Bien aquí está otro capítulo mucho mas rápido de lo que esperaba, (a pesar de que se supone que debería estar estudiando para los exámenes o.oU) muchísimas gracias a aquellas personas que han estado leyendo, muchas gracias por sus comentarios y espero que os guste.
Warning: Ey, tu homofóbico, vete enterando que no hay nada aquí para vos, éste fic contiene yaoi y algo de Shonen ai, (próximamente lemon y rape), así que fuera de aquí!
Disclaimer: YYH no me pertenece, ok? Créanme si lo fuera, estaría censurado e incluso prohibido en muchos países.
Nota importante: Este capítulo contiene escenas NC17, a pesar de que planeaba ponerla mucho después, pero hubo un ligero cambio de planes, bueno, bueno, esta bien, fue un gran cambio (he ahí la razón de la tardaza), pero no importa. Si no te gusta el lemon, mejor no lo leas, tápate los ojos, adelántale o yo que sé, estáis advertidos.
Contesting reviews:
Nasaki: No, el gusto es mío al dedicártelo, muchísimas gracias por leer. Y pues no te preocupes acerca de lo de Yusuke, ya lo platicamos el otro día, de todas formas ya lo sabes, pequeña sádica, ne? ¬¬... anyway, te agradezco mucho tus comentarios y espero que te guste.
Caro Jaganshi: En verdad muchas gracias por leer, y bueno... con lo referente al lemon, lo pondré dependiendo de cómo se den las cosas, si el siguiente capitulo se presta para eso, lo pondré, pero sino, perdóname de antemano... me alegra de que te haya gustado la canción, ya que es una de mis favoritas, muchas gracias por tus mensajes, en verdad los agradezco mucho y por seguir leyendo. También te quiero! n.n
Ealichan: De hecho ya lo tenía escrito desde mucho antes n.nU, muchísimas gracias por los halagos y tus comentarios, y pues aquí lo tienes, espero que te guste.
Valsed: Muchas gracias por dejarme review, y no sólo serán dos víctimas, mujer, sino muchas mas... en fin, muchas gracias por leer, espero que te guste.
Dedicado a: Nasaki. Ella sabe por qué. Vaya si lo sabe...
† Destination Darkness †
By: Konoto-chan
Chapter III: Tragedy part II
Se limpió suavemente la comisura de los labios con el dorso de su pálida mano, retirando elegantemente el líquido rojo carmesí que pudo haber quedado; miró con sus fríos ojos grises los dos cuerpos que yacían, ahora sin vida, en el suelo de la estancia, uno, mas pequeño, al lado del otro; la cremosa alfombra que cubría todo el piso de la habitación se había teñido de rojo oscuro, formando un pequeño y apenas visible charco de sangre debajo de ambos cuerpos.
Las marcas de sus filosos colmillos resaltaban notablemente en el delicado y blanco cuello de la niña pelirroja, limpia y rápidamente provocadas, el cuerpo pálido, y ahora frío de ésta, se hallaba boca arriba, con algunos mechones rojizos cayéndole sobre el rostro, con sus ojos castaños completamente abiertos, vidriosos... vacíos...
El otro chico en cambio, estaba acostado sobre su costado derecho, con ambos ojos verdes herméticamente cerrados, y el líquido carmesí deslizándose en un fino hilillo por el pálido cuello del muchacho. Afuera, el sonido de la lluvia se acrecentaba mas a cada instante que pasaba, volviéndose casi ensordecedor.
La perilla de la puerta giró lentamente, provocando que enfocara rápidamente su mirada en ella, la puerta de abrió casi sin hacer ruido alguno, dándole paso a una de las criadas de la casa, (Konoto-chan: perdón si se escucha algo degradante, pero así se les decía, y se les sigue diciendo), cargando una bandeja con el almuerzo para ambos jóvenes, que ahora yacían en el suelo, sus cuerpos fríos, inmóviles, pálidos... muertos.
La mujer, amable, piel morena, algo robusta y de pinta bonachona, entró a la estancia con una sonrisa en sus labios, cerró la puerta como pudo porque ambas manos estaban ocupadas sosteniendo la bandeja de plata...
--Perdón por interrumpiros mis niños, les he traído el almuerzo y...-
Pero su gran sonrisa se esfumó cual polvo al viento el toparse de frente con la escena que se suscitaba en medio de la sala de estar, sus penetrantes ojos negros se abrieron completamente; azorada, dejó caer la pesada bandeja al suelo estrepitosamente, abrió sus labios pronunciando un grito, pero ningún sonido salió de su boca, el color desapareció de golpe de su rostro.
Mientras observaba fijamente a la pálida y alta figura que estaba junto a ambos cuerpos sin vida. La criatura solo la miró fríamente y desapareció ante los incrédulos ojos de la mujer, ésta se dejó caer de rodillas en el suelo, cerró fuertemente sus ojos y gritó...
