Chicos y Chicas. Esperando que este anio sea mucho mejor que el anterior para todos ustedes.
Les informo que por causas de fuerza mayor (salud), ya no podre actualizar diario. Si acaso uno y a veces hasta dos a la semana.
Gracias por seguirme y mil disculpas por los inconvenientes de los sintomas de abstinencia que tendran.
Capitulo 109
Mayo 18, 10.30 am.
Hospital General de Sevilla
Sevilla,España
Zita no detuvo su caminar hasta que llego a su camioneta. Aun trataba de asimilar lo que acababa de escuchar. Embarazada! Pero... como había podido suceder? Shura se cuidaba muy bien de no correr el riesgo usando preservativo o saliéndose a tiempo. No recordaba ni una vez que se les hubiera roto y además llevaba dos semanas cuidándose con pastillas... y ella tenía cuatro de embarazo! Por qué no le había dicho el medico que se las receto? y si había puesto en riesgo la vida de su bebe al tomar los anticonceptivos? y como iba a reaccionar Shura? Y si los rechazaba? Peor aún, y si se quedaba con ella solamente por el niño?. Ella odiaba sobremanera los padres que solo estaban juntos por las apariencias y los hijos. Terminaban siempre de pleito y con hijos más traumados que los que tenían una sana convivencia estando separados.
Su abuela tardo unos minutos en llegar con algunas medicinas en una bolsa. Subió a la camioneta y se le quedo mirando fijamente:
- Exijo una explicación de tu comportamiento ahí dentro.
Zita volteo a verla.
- Es que... no es posible abuela! No puedo estar embarazada!
- Nada es imposible para el creador Zita
- Pero... nos hemos estado cuidando! - explico Zita
- Desde la primera vez?
Zita abrió la boca para responder pero la cerro de inmediato. Mentira! El primer día que estuvieron juntos no habían tomado ninguna precaución. Shura por lo excitado que estaba y Ella porque todo ocurrió tan rápidamente que su cerebro había quedado en blanco.
- Lo ves? - dijo Rosa leyendo sus pensamientos – Es perfectamente posible. Tu abuelo estará feliz! Haremos toda una fiesta para anunciarlo a la tribu y...
- No! – dijo Zita firmemente
- Que dices?
- No quiero que nadie lo sepa aun. Ni mi abuelo, ni la tribu y mucho menos Shura. – dijo para sorpresa de su abuela – Tengo mis motivos.
Rosa se cruzó de brazos intimidatoriamente.
- Mas te vale que me los digas. No es una noticia que me quiera callar sin una razón suficientemente valida.
Zita prendió la camioneta y salió del estacionamiento. Era más fácil enfrentar a su abuela mientras iba manejando.
- En primera, quisiera tiempo para asimilarlo. Toda mi vida, que yo creí que era perfecta hasta ahora, cambiara de la noche a la mañana.
- Sí. Eso es cierto.
- En segunda, estas dos semanas yo he tomado anticonceptivos… Te juro que no tenía ni la menor idea, el menor síntoma! Incluso mi periodo llego en tiempo y forma! Como iba yo a saber?
- Vienes de una cepa fuerte Zita – dijo Rosa tratando de tranquilizarla – Si para este momento tu bebe sigue dando muestras de vida, ten por seguro que llegara a buen término.
Zita se quedó callada un momento. En el primer semáforo en rojo volteo a ver a su abuela.
- Tú lo sabias verdad? Eso del parasito era solo un pretexto
Rosa rio para sí. Su nieta había dado en el clavo. Se cruzó de brazos para mostrar su autoridad.
- Estoy lo suficientemente vieja como para reconocer los síntomas. Tu mama también comenzó a comer de más y tener mucho sueno…. Pero no me cambies el tema.
- Bueno… también está el asunto de Shura. Él y yo nos entendemos muy bien bailando y en… algunos otros aspectos pero…
- Pero…?
- Hace mucho que no toco el tema de nuestro matrimonio y…
- Puedes divorciarte – interrumpió Rosa
- Que dices? No quiero divorciarme!
- Por qué no? Una mujer divorciada por su propia boca es tan respetada como una viuda y lo sabes.
Zita no dijo nada. Sabia a lo que se estaba refiriendo su abuela. Así como se había casado al decir frente a testigos tres veces que estaba casada con Shura, así mismo bastaba decir tres veces frente a su abuelo, como patriarca de su tribu, que estaba divorciada para que esto fuera legal entre su gente.
