Bueno, bueno, un capitulo más de este lacrimógeno fic. Gracias por leer hasta aca y les advierto que este no es un fic alegre. Leanlo con cuidado porque está un poco fuertecito. De todos modos sus comentarios son bienvenidos, ya les haya gustado o no. No me odien, yo los quiero.
Capitulo triste y quizá no apto para personas sensibles. Qué se yo. Besoides.
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6. Giving it all my soul
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Quizá es el destino…
Quizá es así como las cosas deben darse…. No lo sé. Mi hermana mayor me dijo una vez que el destino de una persona está escrito antes de nacer. Ella lo estaba leyendo de un libro que decía tu futuro. Me dijo que cuando vienes al mundo las cosas que te suceden son parte de tu destino.
Mi destino….
Cuando ella me dijo eso yo le pregunté si sabía cual iba a ser el mío. Ella no me respondió. Se quedó pensando un rato y luego me sonrió. Me dijo luego que aún era muy pequeño para pensar en eso. Así que insistí y la fastidie hasta que me dio una respuesta mejor que esa. Ella me dijo, el destino está escrito, ya nada se puede hacer por cambiarlo. Pero no sé cuál será el tuyo, sólo espero que sea bueno y que seas muy feliz.
Pero no fue así, no es así. Al contrario nechan, si me pudieras ver ahora verías lo equivocada que estabas. Te extraño tanto, ya casi no me acuerdo de tu rostro. A veces te puedo ver cuando recuerdo la última vez que te vi. Y ese recuerdo es también triste.
Los extraño tanto a ti, a papá y a mamá… a Yuuta… en esa época pensaba que mi destino era quedarme a su lado. Con ustedes para siempre, pero no fue así.
Pensaba que me iba a quedar con Ryoma ahora, luego con Kunimitsu. Ahora prefiero no volver a pensar en eso. Siempre que quiero quedarme al lado de alguien algo pasa. Es el destino.
Yuuta…
Los paramédicos los llevaron a un hospital en medio de un ruido infernal. En el camino lo atendieron y pusieron un calmante que lo hizo dormir. Cuando despertó una enfermera evitó que saltara de la cama. Apenas se dio cuenta de donde estaba quiso correr en busca de su hermano menor, pero ella le dijo que era mejor que esperara a que se sintiera mejor para ir a verlo.
No le importó mucho lo que ella decía. Su hermana le había encomendado que lo cuide y no podía fallarle. Apenas ella se dio la vuelta fugó en busca de Yuuta.
De pronto se vio totalmente perdido en un laberinto de puertas cerradas y gente que corría de un lado para otro. Mucha gente entraba y salía atravesando una puerta con una ventana. La ventanita estaba demasiado alta para que alcanzara a ver.
No sabía para donde ir. Pero tenía que encontrar a Yuuta. Avanzó descalzo y con el pijama aún chamuscado a través del suelo frío del pasillo. Se acercó a la puerta que se abría y cerraba para ver dentro.
Una enfermera lo pescó y lo sacó de ahí a jalones. Ellas no entendían la necesidad que tenía de encontrar a su hermano. La enfermera le dijo que tenía que esperar en su habitación porque su hermano se iba a poner bien.
Ella era muy joven y se parecía a su hermana. Se prendió a su cuello cuando ella lo cargó y lo llevó en brazos hasta su cama. Una vez estuvo ahí no la dejó irse. Le preguntó por sus padres y ella no supo que decirle. Le preguntó por su hermana y tampoco tuvo respuesta.
Al final le dijo que de repente estaban en otro hospital y seguro ya iban a venir por ellos.
Entonces ella quiso revisar sus heridas, algunos raspones y quemaduras que ya no dolían.
Se quedó con él hasta que se volvió a dormir. Luego lo despertó para decirle que podía ir a ver a su hermanito.
Sin perder el tiempo se lanzó de la cama y ella lo llevó a una habitación donde encontró a Yuuta.
No supo que hacer entonces, sólo se acercó a su lecho y puso su cabeza cerca de la de su hermanito. Yuuta tenía los brazos vendados y la cara enrojecida. Respiraba lentito y no abría los ojos. La enfermera igualita a su hermana le alcanzó a Teddy Entonces lo puso a su lado, para que lo acompañe si es que lo hacían regresar a su habitación.
Quería preguntarles a las enfermeras cuando iba a despertar. Pero ellas cuchicheaban bajito. No supo que le dijo la otra enfermera a la que se parecía a su hermana pero ella puso cara de tristeza.
Entonces se acostó al lado de Yuuta sin que ellas le dijeran nada.
"Yuuta…susurró…" enterrando su rostro en la almohada tibia a su lado.
Con mucho cuidado abrazó a su hermanito mientras le decía al oído que todo iba a estar bien. Mamá y papá seguro ya iban a ir por ellos. Que no debía preocuparse por nada.
Tomó a Teddy de nuevo y el osito le dijo en el oído que no sea dormilón. Luego pasó su patita de peluche sobre su mejilla tostada.
La enfermera que se parecía a su hermana estalló en llanto y salió de la habitación. Se quedaron con una enfermera mayor que los miraba en silencio. Se acercó a Syusuke y le acarició la cabeza con ternura.
"Voy a estar afuera. Si me necesitas llámame."
Balbuceó algo parecido a gracias. Lo más importante en ese momento era que Yuuta supiera que todo iba a estar bien, que debía estar tranquilo porque ya iban a estar bien entonces.
