía experiencia. Debería haberlo sabido. Nunca te olvidaré, Zita. Si las cosas fueran distintas...

- Las cosas serían distintas si yo no fuera romaní -arremetió ella - No puedo cambiar lo que soy.

- No, y yo tampoco puedo cambiar lo que soy.

- ¿Cuándo te irás?

- Mañana. Mis responsabilidades...

- No quiero saber de ellas. Si tienes que irte, vete. Yo no te lo impediré. Los romaníes también tenemos nuestro orgullo.

Zita pensó que nunca había visto a nadie tan destrozado.

- Intenta no odiarme, preciosa. Para mí tampoco es fácil marcharme. Siempre recordaré este tiempo contigo como un periodo idílico de mi vida. La existencia nunca había sido tan sencilla ni tan agradable.

(Eso es lo único que se te ocurre decir), gritó el corazón de Zita .

- Quiero hacerte el amor esta noche, Zita, pero no lo haré si no lo deseas.

Que si no lo deseaba? Se moría por hacerlo, lo necesitaba.

- Eso me gustaría, Shura. Sólo dime una cosa. ¿Hay otra mujer en tu vida?

Las sombras de los ojos de Shura se hicieron más profundas.

- No.

Zita no necesitaba saber nada más. Alzó el rostro.

- Bésame, Shura. Esta noche eres mío. Mañana, solo el cielo lo sabrá.

Shura se reunió con ella en la cama.

- Eres única Zita. Tu aroma, tu sabor, toda tú me excitas más allá de lo soportable.

Las manos fuertes de Shura le sujetaron el rostro para unir sus labios. La besó muy despacio, con tanta pasión y tanta ternura que a Zita se le llenaron los ojos de lágrimas. ¿Cómo iba a sobrevivir sin Shura? Él la besó con más fuerza; le introdujo la lengua en la boca y su capacidad de pensar desapareció.

El deseo se apoderó de Shura con la intensidad y la fuerza de un rayo. Ninguna mujer había logrado jamás que su cuerpo cantara ni que le hirviera la sangre como le sucedía con su amante romaní. Besar a Zita era puro placer. Amarla era puro éxtasis. Dejarla, un auténtico infierno. Si no fuera un caballero de Athena con todas sus responsabilidades, mandaría al diablo todo y se la llevaría con él.

Sus pensamientos se hicieron añicos cuando Zita le deslizó los dedos en la apertura de la camisa. Sus manos resultaron cálidas, suaves e infinitamente excitantes cuando se posaron sobre su pecho. Shura se las arregló para mantener cerrada la parte delantera de los pantalones y la camisa abrochada mientras las manos de Zita le recorrían las musculosas planicies del pecho y bajaban por el estómago hasta...

Un gruñido de rudo placer le atravesó la garganta cuando sus dedos se cerraron sobre él. Le abrió la blusa, desgarrándola en su ansia por verla desnuda. La ropa salió volando, las bocas se clavaron la una en la otra y sus manos se exploraron. Shura le acarició uno de los tensos pezones con el pulgar. Inclinó la cabeza y se lo agarró con los dientes. Zita gimió; la sintió temblar. Shura supo que estaba tan excitada como él cuando le agarró la cabeza y se la acercó al pecho. Él le succionó los pezones, disfrutando de los gemidos intermitentes que se le escapaban de la garganta, tristemente consciente de que no volvería a oírlos después de aquella noche.

Zita bajó la mano y le acarició en círculos, y Shura temió que se derramara en su mano. Hizo un esfuerzo por controlarse. Arruinar la última vez que iban a estar juntos no era un pensamiento agradable. Consideró brevemente la posibilidad de tomarla rápidamente, como su cuerpo le exigía, pero descartó rápidamente la idea. La colocó boca abajo y le levantó las rodillas. Zita lanzó un gritito de sorpresa.

Shura le abrió las piernas y se colocó detrás de ella, mordiéndole suavemente el cuello. La acarició y la tentó con los dedos. La humedad le inundó la mano. El ardor de Zita lo excitó. La abrió y hundió su virilidad profundamente en su interior. Para impedir que su acto amoroso terminara demasiado pronto, se mantuvo quieto dentro de ella durante un largo momento de suspense.

- Shura, por favor. Acaba con esta tortura.