Instantes después varios criados mas se apresuraron a averiguar de donde provenían los gritos, pero al encontrarse con el mismo panorama, algunos reaccionaron de igual forma que la mujer, otros mas irrumpieron en lágrimas y algunos otros sólo pronunciaron susurrantes exclamaciones de asombro y total incredulidad, (Konoto-chan: Lo lamento, creo que escribir 'From The Helm' me está afectando. Dios, otra vez promocionando mis fics; ya, ya, me callo).
Al cabo de unos cuantos minutos la terrible noticia se expandió por toda la casa, y bien dicen que las malas noticias son las primeras en llegar... y vaya que lo son.
Ese gris día fue el comienzo de todo... bueno, en realidad no... el momento en el que todo había comenzado no era precisamente ese, todo empezó cuando los fríos y grises ojos de aquel pálido ser se posaron en la delgada figura de Kurama, (Konoto-chan: a ver, que levante la mano aquel que haya adivinado quien es el vampiro... nadie? o.o).
† Flash back †
Hacía ya cinco años...
Era un brillante y lindo día de primavera, el sol acababa de salir de su profundo sueño, y aún soñoliento iluminaba la tierra verde con dorados rayos de luz. Como vampiro tenía ya mas de cien años años, y no había cambiado en nada, (Konoto-chan: y seamos sinceras: los vampiros alguna vez lo hacen? o.o).
Miraba distraídamente el paisaje en el poco tiempo que quedaba de luz, por que siendo un vampiro, el tiempo pasaba en un parpadeo, con el tiempo y la experiencia que tenía siendo una criatura de la noche podía salir de día en el pleno rayo del sol, sin sufrir ningún daño, no como los demás, que podían morir incinerados a causa de los rayos solares; caminaba lentamente, distraído, cuando lo vio: parado al lado de un gran árbol lleno de flores, con su largo cabello rojo mecido por la suave brisa matutina, sus bellos ojos cerrados, aunque podía adivinar que eran de un color claro, tal vez azules, grises o quizá verdes, y al momento de abrirlos se dio cuenta de que estaba en lo correcto, los ojos de aquella hermosa criatura eran de un color verde claro, mas bellos que las mas brillantes de las esmeraldas.
Se quedó fascinado desde el primer instante en que lo vio, asombrado por la absoluta belleza de aquel muchacho, que no debía de tener mas de dieciséis o diecisiete años de edad, se quedó sólo observándolo durante... bueno, no supo durante cuanto tiempo lo contemplo, salió de su trance cuando escuchó una voz no muy lejos que llamaba:
--Kurama!... Kurama!.-dijo la voz, al parecer era la de una niña, misma que se acercaba corriendo alegremente por el pastizal, agitando una de sus manos para llamar la atención del joven, quien inmediatamente fijó sus ojos verdes en la niña, y una sonrisa afloró de sus llamativos labios, misma que dejó sin aliento al vampiro, (Konoto-chan: al parecer hoy andamos un poco lentas, ne, si yo fuera vosotros hubiera adivinado quien es desde el principio, vamos! que no es tan difícil... creo o.o), un fino y casi imperceptible rubor carmín cubrió sus pálidas mejillas, y sonrió, por primera vez en mas de años sonreía, pero no era una sonrisa fría o cínica como acostumbraba, sino sincera y cálida.
--Con que... Kurama.-dijo en un susurro, mas para sí mismo.-Que bello nombre.-susurró.
Sin querer, dio un paso hacia atrás, pisando una pequeña rama y rompiéndola en el proceso; no fue un ruido lo bastante fuerte, pero lo suficiente para que el pelirrojo lo notara, claro que el vampiro se esfumó antes de que ojiverde lograra verlo. Miró extrañado el lugar donde había provenido aquel ruido, pero no se encontró con nada ni nadie.
--Kurama... Kurama!.-le llamó la niña tratando de atraer la atención del pelirrojo.-Que hay allí?.-preguntó curiosa.
--Nada... nada.-dijo olvidando el asunto y sonriéndole a la niña.
Ese día se prometió a si mismo que él sería suyo, y nada ni nadie lograrían impedírselo.
† End Flash Back †
Se dejó caer pesadamente en el amplio sillón de la sala de su casa, cerrando sus profundos ojos grises, colocando sus brazos detrás de su cabeza, utilizándolos como soporte, ese día los recuerdos le inundaban la mente, y le asaltaban a cada rato, y no podía impedirlo, por mucho que le irritara o le entristeciera... jamás podría olvidar su pasado, ya lo había intentado con anterioridad, pero no le sirvió de nada... y eso lo lastimaba, mucho... aquellos recuerdos aun le hacían llorar amargamente algunas veces, otras... se reprimía, y sufría en silencio, como siempre lo había hecho...
† Flash Back †
Se había convertido en vampiro prácticamente por voluntad propia, pero no se avergonzaba de ello... ya que su vida como criatura de la noche era mucho mas productiva y satisfactoria que la vida que tuvo como un mortal, si mal no recordaba tenía unos veinticinco o veintiséis años cuando su maestro le arrancó de una vida sin sentido, y si somos sinceros, su vida no valía nada a fin de cuentas.
