Ninguno de los personajes son mios. Le pertenecen a alguien más que es Konomi-sensei . Si fueran mio sería feliz, pero no lo soy así que no son mios. Okis? Yo sólo escribo un fanfic feito... triste, malvado y cruel. buuuuu... hasta a mi me dio pena... jijijjij.

Wenooooo ahi está... ojala les guste a ustedes tanto como a mi me gustó escribirlo.


4. Loving with all my heart

La mañana que siguió los halló silenciosos y sin ganas de que querer abandonar la habitación. Ryoma se revolvió sobre su cama toda la noche sin conciliar el sueño, Syusuke trataba de no moverse demasiado, aun dolía. Tampoco quería cruzarse con los ojos de su hermano menor, sentía vergüenza. Apenas si lo miraba de reojo y así comprobó que ambos no consiguieron descanso ni paz.

El menor de ambos se resistió a ir a la escuela solo, pero no tuvo éxito en su empresa. Syusuke no se podía mover de la casa con la cara en ese estado llena de magulladuras y moretones. Como era la costumbre en esos casos se quedó en el claustro siniestro de su habitación. Lo único rescatable es que nadie lo molestaba en lo que duraba el día, era el mejor regalo de cumpleaños que podían darle, dejarlo tranquilo.

Cumplía catorce años de existencia sin sentido y hacía mucho tiempo había dejado de ser un niño. Era lo que menos deseaba, seguir viviendo en medio de una pesadilla que no tenía cuando terminar. Eran siete años desde que llegó y cada año que pasaba deseaba que fuera el último. Hasta ese momento, ya no podía albergar ese tipo de deseos en su cabeza, ahora tenía un hermano menor por el que ver. Si lo abandonaba, si tan solo pretendía irse y dejarlo, iba a pasarle lo mismo que a él.

Sin quererlo cada vez que cumplía años se ponía algo nostálgico. Pensaba en su familia, en sus hermanos, en cuando en su casa su mamá celebraba los cumpleaños de cada uno de ellos. Hacía un pastel enorme y les daba un pedazote a cada uno, hasta le ponía velitas. Su hermana les había hecho creer que el pastel se metía al horno con todo y velas. Yuuta y él espiaban a su mamá incansablemente para ver como hacía eso. Su mamá los terminaba largando de la cocina porque no hacían más que estorbar y meter dedos curiosos en los ingredientes.

Eran tiempos felices, a pesar de que a veces no veían a sus padres porque ellos siempre estaban trabajando. De haber sabido lo que sucedería no hubiera desperdiciado el tiempo en pelearse con su familia las veces que lo hizo, en ver televisión horas y horas en vez de abrazar a su mamá el tiempo equivalente. Era tarde y solo tenía recuerdos vaporosos refundidos en su memoria que escapaban de su encierro cuando cumplía años.

Tenía que dejar de pensar en su familia, porque no la iba a volver a ver más. Cuanto más pensaba le daban más deseos de terminar con todo de una vez. De repente escabullirse a la cocina en busca de algo filoso con el que pudiera rebanarse la piel y terminar.

Nada bueno podía esperar de la vida que llevaba en ese lugar. Lo iban a terminar matando tarde o temprano. Pero que iba a ser de Ryoma, seguro Sue iba a defenderlo cuando papá quisiera acercarse a él y… De repente esta vez ella iba a hacer algo por detener a papá.

No podía confiar en ella. Nunca.

En su mente recorrió el camino hacia el botiquín del baño, repleto de medicinas. Las pastillas nunca resultaban porque su estómago se aferraba a la vida y devolvía la mortífera carga química que lo arrancaría del mundo. A pesar de que trataba de contenerse terminaba vomitando y ensuciando todo el baño. Luego las cosas eran peor, porque no sólo tenía que soportar el malestar sino la paliza de sus padres.

Aunque sonaba tan apetecible, por fin despegarse del mundo, largarse de una vez, tirar la toalla. Estaba aburrido de pelear, hastiado de vivir pero aun así quedaba aquella pequeña voz que le recordaba a Yuuta, no, su nombre era Ryoma, tenía que recordarlo.

Lo hizo cuando por fin su hermano menor regresó a su lado. No estaba seguro de a que hora había llegado de la escuela, no tenía un reloj ni ganas de averiguar el tiempo. Lo más probable era que no quisiera verlo. No podía culparlo de nada. Yuuta, no podía reclamarle nada a Yuuta.

Ryoma entró a la habitación que compartía en silencio. Seguro estaba muerto, el miedo empezó a ablandarle las piernas y a medio camino se detuvo. No podía hacerlo, no quería. Por fin vio que respiraba y el alma regresó presurosa a su cuerpo menudo. De un par de saltos se acercó a Syusuke quien seguía tendido en la cama como una muñeca abandonada y rota.

—¿Te sigue doliendo? —a quemarropa, pero nervioso, con su mirada intensa recorriendo cada moretón que tenía en la cara. Una muñeca hecha pedazos.

—Casi nada. ¿Tú estás bien? ¿Cómo te fue en la escuela? —le respondió sonriendo mecánicamente, lo hacía raras veces. No tenía un motivo real para sonreír de todos modos. Estaba contento de poder hablar con alguien después de tanta soledad.

—Bien respondió sin querer ahondar en detalles —Tú estas bien... ¿no? —insistió como si no se convenciera totalmente.

—Sí. —quería decirle que estaba acostumbrado a esto, que no tenía nada de que preocuparse pero se sintió bien el tener alguien preguntando por su salud —¿Tú estas bien?—

—Si —estaba mintiendo, lo podía ver en sus ojos.

Se quedaron en silencio de nuevo mientras que Syusuke se esforzaba por sonreírle lo más que podía, tratando de no preocuparlo demasiado.

—¿Vas a ir a la escuela mañana?

—No lo sé.

Ryoma lo seguía mirando como si quisiera decirle algo y no se atrevía.

—No has cenado ¿no? ¿Te traigo algo de comer?— le preguntó el menor.

Esa era parte de la venganza de Sue, dejarlo morirse de hambre. No era lo más adecuado atentar contra sus designios. Aunque estuviera agonizando por el hambre era mejor no arriesgar a Ryoma, mejor esperaba la buena voluntad de Sue de alimentarlo.

—No te preocupes, no quiero que te metas en problemas —

Le entró por una oreja y le salió por la otra

—Tienes que comer —anunció mientras abandonaba la habitación rumbo a la cocina.