Su súplica lo deshizo. Agarrándole las caderas para mantenerla en el sitio, embistió hacia delante con los dientes apretados, la cabeza inclinada hacia atrás y un gruñido retumbando en lo más profundo de su pecho. El explosivo final llegó de improviso, violentamente. Alcanzaron juntos el clímax, formando un solo cuerpo y una sola alma a pesar de estar todo lo distanciados que podían estarlo dos amantes con el destino en contra.

Zita se quedó muy quieta en brazos de Shura mientras sus respiraciones recobraban la normalidad. Deseaba que aquella noche durara para siempre, pero sabía que el alba aparecería por el este con la misma seguridad con la que habría un nuevo día. No le suplicaría a Shura que se quedara, ni le rogaría que la llevara con él. Era una situación imposible para ambos. Él tenía que cumplir con aquellas responsabilidades de las que hablaba y ella tenía un padre esperándola. Pero la idea de que Shura pudiera dejarla sin mirar ni una sola vez hacia atrás todavía le dolía.

Horas después volvieron a amarse con los brazos y las piernas enredados, los cuerpos pegados y las bocas y las manos explorando rincones que podían habérseles pasado durante su primer y frenético encuentro. Luego se durmieron. Cuando Zita se despertó a la mañana siguiente, Shura se había ido.

Y se había llevado consigo su corazón.

Abril 19, 10 am

Cámara del Sanbocho,

Santuario de Athena, Grecia

Shaina se estaba terminando de arreglar para bajar a revisar las cabañas que debían ser arregladas para las nuevas Saints que llegarían en unos pocos días. Repasaba mentalmente la lista de cosas que tenía que checar cuando sonó el celular.

- Buongiorno amore mio

- God dag mitt stykke spectrum

- Que estás haciendo aparte de pensar en mí?

- Alguien se levantó muy presuntuoso de la cama verdad? Me preparo para bajar a una inspección y tú?

- Me preparo para una… mmm… reunión muy importante. Pero si no me des estreso antes de ver a esa persona, la voy a hacer pedacitos.

- Uy qué miedo! Jajaja a mí me harías pedacitos?

- Sí que sí.

- Ya me dio miedo Jajaja

- Por cierto. El 22 es la primera aparición pública de Aiacos como modelo Armani. Quieres venir a Paris conmigo? Rada estará ahí también.

- Vaya! En serio? No sé. Conocer a tus amigos es un gran paso.

- Sí, pero Aiacos muere por conocer a la famosa Sophi y Rada, es medio bobo pero igual es mi amigo. Anda!

- Mmm… Igual y tomo más ideas para Sophi de ese desfile Jajaja sí. si quiero. Pero con la condición de que la próxima fiesta-reunión que hagan mis amigos fuera del santuario tu vienes conmigo.

- Eso no es justo! Tú tienes chorro cientos amigos y yo solo dos!

- Ese no es mi problema.

- Claro que sí. A ti no te quieren matar por andar conmigo y todos tus amigos SI tienen un problema conmigo. Hasta papi suegro!.

- Jajaja me encanta como le dices a Shion. Anotare en mi agenda decirle que le dices así.

- Dile, y estarás a dieta de ceros besos durante un mes.

- Cero besos de quién? Tuyos? Y que si me los da alguien más?

- …. (mientras no sean del tal Milo…)

- Minos?

- … Eso dependería de quien te los diera y como te los diera. Pero por cada uno que alguien más te dé, sería un mes más sin los míos.

- Eso no es justo!

- Tu cambias las reglas… yo solo las acomodo a mi conveniencia.

- Mejor no me arriesgo.

- Sabia elección. Hablamos por la noche? Mi tren está a punto de salir.

- Sip. Cuídate mucho. Ciao Caro Mio.

- Ciao Amore Mio.

Shaina colgó el teléfono y durante unos minutos se quedó viendo la foto de Minos con ella de cuando estaban en el Parque Vinterpark que tenía en su salvapantalla. Que era lo que sentía por él? Por qué no podía definirlo y ponerlo en palabras?

Shion no la había presionado cuando le comento el asunto, pero sabía por intuición, que se había quedado preocupado, y lo que menos quería era ponerle más problemas sobre sus hombros.