Acariciaba el cabello de su hermano, tan suave como el de Kunimitsu y los recuerdos se iban disipando. Volvía a encontrarse sentado sobre el suelo frío y con la cabeza e su compañero reposando sobre sus muslos, sin ganas de nada más. No había querido comer si quiera la miserable ración de arroz que les habían dejado, se estaba sintiendo muy mal. Dormía y Syusuke acariciaba su cabello, sus mejillas magulladas. Acurrucado sobre sus piernas mientras respiraba pesadamente afiebrado.
Definitivamente tenían que salir de ahí. Ambos. No iba a poder dejarlo en ese lugar entonces. Ahora era parte de él. Kunimitsu refrescaba el recuerdo de Yuuta y le traía a la mente a Ryoma. Tenía que sobrevivir ese lugar por ambos, salir de ahí como fuera.
Ya no podía resistir más ese lugar. Ser el juguete de sujetos sin nombre. Subir a su lado, sonreír y no sentir nada. Quizá se había vuelto más tolerable esa rutina sabiendo que había quien lo espere en el silencio de la habitación. Para acurrucarse a su lado en silencio en medio de la oscuridad.
A pesar de que el ser descubiertos les trajo muchos problemas, al tío le agradó la idea que tuvieron. Le gustó tanto que a veces no tenía que subir sólo a encontrase con los clientes, sino con su compañero. Entraban juntos la habitación en donde los esperaba uno en ocasiones, o varios clientes. Entonces podía ver algo que se aproximaba a una sonrisa en el rostro de Kunimitsu y se dejaba guiar por sus manos expertas hasta recostarse en la cama mientras que esperaba. Esperaba indicaciones de quienes los quería ahí con ellos. Cerraba los ojos para no verlos e imaginarse de que estaba solo con él.
Había aprendido a no sentir nada y actuar como una marioneta, Bloqueando sus sentidos, clavando los ojos en él. Tratando de evitar ver como otras manos lo tocaban, que otros labios recorrían su cuerpo. Trataba de pensar que cuando estuvieran solos en su oscuridad todo iba a estar bien.
La oscuridad que era un infierno ahora él la había transformado en el paraíso que nunca pensó conocer. El silencio era, como nunca, algo maravilloso porque no necesitaban palabras si tenían sus manos.
Kunimitsu estaba despertando de un sueño de ajeno al cansancio. Había sido su culpa no poder tolerar que otras manos lo toquen, había sido su culpa el no poder hacer las cosas bien, sonreír lo suficiente, bloquear todo tipo de emoción. De todos modos seguía siendo su responsabilidad y era toda su culpa. Por su culpa ambos pagaron los platos rotos. Esa frase la usaba mucho su hermana cuando Yuuta y él la metían en problemas.
Kunimitsu no estaba enojado con él. Eso era bueno porque no iba a poder soportar palabras duras de su boca o que sus manos las usara para otra cosa que no fuera acariciarlo.
Estaba despertando entre caricias y por un momento no supo bien donde estaba hasta que al percibir sólo oscuridad la mente se le aclaró.
"hmmm" atinó a decir amodorrado aún por los dedos que se deslizaban sobre las líneas de su oreja. Ahora descendían sobre su yugular para volver a subir sobre su piel en un suave vaivén.
Ahora sentía ganas de devolverle las caricias sin perder más tiempo y volver a retumbar las paredes con el catre a medio deshacerse. Buscó su boca con los dedos. Syusuke atrapó sus dígitos con los labios y la lengua. Ese era el comienzo de un ritual que los llevaba a rodar por el suelo entrelazados y estrellarse contra las paredes al desconocer los límites de la pequeña habitación. Entonces Kunimitsu se incorporó con cierta dificultad siguiendo el rastro de sus dedos en pos de su boca. La encontró mientras Syusuke lo envolvía con sus brazos y ambos caían al suelo para continuar lo que habían empezado.
Tratando de no hacer demasiado escándalo mientras Syusuke subía sobre él y empezaba a moverse sin querer detenerse jamás. Gritaba lo más bajito que podía. Nunca había sido bueno reprimiendo sus gritos. Eso era algo que los clientes apreciaban bastante, escucharlo gritar aunque no fuera necesariamente de placer. Pero Kunimitsu deshacía los recuerdos horribles de antaño y los transformaba en una fantasía alcanzable.
Transpiraban sobre el suelo mojándolo sin duda. Empapados y envueltos uno con el otro. Sin Syusuke nunca se hubiera imaginado que tener sexo pudiera ser tan placentero, tan necesario. Necesario para olvidar su vida pasada y pensar que podía haber algo al otro lado de la puerta. De repente si salía de ese lugar podía haber futuro para ambos. Syusuke cambiaba el mundo que hasta ese momento había conocido. La oscuridad se desvanecía cuando recordaba el azul de sus ojos. El dolor o la tristeza se diluían cada vez que sentía su piel sobre la suya.
Quizá entonces podían empezar un nuevo camino afuera. Y tenerlo sólo para él y no tener que compartirlo con tanta gente que llegaba a buscarlos. Alejarlo de la inmundicia de ese lugar, irse lejos. Lo suficiente para nunca más poder volver. Todo se veía tan fácil cuando estaba a su lado.
Entonces dejó los sueños a un lado para atender a Syusuke quien demandaba atención al tumbarse a su lado lamiendo sus labios. Lo tomó de los brazos y lo aplastó contra el suelo mientras clavaba su boca sobre su garganta. Recorrió su yugular con su lengua, dejando un caminito suave de saliva mientras Syusuke se deshacía en gemidos. Lo besó entonces para mitigar sus grititos.
Con mucho cuidado se acomodó entre sus piernas. Con la misma delicadeza de siempre, la cual había conocido sólo con él. Caricias sobre su cuerpo, sin sentirse mal o asqueado como cuando lo hacía con papá.