Inmediatamente movió negativamente la cabeza. No. Esa no era una opción en ese momento.
- Su permiso en su trabajo en Atenas termina el 30 de Junio…
- Pero el concurso de baile es el 15 de Julio y Mario no estará en condiciones para entonces.
Diablos! Se le había olvidado el concurso! Con todo lo que le había sucedido en ese último mes, había dejado de lado lo que hasta entonces era su sueño más grande.
- Si lo que dice la doctora es correcto… tendré tres meses de embarazo para entonces…
- Ese no es ningún impedimento.
- Y el estrés? Y el ejercicio?
- Tampoco
- Hablare con Shura respecto al concurso y decidiré que hacer. Aún faltan dos meses. – dijo Zita tratando de quitarse uno de esos pendientes de sus hombros.
- Y del bebe?
Se hizo un incómodo silencio en el que Zita estaba pensando.
- Tanteare el terreno con él. – dijo Zita – Si él decide que se ira para no volver como tenía planeado desde el principio, no le diré nada. Me divorciare y tendré a mi hijo sola. No le faltara nada conmigo…
- Sabes que cuentas con tu familia. No estarás sola decidas lo que decidas. Pero aunque te guarde el secreto hacia todos los demás, no te daré el gusto de no decirle a tu abuelo. Tiene todo el derecho a saberlo y él nos ayudara con tus locuras. De acuerdo?
Zita asintió. Sabía que podía contar con ellos, pero también sabía lo que era tener un padre ausente y ella no quería eso para su bebe. Afortunadamente faltaba mucho para que se le notara el embarazo, tiempo que ella aprovecharía para pensar bien en lo que tenía que hacer y como lo iba a hacer.
Mayo 18, 12.00 pm.
Oficina del Patriarca
Atenas, Grecia
Shion termino las lecciones matutinas con Kiki y lo había enviado a ducharse y cambiarse para el almuerzo. Le estaba doliendo la cabeza, algo que no le había pasado en muchos años. Demasiado para recordarlos y sin embargo no hizo nada por quitarse ese dolor. Le hacía recordar que estaba vivo de nuevo. Se quitó su ropa y se metió a sus termas para relajarse un poco.
Estos últimos días habían sido de gran tensión y algunas cosas lo tenían confundido. De verdad el Caballero de Virgo y de Piscis pensaban traicionar al santuario? Algo le decía que no era cierto, que era alguna confusión de parte de Hilda y Saori, pero no tenía forma de averiguarlo desde ahí. Tampoco podía dejar el santuario solo para poder hacer las investigaciones personalmente. Después de que Saori e Hilda hubieran hablado con el manipulable Aioria, (del cual estaba completamente decepcionado al saber que tenía una hija regada por ahí), estaba convencido de que las cosas no eran lo que parecían y si él no podía ir, tenía que enviar a alguien de extrema confianza. Solo había una que no perdería la perspectiva pero aun no regresaba al santuario y esa era otra cosa sobre sus hombros.
Le había enviado a Hades el pergamino con las sentencias dos días atrás y aún no había respuesta del Dios del Inframundo. Sería que no estaba de acuerdo con los castigos? O Tal vez no lo había recibido aún? Y si había cambiado de opinión? Decidió llamarle telepáticamente a Geist y mandarle pedir su teléfono y que se lo enviara con Junet. Así mataba dos pájaros de un tiro al mandarle un mensaje a Shaina y saber cómo le había ido con el caballero de Virgo.
Minutos después, ya más tranquilo se envistió de nuevo con su túnica y se preparó para recibir a la Caballero de Camaleón.
No tuvo que esperar demasiado antes de que anunciaran su presencia.
Junet se inclinó frente al Patriarca sin mirarlo a los ojos como correspondía a su categoría.
- Levántate Caballero de Camaleón. Gracias por venir con tanta diligencia.
- Señor, La señorita Geist me ha dicho que me ha convocado. – dijo sumisamente mientras se levantaba y lo miraba de mascara a mascara – En que puedo servirle?
- Junet, como te fue ayer con el nuevo soldado que te envié? Tuviste algún problema?
Junet quedo un momento en silencio antes de contestar.
- El Soldado nunca se presentó señor.
- Que dices? Tenía que haberse reportado contigo desde temprano!