Intentó compararlo con sus sentimientos para con Seiya, pero ni siquiera le llegaba a los talones. Intentó compararlo con sus sentimientos para con Milo, pero estos nunca fueron correspondidos abiertamente así que no tenía un punto de comparación. Además, ella convivía a diario con estos dos caballeros. Sabía todo de ellos, lo bueno y lo malo. Que difícil! Mejor bajaba a hacer lo que tenía que hacer y después se ponía a pensar en ello.

Salió de su cámara y al recordar que Milo y Kanon seguían lavando los escalones (porque a pesar de que ambos habían caído en las rosas y afrodita había tenido que quitarles las espinas de sus respectivos traseros, seguían sin pedirse perdón), decidió saltarse todo ese drama y llegar directo a la casa de Escorpión, por lo que tomo el pasaje correspondiente.

Toco a la puerta y Samira pregunto quién era.

- Soy Shaina. Estoy sola. – Dijo después de averiguar que las musulmanas no podían abrirle la puerta a un hombre si estaba sola.

Samira no tardo en abrir y Shaina pudo admirarla por primera vez sin velo. Diantres! Con razón Milo se enamoró de ella. Su cabello, que estaba cuidadosamente cepillado, era negro azabache y le llegaba a la cintura. Cepillado y suelto como lo tenía, brillaba tanto que Shaina no pudo dejar de sentir envidia. Sus grandes ojos siempre maquillados con Kohl y sus graciosos movimientos al andar hacían que Shaina se sintiera torpe.

- Buenos días Shaina.

- Buenos días Samira. Voy al recinto. La última vez no pudimos llegar ahí. Te gustaría conocerlo? Milo está lavando los escalones de Camus.

- Claro! – dijo tomando el velo rosa que tenía junto a la puerta y colocándoselo con destreza.

Shaina no dijo nada hasta que comenzaron a bajar hacia la casa de Libra.

- Como te has sentido? – Pregunto Shaina

- Oh muy bien! Al principio me desmaye una que otra vez, pero mis tíos dijeron que era normal.

- Normal? Vaya! Traer un hijo al mundo no suena tan fácil como parece.

- No, no lo es, pero valdrá la pena.

- Y tú quieres niño o niña?

- En realidad solo quiero que sea un bebe sano. Allah me mandara lo que él quiera.

- Ya veo… y Milo que quiere.

Samira se sonrojo un poco. Iba a tener que acostumbrarse a esas preguntas. Recordó la conversación que tuvo con su esposo la primera tarde que pasaron en el santuario antes de subir a su banquete de bienvenida:

Flashback

- Bienvenida a casa Pedhí Mou – dijo Milo mientras la cargaba en brazos siguiendo la tradición.

- Es muy bonita! Y muy grande! – contesto Samira – Me bajas para poder recorrerla?

- Es necesario?

- Si

- Bueno, ni modo – dijo Milo bajándola con renuencia – Saori nos espera a las seis. Ella es nuestra jefa máxima.

- La diosa? Que nervios! Nunca he conocido una diosa en persona.

- Es la persona más amable que podrás conocer aquí. También estarán mis otros hermanos dorados y Shion, el patriarca del que te hable, y seguramente también Shaina, su asistente personal y mi jefa inmediata.

- Vaya! Debo ponerme muy bonita entonces para dar una buena impresión!. – dijo Samira haciendo un recuento mental de la ropa que traía en la maleta que subiría Camus.

- Todos te van a adorar – dijo Milo abrazándola

- Ellos saben que estoy…?

Milo suspiro y se separó un poco de ella poniéndose de cuclillas de frente a ella.

- Si, si lo saben. Pero saben que es mío.

Los ojos de Samira se llenaron de lágrimas.

- No quiero que sepan que no lo es. No porque me avergüence ni mucho menos. Este es Mi bebe y nadie dirá lo contrario. Pero, no quisiera que te hicieran sentir incomoda si alguien se pone a hacer cuentas – dijo viéndola a los ojos – Si te preguntan y te es imposible evadir la pregunta, dile que lo esperas para finales de Octubre o principios de Noviembre

- Pero cuando nazca sabrán que mentí. Además, no me gusta hacerlo.

- Lo sé y lo entiendo. Pero… lo harás por nuestra felicidad verdad? Este bebe – dijo acariciando su vientre – Es tuyo y mío y de nadie más y por tanto, merece un hogar feliz y estable. Eso solo se lo puedo proporcionar si hacemos lo que te digo.

