Chicos, mil disculpas. No me he recuperado. En todo caso, podria decir que estoy mucho peor y me han recomendado dejar la computadora lo que obvio no puedo hacer jijiji pero, seguire subiendo lo mas pronto que pueda/me dejen si? tambien les aviso que he abierto una pagina de face con el nombre del fic (sucesores que valen oro). Varian amigas me hacian el favor de promocionarlo por el face y estoy genero mucha confusion entre los lectores, pues ellas decian que era suyo. Asi que yo y solo yo escribire en esa pagina si? voy a ir subiendo todos los capitulos en las notas y poniendo fotos y eso. Saludos y que tengan una excelente lectura.
Capítulo 114
Mayo 20, 10 am
Cámara del Patriarca
Santuario de Athena, Grecia
Shion tele transportó a Shaina con las compras que habían hecho, directo al Santuario de Athena desde Oslo. La Cámara estaba en silencio, y Shaina comenzó a salir de su ensoñación, rememorando de improviso todo lo vivido diez días antes en la boda, lo que provoco que su cuerpo comenzara a temblar sin remedio.
Shion lo sintió y la abrazo
- Aquí no tienes nada que temer Shaina
- Lo sé. Pero no puedo evitarlo – dijo escondiendo su cara en el pecho de Shion – Como voy a enfrentarme a ellos si me vieron… como me vieron.
- Por ellos, te refieres a los dorados?
Shaina asintió sin alzar su cabeza.
- Creo, que todos y cada uno de ellos se sienten aun peor que tu Shaina, pues fue culpa nuestra que te pasara todo eso. Ve a tu habitación, toma un baño relajante y ponte tu uniforme. Saori querrá verte y Sammy también.
Suspirando por no tener otra opción, Shaina tomó sus cosas y salió rumbo a su habitación en silencio.
Shion la miro desaparecer al fondo y sonrió. Ella estaría bien. Solo necesitaba relajarse y volver a la rutina aunque sea por corto tiempo.
Se dirigió a su propia habitación con la intención de hacer lo mismo que le había ordenado hacer a Shaina, cuando vio una figura conocida recargada en el pilar, dormido estando de pie: Kiki.
Shion se dirigió hacia él y le tocó el hombro, haciendo que el niño brincara.
- Lo siento maestro. Me quedé dormido.
- Y que haces aquí?
- Usted me dijo que no me moviera hasta que regresara.
Shion volteo a ver su reloj de pulsera. Eso se lo había dicho 22 horas antes cuando Shion se había ido con Hades a recoger a Shaina.
- Estas diciendo que estas aquí en el mismo lugar desde el mediodía de ayer?
- Si maestro
- Por qué?
- Porque usted me dijo que lo esperara y no me moviera. Quiero demostrarle que aprendí mi lección y me gustaría quedarme aquí como su discípulo – dijo Kiki muy serio – no quiero cambiar de maestro. Sé que hice mal, pero estaba preocupado y solo fui a preguntarle al maestro Mu su opinión. No sabía que Marín estuviera ahí. Por favor perdóneme Maestro. Prometo no volver a meterme en problemas ni a deshonrarlo como mi superior.
Shion no dijo nada pero internamente se conmovió por el compromiso del chico. Dejo pasar unos segundos antes de ceder.
- Acompáñame Kiki
Kiki asintió y lo siguió a una distancia prudente. Entraron a la oficina de Shion, quien se sentó frente a su escritorio, mas no le dio permiso al niño de hacer lo mismo.
Busco algo en uno de los cajones y al no encontrarlo se levantó al librero detrás de él, de donde después de algunos minutos saco una bolsa de terciopelo verde.
- Recuerdas quien fue Sócrates, Kiki? – el niño asintió con la cabeza - Sócrates de Atenas fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Él le ensenaba a sus discípulos tres filtros antes de comunicar una noticia – dijo Shion viendo que Kiki le estaba poniendo atención - El primer filtro es la VERDAD: ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que quieres decir es verdadero en todo su contenido? El segundo filtro es la BONDAD: ¿Lo que quieres decir es al menos bueno? Y finalmente el tercer filtro: ¿Es NECESARIO que digas eso? Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… dejémoslo en el olvido. De acuerdo Kiki?
- Si Maestro – dijo Kiki emocionado. Shion lo estaba perdonando y le estaba dando una segunda oportunidad.
- Pero, aun tengo un problemita contigo – dijo Shion poniéndose frente al niño.
Saco dos brazaletes gruesos tipo grillete de color cobrizo y se los coloco en las muñecas. Tenían un pequeño cascabel.
- Estos brazaletes te impedirán tele transportarte.
- Pero Maestro!
- Nada! – dijo Shion con firmeza – Y tienen un cascabel como si fueras gato para ver donde estas. Son los mismos que le tuve que poner a Mu cuando niño.
Kiki abrió sus ojos violeta. Mu había tenido que usarlos también?
- El único que puede quitarte los brazaletes soy yo y mientras tanto, caminaras como todos los demás. Comprendiste?
- Si Maestro.
- Ahora baja corriendo las escaleras y tráeme a Mu y a Milo.
- Si Maestro – dijo corriendo mientras salía de la oficina
- Y quítame tu equipaje de la cámara! – alcanzo a gritar Shion antes de sonreír al ver a Kiki.
Sí. Tuvo que usarlos con Mu por la misma razón y el ahora caballero dorado de Aries había aprendido su lección, solo rezaba porque funcionaran de nuevo con Kiki o de verdad tendría que enviarlo a Jamir.
Mayo 20, 12 pm
Ptolomea, Primera Prisión
Inframundo
Hades llego a Ptolomea con Milo y Mu. Minos estaba trabajando en su puesto, juzgando a las almas pecadoras y no le presto mayor atención. Hades lo noto pero no le dio importancia, después de todo, tenía bastante trabajo atrasado. Los llevo a la habitación de huéspedes y abrió la puerta con la llave que Minos le había proporcionado esa misma mañana.
- Aquí podrán quedarse los dos – dijo viendo que la habitación estaba correctamente preparada con dos camas individuales – No esperaba tener más de un invitado, pero espero que estén tan… cómodos como sea posible teniendo a Minos de anfitrión.
Tanto Milo como Mu voltearon a verse. Invitados? Y la cárcel?
- Ya que el borreguito solo estará aquí pocos días, no creo que sea necesario darle las reglas del lugar – siguió diciendo Hades mientras revisaba las gavetas y el closet de la habitación. No era que desconfiara de Minos, solo era por simple precaución – Sin embargo para el Junior las cosas son algo distintas.
- El junior? – pregunto Mu
- Perdón. Uhhh… olvido su nombre. De seguro es muy marro y además tiene cara de junior – dijo Hades divertido
- Milo – dijo el caballero de escorpión entendiendo perfectamente por que el sobrenombre y no haciéndole la menor gracia.
- Lo que sea – dijo Hades encogiendo los hombros. Si no se sabía los nombres de todos sus espectros mucho menos de dos estúpidos dorados de la orden de Athena.
Tomo a Milo de la muñeca y le puso una marca a carne viva con un pentagrama en el dorso de la mano bajo un grito de dolor de Milo.
- Tú, no podrás vagar por el inframundo. Durante estos 40 días estarás bajo el mando oficial de Minos…
- Qué? Mejor mándame a Cocytos! – replico Milo aun doliéndose de la mano
- Mmm… si me dejas terminar.