Su madre, una mujer hermosa, buena y amable, había muerto cuando dio a luz a su hermano menor, que era escasamente tres años menos que él mismo. Su padre, un hombre de carácter fuerte e imponente pero a la vez justo y bueno, que se había sumido en la desesperación y había muerto exactamente diez años después.
Después, ambos hermanos fueron acogidos en una iglesia, en donde ambos habían aprendido a odiar a Dios con todo su ser; su hermano murió por enfermedad cinco años después, y con su hermano murió su única familia y su último rastro de amor a la vida.
De allí en adelante jamás volvió a sonreír, no mostraba sentimiento alguno; cierta vez intentó suicidarse, para dejar de sufrir esa eterna agonía, pero una de las monjas de la iglesia lo descubrió y saboteó toda posibilidad, primero fue un sermón larguísimo dado por el Padre de la misma Iglesia, sobre el terrible pecado que era el suicidio, de la horripilante forma en la que esas almas quedaban condenadas para toda la eternidad a sufrir la misma muerte día tras día hasta el fin de los tiempos, de cómo las personas insultaban a Dios llevando a cabo actos tan impuros y tan dignos de pasar la eternidad quemándose en el infierno, (Konoto-chan: Amén... gomen, resalta mucho mi desprecio hacia la iglesia? o.o), y después de tres horas, el mismo Padre le dio una golpiza que nunca olvidaría, dejándolo inconsciente por mas de tres días enteros, cuando despertó, se enteró de que el mismo Padre, había muerto misteriosamente, al parecer se suicido, o al menos eso fue lo que le dijeron, nunca supo lo que en verdad había sucedido con aquel hombre.
Desde ese día, su odio hacia Dios y hacia los humanos se acrecentó, volviéndose casi insoportable y hasta obsesivo; nunca tuvo amigos, y nunca los necesitó, nunca tuvo familia, exceptuando a su hermano, que era todo lo que le quedaba, pero lo dejó... a pesar de que le rogó, le suplicó y hasta lloró por que no le dejara, pero se fue, dejándolo solo... sin nadie.
Poco a poco había forjado una fría máscara, no dejando ver nada de lo que sentía... ¿Por qué? Si a fin de cuentas nunca había tenido emociones, sólo el odio, la tristeza y el dolor, ni las necesitaba, ya no le importaba nada ni nadie, ningún humano o sentimiento valían la pena, por que para que molestarse en hacer una vida si al final la vida se acaba y no importando lo que hagas, digas o pienses, la vida llega a su fin, no importando si tienes familia o no, si tienes dinero o no, nada vale la pena; su rostro se fue convirtiendo en un espacio vacío, despreciaba con toda su alma, a aquella sucia e hipócrita institución, aquella... cátedra que una vez se llamó a si misma: familia...
Y así se fue sumiendo en la oscuridad, sufriendo en silencio... llorando y gritando internamente, pero con un semblante frío por fuera; hasta que esa criatura de la noche se le presentó...
Caminaba lentamente por las oscuras calles de Londres, iluminadas sólo por los débiles rayos de luz de los faroles que adornaban la calle, era una noche oscura y fría de invierno, la nieve se acumulaba a los costados del camino, y en los pórticos de las casas al igual que en los techos de los edificios; sentía su cuerpo caliente, (Konoto-chan: no en ese sentido ¬¬), tal vez tendría algo de fiebre ya que no se había abrigado¿Por qué habría de hacerlo, total, nadie se preocupaba por él, y nunca nadie lo había hecho, se había salido a escondidas, las noches de los últimos seis meses se había estado escapando por las noches, ya que al no poder dormir, prefería caminar por las calles; al final de la calle, una figura oscura se cruzó en su camino, hipnotizándolo con su belleza sobrenatural que, no parecía en lo absoluto a la figura humana: alto, algo mas que él, delgado, cabello rubio largo y ondulado, unos penetrantes e increíbles ojos violetas, y una sonrisa que era capaz de helarle la sangre; pero que a la vez causaba en él un miedo que jamás creyó llegar a sentir; la figura comenzó a caminar lentamente, parecía flotar sobre el suelo, retrocedía a cada paso que él daba, hasta que quedó de espaldas a una pared, teniendo nula escapatoria, miró a ambos lados de la calle, pero no vió a nadie que pudiera ayudarle.
Sintiendo como unas frías manos apresaban sus muñecas, subiéndolas a la altura de su cabeza, intentó liberarse, pero fue en vano, abriendo ampliamente los ojos, cuando sus intentos de escapar se vieron impedidos por unos fríos labios que sellaron los suyos, (Konoto-chan: Ups, se me ha olvidado mencionar esta pareja al inicio del fic, espero que no haya inconveniente n.nU), al vampiro sujetó ambas muñecas dejando su otra mano libre, la cual se deslizó suavemente hasta la cintura del otro, provocando que abriera sus labios ligeramente, dándole la oportunidad de invadir su boca, el mas bajo intentaba safarse con movimientos bruscos, pero la fuerza del rubio superaba a la suya por mucho, y al no poder evitarlo, mordió fuertemente el labio inferior del mas alto, provocando que rompiera el beso abruptamente, jamás en su vida lo habían besado, y el hecho de que su primer beso fuera robado le enfurecía; con la respiración agitada, vió con asombro como la herida que había provocado en el labio del mas alto desaparecía lentamente.