Samira se mordió un labio. Era en contra de sus creencias el mentir, pero la felicidad de su familia estaba de por medio.

- Pero… no los querré menos si no lo haces Samira. No te sientas obligada a seguirme el juego, pues la inocente aquí eres tu – dijo Milo con su encantadora sonrisa que cualquiera sabia, utilizaba para conseguir lo que quería.

- Está bien Habibe. Pero solo si me preguntan. Y no mentiré en nada más.

- Gracias Pedhí Mou. No creo que nadie te pregunte. Nunca ha nacido un bebe en el santuario, así que todos somos novatos, pero siempre hay personas suspicaces que pueden hacernos la vida difícil.

Samira le sonrió. Esa era la nueva vida que ella acepto. Tenía que ayudar a Milo a conseguir sus objetivos como una buena esposa.

- Ahora… permíteme presentarte a mis bebes. – dijo Milo tomándola de la mano hacia su gran pecera de acrílico.

- Bebes? Pues cuantos hijos más tienes? – Dijo Samira sorprendida.

Milo no le había hablado de otras mujeres u otros bebes. Acaso seria uno de esos traficantes de infantes? O de los que les gustaban tener muchas esposas? No. Él le había dicho al Sheik que era la primera esposa… serian entonces concubinas?

Vio la casita de muñecas y se preguntó si habría niñas.

Milo la acerco a la casita de muñecas y le dijo:

- Ese es Brandon… Ese otro es Shiva… y Aquel en la camita es Kenny…

Samira sonrió mientras le daba a Milo una amorosa palmada en la cabeza. Esos sustos no eran buenos para ella

Fin del Flashback

- Milo quiere que sea un bebe sano. Me cuida mucho – dijo Samira

- Si me lo imagino. – dijo Shaina entre dientes – Ven. Te ensenare un pasadizo para que no tengamos que pasar por todas las casas.

- Te lo agradezco. Sabes? He estado pensando que ahora todavía puedo bajar y subir sin problema, pero conforme el bebe crezca y me ponga como ballena, no voy a poder seguir haciéndolo – dijo Samira – Milo me dijo que cualquier inquietud lo consultara contigo.

Shaina se quedó callada. Como se notaba que nadie ahí había estado en situación de embarazo, pues nadie había pensado en eso. Conforme las mamás de los sucesores fueran ganando peso por su embarazo, se les haría muy difícil seguir subiendo y bajando.

- Tienes razón Samira. Déjame consultarlo con Shion. Estoy segura que podremos hacer algo para evitar esas fatigas y posibles accidentes con las escaleras. Gracias por sugerirlo.

- De nada – dijo Samira.

Minutos más tarde, ambas llegaban al recinto. Shaina le había mandado un mensaje a Geist, por lo que las 14 niñas y 3 mujeres se encontraban en el Patio esperándolas con sus máscaras en la mano izquierda como acostumbraba la etiqueta del recinto ante una visita femenina externa.

A una señal de Geist todas las niñas se formaron en línea para dar la bienvenida a la Sanbocho.

- Buenos Días, Lady Ophiuco – Dijeron las niñas al unísono.

- Vaya! Eso es nuevo! – dijo Shaina – Buenos días niñas. Señoritas. Ven Samira. – dijo Jalándola hacia donde estaba. Ya conociste a Geist. Es nuestra nueva jefa del recinto.

- Claro, Hola Geist como estas – Dijo Samira saludándola con dos besos viendo la cara de Geist por primera vez – Te cortaste el pelo!

- Sí. Quise cambiar de look.

- Te queda muy bien. – dijo Samira

- Por aquí tenemos a la dulce Marín. La más vieja y más sabia de todas nosotras. – dijo Shaina sarcásticamente.

- Que chistosita. – dijo Marín no pudiendo darle un zape a su amiga por estar frente a todas las niñas – Bienvenida al recinto Samira

- Gracias Marín. – dijo Samira admirando la dulce belleza de la pelirroja. Pero es que en ese lugar no había mujeres feas?

- Y la última y más pequeña de nosotras por el momento, es Junet – dijo Shaina presentándole a la aludida.

- Hola Samira bienvenida! – dijo Alegremente la rubia

- Vaya pero si todas son muy hermosas y muy amables – dijo Samira.