Ambos dorados se mordieron la lengua para no comenzar a replicar con Hades.
- Durante estos 40 días estarás bajo el mando oficial de Minos en el inframundo siendo el único lugar permitido para tu vagar, la primera prisión. Ptolomea será tu hogar por estos 40 días y te entretendrás siendo el asistente personal y administrativo. Trabajaras para él y solo podrás estar donde el este. Si él te ordena que brinques… lo haces; Si te ordena que pares… paras. Comprendiste la idea? Ah sí, pero algo muy importante. No deberás darte a conocer a otros espectros, jueces o dioses que anden por aquí.
- Prefiero ir a la cárcel! – dijo Milo enojado.
Hades no estaba acostumbrado a lidiar con gente tan necia e insolente sin darle su merecido, por lo que se acercó lo suficiente para que solo Milo pudiera oírlo.
- Yo que tú, dejaba de replicar o te entrego a tu adorado papi, lo que significa que tendrías que enfrentarte al juicio de los dioses por alta traición y si eso sucede… Athena no tendrá más opción que quitarte tu armadura y tu mujer… bueno… ni siquiera quiero tener que decirte lo que le va a suceder en medio de los dioses más lujuriosos, verdad?
Milo entrecerró los ojos sin quitarle la mirada de encima al dios del inframundo, quien solo sonrió victorioso.
- En todo caso, tú te metiste en este lio solo. Nadie te dijo que atacaras a Minos en esa fiesta. – dijo Hades volviéndose a Mu – Y tu… Recuérdame a que te mandaron?
Mu suspiro antes de decir.
- A arreglar por cortesía de Athena la Surplice del Grifo que pudo haber sido dañada en el ataque de mis compañeros. – dijo Mu muy serio
- Ah sí… Sígueme.
Hades y Mu se dirigieron al tribunal.
- Minos…? – dijo Hades
- Que!
- Qué?... Qué?... – grito Hades
- Lo siento. – dijo Minos en tono insolente – Es que estoy ocupado
- Pues más te vale que bajes de tu estrado y me pongas atención estés ocupado o no porque si no lo haces te pateare el trasero.
Minos bajo a regañadientes
- Dígame Señor.
- Donde está tu Surplice?
- En mi habitación
- Ve por ella y dásela al borreguito aquí presente – ordeno Hades
- Ahora?! – dijo Minos señalando la larga e interminable fila frente a él.
- Si, Ahora!
Maldiciendo por lo bajo y azotando la puerta Minos fue a donde le ordenaba. Hades tomo nota mental de hablar con el cuándo terminara su turno.
- Uh… disculpe señor… - dijo Mu
- Dime
- Nunca he reparado una Surplice del inframundo pero supongo que no debe ser diferente de las armaduras doradas…
Hades volteo a verlo y comenzó a reír.
- Así es. Tendrás que utilizar un poquito más de energía ya que el material es más duro y resistente. Al menos la de Minos.
En ese momento llego Minos y puso la Surplice en su caja frente a Mu. La sacó y Mu pudo ver el gran daño que Saga le había causado. Un ataque más de esa naturaleza y hubiera quedado inservible y Minos posiblemente hubiera muerto. Mu le echo una mirada de agradecimiento a Minos por haber cubierto a Shaina con la protección de su Surplice, pero Minos desvió indiferente la mirada hacia Hades.
- Necesita algo más señor? – dijo Minos volteando hacia la fila
- Borreguito? – pregunto Hades a Mu.
- Pues… - dijo Mu pensando – Voy a necesitar la sangre de alguno de ustedes
- Jajaja Ni lo suenes Minos – dijo Hades volteando hacia Minos – Ni que te estuvieras portando tan bien.
- Nadie dijo nada – contesto Minos fastidiado
- Seria premiarte por tus tonterías y eso no va a suceder – volvió a decir Hades
- De nuevo señor – dijo Minos rolando los ojos – No se lo iba a pedir a usted. Yo daré mi sangre por mi Surplice como siempre lo he hecho y sin ayuda de nadie. Y si me disculpan ambos, tengo demasiado trabajo. Si Mu comienza a trabajar en ella, cuando termine mi turno con gusto me pongo a su disposición.
Hades lo miro detenidamente pero no dijo nada. Después de todo, Minos tenía razón. Solo le hizo una ligera señal con la cabeza para que regresara al trabajo y después el mismo fue a darse una vuelta por los Elíseos, donde se le hizo raro no ver ni a Thanatos ni Hypnos. Donde se habían metido?
Mayo 20, 3 pm
Recinto de Amazonas
Santuario de Athena, Grecia
Shaina bajo muy despacio las escaleras que llevaban desde su oficina hasta el recinto. Ningún caballero dorado estaba en su lugar, por lo que había sido mucho más fácil de lo que ella esperaba. Todos estaban hablando con Shion, quien le dijo que mientras fuera a ver a sus hermanas y ella había accedido.
Todavía ni siquiera había llegado a la reja cuando una pirinola vestida de azul se le aventó, haciéndola retroceder dos pasos para recuperar el equilibrio.
- Shainaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
- Hola Sammy… me extrañaste? – decía abrazándola con cariño y ternura
- Creí (snif snif) que me habías abandonado como mi mama (snif) – dijo la niña llorando copiosamente – Nadie (snif) me quería decir dónde estabas y (snif snif)… No me llamaste ni una vez (snif)
- Pero ya estoy aquí verdad?
Sammy asintió con la cabeza y escondió su rostro en su cuello. Fue cuando vio que Mayura estaba cerca.
- Hola Shaina, Bienvenida
- Hola Mayura… es bueno estar en casa.
- Quieres que sostenga a Sammy para que vayas con las demás?
- No. Mejor ven conmigo. Me hace bien que ella me abrace – contesto Shaina quitándose su máscara.
Se hizo todo un alboroto cuando las niñas y Yulij y Geist se dieron cuenta de su llegada desde el lugar de entrenamiento y llegaron corriendo para abrazarla.
Las máscaras volaron por todos lados para ir a abrazarla y Shaina se dio el lujo de soltar una que otra lagrima cuando Geist la abrazo llorando.
- Niñas… hoy es día de regocijo para el Recinto. Tendrán la tarde libre – dijo Geist mientras las chiquillas vitoreaban y corrían como loquitas a sus barracas a jugar, incluyendo Sammy que fue contagiada por sus ex compañeritas
Mayura, Yulij, Geist y Shaina se dirigieron a la sala común.
- Te? – Ofreció Yulij
- Si por favor, de hecho… déjenme les comparto de uno de mis tés especiales – dijo Shaina dirigiéndose al gabinete donde los guardaba bajo llave.
Las tres esperaban escuchar gritos cuando lo abrió, pues Marín había roto la cerradura, pero ella estaba tranquila y saco una bolsita de yute que le ofreció a Yulij.
- Gyokuro? Vaya que estas esplendida esta vez – bromeo la peli plata mientras iba a la cocineta
- Jajaja fue un regalo de alguien que sabe que me gustaría – dijo Shaina – Y además la ocasión lo amerita. Donde esta Marín?
- Entrenando en la playa a Kakyuu
- Y Junet?