Fue todo muy rápido, Ryoma escapó a toda velocidad mientras que a Syusuke le tomó un tiempo saltar de la cama y correr tras él para detenerlo. Si se metía en problemas sería culpa suya. Lo persiguió hasta casi llegar a las escaleras cuando se topó con Sue quien justo subía.

—¿Qué haces fuera de tu habitación? Te ordené que te quedaras ahí.

No le iba a responder, prefería hacer como si no existiera para no complicarse la vida. Hizo lo de siempre, se quedó en silencio e inmóvil. Ella no le dio tregua y lo empujó hacia su habitación.

—No te quiero volver a ver mocoso. Cuanto menos te cruces por mi camino mejor.

Estaba a punto de volver a la oscuridad de su habitación según la volunta de Sue, cuando alcanzó a ver como papá se desplazaba hacia la cocina donde acababa de entrar Ryoma. En ese momento no supo que hacer, las ideas por alguna razón se demoraban en hilarse dentro de su mente.

—Sólo quería algo de comer, tengo hambre...— lo primero que se le ocurrió no iba tan lejos de la realidad.

—No te lo mereces, no mereces nada. Si yo no fuera tan buena como lo soy estarías comiendo de la basura, en la calle, muerto de hambre. Si no fuera porque te aceptamos en esta casa estarías deambulando en la calle o en la cárcel donde deberías estar pudriéndote ahora.—

No perdía el tiempo dándole atención a sus palabras siempre agrias. Ahora que ella estaba distraída en regañarlo no iba a poder librar a Ryoma del peligro. Sue no le iba a dejar las cosas fáciles.

—Por favor...— estaba dispuesto a suplicarle.

—Cállate de una vez y regresa a tu habitación que no te quiero volver a ver... Y agradece que tengas una habitación porque la verdad deberías irte a dormir al sótano. No me gusta que duermas al lado de Ryoma. No te atrevas a enseñarle una de tus malas costumbres...—ella lo atrapó del cabello con furia— pobre de ti si yo me entero que le has enseñado a... a hacer ese tipo de asquerosidades.... Pobre de ti.

Entonces sintió ganas de gritarle en la cara cuan equivocada estaba. Sintió ganas de gritar como no lo había hecho nunca antes, la miró a los ojos, furioso.

—Cómo te atreves— una bofetada aumentó el daño en su rostro.

Hubiera seguido golpeándolo si es que no hubieran sentido el ruido de algo estrellándose en el suelo hasta hacerse añicos. Sue sorprendida bajó las escaleras a toda carrera seguida por Syusuke. Cuando entraron a la cocina encontraron a un Ryoma muy pálido recogiendo del suelo los pedazos de un plato roto sobre el suelo. Papá también estaba ahí, aunque sentado en una silla. Sue se lo quedó mirando enojada a pesar de que él aparentaba que nada había sucedido en lo absoluto.

No eran necesarias explicaciones, o por lo menos ella no necesitaba oírlas.

—Ryoma ve a tu habitación que mañana tienes que ir a la escuela —Sue hizo una mueca de enojo —Tú, limpia ese desorden....— le ordenó a Syusuke...

Ryoma sin decir palabra despareció de escena seguido por Sue. Syusuke bajó la mirada y avanzó hacia donde estaba guardada la escoba para barrer los pedazos que quedaron el suelo junto con arroz regado y unos trozos de carne que no pudieron llegar a su destino final. Empezó a limpiar odiando tenerlo tan cerca. Estar a su alcance era deprimente, en cualquier momento abandonaba la comodidad de su silla, se acercaría a él. Como un animal silencioso, empujando su cuerpo contra un mueble, buscando comodidad para devorarlo.

Empezó por clavar sus dientes sobre la piel de sus hombros y subiendo hacia su garganta. El sonido de su boca recorriendo su piel a besos, le provocaban nauseas. Ganas de correr, lanzarse al vacío y no tener que sentir nada nunca más.

—No creas que me he olvidado que día es hoy.

Maldita sea, pensaba el chiquillo sin fuerzas para moverse ni dejar de respirar. La fuerza de voluntad no era suficiente para desaparecer del universo. Solo quería paz y poder morir en ese mismo momento, lo más rápido posible.

Dejar de existir.

—Cierra la puerta...no quiero más interrupciones.

Por un momento, dejar de sentir.

vvv

Las visitas nocturnas se fueron incrementando mientras que los días iban pasando. El sueño les era esquivo durante la noche. Siempre alertas, esperando que entrara, se dirigiera como siempre a la cama de Syusuke, lo empujara a un lado y luego el sonido de sus voces. La voz de Syusuke quejarse en susurros para aparentar que nada sucedía sobre su cama.

Ryoma no quería quedarse a solas con papá y evitaba todo contacto con él. Era inútil, siempre se encargaba de acorralarlo y torcer sus planes. En una oportunidad se metió al baño cuando el menor estaba desnudo a punto de entrar al agua. Se quedó mirándolo mientras Ryoma no podía moverse del miedo. Aprovechó el brillo de terror de sus ojos, acarició su rostro infantil como primera providencia para descender sobre su pecho, bajando poco a poco. El chiquillo recuperó la movilidad del cuerpo ante el desagradable contacto y huyó aún desnudo hasta su habitación esperando que no lo siguiera. Tuvo suerte de que Sue estuviera por los alrededores, papá desistió.

No podía estar tranquilo, no tenía descanso. Trataba de mantenerse lo más lejos que podía pero por las noches no había escape. Entraba a su habitación a buscar a su hermano y cuando terminaba de lastimarlo siempre se acercaba a él y besaba sus labios.

Sue estaba preocupada porque la profesora le mandó una nota diciendo que Ryoma se dormía durante clases y que no prestaba atención. Sabía bien que todo era culpa de ese mocoso idiota. Cuanto más pronto pudiera mandarlo a dormir al sótano sería mejor. Todo era su culpa... todo...

Ahora Ryoma había cambiado...estaba más distante, aún más callado. Todo era su culpa... todo... Ya tampoco le quería hacer caso. Ese chico si que era una mala influencia. Entonces empezó a considerar seriamente la posibilidad de deshacerse de él de una buena vez.

Una pésima influencia, porque ya era la hora de que volvieran de la escuela y no habían regresado.

vvv

Ryoma le pidió acompañarlo cuando se enteró de sus escapadas y vagabundeadas por la ciudad. Syusuke no le negó la pequeña oportunidad. Era como en los viejos tiempos, como cuando él y su hermano menor se iban por ahí y regresaban con la ropa destrozada y todos sucios.

