Hello, Hello, primeramente: Gomen, tuve un pequeño acceso de torpeza, y no conteste dos reviews por allí, no quiero decir que no me importen, es decir, los reviews son lo mas importante para mi, es sólo que... tengo excusa, claro, estaba yo en mi trabajo a eso de la una de la madrugada y aproveche para llevarme el capítulo para publicarlo, y yo muy feliz y satisfecha lo publiqué, y en eso me llega un correo de FanFiction y era un review del capitulo anterior, y no pude contestarlo, así como otro mas por allí, así que: Lo siento mucho a esas dos personas T-T, prometo no ser tan torpe de ahora en adelante.
Reviews:
Caro Jaganshi: Primero que nada: Hola! y muchas gracias por leer. Bueno... a mi me cae bien Karasu o.o me parece que es un personaje muy interesante... Uy! y en cuanto a lo del lemon entre Yusuke y Kurama, bueno, creo que tendremos que hablar de eso antes de publicar el siguiente capítulo, ok? No te preocupes, sabes que las opiniones de los lectores son lo más importante para mi. Gracias de nuevo por leer y espero que sea de tu agrado. Ciao!
Nasaki: Gracias por leer. Bueno, debo aclararte que jamás me ha gustado la religión y dudo mucho que algún día me guste, y tengo mis razones para pensar eso. En cuanto a Yomi y Karasu, pues quise variar un poco, ya que ningún cambio es malo para mi jeje, y bueno, Karasu sí es rubio, ninia, no se si recuerdes cuando peleó contra Kurama, en esos capítulos su cabello cambió de negro a rubio. Y bueno no soy una gran fan de Anne Rice, ya que sólo he leído dos libros de ella, así que no tengo ni la más mínima intención de hacer que mi fic se parezca a lo que ella dice en cuanto a los vampiros, ya que me gusta más crear mi propia historia sin apegarme a la de nadie. Y bueno, no ha todo mundo le gustan los lemons, pero a mi si, dependiendo de la historia y a mi me pareció adecuado poner uno jeje. Espero que sea de tu agrado. Bye-Bye.
Amberosse: Hello, muchas gracias por leer, y me hace feliz el saber que te agrada mi fic, y en cuanto a lo de mi profile, pues sólo puse las parejas que me gustan y pongo lo que en verdad soy, aunque dentro de poco tendré que renovarlo, y agregarle algunas cosillas por allí, entre ellas, nuevas parejas yaoi n.n. muchas gracias por leer y espero que éste capítulo sea de tu agrado.
Warning: Bien, estoy realmente harta de escribir esto una y otra vez, así que vayamos rápido: este fic contiene Yaoi, Shonen ai, lemon y rape (aunque lo del rape no es muy seguro), así que, homofóbicos, hacedme el favor de: Largarse de una buena vez!.
Disclaimer: Todas sabemos que YYH no me pertenece, ok? No es mío ni nunca lo será, para fortuna y suerte de los homofóbicos n.nU.
Dedicado a: Nasaki, que ha esperado y seguido cada capítulo. Espero que sea de tu agrado.
† Destination Darkness † By: Konoto-chan
Chapter IV: Pain and sorrow (Part I)
Posó una de sus blancas manos en su rostro, retirando con sus dedos algunas de las cristalinas lágrimas que resbalaban por su pálido rostro, observó sus dedos húmedos con curiosidad, hace tanto que no lloraba, y a veces el llorar le hacía bien, (Konoto-chan: O al menos en mi caso), se desahogaba y veía con mas claridad la situación, pero ahora no había ninguna situación que ver, eran sólo recuerdos de hechos pasados, lo único que le quedaba eran recuerdos y un pequeño regalo...
† Flash Back †
--Quiero darte algo.-le dijo el rubio llamando la atención del pelinegro quien estaba sentado cómodamente sobre su regazo, con su rostro escondido en el cuello del otro, recibiendo placenteras caricias en su larga cabellera y en su espalda.
--Mmmm?.-sólo pronunció levantando su rostro y clavando sus orbes grises en las violetas del otro.
--Sólo observa.-dijo mientras se incorporaba de su, hasta ahora asiento, dirigiéndose hasta uno de los cajones del tocador, y abriendo uno de ellos, sacando de su interior una pequeña y alargada caja de color negro, para seguidamente regresar al lugar que había ocupado junto al pelinegro, atrayéndolo hacia sí.-Toma.-le dijo entregándole la cajita, poniéndola entre sus manos.
--Qué es?.-preguntó con curiosidad, examinando la pequeña caja negra.