Los recuerdos del pasado amenazaban con contaminar el presente. Como si los buenos recuerdos se nublaran de pronto por los malos. Se podía ver en la habitación de siempre, haciéndolo con papá. Detestaba hacerlo con él, siempre lo hizo, pero no estaba en él decidir. Lo había hecho por miedo, por Ryoma y no había resultado al final.
Ryoma…. Tenía que ir por él y sacarlo de ese lugar. Se lo había prometido.
"No…" susurró apenas. Fue suficiente para que Kunimitsu se detuviera.
"No puedo… lo siento" trataba de frenar su respiración pero le era imposible en ese momento. Su corazón palpitaba más rápido que nunca.
No le dijo nada, sólo se apartó de él.
"lo siento… yo… no puedo seguir con esto." No podía creer que estaba diciendo eso. "no puedo…"
No le dijo nada, aunque sabía que lo estaba mirando esperando un argumento válido para su repentino rechazo. Pero no le decía nada.
"No puedo seguir en este lugar. Necesito salir de aquí."
"Lo sé."
"No entiendes… llevo más de dos meses en este lugar y ya no resisto un segundo más aquí. Tengo que ir por Ryoma, tengo que salir de aquí aunque sea lo último que haga en mi vida."
"Anda entonces."
En ese momento sintió ganas de reír como nunca antes lo había hecho.
"Eso haré, eso haría si pudiera salir. Algo que quizá hubiera hecho antes si no me hubieras detenido."
"Te dije que ese no era el camino correcto."
"Entonces cual es…" gritó sin poder controlarse más.
Se hizo el silencio entonces. Su compañero se levantó del suelo helado y se acomodó en el catre a punto de desbaratarse.
Ahora seguro se iba a quedar en silencio el resto de su vida y todo se había arruinado. Su escape, el momento maravilloso que estaban pasando y todo.
"Hace tiempo casi logramos huir…" pudo escuchar con voz apagada. El sonido venía del lado de Kunimitsu, pero alguien como él era imposible que haya intentado huir.
"Salió mal todo… hace mucho. Yo tenía 9 años…"
Syusuke no quería ni respirar alto para que no se detuviera en su relato. Entonces era cierto que llevaba mucho tiempo en ese lugar.
"Una noche escuché ruido, yo no estaba con alguien en ese momento. La puerta se abrió y uno de ellos me sacó de la habitación. A él lo había visto un par de veces antes. No sabía ni su nombre pero era uno de nosotros. Me hizo correr con él. Sabían por donde se podía salir. Hay una puerta en la habitación de tío que conecta a la calle."
Se detuvo un momento como si estuviera colectando los acontecimientos y ordenándolos en su mente.
"Nos escondimos hasta que pudimos salir. Llegamos a la puerta de la habitación de tío y nos descubrieron. Atravesamos el corredor que da a la calle y cuando llegamos pudimos salir. Corrimos un poco pero nos habían visto. Tío disparó y le dio a uno de ellos. Luego los otros hicieron lo mismo. Le dispararon a quien me sacó de aquí y cayó a mi lado. No estaba muerto… sólo lo hirió… Luego tío se acercó a nosotros y le volvió a disparar en la cabeza."
Se quedó en silencio entonces.
"Tío no me mató porque dijo que aún le servía. Sólo me disparó en el brazo." Agregó para sumirse en un silencio que le duró varios días.
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La ropa tirada en el suelo y el desconocido sobre la cama agotado. La habitación se sentía caliente y el aire pesado. Del pantalón esparcido sobre el suelo se asomó una billetera. Syusuke se levantó de la cama, curioso, y la tomó entre sus dedos. Había dinero ahí, tarjetas de crédito con las cuales pagaba por ellos. También había una foto familiar. El sujeto tenía familia, una esposa y dos hijos. Sacó la foto de su sitio y se la quedó contemplando.
Todos sonreían en la foto, se veían tan felices. Volvió los ojos a la billetera y de ella cayeron más fotos, de su esposa e hijos. Seguro ellos estaban esperándolo en casa y él llegaría luego a acostarse en la cama junto a ella diciendo que se demoró en el trabajo. Al día siguiente abrazaría a sus hijos como si nada hubiera pasado. Y esa noche quizá volvería a usar sus tarjetas de crédito o su dinero para comprarlos por unas horas.
Asco era lo que sentía. Asco de sí mismo y asco del sujeto que dormía sobre la cama. Seguramente llegaba a su casa y le decía a su esposa que la amaba y a sus hijos que eran los mejores del mundo. Si ella se llegara a enterar dónde estaba su esposo en ese momento… de repente no le importaba. De repente ella sabía bien donde estaba. De repente a ella no le importaba que su esposo se acostara con un adolescente porque no lo soportaba en la cama. De repente era así como pensaba Sue y por eso era que los odiaba tanto.
Quizá este sujeto se acostaba con él para no hacerlo con sus hijos. Quizá no quería lastimar a su esposa porque era bastante tosco en la cama como para alguien a quien no le pagara por ello lo tolerara.
El teléfono móvil empezó a vibrar sobre el suelo. Había estado dentro del bolsillo de su camisa. Syusuke lo tomó del suelo mientras aún vibraba. No pudo evitar el impulso de oír quien estaba al otro lado del auricular y presionó el botón para escuchar la voz. Era una mujer que preguntó por el sujeto. Debía ser su esposa y su voz sonaba preocupada.
Colgó el teléfono sintiéndose nervioso por lo que había hecho. El teléfono volvió a vibrar y lo dejó así hasta que se quedó silencioso.
No eran más que las 11:30 de la noche.