- En su cabaña. Dijo que no se sentía bien. – dijo Geist
- Qué casualidad que fue justo después de recibir el correo – dijo Yulij
- Yulij! No empieces! – advirtió Mayura
- Yo solo digo lo que veo – corrigió Yulij
- Iré a verla mientras Geist me hace una de esas ricas pastitas de chispas de chocolate que tanto me gustan para acompañarlo. –interrumpió Shaina
- Siiiiiiiiiii cuantas docenas quieres? 5? 6?
- Jajaja loca!
Shaina se dirigió alegremente hacia la cabaña de Junet. Era un poco raro que ella dijera que se sentía mal y sus sospechas fueron confirmadas cuando atisbando por la ventana, la encontró con los auriculares de su reproductor de música, tirada boca abajo sobre su cama, con lo que parecía un celular de última generación.
En efecto, Junet había recibido un paquete esa tarde y al abrirlo después de la hora de la comida se dio cuenta que era un celular, regalo de Than.
Estaba prendido y con la alerta de un mensaje nuevo recibido.
T Hola Junet! Espero que no te moleste que te haya enviado este regalo de agradecimiento por regresarme mi celular. Recordé que me dijiste que el tuyo era del trabajo y tenías que regresarlo, por lo que deduje que no tenías uno personal. Te mando el modelo rosita con cubierta de cristales plateados para que no vuelvas a perderlo. Qué tal que conoces a un pervertido?
Junet había reído ante este chiste y se había puesto a jugar con el inmediatamente, poniendo de pretexto que tenía cólicos para no trabajar por la tarde. Sabiendo que no le harían muchas preguntas, se puso a textearle a su nuevo amigo.
J Hola Than. Gracias por tan hermoso regalo, aunque no sé si debo aceptarlo.
T Hola Junet. No veo por qué no. No es como si te hubiera mandado flores y chocolates… a menos que quieras que te lo cambie por esto
J Jajaja no gracias. Eso sería mucho más difícil de esconder. Como siguió tu hermano?
T Justo estoy esperando el alta. Tardó mas en recuperarse de lo esperado pero ya está bien.
J Me alegro. Que fue lo que le paso?
T Larga historia. Digna de contarse en nuestro próximo café.
J Jajaja nadie dijo que aceptaría un próximo café contigo
T Pues yo tampoco te he invitado.
Junet sonrió. Se estaban coqueteando?
T Jajaja que te cuento… acabo de pasar por el área de víctimas de violencia sexual y un chico rubio está pataleando como loco, bien amarrado con agentes policiacos interrogándolo. Se me hace conocido, pero…
J Rubio? Podría ser el Maestro Shaka! Lo hemos estado buscando por días!
Thanatos no respondió de inmediato a ese mensaje, pero si le dio curiosidad y se regresó al pabellón del que había estado hablando. Fes finalmente había hecho acto de presencia en el hospital y le había quitado el anillo maldito a su hermano Hypnos, quien llevaba tres días de sufrir constantes descargas eléctricas al recordar lo sucedido.
Se asomó al pabellón, y casi suelta la carcajada al ver a Hyoga amarrado a la cama.
- Agente Eneas, ¿que ocurrió aquí? – dijo un tipo con gabardina. Presuntamente un detective
- Lo encontramos jefe, es el chico rubio que había desaparecido del santuario, el que subieron en un auto. Ya tenemos a los secuestradores, un tipo sin camisa, de cabellos negros y largos, y una nena muy linda, de cabellos verdes. Al parecer este rubio tiene el sindrome de estocolmo, pues jura que son amigos. Los secuestradores ya están en la delegación. ¿A quién enviamos a interrogarlos?
- Checa si la Teniente Gómez está disponible por favor. Ella es amiga de esos lunaticos del santuario, comuniquese con ella y digale que es una orden mía.
- ¡Si señor!
Thanatos no dejaba de sonreír. Ya había reconocido a uno de los estúpidos que lo derrotaron la última vez en los Elíseos. Y si ese era uno de los cinco, entonces el peli verde del que hablaban…
Decidió tele transportarse a la delegación para corroborar y divertirse un poco. Encontró lo que buscaba en una celda en el área para mujeres:
- Les digo que soy inocente! -gritaba Shun, sin que ningun policía le prestara atención pues todas las mujeres decían lo mismo.
Thanatos, más tranquilo al saber que su principal rival estaría ocupado por el momento salió por la puerta grande, no sin antes escuchar una conversación entre guardias.
- Oye Héctor, ¿ya viste esa hermosa peliverde de la celda A4? Esta buena, ya quisiera ser yo el de la guardia nocturna.
- Un poco plana para mí, pero supongo que lo que tiene entre las piernas le sirve igual Jajaja tranquilo, llévale un par de cigarrillos y aflojara, ya verás.
- Tienes razón, en mi próximo descanso iré por los cigarrillos.
Thanatos volvió a transportarse al hospital donde tuvo que contener la risa.
T Perdón Junet, me ocupe. No creo que sea la persona que estás buscando.
J Oh bueno… gracias supongo. De todos modos es el Maestro Shaka de quien estoy hablando. Él no tendría por qué estar en ningún hospital.
T Seguramente se fue de parranda. No te preocupes o te saldrán arrugas… y nadie quiere a una jovencita arrugada verdad?
J Jajaja supongo que no.
- Junet! – Grito Shaina quitándole de improviso los auriculares, haciendo que Junet brincara del susto
- Shaina? Shaina! – Grito abrazándola – que bueno que estas aquí! Nos tenías muy preocupada.
- Si, ya vi lo preocupada que estabas particularmente tú. – dijo Shaina reprendiéndola – Que significa esto?
Junet muy tarde recordó esconder el celular.
- Uhhh… fue un regalo
- De quién?
- De un amigo
- Que amigo?
- Uno que no conoces
- Junet!
- Anda… déjame tenerlo! Te prometo esconderlo bien. Nadie sabrá que lo tengo. Solo lo usare después de trabajar…
- Junet…
- Por favor…
Shaina miro la cara suplicante de Junet y no pudo decirle que no. Más bien, con qué derecho le decía que no si ella había hecho lo mismo? Seria hipócrita de su parte.
- Junet… solo es un amigo verdad?
- Si, si! Te lo juro! Si la situación llega a cambiar, primero lo consultare contigo. – dijo Junet – De todos modos no quiero una relación. Shun me ha dejado traumada de por vida.
- Jajaja no seas exagerada. – rio Shaina de buena gana – Soy la prueba viviente de que eso no existe. Anda… ven a tomar él te con nosotras.
- Entonces… me dejas quedármelo?
- Si juras por tu armadura que no volverás a mentir para quedarte chateando, que no descuidaras tus deberes y que nadie se dará cuenta… si
- Si! Si! Te lo juro! – dijo Junet ansiosa
- Anda pues. Escóndelo y vámonos. Las chicas están esperando. – dijo Shaina con una sonrisa – Creo que el maldito espectro me está ablandando.
- Pues desde ahora te digo que es mi héroe – dijo Junet apagando el teléfono y poniéndolo bajo el colchón.
Las dos chicas reían mientras se dirigían a la sala común.
Mayo 20, 7pm
Ptolomea, Primera Prisión
Inframundo
Minos terminó su turno demasiado tarde. Quería ponerse al día, pero no lo conseguía. Casi al final de su turno se había enterado que Rada y Pandora habían adelantado su viaje escolar mes y medio por orden de Hades, y Lune había tomado su lugar, por lo que tendría que trabajar doce horas seguidas. Ni siquiera había tomado un respiro para almorzar o para textearle a Shaina, lo que lo tenía de muy mal humor. Lo único que lo consolaba, era que ella estaba en el santuario y Milo estaba ahí, con él.