- No señor. Estuve entrenando hasta las 12 que tuve que salir. Regrese y nadie había ido a buscarme. Le pregunte a los guardias y nadie lo vio. Tal vez se arrepintió y …
- No! Eso es imposible. Pasaste por las doce casas verdad?
- Si señor
- Atravesaste la casa de Virgo?
- Sí señor, pero la casa estaba vacía.
- Vacía? Shaka de Virgo no estaba en su lugar?
- No señor. Lo sé porque el Caballero de Virgo siempre ha sido educado y nos saluda al darnos el pase.
Shion comenzó a preocuparse. Shaka no se atrevería a desafiar las ordenes de la mismísima diosa Athena, o si?
- Te dio Geist algo para mí?
- Ah sí! Lo había olvidado. – dijo quitándose el celular de la cintura y extendió la mano para entregárselo – Le mando esto.
- Gracias. Eso es todo Junet, retírate.
Junet hizo una reverencia y salió de la sala.
Shion se dejó caer en su silla. Que significaba eso? Donde estaba Shaka? Sin su cosmo, era casi imposible para el rastrearlo.
Decidió enviarle el mensaje cifrado a Shaina mientras tenía la cabeza fría.
"Celtohispano lastimosamente dudoso por descompensación. Hay que ayuda(r) acá he he. AAE.*"
Guardó el celular en el bolsillo y llamo telepáticamente a Mu, quien enseguida se presentó.
- Dígame Maestro.
- Mu, has visto a Shaka? – pregunto Shion
- No lo he visto desde ayer por la tarde maestro… - contestó Mu extrañado. Era del conocimiento público que Shion y Shaka chocaban mucho entre sí.
- No fue a la fiesta de Kanon?
- No señor. No llegó. Aunque tal vez Afro sepa. La última vez que lo vi estaba con él, aunque Afro si estaba en la fiesta. – dijo Mu cada vez más intrigado.
Afrodita? El otro acusado de conspiración y traición? Esto no pintaba muy bien.
- Necesito que lo localices inmediatamente. – ordeno Shion muy serio – Es de vital importancia para el Santuario
- Pasa algo malo que no sepamos Maestro?
- Sí, pero no estoy en condiciones de revelarlo todavía Mu. Necesito que confíes en mí, y me obedezcas. Búscalo y tráemelo por favor.
- En seguida señor.
Mu desapareció y se llevó todas las esperanzas de Shion en que las acusaciones contra dos de los más fieles caballeros de Athena fueran mentira. Ahora solo le quedaba esperar.
Mayo 18, 2.00am.
Suite de Hades
Columbus Isle, Bahamas
Hades abrió los ojos a duras penas sintiendo que lo habían torturado. El ruido del mar picado de la tormenta primaveral le taladraba los oídos.
- Maldito Poseidón hijo de… ¡! – el brazalete en su mano izquierda se reseteo dándole una descarga eléctrica
- Pero que jijos! – bzzzzzzzzzzz
- Con una mie… bzzzzzzzzz
- Que caraj,…. Bzzzzzzz
Si no estaba completamente despierto, con tantas descargas eléctricas se terminó de despabilar.
Tomo el teléfono y marco a recepción.
- Lo sentimos, el número que usted marcó está ocupado.
Lanzó el teléfono contra la pared y su brazalete volvió a resetearse. Se metió a bañar para tratar de quitarse ese dolor de cabeza tan terrible que tanto odiaba al tener una resaca y maldijo cuanto quiso a Dionisio por inventar el uso del alcohol en las bebidas, a Poseidón por ponerlo en ese estado y a Hefestos por haber hecho el brazalete.
Para cuando estuvo listo, salió de su habitación azotando la puerta. Sabia por puro instinto que su hermano estaba en la disco viendo a las nuevas chicas en las jaulas ago-go y se dirigió al lugar. El lugar estaba a reventar como cada noche y para cuando llego hasta donde él estaba, los cabellos azules del cuerpo de su hermano sacaba humo con olor a quemado de tantas descargas y Poseidón lloraba a mares en su mesa mientras temblaba por el buzz del brazalete cada cinco segundos al voltear la vista hacia la chica en bikini que tenía enfrente.
La imagen era tan ridícula que Hades no pudo menos que sonreír antes de botarse de la risa.