--Cómo... Cómo se atreve!... no, suélteme!.-exigió cuando el otro le sujetaba por el brazo fuertemente, evitando así que intentara irse, provocando que escapara un gemido de dolor de sus labios.
--Karasu.-dijo con voz indiferente.
--Que?.-cuestionó el otro frunciendo el entrecejo, sin entender, y tratando de librarse del agarre del otro, pero su cuerpo se sentía pesado, y su visión comenzaba a tornarse borrosa.
--Karasu es mi nombre.-le dijo mirándolo fijamente. (Konoto-chan: Jaja, no se la esperaban, ne?). Posó una de sus pálidas manos en la frente del pelinegro para seguidamente tocar las mejillas sonrojadas.- Estás ardiendo en fiebre.-le recriminó con un tono de voz extrañamente dulce y con un dejo preocupación bastante visible.
--Déjeme!.-ordenó ladeando el rostro evitando así el contacto con aquella fría mano, tratando de que su tono de voz se escuchara firme, fallando terriblemente, ya que lo único que pronunciaron sus labios fue un quedo y débil susurro.
Todo fue oscuridad de allí en adelante, su vista se nubló totalmente, sus ojos se cerraron y su cuerpo se precipitó hacia adelante, si el rubio no lo hubiera sostenido se habría dado el golpe de su vida, lo cargó entre sus brazos delicadamente y ambos desaparecieron en la penumbra.
Sus ojos grises se fueron abriendo lentamente, revelando ante sí una visión totalmente ajena a él, un gemido de dolor escapó de sus labios al sentir las agudas punzadas en su cabeza, posando sus manos en ésta, tratando inútilmente de menguar el dolor.
--Al fin despiertas.-dijo una fría voz desde un rincón oscuro de la habitación.- Pensé que dormirías para siempre.-Le habló ternura, mientras una sonrisa curvaba sus labios iluminando su pálido rostro, lentamente fue acercándose a la cama.
--Dónde estoy?.-preguntó con el miedo impreso en sus ojos y en su voz, cuando el ojivioleta estuvo cerca de él, se incorporó rápidamente, poniéndose de pie, pero al hacerlo de forma tan repentina sus piernas temblaron violentamente y sucumbieron ante su peso, pero el rubio lo sujetó firmemente por la cintura, evitando así que cayera al suelo.
-- Aún estas débil.-le dijo Karasu, atrayendo el cuerpo del pelinegro mas hacia el suyo propio.- No deberías descuidarte así.-le regañó.
--Aún no ha contestado a mi pregunta... Dónde estoy?.- preguntó nuevamente, más firme esta vez.
--En mi casa.-respondió a su vez el rubio, al tiempo que tocaba suavemente la mejilla derecha del otro.- No sabes cuanto tiempo espere para que llegaras a mi.-dijo mientras distraídamente retiraba los mechones tan negros como la penumbra que caían gracílmente en el rostro del otro.- No sabes cuanto tiempo espere para poder tenerte de esta manera, Yomi.-le dijo mientras clavaba sus ojos violetas en los grises del pelinegro, (Konoto-chan: si, ¬¬ me he visto en la penosa necesidad de tener que revelar el nombre, ya que no puedo poner un lemon entre dos extraños, verdad?... Chin, ya la regué, bueno no importa, total...), tomando su rostro entre sus manos, le besó de nuevo, comprobando para su felicidad que Yomi no oponía resistencia alguna, se inclinó lenta y firmemente hacia delante, obligando al pelinegro a recostarse en la mullida cama.
El menor se tensó visiblemente cuando el rubio se sentó a horcajadas sobre él, no sabía quien era, no lo conocía, pero sucumbía ante él como cual polvo al viento.
--No temas, no te haré daño.-le dijo con suavidad, tratando de calmar al otro, dándole delicadas caricias en el rostro.
Y lo besó de nuevo, y ésta vez, el ojigris cerró sus ojos, dejándose atrapar por las sensaciones, dejando en el olvido la debilidad que sentía su cuerpo y de su molesto dolor de cabeza; cosa que hizo que el rubio sonriera entre el beso, para seguidamente separarse de los labios de Yomi, y disponerse a atacar su apetecible cuello, (Konoto-chan: que? ¬¬, a mi me gusta Yomi n/n tal vez no tanto como Ku-chan, pero no hay que negar que tiene lo suyo), besándolo delicadamente y dar uno que otro suave mordisco, que provocaba gemidos queditos en el pelinegro, sonidos que eran mas que música para los oídos del ojivioleta.
Lentamente guió sus manos hasta los botones de la camisa Yomi, para disponerse a desabrocharlos uno por uno, con una mezcla asombrosa de delicadeza, sensualidad y rapidez, deslizando sus blancas manos por los hombros de éste, para finalmente deshacerse de aquella molesta prenda, y arrojarla lejos, ni se molestó siquiera en ver donde caía.