Marcó los números que pertenecían a los de Ryoma. Esperó que alguien contestara deseando que no fuera Sue de nuevo. Nadie contestaba… sólo la contestadora.
Intentó de nuevo y esta vez alguien contestó. Pero no dijo nada…. Nadie habló al otro lado del auricular.
Entonces sonrió. "¿Ryoma?"
"Oni…chan"
Casi no podía creerlo. Las palabras se amontonaron en su garganta tratando de salir todas juntas. Pudo oír sorpresa en el susurró de Ryoma. Estaba atendiendo a escondidas. Por lo menos sabía que seguía en ese lugar aún.
"Ryoma… yo… yo no puedo hablar mucho ahora…" quería decirle tantas cosas.
"¿Dónde estas¿Estas bien?" la voz se le iba quebrando a través del teléfono.
"Escúchame… escúchame bien Ryoma. No me he olvidado de ti. Iré por ti, voy a ir a buscarte aunque sea lo último que haga en mi vida. Lo juro."
"¿Dónde estas? Quiero ir contigo… quiero verte."
"No. No Ryoma… tienes que.. Escúchame. Voy a ir por ti. Así que escúchame bien… deja sonar el teléfono tres veces así sabrás que soy yo. "
"Esta bien…"
A la distancia pudo oír la voz de Sue preguntar por quien era a esa hora. De pronto se colgó el teléfono.
Por lo menos pudo oírlo un momento, por lo menos saber que estaba bien.
Dejó el teléfono en su lugar y se tendió en la cama a verlo vibrar de nuevo.
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Quizá no había nada peor que tener que hacerlo con Kunimitsu para divertir a los clientes. A tío le parecía un espectáculo fabuloso, así como a los clientes.
Odiaba tener que hacer eso.
Entraron ambos a la habitación. Eran tres sujetos quienes esperaban en la habitación amplia. Estaban tomando y fumando mientras charlaban. El aire estaba cargado de nicotina y gris por el humo. Su compañero entró primero como siempre. Se limitó a seguirlo como siempre lo hacía.
Los hicieron quedarse de pie mientras que acaban de vaciar sus vasos. El olor a licor sofocaba. Syusuke pegó su frente en el hombro de su compañero, ocultándose tras su cuerpo. Odiaba ser el blanco de las miradas vidriosas de los clientes.
Una mirada rápida para identificar a los presentes en la habitación. Uno de los borrachos era un sujeto fornido y medio calvo. Los otros dos panzones y desaliñados sudaban mientras se asaban en la habitación caliente por el humo.
Uno de los panzones se levantó tambaleando y se acercó hacia ellos. Apartó a Kunimitsu para atrapar a Syusuke de un brazo. Lo jaló hasta hacerlo caer sentado a su lado en el sofá donde estaban embriagándose.
Estrelló su vaso a medio vaciar en sus labios, haciendo que el vidrio choque y la cerveza salpique sobre su cara.
Les dio mucha risa el espectáculo. El sujeto lamió los restos de cerveza de sobre su rostro mientras que asfixiaba al chiquillo con su aliento cáustico.
Syusuke cerró los ojos mientras acababa el contenido del vaso. El sabor amargo y el sujeto a su lado le provocaban tanto asco que apenas podía resistir las ganas de vomitar.
El sujeto fornido hizo una seña y Kunimitsu se acercó a él. Se sentó a su lado esperando la siguiente indicación. Pero no hubo ninguna porque el sujeto se le fue encima tumbándolo sobre el sillón. Al parecer no podía esperar para empezar a jugar.
No podía soportar ver ese espectáculo. Desvió la mirada al panzón de su lado quien se limpiaba los labios con la manga de la chaqueta. El sujeto restante se sirvió un poco más de cerveza y se acomodó en su asiento, mirando atento los acontecimientos que se desarrollaban sobre el sillón.
El panzón a su lado tomó una de sus manos e hizo que desabrochara su camisa. Syusuke cerró los ojos de nuevo mientras que uno a uno los botones iban soltándose dejando en libertad la enorme barriga blanca de su cliente.
Trataba de cancelar con tal espectáculo los sonidos que venían del sillón. Su cliente lo ayudó a ello colocando sus manos sobre sus mejillas y besándolo con fuerza. Ahora si iba a vomitar, el sabor de su boca era terrible.
Se apartó de su cliente sin poder disimular el asco que sentía y para remate seguía incrementándose a cada segundo. Pero el panzón no se iba rendir. Estaba demasiado ebrio para darse cuenta de nada así que sin más preámbulos tomó del cabello a Syusuke y lo estrelló contra su entrepierna.
EL sujeto restante rió a carcajadas al ver ello. Observaba con lujuria con sus ojitos acuosos el espectáculo frente a él. Le daba tanta risa ver a uno de los chiquillos a punto de vomitar mientras el otro permanecía tan quieto y silencioso como una muñeca, debajo de su amigo quien se esforzaba por hacerlo sonar.
Finalmente lo consiguió. Pudo hacer que el chiquillo que parecía una muñeca empezara a sonar y bastante. Entonces concentró su atención en ambas figuras sobre el sillón. Su compañero era el doble del chiquillo y por momentos parecía que iba a perder el control y lo iba a aplastar. Echado sobre él se sacudía con fuerza mientras su juguete empezaba a dar señales de vida quejándose al inicio suavemente para incrementar el volumen poco a poco.
Para Syusuke esos sonidos eran agonía. Kunimitus nunca hacía ruido cuando estaba con sus clientes. Sólo con él y los sonidos que hacían eran totalmente distintos a los que percibían sus oídos ahora. Quería salir corriendo de la habitación tan solo para no seguir oyendo como lo estaban lastimando.