- Tú de que te ríes imbécil? – Pregunto Poseidón alzando mucho la voz por la música y enojado al ver a su hermano reírse de él.
- De lo estúpido que te ves jajajaja – contesto Hades en el mismo volumen.
- Ah sí? Y tú qué? También te pusieron tu brazalete… - dijo Poseidón
Hades volteo a ver la mano de Poseidón con un brazalete dorado como el suyo y volvió a reír. Le hizo una señal a su hermano para ir a la oficina del lugar, donde el ruido no los hiciera tener que gritar.
- Quien fue el chistoso que nos hizo esto? – pregunto Hades al cerrar la puerta – Lo voy a mandar derechito a lavarle la ropa interior al intendente de los sanitarios de empleados de Cocytos.
- Ufff si supiera, yo ya lo hubiera puesto a soportar alguno de los pilares de mi castillo. – dijo Poseidón – Pero supongo que la borrachera fue tal, que nunca lo sabremos.
Hades leyó el brazalete de Poseidón.
- Pobre! Te dieron donde más te duele! – se burló Hades
- Y a ti? – dijo Poseidón revisándole el brazalete – Jajaja lo acabas de resetear también!
- No es gracioso. Yo tengo mucho trabajo que hacer y tenía que haber regresado varias horas atrás. – dijo Hades molesto
- Tiene que ver con el pergamino que te trajo Hermes y que rechazaste diciendo que no querías mas recordatorios de pago de tu suegra? Jajajaja
- Qué? Noooo yo no pude haber dicho eso! – dijo Hades sonrojado Y molesto de que descubrieran ese secreto.
- Jajajaj siiiiiiii y así todos nos enteramos que le pasas pensión a Deméter jajajaja
- Idiota! Es la única manera que me deje en paz! Donde esta ese pergamino? – pregunto Hades ansioso. Sabía perfectamente que no era de Deméter sino de Athena.
- Pues… - dijo Poseidón pensando – Seguramente te lo dejo en tu cajón de correo de la gerencia. Estaba bastante ansioso por que lo abrieras para sacarle una foto y trolearte después.
- Que no se atreva Manda a traerme mi caja! – Ordeno Hades a Poseidón tomándolo por las solapas de su saco.
- Cálmate! Se te va a resetear de nuevo y lo que menos quiero es tenerte aquí mucho tiempo – dijo Poseidón tratando de calmarlo - Dame un minuto.
Hades lo soltó y su hermano hizo la llamada a recepción, desde donde dos minutos más tarde, uno de los bell boys traía corriendo una caja metálica. Poseidón le entrego la caja a Hades, quien la abrió bajo la mirada del chismoso de su hermano.
Rompió el sello y lo leyó con avidez.
- MMM… no están tan mal los castigos… - dijo en voz alta – Aunque faltó el castigo del matasanos
- Matasanos?
- El Hermano de Kanon – dijo Hades sin verlo pues estaba terminando de leer el pergamino
- Pero ese ya no pertenece al santuario – dijo Poseidón extrañado – Ahora que tramas?.
- Mmm… si no es parte del santuario… - dijo Hades pensando en voz alta – Podríamos acusarlo de agresión…
- De que carajos hablas?!
- Nada… aquí estos imbéciles atacaron a Minos en la boda de uno de los dorados y pues… jeje… aprovecho la oportunidad para joder a Athena jeje ya ves que casi no me gusta – dijo Hades mostrándole el pergamino.
Poseidón leyó rápidamente el manuscrito
- Te rayaste! 3 de 4 dorados castigados… Y que castigos! Eso solo los dejara con casi la mitad de los dorados en funciones por un tiempo!
- Siiiiiiiiii! No es genial? Tener encerrada a mi nuerita sirve de algo Jajaja
- A quién?
- A Shaina
- Encerrada en dónde?
- En el depa de Minos
- Jajaja el último lugar donde ninguno de nosotros los buscaría. Eres demasiado listo
- Jajaja gracias gracias… - dijo Hades haciendo unas ligeras reverencias - Ahora solo tengo que ir a buscarlos, entregarles a Shaina y que me entreguen al dorado que debo llevarme a mi prisión que es… espera… por aquí lo leí… brbrbrbrb Milo…
- Ese quién es? El de los cuernos? O el de la melena?
- La verdad sea dicha, con trabajos me sé el nombre de mis espectros. No tienes la base de datos en tu celular? Yo no encuentro el mío. Creo que lo perdí en la borrachera.