Unió sus labios con los carnosos del pelinegro, mientras sus manos brindaban sutiles caricias al torso desnudo del joven que estaba bajo él, logrando que la suave piel se erizara bajo su toque, las manos del pelinegro permanecían inmóviles en la cama: sin saber que hacer, o como intervenir; con nerviosismo y lentitud, guió una de sus manos hasta posarla en la pálida mejilla del otro, acariciándola suavemente, provocando que el rubio rompiera el eso y se separara ligeramente del rostro del otro, sólo para fijar sus ojos violetas en los grises del otro, sonriéndole dulcemente, le alzó medio cuerpo de la cama y lo abrazó fuertemente, embriagándose con el dulce aroma que despedía la suave cabellera negra del menor. Yomi se sentía extremadamente bien a su lado, a pesar de que era la primera vez que lo veía, se sentía protegido... y sobretodo, amado.
--He esperado tenerte por mas de diez años.-le susurró al oído provocando un escalofrío en Yomi.- Desde que te vi por primera vez cuando apenas tenías quince o dieciséis años.-dijo acariciando las hebras negras y enredándolas entre sus dedos.- Me juré a mi mismo que te protegería de todo y de todos, hasta el día en que estuvieras listo para pertenecerme.-le sonrió dulcemente, acogiendo al otro entre sus brazos.- Casi me partes el alma cuando intentaste suicidarte aquella ves.-le dijo con melancolía y tristeza impresas en su voz, sus manos acariciaron con movimientos suaves la blanca espalda del pelinegro, asombrándose con la suavidad de ésta, tomando ambas muñecas, y pasando sus dedos por las finas marcas aun visibles que éstas tenían.- Estuve a punto de detenerte, pero esa... 'mujer' llegó antes de que yo pudiera intervenir.-dijo, poniendo énfasis de desprecio en la palabra.- Y cuando vi que ese hombre prácticamente te masacró a golpes... yo...-dijo con el enojo y la ira claramente notables en su voz, y abrazó a Yomi mas fuertemente, reviviendo las horribles imágenes que venían a su mente, escuchando claramente los gemidos y gritos de dolor que pronunciaron alguna vez los labios del pelinegro en sus oídos.- Te preguntarás, por que el hombre había muerto antes de que despertaras, verdad?.-cuestionó con una sonrisa en sus labios, y su sonrisa se ensanchó aun mas cuando vió que el menor lo miraba con incredulidad asintiendo con la cabeza.- Yo lo maté...-confesó sin el menor rastro de remordimiento alguno.- Me sentía realmente furioso, por que un hombre mortal como él se atrevió a ponerte tan siquiera un dedo encima, se atrevió a lastimarte de una forma tan cruel...-le dijo mirándolo fijamente a los ojos, perdiéndose en las profundidades de aquellas orbes grises.- Pero eso quedó en el pasado, ahora que ya te tengo, las cosas serán muy diferentes... yo te protegeré... no dejaré que nada ni nadie me separe de ti, nunca dejaré que te hagan ningún daño.-le dijo con un brillo decidido en sus ojos violetas, acarició suavemente las blancas mejillas del otro, para seguidamente tomar su rostro entre sus manos y unir sus labios con delicadeza, como si Yomi fuera a romperse en mil pedazos si hacía algún movimiento brusco, como una delicada figura de frágil cristal.
Se inclinó hacia delante, recostando al menor en la cama de nueva cuenta, colocándose sobre él, apenas recargando su cuerpo sobre el otro, evitando aplastarle con su peso; colocó sus manos en la estrecha cintura del pelinegro, mientras éste pasaba sus brazos por el cuello del rubio, enredando sus dedos en la cabellera dorada, el mayor mordió suavemente el labio inferior de Yomi, pidiendo permiso para entrar, permiso que le fue concedido cuando el pelinegro separó ligeramente sus labios, y el otro aprovechó para invadir la boca del ojigris con su ávida lengua, embriagándose con el exquisito sabor que ésta poseía. Con movimientos lentos. Y a la camisa que estaba en el suelo de la habitación, le siguió toda prenda que cubría el apetecible cuerpo de su ahora amante.
Una vez que estuvo libre de toda prenda, el rubio se incorporo un poco, para así admirar el hermoso cuerpo de su pareja: comenzando con sus increíbles ojos grises, su bello rostro, labios llamativos y bien definidos, las suaves mejillas exquisitamente sonrojadas, la blanca y tersa piel que se ajustaba a su hermosa figura, sus largas piernas, su torso bien formado, sus estrechas caderas; Yomi al sentirse observado tan atentamente por aquellos escrutadores ojos violetas se sintió incómodo, el sonrojo se apoderó suavemente de sus mejillas, coloreándolas de un bello color rojo carmín; apenado, bajó su mirada, escondiendo sus ojos bajo su flequillo.
--No te avergüences.-le dijo el rubio tomándolo delicadamente por la barbilla, obligándolo a subir su rostro y mirarlo a los ojos, sonriéndole.- Eres hermoso... lo mas hermoso que he visto en toda mi vida...-le habló para acto seguido besarlo apasionadamente, con rapidez se deshizo de su propia ropa, dejándola en el suelo de la habitación.