Odiaba escuchar esos sonidos.
E iban incrementándose en número y volumen. Y ya no podía tolerarlo.
Kunimitsu trataba de soportar en silencio como siempre lo hacía. Sin decir ni una palabra, sin hacer un sonido, sin dar muestras de que a pesar de su fachada estoica podía sentir dolor. Pero las fuerzas se evaporaban y ya no podía soportar más la necesidad de quejarse para aliviar el dolor. Sabía que aunque se quejara no iban a mejorar las cosas, sólo empeorarían. Apretaba la superficie del sillón con toda su fuerza para reprimir sus ganas de gritar. Y los sonidos seguían huyendo de su garganta mientras que el sujeto que tenía encima redoblaba esfuerzos para lastimarlo más.
Entonces el sujeto optó por cambiar de posición. Lo hizo arrodillarse en el suelo mientras que aplastaba la cabeza del chiquillo contra el sillón. Lo tomó de las caderas jalándolo hacia sí mientras que se colocaba dentro.
Si algo tuvo que agradecerle el chiquillo era que con la cara pegada al sillón sus quejidos se ahogaban casi por completo. Pero el dolor se iba incrementando más y más; y ya no podía esperar por terminar e ir a arrastrarse a los pies del tío para que le dé un poco de esa droga que lo sacaba del mundo.
Odiaba tener que hacer eso.
Y parecía no tener fin. No acaba nunca el ciclo de su vida. Y deseaba tanto que por fin algo lo liberara de la maldita rutina. Cualquier cosa. Lo había intentado antes, huir de ese lugar pero todo salió mal. Entonces de cierto modo se resignó a su destino. Pero ahora empezaba a ser diferente…. Ya no podía seguir fingiendo que no sentía nada.
Un dolor intenso acompañado de una sensación caliente y húmeda descendió por sus piernas. Ahogó un quejido mientras que su cliente no se detenía.
Syusuke quiso soltarse de las tenazas que lo estrujaban, los brazos de su cliente cuyo rostro era tan rojo como un cangrejo. Pero sólo consiguió animarlo a hacer lo mismo que su compañero hacía con Kunimitsu.
El sujeto restante reía mientras seguía bebiendo. Atento a cada uno de los movimientos de sus amigos, sin perderse ningún detalle.
El panzón se acomodó tras Syusuke sin que este se resista a él. Tuvo que batallar con él para conseguir que se quede quieto.
"No se deja montar…" comentó el panzón que veía todo desde el sillón. Al parecer animado en participar por fin.
"Es un caballito… rebelde… y yo que no he ..traído mis herramientas…" respondió y soltaron ambos una carcajada mientras que el panzón tiraba del cabello de Syusuke como si fueran las riendas de un caballo de verdad.
"parece que el otro Pony ya no puede más." Comentó el espectador mientras veía como su compañero revisaba los daños. Al momento siguiente se acomodó de nuevo para seguir
Pasaron unos minutos y ninguno de los dos "ponys" podía más. Pero el show aún no terminaba para los clientes. El fornido tomó a Kunimitsu de un brazo y lo lanzó encima de Syusuke quien quedó tendido en el suelo sin querer moverse.
Odiaba tener que hacerlo para entretener a sujetos desconocidos. Kunimitsu no se movió de lo exhausto y adolorido que estaba. Syusuke levantó la cabeza al sentir el peso sobre su cuerpo. Se topó con las miradas horribles de los sujetos que estaba acomodándose para ver el resto del espectáculo.
"¿Qué están esperando¿Una invitación o algo?" Y soltaron los tres una carcajada impaciente.
No les respondió aunque hubiera deseado hacerlo. Kunimitsu empezó a colectar fuerzas mientras que se incorporaba sobre el cuerpo de su compañero. Syusuke les dirigió una mirada de odio mientras sentía como su compañero se acomodaba para cumplir lo que los cliente querían.
El show debía continuar. No importaba que los actores reducidos al rango de "Ponys" ya no pudieran continuar.
El telón bajó finalmente cuando tío en persona llegó en busca de los "ponys". Kunimitsu ya no iba a poder continuar, ni siquiera podía ponerse de pie. Pero eso no era importante, eso era lo último en lo que se preocupaban. Tío tomó a Syusuke de un brazo y lo sacó de la habitación a pesar de que intentó quedarse al lado de su compañero.
Tío lo mandó a asearse para que continuara con sus labores. La noche recién empieza, comentó mientras lo arrastraba por el corredor.
Pero sólo deseaba que la noche agonizara para poder irse a ocultar en su oscuridad y de ahí no salir más.
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Sin poder hacer nada contra su destino, de nuevo se encontró en una habitación, sentado en la cama esperando. Ya había perdido la cuenta de los clientes que iba. Al principio los contaba como si se tratara de un juego, luego perdió la cuenta sintiéndose asqueroso.
Cada noche era un desconocido nuevo. Y no era tan cierto porque había ocasiones que los clientes le decían que era su favorito, que como la había pasado tan bien la vez pasada había regresado por más. No podía recordar sus rostros porque se esmeraba por olvidar que existían. Luego cuando los volviera a la habitación sobre la cama no sentirse tan mal.
Cada uno de ellos era un rostro distinto. Cada uno de ellos era un sujeto distinto que venía a lo mismo. A jugar con él. Y cada uno lo trataba peor que el anterior. Como si fuera un objeto, un juguete usado al que podían estrellar contra la pared o contra la cama. Al cual podían estirar, morder o golpear porque no siente.