Así que ese día llegaron a la escuela, pero tan pronto como papá desapareció doblando la calle decidieron irse por ahí a caminar. Habían muchas cosas que debían decirse pero en silencio sonaban mejor.

Sin pedirle permiso al camino llegaron a un lugar familiar para uno de ellos. Se tendieron en la hierba que crecía al lado de un canal, muy similar a aquel en donde Syusuke y su hermano menor pescaban sapos y ranas cuando niños.

—No quiero volver —anunció Ryoma con un hilo de voz, como si su vida dependiera de aquello, como si el no decirlo le resultara tremendamente doloroso.

Durante todo el día se había esforzado en no pensar acerca de eso.

—Yo tampoco. — Syusuke suspiró y por un momento esas palabras cobraron un nuevo sentido. Se hicieron posibles, se hicieron alcanzables.

Qué si se iban de casa de una vez. Qué pasaría si no volvían a ese lugar nunca más. Sue saltaría en un pie si él desaparecía, pero en el caso de Ryoma, las cosas eran distintas.

No podían quedarse en la calle, no tenían a donde ir... la calle no era un buen lugar para ellos, para ninguno de los dos.

De nuevo en silencio.

De repente podían intentarlo, contar de estar lejos de ese lugar, lejos de las garras de papá, lejos de las críticas de Sue. Por fin libres de todo eso. Sonaba fantástico...

—Podemos vivir en la calle — al parecer Ryoma estaba con ganas de alimentar la fantasía. Sí que sería maravilloso — a mi no me da miedo.

Le sonrió mientras pensaba que no sonaba nada mal.

—El problema será si nos atrapan— comentó sin querer malograr la fantasía. No podía dejar de recordar la primera vez en que se fugó de casa. Aquella ocasión cuando la asistenta social Amelia lo fue a buscar y lo halló en su casa derruida.

—Nos harían volver nada más— Todo sonaba tan simple en los labios de su hermano menor.

—¿No sería mejor para ti volver al lado de tu hermano? Mejor que regresar con ellos.

Ryoma se quedó en silencio mirando al vacío. Había estado contemplando esa posibilidad. Podía ser una buena idea, si no fuera porque Ryoga no lo quería tener a su lado. La verdad era que su hermano no quería ningún tipo de responsabilidad y el tener a su hermano era una bien grande. Aunque sin duda era mejor que quedarse en la casa y no poder dormir por las noches.

—Ryoga me echaría a la calle de nuevo— y suspiró levemente mientras pensaba en voz alta.

Se quedaron un momento más en silencio. De repente era mejor no poder dormir por las noches a tener que abandonar un lugar en el cual había encontrado a alguien que se preocupaba por él. Desde que su papá había fallecido se vio totalmente solo, sin poder contar con su hermano para nada. No sabía que hacer entonces, no quería otra familia porque ya tenía una y con el único miembro que quedaba era más que suficiente.

Por lo menos Syusuke no lo iba a echar de su lado.

—Hermano mayor— murmuró.... — no quiero regresar nunca más— eso fue todo... no iban a volver... no tenían a donde ir pero cualquier lugar era mejor que regresar a casa.

vvv

A Sue le encantó escuchar la regañada que les dio la policía a ambos fugitivos, por supuesto no perdió oportunidad para sugerirles que si tenían espacio en la camioneta se podían llevar a Syusuke de una vez. Luego que la policía abandonó la casa la charla siguió en la cocina.

Ryoma miraba al vacío mientras que Syusuke recibía bofetadas e insultos por parte de Sue. Trataba de pensar en otra cosa, por lo menos su mente escapaba de la cocina. De pronto sintió un tirón sobre su brazo izquierdo y luego la voz chillona de la mujer lo empujó hacia la puerta.

—Ve a tu habitación —ordenó al menor de los dos.

No se atrevió a desobedecer porque era ya cansino, pero recogió la mirada de Sue con una de desafío.

Syusuke en cambio se quedó de pie en mitad de la cocina, enfrentando a los dos solo. Sue le dio un par de bofetadas más mientras hablaba de que una más de sus hazañas y lo iba a mandar derechito a la cárcel juvenil. Papá permanecía en silencio, luego de haber seguido a Ryoma con la mirada de un modo tal que a Syusuke se le escarapeló el cuerpo. Papá lo notó, no debió ser tan descuidado. Syusuke no tuvo tiempo de bajar la mirada al suelo, porque un golpe de parte de papá se estrelló en su rostro.

Terminó en el suelo.

—No es hora de descansar —protestó la mujer al ver que no se levantaba. A decir verdad esperaba que no se levantara nunca más —Tienes que dejar esta cocina limpia. A ver si aprendes.

Insistía ella, haría lo que fuera con tal que se calle. Syusuke se levantó despacio, sin perder de vista los zapatos de ambos. Papá abandonaba la habitación y Sue seguía regañando.

—Date prisa, tienes trabajo que hacer.

Le tomó un buen rato dejar la cocina en orden. La dejó atrás y se dirigió a su habitación a recoger sus cosas. Sue había conseguido hacerlo dormir en el sótano esa noche. Al llegar al pasillo pudo escuchar sonidos horriblemente familiares.

Alarmado se acercó a la puerta de su habitación y la encontró cerrada y el ruido provenía de dentro. Era la voz de papá y el forcejear de Ryoma.

—Déjalo tranquilo— gritó mientras golpeaba la puerta, jalando la perilla con afán de destrozarla para poder entrar. No se le ocurría otra cosa por hacer, se estaba empezando a desesperar.

No hubo respuesta de dentro así que siguió forcejando con la puerta cerrada. Empezó a darle de patadas...

—Abre la maldita puerta —no servía de nada, solo los quejidos de Ryoma eran la respuesta —Déjalo tranquilo maldita sea... si le has hecho daño te juro que te voy a matar...—

No sabía de donde le salía el coraje para gritar a voz en cuello y golpear la puerta aunque se le deshacían los músculos.

—Abre maldito. Maldito.... abre la maldita puerta —gritaba fuera de control mientras que se estrellaba contra la superficie de madera.

Se dio vuelta en busca de algún objeto que le ayudara a abrirla cuando se topó con la mirada de Sue asomándose por la puerta de su habitación. Fue de rabia y breve, se encerró en su habitación de nuevo. Ella no iba a mover un dedo como siempre, así que estaba solo. Siguió estrellándose contra la puerta hasta que de pronto esta se abrió develando el rostro de papá furioso y enrojecido.