Se posicionó entre las largas piernas del ojigris, comenzó a besar su cuello, para pasar al pecho descubierto de éste, oyendo como suaves gemidos y suspiros escapaban de los sensuales labios del pelinegro, dejó un camino de besos hasta llegar a la ya necesitada intimidad del ojigris, el menor se sonrojó violentamente cuando vio la intensa mirada y la provocativa sonrisa que tenía Karasu para con él; dirigió sus labios hasta juntarlos con los del menor, acariciando una de sus blancas mejillas, y con su única mano libre, tomó suavemente el miembro del otro, acariciándolo, logrando que Yomi se arqueara en la cama y gimiera fuertemente, continuó masturbándolo un poco mas fuerte, deleitándose con los gemidos que el pelinegro pronunciaba en sus labios, lentamente lo guió hasta el orgasmo, haciendo que liberara su cálida esencia en su mano, esperó un momento hasta que la respiración del menor se regulara; se instaló suavemente entre sus largas piernas, separándolas con sutileza, y sin mas se dispuso a preparar a aquel delgado cuerpo para completar su unión; con suma delicadeza y cuidado introdujo un dedo en la estrecha entrada del pelinegro, causando que un quejido escapase de los labios entreabiertos del menor; sus labios, consoladores se apresuraron a besarlo, tratando de calmar su dolor, besando sus labios, ambas mejillas, para dejar un tierno beso en su frente.
--Shhh... Tranquilo.-le susurró al oído suavemente, al ver que el menor se tensaba, para después morder el lóbulo.- Relájate... Es para que no duela tanto después.-le dijo mirándolo con un brillo tierno por largo tiempo.- Eres virgen...-no era una pregunta, era una afirmación, la cual provocó un violento sonrojo en el joven de ojos grises, para después asentir lentamente con la cabeza, el rubio se posesionó de sus labios, besándolo apasionadamente.
Espero a que el cuerpo del pelinegro se aclimatara a la primera intrusión, una vez paso esto, introdujo con suavidad un segundo dedo, provocando un gemido de dolor mas fuerte que el anterior; siguió acariciándolo y besándolo tratando de distraerlo del dolor, y al segundo le siguió un tercero, sacándole un quejido mas pronunciado, espero unos minutos hasta que el ojigris estuvo listo.
Para seguidamente, retirar con suavidad sus dedos de la estrecha entrada del pelinegro, lentamente se acomodó sobre el cuerpo del otro, cuidando de no depositar todo su peso sobre él, colocando las largas piernas del menor alrededor de su cintura, atrajo el rostro de Yomi hacia sí, sellando sus labios en un dulce beso, acaparando toda su atención, el pelinegro pasó sus brazos alrededor del cuello del rubio, enredando sus largos dedos en las hebras doradas del mayor, una vez que la atención del ojigris se concentró en el beso, guío su miembro a la estrecha entrada, y comenzó a penetrarlo suavemente, introduciendo primero sólo la punta. Mas un fuerte grito de dolor escapó de los labios de Yomi, preocupándolo, partiendo el beso inmediatamente; cerró fuertemente sus ojos ante el atroz dolor que invadía todo su cuerpo; aferró entre sus manos las blancas sábanas que cubrían la cama, pero el ojivioleta deshizo el fuerte agarre, tomó con delicadeza la barbilla del menor obligándolo a mirarle a los ojos, vió como aquellas orbes grises que tanto adoraba de cristalizaban, llenándose de lágrimas, mismas que ahora resbalaban por su rostro; las retiró suavemente con sus dedos, acariciando al mismo tiempo las sonrojadas mejillas, para seguidamente tomarlo entre sus brazos, Yomi se aferró fuertemente; continuó con su lenta intrusión, avanzando lo mas cautelosa y suavemente posible, temeroso de lastimar a su amor, se introdujo de poco a poco, hasta llegar a la mitad, quedándose quieto por ciertos plazos de tiempo, en los cuales se dedicaba a distraer al menor del dolor que le causaba la penetración; mientras tanto, Yomi se aferraba a los hombros del otro, enterrando sus uñas, casi arañándole la piel, intentando mermar el dolor; Karasu acariciaba con ternura la larga cabellera negra, el menor ya se veía mas relajado, y tomando sus caderas se introdujo por completo en el cuerpo del ojigris, ambos soltando un fuerte gemido; pero, las cristalinas lágrimas se hicieron presentes de nuevo, resbalando sin control por el rostro de Yomi, de sus labios entreabiertos escapaban tenues sollozos y gemidos de dolor, el rubio se asustó, y mucho mas al ver el gesto de profundo dolor en su rostro... ¿acaso lo había lastimado, no, eso jamás se lo perdonaría...