Cuando llegó a sus aposentos, Mu ya lo estaba esperando con la armadura y Minos suspiro. Se le había olvidado por completo.
Aiacos llego muy jovial a saludar a su amigo, ignorando que Mu estaba presente en la habitación:
- Minos! – dijo abrazándolo – Como estas amigo?
- Aiacos! – contesto Minos sonriendo como pudo – Tanto tiempo sin verte!
- Y si! Hades dijo que tomaste unas vacaciones obligadas. Que paso?
- Pues… larga historia, pero espero que en el record no me haya puesto vacaciones obligatorias y me haya puesto como incapacidad o algo así – bromeo Minos
- No lo creo. Yo mismo lleve el record firmado por él. – dijo Aiacos – Pero Rada me puso al tanto. Lo siento amigo.
- Mmm… sin comentarios… - dijo Minos mirando a su amigo bien vestido – Vas a salir?
- Sip. Tengo una cita con una rubia en Paris. – dijo Aiacos sonriendo
- Creí que te habías vuelto puñal con todo lo de la modelada – se burló Minos.
- Hey! Soy más machito que Rada y tu juntos!
- Jajaja
Mu hizo un sonido con sus herramientas, que llamo la atención de Aiacos.
- Y este que hace aquí?
- Está reparando la Surplice que se me daño. – dijo Minos aventándose en su cama – Y ahora debo darle de mi sangre…
Aiacos se sentó junto a él.
- Pero te ves del nabo!
- Ufff… pues gracias por el piropo! – dijo Minos cerrando los ojos
- Me refiero… a que no te ves lo suficientemente fuerte para hacerlo – dijo Aiacos preocupado.
- No importa. Si puedo, solo… solo necesito cinco minutos...
- Si como no… - dijo Aiacos quitándose el saco y remangándose la camisa
Minos se medio incorporo en la cama.
- Que carajos crees que estás haciendo? – le pregunto al adivinar lo que su amigo iba a hacer
- Lo mismo que harías tú en mi lugar – dijo entregando su brazo a Mu para que hiciera una incisión
- Pero… y tu cita?
Aiacos le sonrió mientras sacaba el celular de su bolsillo con la otra mano
- Las citas siempre pueden cambiarse.
Mayo 20, 8 pm
Tercera casa dorada de Géminis
Santuario de Athena, Grecia
Kanon se paseaba ansioso viendo el mensaje de Julián con el teléfono de Thetis. Estaba indeciso si llamarle en ese momento o al día siguiente. No se había comunicado con ella en demasiado tiempo y solo esperaba que no le colgara. No que no se lo mereciera, pero Thetis podía ser un poco… mmm… rencorosa y vengativa como toda escorpiona herida.
Pero al mal paso darle prisa. Kanon marco y espero.
Thetis estaba en su habitación cambiándose para su cita con Aiacos. Era su segunda cita si contaba con que la primera se había dado sin querer después de uno de los desfiles donde el aparecía como modelo y ella como asistente de una de sus maestras. Se habían encontrado en el after y la habían pasado bien. El la había invitado a cenar y ella había aceptado.
Su teléfono sonó de repente y sin fijarse quien era contesto:
T Alo?
K Thetis?
T Si? Quien habla?
K Vaya! Creo que tarde tanto en hablarte que ya no me reconoces! Soy Kanon.
T …
K Como estas?
T Yo…
K Thes? Te sientes bien?
Flashback
El elegante rolls royce se balanceaba por el camino.
- El trayecto es interminable —dijo Anfitrite con un suspiro de impaciencia, apoyando la mejilla en el dorso de su mano - Me pregunto cómo será Thetis.
Se calló y dejó vagar su mirada sobre la campiña salpicada de digitales y dientes de león. Era raro verla fuera del océano, pero había hecho una excepción ante la invitación de Julián a su casa en Grecia. Se esforzaba en imaginar a la chica de la que siempre hablaba Poseidón.
- Es bonita. - dijo Sorrento - Tiene una hermosa sonrisa, es amable y tiene una dulzura natural.
- Dulzura natural? Eso no es lo que parece decir Poseidón en su carta. – replico divertida. - Déjame refrescarte la memoria - dijo sacando de su bolsillo la misiva del susodicho – "Thetis tiene un comportamiento escandaloso. Es un verdadero marimacho que desespera a los que la rodean y me mete continuamente en dificultades. Te suplico que vengas a ayudarme con ella. Espero que tengas más éxito que yo con esta niña cabezota". Dime donde habla de dulzura natural.
- Julián Solo es un insensible - replicó Sorrento con una mirada sombría.
- Si, dímelo a mí - admitió Anfitrite con expresión contrita mientras llegaban por fin a los dominios de los Solo.
Sobre el césped un grupo de jóvenes miraban atentamente en dirección a los establos. Una chica rubia y delicada alisó su vestido y dijo suspirando:
- Me pregunto qué es lo que Thetis nos tiene preparado - dijo al seductor joven que estaba a su lado.
Kanon dirigió su mirada hacia los grandes ojos azules de Teles y le obsequió una sonrisa por la que Thetis habría dado su vida.
- Un poco de paciencia Teles
- Todo el mundo se pregunta qué es lo que Thetis nos reserva —dijo Molpe con tono agrio— pero una cosa es segura, será algo escandaloso.
- Molpe , somos los invitados de Thetis —gruño Kanon
- No veo porque la defiendes Kanon —protestó Molpe — Thetis se pone en ridículo corriendo detrás de ti
como lo hace y tú lo sabes.
- Molpe! —cortó Kanon — es suficiente.
Irritado, bajó los ojos hacia sus botas impecablemente enceradas. Thetis, en efecto, se había hecho notar persiguiéndole, lo cual había provocado cotilleos en toda la corte de Poseidón.
Ser el objeto del interés de una niña de quince años le había divertido al principio. Pero últimamente Thetis se mostraba más insistente. Dondequiera que él fuese, estaba seguro de encontrársela en su camino. Espiaba el menor de sus movimientos, y en aquel momento ese encaprichamiento ya no le parecía ni divertido ni inofensivo.
Tres semanas antes, le había seguido en la superficie hasta un bar de mala muerte. Estaba a punto de ceder a las proposiciones que le susurraba al oído la hija del dueño, cuando tropezó con un par de ojos azules que le observaban por la ventana. Entonces dejó su jarra de cerveza con gesto brusco y salió para poner a la chica en un taxi, recordándole que Julián iba a preocuparse si no volvía a casa antes de que se hiciera de noche. Después volvió al bar y, sirviéndole una nueva jarra de cerveza, la hija del dueño le había rozado con sus pechos. Se imaginaba ya acostado junto a ese cuerpo voluptuoso, cuando los ojos azules volvieron a aparecer en la ventana. Deprimido, prefirió batirse en retirada.
Empezaba a sentirse acosado. El menor de sus gestos era espiado y tenía los nervios a flor de piel. ¿Qué necesidad tenía entonces de intentar proteger a Thetis de las reprimendas que de todos modos se merecía?