Sin poder pronunciar una sílaba más dejó que una bofetada lo estrellara a un lado de la pared. En un momento fue arrastrado hacia adentro de la habitación para luego salir volando y caer cerca de su cama. Ryoma sentado sobre su propio colchón mirando la escena aterrado. Nunca lo había visto en ese estado antes. Asustado y pálido, los ojos muy abiertos.

No tuvo tiempo para levantarse y ver si estaba bien porque de nuevo lo levantó la fuerza de toro de papá y lo estrelló de cara contra el colchón de su cama. Quiso gritar pero tenía la cara pegada a las sábanas y no salía ningún sonido.

Su ropa empezó a ser arrancada a tirones.

Sin pensarlo dos veces se sacudió y zafó de la presión que sentía sobre su espalda para saltar de la cama. Por primera vez se le enfrentaba y no sentía dolor, ni miedo.

—No me toques... no me vuelvas a tocar— gritó como poseso mientras trataba de acomodar la ropa que le había sido arrancada hacía un momento.

Papá no pareció sorprenderse por lo ocurrido sino que arremetió contra él con más rabia. Syusuke trataba de defenderse como podía. Ryoma llegó en su ayuda trepándose a la espalda de papá para detenerlo y que no matara a su hermano mayor.

Era suficiente... no estaba de humor para juegos. Ahora si que estaba enojado. Primero arremetió contra el mayor de los dos. Un empujón bastó para estrellarlo contra la puerta. Ryoma seguía en su espalda tratando de detenerlo, maldito mocoso idiota. Fue sencillo sacarselo de encima, verlo aterrizar en el suelo con intenciones de huir de él. No lo consiguió porque en seguida tomó un objeto contundente, de un lado de la habitación. Con eso bastó para que el mocoso terminara en el suelo inmóvil.

Quizá estaba muerto, quien sabe. Se dirigió hacia el mayor, lo sujetó de uno de sus brazos escualidos para arrastrarlo fuera del cuarto. Pataleaba como un animal salvaje mientras vociferaba sandeces. Idiota. El otro mocoso seguía en tirado y no iba a ir a ningun lado.

Syusuke llegó a punta de patadas y empujones al sótano donde ingresó dando tumbos. Intentó salir antes de que la puerta se le cerrara en la cara, fue inútil. Siguió pateando la superficie de madera mientras que lanzaba maldiciones de todos colores.

Tenía que regresar donde Ryoma, era una necesidad impostergable. Siguió golpeando la puerta hasta caer rendido. En ese momento se dio cuenta que no importaba lo que hiciera, solo conseguía hundirlos más en el infierno.

v.v.v

En la oscuridad y silencio el sótano no se podía ver el tiempo pasar. Quedó tendido en el suelo como si estuviera muerto, aunque deseaba estarlo pronto. Imposible, no podía dejar a Ryoma a su suerte. No iba a dejar que nada malo le pasara a su hermano menor, aunque para eso tuviera que dar su vida a cambio. Quizá debió hacer eso, morirse en vez de Yuuta. Pero así era el destino. Por alguna razón tuvo que ser así.

Como las cosas pueden trastornarse en segundos de la noche a la mañana. Las cosas cambian para mal... para peor...cuan mal podían ponerse... eso no importaba ahora. Yuuta y Ryoma... ahora iba a cuidar a Ryoma como no pudo hacerlo con Yuuta. Quizá el cielo le mandaba una nueva oportunidad e iba a aprovecharla. Nunca más iba a desaprovechar una oportunidad, nunca más...

El cielo ya le debía varias, primero se había llevado a su familia y ahora lo había metido en ese infierno. No pudo hacer nada para salvar a sus padres, ni a su hermana, ni a Yuuta.

Aquella noche su hermana mayor los había bañado y metido a la cama temprano. Mamá y papá habían llegado tarde de la calle, cuando llegaron Yuuta y él saltaron de la cama para recibirlos. Ambos padres se veían exhaustos pero aceptaron de buena gana el recibimiento. Los siguieron hasta su habitación y ambos se colaron en la cama de sus papas. Su hermana loe regañó por salirse de la cama e ir a perturbar a sus padres que debían estar cansados. Lo que pasa es que seguramente estaba celosa porque no entraba en la cama ella... y todos rieron.

Se salió con la suya y se llevó a los pequeños a dormir. Esa noche se acostaron por segunda vez y alcanzaron a besar la mejilla de mamá antes de acostarse. Le dijeron buenas noches a su hermana y ella les cerró la puerta, pero hicieron trampa, no durmieron hasta después de horas de jugar contando estrellitas.

Yuuta no sabía contar más que hasta diez, la verdad que Syusuke tenía nociones que habían más números después de al cifra aunque no pudiera imaginar cuantas más, había visto en los cuadernos de su hermana mayor muchos números todos juntos; ella decía que significaba que habían muchas cosas juntas.

Syusuke abrió los ojos esa noche alarmado por gritos de su hermana y no vio estrellas a través de la ventana. No pudo ver gran cosa porque había una cortina de humo tapándole la visión. Se levantó de la cama asustado y escuchó a Yuuta toser en los brazos de ella. Su hermana lo tomó del brazo y lo sacó a jalones de la cama con mucha dificultad...

—Teddy —gritó Yuuta reclamando a su oso quien siempre dormía a su lado y se había quedado sobre la cama.

Syusuke se soltó de la mano de ella y tomó al osito para dárselo a Yuuta. La puerta abierta dejaba entrar grandes cantidades de humo a la pieza. Su hermana despeinada y llorosa tomó de nuevo a Syusuke del brazo, salieron los tres al pasillo donde una luz intensa y roja les bloqueaba el camino cubriendo completamente el área donde se encontraban sus padres.

—Hermana —susurró mientras ella se acomodaba a Yuuta en la espalda.

El menor de los tres aterrado, se mordía los labios como hacía siempre que tenía miedo. Se aferraba al camisón de pijama de ella mientras que veía como las luces rojas se les iban acercando cada vez más

—Syusuke... no te sueltes de mi mano... no te vayas a soltar —gritó mientras tomaba su mano con fuerza.

No iban a poder pasar porque el corredor estaba en llamas. Iban a tener que saltar entre el fuego si querían salir.

—Agárrate con fuerza Yuuta, Syusuke a la cuenta de tres saltamos —tomaron impulso y saltaron sobre el suelo encendido.