--Ábrela y lo sabrás.-le susurro quedamente al oído del ojigris, para después besar una de las pálidas mejillas del menor, sacándole una sonrisa de los labios.
--Esta bien.-dijo el pelinegro, abriendo lentamente la caja, abriendo ampliamente sus orbes grises, maravillándose con el contenido: dentro había una cruz de plata, sencilla, sin ninguna gema ni piedra que la adornara, pero con los bordes bellamente trabajados. La tomó entre sus manos, mirándola fijamente, para acto seguido arrojarse en los brazos abiertos del rubio, quien lo abrazó fuertemente con una bella sonrisa en los labios.-Es bellísima.-le dijo al oído.-Gracias.-susurró para después dejar un suave beso en los labios del ojivioleta.
--Haría lo que fuera por ti.-contestó a su vez, dejando un cariñoso beso en la frente del pelinegro, quien cerró sus orbes grises.- Vamos, déjame ponértela.-le habló susurrante acariciando su blanca mejilla, rozando sus labios con los suyos propios, arrebatándole con naturalidad la cruz de plata de las manos del ojigris.
--Claro.- dijo sonriendo encantadoramente.
--Ven.-le llamó incorporándose, y ofreciéndole su mano para que se pusiera de pie, el menor aceptó gustoso, tomando la mano del mayor, incorporándose. Pero cuando estaba justo a punto de pararse, el mayor jaló su mano fuertemente, haciéndole perder el equilibrio y acto seguido, dejó de sentir como sus pies tocaban el suelo, para ser cargado entre los brazos del rubio.
-- Porqué siempre haces esto?.-preguntó con falso enojo, pero no pudiendo evitar que una sonrisa apareciera en sus labios.
--Me gusta cargarte.-contestó simplemente el de ojos violetas, sonriéndole de igual manera.-Acaso no puedo?.-preguntó mirándolo fijamente mientras avanzaba.
--Claro que puedes... de todas maneras, siempre haces lo que quieres.-dijo restándole importancia, pasando sus brazos por el cuello del rubio, haciendo sonreír aún mas al ojivioleta.
--Es verdad.-secundó el mayor, dándole la razón, percibiendo el perfume que despedían los cabellos negros del otro.
--Pero al parecer olvidas que puedo caminar solo.-dijo poniéndose cómodo entre los brazos del rubio.
--Entonces...-sólo dijo, antes de dejar caer el cuerpo del menor sin previo aviso.
--Ahhh!.-fue lo único que exclamó, cerró sus ojos esperando el golpe, el cual nunca llegó, ya que el rubio lo había sujetado de nuevo entre sus brazos antes de que alcanzara a tocar el suelo.-No hagas eso!.-le regaño.- Me asustaste.-replicó dándole un suave golpe en el hombro.
--Qué?... acaso pensabas que te dejaría caer?.- preguntó con incredulidad en su voz, arqueando una de sus cejas rubias.
--No... pero no lo vuelvas a hacer.-dijo el ojigris.
--Esta bien.-habló el ojivioleta, soltando los pies del pelinegro, bajándolos lentamente hasta que estos tocaron el suelo, parándose ambos frente a un gran espejo, (Konoto-chan: ejemm, ejemm, para los que han leído las obras de Anne Rice, otros cuentos o historias de vampiros, quiero aclarar que éste fic omite o elimina alguna de las típicas características que se le atribuyen a los vampiros, por ejemplo: el no poder salir a la luz del sol, aquí eso es falso, ya que dependiendo de la edad y experiencia del vampiro puede ser tocado por los rayos solares; otra, lo de no poder reflejarse en los espejos, eso aquí también es falso; bien, una vez aclarado esto, continuemos) y comenzó la tarea de peinar el largo cabello negro de Yomi hacia un lado, acariciando al mismo tiempo el blanco cuello del joven vampiro; ese, definitivamente no era el cuello de un hombre, era como el de un adonis puro y terrenal. Rodeándolo con sus brazos, colocó el pendiente alrededor de su cuello; apoyó su barbilla en el hombro del menor, y rodeando su delgada cintura con sus brazos.
--Te luce bien.-le dijo al ver la imagen en el espejo.
--No sé como agradecerte todo lo que has hecho por mi.-dijo el pelinegro volviéndose y quedando frente al rubio.
--Me conformaría con un beso.-dijo sonriendo, mientras el menor obedecía su petición, sellando sus labios con un dulce y efímero contacto de sus labios con los del ojivioleta.