--L-lo siento...-se disculpó.- Te lastimé?... estás bien?.-preguntó, alterado debido a la falta de respuesta por parte del otro.-Yomi... respóndeme, por favor... quieres que me detenga?... estás bien?... Yomi... me detengo?..-dijo cada vez mas desesperado, temía haberle lastimado, secó con sus dedos delicadamente las lágrimas cristalinas que emanaban de los ojos grises fuertemente cerrados del pelinegro, acariciaba las mejillas sonrojadas, tocaba efímeramente los labios del menor con los suyos propios.- Yomi... contéstame, por favor... estas bien?.-preguntó de nuevo.
--S-si.-respondió con voz quebrada, el de ojos violetas sonrió aliviado.- E-estoy... bien.-dijo forzadamente, ahogando en su garganta un gemido de dolor que pugnaba por salir, cerrando sus ojos fuertemente por corto tiempo, para volverlos a abrir y mirar directamente a los ojos violetas de Karasu, dirigiéndole una sonrisa fugaz pero sincera.-Estoy bien.-dijo con voz un poco mas calmada, pero un fuerte gemido de dolor logró escapar de sus labios.
--Y-yo... lo siento, lo siento mucho... yo, no quise... no quise lastimarte, lo siento... yo no...-pero Yomi lo cortó, sellando sus labios con un beso, un contacto apenas algo mas efímero que el aliento.
--Esta bien...-le dijo el pelinegro, sonriendo.
--Pero...-
--Estoy bien...-le cortó el ojigris.
--Lo siento.-se disculpó, besando cortamente los labios del menor.-Lo lamento.-dijo besándolo de nuevo.-Te amo.-pronunció quedamente para después posesionarse nuevamente de aquellos labios que no se cansaba de besar, pero esta vez prolongó el contacto hasta que la falta de aire se hizo presente y los obligó a separarse.
--Yo también te amo.-contestó a su vez, cerrando sus ojos.
--No...-dijo, llamando la atención del otro.- No cierres tus ojos... yo, quiero verlos.-le pidió quedamente, acariciando ambos mejillas sonrojadas. Yomi abrió sus orbes grises, clavándolas en las violetas del otro.
El sólo hecho se escuchar esas dos palabras lo hacía infinitamente feliz, sintiéndose correspondido de todas y cada una de las formas posibles, había encontrado a aquel ser que lo completaba tanto mental, física como sentimentalmente; y era su deber y responsabilidad, bueno, era mas la necesidad de protegerlo y amarlo con todo su ser, permanecer a su lado por toda la eternidad, y quizá... quien sabe... talvez mas allá de la eternidad...
Le sonrió como hace tiempo no lo hacía, y como no lo había hecho jamás. Escondió su rostro en el cuello del otro, posando sus labios con suavidad en la blanca piel del rubio, dejando un efímero beso, y luego otro y otro mas, dejó su cuello para seguidamente pasar a sus labios, uniéndolos en un suave beso. El rubio rompió el beso lentamente, tomando entre sus manos el rostro del menor, le sonrió dulcemente, besó su frente con cariño y le abrazó. Se movió ligeramente, un movimiento apenas perceptible, sintió entonces, pequeñas y placenteras descargas eléctricas a lo largo de toda su espalda, y al parecer no fue el único, ya que el pelinegro soltó en su oído un tenue gemido muy diferente a los anteriores, ya no de dolor, sino de placer.
Y de manera lenta y cuidadosa, dio la primera envestida, entrando y saliendo lentamente, en primera instancia fue algo dolorosa para el ojigris, quien cerró sus ojos y ocultó su rostro en el cuello del rubio, abrazándose a él.
--Estas bien?.-preguntó el ojivioleta, preocupado.
--S-si...-dijo entrecortadamente.-Hazlo de nuevo, por favor.-pidió susurrando al oído de Karasu, cerrando sus ojos.
Y así lo hizo. Moviéndose siempre de forma lenta y cuidadosa, a pesar de estar completamente perdido en las sensaciones; Yomi era tan estrecho y cálido, suficiente para perder la razón. Fue aumentando la velocidad de sus embestidas a manera que el pelinegro se lo pedía.
--Aaaaaahhh!.- gritó Yomi, cuando el rubio tocó un punto dentro de sí, que lo sumió total y completamente en el placer, haciéndolo arquear su espalda.
El rubio sólo sonrió placenteramente, y se posesionó de aquellos labios con pasión, mordiendo con suavidad el labio inferior, siguiendo con las incesables embestidas, que cada vez eran mas fuertes y profundas, arrancando fuertes gemidos y gritos de placer de ambos, el rubio sintió cerca su clímax, y tomó en sus mano el miembro del otro, masturbándolo, provocándolo la misma sensación que él tenía en su interior; el placer era doble para Yomi, quien era tomado por el rubio, y a la vez masturbado por él. Pero todo lo que tiene un comienzo, tiene un final, y pronto ambos llegaron al límite, Yomi terminó dejando su esencia en el torso de ambos y Karasu dejando parte de su ser en el interior del ojigris, marcándolo como suyo.