La caída fue terrible... a medio asfixiarse por el humo... con los pies ardiendo por el fuego... a ella se le prendió la punta del camisón...tuvo que soltar a Yuuta mientras gritaba de dolor.

El camisón no se apagó y el fuego siguió subiéndole por el cuerpo ella gritaba mientras se retorcía en suelo tratando de apagarlo mientras sus hermanos la miraban aterrados sin poder ayudarla.

Ella consiguió liberarse del fuego y tenía gran parte de la pierna en carne viva. el fuego seguía avanzando hacia ellos, rodeándolos como una manada de animales feroces cercando a su presa

—No se queden ahí, tenemos que salir —les gritó y volvió a subirse a Yuuta a la espalda con más dificultad que nunca. Se tomaron de las manos y llegaron a la escalera envuelta en llamas. No había escape, estaban atrapados...

Ella lloraba desesperada... iban a morir en el fuego. Todo estaba en llamas, ya no podían mirar atrás porque sólo había humo y fuego por todos lados. Bajó a Yuuta de su espalda y se asomó a mirar al primer piso mientras se secaba la cara con las manos...

Yuuta lloraba calladito abrazando a Teddy a quien se le había prendido una oreja y Syusuke consiguió apagarlo. Ahora trataba de calmar a su hermanito pero no tuvo mucha oportunidad para ello porque ella de pronto lo agarró de la cintura y lo levantó en el aire.

—Te vas a portar bien y vas a ser bueno ¿si? Vas a cuidar mucho a Yuuta por mi ¿verdad?

No le pudo contestar porque soltó sus manos de su cuerpo y lo dejó caer al vacío. Cayó sobre una mesa y el golpe fue terrible. Yuuta fue el siguiente en caer, luego que ella le besó la frente. Él no quería que lo lanzara y en el proceso de resistirse se llevó cabellos de ella entre sus dedos.

—Syusuke llévate a Yuuta...salgan de una vez — fue lo último que escucharon de ella, aun en el segundo piso.

Syusuke no se movió, tomó a Yuuta entre los brazos pero no se pudieron mover en ese momento.

—Si no te llevas a Yuuta me voy a enojar mucho —gritó a modo de regaño y fue lo ultimo que escucharon de ella.

Subió a Yuuta a su espalda como ella lo había hecho. Iban descalzos y en el suelo habían vidrios por todos lados, mucho humo, no sabían hacia donde avanzar. Ruido por todos lados, escuchaban las sirenas de los bomberos y voces algo lejanas. No sabía para donde correr... no veía casi nada por el humo que cubría toda la casa. Se quedaron un momento tratando de ver por donde salir, pero no había donde.

—Hermano, hermana mayor se está demorando, tampoco veo a papá y mamá —Yuuta hablaba suavecito, el miedo los estaba comiendo vivos.

—Deben estar afuera, buscándonos —no sabía que hacer, no había por donde salir — Hermana mayor seguro nos viene a buscar ahora.

De pronto alcanzaron a ver como se abría un caminito húmedo, agua empezó a apagar el fuego abriéndoles una salida, el piso se empapó y el camino era estrecho para pasar como un túnel. Había tanto humo.

—Vamos Yuuta por ahí —indicó y entró en el túnelcito primero para ver que no hubiera nada bloqueándolo.

Avanzaron entre los escombros de la casa, casi llegaban al otro lado; faltaba poco.

—Vamos Yuuta date prisa — casi podía respirar el aire freso, pero algo pasó y sintió como una mano enorme aplastándole la espalda. Al parecer los escombros que habían hecho el caminito de escape habían comenzado a cede y ahora caían sobre ambos.

—Yuuta— gritó mientras sentía que no iba a poder voltear a buscarlo porque no podía moverse, tampoco lo escuchaba —Yuuta

Sus gritos alertaron a los bomberos y uno de ellos lo vio atrapado debajo de los escombros. Lo asió de un bracito y lo jaló con mucha fuerza.

—Lo tengo... tengo a uno... es un niño pequeño —Una voz desconocida gritando el mar del caos, estaba saliendo de una pesadilla, para entrar en otra.

—Paramédicos —pidió alguien más —Que vengan los paramédicos... esta vivo... paramédicos.

—Yuuta, mi hermano está adentro... mi hermano — gritó Syusuke un segundo antes de caer en mano de otro bombero.

De ahí a las manos de una paramédico. Se retorció como una anguila tratando de zafarse e ir en busca de su hermanito quien seguía atrapado bajo los escombros, pero el paramédico lo tenía bien agarrado.

—Tranquilo ya lo van a buscar — el paramédico que lo tenía en los brazos se lo llevó aún retorciéndose hacia la ambulancia. Ahí dentro otras manos le impidieron regresar al lado de su hermano.

Yuuta,

Pensaba cuando el recuerdo de lo acontecido se disipaba en su memoria. Tuvo que abrir los ojos alertado por el sonido de la puerta del sótano abriéndose. De una pesadilla pasó a otra más real.

Era Sue, podía reconocer el sonido de sus pasos. Ella sólo abrió la puerta para liberarlo por fin o quizá para verificar que estuviera muerto. De repente esta vez lo iba a ayudar a morir como antes lo había intentado.

De un tiempo ahora Sue se había resignado a dejarle la oportunidad a su esposo de matarlo. El iba a tener mejor suerte en conseguirlo. Cuando lo hiciera ella lo dejaría y mandaría a ese mocoso Ryoma lo más lejos que pudiera, quizá luego se casaría de nuevo y formaría una familia nuevamente. Sus planes de empujarlo al mocoso inútil por las escaleras de la casa o del sótano tratando de que pareciera un accidente habían fracasado. No importaba, era mejor pensar en otras cosas de todos modos, así que se fue sin decir palabra, esperando que si estaba vivo iba a dar alguna señal.

Sin embargo, Syusuke no tenía muchos ánimos de vivir. Permaneció en su sitio en el suelo durante más tiempo hasta que por fin decidió levantarse y caminar. No había nadie por los alrededores, ni siquiera Ryoma. Subió las escaleras hasta su habitación y encontró un bulto sobre la cama. Era de día aún y Ryoma seguía en la cama. Se detuvo en medio de la habitación sin querer acercarse más. El bulto sobre la cama reaccionó ante el sonido de sus pasos.

No se iba a acercar más, no podía, de pronto sintió que se le doblaban las rodillas. La pesadilla no iba a terminar nunca sólo empeoraba cada vez más.