- A ver espera… - Poseidón saco una soda del mini bar, tomo su celular, abrió la base de datos e hizo la búsqueda – Milo… Milo… - tomo un sorbo de la soda y comenzó a toser desenfrenadamente
- Tranquilo… Muerte por ahogamiento con burbujas de soda no es nada glamoroso para un dios como tú – dijo Hades dándole palmaditas en la espalda divertido.
- Idiota! Cof Cof! Ya viste quien es el tal Milo? – Dijo casi estampándole el celular en la cara mientras se reponía
Hades hizo un poco para atrás el celular para verlo bien.
- Con un carajo! Es en serio?
- Así es cof cof… Vas a castigar al hijo de Ares Jajaja cof cof
- Arghhhh y ahora? Si Pandora lo ve, lo va a reconocer así como nosotros… De nuevo mi hermana causándome problemas!
Poseidón lo vio con simpatía.
- Mándala a limpiar el Castillo Heinstein Jajaja
- Ja ja ja que risa – dijo Hades en tono de fastidio – Aunque… Y si le adelanto su viaje a Londres diciéndole que así puede ir viendo lo de su escuela… mmm… tendría el inframundo para mi solito sin viejas que me jodan sí! Esa es una excelente idea!
- Jajajajaja peeeeeeeeero lamento ser el portador de tan malas noticias – siguió diciendo Poseidón para fastidiar a su hermano – Pandora es el menor de tus males…
- Eso dices tú…
- También lo pueden reconocer Eros…
- Ese no se para por ahí sin su mami
- Anteros…
- Puedo mantenerlo en la superficie fácilmente…
- Y a Fobos… y a Deimos… y a Cidoimos… y a Keres… y a…
- Ya entendí, ya entendí. – dijo Hades – Dudo que alguno de esos pase por los calabozos pero no me arriesgo. Si Zeus se entera que yo sabía del hijo de Ares y no le dije… para que quieres.
- Si… además últimamente anda de malas. Creo que no se ha echado su virgencita mensual.
- Jajaja no sé qué tanto les ve. La verdad sea dicha, nada como la experiencia.
- Lo dice el santito que solo tiene una mujer…
- No tengo tiempo para más. Y con una tengo y basta.
- Si como no. Pero no te he podido convencer en 2000 años y no lo intentare ahora. – dijo Poseidón aburrido – Y entonces que vas a hacer con él.
- Tengo el castigo perfecto pero no te lo diré aun para que no se me sale. – dijo Hades relamiéndose los bigotes – En que extensión esta Fes? Necesito que me quite esta porquería.
- Uhhh…. Lamento informarte que no está en la isla
- Repite eso
- Dejo dicho en recepción que regresaría mañana en la madrugada, que había ido a no sé dónde a conseguir sus materiales – dijo Poseidón saboreando la inquietud de su hermano – Eres bienvenido a quedarte hasta entonces.
Hades cerro los ojos y comenzó a murmurar: "no me voy a enojar… no me voy a enojar"
Poseidón sonrió satisfecho. No había sido su intención que Hades se quedara varado, pero al menos había cumplido su promesa a Kanon. Hades no regresaría antes de otras 24 horas.
Mayo 18, 9.30 am.
Casa de Elizabeth
NYC, Estados Unidos
Sam regreso de correr como todos los días alrededor de la cuadra. A sus tempranos treinta, era una mujer que suscitaba la lujuria de muchos cuando salía a trotar en sus leggins de ejercicio color azul rey y su top de Licra. Ahora, rehidratándose con su botella de agua antes de entrar a casa para asearse, vislumbro desde la acera, por el ventanal que daba a la cocina, la misma figura vestida de rosa y cabellos rubios que había dejado cerca de 45 minutos atrás en el exacto mismo lugar.
Se dirigió hacia allá y no se equivocó. Liz estaba sentada frente a su cereal de frutas tal y como se lo había dado.
- Liz, cariño… sucede algo? Te sientes mal?
Liz seguía jugando con los aros de colores en su tazón. Tardo un poco en reaccionar.
- Qué? Ah… disculpa Sam… estaba un poco distraída.
- Distraída? Yo hubiera dicho que en la luna
Liz hizo el intento de sonreír pero no lo consiguió. Desde que había regresado de Atenas, no conseguía que nada le levantara el ánimo. Se sentía muy cansada, sin hambre… decaída era la palabra indicada para describirlo.