Aglaope, la más joven del grupo, se decidió de repente:
- Creo que voy a ir a ver qué es lo que retrasa a Thetis.
Atravesó el césped, quitó la barrera banqueada con cal y entró en el establo.
- ¿Dónde está Thetis? - preguntó al joven mozo que cepillaba vigorosamente a un precioso alazán.
- Está ahí señorita.
A pesar de la semioscuridad, vio su cara enrojecer mientras le señalaba con la barbilla una puerta adyacente.
Aglaope miró al joven mozo con desconcierto y golpeó suavemente la puerta. Como no obtuvo respuesta, entró y se quedó paralizada de estupor ante el espectáculo que veía ante ella: Thetis en un escandaloso bikini con tanga de hilo dental y apenas dos triangulitos que le tapaban a duras penas sus pezones.
- ¡No iras a salir así! —se escandalizó Aglaope .
Thetis le lanzó una mirada divertida.
- Por supuesto que no —respondió— voy a ponerme un short.
- Pero... ¿Por qué? —insistió Aglaope desesperada.
- Porque creo que no sería apropiado salir solo con el bikini, imbécil —contestó Thetis cogiendo la camisa del mozo de cuadra que colgaba de un clavo.
- ¿Apropiado? —Barbotó Aglaope — ¡Es totalmente indecente salir a montar así y lo sabes!
- Es verdad. Pero no puedo montar el caballo sin silla de todos modos. Aun no me acostumbro a montar a pelo.
Todavía hablando, Thetis enrolló sus largos cabellos rebeldes y los anudó en la nuca.
- ¿Montar a Pelo? Julián renegará de ti si lo vuelves a hacer.
- No voy a montar a pelo. —explicó Thetis riendo— De todas formas no veo por qué no.
- Entonces ¿qué es lo que vas a hacer?
- Nunca me había dado cuenta de lo curiosa que eras Aglaope. Para responder a tu pregunta, te diré que voy a montar de pie. Lo he visto hacer en la tele y luego he estado entrenando sin descanso. Cuando Kanon vea lo bien que lo hago...
- Dirá que has perdido la razón. Pensará que has sobrepasado los límites y que es otra maniobra para atraer su atención.
Viendo la mueca desdeñosa de su amiga, la joven cambió de táctica.
- Thetis, te lo suplico, piensa en Julián ¿Qué dirá si llega a saberlo?
Thetis dudó
- Dirá que le decepciono, como siempre —dijo por fin con tono cansado—. Después estará media hora explicándome que Teles es una sirena perfecta y que yo debería seguir su ejemplo.
- Bueno, si de verdad quieres impresionar a Kanon podrías...
Thetis cerró los puños enfadada.
- He intentado parecerme a Teles. He intentado ponerme un vestido sexy, Me he entrenado para estar horas y horas sonriendo estúpidamente, he movido las pestañas hasta el agotamiento… De hecho… He llegado a meterme en su cama, pero se ha dado cuenta y se ha ido a dormir a otra habitación.
Aglaope se escandalizo.
- Voy a decir a los otros que ya sales —suspiró para abandonar la discusión.
Cuando Thetis hizo su aparición en el césped, fue acogida por exclamaciones y risitas escandalizadas.
- ¡Se va a caer! —Gritó otra sirena — si Julián no la mata antes por salir en tanga.
Reprimiendo una respuesta contundente que le quemaba en los labios, Thetis levantó la cabeza con indiferencia y buscó a Kanon con los ojos. El bello rostro de este último estaba crispado y su mirada reprobadora vago por las piernas de la joven. Exasperada por su evidente desaprobación, trepó con decisión sobre la grupa del caballo.
Aterrorizada ante la idea de caer y hacer el ridículo pero consiguió dar la impresión de seguridad y agilidad.
Al final de la cuarta vuelta, se volvió hacia los espectadores, situados a su izquierda, buscando al único que le importaba. Kanon se encontraba a la sombra de un árbol. Teles estaba cogida de su brazo. Al pasar, Thetis percibió una ligera sonrisa en los labios de Kanon y se vio asaltada por un sentimiento de triunfo.
Detrás de una ventana del salón del primer piso, Julián Solo observaba el número de la que había acogido como su hermana, cuando el mayordomo anunció la llegada de Sorrento y Anfitrite.
- ¡Que placer después de tantos años! —Mintió Anfitrite con sarcasmo — ¿Dónde está Thetis? Estoy impaciente por conocerla.
- Basta con que mires por la ventana —Dijo Julián Solo cortante.
Anfitrite obedeció perpleja. Sobre el césped, un grupo de jóvenes miraban a una chica semidesnuda que se sostenía ágilmente en equilibrio de pie sobre la grupa de un caballo.
- No creo que debas tener a una de tus prostitutas alrededor de los chicos —exclamó enfadada.
Esta observación desató la ira de Julián Solo.
- Sígueme —resopló dirigiéndose hacia la puerta.
Acercándose al grupo de jóvenes, Anfitrite oyó las risas sofocadas y los murmullos burlones ¿Dónde estaría Thetis? Sus ojos divisaron perplejos a una morena de ojos azules y luego vieron al joven que la acompañaba.
- Perdóneme Kanon ¿Podría decirme donde está Thetis?
Kanon le dirigió una mirada divertida
- Sobre el caballo Madame.
Desde su lugar, Thetis vio a Julián ir hacia ella con grandes zancadas.
- Te lo ruego, no hagas un escándalo —suplicó cuando estuvo lo suficientemente cerca.
- ¿Yo? ¿Hacer un escándalo? —rugió
Asió tan bruscamente las riendas del caballo que este se asustó y Thetis perdió el equilibrio y cayó sobre su trasero. Se levantó de un salto y Julián la empujó sin miramientos hacia la recién llegada.
- Querida Anfitrite esta... criatura es Thetis —vociferó al borde de la apoplejía.
Thetis vio como los espectadores se dispersaban y sintió como su rostro se teñía de escarlata.
- ¿Cómo estás?
Viendo de reojo la alta figura de Kanon, ligeramente retirado, Thetis buscó unos pantalones imaginarios y al recordar que no llevaba, hizo de todos modos una reverencia de lo más cómico.
- Le puedo asegurar que durante su estancia aquí Madame, no volveré a hacer un escándalo semejante - dijo
- ¿Solo Durante mi estancia aquí? —repitió Anfitrite.
Pero la joven estaba muy ocupada vigilando a Kanon, quien ayudaba a Teles a montar al auto, como para darse cuenta de la extrañeza de Anfitrite.
- ¡Adiós Kanon! —gritó.
Él se volvió y agitó la mano sin decir una solo palabra.
Anfitrite siguió a Thetis hasta la casa. Se sentía molesta por la joven y furiosa contra Julián por dejar que la chica se humillara así.
Entrando en la casa, Thetis murmuró una excusa y se fue rápidamente a su habitación. ¡Qué horror! Se había comportado como una idiota. Todo el mundo debía odiarla por la forma en que se había puesto en ridículo.
- ¿Thetis? —Murmuró Aglaope deslizándose la habitación— he entrado por detrás, Julián debe estar furioso supongo.
- Esta rabioso —respondió Thetis mirando fijamente el pantalón que se había puesto rápidamente — Hoy lo he estropeado todo. Todo el mundo se ha reído de mí delante de Kanon. Ahora que Teles tiene diecisiete años, sin duda se quedara con ella incluso de haber comprendido que es a mí a quien ama.