Unas noches antes uno de sus clientes había intentado escribirle su nombre con un cigarro encendido para que no se olvidara de él. Sólo le hizo un par de marcas, afortunadamente, porque el único nombre que quería encima era el de Kunimitsu.
Un nombre… no sabía en nombre de ninguno de los que entraba. Se refería a ellos como "señor". Algunos lo hacían que les dijera "Papi". Ese nombre era el peor de todos.
La puerta se abrió entonces y dirigió sus ojos a otra parte para no ver quien entraba. No era importante porque luego de que hubieran acabado se iba a deshacer de su recuerdo.
Bajó la mirada sobre sus pies pálidos mientras que veía los zapatos del cliente acercarse a él.
No pudo evitar levantar la cabeza sorprendido al reconocer los zapatos que entraron a la habitación.
"Hola Syusuke… ¿Me extrañaste?"
Entonces todo se convirtió en un sueño. Una de esas pesadillas en las cuales no puedes moverte o correr. Ni si quiera hablar y tampoco despertar. Papá lo miraba sonriéndole mientras acercaba sus manos a su rostro para besarlo como lo hacía siempre.
Inmóvil recibió el beso.
"Cómo ha pasado el tiempo… sí que te he extrañado" dijo mientras se sentaba a su lado sin que el chiquillo reaccionara de la impresión.
Como si nada hubiera pasado.
"Te he extrañado mucho Syusule. La verdad que sí. Nadie me complace como tú…" y sus labios se estrellaron en su cuello mientras que lo empujaba de espaldas sobre el colchón.
Luego su boca cubrió la del chiquillo mientras que sus manos se revolvían tratando de sacarle la bata oscura que cubría su cuerpo delgado. Entonces pudo reaccionar sacudiéndoselo de encima.
"¿Qué haces aquí?" gritó recuperando su voz. Limpiándose los labios con las manos, como si se los quisiera arrancar de asco.
"Vine a visitarte. Había escuchado que este lugar te sienta de maravilla. Creo que debí enviarte aquí desde antes…"
No le respondió, sólo se alejó de su lado de un salto.
"Ahora bien. Te vas a comportar como una buena perra o voy a tener que recordarte quien manda aquí" su tono de voz cambió de sarcástico a peligroso.
De todos modos llevaba las de perder. Cerró los ojos tratando de ordenar sus pensamientos mientras que Papá lo arrinconaba en la pared y lo cubría de caricias toscas.
"Así está mejor…." Murmuró mientras lo levantaba del suelo y lo llevaba a la cama.
Lo dejó tendido sobre el colchón mientras se iba quitando la ropa. Mirándolo, sin dejar de ver sus ojos azules sobre los suyos, brillando de un modo especial.
Como si nada hubiera pasado….
Syusuke se incorporó de la cama en silencio a atenderlo como lo hacía antes. Se acomodó frente a él mientras soportaba las caricias y presiones sobre su cabeza y los tirones de cabello.
Luego papá se sentó en la cama para facilitarle las cosas. Lo hacía hundir todo su rostro entre sus piernas mientras le apretaba la cabeza y jalaba las hebras castañas de su cabello liso. Había extrañado a su juguete favorito.
Interrumpió la faena sintiendo que si continuaba iba a echar a perder la diversión. Hizo que Syusuke se echara sobre el colchón mientras se acomodaba sobre él.
Como antes… como la primera vez que lo hizo. Como si el tiempo volviera y lo regresara a su habitación. Cuando no sabía lo que estaba sucediendo y tampoco quería descubrirlo y empezó a suceder más y más veces de las que podía recordar y cada vez era peor hasta que sentía que no había salida, ni solución.
Ahora de nuevo volvía por él. Ahora de nuevo se movía encima de él como lo hacía siempre. Era como si nunca hubiera salido de esa casa, como si nunca hubiera pisado ese lugar y pasado por tantas manos.
No podía evitar gritar como lo hacía siempre que estaba con él.
"Extrañaba tanto tus gemidos… extrañé tanto tu cuerpo." Y seguía moviéndose. "gritas que da gusto."
Y miraba al vacío tratando de evitar pensar en los momentos que pasaba en sótano, sintiendo el mismo dolor en su cuerpo, la misma sensación horrible que lo invadía.
"De repente debo llevar a Ryoma a un sitio de estos…" y sonreía "grita como una perra cuando le hago esto"
Syusuke abrió mucho los ojos regresando a la realidad. Tales palabras bastaron para devolverlo a su miserable estado. Pudo haber dicho cualquier otra cosa, lo que fuera, pero no eso. Ahora sólo quería sacárselo de encima y matarlo con sus propias manos.
Abandonó el techo para mirarlo fijamente a los ojos mientras le brillaban como los de un gato furibundo.
Papá disfrutaba tal espectáculo y seguía montado encima empujándose con fuerza dentro de él. Poco a poco aumentando la velocidad hasta que no tardó en llegar al clímax.
Sonriendo se echó a su lado agotado como antes, para descansar y estar listo para un segundo round.
Syusuke se levantó de inmediato abandonándolo sobre la cama. Sin poder resistir un segundo más a su lado Tambaleándose sentía que las piernas se le quebraban mientras que trataba de alejarse del sujeto.
"¿A dónde vas? No te he dicho que te puedes ir…"
Le respondió con una sonrisa y el mismo brillo en los ojos. "Voy al baño… me imaginé que querría darse un baño, papá…. Como antes…."
Papá sonrió y se quedó tendido en la cama mientras comentaba que fue la mejor decisión del mundo mandarlo a ese lugar, que lo hacía aún mejor que antes.