Sam se dejó caer en la silla más próxima a ella. Le tomo ambas manos.
- Es por el castigo de tu padre?
- No. Yo misma le dije que podía hacerlo – contesto Liz
- Por lo que sucedió en esa boda? – Liz volteo a verla. Ella sabía? – Si bueno… Miguel estuvo por aquí y al no encontrar a tu papa me lo contó a mí. Le dije que ya que no te había sucedido nada, no lo molestaría yo con esas minutas
Liz negó con la cabeza y le agradeció en el fondo. Si así estaba castigada tres meses… si le decían a su padre, no la dejaría salir hasta los 21.
- Entonces es por Shaka? Es un buen chico, aunque un poco pedante
Liz no pudo evitar una sonrisa al recordar a su amigo. Como la estaría pasando? Ya debería estar cumpliendo su castigo, no?
- No. Shaka está bien. Y no es pedante. Solo es un poco… mmm… falto de habilidades sociales. El prefiere estar solo siempre… y no lo culpo. El mundo está loco allá afuera.
Sam la miro con curiosidad. De cuando acá Liz era tan pesimista?
- Liz… sucedió algo más mientras estuviste en Grecia?
Liz volteo a verla con sus atribulados ojos azules.
Flashback.
A Aioros le tocaba guardia y tal como le había ensenado a su hermano, cumplía cabalmente con su misión de principio a fin. Patrullaba el área de los aposentos de Athena por la parte de atrás. Sus pasos lo habían llevado allá sin saber por qué. Era casi media noche y había luna llena y la temperatura en el ambiente era extremadamente agradable, pues la humedad de la primavera, permitía al ambiente tener la temperatura perfecta.
Rodeo la montaña melancólicamente y a lo lejos vislumbro un brillo plateado. Mas por curiosidad que por trabajo, Aioros se dedicó a seguir ese brillo. Poco después pudo ver una pequeña poza de agua sombreada por altos y frondosos árboles alimentada por una cascada que parecía proceder de la misma corriente de agua que alimentaba a las termas de la cámara de Athena. Aquél era el brillo plateado que había visto en la distancia y, por un momento, Aioros se quedó inmóvil, asombrado ante la belleza de la escena. Como es que nunca se adentraba tanto para vigilar esa área? Ah sí! Es que estaba demasiado alejada de todo.
Adivinó, que por encima de la cascada, debía haber otra poza de donde procedía el agua y tal vez varios más. A la izquierda de la cascada había una pequeña pérgola en forma de templo griego de mármol blanco que, desgastado por el tiempo, tenía ahora un tono opalino muy bello y cuyos pilares estaban cubiertos por una gran profusión de enredaderas y madreselvas y flores silvestres. Aioros pudo ver, a la luz de la luna, unos escalones que llegaban hasta la poza. Reinaba una profunda tranquilidad, sólo se escuchaba la suave música del agua al caer y los leves y mágicos ruidos que siempre pueden escucharse en un lugar así por la noche.
Se quedó muy quieto. No era sólo la belleza del lugar lo que lo inmovilizaba por completo. Era casi como si un hechizo hubiera descendido sobre él y como si su instintivo sexto sentido le advirtiera que ese momento era de gran importancia y que algo estaba a punto de suceder.
Y, en ese momento, una figura femenina descendió por los escalones del templo. Se movía con mucha lentitud, envuelta en una túnica blanca y transparente y, mientras Aioros la observaba, fascinado, llegó al último escalón, casi a la orilla del agua.
Se quedó inmóvil, mirando a su alrededor como si quisiera empaparse de la belleza del lugar y luego, lentamente, la prenda que llevaba encima descendió hasta su cintura para caer después a sus pies.
Ella echó la cabeza hacia atrás y luego la levanto, hacia la luna, que brillaba por encima de los árboles. Estaba completamente desnuda y su belleza era indescriptible.
Blanca y perfecta, pero al mismo tiempo resplandeciente y cálida, parecía una antigua estatua griega de pie sobre la piedra gris, pero la palpitante redondez de sus senos, sus esbeltos muslos y su orgullosa cabeza eran muy reales. Su cintura podía caber entre las dos manos de un hombre y su cuello, largo y gracioso, confería a su hermosa cabeza una innegable distinción. No cabía duda que era todo un ángel enviado desde el cielo para revolverle las ideas a Aioros.