- ¿A ti? —repitió Aglaope — ¡Pero si Kanon huye de ti como de la peste y lo sabes! Y se entiende después de lo que le has hecho soportar en estos últimos meses.
- No le he hecho tantas faenas —protestó Thetis agitándose en su asiento.
Thetis se levantó y se puso a pasear por la estancia.
- Debe haber un medio de seducirle, pero aparte del secuestro no veo...
Una sonrisa maliciosa alegró su cara.
- Una cosa está clara Aglaope. Kanon no sabe todavía que me ama ¿no es así?
- Yo incluso te diría que le eres totalmente indiferente —replicó Aglaope con tono cansado.
- En ese caso, se puede decir que es poco probable que me pida que sea su novia sin una mayor motivación.
- No lo conseguirás ni con la amenaza de un fusil y lo sabes bien, incluso si...
- Me le aparezco desnuda? —cortó Thetis triunfante.
- Thetis, sea lo que sea que estés pensando, no cuentes conmigo.
Thetis rompió a reír.
- Me voy —dijo Aglaope dirigiéndose hacia la puerta.
Después se volvió
- ¿Qué van a decir la señora Anfitrite sobre tu numerito a caballo?
- ¿Qué quieres que haga ahora? —Respondió Thetis enfurruñándose— Excusarme no serviría de nada. Durante el resto de su estancia aquí intentaré ser la joven más buena, más refinada y más delicada que hayas visto jamás. También tengo la intención de no mostrarme más que a la hora de las comidas —añadió ante la actitud escéptica de su amiga— Pienso que podré comportarme como Teles tres horas diarias.
Thetis mantuvo su palabra. Esa noche, en la cena, escuchó a Sorrento platicar con Julián sin interrumpirlo.
Cuando Anfitrite terminó de describirle el encanto y la alegría de la vida parisina, murmuró:
- Muy interesante.
Al final de la cena se excusó y desapareció. Al cabo de tres días, Thetis lo había hecho tan bien, que Anfitrite empezó a preguntarse si no habría soñado la extraña escena que vio el día de su llegada. Sospechaba también que Thetis experimentaba una cierta aversión hacia ella.
El cuarto día, Anfitrite decidió descubrir la verdad. Thetis había desaparecido inmediatamente después del desayuno. ¿Dónde podía una niña de quince años pasar todo el día?
Después de haber recorrido toda la casa y el jardín, Anfitrite reparó en una mancha roja en lo alto de la colina.
- ¡Aquí estas por fin! —exclamó abriendo la sombrilla.
Atravesó el césped rápidamente. Cuando Thetis divisó a Anfitrite ya era demasiado tarde para escapar. Lamentando no haber encontrado un escondite mejor, se esforzó por encontrar una conversación anodina. ¿La moda? No sabía nada de eso y no le importaba. Cualquier cosa que se pusiera le quedaba mal. Y además la ropa no podía esconder sus ojos de gato, el pelo de color oro y las pecas de la nariz que le salían cuando estaba en la superficie.
Sin aliento después de haber subido la colina, Anfitrite se dejó caer al suelo, al lado de Thetis.
- Me dije que debía dar un pequeño paseo, pero el aire de la superficie me molesta.
Recuperando el aliento, se fijó en un libro forrado de cuero posado en la hierba.
- ¿Es una novela de amor? —preguntó para empezar la conversación.
- No —respondió Thetis cuidando de poner la mano sobre el título.
- Pensaba que la mayor parte de las muchachas apreciaban las novelas de amor —insistió Anfitrite.
- Si —dijo educadamente Thetis.
- Leí una en una ocasión pero no me gustó —continuó Anfitrite buscando desesperadamente la manera de hacer hablar a su sobrina— No me gustan las heroínas demasiado empalagosas.
Thetis se extrañó tanto al descubrir que Anfitrite no era como ella esperaba que intento ser más amable.
- Yo tampoco. Es ridículo, esas mujeres que se pasan el tiempo tumbadas, desesperándose por culpa de unos hombres sin corazón que son incluso incapaces de pedirlas en matrimonio, o que están ya comprometidos. Yo no podría quedarme ahí esperando, sabiendo que el hombre que amo, ama a otra mujer.
Thetis lanzó una mirada a su tía para ver si estaba extrañada, pero esta la miraba con una sonrisa, totalmente encantada.
Anfitrite cogió el libro y lo abrió.
- ¿La Ilíada?
El viento hizo volver las hojas y la mirada de Anfitrite se volvió aún más sorprendida. Thetis asintió ruborizada. Ahora creería que era una pedante.
- La mayor parte de la gente piensa que las niñas pierden el tiempo estudiando. Además no hago nada femenino, no sé coser un botón y canto fatal para ser una sirena.
Thetis estaba segura de haber perdido Toda la atención de la señora de Poseidón en ese momento. Posó sus grandes ojos celestes sobre Anfitrite.
- Estoy segura de Julián le ha hablado de mí. Le decepciono terriblemente. Querría que fuera modosa y tranquila como Teles. He intentado imitarla, pero no lo consigo.
Anfitrite sintió que su corazón se fundía. Posó una mano en la mejilla de Thetis y le dijo tiernamente:
- Julián quisiera que fueras delicada, pálida y fría. En vez de eso, tiene un diamante y no sabe qué hacer con él. En lugar de apreciar el valor y la rareza de esa joya, en lugar de dejarla brillar, intenta transformarla en un simple camafeo. No te gustaría darle una lección a él y a los demás que se burlan de ti, Incluyendo Kanon?
Thetis volteo a verla extrañada.
- No veo como podría hacerlo
- Termina tus estudios lejos de ellos, púlete, toma clases extras, independízate de Poseidón y veras como ese apuesto griego cae a tus pies.
Thetis pareció tomarlo en consideración y finalmente, después de una larga platica con Anfitrite, Thetis había aceptado.
El día de su partida, La consorte de Poseidón se sorprendió al ver llegar a Kanon con una radiante rubia del brazo, nadie ignoraba los sentimientos de Thetis hacia él, así que él también debía conocerlos. No era nada cortés venir acompañado de una joven para despedirse de alguien que le adoraba.
Anfitrite le miró detenidamente, intentando ver cualquier detalle criticable pero no encontró ninguno. Era alto, guapo y tenía el encanto de un caballero educado.
- Buenos días Kanon - dijo - Thetis está en el jardín.
Los ojos azules de Kanon se iluminaron como si adivinara las reservas de Anfitrite .
- Lo sé - dijo devolviéndole el saludo- Pensé que podría usted conversar con Teles mientras me despido de Thetis.
- Estaré encantada —respondió Anfitrite contenta a pesar suyo.
Thetis contemplaba los rosales tristemente.
- Buenos días bonita —dijo una voz grave en la penumbra.
Thetis se volvió de un salto. Estaba a algunos metros de ella, apoyado descuidadamente en un árbol.
- Parece que nos dejas - añadió suavemente.
Thetis asintió con la cabeza. Le miró intentando memorizar el tono de sus cabellos rubios y los rasgos de su bello rostro.
- Me vas a echar de menos? - preguntó ansiosa.
- Por supuesto. Todo va a parecerme aburrido sin ti.