Las rodillas se le doblaron completamente y cayó al suelo sin ganas de levantarse nunca más. Una vez más había fallado, una vez más le había fallado a Yuuta.

v.v.v

Desde ese día las cosas cambiaron, las cosas eran distintas. Sue cambió totalmente para con Ryoma, ya no lo quería cerca y lo andaba regañando. No lo golpeaba pero trataba de evitar su presencia. En el caso de Syusuke las cosas seguían igual.

Ryoma se mantuvo en silencio durante un par de días. Syusuke respetó su silencio hasta que a la tercera noche sintió algo que se movía a su lado. No era papá echándose a su lado, era más pequeño y cálido. Bastó voltear a ver quien era y se topó con los ojos del menor de ambos inundando la habitación.

No era necesario hablar, no habían palabras que sirvieran, dejó que se recostara a su lado y ocultara su cara en su pecho. Ninguno de los dos durmió aquella noche. Se quedaron en silencio mirando al vacío, pensando en que en medio de la nada se tenían el uno al otro.

Papá los dejó tranquilos unos días pero luego regresó a sus rondas nocturnas. Entró con el crujir siniestro de la puerta. Los pasos de papá sonaban como latidos de un corazón. Ryoma se enterró entre las colchas de su cama, ocultándose tratando de desaparecer.

No de nuevo, pensó Syusuke.

Se acercó a la cama del menor y tiró de las sábanas para develar el escondite del chiquillo. No pudo evitar sentirse terrible al ver el rostro de pánico de Ryoma. Papá estiró sus manos para asirlo de los hombros y voltearlo contra el colchón. Entonces Ryoma empezó a resistirse y forcejear con papá; era inútil. Syusuke se incorporó de la cama como un zombie, sin saber lo que estaba haciendo.

En blanco, como si estuviera presenciando una pesadilla recreándose ante sus ojos. Papá luchaba con Ryoma para separarle las piernas y este se resistía. Una vez aburrido empezó a golpearlo en la cara. No podía estar sucediendo esto, no de nuevo. Así debía verse él cuando papá se lo hacía, así de indefenso debía de verse. Claro que Ryoma era mayor que él cuando papá empezó a tocarlo y a hacérselo, igual no podía dejar que lo vuelva a lastimar.

Si trataba de detenerlo de nuevo lo iba a golpear e igual iba a lastimar a Ryoma. Vio como se acomodaba entre sus piernas, el chiquillo con la cara enrojecida por los golpes trataba de zafarse y evitar que volviera a suceder. No quería mirar a Syusuke, no quería que papá le vuelva a pegar por su culpa, tampoco quería que volviera a suceder.

Cerró los ojos sacudiéndose nuevamente sin conseguir nada más que otro golpe en la cara. No podía hacer nada pero tampoco iba a rendirse. Pero de pronto papá se detuvo... se detuvo sorprendido y volteó hacia donde debía estar su hermano mayor.

Efectivamente ahí estaba, de pie, con la camisa de dormir abierta totalmente, mirando a papá pero tenía una expresión extraña en los ojos, le brillaban mucho.

—Papá —pronunciaron sus labios y los ojos le brillaban aún más...

Papá se levantó de encima de él y se dirigió hacia Syusuke. Este retrocedió y se sentó en su cama y le sonrió. Papá le acarició el rostro entonces y Syusuke se incorporó un poquito, sólo para chocar sus labios con los de él. Papá contento con este gesto decidió devolverle el beso pero convirtiéndolo en algo más intenso.

Lo rodeó con sus enormes brazos y lo seguía besando devorando su boca, haciendo que se recueste sobre el colchón de su cama, echándose sobre él mientras lo besaba. Syusuke no lo miraba, trataba de concentrase en papá que estaba sobre él, esforzándose en que lo mire sólo a él, tratando que su peso no lo ahogue pero a la vez frotándose ligeramente debajo de él para hacer el contacto más placentero aún.

Estaba funcionando, papá lo estaba disfrutando mucho, ahora estaba ocupado devorando su cuello. Aprovechó entonces para darle una mirada a Ryoma y lo encontró mirándolo con los ojos muy abiertos. Syusuke le devolvió una mirada triste antes que papá le devolviera la concentración de un mordisco.

Deseaba que Ryoma no estuviera presente, que no lo viera haciendo lo que estaba haciendo. Deseaba no darle asco a Ryoma, aunque ya sentía asco de si mismo.

Papá estaba a punto de estallar. Así que rápidamente le sacó lo que le quedaba de ropa. Syusuke se odió a si mismo por dejar que lo tocara y aún más por separar las piernas para él. Cerró los ojos deseando fervientemente que Ryoma desaparezca de la escena... no quería que su hermanito lo viera así, no quería que Yuuta lo viera de este modo...

No perdió tiempo y se acomodó entre las piernas del chiquillo, colmado de ansiedad... Syusuke se mordió los labios para no gritar... dolía mucho, pero dolía más que nunca. Quizá era la vergüenza que sentía, el dolor interno más terrible que el dolor físico. Dolía saber que Ryoma estaba presente, presenciándolo todo...

Papá no cesaba de moverse y el dolor empeoraba... abrió los ojos a pedido de él y alcanzó a ver el bulto sobre la cama de Ryoma... y él no se detenía... y quería que lo mire a los ojos, y quería que lo disfrute tanto como lo disfrutaba él y no hacía más que lastimarlo más que antes, más que nunca.

¿Por qué no podía terminar todo en ese momento? ¿Por que las cosas tenían que suceder de este modo? ¿Era el destino o era que el cielo aún no le perdonaba no haber podido salvar a su hermano?

Al final ese era su destino... entonces no había nada que se pudiera hacer por cambiarlo.

v.v.v

Cuando las cosas se ponen feas y necesitas medidas desesperadas no hay lugar para los arrepentimientos. No podía arrepentirse de lo que había hecho, ya no había vuelta atrás....

Habían pasado días desde la vez que aceptó las caricias de su papá y ahora de nuevo había dado a parar en su cama, a su lado. Por lo menos lo mantenía alejado de Ryoma y de la casa.

El cuarto del hotel donde lo había llevado tenía una cama enorme como la que él compartía con Sue. Las paredes estaban pintadas de un horroroso color melón y las cortinas permanecían cerradas y la habitación oscura aunque algo caliente.

Dormía a su lado y su respiración era bastante pesada, había dormido una dos horas por lo menos, después de tanta actividad debía estar exhausto. Igual le dijo que lo despertara a cierta hora y ya estaba por cumplirse.