† End Flash Back †
Sujetó suavemente entre sus manos la brillante cruz de plata y sonrió ligera y tristemente, casi con desgana. Para después incorporarse lentamente y ponerse de pie. Al mirar por la ventana entreabierta se dio cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo, el cielo estaba completamente oscurecido, iluminado sólo por la pálida luz de la luna y el destello de las estrellas que adornaban el negro cielo.
Se quedó parado allí, viendo solamente el cielo a través de las cortinas y del cristal de la ventana. No supo si fueron horas las que se quedó así, o si sólo fueron algunos pocos minutos. Caminó lentamente hasta llegar a la puerta, posó su mano en la perilla de la misma y la giró para seguidamente salir de la habitación. Caminó por el largo y oscuro pasillo, bajó la escalinata y salió de la amplia casa. Siguió avanzando hasta perderse entre las sombras de los árboles del espeso y lúgubre bosque.
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--Estas bien?.-preguntó al pelirrojo que tenía su rostro escondido en la curvatura de su cuello.
Pero de nuevo, el silencio fue su única respuesta. Estrechó el delgado cuerpo del ojiverde entre sus brazos, quien se estremeció, soltando un sollozo. El primero de muchos, mientras las cristalinas lágrimas escapaban por entre sus párpados fuertemente cerrados. El pelinegro sentía las tibias lágrimas de Kurama mojar la piel de su cuello, sentía también cómo el pelirrojo se aferraba a él, llorando ya sin consuelo. Y sólo atinó a acariciar con delicadeza las largas y sedosas hebras rojizas. Esperando pacientemente a que el ojiverde se calmara y desahogara su dolor. Pasaron largos momentos hasta que los sollozos del menor fueron cesando poco a poco; el pelinegro separó un poco a Kurama de sí, lo suficiente para ver cómo las lágrimas seguían resbalando lamentablemente por su bello rostro, aquellos dulces ojos verdes ya irritados por el llanto, mordía ligeramente su labio inferior, ahogando en su garganta sollozos que intentaban escapar de sus labios.
Cómo le partía el alma verlo así. Secó las lágrimas con sus dedos suavemente, haciendo que las orbes esmeralda fueran ocultas por las párpados elegantemente adornados por gruesas pestañas. Pero a pesar de sus intentos, las gotas saladas no detenían su descenso por el rostro de Kurama.
El haberse enterado de la muerte de sus dos hermanos le destrozó... y no siendo eso suficiente tortura, su madre fue la más afectada, mucho más que su padre y él mismo: no quería comer, ni hablar y lloraba sin consuelo todo el tiempo, y a veces permanecía en silencio por varios días seguidos, sin hacer ni decir absolutamente nada, con la mirada pérdida en un punto muerto de la ventana, con su mente completamente fuera de su cuerpo. Cayó en una gran depresión, enfermó gravemente y murió una semana después. Y al parecer su padre terminaría por seguir el mismo camino que su madre antes había tomado: el dejarse ir, morir de a poco...
Y todo ocurrió en menos de dos meses. La vida de Kurama había dado un brusco y horrible giro de trescientos sesenta grados. Un día tenía a toda su familia y todos eran felices y al siguiente todos morían, uno por uno. Ahora ya sólo tenía a su padre, pero al paso que iva lo perdería en muy poco tiempo. El mundo se había derrumbado ante sus ojos, cayendo sin poder creerlo, sin poder dar crédito a lo que sus ojos veían, sin poder dar crédito a lo que sus oídos escuchaban, sin poder creer lo que estaba ocurriendo frente a él. Siendo golpeado y humillado por la muerte ya estando caído.
--No sabes cómo me destroza verte así, Kurama.-dijo en un susurro, acariciando con suavidad una de las blancas mejillas del pelirrojo, mirándolo tiernamente.
Tomó el rostro del ojiverde con delicadeza entre sus manos, eliminando lentamente la distancia entre ambos. Uniendo sus labios con los del mas bajo en estatura en un suave y tierno beso, un simple y delicado toque de labios; lo besó con tanta devoción y cariño que el pelirrojo se estremecía entre sus brazos. Con una de sus manos acarició con delicadeza la larga cabellera, mientras unía su otra mano con la de Kurama, entrelazando sus dedos; llevó los brazos del menor hasta conseguir que los enredara en su cuello, para seguidamente colocar sus manos en la estrecha cintura del ojiverde, y lentamente lo recostó sobre el césped sin separar sus labios de los del pelirrojo, colocándose sobre él y evitando a la vez colocar todo su peso sobre él, a la sombra del gran árbol donde ambos habían estado sentados.