- Sí, me da esa impresión —murmuró Thetis bajando los ojos— Después de mi partida nadie irá a fastidiar tus escapadas con tus prostitutas baratas
- Nadie —cortó Kanon.
- ¿Me esperaras? — preguntó ella levantando hacia él sus cándidos ojos.
- Estaré aquí cuando vuelvas, si es eso lo que quieres decir —respondió él evasivamente.
- Ya sabes lo que quiero decir —insistió Thetis— Quiero saber si podrías decidirte por nadie hasta que...
Se calló molesta ¿Por qué acababa siempre así con él? ¿Por qué no podía mostrarse distante y flirtear como las chicas mayores?
- Thetis —dijo Kanon firmemente— te vas a ir y me vas a olvidar. Algún día te preguntarás porque me pediste que te esperara.
- Ya empiezo a preguntármelo —admitió ella tristemente.
Con un suspiro de comprensión, Kanon le acarició la barbilla obligándola a mirarle.
- Estaré aquí —aseguró con una sonrisa forzada— Y Estaré impaciente por ver cómo has crecido.
Subyugada, Thetis levantó los ojos hacia ese bello rostro y después cometió un error fatal. Impulsivamente, se levantó sobre la punta de sus pies y depositó un rápido beso en la comisura de los labios de él.
- Lo siento no, no debería haberlo hecho —barbotó con los ojos llenos de lágrimas mientras él la apartaba.
- En efecto.
Sacó una cajita de su bolsillo y la dejó bruscamente en su mano.
- Te he traído un regalo de despedida.
- ¿De verdad? —preguntó con un sobresalto de esperanza.
Abrió la cajita con dedos temblorosos y descubrió un pequeño dije de corazón colgado de una cadena de oro.
- Kanon, es precioso, no me lo hubiera esperado nunca.
- Es un recuerdo —dijo él prudentemente— nada más.
Thetis apenas le oyó pues estaba muy ocupada acariciando la joya.
- ¿Lo escogiste tú mismo?
Dudando Kanon frunció las cejas. Había ido a la joyería con Ío y Bian para escoger una chuchería para Teles, pero le habían hecho notar que debía sentirse aliviado de que Thetis se fuera y Kanon les había preguntado si veían alguna cosa apropiada para una niña de quince años. Kanon no tenía ni idea de lo que contenía la cajita antes de que Thetis la abriera. ¿Para qué decírselo a ella? Con un poco de suerte ella encontraría otro joven más dispuesto y perfecto para ella.
- Lo escogí yo mismo, es un regalo de amigo —dijo por fin.
- ¡Pero yo no quiero ser tu amiga! Bueno si pero solo por ahora.
- En ese caso, creo que sería del todo apropiado que dos amigos intercambien un beso de despedida.
Extasiada, ella bajó los párpados y ofreció los labios, pero la boca de Kanon solamente acarició su mejilla. Cuando abrió los ojos él ya se alejaba.
- Kanon —murmuró con determinación— voy a cambiar totalmente. Cuando vuelva te enamoraras de mí.
Julián paso cerca de ella cuando estaba derramando copiosas lágrimas y supo de inmediato que era por culpa de Kanon. Y eso no le había gustado nada.
El deseo de Thetis no se cumplió. Tiempo después, cuando había regresado para las vacaciones de verano, Julián le había dicho que Kanon había decidido irse a tomar el lugar de su hermano a Atenas como Caballero dorado de Géminis, trabajando para Athena, por lo que no regresaría.
Thetis regreso a Paris triste y frustrada, pero esta vez decidida a olvidar a Kanon recordando que su lealtad a Julián siempre debía ser primero.
Fin del Flashback
T Perdón Kanon, me tomaste por sorpresa.
K Ah menos mal. Te pido una disculpa por no contactarte antes, pero nadie parecía poder darme tu teléfono.
T Yo les pedí que no te lo dieran. Quien fue?
K Supongo que lo merezco, pero no te diré quien fue.
T Que quieres Kanon? Tengo una cita y se me hace tarde.
K Tal vez debo llamarte cuando no estés tan ocupada.
T No! Solo dime que quieres y ya!
K Tsss no. Mejor te llamo mañana. Así me cuentas como te fue.
T No Kanon… espera…!
K Bye Thes. Suerte con tu cita!
Kanon colgó dejando a Thes desconcertada, enojada y frustrada. Ella era la que debía cortar la llamada, Kanon no la dejo manejar la situación como ella quería… y para colmo en ese momento Aiacos le mando un mensaje pasando la cita para la noche siguiente provocando que Thes hiciera una rabieta, aventando su teléfono por la ventana.
Mayo 20, 10 pm
Campamento Romaní
Sevilla, España
Unos gritos hicieron sobresaltar a Zita y a Shura ponerse de pie repentinamente.
Un joven frenético, que Shura reconoció como Manuel, primo lejano de Zita, se apresuró en dirección al remolque y cayó de rodillas frente a Zita, sus manos apretadas firmemente como si estuviese implorando.
- Por favor, Zita, te lo imploro. Ayuda a Rosa. Llego el tiempo del parto de Josefina y ella tiene miedo. Dijo que le prometiste estar con ella
El hombre parecía estar en un estado lamentable, como si compartiese los dolores de parto de su esposa y derramó varias lágrimas por lo que ella estaba sufriendo.
- Llamaron a la ambulancia? – pregunto mientras se ponía una bata
- Si pero Rosa dice que no llegaran a tiempo.
- Carajo! – dijo Zita entrando a su remolque por algunas cosas que necesitaba.
Shura no comprendía lo que pasaba.
- Por qué te piden ayuda a ti si esta Rosa?
- No es la primera vez que asisto un parto Shura – dijo mientras buscaba algunas cosas en el gabinete de arriba del baño – Aunque preferiría no hacerlo, porque muero de sueño, pero a Rosa a veces las manos le fallan por la artritis.
- Puedo ayudarte en algo? – pregunto Shura
- Sí. Quédate con Manuel y no dejes que entre a su remolque hasta que yo les diga. – dijo Zita tomando todo en una bolsa y corriendo al remolque de la joven pareja, donde le cerró la puerta en las narices al chico.
Shura le calculo unos 19 años, pero no estaba seguro. Había visto a Josefina que ya caminaba como patito los últimos días, pero en realidad nunca se preguntó que hacían en la tribu cuando llegaba su hora.
La noche a pesar de ser primavera, se tornaba fría, por lo que mantenía a los hombres amontonados alrededor del fuego fuera del remolque. El joven padre estaba sentado temblando cerca de las llamas aunque dos cobijas había sido colocadas encima de sus hombros.
Shura y los demás hombres de la tribu, en un ejemplo de camaradería, habían sacado una pequeña televisión para ver un juego de soccer para entretenerse, tensándose junto con Manuel cada vez que un grito estridente rasgaba por el aire de la noche.
Shura no prestaba atención al juego como los demás. La última vez que él había espiado adentro, había gotas de sudor en la frente de Zita y sus rulos rojos colgaban sobre su rostro. Él hubiese querido ir hacia ella y atarle el cabello, pero ella estaba tan absorta atendiendo a la temerosa muchacha que él se dio vuelta y se fue, sólo un simple asentimiento con la cabeza para hacerle saber que él estaba cerca.