No lo iba a despertar, iba a dejar que durmiera para siempre ahí sobre la cama. Mirando por la ventana del sexto piso del hotel, afuera la calle se veía tan distante. Aún desnudo y envuelto en las sábanas tenía demasiada flojera para vestirse. La calle estaba más interesante como para pensar en ponerse la ropa encima.

Además si se despertaba seguramente iba a querer otra ronda... así le llamaba él. De nuevo se tendió sobre la cama con los ojos azules que tanto le gustaban a él perdidos fuera de la ventana.

Afuera iba a llover. A Ryoma le gustaba la lluvia.

A Yuuta le asustaban lo truenos.

La puerta sonó y luego sintió que llamaban a la puerta. Perezosamente volteó a ver el reloj en la muñeca de papá y marcaba que se había pasado una hora de la que le indicó despertarlo.

Dejó que el sonido de la puerta despertara a papá. Echado con la cabeza colgando del colchón esperó que se despertara furioso.

—¿Ya es la hora? ¿Por qué no me despertaste inútil? —papá se puso una bata que estaba sobre la cama muy cerca de donde estaba echado.

—Me debo haber quedado dormido— respondió sin importarle la reacción de papá... y siguió en esa posición, mirando hacia la puerta.

Papá abrió la puerta y seguramente ya les iban a pedir que dejaran la habitación para que alguien más la ocupe. Pero no... dejó entrar a alguien más... un sujeto de su misma contextura y tamaño que cuando ingresó a la habitación clavó los ojos en la figura del adolescente desnudo sobre la cama.

Syusuke ni se inmutó...

—Vaya...— exclamó el recién llegado acercándose a la cama —Es todo lo que dijiste.... tiene bonitos ojos.

No sonaba nada bien lo que decía el sujeto, pero ni aún así se dignó a moverse de su lugar. El tipo se acercó a él contemplándolo como si fuera un adorno sobre el colchón.

—Así es—respondió papá reuniéndose con ellos al lado de la cama —ponte de pie para que te vea mejor— ordenó.

Syusuke lo hizo sin ánimos, maquinalmente. De pie, desnudo, frente a ambos y mirando al vacío.

—Nada mal... nada mal—el recién llegado se le acercó demasiado, lo suficiente como para atrapar su barbilla.

Lo miraba intensamente y su mirada lo hacía estremecerse. Con la mano libre empezó a zigzaguear sobre su abdomen. Era una situación por demás incómoda y no podía escapar de ella.

Levantó los ojos al techo tratando de buscar un escape que no había. Pensar en otra cosa, cualquier cosa pero sólo nada se le venía a la mente. Cerró los ojos cuando sintió el peso del sujeto empujándolo hasta caer ambos sobre el colchón.

Entonces no pudo más, ya no podía seguir fingiendo que no le importaba, que no sentía nada. Durante días había aceptado la tortura de irse con papá a donde sea que se lo quisiera llevar. Y ese cuarto y cada una de las manchas del techo ya eran bastante familiares debido a las veces que había terminado echado sobre ese colchón.

Quería creer que no le importaba, que no dolía nada. El dolor físico era pasajero, el verdadero dolor, ese que no se iba lo mitigaba quitándole importancia al hecho de que ahora más que nunca era el juguete de papá. Pero ahora ni siquiera eso. Ahora tenía un sujeto distinto encima y no era nada agradable. Ahora sentía que se asfixiaba bajo su barba a medio crecer y el espantoso olor a sudor que se desprendía debajo de su camisa. Se lo quitó de encima escurriéndose debajo de él. Quería correr pero era demasiado tarde. No había escapatoria de esa habitación en la cual tenía todas las de perder.

Al sujeto recién llegado le agradó mucho el gesto del chiquillo de resistirse a sus caricias. Tanto así que sonreía al ver como buscaba un lugar por donde huir.

Atrapó al conejito de una patita y lo lanzó sobre el colchón. A pesar de que pataleó para escapar de sus fauces no lo dejó escapar. Procedió a probar la carne pálida bajo sus garras y luego a disfrutar de su festín con más calma.

El conejito no opuso más resistencia, se quedó mirando al techo en silencio, esperando... sólo esperando.

v.v.v

Al regresar a la casa lo único que quería es que lo dejaran en paz. Pasó delante de Ryoma quien se balanceaba en una silla de la cocina, esperándolo al parecer. Lo ignoró completamente al pasar a su lado. Ni siquiera la presencia de Sue hizo mella en él. Estaba pisando nubes, como si no percibiera ni tiempo ni espacio, nada.

Subió lo más pronto que pudo y se encerró en el baño. Abró la ducha y se metió al agua caliente. La piel se le empezó a sancochar pero no podía sentir el dolor. Se sentó desnudo en medio de la tina dejando que el agua corra sobre él. Esta vez había sido demasiado, esta vez había llegado demasiado lejos.

Estrelló su frente contra las mayólicas húmedas con tanta fuerza que por un momento sintió como la habitación se tornaba oscura. Otro golpe más y los pensamientos casi si caían de su cabeza al suelo junto con unas gotitas de sangre. De repente si se abría la cabeza se iban a vaciar todos los horribles pensamientos alojados en ella.

Los recuerdos... cada una de las sensaciones... todo.... todo se iría.

Se levantó tambaleándose de la tina. Resbalando y arrastrándose hasta el lavadero... cómo no lo pensó antes. Sue dejó un espejo pequeño sobre la repisa junto al caño. Lo estrelló contra el suelo y tomó un pedazo que se clavó en la piel arrugada de sus yemas. No podía sentir más dolor.

Regresó a la tina chorreando y volvió a su posición anterior. La herida de su mano no era profunda pero el trozo de espejo estaba lo bastante filoso para rebanarse las muñecas con facilidad.

Entonces se abrió una pequeña línea sobre la muñeca izquierda. Demasiado leve, tenía que ser más fuerte, no podía sentir dolor físico, sino de otro tipo que lo estaba matando.

El espejo resbaló de sus manos temblorosas. Un pedazo que reflejaba su rostro rasguñado e hinchado. Era demasiado.

—Hermano— se dejó oír suavemente. El trozo volvió a abandonar sus manos. Y el sonido de algo estrellándose contra la puerta antes de que se dejara oír la voz de papá resonando en un gruñido.