Syusuke entró al baño topándose con su reflejo en el espejo. Se odió a si mismo por haber dejado que de nuevo lo tocara de ese modo. No había nada que hacer, siempre terminaba en la cama de alguien, si no era con papá con alguien más. Y así había sido toda su vida.
Y ahora Ryoma tenía que pasar por lo mismo que él. Había fallado, le había fallado a Yuuta, le había fallado a su nechan, le había fallado a Ryoma. Ahora le había fallado a Kunimitsu.
No había nada que pudiera hacer entonces. Era hora de terminar con todo.
Estrelló su puño contra el espejo y varios pedazos cayeron sobre el lavadero.
"¿Qué rayos haces ahí adentro? "
"Lo siento… papá… soy tan torpe…. Dejé caer un frasco… al suelo…. Lo siento…." Respondió con el tono de voz más sumiso que encontró.
"Hnnn….date prisa y ven para acá."
Syusuke abrió el grifo de la tina y la dejó corriendo. Tomó una bata que había colgada en el baño y salió de la habitación en silencio, envuelto en ella.
Papá reposaba sobre la cama esperando que regresara a su lado. El chiquillo sonreía como antes, sonreía pero esa mirada escondía algo. Se acercó a la cama y al instante se subió sobre él, sin mayor preámbulo o aviso.
"Vaya que estás hecho una perra." Dijo sonriendo complacido por el gesto del chiquillo de sentarse sobre su miembro.
Syusuke intentó sonreír mientras que sentía un dolor profundo subiendo por su columna. Dolía muchísimo pero eso estaba bien. Era el castigo que merecía por fallar.
A papá le gustó tanto que lo asió de las caderas y lo ayudó a moverse sobre él. Con mucha fuerza, tanto que sentía que lo estaban partiendo en dos. Dolía mucho, apretaba los dientes para no gritar de dolor. Lanzaba gemidos al aire, disfrazados de placer.
"ahh…. Lo haces muy bien…"
"Qué bueno que te gusta…. Papá" el tono sumiso de su voz desentonaba con el brillo de sus ojos.
"hmmm"
"Papá… quiero que me mires…. ¿Te gustan mis ojos?"
Papá no respondía, se estaba perdiendo en el mar de placer que estaba experimentando.
"¿Te gustan mis ojos?" preguntó de nuevo, empujándose aún más sobre el sujeto debajo suyo. De nuevo la vieja sensación de dolor la cual venía acompañada de una extraña sensación que aceleraba sus palpitaciones.
"sí" estaba a punto de llegar.
Syusuke sonrió volviendo a incrustarse con tanta fuerza que no pudo reprimir más un grito.
"Quiero que me mires papá…. Quiero que me veas bien…. ¿Te acuerdas la primera vez? "y la voz se le quebró cuando el recuerdo se hizo más fuerte.
Papá no le contestaba, demasiado ocupado buscando el clímax.
"Quiero que me mires bien…"
Papá abrió mucho los ojos.
"Y me recuerdes…"
Su voz se congeló en su garganta mientras los ojos se le salían de las órbitas agitando los brazos tratando de sacarse al chiquillo de encima.
"Acuérdate de mi y de Ryoma cuando te vayas al infierno." Susurró clavando aún más profundo un pedazo de espejo que había escondido entre la bata que traía puesta.
La voz se le congeló en la garganta abierta y sangrante. Trataba de aferrarse a la vida, trataba de quitar el trozo de vidrio de dentro de su carne pero Syusuke no lo permitía. Lo miraba con ojos brillantes mientras que la cara se le manchaba de sangre.
Lo vio desesperado, lo miró con odio, hasta que los ojos se le cerraron para no volverlos a abrir nunca.
Nunca más….
El adolescente ensangrentado se levantó de sobre el cadáver aún chorreando. Cayó al suelo sintiendo que las piernas no le obedecían. Dolían mucho, pero era el castigo que merecía.
Se arrastró al baño y se sumergió en el agua tibia. El agua se teñía de sangre mientras liberaba su cuerpo de culpa y por primera vez se sentía limpio. Lo que nunca antes había podido lograr con agua.
Salió del agua sintiéndose con más fuerzas que nunca y tomó un trozo más de espejo mientras que lo apretaba con tanta fuerza que se hundía en su carne.
Ignoró el dolor que era lo único que en ese momento sabía delicioso.
Se acercó a la cama embarrada de sangre y volteó el cadáver a un lado para evitar que alguien lo viera si se abría la puerta. Tapó bien el cuerpo y rebuscó entre sus pertenencias por objetos que le podrían servir.
"Adiós…. Papá…" susurró abandonando la habitación.
Se encontró en el corredor de nuevo. Solitario, mientras cada paso que daba era una agonía, como caminar sobre espinas. Se vio solo, dirigiéndose directamente a la habitación donde dejó a su compañero. Temblando con el trozo de espejo aún hundido en la piel de su mano, chorreando su propia sangre, dejando un rastro culpable a cada paso.
Entró sin tocar y de nuevo se enfrentó al espectáculo más horrible del mundo.
Kunimitsu parecía un juguete, un ser sin vida siendo zamaqueado por un sujeto a quien no le importaba en lo más mínimo si lo estaba lastimando o no. Al parecer su trabajo de esa noche no había terminado. Entonces iba a tener que entrar a cerrar el telón de una buena vez.
El sujeto dentro lo vio de pie en la puerta mirándolos. Sonriéndoles.
"¿Qué haces aquí?" dejó con brusquedad, dejando a un lado a su juguete para acercarse al chiquillo de pie en la puerta envuelto en una bata a medio atar a su cintura.