Dejando caer su cuerpo sobre el del pelinegro, evitando recargar todo su peso, respirando entrecortadamente, escuchando la respiración agitada del pelinegro en su oído, se separó un poco, y lo miró a los ojos, recibiendo una sonrisa cansada del menor, besó sus labios cortamente, para después salir de él con delicadeza, el menor cerró sus ojos al dolor inicial; cuando el rubio dirigió su vista hacia a bajo, y miró con espanto como su miembro estaba cubierto de sangre.
--Dios!... Yomi yo... lo siento, te lastime... yo.-pero el pelinegro lo calló plantándole un beso en los labios.
--Estoy bien.-le dijo quedamente.- Tal vez era un poco estrecho, eso es todo.-le calmó con voz suave y una encantadora sonrisa.
--Lo lamento.-dijo de nuevo, para seguidamente apoderarse de esos labios que no se cansaba de besar, y ni se cansaría nunca, separándose una vez que el aire les hizo falta y besando su frente con cariño al igual que sus aún sonrojadas mejillas, recostándose al lado del menor, para después abrazarlo posesivamente, y cubrir ambos cuerpos con las blancas sábanas de la cama; dejándose por el cansancio, sumiéndose en un profundo y tranquilo sueño...
A la mañana siguiente, tenues rayos de luz iluminaron su rostro, haciendo que abriera sus ojos violetas lentamente, y lo primero que sus ojos vieron fueron unas hebras negras como la penumbra, sonrió encantado al ver el delgado cuerpo de su amante junto al suyo; cuidando de no despertarlo, lo abrazó, juntando su cuerpo lo mas posible al suyo propio, embriagándose con su perfume, besando los negros cabellos; acariciando suavemente las blancas mejillas, buscó con sus labios los del ojigris, sellándolos con un delicado beso, al momento en que se separó del beso, unos brazos rodearon su cuello, uniendo sus labios de nuevo, rodeó con sus brazos la estrecha cintura del pelinegro, terminó el beso lamiendo los dulces labios de Yomi.
† End Flash Back †
Le sorprendía que aún recordara esos momentos con total claridad, como si hubieran sido ayer mismo y no hace mas de cincuenta años. A veces llegaba a maravillarle la capacidad de su memoria. Sus orbes grises se cristalizaron lentamente, y varias lágrimas rodaron silenciosamente por su rostro, ni un solo sollozo salió de sus labios, sólo sus ojos derramando silenciosas lágrimas de dolor y tristeza. Como quisiera poder regresar el tiempo y volver a aquellos días... pero eso no es posible, no podemos retroceder el tiempo a nuestro antojo, sólo podemos esperar y dejarlo pasar...
† Flash Back †
--Quiero que seas mi compañero.-pidió con voz queda y anhelante.
--Claro.-aceptó gustoso.
--Pero... quiero que estés seguro, una vez que esto suceda, no hay marcha atrás, y no quisiera que...-pero fue interrumpido por un par de dedos mansos que se posaron sobre sus labios, callándolo.
--Esta bien.-dijo simplemente.- Que tiene de malo, que entregue mi vida al hombre que ya tiene mi corazón y mi cuerpo?.-preguntó susurrante, con una sonrisa en los labios.
--Esta bien.-dijo rozando sus labios con los del ojigris, eliminando la poca distancia que los separaba, unió ambos labios en un beso, pasando sus brazos por la espalda del menor, bajándolos lentamente, hasta posarlos en la delgada cintura del ojigris, quien pasó sus brazos por el cuello del ojivioleta, enredando sus dedos en las hebras doradas del otro.
Deshizo el beso, para dirigir sus labios hasta el blanco cuello del menor. Yomi sintió claramente cuando los filosos y largos colmillos del vampiro de clavaron en su cuello, sacándole un quedo gemido de dolor, sentía como si o vaciaran por dentro, sus piernas comenzaron a ceder ante su peso, pero el rubio lo sujeto fuertemente evitando que cayera; el rostro del ojigris perdió de golpe el color que poseía, quedando casi al borde de la muerte; el vampiro se separó del cuello del otro, se hizo un pequeño corte en la muñeca, el cual sangró abundantemente.
--Bebe.-le dijo acercando su muñeca a los labios entreabiertos del pelinegro, quien por inercia hizo lo que le pedía.
Al poco tiempo sintió como un intenso y agudo dolor se apoderaba de todo su cuerpo, mordió su labios inferior, ahogando en su garganta los gemidos y gritos de dolor que pugnaban por salir, se aferró al cuerpo del ojivioleta con fuerza, tratando de mitigar el dolor.
--Calma... relájate... es sólo tu cuerpo que está muriendo.-le susurró el vampiro al oído.
Y así de improviso como empezó, el dolor cesó sin previo aviso, dejó caer su cuerpo, siendo sostenido por el ojivioleta, quien sólo le cargó y le llevó hasta la habitación que ambos compartían, recostándole con delicadeza en la mullida cama, contemplándolo; abrió sus orbes grises lentamente, mirando por primera vez un mundo completamente nuevo para él...
† End Flash Back †
Bien hasta aquí por ahora, muchísimas gracias a las personas que leyeron y espero que os haya gustado.
†...Mientras los Santos observan, un mensajero de la oscuridad actúa entre las sombras, en el jardín de Dios... †