Se puso de pie y se envolvió en una toalla. Chorreando agua abrió la puerta para ver como Ryoma volaba por el aire impulsado por un empellón de papá. Se acercó a Ryoma para ver si estaba bien pero no encontró voz para preguntarle nada. Sólo lo abrazó interponiéndose entre papá y su hermano menor.

Papá se acercó a ambos y repartió unas cuantas patadas certeras. Luego los separó a tirones y tomó a Ryoma del cabello y de un brazo y lo aventó dentro de su habitación. Luego entró y cerró la puerta tras él. Syusuke trató de detenerlo pero fue inútil. De nada sirvió golpear la puerta hasta caer rendido y gritar amenazas y groserías. Nada.

Se sentó en el suelo cubriéndose los oídos...

Papá abrió la puerta un rato después y Syusuke le saltó encima como un gato montes dispuesto a clavarle los dientes en la yugular. Logró tumbarlo y se prendió de las solapas de su chaqueta y le estrelló la cabeza contra el suelo hasta que papá pudo reaccionar y lanzarlo a un lado.

—Esto fue todo... ahora si vas a ver —gritó poniéndose de pie y avanzando hacia el chiquillo aún desnudo, que lo miraba desde el suelo con ojos de fiera dispuesto a saltar una y mil veces más.

Papá lo atrapó de nuevo y lo lanzó rodando hacia dentro de la habitación. Lo tomó de un brazo y lo aventó sobre el colchón al lado de Ryoma quien permanecía inmóvil, demasiado adolorido para mover un músculo. Luego procedió a golpearlo con la misma ira que a su hermano menor.

Cuando terminó ninguno de los dos se movía ni hacía ruido alguno. Entonces acabó su trabajo y salió de la habitación por fin.

Ninguno de los dos decía una palabra por temor de que regresara y los acabara asesinando, ninguno de los dos se movía, como dos cadáveres abatidos sobre un colchón sucio.

—Ryoma...—susurró Syusuke suavemente con lo que le quedaba de aliento, pero no recibió respuesta alguna, de repente se había quedado dormido, de repente no quería responderle.

—Lo siento, fue mi culpa —respondió tratando de abrir los ojos, tarea difícil dada la hinchazón de su rostro.

—No es así... no es tu culpa.

—El quería... él me quiso...—se le atoraban las palabras que no encontraba para expresarse. El sólo hablar de eso hacía que lo que había sucedido se hiciera real. Pero aunque quisiera negarlo había sucedido nada iba a cambiar las cosas —yo no me dejé y lo empujé a un lado y por eso se enojó.

Ryoma estaba llorando y las lágrimas empezaron a ahogarlo. Ahogaron sus palabras y anudaron su garganta. Syusuke estiró sus brazos adoloridos y lo cubrió con ellos haciendo que su cabeza repose sobre su pecho frío.

Ryoga nunca hubiera hecho algo así. Ryoga era distinto, distante. No se preocupaba por él, ni siquiera se interesaba como le estaba yendo. Nada. Cuando lo llevó al orfanato para deshacerse de la responsabilidad también se deshizo de sus recuerdos, porque al parecer ya lo había olvidado completamente.

No había vuelto a ver a su hermano mayor desde aquel día y no tenía esperanzas de verlo de nuevo.

La primera vez que le ocurrió deseó tanto regresar al lado de su hermano, deseó pedirle a Syusuke que lo ayudara a regresar con él. Iba a ser inútil, seguro lo terminaba devolviendo a ese lugar. A demás no tenía idea de donde podría estar su hermano en ese momento. Cuando vivía con él se la pasaba el día entero en la calle, viendo sus cosas. Pero Ryoga era la única familia que le quedaba... de repente si le explicaba…

Era inútil, a Ryoga no le importaba en lo más mínimo lo que le pasara o dejara de pasarle. En cambio Syusuke se preocupaba por él como nunca lo hizo su propia sangre, como si fuera su verdadero hermano.

—Syusuke. ¿No me dejes si? No te vayas o me dejes aquí solo—la voz se le apagó hundiéndose dentro del pecho de Syusuke.

—No te voy a dejar nunca —sonrió en la oscuridad de la habitación, deseando con todo su corazón poder cumplir la promesa a toda costa.

v.v.v

Papá no les perdonó las faltas de esa noche. Era obvio que no lo iba a hacer tan fácil. Esa tarde llegó a la casa y encontró a los chiquillos en la cocina, conversando entre ellos. Entró y sin decir una palabra atrapó a Syusuke de un brazo y lo encerró en el sótano sin darle tiempo a preguntarse que había hecho esta vez. Lo siguiente fue mandar a Ryoma a su habitación y dejarlo encerrado ahí.

Syusuke no tuvo que esperar mucho tiempo por una respuesta. La puerta se abrió y la voz de papá le ordenó salir rápido. Así lo hizo y se encontró con un rostro conocido esperando en la sala.

—Aquí está— dijo papá colocándose tras él mientras que al chiquillo se le abrían los ojos enormes.

El sujeto de la noche anterior estaba frente a él, mirándolo del mismo modo que papá los miraba. Dio un paso atrás asqueado porque los recuerdos empezaban a llegar en torrente.

—Ven con tu tío —exclamó mientras que lo jalaba hacia su cuerpo apretándolo con fuerza.

No podía saber que estaba sucediendo pero sin duda no era nada bueno. Pudo ver a Sue recostada a un lado de la escalera sonriendo como nunca, en éxtasis. Nada bueno era sin duda verle todos los dientes a esa mujer.

—Listo... no perdamos más tiempo —Su tío lo asió de la muñeca mientras lo jalaba rumbo a la puerta.

Syusuke no reaccionó y se dejó arrastrar hasta la entrada. El tío venía con dos sujetos igual de macizos que él, así que era una pésima idea intentar huir. Ni modo, apenas llegó a la puerta se soltó de un tirón y subió las escaleras a toda velocidad. Sabía que por ahí no había escape porque no había escape alguno. Llegó a la puerta de Ryoma y se arrojó al suelo.

—Ryoma —llamó y este se apresuró a la puerta.

—Volveré por ti lo juro —pudo susurrar un segundo antes que papá lo ubicara y de dos puntapiés lo mandara directo al filo de la escalera.

Ryoma no entendía que estaba sucediendo pero se quedó al lado de puerta, inmóvil. Escuchó las palabras de su hermano mayor y las guardó para sí. Él no era como Ryoga, no lo iba a abandonar como su verdadero hermano. No, si decía que iba a volver lo iba a hacer.

TBC