"yo…. Pensé que habían pedido que viniera… señor…" susurró con su voz sumisa, temblorosa pero sin dejar de sonreírle al cliente que avanzaba hacia él, desnudo y sudoroso.
El cliente se colocó frente a él examinándolo con los ojos para luego reemplazarlos con sus manos. Syusuke ocultó las suyas tras su espalda. Pero ya era tarde…. El cliente había notado las gotas circundando al chiquillo.
"¿Qué dem…? Exclamó mientras jalaba su brazo herido en busca de la raíz de la sangre.
Tomó su mano herida viendo el corte profundo en plena palma. Miró al chiquillo esperando una respuesta que no llegó. Syusuke lo miraba desafiante mientras apretaba el trozo de vidrio en la otra mano.
El cliente lo abofeteó con tanta fuerza que lo lanzó al suelo rodando. Syusuke se levantó despacio, acostumbrado a ese tipo de tratamiento. Aunque no entendía porque lo estaba golpeando si no había hecho nada, sólo interrumpir su diversión y mancharlo un poco de sangre fresca.
El cliente empezó a sospechar algo al parecer. Pero Syusuke se levantó tranquilamente y acudió a ver a su compañero quien lo miraba preocupado desde el lugar donde había ido a caer producto del empellón de su cliente.
"¿Qué haces? Sal de acá, estas ensuciando todo." Ordenó el cliente perdiendo la paciencia. El chiquillo de espaldas a él lo ignoraba completamente. Estaba empezando a hartarse de ese espectáculo. Encima que lo había interrumpido ahora no quería obedecerle.
Entonces se dirigió a la puerta dispuesto a buscar a alguno de los dueños del local para avisarles. Pero no iba a salir desnudo así que se acercó a la cama para buscar algo que con que cubrirse.
"Esto es el colmo…"
El chiquillo lo miraba sin perder una expresión desafiante, sentado ahora sobre la cama al lado de la prenda que buscaba.
Al parecer adivinó que era lo que buscaba y tomó la bata con su mano ensangrentada tendiéndosela con una sonrisa pegada al rostro. El cliente estalló de rabia y se la arrebató devolviéndole otra bofetada a modo de agradecimiento.
Esta vez Kunimitsu intervino tratando de frenar sendas bofetadas que se dirigían a continuación. No entendía que demonios estaba ocurriendo pero definitivamente no era nada bueno.
El cliente se calmó luego de conectarles un par de golpes a cada uno y se vistió con su bata listo para salir a quejarse del mal servicio que estaba teniendo en esa habitación. Pero no pudo evitar notar la sonrisa burlona del maldito mocoso que no hacía más que irritarlo desde que entró a la habitación. De repente debía darle una lección de conducta. De repente debía enseñarle quien mandaba, enseñarle su lugar.
Lo tomó de las solapas de la bata y lo aventó sobre la cama a sus espaldas. El rostro del chiquillo perdió la sonrisa y sus ojos se tornaron distintos. De nuevo parecía parte de ese lugar. Así que decidió que seguiría con las lecciones de obediencia en ese mismo momento.
Se acomodó sobre el chiquillo mientras este batalló un poco por evitarlo. Entonces estuvo listo para empezar cuando notó que de nuevo su mirada había cambiado radicalmente. Lo miraba con un brillo asesino, fijamente como si lo atravesara con sólo ponerle los ojos encima.
Entonces lo golpeó en la cara de nuevo, para sacarse los ojos de encima. Pero una vez se repuso del golpe, la mirada volvió a asesinarlo.
"No…" el otro chiquillo, se había olvidado de él. Giró ligeramente el rostro para mandarlo al demonio cuando sintió una punzada dolorosa a un lado de su garganta. Y sintió que no iba a poder voltear el cuello para ver que estaba sucediendo. Sin duda era algo malo porque empezó a sentir un dolor terrible seguido de las manos frías de la muerte acariciandole la espalda.
Pudo ver en la cara del otro chiquillo que algo muy malo estaba pasando. Giró desesperado sintiendo que la vida se le iba por su garganta abierta cuando tuvo los horribles ojos del maldito mocoso sobre él. Esos ojos lo iban a acompañar al más allá.
Intentó maldecirlo por última vez pero las palabras murieron en su boca.
Kunimitsu lo miraba como si estuviera viendo a un fantasma frente a él. Retrocedió alejándose de él cuando lo vio acercarse luego de que se sacó al cadáver de encima. Lo miraba pasmado sin poder cerrar la boca de la impresión.
En ese momento no supo que hacer, ni que decir. No sabía porque lo había hecho, simplemente no pudo soportar ver que le hacían daño a quien tanto quería.
"Lo siento…" susurró bajando la mirada al suelo. Avergonzado de sus manos manchadas de sangre. Temblando mientras que de su rostro caían gotas de sangre y algunas lágrimas frescas.
No sabía que decir para que lo perdonara por hacer esto. Nunca sabía que decir. Desde que salió de su casa y fue a su nuevo hogar. Nunca supo que decir para que Sue no se enojara con él. Ahora no sabía que decirle a Kunimitsu que lo miraba con asco.
"Idiota…" murmuró su compañero acercándose despacio a él. Algo repuesto de la impresión. Se acercó a él y limpió la sangre que chorreaba de una de las comisuras de su boca, herida por las bofetadas del ahora cadáver.
Syusuke frotó su mejilla sucia sobre la mano fría. Y Kunimitsu lo abrazó en silencio.
Luego tomó su mano herida y lo llevó al baño para atenderla. El corte era profundo así que tuvieron que vendarla con una toalla que encontraron en ese lugar.
"Date prisa, tenemos que irnos." Agregó Kunimitsu.
Continuaráaa...
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