Por un segundo permaneció quieta y luego se zambulló en el agua. Nadó a través de la poza: dio la vuelta y regresó a la orilla de donde había partido, subiendo de nuevo los escalones, mientras en su cuerpo brillaban iridiscentes las gotas de agua que resbalaban por su cuerpo. El cabello rubio le caía sobre los hombros y, levantando los brazos, lo enrolló para recogerlo y exprimir el agua sobrante.
Entonces, de la misma forma inesperada como había llegado, subió los escalones y desapareció entre las sombras del templo. Aioros lanzó un profundo suspiro. No se había atrevido siquiera a respirar cuando permaneció allí, observándola, fascinado al contemplar aquel espectáculo que jamás imaginó que existiera sobre la faz de la tierra: aquella combinación de luz de luna, agua plateada, frondosos árboles y una exquisita figura de mujer.
Por un momento, pensó que había soñado todo aquello, pero luego reparó en un charco de agua oscura sobre los escalones de piedra... el agua que había escurrido del cuerpo de ella.
Con mucha lentitud, casi como si algo lo atrajera contra su voluntad, empezó a avanzar hacia el templo. El templo era más grande de lo que Aioros había supuesto y se dio cuenta que extrañamente pertenecía aun a los aposentos de Athena. Posiblemente un lugar tan privado, que pocos tenían la suerte de conocer. Estaba parcialmente en ruinas y tenía, a la luz de la luna, una extraña y dramática apariencia, como el escenario de un sueño.
El sendero lo condujo hasta el centro de la escalinata, una parte de la cual ascendía hacia una abertura entre los pilares de mármol, y otra descendía hacia el agua fresca, plateada y tranquila en esos momentos. Aioros esperó. A la distancia, entre la oscuridad de los árboles, un ruiseñor cantaba. Percibió la fragancia de las flores cuyo exótico perfume no pudo reconocer. Todo estaba muy quieto y aun los árboles y las flores parecían petrificados en silenciosa espera.
La mujer reapareció de pronto, y aunque él la había estado esperando, se quedó asombrado al verla. Se quedó un momento de pie entre los pilares y luego avanzó, surgiendo de la oscuridad del umbral, sin que sus pies hicieran sonido alguno, hacia la luz de la luna. Iba canturreando una cancioncilla entre dientes que ahora que el silencio se había roto, semejaba una orquesta que hubiera estallado en acordes triunfales.
Pudo reconocer a la dueña de toda esa magia. Era Liz! Y… ¡Era preciosa! Aioros, que había conocido muchas mujeres hermosas en su vida, contuvo el aliento ante la perfección inmaculada de su belleza. Con los labios entreabiertos y los ojos brillantes, miró un momento hacia la luna, sin darse cuenta de que alguien la observaba.
Llevaba puesta ahora una túnica transparente recogida bajo los senos con cintas plateadas y alrededor de los brazos desnudos, sobre un hombro, una capa de terciopelo blanco adornado con plumas del mismo color que seguramente no eran suyos. Era bien sabido que durante los cientos de años que ese santuario tenia abierto, muchas doncellas de Athena habían dejado, a su muerte, cientos de baúles con ropa de muy buena calidad al alcance de quien los necesitara. Instintivamente, Liz comprendió que alguien la observaba y, al volver la cabeza con rapidez, vio a Aioros.
Por un momento ninguno de los dos se movió, pero luego la muchacha se llevó las manos al pecho, como para aquietar los tumultuosos latidos de su corazón. Menudo susto le había dado. Sus ojos se encontraron por un momento y ella desvió la mirada en el acto. Miró a su alrededor, como si de pronto se diera cuenta que no era un lugar tan privado como ella esperaba.
- ¡Perdóneme Señorita! —exclamó él al comprender lo que ella estaba pensando— Estaba de guardia y se me hizo extraño ver a alguien en esta parte del santuario a estas horas de la noche. Si quiere que me vaya, lo haré en el acto.
- ¿Cuánto tiempo… lleva aquí… Caballero? —tartamudeó Liz
- Unos segundos o toda una eternidad. Fue un momento que no puede medirse dentro de los confines del tiempo humano.