Otro grito rasgó el aire y las llamas de la hoguera se agitaron en protesta. Él ya se había olvidado cuantos gritos habían perforado la noche, había dejado de contarlos horas atrás. Era por lo menos dos horas después de medianoche y el bebé se rehusaba a nacer. Shura comenzó a preguntarse si de verdad habían hablado a la ambulancia, pues esta nunca había llegado.
Un grito de dolor hizo que los hombres saltaran a sus pies, y el ya exhausto futuro padre se puso muy pálido. Shura se volvió a asomar al remolque"
- Josefina, estás luchando muy fuerte- dijo Zita suavemente, secando la frente sudada de la muchacha asustada con un paño húmedo. - El bebé saldrá a su propio tiempo
- Estoy tan cansada - reclamó Josefina y agarró la mano de Zita - Nada está mal , verdad ? Me dirías si yo estuviese muriendo y te ocuparías de que el bebé viviese, verdad?
Zita ignoró las palabras de la muchacha y Rosa le habló en un tono gentil y tranquilizador
- No estás muriendo y no hay nada malo con el bebé. Tu trabajo de parto es largo y tedioso y claro doloroso, mas llegará a un buen fin.
Rosa estaba de pie en el lado opuesto de la cama e Zita vio duda y preocupación sombreando sus ojos. Zita estaba segura que su abuela podía hacer parir a Josefina, aunque sentía cierta aprehensión. Tenía el presentimiento que el bebé estaba en una posición incorrecta y precisaba ser girado para un parto seguro. No era una tarea fácil para la partera y menos agradable para la madre, pero tampoco una imposible. Lo que Josefina necesitaba era permanecer tan tranquila como fuera posible. Cada vez que ella se tensaba causaba que el dolor de parto empeorase y la fuerza y el coraje ella precisaría para el parto propiamente dicho disminuyesen.
- Relájate - ordenó Rosa severamente - Tienes tiempo antes de la próxima contracción de dolor.
Rosa se alejó de la cama hacia la mesa de la cabaña y se lavó sus manos una vez más.
- Ella está bien?- Zita susurró detrás de ella.
Rosa giró y habló en voz baja
- Lo estaría si se relajara. Creo que el bebé precisa ser girado...
Zita casi jadeó, pero la mano rápida de Rosa sobre su brazo previno la reacción sorprendida a salir de sus labios.
- No es una sentencia de muerte para madre o la criatura, pero vas a tener que hacerlo tú.
- Yo? Yo nunca he hecho eso! – exclamo Zita con voz baja
- Pues ya va siendo hora de que aprendas – dijo Rosa - Tus manos son pequeñas y ágiles y serán muy útiles esta noche. Las mías ya no funcionan para eso.
Zita contuvo el aliento por unos segundos, pero después asintió. Se secó la frente húmeda con un paño mojado y se preguntó cuál sería la reacción de su marido cuando supiera de su embarazo. Se sentiría orgulloso? Se iría de su lado? Sufriría ella igual que como lo hacía Josefina? Tomó un paño limpio para mojarlo con agua fría. Después volvió con Josefina y pasó el paño a Rosa para que secara el rostro exhausto de la muchacha, ella caminó hacia el extremo de la cama.
Shura permanecía mudo, sumergido en sus propios pensamientos. Él se preguntaba cómo le iría a Zita cuando nacieran sus bebés. Tendría partos tan complicados y dolorosos como ese? Y también se preguntaba si él sería capaz de esperar sentado, escuchando sus gritos. Shura abruptamente se puso de pie, sorprendiendo a los otros. Desde cuando pensaba en tener hijos con Zita? Que estaba sucediéndole?
Ya eran pasadas de la una de la mañana cuando, Shura volvió a asomar la cabeza en el remolque donde estaba Zita.
- Tengo su cabeza, continua pujando - Zita la urgió y sus manos ayudaron a liberar al bebé del útero. Sus dedos trabajaron frenéticamente para liberar el cordón que estaba en torno al cuello del bebé.
- Un varón! - dijo Rosa con excitación.
- Por qué no está llorando? Por qué no puedo oírlo ?- pregunto Josefina
- Es Perezoso – dijo Rosa todo el tiempo haciendo todo lo posible para conseguir que el bebé silencioso respire. Después de asegurarse que la boca estaba sin obstrucciones , ella suavemente masajeó su garganta y su pecho, girándolo, le dio varias palmadas en la espalda
- Qué está mal ? Algo está mal ?- dijo Josefina llorando.
Shura sacudió la cabeza. Todo ese trabajo y el bebé había nacido muerto. No podía entender por qué Rosa luchaba tan duro cuando el pequeño obviamente estaba muerto.
Zita tomo al bebe de brazos de Rosa, giró al bebé y se curvó sobre él para insuflarle su respiración en su boca.
Shura se sorprendió. Esta mujer tenaz nunca desistiría, ella lucharía codo a codo con él si fuera necesario. Ella traería coraje, fuerza y honra a su casa y lo más importante, Ella nunca lo avergonzaría.
Un chillido alto e inesperado cruzó la cabaña y causó jadeos de sorpresa de todos los presentes, hasta del poderoso Caballero dorado de Capricornio.
Zita giró en dirección a la puerta antes de colocar el bebé sobre el estómago de Josefina. Su marido simplemente le sacudió la cabeza a ella orgulloso y silenciosamente retrocedió, cerrando la puerta y dejando a las mujeres para terminar la tarea.
- Tienes un hijo - Shura anunció y le ofreció su mano al joven padre
Manuel tomó su mano, sonrió y repitió como zombi
- Un varón? Un varón! – Grito abrazando a Shura en una clara demostración de emoción – Estoy seguro que el hijo de ustedes también será un varón y estarás tan orgulloso como yo!
Shura le sonrió.
- Te equivocas. Nosotros no estamos esperando ningún bebe.
Manuel lo miro extrañado aun con la excitación en los ojos volteando al remolque para cuando le dieran permiso de entrar.
- Ahhh, yo creí que sí. He visto a Zita irse a dormir temprano todos los días y come como para tres de nosotros, síntomas de embarazo de las chicas de esta familia. No es que la ande vigilando ni mucho menos, pero Josefina y yo habíamos dicho que sería toda una bendición y lo más natural ahora que están casados. No creo que Zita hubiera elegido mejor esposo si lo hubiera buscado a conciencia.
Shura se quedó callado y con el ceño fruncido mientras veía a Manuel entrar al remolque y a Zita salir bostezando. Seria cierto? Pero… ambos se estaban cuidando y si Zita estuviera embarazada… se lo hubiera dicho no? Era imposible que él no cumpliera con su deber si eso fuera cierto, pero… y ahora? Tenía que enfrentarla y preguntarle directamente? O dejar que ella se lo dijera? Y si ni siquiera ella lo sabía?
Zita y Rosa se acercaron a los hombres y Omar las abrazo felicitándolas por su ardua labor. A lo lejos, la ambulancia finalmente se hacía presente. Shura se acercó a ella y suavemente tomó su mano. Sus dedos se deslizaron detrás de su cuello y comenzaron a masajear sus músculos tensos con firmeza. Zita se tensó, pero pronto ella olvidó esa preocupación y simplemente disfrutó el alivio que sus dedos traían a su cuello duro antes de que se la llevara de nuevo a la cama a descansar. Sin embargo Shura no pudo dormir hasta ya bien entrada la madrugada pensando en cómo comprobar si lo que Manuel decía era cierto.