Shaina volteo a ver a todas las niñas quienes las veían curiosas sin saber quién era la chica junto a sus maestras.

- Niñas – dijo Shaina – Esta, es Samira. Nos visita desde la octava casa dorada.

Exclamaciones de asombro se dejaron venir. Ninguna de ellas aspiraba siquiera a cruzar hacia la colina donde estaban apostadas las casas doradas. Solamente las que ya hubieran conseguido alguna armadura podían acercarse o los guardias la apalearían sin piedad.

- Estas cuatro, son las alumnas de Junet: Esta es Andrea, Violet, Lynn, y Greta

- Mucho gusto – dijeron las cuatro a coro

- Un placer conocerlas señoritas – dijo Samira

- Estas otras, son las alumnas de Geist: Fergie, Yoko, Daniela y… Gabrielle

- Mucho gusto – dijeron de nuevo las cuatro niñas

- El placer es mío niñas. – contesto Samira sonriente.

- Y por último mas no por eso menos importantes, las alumnas de Marín: Kakyuu, Donna, Ariadna, Rachel, Anna y… la más pequeñita de todas nosotras Sammy

Samira se hinco frente a Sammy y la niña retrocedió un paso. Shaina quedo extrañada de su actitud. Comúnmente era la más alegre de todas. La que siempre hacia alharaca cuando venían visitas y solo por precaución se colocó junto a Samira.

- Mucho gusto Sammy. Casi eres mi tocaya.

- No es cierto! Me llamo Samantha! – dijo la niña un poco agresiva y eludiendo el toque de la mano de Samira

Samira volteo a ver a Shaina, quien ya tenía rato que se había quitado la máscara y vio que estaba mirando fijamente a Sammy.

- Sammy! Esos no son los modales que te hemos ensenado! – la reprendió

- Tu dijiste que ella vivía en la octava casa – dijo Sammy sin dejar de ver a Samira

- Sí, Eso dije – dijo Shaina sin dejar de mirarla.

La expresión en la carita de Sammy asusto a Shaina. Sammy estaba molesta… tal vez lo que le seguía.

- Por qué vives tú con Milo? – increpo Sammy a Samantha con los puños cerrados

Si Samira se sorprendió con la respuesta, no lo demostró.

- Porque es mi esposo y mi deber es vivir con él. – dijo tranquilamente Samira.

El Cosmo enfurecido de Sammy se encendió. Un gran aura azul turquesa comenzó a rodear a Sammy y todas las niñas comenzaron a dar pasos hacia atrás sin saber qué hacer. Samira no entendía lo que pasaba pero se levantó y volteo a ver a Shaina, quien le puso un brazo para protegerla.

- Sammy! – Grito Marín

Pero la niña no la escuchaba. Estaba completamente fuera de control.

- Junet! Llévate por favor a Samira a mi cabaña y espérenme ahí.

- Si! – Dijo la rubia tomando a Samira quien obedientemente la siguió.

Shaina también encendió su cosmo hasta llegar al mismo nivel del de la niña.

- Sammy?

- Marín que está pasando? – Pregunto Geist

- No tengo la menor idea. Es la primera vez que le sucede!. – contesto Marín.

- Ella es una mentirosa! – Grito la niña mientras daba un paso hacia donde Junet se llevaba a Samira – Milo no pudo casarse con ella! Ella no era su destino!

- Sammy! Mírame – ordeno Shaina sin que Sammy reaccionara – Sammy!

El Error de Samira fue voltear a ver que sucedía, pues Sammy la vio y corrió para atacarla, pero Shaina la intercepto fácilmente, dándole tres nalgadas. No fuertes, ni con intención de hacerle algún daño pero si lo suficiente para que la niña en un segundo reaccionara ante la medida disciplinaria y comenzara a sollozar y llorar desconsoladamente abrazada de Shaina.

Las demás niñas miraban todo asombradas y asustadas.

- Marín… Prepara la maleta de Sammy. No puede estar aquí. Es un peligro para todas. – dijo mientras cargaba a la niña – Iremos con Shion y que él decida su destino.

Marín suspiro y asintió. Lo veía venir, pero no esperaba que fuera tan pronto. Solo rezaba porque Shaina estuviera haciendo lo correcto al llevársela y no resultara contraproducente.