Aioros vio cómo el rubor subía por las mejillas de ella, lo cual la hacía todavía más hermosa si eso era posible y entonces, con un gesto que combinaba una solemne dignidad con una dulce timidez, ella contestó:
- Debo pedirle que no le diga a nadie que coincidimos esta noche en este preciso lugar – dijo - Lo que usted vio no estaba destinado a sus ojos, ni a los de nadie más.
- No puedo recordar nada, excepto que eres la criatura más hermosa que he visto en mi vida —respondió él con voz baja.
Ella lo miró con repentino miedo y se quedó inmóvil. Ambos se daban cuenta de las corrientes subterráneas que los atraían y del extraño magnetismo que los unía, haciendo que todo pareciera intensamente vital, y transformando sus palabras, llenándolas de una magia que daba un nuevo sentido a cuanto decían.
Por un momento ninguno de los dos pudo moverse. Se quedaron mirando dominados por un poder más fuerte que su propia voluntad. Aioros advirtió que su propio corazón estaba palpitando a toda prisa. Y vio el pulso que latía con rapidez en el blanco cuello de la muchacha.
Liz se quedó esperando a que él hablara y cuando por fin él se puso de pie y avanzó hacia ella, no había nada qué decir. Se limitó a extender los brazos para oprimirla contra su pecho.
Ella no pudo resistirse, renunciando a luchar contra algo más poderoso que todos los convencionalismos. Apoyó la cabeza en el hombro de él y Aioros vio aquellos ojos, levantados hacia los suyos, y los labios que lo esperaban. Buscó su boca; primero, con ternura y gentileza, como hubiera besado a un niño; pero luego sus besos se hicieron exigentes, apasionados; hasta que, por fin, la llama que ardía en el interior de ella respondió con la misma fuerza.
De pronto ella se soltó y lanzo una pequeña exclamación de asombro. Que era lo que estaba haciendo? Todas las lecciones de su padre, tutores, tíos… todo se estaba yendo a la borda. Eso no era correcto. Estaba faltándole el respeto a Athena, a su tío Her… a Shaka!
Salió corriendo rumbo a sus habitaciones dejando a Aioros en el mismo lugar, desconcertado al no poder comprender lo que al final paso por la cabeza de Liz antes de huir de él.
Fin del Flashback.
- Yo… - dijo Liz finalmente – Creo que… me di cuenta que hay una parte en mi educación que no ha sido llenada en su totalidad y…
- A que te refieres? – pregunto Sam curiosa
- Mmm… a los besos y todo eso – dijo tratando de no parecer ansiosa – Desde luego que la teoría dice que solo es la unión de labios que tienen una enorme cantidad de terminaciones nerviosas y todo eso. Pero… mmm… todos los besos son iguales?
Sam abrió grandes los ojos. Si necesitaban una confirmación de que Liz ya no era una niña, ahí la tenían.
- No. No todos los besos son iguales Liz – dijo tratando de pensar muy bien en su respuesta para que Gabriel no se enojara - Las reacciones químicas varían de acuerdo a quien le das el beso. Si lo das con la persona adecuada, literalmente puede hacerte ver estrellitas. Si es con la persona incorrecta, puede darte mucho asco.
Liz se quedó un momento sin hablar, sopesando las palabras de Sam, la cual no quería quedarse con la duda.
- Liz, dime la verdad. Que paso en Atenas. Sabes que puedes contarme todo. Puedes confiar en mí.
Liz la miro y asintió. Sam hacía mucho tiempo que la hacía de confidente con ella, pero habían sido niñerías, cosas que si su padre se enteraba realmente no la afectaría, pero ya más allá… No. Mejor no se arriesgaba.
- No Sam. Solo me preguntaba porque había muchas parejas en la boda y… se veían tan cómodos besándose… Olvídalo es una pregunta tonta. – dijo tratando de restarle importancia. Intento comerse el cereal pero ya estaba remojado por lo que hizo un gesto de disgusto. A ella le gustaba el cereal crujiente.
Sam sin decir palabra le recogió el plato y se lo cambio por otro con una nueva porción de cereal.
- Bueno… entonces cuéntame cómo estuvo la fiesta. Les gusto tu vestido?
Liz sonrió y sus ojos brillaron de nuevo. Ese era un tema neutral que estaría gustosa de compartir con la novia de su padre.
*Shaina, Hades no se ha comunicado. Estoy preocupado y te necesito.