El cielo sobre ambos jóvenes se tenía con los naranjas, rosados y violetas del ocaso, coloreando las nubes de un rosa pálido que se oscurecía tornándose púrpura conforme el sol descendía a cada segundo que pasaba. De naranjas y rosados pasó a colorearse de violetas, púrpuras y azules intensos, mientras el último rayo de sol moría, dejando el cielo libre para la luna pálida y plateada que comenzaba a verse a través de las oscuras nubes y las parpadeantes estrellas. La luz dorada del sol fue reemplazada por el brillo azul pálido de la luna, provocando que las sombras se alargasen formando extrañas y peculiares figuras sobre el verde pasto.
A la falta del vital oxigeno separó lentamente sus labios de los carnosos de Kurama, rompiendo el beso. Miró el bello rostro del pelirrojo que estaba debajo de él, que continuaba con sus ojos cerrados, con la respiración algo agitada. Acarició con suavidad su mejilla, como una invitación tácita a abrir sus orbes, el menor las abrió, rebelando un par de cansados pero hermosos ojos verdes que brillaban bajo la luz de la luna. El pelinegro se encontró con la imagen mas bella que jamás había visto en su vida: las delicadas facciones de Kurama acentuadas por el tenue brillo azul pálido, su blanca y tersa piel iluminada por la luz opaca del astro plateado, era su imaginación o era la luz de la luna que engañaba a sus ojos mortales con aquella hermosa y casi irreal ilusión óptica (Konoto-han: bien, bien, basta de tanta cursilería! ).
--Vamos, comienza a hacer frío.-habló Yusuke incorporándose y ayudando al ojiverde en el proceso. Y ambos se encaminaron hacia la casa del ojiverde.
--Comenzaba a cansarme de esperar.-dijo una fría voz, muy familiarmente conocida por los dos jóvenes, quienes en primera instancia se sobresaltaron al escuchar aquella gélida voz.-Hola, Kurama.-saludó Yomi a un contrariado pelirrojo.-Tan hermoso como siempre.-pronunció mirándolo de una forma que hizo incomodar al menor en sobremanera.
--Qué quieres?.-preguntó Yusuke bastante molesto por la forma en la que el vampiro miraba al ojiverde (Konoto-chan: claro que ellos no saben que él es un vampiro).
--A Kurama, es él a quien quiero.-dijo para acto seguido esbozar una fría sonrisa.
--Primero tendrás que matarme antes de que puedas ponerle un dedo encima!.-exclamó desafiante.
--Si hay necesidad de hacerlo lo haré, aunque no tengo ninguna intención de perder mi tiempo eliminando a un patético mortal cómo tu... pero si tanto insistes...-dijo con voz tenue, para seguidamente desvanecerse en la oscuridad, ante los ojos sorprendidos de ambos jóvenes.
--Dónde estas?.-exclamó el de ojos castaños.
--Aquí.-dijo una suave voz a sus espaldas. No le dio oportunidad para volverse, lo golpeó fuertemente mandándolo de bruces al suelo.-Simplemente patético.-dijo arrastrando las palabras.-Y ahora... tú vendrás conmigo, Kurama.-pronunció suavemente, acorralándolo contra un árbol, el pelirrojo se resistió y trató de empujarlo, pero el ojigris se le adelantó sujetándolo por las muñecas a cada lado de su cabeza.
--Suéltame!.-exigió, tratando de soltar sus manos, pero el pelinegro lo sujetaba con mucha fuerza.
--Eres demasiado para ser un simple humano.-pronunció el vampiro con voz susurrante, con una sola mano logró sujetar ambas muñecas del ojiverde.-Tan frágil y hermoso.-dijo mirando con detenimiento aquellas orbes esmeraldas, mientras que con su mano libre acarició suavemente una de las mejillas del pelirrojo, maravillándose con lo tersa que era aquella blanca piel bajo sus dedos.-Ya es hora.-dijo soltando lentamente las muñecas del pelirrojo de su agarre, seguidamente lo golpeó en el estómago, no muy fuerte, sólo lo suficiente para dejarlo inconsciente. Sujetándolo antes de que cayera. Lo cargó entre sus brazos cuidadosamente.
--Creo que no hizo falta matarte para poder llevármelo.-dijo con burla.-Aunque pensé que tendría que matarte esta noche, creo que te daré un poco mas de tiempo de vida.-pronunció fríamente, desapareciendo con un inconsciente pelirrojo entre sus brazos.
--KURAMA!.-exclamó el pelinegro, pero no pudo hacer nada.
KkKkKkKkKk KkKkKkKkKk KkKkKkKkKk KkKkKkKkKk KkKkKkKkKk
Gracias por leer y espero que éste capítulo sea de su agrado. Ja Ne!
